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lunes, 6 de junio de 2022

Tomo 3, apéndice 24, copia, papel, patria, sepultura, San Millán, Martín de Baylo, Torrelapaja, Verdejo

XXIV. 

Copia de un papel sobre la patria y sepultura de San Millán (a: Le envió Martín de Baylo al señor Pérez, y se halla entre sus mss. en un volumen de Actas de Santos Españoles en el archivo de la santa iglesia de Segorbe.). (V. pág. 208.) 

Ambrosio de Morales en su Crónica lib. II, c. 58. parece hacer a San Emiliano, sacerdote llamado comúnmente San Millán natural de tierra de Rioja; y dice que su cuerpo sancto está en el monasterio de San Millán de la Cogolla, cabe Najara (Nájera; cabe : junto a : juxta) &c. Pero en esto recibe engaño, siendo verdad que el dicho sancto fue natural del lugar de Verdejo, que está en Aragón en tierra de la ciudad de Calatayud, del obispado de Tarazona en los confines y fronteras de Castilla: y su sancto cuerpo está en la iglesia, so invocación del mismo sancto en otro lugar de la misma tierra, llamado Torrelapaja, cerca del dicho lugar de Verdejo. Consta ser esto así por lo siguiente. Lo primero se colige de lo que San Braulio, obispo de Zaragoza, escribe en la vida del dicho San Millán, que siendo pastor fue a ser enseñado del sancto hermitaño (ermitaño) Félix, que moraba en el castillo llamado Bilibio, y que después se volvió a su tierra a morar no lejos de la villa Virgegio: y de allí se subió a los lugares remotos del monte Destercio o Dircecio; y de allí le llamó Didimo o Didimio, obispo de Tarazona, en cuya diócesis estaba, y lo hizo presbítero y cura de la iglesia del dicho lugar Virgegio, de la cual le privó después por falsas informaciones de otros clérigos de la misma iglesia, y se volvió al dicho lugar, no lejos de Virgegio, donde tuvo y tenía él su oratorio, y allí acabó su vida, en el cual ahora está puesto su cuerpo glorioso. Esto dice en suma San Braulio. Y estos lugares no se hallan en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni al monasterio de la Cogolla, sino en la dicha tierra y arciprestazgo o arcidianazgo (arcedianato) de Calatayud.

El castillo Bilibio, que Morales dice se llama ahora Villovio; en las lecciones de los breviarios antiquísimos de Tarazona se llama Bilbili, que es un monte y lugar alto y desierto, donde se dice estaba antiguamente la antigua Bilbili, patria de Marcial, que ahora se llama Bambola en los contérminos de la ciudad de Calatayud (Bilbilis). 

Y el lugar Virgegio es el que ahora se llama Verdejo, y en las liciones (lecciones) de los dichos breviarios antiguos se llama Vergegio, que está en la diócesis de Tarazona en las fronteras de Castilla, y otro lugar de este nombre ni semejante a él, ni lo hay, ni lo ha habido en tierra de Rioja, ni junto a Nájera, ni junto al monasterio de la Cogolla. 

El monte Distercio o Dircecio (que ahora no hay tal nombre, ni en tierra de Nájera, ni en la tierra ni comarca de Verdejo) avemos (habemos, hemos) de conjeturar que era alguna de las sierras y montes que están cercanos a Moncayo, quizá donde está ahora la casa de nuestra Señora de la Sierra, u otra por aquel contorno; pues dice San Braulio que estaba en la diócesis de Tarazona el dicho monte.

El lugar donde después fue a parar, y se recogió San Millán después de haber sido excluido y privado de la cura y vicaría de Virgegio por Didimo, obispo de Tarazona, donde pasó y acabó su vida, que se llamó su oratorio; es la iglesia so invocación de San Millán, que está en el lugar que llaman ahora Torrelapaja, que en aquel tiempo no había lugar, que después se han ido haciendo casas en él por la devoción del sancto; y si las hubo serían muy pocas: sino que había y estaba allí una ermita so invocación de nuestra Señora, donde el santo tenía su oratorio; la cual y el dicho lugar está no lejos de Virgegio o Verdejo, como dice San Braulio, sino harto cercano. Y así el lugar y el de Torrelapaja hacen una parroquia, y tienen un solo cura y vicario; y los beneficiados y clérigos de la iglesia parroquial de Verdejo tienen el regimiento y ministerio de la dicha iglesia de San Millán, como eremitorio que fue de ella y ahora es anexa. Y en la dicha iglesia antigua, que fue el oratorio del santo, en el suelo della, cubierto de piedras y losas grandes, estuvo bajo tierra puesto y sepultado en un túmulo de piedra grande con su cubierta y landa de la misma piedra su sancto cuerpo, desde que murió hasta trescientos años aura (hará), o más, según consta por scripturas (escrituras) que se sacó de allí, dejando el túmulo en el mismo lugar bajo tierra cubierto, y se trasladó y puso dentro del altar mayor de la iglesia nueva que se hizo después para ampliar la otra, a la cual está contigua: y se le hizo retablo, y se le dio invocación de S. Millán, y el año mil quinientos ochenta y siete visitó aquella iglesia el obispo de Tarazona Don Pedro Cerbuna (fundador de la universidad de Zaragoza), no sin alguna manera de milagro, después de pasados tantos años sin haber memoria que desde la dicha traslación se hubiesen reconocido las reliquias y cuerpo del dicho sancto, rompiendo y abriendo con picos el altar que es de piedra y ladrillos, las halló dentro de él, donde está casi todo el cuerpo, y de lo que de él falta deben de tener alguna parte en San Millán de la Cogolla: que tener todo el cuerpo, no trae razón ni camino por lo susodicho. Demás de la tradición inmemorial que hay no solamente en todo el obispado de Tarazona, pero en el reino de Aragón y en aquellas fronteras de Castilla, de las cuales los castellanos suelen ir a visitar aquel santuario y muchos peregrinos que por allí pasan, donde son hospedados en un hospital muy bueno que hay, y donde hasta en nuestros tiempos se hacen milagros en enfermedades y otras necesidades; y el dicho mismo túmulo de piedra se descubrió y sacó en el dicho año ochenta y siete u ochenta y ocho.

Y esto mismo se infiere y colige de lo que dice Morales, y las historias de Navarra que quinientos años después de la muerte del sancto Rey Don García de Navarra, edificando un monasterio en Nájera, quiso trasladar a él, y traer allí el cuerpo de San Millán que estaba en Virgegio, y milagrosamente fue impedido: luego ya se supone que estaba el cuerpo antes y entonces en el lugar susodicho del obispado de Tarazona, y no allí ni por allí cerca, ni nunca había estado por allá. Y para decir y haber de confesar de necesidad que el lugar de Virgegio es el susodicho que ahora se llama Verdejo, que es y era entonces del obispado de Tarazona, y el desierto adonde San Millán se retiró, y de donde le llamó el obispo Didimio de Tarazona para hacerle presbítero y cura de Virgegio, de la cual le removió, como dice San Braulio, fue y era hacia Verdejo en alguna de las dichas sierras, se entiende de lo que dice el mismo Braulio que hizo todo eso Didimio: Eius quippe erat in diocesi, y está claro que de otra manera si no estuviera en su diócesis y jurisdicción, no pudiera no siendo súbdito suyo; que si estuviera Virgegio y aquel desierto y el oratorio en Nájera o en San Millán de la Cogolla, que ya entonces era del obispado de Calahorra, no tuviera jurisdicción Didimio el de Tarazona sobre San Millán para hacer con él lo susodicho, y decir San Braulio que el oratorio do se retiró está cercano de Virgegio, que es el dicho Verdejo de la diócesis de Tarazona, que es la dicha iglesia de San Millán de Torrelapaja, no tiene réplica para que no sea así lo dicho. Pero dado y puesto que el castillo Bilibio, do estaba San Félix el ermitaño, adonde fue San Millán en su conversión a ser enseñado e instruido, no sea el Bilbili que está cercano a Calatayud, sino que sea el que ahora se llama Villovio cerca de Nájera; pudo muy bien ser, que Millán desde Verdejo, movido con la fama de San Félix, fue a Villovio cerca de Nájera a ser su discípulo, y después de enseñado se volvió a su tierra según las palabras de San Braulio: Post quam ab eo est edoctus... remeat ad sua, ac sic venit haud procul à villa Virgegio ubi nunc eius habetur corpusculum gloriosum; y así el fundarse monasterio en la Cogolla, no fue por tener allí el cuerpo del sancto, sino por haber residido allí con San Félix, y por tener allí alguna reliquia de su cuerpo, y por el auxilio y favor que alcanzó de este sancto en la guerra contra los moros el Conde Fernán González, de lo que hace mención Morales. Lo que dice Morales que en algunas lecciones de los breviarios se dice fue natural S. Millán de la Rioja, es sin fundamento; y a los breviarios que más crédito se ha de dar, son el de Tarazona, que dice fue natural de Vergegio, y el breviario de Calahorra, de cuya diócesis es Nájera, y el monasterio de la Cogolla no dice que fuese de la Rioja, ni tampoco de aquel obispado, sino que en sus lecciones pone la vida que escribió San Braulio, como arriba se dice. 

lunes, 30 de mayo de 2022

CARTA XVIII. Opinión recibida en el siglo XII sobre el sitio de la antigua Segóbriga

CARTA XVIII. 

Opinión recibida en el siglo XII sobre el sitio de la antigua Segóbriga: restauración de la moderna Iglesia de Segorbe, su provincia: su constitución interior: estado del templo y del archivo de esta Catedral: preferencia de la mano siniestra en su coro: Iglesia antigua de S. Pedro. 

Mi querido hermano: Muy del caso parecería que comenzase yo la descripción de la Iglesia de Segorbe, tratando antes del verdadero sitio de la antigua Segóbriga. Es este punto de erudición muy curiosa que ejercita a los anticuarios de nuestros tiempos, y honra la memoria de muchos posteriores a Ambrosio Morales. Por otra parte, hallándome sobre el terreno de que se disputa, y viendo la abundancia de antigüedades eclesiásticas y profanas que en él se conservan, qué sé yo si sería bien visto callar y dejarlo. Más por bien que parezca esto a algunos, y por mucho que deseen otros ver definida tan larga contienda, me retraen de entrar en ella las dificultades que encuentro, y el no ser necesaria para el objeto de mi viaje. Sin embargo, hay medio en las cosas: diré lo que me parezca del caso, dejando lo demás para tiempo oportuno. Todo este negocio, si bien se mira, casi viene a tratarse a tientas y por conjeturas. Tres caminos se han tomado en esta disputa. Unos creen que Segóbriga estuvo en lo que hoy llaman Cabeza del Griego junto a Uclés; hay quien la supone en el territorio de Albarracín; otros en Segorbe. Ninguna de estas opiniones tiene a su favor documentos auténticos, inscripciones, medallas y otros tales en estado que hagan fe, y pongan la verdad en claro. A todas tres favorece igualmente la autoridad de los geógrafos antiguos. Masdeu intentó probar que Segóbriga es Segorbe; mudó después de parecer, y se inclinó al territorio de Albarracín; quién sabe si hará luego otro tanto con el cerro de Uclés, en lo cual por ventura tendría más razón. ¿Qué diremos? que todo es adivinar. No teniendo yo que añadir a lo que cada cual ha dicho por su parte sería imprudencia agregarme a uno de los tres partidos, y repetir y soltar argumentos mil veces propuestos y deshechos. Sólo quiero que adviertas a nuestro docto amigo D. A. L., acérrimo defensor de la Cabeza del Griego, que son menester argumentos más fuertes que los que suelen alegarse para despojar a la moderna Segorbe de la posesión en que está ya casi siete siglos de ser tenida por sucesora de la antigua Segóbriga. Es indubitable que en el año 1176, cuatro después de la erección de la silla episcopal en Albarracín, era común opinión en España que la Segóbriga no distaba mucho de aquella ciudad; por cuya causa se le mandó al Obispo usar del título de Segobrigense. También es cierto que este título se le dio con relación a la moderna Segorbe. Prueba de esto son las diligencias que practicaron después los Prelados para recobrar cuanto antes esta ciudad como que daba título a su obispado. Lo mismo se ve en las cartas que se conservan de los Papas Gregorio IX, Inocencio IV y Alexandro IV, dirigidas a los Reyes de España y Ricoshombres de Aragón, exhortándolos a que conquistasen esta ciudad para que la poseyera su legítimo Obispo, y a que le amparasen en su posesión. Otro tanto se infiere de la sentencia que dio el Arzobispo D. Rodrigo sobre la división de diezmos en estas Iglesias, y del juramento del primer Obispo de ellas D. Martín; el cual dándose a sí mismo el título de Segobricense, de la silla de Albarracín sólo decía, quam modò pro sede habeo.

Esta general persuasión en que estaban los literatos de los siglos XII y XIII de que el título de Segobricense era con respecto a nuestra Segorbe, no deja de ser a favor de esta ciudad argumento algo más poderoso de lo que juzga Masdeu (Tom. XVII, suplem. 17, art. 9.). No sé yo si podrá probarse que el Arzobispo de Toledo D. Cenebruno que erigió esta silla, y los demás eruditos de aquel tiempo, quando creyeron que Segóbriga caía junto a Albarracín, pusieron la mira en otro pueblo distinto de Segorbe. En tal caso los primeros que se opusieran a esta gloria de Segorbe hubieran sido el clero de Albarracín, o a lo menos su señor D. Pedro Ruiz de Azagra; del cual no es creíble que tan fácilmente consintiera en que otro pueblo se coronase con el fruto de los trabajos que le costó la erección de la silla de Albarracín, ni aun llevaría a bien la preferencia con que el Obispo se intitulaba Episcopus Segobricensis, et S. Mariae de Albarracino.

Contra esta común opinión de aquellos tiempos sólo hay que oponer la contradicción que hicieron el Obispo y la Iglesia de Valencia, negándole a Segorbe el honor del obispado antiguo. Más la autoridad de aquellos, que buscaban para sí la posesión de todo este territorio, no es de más peso que los dos principales argumentos que alegaban: el primero fundado en la variedad y corrupción del nombre: el segundo en la división (hitación) atribuida a Wamba. En cuanto al primero es innegable que los moros llamaron a este pueblo Xuburb o Xoborb o Xogorb. Tampoco guardaron mucha exactitud en el título de este obispado los Prelados y Papas del siglo XIII. Unos le llamaron Segorbicense, como consta de un sello del Capítulo de esta Iglesia que se conserva en la concordia que autorizó el Arzobispo D. Rodrigo, era 1270 (año 1232), sobre la división de frutos entre el Capítulo y su Obispo D. Domingo: de un breve de Alexandro IV de 1259 y de la sentencia pronunciada en Cuenca el año 1274 contra Doña Teresa Gil de Vidaure, mandándole restituir a esta Iglesia los lugares de Altura, Xérica y otros. Todos estos documentos, que he visto originales, llaman Segorbicense al Obispo y también a la Iglesia. Inocencio IV en una Bula dada en León a 27 de Abril de 1248 siempre dice Secorbicensis.

En el instrumento de la elección que hizo el capítulo de esta Iglesia de D. Pedro Ximénez de Segura para su Obispo en el año 1272 (el cual he visto original con las firmas de los Capitulares) se dice promiscuamente Segrobicensis y Sergobicensis. 

Más esta variedad en nada perjudica a lo que antes dije, que era común opinión de aquel tiempo ser esta la Segóbriga. Porque aun en medio de aquella inexactitud, vemos otros documentos que la llaman como ahora. Así Gregorio IX en dos cartas, una a S. Fernando de Castilla (1237), y otra a D. Jayme I de Aragón (1240), dice repetidas veces Episcopus Segobricensis, y así está en todos los documentos desde fines del siglo XIII hasta nuestros días. Por lo que toca a los moros, es notorio que por diestros que fuesen en alterar los nombres, nunca pudieron mudar la situación de los pueblos. Así pues como no pudieron quitar a la moderna Xátiva, con la alteración de su nombre, el ser la Sétabis antigua, tampoco quitaron a Segorbe el ser la antigua Segóbriga, si es que lo fue, que no decido este punto: sólo digo que no es argumento para negarlo la corrupción sola del nombre. No es más fuerte el otro que se alega, tomado de la división de Wamba, en la cual se supone que el obispado antiguo de Valencia se extendía usque Alpont. Primeramente debiera probarse que a este pueblo antiguo corresponde el moderno Alpuente. Y si en esto nos hemos de gobernar sólo por la semejanza del nombre, ¿por qué no diremos que Segorbe es la Segóbriga, habiendo entre ambos nombres tanta semejanza? Mas aun cuando Alpont fuese el moderno Alpuente, no se infiere que Segorbe perteneciese a la diócesis de Valencia; porque Alpuente está hacia el poniente de esta ciudad, a distancia de ocho leguas: con lo cual se compone muy bien que Segorbe, que está más hacia el norte de Valencia, quedase excluida de su jurisdicción, y fuese cabeza de otro obispado que se extendiese hacia Albarracín. Y esto juzgaron los sabios de aquel tiempo, sin hacer caso del argumento de Alpont. En resolución, a mí me basta lo dicho para no despojar a esta Iglesia de la persuasión en que está por espacio de 627 años de ser sucesora de la Segobricense antigua. Cuanto más, que no busco ni me ha venido al pensamiento poder hallar los ritos y literatura de aquella ciudad, que yace sepultada donde Dios se sabe y los hombres no. Dejando pues esto a los geógrafos, vengamos a la historia eclesiástica de la moderna Iglesia Segobricense, que con razón o sin ella así se llama.

Sabido es que (1) el rey moro de Valencia, llamado Lobo, dio graciosamente el lugar de Albarracín a D. Pedro Ruiz de Azagra, caballero navarro, hijo del señor de Estella, el cual por su devoción mandó que se llamase Santa María de Albarracín, y él se intitulaba vasallo de santa María y Señor de Albarracín. Fue esto por los años 1160. Cuando ya tuvo D. Pedro su nueva posesión poblada de cristianos, instó al Legado Pontificio Jacinto Bobo (que después fue Papa Celestino III) al Arzobispo de Toledo D. Cenebruno para que honrasen aquella ciudad con silla episcopal. Había dado el Papa Urbano II al primer Arzobispo de Toledo D. Bernardo facultad para poner Obispos en los lugares que se hubiesen conquistado, donde bien visto le fuese. Así que, sin dificultad se le concedió a D. Pedro lo que pedía nombrando Obispo a D. Martín el año 1172. Como no se trataba de erigir nuevas diócesis, sino de restablecer las antiguas, se mandó al nuevo Obispo que se intitulase Arcabricense, porque se creyó que la antigua Arcábrica (Ercávica) estaba por aquellas cercanías. Pero cuatro años después se le mandó tomar el de Segobricense, como dije. El sabio Obispo de Segorbe D. Juan Bautista Pérez afirma en su episcopologio haber visto en el archivo de Toledo la escritura que se hizo con esta ocasión, fecha a 1.° de Marzo de 1176. Desde entonces se reconoció esta silla sufragánea de la de Toledo. El primer Obispo D. Martín, en el acto de prometer obediencia al de Toledo D. Martín López de Pisuerga en el año 1200, dice haber hecho lo mismo respecto de D. Cenebruno, que le consagró. Por los años 1232 el Arzobispo D. Rodrigo sentencia como Metropolitano, y ordena, como modo de partir los diezmos entre el Obispo y el Capítulo. En 1258 D. Sancho, electo de Toledo, reprehende al Segobricense don Fr. Pedro Garcés sobre ciertas vejaciones que causaba al Deán, al Tesorero y a algunos Canónigos de esta Iglesia. Otros documentos quedan de esta jurisdicción metropolitana, la cual perseveró todo el siglo XIII, a pesar de los esfuerzos que hizo y pleitos que suscitó sobre este punto el Arzobispo de Tarragona, o porque realmente alguna parte de esta diócesis estuviese comprendida bajo de su jurisdicción, o porque quisiese verificar la extensión que el Rey D. Jayme I le deseó y concedió en gran parte. Arreciaron estas disputas a principios del siglo XIV; mas el Papa Juan XXII halló el modo de cortarlas, erigiendo en metropolitana la Iglesia de Zaragoza, y dándole por sufragánea la Segobricense. Fue esto en 1318, desde cuya época perteneció siempre esta silla a la provincia de Zaragoza, hasta que verificada en 1577 la división de las Iglesias de Segorbe y Albarracín, esta última permaneció en la misma jurisdicción, y la primera pasó a ser sufragánea de Valencia, que ya casi un siglo gozaba de los fueros de metropolitana. Esto por lo que toca a la provincia.

Viniendo ahora a la constitución interior de esta Iglesia, es de saber que todo lo que tardó Segorbe en salir del poderío de los sarracenos, tuvo este Obispo por cátedra la Iglesia de Albarracín. Mas disponiendo Dios las cosas de otro modo, y convertido a la religión cristiana el destronado Rey Moro de Valencia Zeit Abuzeit, sujetó al Obispo D. Guillermo la ciudad con otros lugares que permanecían en su obediencia. Fue esto en 1236. Dos años después confirmó dicha donación al Obispo D. Ximeno. Mas ni una ni otra tuvieron luego el efecto deseado, por ser todavía oculta la conversión de dicho Rey: hasta que ya en 1245, en virtud de los tratados que tenía hechos con D. Jayme I, le entregó Zeit el castillo de dicha ciudad. Apenas comenzaba a establecerse el Clero, el Obispo de Valencia D. Arnao (Arnau) de Peralta vino tres años después con mano armada, y arrojando al Prelado de esta Iglesia, la hizo su parroquia, quedando después adjudicados sus frutos al deanato de aquella silla, como parece por sus constituciones impresas. Así permaneció hasta los años 1273 en que el Obispo D. Pedro Ximénez de Segura, sentido de la violenta ocupación de su Iglesia de Segorbe, la recobró con ardor juvenil por los medios con que se había quitado a su antecesor. Y en virtud de una sentencia arbitral, dada en 1277, quedó para siempre propia e inseparable de su Obispo, aunque muchos de los otros pueblos, o tardaron en restituirse, o no volvieron más a su poder. Algunos años antes de recobrar este pueblo, es a saber en 1258, el Papa Alexandro IV autorizó y confirmó la unión de las dos Iglesias de Segorbe y Albarracín, que ya desde la creación y denominación de esta silla se contaban por una sola. Así se llamaron constantemente invicem perpetuò canonicè unitae hasta la desmembración tan digna de ser imitada respecto de otras diócesis, hecha por Gregorio XIII en 1577 a instancias de Felipe II. Obligaron a ella principalmente la multitud de cristianos nuevos a que no bastaba el cuidado de un solo pastor, la distancia de estas ciudades entre las cuales mediaba casi una jornada de terreno perteneciente a la diócesis de Zaragoza, y otras graves causas. Antes de esta división no había sino un Cabildo en ambas Iglesias con un solo Deán, un Tesorero y un Chantre, y en cada una un Arcediano con seis Canónigos: número fijado por el Obispo D. Antonio Muñoz a principios del siglo XIV, según declaró el Chantre de esta Iglesia Remiro Sánchez en el proceso formado el año 1323 sobre el pleito con la silla de Valencia. Poco después hacia los años 1358 creó el Obispo D. Elías los oficios de obrero, limosnero, sucentor, escolastre y enfermero. Es notable el único encargo que se hace a este último en las constituciones: habeat videre de campanis ecclesiarum qualiter sunt situatae, et providere de funibus pro ipsis trahendis, y nada más; quedando a cargo del limosnero el cuidado de los hospitales. También reprodujo e instauró en el año 1357 el Arcedianato de Alpuente, dignidad antigua de esta Iglesia, y suprimida a consecuencia del juicio arbitral, que ya dije de 1277; porque antes aún durante la ocupación de Alpuente por la Iglesia de Valencia, como no le estaba declarada su pertenencia, seguía el Cabildo eligiendo los Arcedianos de este nombre. Así en la elección del Obispo D. Pedro Ximénez de Segura, año de 1272, firma un maestro Guillermo Archidiaconus Altipontis; al cual sucedió en esa dignidad Ferrán Periz, como asegura Romeo del Porto, testigo de cien años, en el citado proceso. Acabóse pues la serie de estos Arcedianos luego que en 1277 declararon los jueces árbitros que Alpuente pertenecía a Valencia. Mas determinado lo contrario en la Curia Romana, y adjudicada dicha villa a esta Iglesia en 1347, se instauró luego la serie de Arcedianos, que ha seguido sin interrupción hasta nuestros días. En las mismas constituciones de D. Elías se manda que haya un Colector en cada una de estas dos Iglesias, el cual recoja y divida entre los Canónigos los frutos que les correspondan: y si exceden los de una Iglesia a los de la otra, se repartan también a los que residen en la más pobre. No era esta nueva ordinación o cosa desconocida en esta Iglesia: sus constituciones primitivas, establecidas de tiempo inmemorial, hablando de los oficios del Sacristán dicen: Item, debe partir la oblación de pan, dineros, candelas, e vino, ecualmente sin parcialidad entre las personas (f. prebendas), et los Calonges, que a la  misa vinieren, segunt es acostumbrado. Item, eso mismo debe facer parte al que en la ciutat enfermo fuese.... El vino pártalo por meses; pero el vino de otro día de Todos Santos, cuando fazen conmemoración por todos los defunctos, ese mismo día lo parta. Acaso de aquí pudo derivarse la costumbre de este país, donde al día de difuntos llamaban día de partir lo pa, como ya dije en otra carta (a: Tomo II, Carta XI.): muestra de la masa y unión de todos los frutos, que era común en casi todas nuestras Iglesias. Mas en el año 1381, veinte y tres después de la constitución de D. Elías, la alteró su sucesor D. Íñigo Valterra, consignando a cada individuo del Capítulo las Iglesias, cuyos frutos debía percibir su prebenda, y encargándose cada uno de recogerlos. Hízose esta alteración con buen fin por evitar los males que había en las mayordomías; pero nacieron de ella otros mayores, los cuales quiso cortar el ilustrado Obispo D. Juan Bautista Pérez trabajando como él solía cuando se atravesaba el bien común, en verificar los deseos del Papa Gregorio XIII sobre la masa común canonical de esta Iglesia, que persevera hasta nuestros días. Baste lo dicho para que comiences a formar idea de la historia de la moderna Iglesia Segobricense, la cual hará más completa el episcopologio que tengo casi concluido con mayor extensión que el de Valencia; porque sobre pedirlo así el nuevo encargo de S. M. para que trate e ilustre los puntos que ocurran de literatura e historia eclesiástica, he tenido proporción de registrar todos los documentos originales que a esto pertenecen: merced a la sabiduría y amor al bien público de este ilustrísimo Cabildo y de su comisionado para el efecto don Lorenzo de Haedo y Gómez, Canónigo Tesorero. Digo que he visto despacio el archivo de esta Catedral, que así por la copia y riqueza de sus MSS., como por el orden que recientemente le han dado dos Religiosos de mi Orden, merece distinguido lugar entre los de España y aun de fuera. Aquí por lo menos no caben las quejas de Garibay (Historia de los Condes de Castilla, tomo I.) y del P. Merino (Escuela Paleográfica, pág. 18.) sobre el desconcierto de los archivos y la avaricia de los archiveros. El edificio es bastante capaz y bien distribuido: éntrase a él por el aula capitular, pieza no muy grande, pero edificada con inteligencia y solidez a principios de! siglo XV, comenzada por el Obispo D. Fr. Juan de Tahust; antes de cuya época se juntaba el Cabildo en cualquiera de las capillas del claustro, que contará un siglo más de antigüedad. Es este claustro de figura de un trapecio, construido más para desahogo de las funciones y oficinas necesarias, que para vida reglar del Clero, de que no he hallado rastro. Está pegado a lo largo de la Iglesia, que es de sola una nave, y desde su fundación ha padecido varias alteraciones. Créese comúnmente que esta era la mezquita mayor o única de los moros, la cual el Obispo D. Fr. Pedro Garcés, tomada la posesión de esta Iglesia hacia los años 1246, purificó y aun reedificó en la forma que tenía hasta estos últimos años. Los que la vimos en aquel estado, no es fácil que creamos esto. Era este edificio, cuando más, del siglo XV, y acaso estuvo antes la capilla mayor donde ahora está el coro: mudanza que he oído atribuir al Obispo D. Fr. Gilaberto Martí, que efectivamente ensanchó y adornó la capilla mayor con su retablo dorado y pintado por un Vicente Macip por precio de diez y seis mil sueldos, cuyos recibos he visto del año 1530 en que se concluyó. Colocáronse en él las pinturas que algunos creen de Joanes; mas en aquel año apenas había llegado este profesor al séptimo de su edad. Y si las pintó después, serían como los ensayos de aquella noble manera que le mereció ser comparado con Rafael de Urbino. Habla de ellas Pons en su viaje tom. IV: ahora, deshecho aquel retablo se hallan en la sacristía y capillas de la Iglesia. Posteriormente afearon este templo con talla de pésimo gusto por el que reinaba en los tiempos churriguerescos. Ojalá fuera tan fácil descargar la oratoria, poesía y música del peso inútil y fastidioso de semejante hojarasca, como lo ha sido el desmochar las paredes y bóvedas de este templo, y restituirlas a la sencillez natural de la arquitectura. Y digo que ha sido fácil: no porque no haya costado sudores y apuros en tiempos de suma estrechez, sino porque la ilustración y el celo del actual Prelado D. Lorenzo Gómez de Haedo y de su Cabildo, superaron los obstáculos que se ofrecían a esta empresa. A pesar de las gruesas sumas con que contribuyeron al socorro de las necesidades públicas, cuando ninguno de los cuerpos y particulares de esta ciudad y contornos podía ni aun en una pequeña parte desahogar los deseos de su corazón; sin otro recurso que sus mensas, comenzaron la renovación del templo, tantas veces 

intentada, logrando concluirla en poco más de cuatro años. Consagróle el mismo Señor Obispo a 9 de Agosto de 1795, fijado para la fiesta de su dedicación, que desde la consagración hecha a 7 de Mayo de 1534 se celebraba el domingo próximo a la fiesta de S. Estanislao. Queda este templo como antes de una sola nave, pero con mayor extensión; son sus pilastras y cornisamento de orden corintio, sobre las cuales se eleva una bóveda grandiosa con algunas pinturas al fresco del profesor Luis Planes. Del mismo serán las que se van a ejecutar en el cascarón del presbiterio magnífico y bien distribuido, que es a mi ver lo mejor y más decoroso del nuevo edificio. El altar mayor se está trabajando de mármoles y jaspes, a expensas del Obispo y Cabildo. Creí tener el gusto de verle colocado en su sitio, pues en el Diccion. de los profesores de las bellas artes (tomo II, pág. 324) se supone construido en el año 1795. La verdad es que todavía está por poner en él la primera piedra. El coro ha recibido las mejoras que permite su situación local. Su sillería es buena, aunque algo distante de la sencillez. Dicen que el Canónigo Vicente Valls la mandó labrar a sus expensas el año 1483. Pero esta es obra posterior. Sobre los asientos del andel superior hay estatuas de Santos como de dos tercias (2). En la primera del coro izquierdo está S. Pedro, asiento del Deán, y en la del derecho S. Pablo, asiento del Arcediano mayor. Entre ambas está la del Obispo. Nace de aquí la preferencia de la mano siniestra, que ya de tiempo inmemorial rige en esta Iglesia, sin que haya podido hallar en ningún documento rastro de su origen, más que lo general que sabes sobre este asunto. Yo no diré que esto se conservó de la Segóbriga antigua como he oído a alguno. Cinco siglos de servidumbre sarracénica, creo que bastan para hacer olvidar los ritos primitivos. Más verosímil es que algunos de los Prelados del siglo XII y XIII, introdujese acá esta costumbre, tomándola de alguna otra Iglesia o Monasterio. Esto en caso que no sea derivada de la de Toledo, de cuyas constituciones antiguas, que aún no he visto, dicen que se tomaron las inmemoriales de esta Iglesia. Otro templo antiguo se conserva en el arrabal de esta dudad con la advocación de S. Pedro. Comúnmente se cree que se edificó hacia los años 1246. Pero en el proceso que se formó en 1323 deponen algunos testigos centenarios que esta Iglesia ya existía en la dicha época, y que en ella dijo la misa primera el Obispo D. Fr. Pedro Garcés. De esto diré algo más en la Carta siguiente. 

A Dios. Segorbe &c.  

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(a) El Rey Moro de Valencia, llamado Lobo. Este nombre damos al Rey que con esta donación tanto favoreció los adelantamientos de la religión, mereciendo por esto que el Papa Alexandro IV en la Bula de la unión de estas dos Iglesias le llamase clarae memoriae Lupus. Lo mucho que la cristiandad debió en este país a dicho Rey y a su sucesor Zeyt Abuzeyt (pone Zeytabuzeyt), me obligó a pedir al erudito P. Fr. Bartolomé Ribelles, que me comunicase las noticias que tuviese y lo que pudiese hallar en la Biblioteca de Casiri, que no tenía yo entonces a mano sobre los verdaderos nombres de ambos Reyes, y la época del reinado del primero. Me contestó con fecha de 3 de Abril de este año lo siguiente: “Oiga V. lo que resulta de Casiri sobre el nombre y reinado de Lobo. Abu Giaphar Ahmad Saipheldaulat, por sobrenombre Almostanser Billa (que antes creía yo ser el Rey Lobo), fue aclamado Rey de Murcia y de Valencia el día 4 de Enero de 1146; poco después marchó a socorrer a Xátiva, que estaba sitiada a la sazón (no expresa Casiri el sitiador). Salióle al encuentro el Rey D. Alfonso cerca de Albacete, y trabaron batalla, peleando con valor ambos ejércitos. Quedó el campo por los cristianos, volviendo las espaldas los moros con su Rey, a quien mataron en la fuga dos amigos, porque no cayese en las manos de los enemigos. Sucedió esta batalla a 5 de Abril de 1146. Esto dice en sustancia Casiri, tom. 2. pág, 57., y lo mismo repite en la pág. 212.: donde añade que el Rey D. Alfonso era hijo de Raymundo o Ramón, y por consiguiente el Rey de Aragón. Este Abu Giaphar muerto en la batalla de Albacete, no puede ser el Rey Lobo; porque consta que este por los años 1160 premió los servicios de D. Pedro Ruiz de Azagra con la donación del castillo y ciudad de Albarracín, y convienen nuestros historiadores en que murió, o dejó de reinar en 1172, habiéndose  apoderado de sus estados el Rey de Marruecos por este tiempo, según los anales toledanos. Según esto soy del parecer que comúnmente abrazan nuestros escritores, a saber, que Lobo subiría al trono después de la muerte de Abu Giaphar, y quizá en el mismo año de 1146 en que murió este. En vista de estas datas que aparecen bien fundadas, soy de parecer que el Rey Lobo se llamó no solamente Aben Lop, o Mahomah Abenzoar, o Mahamete Abenzahat, como le llaman nuestros historiadores, sino también, y con mayor propiedad quizá Abi Abdalla Ben Mohamad Ben Sad. Me fundo para sentar esta proposición en las cláusulas de Casiri (tom. 2. pág, 58 c. 2), en donde (extractando la historia de Abu Baker Alcodai Ebn Alabar, valenciano, que murió por los años 1260), dice: Ahmad Ben Mahomad Almakzumi Abu Bakerus Hispanus ex Peninsula Xucar, Vir genere, doctrina, et pietate clarissimus. Plura et elegantissima illius carmina in nostro codice leguntur. Hic quum vires Regis Abi Abdalla Ben Mohamad Ben Sadaci consenescere videret, ut supra innuimus, auctor fuit ut Valentía in Almohaditarum potestatem veniret: cujus praeturam ad tempus gessit, urbemque trium mensium spatio à Duce Abulhagiagaco Ben Sadaeo obsessam acerrimè propugnavit anno egirae labente 566 (de Cristo 1171). Las circunstancias de la proximidad de la época a la que señalan por fin del reinado de Lobo nuestros historiadores, y de la entrega de la ciudad a los almohades, que fueron siempre enemigos declarados del Rey mencionado, me obligan a creer que este fue el destronado en aquella ocasión, y por consiguiente que su nombre propio entre los árabes fue el de Abi Abdalla &c. Confirman bastante esta opinión las alabanzas que da a Lobo el Arzobispo D. Rodrigo (Hist. Arab. cap. ult.), llamándole hombre dotado de grandes talentos, firmeza de espíritu, valor y franqueza; y lo que añaden los demás historiadores, a saber, que ganó a Córdoba y Granada, triunfó de los almohades, y fue el único apoyo de la libertad de los musulmanes en estos países. Es verdad que no convienen los anales toledanos con este extracto de Casiri en el año; pues aquellos señalan el de 1172, y este el de 1171; pero creo que esta diferencia sería fácil de componer, atendiendo a que el historiador árabe que extracta Casiri, y escribió a mediados del siglo XIII, manifiesta con bastante claridad, que no estaba del todo cierto en la época, diciendo anno egirae labente, y por consiguiente sería fácil equivocarse en un año, quien si presenció el suceso, debía ser muy niño. 

Síguese de aquí que Casiri omitió en su catálogo de Reyes de Valencia al Rey Lobo; pues no hace mención en él de Abi Abdalla y ni aun le nombra en la letra que le corresponde. Pero no es verdad que omitiese al Rey Zeyt Abuzeyt; pues en segundo lugar pone a Abdelrahman Ben Mahomad Ben Joseph Ben Abdelmumen, y este es sin duda alguna el Rey Zeyt Abuzeyt. Consta esto del mismo Casiri tom 2. pág 120. 

c. I., en donde extractando el Suplemento a la biblioteca arábico hispana de Mohamad Ben Abdalla Ebn Alkatib, granadino, que escribió el año 1361, dice lo siguiente: Abdelrahman Ben Mohamad Ben Joseph Ben Abelmumen, Valentiae Rex, animi fortitudine, et bellica virtute insignis, amicitiam, et foedus cum Aragoniae Rege, dum regnavit, iniit: ac regno pulsus, ab eodem quam humanissimè exceptus est. Memoriae quoque proditum est, Abdelrahmamum una cum duobus filiis Christo nomen dedisse, idque anno egirae 626 (es el año de Cristo 1229). Basta tener un mediano conocimiento de las operaciones de Zeyt Abuzeyt para reconocerle (pone recono-le) por estas señas en Abdelrahman Ben Mohamad &c. y para persuadirse que estos fueron los nombres y apellidos que obtuvo entre los árabes. Por el mismo camino infiero que los nombres que tuvo el Rey último Zaen, fueron Abu Giomaiel Zaian Ben Madaphe Alkazami. Así me lo enseña Casiri en su tom. 2. pág. 43, c. 2, en donde no extractando, sino traduciendo el texto del citado Ebn Alabar, dice: “Praeterea Valentia urbs in christianorum potestatem venit Jacobo Barcinonis Rege (rey de Aragón, conde de Barcelona), qui illam obsedit ann egirae 635, Christi 1237, feria V, die 7, mensis ramadini (el mes de ramadán del año de la egira 635 tuvo principio en 16 de Abril del año de Cristo 1238, según las tablas de Masdeu, y por consiguiente el día 7 fue el 22 de Abril de 1238) usque ad feriam 3, die 17 Saphari anni proximi sequentis (es el día 28 de Septiembre de 1238, según las tablas de Masdeu), qua quidem die Abu Giomaiel Zaiam Ben Madaphe Alkazami Jacobo Regi se dedisse fertur ea conditione, ut videlicet obsessi omnes suas facultates, intra viginti dies, quò liberet, transferre possent. His ita constitutis, alii navi urbem Deniam, alii ad alia loca equo vecti ab urbe ad dictam diem discesserunt. = Creo que no puede darse mayor claridad en las expresiones para reconocer al Rey Zaen en Abu Giomaiel Zaian &c.” 

(2) En la primera del coro izquierdo está S. Pedro, asiento del Deán, y en la del derecho S. Pablo, asiento del Arcediano mayor. Desde la más remota antigüedad se halla autorizada en la Iglesia la práctica de pintar juntos en los templos a estos dos santos Apóstoles, principes Apostolorum, como los llama el octavo Concilio General (Epist. ad Symmachum Papam) duo lapides ab oriente ad Romam fundandam devoluti, eximia et principalis Apostolorum summitas. De esto tenemos varios ejemplos en muchas pinturas y bajos relieves de los primeros siglos, en el Concilio Florentino, donde se colocaron dos estatuas de estos santos Apóstoles a los lados del libro de los evangelios, y en las bulas de los Sumos Pontífices. De las causas por que en estos y otros monumentos antiguos se ve colocado S. Pedro a la izquierda, y S. Pablo a la derecha, han tratado S. Pedro Damiano (opusc. 35.), Santo Tomas (in epist. ad Galat. cap. I. lect. I.), Inocencio III (Serm. de Evangelistis penes finem), Molano (lib. III, cap. 28.), el Cardenal Belarmino (de summ. Pontif. lib. I. cap. 27. et de Incarn. lib. III. cap. 15.), León Allacio (de Eccles. Occid. et Orient. perpetuam consens. lib. I, cap. III, §. 10.), y Juan Interián de Ayala (Pict. Christ. lib. VI. cap. 14.), y sobre todos Francisco Mucancio en su erudito Comment. de SS. Apostolor. Petri et Pauli imaginibus, impreso en Roma el año 1573, e inserto por Solerio al fin de su tratado de Basilica S. Petri in Vaticano. Sobre la variedad de opiniones en orden a la preferencia de la mano derecha e izquierda, debe observarse lo que advirtió Juan Lucio en su consulta hecha sobre esto a los editores de las Actas de los Santos (die XXIX. Junii Auctar. ad Apsidem antiq. Vaticanam §. 413. seq.), esto es, que en las Iglesias antiguas de Roma anteriores al siglo IX tienen el más digno lugar las imágenes colocadas a la izquierda: que en las edificadas desde el tiempo del Papa León III se tiene la derecha por el lugar más digno: que en las posteriores a esta época volvió a recobrar su preferencia la mano izquierda hasta el pontificado de Nicolao IV, electo en 1288, en cuyo tiempo volvió a reputarse por más digno el lado derecho, cuya práctica ha durado hasta nuestros días. Y no debiendo creerse que León III alteró sin causa la antigua costumbre, no constando las razones de esta alteración, conjetura el mismo Lucio haberla hecho a imitación de los Francos, y para complacer con ella al Emperador Carlo Magno en agradecimiento a haber sido restituido por él a la silla apostólica. Mas porque de esta práctica no se colija la absoluta igualdad de entrambos Apóstoles en la primacía, añadiré lo que sobre esto dejó escrito el Arzobispo Pedro de Marca (Exercitat. de singulari primatu Petri §. XXI.): “Hanc auctoritatis à Petro et Paulo deductae communionem impressae octingentis ab hinc annis in bullis plumbeis utriusque Apostoli imagines testantur, Paulo ad dexteram Petri collocato: unde praecipui quoque honoris Paulo impensi argumenta quidam trahunt. Absurde. Quod enim latus dextrum videtur, si Pauli imago cum Petri imagine comparetur, est latus sinistrum si referatur ad inspicientes. Ex qua relatione saepe metiendus est honoris gradus in conventibus publicis. Hinc profectum ut Episcopus in parte chori sedeat quae dextra est ingredientibus; et tamen respondet cornu sinistro altaris. In quo sinistrum et dextrum latus nuncupamus respectu habito ad divini numinis praesentiam, ac si Dei majestas ibi sederet, veluti super cherubim, ut in veteri instrumento, vel Christi Corpus vultu ad populum obverso ibi consisteret... Quod splendidius eminet Rege in Senatu Parisiensi sedente pro tribunali. Ad ejus namque sinistram consident Pares Franciae ecclesiastici, quibus praecipuus bonos defertur; Duces vero dextram occupant: quae latera vices mutant habita adstantium ratione, ita ut eorum dexterae respondeat ordo Parium eclesiasticorum. Aliud obtinebat in antiquis Synodis Generalibus; ubi proposita in medio consessu sacrosancta evangelia vices Christi praesentis gerebant, ad cujus dexteram Legati Summi Pontificis considebant, quae tamen ingredientibus erat sinistra. Posset isthaec observatio variis testimoniis ex antiquitate petitis in utramque partem illustrari, nisi satius esset ex praesenti usu confirmasse locum imagini Pauli in bullis plumbeis destinatum secundum esse censendum, priorem obtinente Petro ratione primatus, ut decebat.” Merece leerse también sobre esto la disertación de Melchor Inchoffer contra opinionem de Petri et Pauli paritate, sen unum caput constituente unione, publicada por León Allacio en la obra citada (Lib. I, cap, VII. col. 136, seq.) 


viernes, 16 de diciembre de 2022

Carta CI. Besalú fue la capital del condado de su nombre.

Carta CI. 

Besalú fue la capital del condado de su nombre. = Su derivación. = Noticia de los Condes que la gobernaron como Príncipes soberanos. = Fundación del monasterio de San Pedro por el Conde Wifredo y su muerte violenta en el lugar de Parets, y noticia de sus agresores. = Muerte desgraciada del Conde Bernardo Tallaferro en el río Ródano. = Moneda propia de este condado. = Silla episcopal titulada Bisuldunense. = Noticia de la Colegiata de Besalú. = Su advocación antigua y moderna. = Catálogo de sus Abades y Priores. = Reliquias insignes y descripción de una cruz muy notable y antigua. 

Mi querido hermano: Besalú es una villa antigua, capital del condado de su nombre desde el siglo VIII, uno de los cuatro en que estaba dividida la diócesis de Gerona. Derivan algunos este nombre del de Betulia, con el cual aseguran que era conocido todo este territorio desde Crespiá hasta Castellfollit. Cuánto más docta y menos ridícula es la opinión de Pedro de Marca, que lo deriva del Sebendunum o Sebeldunum de Ptolomeo. Como quiera que esto sea, las noticias de mi Viaje, digo lo que en esta villa he encontrado, sólo alcanzan a la mitad del siglo X; y de ello solo hablaré, según mi costumbre, anticipando la noticia de los Condes que la gobernaron como Príncipes soberanos desde el año 329 (929 según Villanueva, 966 según otras fuentes) en que murió Mirón (Miro I), Conde de Barcelona, que es la época que a mí me importa.

Mir, Miro, Mirón, conde Barcelona

Este Príncipe tuvo cuatro hijos de su mujer Ava, es a saber: Seniofredo (Sunyer), que le sucedió en el condado de Barcelona; Wifredo, que obtuvo el de Besalú; Oliva Cabreta, a quien tocó el de Cerdaña; y Miro, levita o canónigo de Gerona. La Crónica de los Condes de Barcelona, que hallarás en la Marca Hisp. (col. 537), en el cap. IV omitió la memoria del segundo de estos hijos, y añadió que el tercero de ellos, Oliva, poseyó los condados de Besalú y de Cerdaña luego que murió el padre; mas la existencia del segundo hijo Wifredo y de su condado consta de la donación que la Condesa Ava hizo a San Miguel de Cuxá el año 941 (ibid. col. 853), que empieza así: “Ego Ava Comitissa, et filiis meis Seniofredus Comes, Wifredus Comes, et Oliva Comes, et Miro, levita, etc." Téngase entendido que ninguno de estos Condes lo era aún de los estados que se les adjudicaron; porque habiendo quedado todos de menor edad por la muerte de su padre Miro en 929, se educaron bajo la tutela de Suniario, Conde de Urgel, que entonces pasó a ser también Conde de Barcelona, y reunió todos los condados y los gobernó hasta su muerte, acaecida en 950, que es cuando cada uno de aquellos Condes tomó el gobierno de sus estados; es a saber: Suniario o Seniofredo de Barcelona, Wifredo de Besalú, y Oliva de Cerdaña. Mas aunque esto sea así, como cierto lo es, no impide que en 941 se intitulase ya Conde 

WIFREDO. 

Y que lo fuese de Besalú parece claro, por ser él el que fundó el monasterio de San Pedro en la villa capital del condado, dotándole copiosamente, como se ve en el diploma de Luis Ultramarino del año 950 (ibid. col. 862). Lo mismo se infiere de la escritura de elección de el (: del) Abad de Camprodon Teuderico, de que hablaré luego; y de la donación testamentaria, que citaré para probar el año de su muerte. La fundación del monasterio es para mí una prueba evidente de que fue Conde de Besalú y no de otros estados, no siendo regular ni verosímil que hiciese tan copiosas donaciones ni trabajase tanto para ennoblecer con tan célebre monasterio a la capital de un condado que no le pertenecía. Durole el señorío hasta el año 954, en que algunos de sus vasallos le mataron en el lugar llamado Parets, cuya historia trae la Marca Hisp. (col. 395 y 889). Otras escrituras expresan los agresores, que fueron Seniofredo, presbítero, Adalberto, Vives y algunos otros. A mí me consta que era ya difunto en el año 958, en que a 13 de enero se efectuó la donación testamentaria a la iglesia de Gerona de las villas de Calbos (Calvos en texto anterior), Balbos y otros lugares, como había encariñado el difunto a sus marmesores Seniofredo y Oliva, sus hermanos, a la Condesa Ava, su madre, y a Servo Dei, levita. De esta escritura envié copia en el Episcopologio de Gerona (artículo Arnulfo). 

SENIOFREDO. 

Muerto Wifredo, el condado de Besalú quedó en poder de Seniofredo, que poseía el de Barcelona, como consta de la elección del Abad de Camprodon Teuderico, hecha en el año 962 de Cristo (ibid. col. 882). En la escritura, después de decir como el Conde Wifredo había fundado aquel monasterio, se lee: Contigit ut isdem inclitus Comes Wifredus migraretur a seculo. Accipienti vero dominatum illius fratre suo domno Seniofredo, venerunt ipsi monachi ante eius praesentiam, etc. De modo que no queda duda en que el Seniofredo, Conde de Barcelona, se apoderó del condado de Besalú por muerte de su hermano Wifredo. Y no deje de notarse la palabra accipiente (Accipienti) para lo que luego se dirá. Este Seniofredo no murió hasta el febrero del año 968, como tengo demostrado en las Memorias cronológicas de los Condes de Urgel. Y que hasta la muerte continuó en el señorío de estos estados lo indica una escritura de permuta del año 965, hecha por el monasterio de San Juan de las Abadesas con el mismo Seniofredo, la cual va copiada en el Viaje a aquella iglesia. Verdad es que juntamente se mencionan allí sus dos hermanos, el Conde Oliva y levita Miro, y que de ninguno de los tres se dice que fuese Conde de Besalú. Esta escasez de noticias aumenta la dificultad en señalar el verdadero Conde de estos años. La opinión común es que Oliva fue el sucesor del difunto Wifredo: mas yo entiendo que excluido ahora Oliva, el que obtuvo los estados en 968 fue 

MIRO

desde 968 a 984.

Pruebas de esto son: 1.a La donación que el mismo Miro hizo a la iglesia de Gerona en el año 968 del lugar de Parets, el cual dice que le correspondía por donación que le hizo su hermano Seniofredo. Dos escrituras he visto sobre esto en aquella curia episcopal en el Cartoral de Carlo Magno, fol. 300, ambas publicadas en la Marca Hisp. (Ap. núm. CVI y CVII). La primera del 2 de febrero de 968, año XIIII de Lotario, en la cual supone vivo a su hermano, puesto que cuando le nombra, no usa de la palabra quondam, con que denotaban el fallecimiento de una persona. De esta palabra se vale ya, pocos días después, en la donación plena que repitió del mismo lugar a 21 del mismo mes y año. Esta donación por sí sola no probaría otra cosa sino que Miro era señor del lugar de Parets, que está en el condado de Besalú; mas junto con las otras pruebas que siguen demuestra que lo era también del mismo condado.

2.a En la escritura de fundación o dotación del monasterio de San Pedro de Besalú (ibid. col. 919), hecha en el año 977, abiertamente se llama a sí mismo este Príncipe: Ego Miro nutu Dei Gerundensis ecclesiae humilis Episcopus, ac Comes Bisuldunensis, una cum fratribus nostris domno Olibano ac Seniofredo Comitibus, etc.

3.a En la dotación de la canónica reglar de San Agustín, que fundó en Besalú en el mismo año 977 (Marca Hisp. col. 912), dice: Propterea concedo precibus Ermengardae Comitissae (esta era la mujer de Oliva) et filio eius Bernardo. Si Ermengardis fuese entonces Condesa de Besalú, no necesitaba de ruegos para la fundación de aquella canónica, 

ni tampoco Bernardo, heredero forzoso del condado. Obró, pues, Miro como Conde propietario que se deja obligar de los herederos para dotar la casa con los bienes propios del condado.

4.a En la dotación del mismo monasterio, que hizo el año siguiente 978, se leen, como en el anterior, estas palabras: Pro salute tam animarum quam corporum meorum fidelium in ac terra degentium qui in illo cenobio aliquod praestiterint beneficium, etc. Supone vasallos suyos a los habitadores del condado. Y más abajo dice: et dono ad praefatum cenobium in valle Monte acuto manso uno quod Letus dedit a Wifredo Comite et ego habeo per succesionem iam dicti Comitis... Quantum ibidem abeo vel hereditare debeo, etc. Donde es claro que Miro sucedió en el condado.

5.a En el año 1086, el último Conde de Besalú Bernardo, al tiempo de confirmar al sobredicho monasterio todas sus posesiones, expresa: omnes illas donationes, etc., quas progenitores et antecessores mei Miro videlicet reverentisimus Comes et Episcopus, et Bernardus inclitus Comes, ac Guillermus nobilissimus Comes et omnes alii Comites retroactis temporibus fecerunt. Esta escritura está original en el archivo de dicho monasterio. Por donde parece claro que fue reconocido como Conde de Besalú por los sucesores en aquel señorío, y que lo era ya, y como tal obraba en las dotaciones del monasterio y de la iglesia de Santa María de aquella villa.

6.a En el Poemita que escribió el Obispo de Vique Oliva, en elogio del monasterio de Ripoll, de que algunas veces he hablado, dice de nuestro Miro:

Hic Dominus patriae recubans, Presulque Ierundae.

Los versados en la latinidad de los siglos medios saben que patriae era sinónimo de comitatus, dioecesis, parroechia y otros tales. Y pues el poeta, hablando de Ripoll, cuyo valle era del condado de Besalú, dice de Miro que era Dominus patriae claro está que en ello dijo que había poseído aquel señorío. Y es de notar que el Obispo Oliva, autor del Poema, era sobrino de nuestro Miro, bien así como hijo de Oliva Cabreta, que es el que dicen que entró a ser Conde de Besalú por la muerte de Wifredo. ¿Y cómo será creíble que por elogiar al tío quitase aquel escritor a su mismo padre algunos años de este condado?

De lo dicho debe inferirse la equivocación con que todos los escritores, copiándose unos a otros, han escrito que Miro fue Conde de Gerona (a: Véase la España Sagrada, tom. 43, pág. 85 y 135. No puedo pasar en silencio que en la primera de estas páginas anticipa el autor el condado de Miro al año 956, engañado con una escritura, que vio copiada, del archivo de Monserrate en favor del monasterio de Santa Cecilia, donde se lee: In nomine Domini: Borrellum et Mironem uterque fratres, et Marchiones, Comites... donatores sumus, etc. 

Para conocer que este Miro no era el nuestro, bastaba observar: 

1.° Que no se intitula levita, dictado que nunca dejó y ya tenía en 941. 2.° Que se llama hermano de Borrell, del cual ninguno, ni su misma madre Ava, hizo mención. La verdad es que este Miro de la donación era otro distinto del nuestro, hijo de Suniario, Conde de Urgel desde el año 906 y de Barcelona desde 929, donde murió en 950. Era hermano de Borrell, el cual en este último año obtuvo el condado de Urgel y en 967 el de Barcelona, ambos hijos de la Condesa Richildis. Véase la Marca Hisp. col. 541.  

Porque no se hallará un solo documento en que se le dé expresamente ese dictado, como los hay demostrativos de que tuvo el condado de Besalú. La equivocación nació de que en todas la escrituras que hablan de él se intitula Comes et Episcopus Gerundae, por donde atribuyeron al condado la palabra Gerundae, que sólo recaía sobre el obispado. 

Si los que escribieron sobre esto advirtieran que muy frecuentemente los Condes no ponían el título de sus estados, como aquí mismo habrás advertido: y si reflexionaran que el condado de Besalú era casi todo de la diócesis de Gerona, no tomarían de esos títulos de Miro ocasión de asegurar afirmativamente que fue Conde de Gerona. A lo menos imitarían a Balucio, que en los índices de la Marca Hisp., para manifestar la duda que en esto tenía, colgó a Miro los dos dictados de Comes Gerundensis, Comes Bisuldunensis. En resolución, para mí es cierto que Miro, Obispo de Gerona, poseyó este condado de Besalú hasta su muerte, acaecida en el año 984. Mas cómo y por qué obtuvo Miro este condado, siendo, como era, el cuarto y último de los hermanos, y quedando excluido Oliva Cabreta, que era el tercero, no es fácil averiguarlo, ni yo me daré tormento para señalar la causa que ignoramos. Sólo diré que esta postergación de Oliva, que es cierta, debió nacer de las mismas causas de donde dimanó la que experimentó respecto del condado de Barcelona; para el que, habiendo muerto sin hijos su hermano Seniofredo en 967 o 968, no se contó con él para la sucesión, sino que la obtuvo Borrell, Conde de Urgel, primo del difunto. Esta exclusiva, no nació, como dicen algunos historiadores, de ser reputado por hombre de poca piedad, la cual bien manifestó en la fundación del monasterio de Serrateix y en la dotación de Custoya y otras iglesias, ni tampoco de defecto corporal, el que no le impidió gobernar la Cerdaña y después a Besalú. Otras causas debió haber para que no fuese atendido su derecho, y pudo ser, entre ellas, lo que sospecha mi amigo Don Luis García Conde, antes Prior de esta Colegiata y hoy Tesorero de la santa iglesia de Tortosa, y es que Oliva se debió estar pasivo en el funesto acontecimiento del asesinato de su hermano Wifredo, sin acudir con las armas a vengar el ultraje, como acudió Seniofredo desde Barcelona; el cual, obrando casi como conquistador del condado de Besalú, quisiese que lo tuviese Mirón, y tal vez en castigo de que los autores de aquel crimen estuviesen apoyados en el poder de Oliva. De esto se habla a la larga en mis Memorias cronológicas de los Condes de Urgel, lib. 1. En resolución, el sucesor de Seniofredo fue Miro; al cual, por su muerte acaecida en 984, sucedió el sobredicho 

OLIVA CABRETA

desde 984 a 990.

Durante estos seis años fue a un tiempo Conde de Cerdaña y Besalú. Es común opinión de que murió en el de 990, mas el lugar de su entierro no está conocido. Marca (col. 497) conjetura que debió enterrarse en Custoya, lugar de Rosellón, fundándose en las palabras de la escritura de consagración de dicha iglesia, que hizo Udalgario, Obispo de Elna: donde se lee: Quatenus anima Olivani Comitis eiusque coniugis Ermengardis, mercede non priventur tanti beneficii sed huius baselizae (baselicae, basílica) consecrationis admisceantur mercede, etc,; pero esto sólo prueba que hizo algunas donaciones a aquella iglesia. Con más fundamento puedo yo decir que se enterró en el monasterio de Serrateix, que dicho Conde fundó y dotó magníficamente, y donde es tradición que está enterrado el fundador en un sepulcro suntuoso que se halla entrando a mano izquierda en la iglesia, que es obra de aquel tiempo. Sobre él se ve tendida una estatua de caballero armado con espada y daga, y unos escudos de relieve, llanos y sin empresa alguna, cosas todas que hacen muy probable que este es el sepulcro del Conde, y aun yo quise y dejé allí ensayada una inscripción que perpetuase esta memoria. Nuestro Conde tuvo cuatro hijos de su mujer Ermengardis, es a saber: 1.° Bernardo, apellidado Tallaferro, sucesor de nuestro condado: 2.° Wifredo, sucesor del padre en el de Cerdaña: 3.° Oliva, Abad de Ripoll y Obispo de Vique: 4.° Berenguer, Obispo de Elna. 

BERNARDO

desde 990 hasta 1020.

Le apellidaron Tallaferro, aludiendo sin duda a sus grandes fuerzas corporales; su mujer se llamó Tota o Adalais. Quedan de este Príncipe muchas memorias en las donaciones que hizo a los monasterios de Cuxá, Bañolas, Ripoll, Besalú, Arles (Arlés) y otros; y principalmente en las que hizo a esta Colegiata. Pero las memorias principales de su gobierno son dos: 1.a La erección de Silla episcopal para su condado. 2.a La dádiva preciosa de la Vera-cruz, que regaló a dicha Colegiata. Ambas cosas logró en un viaje que hizo a Roma el año 1017, y de ellas se dirá después separadamente y a la larga. Otro viaje emprendió tres años después, no se sabe para donde, aunque bien se sabe que fue con el objeto del matrimonio de su hijo, que tenía ya contratado, lo que le ocasionó la muerte. Porque teniendo que vadear el Ródano, arrebatado el caballo de la corriente, pereció en ella el año 1020, día 26 de septiembre. El día y año constan del testamento sacramental que copió la Marca Hisp. (col. 1027), mas no se expresa allí la circunstancia de morir ahogado en el río. Y este silencio bastó para que Diago, en la Hist. de los Condes de Barcelona, lib. 2.°, cap. 90, tuviese esta desgracia por fingida. Mas contra esta conjetura, que es harto débil, tenemos dos argumentos positivos que lo afirman: 1.° El epitafio que al difunto y a su hijo Guillermo se puso en Ripoll en el sepulcro común de ambos, cuya letra es del mismo siglo XI, y aunque  algo gastada ya de la humedad y colocada a la raíz de la pared en el claustro de aquel monasterio, pude copiar por mi mano de esta manera:

Splendor, forma, caro, virtus, cum germine claro

Ut cito florescunt modico sic fine liquescunt 

Hoc duo testantur Comites hic qui tumulantur

... de Taiaferr Guilelm. cognomine Crassus

… … Rodano fatalia passus

Armis, consilio, rebus, fama viguere

Super (f. sumptibus) hanc multis ditare domum studuere

Unde coronati regnent super astra locati. Amen.

2.a La encíclica que con motivo de la muerte de este Príncipe expidieron los monasterios de Ripoll y de Cuxá, la que hallarás en la Marca Hisp. (Ap. núm. CLXXXVII) y en ella, después de elogiar la virtud del Príncipe, dice estas palabras: "Talis igitur cum esset ac tantus, utpote provisor omnium, coniugali vinculo volens nectere filium, promisso iam nato infandum tentavit equo transire Rhodanum. Dumque incaute ceptum pertenderet iter, inter ingentis fluminis rotantia vada infelix revolvitur equus, sessorque succumbit. Tunc terque, quaterque conatus collum tenere manibus, terque quaterque compressa manus effugit ab illo. Tandem ergo ingentis fluminis impetu victus occubuit... O felix et nimium felix nostra aetas. Si noster Bernardus numquam attigisset Rhodani nefanda fluenta, etc." 

Dejó este Conde seis hijos de su mujer: 1.° Guillermo, sucesor de este condado. 2.° Aienrico, a quien dejó el obispado del mismo título (cosa que no tuvo efecto, como se dirá), 3.° Ugo. 4.° Berenguer. 5.° Adalaiz. 6.° Constancia.

GUILLERMO

desde 1020 hasta 1055.

Fue apellidado el Gordo (Crassus); estuvo casado con Adalaiz, de quien tuvo dos hijos: Guillermo, apellidado Trou, a causa de la nariz desproporcionada y contrahecha, y Bernardo. Son muchas las memorias que quedan de su piedad y beneficencia. Marca (col. 544) dice que murió en 1052. Mas no se acordó aquel escritor de la escritura que él mismo copia (Ap. núm. CCXLII) con que nuestro Conde cedió a favor de Berenguer, Obispo de Gerona, todos los derechos que justa o injustamente percibía en Bascara, de cuyo instrumento resulta que vivía en el año 1055, y que entonces se disponía para ir a Jerusalén. Más es, que en el archivo de la Catedral de Gerona (Armario de la sacristía 2.a) me acuerdo de haber visto una escritura de plácito o convenio con los hombres o habitantes de Besalú, hecho y firmado por el Conde Guillermo, junto con su hermano Bernardo, año XXVII del Rey de Francia Enrique, que es el de 1058. Aunque bien veo que alguno dirá que este Guillermo pudo ser el hijo, que antes que le matasen tuviese por algún tiempo este condado. En esta duda vamos adelante, siguiendo la cuenta común. 

BERNARDO

desde 1055 hasta 1111.

Dícese que luego que murió Guillermo el Gordo, los vasallos, de acuerdo con los magnates del país, mataron a su hijo mayor Guillermo Trou, por ser sobremanera iracundo y revoltoso, y para dar lugar a que gobernase el hijo segundo Bernardo, que era suavísimo y de gran prudencia. Sea lo que fuere de esta especie, de la que nada he hallado que haga al caso, es cierto que Bernardo fue Conde por más de medio siglo, y que aunque casó con María, hija del Conde Ramón Berenguer III de Barcelona, murió en 1111 sin dejar sucesión, por cuyo motivo volvió el condado de Besalú a incorporarse en el de Barcelona, para no separarse ya más de él. En la Marca Hisp. (col. 1235) hallarás la cesión del único que a dicho estado vacante pretendía tener derecho, que era el Conde de Cerdaña. Este condado tuvo su moneda propia, y para prueba de ello, omitiendo otras memorias, basta la donación que el último Conde Bernardo hizo a la iglesia de Santa María de la décima de toda la moneda quae fuerit facta, dice, in praedicto Bissulduno... tam de auro, quam de argento, quam in monetatico et in capite. Esta donación es de 9 de septiembre del año 15 del Rey Felipe (de Cristo 1074). Va copiada (a: Ap. núm. XXI.).

De los siglos más modernos, esto es, de los años 1640 y siguientes, quedan monedas propias de esta villa, acuñadas en tiempo de las guerras de Felipe IV con Luis XIII de Francia, las que en el anverso tienen un escudo entero de las barras de Cataluña, con este letrero: Principatus Cataloniae; y en el reverso la mitad de dicho escudo, con una cruz de dos travesaños, y esta letra: Opidum Bisuldunense. Este último escudo es el propio de la villa, aludiendo la cruz al precioso Lignum crucis que posee la Colegiata desde el siglo XI, como diré después. 

OBISPADO DE BESALÚ.

A las memorias civiles del condado de Besalú síguese que tratemos de las eclesiásticas, y primero de la Silla episcopal con que fue ennoblecido, aunque por tan poco tiempo. Y convendrá dejar escrito esto anticipadamente por no vernos después obligados a cortar la narración de lo que toca a la historia de las iglesias que hay en esta villa, tanto más que yo no creo que ella fuese la Sede de aquel Obispo, sino que lo fueron otras con ella, es decir, que este obispado se intituló Bisuldunense del condado, no de la villa de Besalú. Fue así que el Conde Bernardo Tallaferro, Príncipe muy poderoso, viendo que sus estados estaban incluidos en las diócesis de Gerona y de Vique, aspiró a tener en ellos un Obispo propio, para estar así menos dependiente de los otros condados sujetos a aquellas diócesis. Con este fin hizo un viaje a Roma, acompañado de su hijo Guillermo, apellidado el Gordo. Concediole esta gracia el Papa Benedicto VIII, eligiendo y consagrando para primer Obispo a Wifredo, y reservando a la Santa Sede la consagración de los sucesores, los que en señal de reconocimiento pagasen una libra de oro a la iglesia Romana. Advierte de paso que anterior es esto a los tiempos del Papa San Gregorio VII. No designó el Romano Pontífice lugar o iglesia determinada donde residiese el Obispo, sino que, según lo pedido por el Conde, permitió que eligiese para Silla episcopal uno de estos tres monasterios, o el de San Salvador y San Ginés de Besalú, o el de San Pablo de Fenollet, o el de San Juan de Ripoll (hoy de las Abadesas). Esto solo ya es una prueba de que ni la mente del Conde ni la del Papa fue honrar con el honor de Silla episcopal a la villa de Besalú. Lo cual indica claramente que el dictado de Bisuldunense se tomó de todo el condado, y no de la capital del mismo. Por otra parte no consta que posteriormente a su institución se fijase la Sede a ninguno de los tres puntos sobredichos. Y si hay documentos que suponen la residencia en Besalú, también los hay que la prueban en San Juan de las Abadesas. Besalú puede alegar a su favor la dotación de la nueva Sede (Marca Hisp., ap. núm. CLXXVII y siguientes), en la que se lee: Dono igitur ad supra dictam Sedem Sancti Salvatoris ex iure paterno abbatiam Sancti Johannis quae est sita in comitatu Riopollensi... ut semper illi sit subdita eo tamen conventu atque definitione, ut nulli umquam Episcopo liceat praedictam abbatiam Sancti Johannis destruere... sed semper in canonicali ordine... permaneat. Donde claramente se llama Sede la iglesia de Besalú, y súbdita suya la de San Juan de las Abadesas. Pero esta en su necrologio de letra coetánea abiertamente llama a Wifredo Episcopus huius ecclesiae. Y en ella ejerció jurisdicción como su Prelado propio, vendiendo y conmutando sus bienes por los años 1047, lo que fue ocasión para que el padre maestro Flórez (a: España Sagrada, tom. 28, pág. 140 sig.) le tuviese por Obispo de Ausona; y en ella poseyó hasta su muerte la abadía, aun después que se acabó su obispado, como se dirá, de lo cual pudiera inferirse alguna mayor preeminencia de la de San Juan de Ripoll. Asimismo consta que hacia el mismo tiempo ejercía alguna jurisdicción en Besalú, como luego se dirá. De todo lo que puede inferirse que ninguna de las dos iglesias se llevó el honor de única y propia Sede, y que, o bien por lo poco que duró el obispado, o por otras causas que ignoramos, no hubo tiempo para que Besalú se levantase con la gloria de la Sede, la cual quedó común a la iglesia de San Juan como a su concatedral.

El Wifredo electo en Obispo de Besalú no pudo ser el que supone Diago en la Historia de los Condes de Barcelona (lib. 2, cap. 90) hijo de Wifredo, Conde de Cerdaña, el cual fue hecho Arzobispo de Narbona en el año de 1019, porque el nuestro no sólo permanecía acá en el 1020, como dijo Marca, sino hasta el 1048, y aún más, como diremos luego. Mas con todo eso no puede negarse que debía ser personaje muy principal y de nobleza distinguida (a: Mayor fue la equivocación del autor del tomo 43 de la España Sagrada, pág. 342, que dijo que Wifredo fue promovido al arzobispado de Tarragona, porque bien pudo reflexionar aquel escritor que esta metrópoli no se restauró hasta más de medio siglo después.) 

Lo que sí sabemos de cierto es que su obispado fue de cortísima duración. En la Marca Hisp. se asegura que no duró más que desde el 1017 al 1020; y será así porque los Obispos de Gerona y de Vique no debieron tardar en hacer sus reclamaciones contra la nueva Sede, la cual perdió su apoyo luego que en 1020 murió el Conde Bernardo, su 

fundador, y en 1024 el Papa Benedicto VIII que la erigió. Sin embargo cuatro años después el Conde Guillermo en la donación que hizo a esta iglesia en 1027, donde expone que estaba ya el célebre Lignum crucis, de que luego se dirá, dice: Episcopus vero vel clerici ibidem Deo servientes praesentibus scilicet atque futuris ita obtineant, etc. Lo cual supone que residía aún allí Obispo. Mas ya pronto le llegó su fin, si es verdad que Wifredo fue trasladado a la Silla de Carcasona en 1031, como se lee en la Gallia Christ. Conservó igualmente la abadía de San Juan de las Abadesas hasta su muerte, acaecida en 27 de septiembre de 1054. Todo esto consta del necrologio de la misma iglesia, donde de letra de aquel tiempo se lee: V kal. octobris anno dominicae Incarnationis MLIIII obiit domnus Gaufredus (así le llama) huius ecclesiae Episcopus, et postea Carcassonensis Episcopus et Abbas huius loci. Al margen de la letra del siglo XII o XIII se añade: Hic fuit Episcopus huius ecclesiae impetrante Comite Bisuldunense a Domino Papa. Postea contradicentibus Episcopis Vicensi Gerundensi et aliis non potuit obtinere quod hic locus esset episcopalis et remansit Abbas et fuit postea Episcopus Carcassonensis. Esta nota, ignorada hasta aquí, me obliga a inferir varias cosas:

1.a Cuando el Conde Bernardo pidió al Papa por Obispo de su condado a Wifredo, era ya sin duda Abad de San Juan de Ripoll, por lo cual, destruido el obispado de Besalú, se quedó con aquella abadía (remansit Abbas), que conservó hasta la muerte, junto con la Silla de Carcasona. Y a la manera que Oliva, Obispo de Vique, y Arnulfo de Gerona, ambos Abades de Ripoll, conservaron aquella abadía; y cuando en ella ejercían algún acto judicial decían: Ego Oliva o Arnulfus Episcopus cum cuncta congregatione S. Mariae, etc., llamándose Obispos y no Abades; así Wifredo, porque lo era de Carcasona, en los actos judiciales de aquella abadía se intitulaba Obispo hasta por los años 1048 y siguientes, cuando en aquella casa no tenía más jurisdicción que la de Abad. Y esto es lo que descubre la equivocación que dije del padre Flórez, que porque en esos años le ve obrar allí con título de Obispo le tuvo por de la Sede de Ausona. De esto se dijo más en el Viaje de Vique.

2.a El ser Wifredo Abad de San Juan de (falta Ri) Ripoll cuando le hicieron Obispo Bisuldunense, pudo ser la causa de la anexión y aun sujeción de aquella abadía a la nueva Sede que expresó el Conde Bernardo en la escritura que citamos del año 1017, de manera que no quisiese dar a entender que la iglesia de San Juan fuese menor en el honor que la de Besalú; sino que aquella dignidad de Abad se conservase siempre unida a la persona del nuevo Obispo, sin que ni él ni sus sucesores se atreviesen a destruir aquella prelacía que acababa de establecerse, arrojadas de allí las monjas que tan perdidamente vivían. Lo que el Conde trabajó en esta obra tan del servicio de Dios, es lo que le obligaba a encarecer la conservación de aquella casa; que esta es la que sujetó, y cuya conservación encargó al nuevo Obispo y sus sucesores. Sobre esto se dijo más en el Viaje de Vique.

3.a Infiérese también que pues este Wifredo estaba por aquí, él es el que asistió a las consagraciones de la iglesia de Ripoll en 1032 y de la de Gerona en 1038, cuyas actas hallarás en la Marca Hisp. 

4.a Del mismo modo que este Obispo gobernaba la iglesia de San Juan, le hallamos también gobernando la de Besalú, y ejerciendo en ella actos judiciales hasta el año 1047 o 1048. De este tiempo es la escritura con que dio en censo a Raimundo Miro una porción de tierra, año XVII del Rey Enrique, la cual vi en el archivo real de Barcelona, y dice así: Wifredus gratia Dei Episcopus cum cuncta congregatione Sanctae Mariae qui est sita infra muros Bisulduni, etc., y en la subscripción dice: Wifredus Praesul. Esta permanencia del Obispo en este país y la jurisdicción que tuvo en las dos iglesias, acaso probará que los Condes, mal avenidos con la destrucción de su obispado, conservaron en alguna independencia estas iglesias, resentidos de los Obispos de Gerona y de Vique. Indica esto la escritura con que el Conde Guillermo firmó concordia con el de Gerona Berenguer Wifredo en 1055, un año después de la muerte de nuestro Wifredo. Porque luego que falleció este Prelado llamó al de aquella iglesia para que consagrase la de Santa María de Besalú, y le cedió todos los derechos de Bascara. Son notables entre otras estas palabras: Parco atque omnino indulgeo Pontifici praedicto cunctarum reatus quaerimoniarum quae mihi insunt de eo. Hízose esto por la mediación del Conde de Barcelona Raimundo Berenguer I, llamado el Viejo. Lo demás lo dirá la copia de la escritura que va adjunta (a: Ap. núm. XXII.), la cual es una verdadera concordia y total extinción de las pretensiones sobre obispado y sus resentimientos, que no debieron cesar hasta que murió el Obispo, porque la otra concordia que Marca publicó (col. 1011), firmada por Miro, Obispo de Gerona, y Aimerico, Arzobispo de Narbona, tiene muchas muestras de ser apócrifa. Porque no sólo se supone vivo al Obispo Miro, que falleció en 984, sino que se supone hecha la escritura en la era 1050, que es el año 1012 de la Encarnación, cinco antes que se erigiese el obispado. Y cómo antes de ser erigida la Sede habría quejas de parte del de Gerona y concordia por la extinción de ella? Mas por equivocaciones y falsedades que tenga la escritura, el contexto de ella puede ser cierto, y sería así, que suprimida la Sede, la iglesia volvió a ser abadía, y a recibir el crisma de la de Gerona. Mas como Wifredo continuó por acá como Abad, que al mismo tiempo era Obispo de Gerona, tengo para mí que esta reducción de Besalú a la obediencia de Gerona no se verificó hasta los últimos años de Wifredo. Y si a alguno de ellos ha de pertenecer la citada escritura, será al de 1047, en que era la indicción XV, que ella dice, o el de 1043, contándose los años del Rey Enrique desde que fue coronado, viviendo aún su padre Roberto en 1027, según cuyo cómputo el año 17 de su reinado, que allí se cita, es el 1043, en el cual era Papa Benedicto IX, que allí se nombra. Pero esto ya es delirar: sea del año que quiera esta concordia, el obispado de Besalú debió acabarse con ella, y esto basta. 

COLEGIATA DE BESALÚ.

La Colegiata de Besalú no tuvo en lo antiguo, como hoy, la advocación de Santa María. La primera memoria que hay aquí de esta iglesia es del año 977, en que el Obispo, Miro, Conde de Besalú, intitulándola de San Ginés y de San Miguel, le hizo donación de la que estaba fuera de los muros de la villa, intitulada de San Vicente, con el altar de San Rafael, que él mismo había erigido en ella. A este altar de San Rafael hizo después el Conde Oliva varias donaciones, que propiamente era hacerlas a la iglesia de San Ginés, que era la matriz. A la misma iglesia de extramuros, que todavía está en pié, se hicieron en 1018 varias donaciones que se expresan hechas Jesu Christo Dno. nostro, suaeque Genitrici Mariae Dominae nostrae, et Sancto Praesepio, sive in honore Sancto Gabriele Archangelo, et in honore Sancta Agne martyre Christi, et Sancta Cecilia virgine, quae est domus sita iuxta muros Bisulduno. La de dentro de la villa suena ya con otra advocación en 1017 en una bula del Papa Benedicto VIII, que la llama S. Salvatoris et S. Genesii. En 1028 el Conde Guillermo el Gordo la intitula S. Genesii, S. Micaelis, et S. Stephani Papae. Del mismo año hay otra donación del mismo Conde, que sólo llama S. Mariae, título que desde ahora suena junto con los otros, y que desde la mitad de ese siglo XI vino a quedar solo y característico de esta iglesia, excluido enteramente el de S. Ginés, que parecía el primitivo; porque los demás eran de altares o reliquias que en la iglesia había, por cuya devoción se hacían aquellas donaciones, como también se hicieron ad praetiosum lignum Domini nostri Jesu Christi, de cuya reliquia se hablará después. A la primera memoria de esta iglesia acompaña la de vida reglar, establecida en ella; la Aquisgranense se supone. Sin embargo, tiénese por fundador de esta canónico al Obispo Miro, porque en la donación que dije, hecha en el año 977, dice que el motivo fue ut Ermengarda Comitissa, et filius eius Bernardus statuant ibi canonicos regulares, qui die ac nocte Deo deserviant, et orent misericordem Dominum pro delictis meis. Hallarás esta escritura en la Marca Hisp. (col. 912). Efectuose desde luego este establecimiento, el cual aprobó el Papa Gregorio V en el año 998, y confirmó con nuevas donaciones el Conde Bernardo Tallaferro en el año 1000. En el siguiente, a 26 de marzo, en cierta donación del mismo suena ya un Abad llamado Adalberto, al cual, muerto dentro de pocos años, sucedió en el de 1006 otro Adalberto, elegido por el Conde conforme al privilegio del citado Papa. Esta escritura está en la misma obra (col. 962). Vivía este Adalberto en 1017, y a él dirigió el Papa Benedicto VIII la bula con que confirma la iglesia y sus posesiones (ibid. col. 1005). Entonces fue cuando se erigió el obispado de Besalú, suprimiéndose, según conjeturo, la dignidad de la abadía, o quedando incorporada a la persona del nuevo Obispo Wifredo. De la duración y remate de este obispado ya dije lo que he podido descubrir. Para mí tengo que cuando se acabó esa prelacía, que fijamente no se puede averiguar y debió ser hacia el año 1028 o 30, quedó todavía anexa la abadía a dicho Prelado hasta su muerte en 1054, y que entonces fue nombrado Abad Andrés, el cual firma en la restitución que el Conde Guillermo hizo a Berenguer, Obispo de Gerona, de todos los derechos de Bascara en el año 1055, la cual envié ya copiada. En otra donación del 1074 firma Guillermus Suniarii Abba. Poco más conservó este monasterio el honor de la abadía. Porque en 1084 el Conde Bernardo lo incorporó y sujetó a la de San Rufo de Aviñón y a su Abad Arberto y sucesores, pasando entonces de canónica Aquisgranense a Agustiniana. Va copia de esta escritura (a: Ap. núm. XXIII.), que tiene la singularidad de estar escrita por el notario Gaufredo, canónigo y levita in Castro novo, esto es, en el que de nuevo debió construirse entonces en Besalú, y acaso debió ser la primera que allí se hiciese. Que este palacio o castillo se estaba construyendo en el año 1029 consta de una escritura, de que diré después, hablando del Abad Tassio. Era en aquella época costumbre y como una especie de moda sujetar todas nuestras canónicas Agustinianas a la casa de San Rufo de Aviñón; a lo que sobre la virtud que resplandecía en aquel monasterio, ayudó mucho el haber entrado el condado de Provenza en la familia de los Condes de Barcelona. Esta sujeción y dependencia con los bienes de la casa confirmaron después Pascual II en 1115, el Conde de Barcelona en 1137, Adriano IV en 1157 y Alejandro III en 1162. Con esto cesa aquí la noticia de Abades, y sólo la hay de Priores que la gobernasen con la sobredicha sujeción. Los que yo he hallado en escrituras son los siguientes; 

Existencia. 

Rodgario. 1096. 1106. 

Guizon (Guizón). 1113

Bernardo. 1122

Fulcherio. 1123

Bertrando. 1127

Bernardo. 1131. 1146. 1154. 1160.

Pedro. 1162

Berenguer. 1168 

Pedro. 1172. 1183. 1195. 1198.

Guillermo. 1209. 1213.

Andrés. 1232

Gerardo. 1242

Los poseedores de este priorato pueden con verdad gloriarse de ser capellanes de los Reyes, puesto que ese título les dieron muchas veces, y ya desde el siglo XI solían los Condes llamar capilla suya a la iglesia de San Salvador y Santa María, sita dentro del castillo de Besalú, y yo sospecho que esto fue resulta de la fábrica del castillo nuevo que antes decía; pero esta es pequeña cosa para la historia en general. Vamos adelante.

De lo dicho se infiere que la iglesia que hoy llamamos de Santa María estuvo siempre dentro del castillo, o sea palacio de los Condes de Besalú, o que era parte de él. El edificio actual me parece ser del siglo XI, aunque el cuerpo de las tres naves está desfigurado, y sólo queda de lo viejo el crucero. No hay aquí más archivos que el prioral, donde están originales la bula de erección del obispado, y algunas pocas más que quedan copiadas para la Colección diplomática. Las otras noticias de esta iglesia, condado, etc., se tomaron del de Barcelona. 

Vi en esta iglesia muchas reliquias, junto con un cartel impreso de indulgencias concedidas a la iglesia de San Salvador de Oviedo, el cual tienen por acá por propio con motivo del título Sancti Salvatoris que tuvo antes esta iglesia, y cuya imagen, con las figuras alegóricas de los cuatro Evangelistas, permanece aún sobre la puerta principal de ella. Las reliquias más notables son: un pedacito del palio de Elías, id. del sudario y de los pañales de Cristo, id. del maná, id. de la vara de Moisés (es de dos dedos y de madera muy parecida a la que vi en Ara Xpi. y otras partes), id. del cráneo de San Juan Bautista, canilla del brazo o pierna de San Bartolomé, hueso grande de San Cristóbal, un choquezuelo de la rodilla de Santa Petronila, tres huesos grandes de San Ginés. Todas estas reliquias, con otras muchas, están en dos grandes relicarios en un armario al lado del altar mayor. En la sacristía hay otras menores en una arquilla de madera tachonada de varias piececitas de labor muy prolijo por el gusto árabe. Allí mismo vi una cruz de plata que llama mucho la atención de los curiosos. Téngola por obra del siglo XIII; a lo menos las figuras de Evangelistas y Querubines son de ese tiempo; pero se encastaron en ella joyas más antiguas, que voy a describir como pudiere. El palo vertical es de cuatro palmos, el travesaño de tres; en la cara principal, donde está la figura de Cristo con tres clavos, hay varios camafeos, una cabeza de Emperador, y otra superba de Medusa en ágata. Más notable es el reverso, en cuyo centro hay un cuadrado, y en uno de los ángulos de él un camafeo en fondo que representa un personaje en pie, apoyando sobre un escaño el pie izquierdo levantado, y con la mano derecha escribiendo o pintando sobre una tarja: tiene la cabeza con morrión, y en la espalda se descubren algunas puntas como de flechas. Esta figura es muy menuda, pero muy bien trabajada. En otro ángulo hay un sello árabe. El centro de dicho cuadrado ocupa un grande sello oval de piedra oscura, que no conozco, con este letrero:

+ (cruz) KARVLVS REX

INPERATOR

La antigüedad de la letra y la sustancia del letrero obligaron a decir que esta alhaja pertenecía cuando menos a Carlos Calvo, Rey y Emperador desde el año 840, no habiendo otro Rey Carlos de Francia posterior en quien resuenan los dos dictados. En el brazo derecho de la cruz hay otro camafeo grabado en fondo en lapislázuli, que representa una figura humana monstruosa, en pie, con la cabeza coronada, y las piernas y pies abiertos en arco como colas de serpiente: en la mano derecha tiene un látigo y en la izquierda un escudo o padrón. En el brazo izquierdo de dicha cruz hay otro camafeo con un dibujo Gótico, parecido al reverso de las medallas de Liuva, etc.: otro representa un Sagitario (signo celeste); en la asta de la cruz hay dos de delfines: otro en relieve de una mujer desnuda, airosa sobremanera, con un manto suelto asido de la mano derecha, y tendido por la parte opuesta de la figura: en la izquierda extendido un báculo, sobre el cual parece apoyarse. Esta mezcla de alhajas Romanas, Góticas, Árabes, y otras, acaso de otros tiempos y naciones, hace creer que la cruz fue dádiva de algún gran Príncipe que poseía aquellas preciosidades, las cuales, con no poca piedad, consagró al culto del verdadero Dios. Y acaso por ello diremos que alcanzara al tiempo de los Condes de Besalú, esto es, a los siglos X y XI; mas yo me ratifico en que las labores en plata son del siglo XIII.

Otra alhaja hay allí mismo por muchos títulos más apreciable, y guardada como tal, y tenida en gran veneración; y es un trozo muy considerable de Lignum crucis dispuesto en forma de cruz con dos travesaños, uno de los cuales tiene cinco dedos de longitud y el otro tres, con el espesor correspondiente. Grandes portentos se refieren obrados con la presencia de esta santa reliquia, singularmente con endemoniados y en tiempo de sequía. En estas últimas ocasiones, y aun en otras necesidades, solían, según la costumbre de los siglos medios, meterla un poco en el agua bendita; y se conoce esto bien en lo gastada que se halla la parte inferior del palo vertical. Del como vino acá tan precioso monumento dícense mil cosas, destituidas de toda verdad. El vulgo cree que es regalo que hizo el Papa San Dámaso a su patria Argelaguer (argelaga, argilaga, aliaga, aulaga), que es un lugar distante una hora de Besalú, y que por ciertos cambios la dieron a esta iglesia. Cuentos de viejas. Más verosímil es que la trajese de Roma el Conde Bernardo Tallaferro cuando fue allá el año 1017 para alcanzar del Papa Benedicto VIII la erección de Silla episcopal en su condado. La bula en que esto se le concedió denota el singular aprecio que la Silla Apostólica hizo de nuestro Conde por su piedad y gran poder, que no se le negó una cosa tan en perjuicio de las Sillas de Vique y Gerona. Por donde es más fácil entender que entonces debió hacérsele también este regalo. Esta conjetura se funda en que antes de esa época no hay memoria alguna de dicha santa reliquia en cuantas donaciones se hallan de los Condes anteriores, en las cuales frecuentemente suelen mencionar otras que acá se veneraban; mas en el año 1025 el Conde Guillermo, con su esposa Adalais, en una donación que trae la Marca Hisp. (col. 1040), dice que la hace ad praetiosum Lignum Dni. nostri Jesu-Christi. Siendo esta, como es, la primera memoria de esta reliquia, así como es la primera donación que los Condes hicieron a aquella iglesia después del 1017, parece claro que a la época del viaje que decía pertenece la venida de la reliquia a esta iglesia. Después de ese año, 1025, ya es frecuente la memoria de ella, como lo verás en la copia adjunta de la copiosa cesión de toda la décima del condado y de otros derechos hecha a la misma iglesia, y por los mismos Condes, en el año 1027 (a: Ap. núm. XXIV.).

Si nos quedaran sellos y escudos de armas, o monedas de los Condes de Besalú del siglo XI, no dudo que en ellos hallaríamos esta cruz de dos travesaños, como la vemos en las monedas propias de esta villa que se acuñaron en tiempo de las guerras de Felipe IV y Luis XIII de Francia, como casi todos los pueblos de Cataluña batieron las suyas. Más arriba describimos la propia de Besalú: en la que se ve esta cruz partiendo con las barras del principado el escudo que hoy usa la villa. 

SAN PEDRO DE BESALÚ. 

Los historiadores de Languedoc dicen (lib. X., cap. 24) que el Rey Carlos el Calvo, hallándose en el monasterio de San Saturnino, sitiando a Tolosa en el año 844, expidió un diploma a favor de Domnulo, Abad de San Pedro de Besalú, de la diócesis de Gerona. 

Este documento publicó Baluzio en los Capitulares (Ap. núm. LXII), del cual, siendo cierto, se ha de inferir que debió quedar destruida aquella casa primera, o que estaba fundada en sitio diferente, iuxta flumen Sambuga que dice la escritura. Como quiera que esto sea, es cierto que un siglo después aparece como fundador de esta casa de San Pedro Wifredo, Conde de Besalú, hermano del de Barcelona Suniario, destinando este lugar para monasterio de la orden de San Benito, y logrando del Rey Luis el Ultramarino la confirmación de todas las posesiones que le había dado año XVI de su reinado (950 de Cristo). Trae este diploma la Marca Hisp. (Ap. núm. LXXV), en el cual se hace mención del Abad Jaufredo, que contaré por el primero. Con ser esto así, todavía es tenido por su fundador Miro, Obispo de Gerona, hermano también de Wifredo, y según se dijo, su sucesor en el condado. Es así que existe una amplísima escritura (Ibid. núm. CXXIV) del año 977, en la que él mismo dice ser el que escogió aquel lugar para monasterio, el cual dota copiosamente. Más copiosas son las dotaciones que hizo los años siguientes 978 y 979, las cuales quise copiar por la singularidad, gracia y caprichosa elegancia de su contexto, y por la memoria que en ella hace de los Condes, sus hermanos, de la cual me serví en la noticia de estos Príncipes (a: Ap. núms. XXV y XXVI.). Del último de dichos años, es a saber 979, hay una bula del Papa Benedicto VII, en que confirma la nueva casa y su inmediata sujeción a la Sede Romana, con el censo que le impuso Miro de cinco sueldos anuales. Está dirigida al Abad Gifredo, que debe ser el mismo que Jaufredo; no la envío copiada, porque no he hallado de ella sino copias, y porque ya la publicó nuestro Cardenal Aguirre (Concil. Hisp., tom. IV, pág. 384), aunque con algunas equivocaciones, entre ellas la del nombre del Abad, a quien llama Guispedo. Esta confirmación pontificia la solicitó el mismo Miro, llevando consigo a Roma la escritura de fundación, como se lee en las actas de la dedicación de esta iglesia: y por esa razón en la dotación que dije del año 979 se ingiere el nombre y decreto del Papa Benedicto.

El mismo Miro comenzó la fábrica de la iglesia, que al fin se consagró a 23 de septiembre del año 1003, a instancias del Conde de Besalú Bernardo Tallaferro, por los Obispos Odón de Gerona, Arnulfo de Vique, y Aecio (Ezonem) de Barcelona (a: La España Sagrada, tom. 43, pág. 346, llama Aton a este obispo de Barcelona. Acaso estará así escrito en la copia que su autor dice que vio entre los mss. de la Academia de la Historia. También hubo equivocación en decir que el Abad Wifredo de este año 1003 era el mismo que el del 979, que fue el primero de este monasterio. Véase el catálogo que luego se pondrá de los Abades.) 

Asistió también a esta solemnidad Wifredo, Conde de Cerdaña, hermano del de Besalú. Va copia de esta preciosa escritura tomada del original, que existe en el mismo monasterio, aunque algo deteriorado y roto (b: Ap. núm. XXVII.). Era Abad en esta ocasión otro Wifredo distinto del primero. No hay duda en que el templo es el que subsiste hoy día renovado sin alteración de la arquitectura antigua, como debe ser, y como en otras partes no han hecho. Bello edificio de tres naves con su crucero, al modo de las de Urgel, Ripoll y otras iglesias de los siglos X y XI. Desde la misma fundación de esta casa se venera en su iglesia el cuerpo de San Primo M. Advectus est igitur (dice el Obispo Miro en las donaciones de los años 978 y sig.) in eodem cenobio, Deo disponente, corpus venerandi martiris nomine Primi, pro cujus intercesionibus Omnipotens Deus multis in eodem loco dignatus est fieri virtutibus, et laudatur glorificaturque Omnipotens Deus ab omni populo qui talem illis contulere dignatus est patrono. Sigue constantemente la memoria de este Santo en las escrituras posteriores; y en muchas donaciones suena contitular con San Pedro: ad domum (dicen) Sancti Petri et Sancti Primi cenobii, qui sunt fundati iuxta castro Bisulduni. Ni una palabra hay en todos esos documentos, digo en los antiguos, del cuerpo de San Felicísimo, que también se venera aquí. Además de las memorias antiguas del cuerpo de San Primo las hay también de estar en el monasterio desde su fundación las de los Santos Concordio, Evidio y Patrono. Consta esto de la encíclica que, según la costumbre, dirigieron los monjes de Ripoll a todos los monasterios, día 4 de julio del año 1008, anunciando la muerte de su Abad Seniofredo. Circulaba la carta por todos los monasterios, no sólo de nuestra provincia, sino aun de la Narbonense, cada uno de los cuales ponía una noticia de su recibo y de los Abades que en ellos habían muerto desde la última circular, para lo cual iban añadiendo trozos de pergamino, cosiéndolos hasta formar como un volumen larguísimo, el cual volvía al monasterio que dirigió la carta. En Ripoll se conservan algunos de estos documentos, cuya preciosidad y utilidad es fácil de entender: a mí por lo menos me han servido a maravilla para los catálogos de Abades, que sin este auxilio salieran muy diminutos. El recibo del que ahora digo en este monasterio de Besalú comienza de esta manera: venit pellifer ad limina B. Petri Apostolorum Principis in cenobio qui est situs iusta Castrum Bisulduno, ubi requiescunt corpora Sanctorum Primi, Concordii, Evidii... (roto) atque Patroni, esto en cuanto a la memoria de los sobredichos Santos. Continúa el Abad, que entonces era Wifredo, poniendo los nombres de los que en este monasterio le precedieron, y en primer lugar escribe Dominus Teudericus Abba aedificator. Con lo cual si quiso dar a entender que Teuderico había sido el fundador de la casa, no cuadra esto con las memorias ciertas que quedan, por las que consta que el fundador fue el Conde y Obispo Miro. Tampoco puede decirse que este fuese el primer Abad, porque ya hemos visto que lo fue el llamado Jaufredo o Gifredo, y de Teuderico no hay otra memoria de que lo haya sido de esta casa, ni tampoco Dodo, que es el segundo y último que nota la encíclica. Admira esto mucho más al ver que omite la memoria de los dos primeros Abades, de quienes hay noticia cierta que lo fueron, y por los cuales comienza la serie de ellos; por donde me doy a entender que Teuderico y Dodo fueron los dos inmediatos a Wifredo, porque la costumbre era mencionar los últimos Prelados; ni cabía que se contasen todos los que habían fallecido, cuyos óbitos ya se suponen anunciados para el sufragio monástico. En el monasterio de Camprodon, de que hablaré otro día, hay dos Abades Teuderico y Dodo de fines del siglo X. ¿Quién sabe si la encíclica alude a ellos, que lo serían al mismo tiempo del nuestro? Mientras otra cosa no conste, contaré a los dos Abades en el lugar que he dicho en el siguiente catálogo (a: La España Sagrada (loc. laud.) dice que ni en las bulas ni en otros documentos anteriores al siglo XIII pudo hallar los nombres de los Abades sino de Domnulo y Jaufredo. Pues yo aseguro que el catálogo presente hasta el siglo XV no es sacado más que de bulas y escrituras que me han venido a mano.). 

Existencia. 


Jaufredo o Gifredo. 950 - 979

Arnulfo. 998

Hay memoria de este Abad en escritura de ese año, en la cual Eriberto, testamentario de Isarno (Eribert o Heribert - Isarn), puesto ante el altar de San Pedro y de San Primo, cedió a este Abad y a sus monjes la iglesia de San Miguel de Avellana curba en el valle Securillas, cum missale maiore. 

Existencia. Muerte. 

Teuderico.

Dodo.

Wifredo 1003 - 1008 1022

Estos tres Abades constan de la encíclica de que antes hablamos. 

Annifredo. 1027

Tassio 1229 - 1031.

De él hay memoria en escritura del primero de esos años, que va copiada, en la cual Willelmo, Conde de Besalú, por haber recibido del Abad Tassio 300 y más modios de cal para construir su palacio, le concede que ni él ni sus sucesores exigirán de los bienes del monasterio ullum receptum, neque ullam paratam, etc., obligándose desde entonces a quedar excomulgado con la excomunión de todos los Obispos que firmaren la escritura. Y la primera que se halla original es la del Papa Juan XIX, a la cual siguen las de los Obispos Pedro de Gerona, Oliva de Vique, Wifredo de Besalú y otros. Véase la copia (a: Ap. núm. XXVIII.). Por estos tiempos cupo a este monasterio la suerte que al de Ripoll en la sujeción al de San Víctor de Marsella. El Conde de Besalú era afecto a los Franceses, como se vio en lo de San Juan de las Abadesas. Y aunque de ello no quede acá noticia: mas sospecho que debió durar esta sujeción hasta el año 1086, puesto que Pedro Bernardo suena Prior en 1085, y ya se intitula Abad en 1086. 

Bernardo. 1113 - 1155.

En 1154 el Arzobispo D. Bernardo Tort dio a este monasterio la iglesia de Santa Madalena, extramuros de Tarragona, quae (dice) olim fuerat templum Martis, ut in ea ponerent monacos. Esto dice en una de sus notas mss. el padre Caresmar.

Otra donación copié en la Catedral de Tortosa hecha por Gaufredo, Obispo de aquella iglesia, a este monasterio y Abad Bernardo, en la cual le cede la iglesia de Flix, como verás en la copia adjunta (a: Ap. núm. XXIX.), a pesar de tener equivocada la fecha. Está firmada por dos canónigos regulares de Santa María de Besalú, y por el Abad y Prior de nuestro monasterio.

Principio. Existencia. Muerte. 

Pedro. 1174 1191 - 1220

Guillermo. 1220 - 1240

Bernardo 1242 - 1252

Guillermo electo en  1253 1270

Pedro. 1272 - 1303 

Dalmacio de Palol. 1310 - 1323 

Berenguer de San Esteban 1324                 1348

Bernardo. 1349 - 1356  

Francisco. 1358 1361 - 1380

Bernardo de Montagut. 1383 

Dalmacio de Guisa. 1387 1394 - 1409

Berenguer de Perarnau. 1415 1421  

Berenguer Espasens. 1436 

Antonio de Vilardell. 1443 - 1466

Francisco Xatmar. 1481 1500 

Era juntamente abad de Bañolas. Véase el catálogo de aquel monasterio. 

La iglesia, como dije, es la construida en el siglo XI con tres naves, y las colaterales rodean el presbiterio; el cual se divide de ellas por columnas pareadas muy graciosas. De los cinco intercolumnios que resultan, el del centro está ocupado con la estatua del titular San Pedro, debajo de la cual hay un nicho donde están tres arcas cubiertas de terciopelo carmesí, las cuales sirvieron en lo antiguo para depósito de los cuerpos santos que dije, y hoy sólo contienen algo de sus cenizas y huesos más pequeños. Las reliquias más insignes de los mismos, están colocadas en los intercolumnios laterales en bustos de plata custodiados en armarios dorados, es a saber; a la parte de la epístola varios trozos del cráneo de San Felicísimo, y un hueso de la espalda de San Evidio, ambos MM.: item un trozo de la asta o bandera militar de San Patrono M. En la del evangelio están la cabeza entera de San Primo, que cierto admira por su antigüedad, y el hueso del muslo izquierdo de San Concordio M., cubierto de carne y piel, y varios huesos de San Marino M. Cada uno de estos Santos es aquí venerado con fiesta particular. La colocación de estas reliquias, el altar y el adorno de toda la iglesia es obra del Abad Don Anselmo Rubio, que murió en 1780, el cual tuvo la discreción de no alterar la arquitectura antigua. En la pared exterior de la iglesia hay un letrero sepulcral, que copiaré aquí por la rareza de su cómputo. Dice así: 

Judicio sano B. Judex Dalbuciano

Has terras rexit, nec se male munere vexit

Milis (se lee Mitis) erat, gnarus, probus, aptus, stemate clarus, 

Hic situs est munde: fuit archilevita Gerunde

M. cum C. bina triplex X. I. sine trina

Servabant numeros XI. cum dessit hic heros.

Parece que la cuenta será el año 1227, y si no es ese año, será otro. Ya que estamos de inscripciones, allá va una importante que se conserva en el presbiterio de la iglesia de San Vicente, sita extramuros y pegada al castillo, de la que hay varias memorias ya desde el siglo X, y es de la de que hablé cuando se trató de la Colegiata de Santa María; dice así:

Hic iacet honorabilis Petrus de Rovira, legum doctor, qui transtulit corpus beati Vincencii Martiris à monasterio (Sancti) Saturnini de Cavernolis, et suo tractatit (f. tractavit) honorifice in presenti ecclesia recondidit. Qui obiit Petrus de Rovira VII marcii, anno Dni. M.CCCCXIII (1413). El cuerpo de este Pedro está en la tumba sobre la inscripción con el busto del mismo; mas de el de San Vicente no sé si queda mucho o poco. Dicen que está en una arca debajo de la estatua del mismo Santo titular de la iglesia. Llámanle aquí Sent Vicent Capellá, por ser San Vicente presbítero y mártir, de quien hace breve mención, y aún menos que yo, el P. Domenec en la Historia de los SS. de Cataluña (fol. 64. b.), y ni aun copia la inscripción.

A este monasterio de San Pedro se unieron en 1592, por bula de Clemente VIII, otras dos antiguas abadías, es a saber; la de San Quirico de Colera y la de San Lorenzo de Monte. La primera estaba en el condado de Peralada, no muy distante de la de San Pedro de Rodas in valle Leocarcari. Su origen es del tiempo de Carlo Magno. Consta esto de la sentencia dada a favor de esta casa en el año 844, la cual extracté en el Episcopologio de Gerona (artículo Godmaro) por las muchas curiosidades que contiene, y entre ellas la de ser la primera vez que se halla escrita la palabra Catalonia. Contaba yo con haber hallado aquí original este documento, mas ni aun hay copias de él.

Sin embargo, alguna fe merece el traslado del siglo XIII que queda en Gerona, como allá se dijo. Y lo que de él consta es que el Abad Libencio y su hermano Assinario obtuvieron de Carlo Magno el territorio de Peralada, nombre que ellos pusieron a la que los Moros llamaron Tolon o tierra muerta. Hechos señores de la tierra, que era del fisco imperial, fundaron y dotaron el monasterio de San Quirico y San Andrés, cuyas posesiones e inmunidad defendió Giemundo, monje, hijo de Assinario y sobrino de Libencio, contra las pretensiones de Alarico, Conde de aquel territorio, produciendo en juicio por testigos cuatro presbíteros, cuatro nobles y seis pageses, que vivieron en tiempo de Carlo Magno. En fin allá fue la escritura, que es curiosa.

Lo que he visto es la escritura de consagración de su iglesia (de San Quirico), hecha en 1123 por el Obispo de Gerona Berenguer Dalmacio, con asistencia de Arnaldo y Pedro, Obispos de Carcasona y de Elna, donde se confirman los bienes que le dieron varios nobles, y Guigo, Obispo de Gerona, que lo fue en el principio del siglo X, como ya vimos. Va copiada (a: Ap. núm. XXX.), no sólo por esto, sino por contener la demarcación o límites del monasterio. Sus titulares en cuantas escrituras he visto son siempre San Quirico, San Andrés y San Benito. Han perecido muchos de los instrumentos que pertenecían a aquella casa; sin embargo, de los que se trajeron a esta de Besalú he sacado la noticia de los Abades siguientes:

N... 844

Manuel. Existía en el año XXX de Carlos el Simple (927 de Cristo), como se ve en escritura trasladada en el año siguiente, y en una donación de Triezius et Celdonia et Savila hacen a San Quirico de una viña quam, dice, nos tenemus per praeceptum Regis sicut et ceteri Spani. Esta última expresión confirma que los Españoles que se retiraron al territorio sujeto al Rey de Francia huyendo de los Moros, continuaron aún el siglo X disfrutando el mismo privilegio que los que se refugiaron un siglo antes. Este es punto demasiado curioso para tratarse aquí, y más que muy a la larga lo dejo averiguado en el Discurso prelim. a las Memorias de los Condes de Urgel.

Principio. Exist. Muerte.

Guillermo. 1128

Berenguer. 1135

Bernardo. 1204

Berenguer de Massanet. 1216. 1219 

Pasó a la abadía de San Pedro de Camprodon. Véase el Viaje a aquel monasterio.

Bernardo Gerallo. 1224. 1242 

P... 1250 1264

Raimundo. 1270 1296

Berenguer de Vilatenim. 1297. 1320

Pedro. 1321 1355

Guillermo. 1363 1375

Arnaldo. 1377 1384

Pedro de Bosch, electo en 1384

Guillermo. 1390 1399

Jaime. 1401 1421

Benedicto. 1426

Asberto de Abilliariis (Abellars). 1461. 1443

Galcerán de Monpalau. 1461. 1476

Galcerán de Rocaberti. 1489

Estos son los únicos Abades de quienes se haga memoria en los pergaminos que quedan. Mucho menos queda del monasterio de San Lorenzo de Monte (Sent o Sant Llorenç de Munt), de quien nada puedo saber, sino que, como dije, fue incorporado a este de San Pedro. 

Tampoco he podido averiguar el sitio y suerte de otro monasterio, intitulado de San Julián y San Vicente, fundado en este condado de Besalú, al cual pertenece la escritura que publicó el Cardenal Aguirre (Concil. Hisp. tom. III, pág. 150) fecha kal. martii, indictione XIV anno XXVI regnante Carolo gloriosissimo Rege, que es el año de Cristo 866, de Carlos el Calvo XXVI, en el cual cayó la indicción XIV. Confirma en ella aquel Príncipe a la casa y a su Abad Rimila todas las posesiones, dándoles facultad de elegirse sucesor según la regla de San Benito.