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martes, 2 de agosto de 2022

CARTA LV. Del monasterio de Santa Cecilia de Monserrate. Abad Cesario.

CARTA LV. 

Del monasterio de Santa Cecilia de Monserrate. Memorias de su abad Cesario, y de haber sido reconocido por arzobispo Tarraconense. 

Mi querido hermano: Todavía estoy en Monserrate, y todavía me queda que decir de él, porque a este monasterio de Santa María pertenece y está hoy incorporado el llamado de Santa Cecilia, que antes era el principal y la única abadía independiente de toda esta montaña, cuando ni aún como priorato existía el de Santa María. Su sitio era el castillo llamado Marró, a una hora de distancia de esta casa en el mismo monte hacia levante. Hay ya memorias de este castillo y de la iglesia de Santa Cecilia en el año 871, del cual es la escritura original que existe en este archivo con algunas copias antiguas de ella, todas conformes en la fecha. Es una venta que hizo Rodulfo a Ansulfo y a su mujer Druda del castrum Marre in latere Montisserrati positum... propter precium V. librarum optime plate... Advenerunt autem, dice el vendedor, prefata hec omnia ob largitionem Domini mei gloriosissimi regis Karoli (el Calvo)... simul cum, ipso loco in quo edificata est ecclesia nuncupata Sancta Cecilia... Actum est hoc anno incarnationis Christi DCCCLXXI. indictione IIII. IIII. Kal. Maii anno III. regnante Ledoycus rex. 

En la Marca Hisp. (col. 388 y 853) se pone este documento en el año 941, y al margen de la última de estas páginas, a la par de la fecha se lee: Haec sunt corrupta. En efecto debe haber alguna equivocación respeto de los años del rey Luis, que cualquiera que sea de este nombre, no vienen bien con el de Cristo 871, que constantemente se escribe en el original y en las copias, y con él cuadra también la Indicción IV. La coherencia de estas dos notas obliga a creer que la escritura es de ese año y no del 941, al cual la atrasó Balucio (ibid.); que en todo caso, si quería reducirla al año III de Luis Ultramarino, debió ponerla en 939. A pesar de estas dudas, la noticia de la venta de dicho castillo es cierta y consta además de otras escrituras posteriores. De la compradora Druda era primo el presbítero Cesario, que tanto ruido hizo y hace aún ahora con su pretensión de metropolitano Tarraconense; el cual adquirió dicha posesión por donación de su prima y del hijo de ella Ansulfo en el año 942. Que Druda casada ya en 871 viviese todavía setenta y un años más, alguna dificultad es; pero no tan grave que nos obligue a desmentir la fecha de la primera escritura original.

Puesto pues Cesario en posesión de este lugar, reunió algunas personas que profesasen allí la vida solitaria, y tan pronto que en el año 945 estaba ya plantificado el monasterio, y en estado de que Jorge obispo de Vique confirmase la fundación o restauración, dándole además algunos bienes ad restaurationem, dice, huius cenobii. En la escritura fecha indictione III. VIII. Kal Iulii anno VIIII. regnante Ludovico gloriosissimo filio Karoli (épocas que cuadran bien entre sí), se da por sentado que dicha restauración fue hecha por los condes de Barcelona Suñer y su esposa Richildis; lo cual está bien dicho, aunque sólo diesen para ello su permiso. Doce años después en el de 957 el obispo Wadamiro de Vique dio a Cesario y a sus monjes la regla de S. Benito, consagró su iglesia y confirmó sus posesiones. De esta escritura que está original en Santa María, aunque muy maltratada, y de las otras anteriores, se habló ya en el episcopologio de Vique. Otras memorias hay de este monasterio en el mismo siglo X; de algunas de ellas se hará mención más adelante. Ya vimos al principio que la montaña de Monserrate con todas sus iglesias se había adjudicado al monasterio de Ripoll, como su propio alodio. Parece ser que con la erección de abadía en la de Santa Cecilia se había hecho esta independiente de aquella casa. Pues consta que el abad de Ripoll Oliva, siendo ya obispo de Vique, reclamó esta posesión ante el conde de Barcelona Berenguer Borrell, el cual finalmente declaró sujeta a aquella abadía la de Santa Cecilia, el año XXVII del rey Roberto, que es el 1023 de Cristo. El cardenal Aguirre publicó esta escritura en su colección de concilios, con la equivocación notable de reducirla al año 990, cuando aún no existían el conde ni el obispo. Andando el tiempo hallo otra cuestión suscitada por Rolando, abad de S. Cucufate del Vallés, de la cual se habló en el episcopologio de la iglesia de Vique, donde en resolución viste que el año 1103 se dio este monasterio por independiente del de S. Cucufate, y en 1108 se declaró judicialmente que debía estarle sujeto. No me consta con claridad como se reunió después al de Santa María de este monte, de cuyo patronato es hoy día. De esta antigua casa no quedan sino algunos trozos del edificio, entre ellos el cascarón del altar mayor, donde hoy invertido el orden se halla la puerta de la iglesia que está remendada con obra posterior. Algunas memorias se conservan de sus abades antiguos, parte en escrituras y parte en un necrologio manuscrito en el siglo XIV propio de aquella casa, que está hoy en la de Santa María. Las apuntaré aquí, porque no perezcan del todo, ya que me vinieron a mano.

Cesario, primer abad y fundador de esta casa desde antes de 945. No me consta la época de su muerte; pero debió acaecer hacia el año 981, en cuyo tiempo se sabe que estaba gravemente enfermo, según se ve en una escritura de que hablaré después. El citado necrologio pone su óbito de esta manera: VIII. idus Augusti: obiit Cesarius, qui primo fuit archiepiscopus Terracone, secundo vero abbas, qui istam domum edificavit. De la especie de haber sido arzobispo de Tarragona diré luego de propósito.

Existencia. Muerte. 

Ferreolo 994. 996. 

Fochearo (f. Folcher) 999 

Bonifilio 1026. 1031. 

Guillermo 1040. 1043. 

A este abad y a su monasterio dio un alodio Miró Geribertí, que se intitula a sí mismo princeps Olerdole, y el alodio también estaba junto a la ciudad de Olérdola. Vi la escritura original en Santa María de Monserrate (caj. 19. leg. 9. n. 3.) fecha III. nonas Iulii anno XI. regnante Henrici regis, 1042 de Cristo. No es esta la única memoria que tenemos de Olérdola, de cuyo lugar se hablará acaso otro día.

Pedro 1056. 

Dalmacio 1088. 1103. 

Geraldo 1120. 

Arnaldo 1122.

Mirón 

Pertenece a este siglo. El necrologio pone su óbito a 18 de Octubre. 

Guillermo 1143 

Guillermo 1200.

Geraldo 1219. 1220. 

Arnaldo de Calders 1220. 

Raimundo 1281.

A esta época pertenece la nota siguiente del necrologio: VII. Kal. Martii: eodem die fuit diruptum castrum de Castelleto, et Guillermus domus eiusdem fuit interfectus anno M.CC.LXXVII. 

Raimundo 1290.

El necrologio menciona estos Raimundos, apellidando a uno de ellos de Briz. (Bricii). 

Bartolomé de Castelloli 1327. 1343.

El necrologio: III. Kal. Maii. Ob. Fr. Bartholomeus de Castro eulino, qui fuit monachus S. Benedicti (de Bages) et abbas istius monasterii: fecit multa bona: anno M.CCC.XLIII.

Bernardo de Castelloli, electo en 1347. Cuya elección confirmó Hugo, obispo de Vique.

Andrés 1381.

Pedro Andrés 1399.

El necrologio: XIIII. Kal. Octob. Ob. ora vesperorum rev. D. Fr. Petrus Andreas abbas istius monasterii, qui huic monasterio multa bona fecit: anno à Nativ. Dñi. M.CCC.XC.IX.

Berenguer March, electo en 1399.

Conjeturo que aquí cesó la serie de estos abades, con la introducción de ellos en el monasterio próximo de Santa María en el año 1410, cuyo engrandecimiento debió influir mucho en la decadencia del nuestro.

Volvamos ahora a ver lo que decíamos del abad Cesario, digo de haber sido arzobispo de Tarragona. Es constante que los obispos de Cataluña posteriores a la invasión de los árabes, y en los cuatro siglos de cautiverio de su metrópoli Tarragona, reconocieron por metropolitano al Narbonense. En esta época tal cual vez sucedió que algunos o resentidos de esta dominación extranjera, o por ambición, o por la perturbación y revueltas de aquellos tiempos, se proclamaron legítima o ilegítimamente arzobispos de Tarragona. Del primer modo lo fueron con autoridad del papa los obispos de Vique Atón en el siglo X y Berenguer Rosanes a fines del XI. Mas entre los no reconocidos por la provincia se cuenta nuestro Cesario, a quien se le dio este título y cargo en un concilio de Compostela, celebrado según se supone en el año 938. El P. M. Flórez (Esp. sag. tom. XIX. pág. 159) corrige esta fecha atrasando el suceso hacia el año 962, y se inclina a creer que el Cesario arzobispo es persona distinta del abad de Santa Cecilia. Masdeu, pasando muy adelante como tiene de costumbre, niega la existencia del concilio, del nombramiento de Cesario, y también la de su persona. El necrologio citado de Santa Cecilia dice como ya vimos que Cesario fue arzobispo antes de ser abad. Lo mismo da a entender el privilegio que cité del conde Berenguer a favor de Ripoll y su abad Oliva del año 1023, donde se lee que el conde Suñer y su esposa Richildis dieron el monasterio de Santa Cecilia y sus bienes a Cesario, qui profitebatur se archiepiscopum Tarraconensem esse; y habiéndose verificado esa donación de Suñer en el año 942 antes de la fundación o restauración de la casa, es claro que da a entender que Cesario era ya arzobispo antes de ser abad. Mucho hay que escardar aquí. Sin embargo salimos de este embrollo y pronto y con felicidad, con la simple narración y extracto de los documentos que me han venido a mano, que por ser originales y coetáneos y fuera de toda excepción, valen más que todo el pirronismo de Masdeu, y que las conjeturas del sabio M. Flórez, y las equivocaciones de los MSS. posteriores. Son las siguientes.

1.a Escritura de cambio de Virgilia, llamada Druda, con el monasterio de Santa Cecilia, al cual y a Cesario abba sive archiepiscopus da un alodio en Saltellas. Su fecha: actum XV. Kal. Maii armo VI. regnante Leutario rege, que es el de 959. 

2.a Cesario archipresul y abad de Santa Cecilia junto con sus monjes Barone 

sacer, Galindo mon. Ferrucius mon. Sensudas mon. Geldemirus mon. Ariolo mon. Barone mon., establecen a Comemiro y a su mujer Speciosa un alodio en el castillo de Bonefacio, llamado de la Guardia. Actum V. Kal. Ianuarii anno XX. regnante Leutario rege. Firma original: Cesarius archipresul abba Sancta Cecilia. Es del año 973.

3.a VIII. Idus Aprilis anno XXV. regnante Leutarius rex. Geldemiro sacer da a Santa Cecilia sub manu archipresul Dei gratiâ Domno Cesarius una heredad en el término de castro Gelida: es año 978. 

4.a IIII. nonas Febr. anno XXVII. regnante Leutario rege. Cesarius archipresul, junto con los monjes de Santa Cecilia, vendió a Dadelevo, presbítero, unas tierras junto a Manresa, en el Brugo (burgo) que dicen Pugo. Firma: Cesarius qui propter egritudinem corporis non possum scribere, et digito firmo +. Es del año 980. 

De estas cuatro escrituras que he visto originales en el archivo de Santa María de Monserrate, se infiere con claridad: 1.° que real y verdaderamente Cesario se tuvo por arzobispo, y que por tal le reconocieron sus monjes y las personas con quienes contrataba: 2.° que era una misma persona el Cesario, abad de Santa Cecilia, y el llamado arzobispo de Tarragona; y 3.° que su ordenación en arzobispo es muy anterior al 962, puesto que ya en 959 le hallamos adornado con este título. Y ¿qué época señalaremos a este suceso? Diré lo que resulta de todos los documentos citados. En el año 942 Cesario era solamente presbítero, cuando su prima Druda le hizo donación del castillo Marró. También lo era en 945, cuando Jorge, obispo de Vique, confirmó la fundación de su monasterio; y cuando el obispo sucesor Wadamiro le dio en 957 la regla de S. Benito, y consagró su iglesia de Santa Cecilia. En estas escrituras no se da a Cesario otro dictado que el de abad. 

Y ¿quién podrá creer que si fuese ya entonces y se tuviese por arzobispo, se sujetase a un sufragáneo suyo hasta mendigar de él la consagración de su iglesia y la confirmación de sus bienes? Ni ¿cómo el de Vique ejercería su jurisdicción ordinaria sobre su metropolitano, si lo reconocía como tal? y si no lo reconocía ¿cómo dispensaba estos favores y beneficios pastorales a quien se arrogaba una jurisdicción que no le competía, causando con su pretensión tan graves escándalos en la provincia? Queda pues demostrado que en el año 957 Cesario no era todavía arzobispo, cuando ya muchos años que era abad; porque a serlo, ni se omitiera en las escrituras este dictado, como no se omite en las posteriores, ni el obispo de Vique hubiera tenido tanta consideración con un intruso. Mas como indubitablemente y por escrituras originales nos consta que ya se intitulaba arzobispo en el año 959 (VI del rey Lotario) es imposible no fijar la época de su ordenación buena o mala en el año 958; y acaso es este el error que tiene la carta de Cesario al papa Juan, cuando dice que su provisión fue en 938, época notoriamente equivocada, como demostró el P. Flórez. Yo opino pues por lo dicho, que nombrado Cesario arzobispo de Tarragona en el año 958 por el concilio Compostelano, y viniendo a su provincia, comenzó a experimentar la resistencia que indica de los cuatro obispos de Cataluña mencionados en su carta, la cual dirigió en los años inmediatos al papa Juan, que lo fue hasta el 963. A este periodo de cinco años en que se verifica la coexistencia del papa con los cuatro obispos, pertenece la famosa carta de Cesario. Es verdad que en ella no se intitula abad; mas esta omisión no prevalece contra tantos testimonios auténticos de que lo era. Por último se sabe que hasta su muerte conservó el dictado de arzobispo, aun cuando no era reconocido por ninguno de los prelados que él quisiera fuesen sus sufragáneos. Esto he hallado con que ilustrar esta especie. A Dios; y me paso a la vecina Manresa, y al monasterio de Bages