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domingo, 12 de febrero de 2023

CARTA CXXIX. Prosiguen libros y papeles preciosos, biblioteca Carmelitas descalzos Barcelona.

CARTA CXXIX. 

Prosiguen las noticias de libros y papeles preciosos, que se conservan en la referida biblioteca de Carmelitas descalzos de Barcelona.

Mi querido hermano: Poco queda que examinar en la biblioteca de los PP. Carmelitas descalzos de esta ciudad. Mas no sé si lo podré hacer con pocas palabras. Hay aquí un códice fol. ms. más conocido por el nombre y la materia, que por otras circunstancias dignas de publicarse. Contiene la historia del Rey Don Jaime I de Aragón, escrita en latín por el P. Fr. Pedro Marsilio, Dominico, y dedicada a Don Jaime II en el año 1314. Aunque este códice es de escritura de ese mismo tiempo, mas no es el original, pues este debió quedar en el archivo de mi convento de Mallorca, como pidió su autor al Rey. Tampoco es la copia que de orden del Rey mandó sacar su tesorero, en pergamino, adornada con letras de oro, y varios dibujos; copia que presentó el autor a dicho Príncipe estando oyendo misa en la iglesia de Santo Domingo de Valencia, día de la Santísima Trinidad, de 1314; y el Rey la recibió, y aun leyó después un capítulo paseando por el claustro. Consta todo esto del memorial, decreto del Rey y nota de la presentación que se hallan al principio de este códice. La obra se divide en IV libros. El I trata del nacimiento, infancia, matrimonio, cortes, y otros hechos del Rey Don Jaime, hasta el año 1229 en XXVI capítulos. El II habla de la conquista de Mallorca, Menorca e Iviza, en XLIX capítulos. El III, de la conquista del reino de Valencia, en LXXVIII capítulos. El IV, de la del reino de Murcia hasta la muerte del Rey, y son LIX capítulos. Es de notar que faltan al fin del libro algunas hojas, desde el capítulo 45. Por de contado, y mientras no se dispone otra cosa mayor, envío copia de todos los títulos, sacada de los que están al principio de cada capítulo, porque al índice que hay al principio le falta una hoja perteneciente al libro II y III. También va el prólogo, que es curioso, con las notas que antes decía. Con esto podrás formar alguna idea de lo que es esta obra (a: Ap. núm. XIII.) 

Rey Don Jaime I de Aragón, Bernardino Gómez Miedes
(Libro sobre Jaime I de Bernardino Gómez Miedes)

Lo que yo veo en ella es una casi total identidad con la llamada: Comentarios del Rey Don Jaime I, que corre en lemosín, y aun se dice ser obra del mismo Rey. Había pensado hacer palpable esto, poniendo en dos columnas ambos textos, digo, algunos de sus lugares. Pero creo que descansarás sobre mi palabra, que los he cotejado en muchas partes que la suerte me ha ofrecido. De modo que no hay más diferencia entre las dos obras, sino que el P. Marsilio habla del Rey Don Jaime I en tercera persona, y en la lemosina habla este Príncipe en persona propia.

De esta identidad en obras de diferente idioma resulta la cuestión, quién fue el autor y quién el traductor. La importancia de la materia, y la celebridad del nombre del Rey Don Jaime, merece todo el trabajo que me he propuesto emplear en su declaración. La opinión común es que la obra lemosina lo es de aquel Príncipe, el cual a imitación de Julio César, escribió todos sus hechos políticos y militares; y por consiguiente, que el P. Marsilio, que florecía en los tiempos de Don Jaime el II, tradujo aquella obra en latín. No se puede negar que antes del P. Marsilio existían algunas memorias en lemosín de los hechos de Don Jaime I, las cuales él ordenó y puso en latín. Dícelo él mismo en su prólogo por estas palabras: valde consonum in oculis illustrissimi Domini Jacobi Regis (Don Jaime II) ... apparuit, ut victoriosissimi avi sui gesta pristinis temporibus, veraci stilo sed vulgari collecta ... reducerentur in medium, atque latino sermone discreta et per capitula iuxta conclusionum varietatem distincta, unum ystorialem et cronicum redderent codicem. Ni era posible que el P. Marsilio, que comenzó a escribir más de treinta años después de la muerte de aquel Rey, dijese con tanta puntualidad sus hechos, y hasta las semínimas de ellos, si no las tomara del que las escribía al mismo tiempo que sucedían, y que sólo parecen bien en boca del que las presenció. Así que es indubitable que el P. Marsilio tradujo y ordenó en latín ciertos escritos lemosines extendidos en vida del Rey conquistador. Y en este sentido no es autor sino traductor de la crónica del Rey Don Jaime. Mas si la cuestión versa sobre la obra del citado Padre, comparada con la que corre escrita en nombre y persona de aquel Monarca, es otra cosa. Porque yo sospecho que esta se zurció muchos años después de la de Marsilio; y tengo por cierto que el Rey Don Jaime ni escribió esta su Crónica lemosina, ni aun aquellas otras memorias que sirvieron a Marsilio de original. Yo me guardaré bien de reproducir aquí los argumentos con que Don José Villarroya probó esta que parecerá paradoja en las cartas que imprimió en Valencia en el año 1800. Se reducen a que aquel Príncipe calló y dijo lo que no debía, e incurrió en anacronismos que no caben en quien escribe su misma vida. Cosas que según las reglas de críticas, deben deducir las dudas de esta especie. A esto tengo yo que añadir un argumento negativo tomado del silencio del P. Marsilio, donde debía decir que aquellos Comentarios lemosines eran obra del Rey Don Jaime. Habla en su prólogo de la escasa noticia que tenía el mundo de las hazañas de aquel Príncipe, y se queja amargamente de que el Arzobispo Don Rodrigo tocase tan ligeramente en las alabanzas de héroe tan famoso; y por esto dice que le mandó Don Jaime II poner y ordenar en latín los hechos de su abuelo veraci stilo sed vulgari collecta, ac in archivis domus regiae ad perpetuam suae felicitatis memoriam reposita. Pues si estas escrituras vulgares que él se proponía ordenar y traducir al latín, hubieran sido obra de Don Jaime el I, ¿cómo era posible que lo ignorara el P. Marsilio y que lo callara, siéndole tan importante el decirlo para autorizar más su traducción, y siendo esta la mayor alabanza de aquel Príncipe, a quien elogia tan encarecidamente en el prólogo ¿Ni cómo había de permitir y aprobar este silencio Don Jaime II, que tanto amaba las glorias de su abuelo? Además, si ya existían los Comentarios, obra de dicho Rey, ¿cómo pudo quejarse Marsilio de la falta de su Crónica y del silencio de la de Don Rodrigo que con tanta ventaja compensaba esta de que se trata? ¿Y qué causa tan urgente había para traducirla en latín en un tiempo en que el lemosín era el idioma de las cortes de Aragón, Provenza y Sicilia y entendido en la de Castilla? Especialmente los mallorquines, ¿qué necesidad tenían de esa traducción, para los cuales parece se hizo principalmente? ¿Había más que sacar varias copias de aquella obra para extender la memoria de las hazañas de este Príncipe tan famoso? Por otra parte, el P. Marsilio en las palabras citadas dice que ordenaría por capítulos las memorias lemosinas, de modo que formasen un códice de Crónica seguida. Supone, pues, que no tenían orden ni división de capítulos. ¿Quién conocerá por estas señas los Comentarios que corren en nombre del Rey Don Jaime? Los impresos están divididos por partes y capítulos, y los manuscritos que he visto, aunque carecen de esta enumeración, forman una narración crónica continuada. De modo que podemos creer que ni Marsilio, ni Don Jaime II, ni personaje alguno de la corte conoció esta obra lemosina, sino otras escrituras que debió componer alguno de los que acompañaron al Rey Don Jaime I en sus expediciones. Pues Marsilio, que tan llanamente confiesa la existencia de estas y que las vertía al latín, ¿qué interés podía tener en ocultar las otras? Y si hubiera sido justamente reprendido por Don Jaime II y los de su corte en caso de callar el paradero de aquellas memorias y arrogarse el título de autor, ¿cuánto más lo debía ser callando la obra de tal Rey, si tal hubiera? Cuanto más vueltas doy al prólogo de la obra de Marsilio, más fuerte me parece el argumento que nace de su silencio en esta materia. Qué será si añadimos el del principal cronista de Cataluña Ramón Muntaner, que nació once años antes que muriese Don Jaime el Conquistador, y comenzó a escribir su Crónica en 1325 a los sesenta de su edad? Pues ello es cierto que llegando Muntaner al capítulo VII y excusándose de la brevedad con que escribía las cosas de aquel Príncipe, dice así: no ho vull tot comptar per ordre, e per ço menstich (men stich, me 'n estic) com ya seu (sen, s 'en) son feyts molts libres de la sua vida, e de les sues conquestes, e de la sua bonesa de caballeries e asaygs e proeses. 

Aquí, donde no debía, calla Muntaner que aquel Rey hubiese escrito de sí y de sus cosas, y sólo excusa su brevedad con los libros que hablaban de él, que eran sin duda los de Marsilio, publicados ya doce años había.

Adelantemos un paso más. ¿Dónde quedó esta obra original del Rey? 

En el archivo real no estaba; porque en él sólo había ciertas memorias, que, como acabamos de ver, no eran obra de aquel Príncipe. La opinión común es que quedó en el real monasterio de Poblet, de donde al (el) Arzobispo Pedro de Marca la sacó y llevó a París. Y aun sé que en esta inteligencia se escribió desde aquí los años pasados al embajador de España en aquella corte, el Excelentísimo Señor Don Nicolás de Azara, para que buscase alhaja tan preciosa. Confieso que me irritan las calumnias de esta clase que oigo cada día por acá contra la memoria de tan grande hombre como era el Señor Marca. Vean los archiveros respectivos si les falta algún documento de los que él cita y publica; y si falta, otra será la ocasión, que hartas ha tenido esta frontera para perder del todo sus archivos, no la vileza que suponen, sin probarla jamás.

Y por lo que toca a nuestro propósito, necesariamente hemos de confesar que tal obra manuscrita no existía en Poblet en los años 1314 y 1325, puesto que ni Marsilio ni Muntaner hacen memoria de tal cosa. ¿Y quién dirá que podía ser ignorado el paradero del libro por personas que debieron visitar algunas veces aquel depósito del cuerpo del autor, y que trataban de publicar lo mismo que en él estaba escrito? Tampoco existía en 1343, época que debes tener muy presente para lo que se ha de decir. 

En este año el Abad de Poblet, Don Ponce de Copons, mandó escribir el ejemplar de los Comentarios lemosines del Rey Don Jaime I, que existe en esta biblioteca de los PP. Carmelitas descalzos (H. 335). No puedo dejar de copiar aquí el epígrafe final. Dice así: Aquest libre feu scriure lonrat en Ponç de Copons, per la gracia de Deu Abbat del honrat monestir de Sancta Maria de Poblet. En lo qual monestir iau lo molt alt Senyor Rey en Jacme, aqueyl de que aquest libre parla dells feyts que feu, ni li endevenguerem (endevengueren, esdevingueren) en la sua vida. = E fo escrit en lo dit monestir de Poblet de ma den Celesti destorrens (d' es, dez Torrens, Torrents), e fo acabat lo dia de Sent Lambert a XVII dies del mes de setembre en lany de M.CCC.XLIII. (1343) No hay aquí la menor expresión que diga ser copia del original que existiese en Poblet, ¿Y no era muy regular que se autorizase con esto una copia hecha en aquel monasterio y por mandado de su Abad? 

Y pues advirtió lo que era notorio, es a saber, que el cuerpo del Rey Don Jaime yacía en aquella casa, y que de él y sus hazañas hablaba el libro, ¿cómo pudieron olvidar lo que tan honroso era al Príncipe y al monasterio? Conjetura lo que quieras de este silencio: la consecuencia que yo saco es que no había tal original, y acaso ni otro ejemplar de quien sea esta copia, pues no dice que lo sea.

En resolución y acabemos con esto, antes de ese año 1343 nadie que sepamos conoció esta obra, escrita en nombre y persona del Rey Don Jaime I. Vémosla comparecer entonces sin decir de dónde se tomó, y eso que se escribió donde suponen que estaba el original. ¿Qué diremos? ¿qué entonces se forjó y zurció de los Comentarios latinos del padre Marsilio, poniendo en lemosín y en primera persona lo que aquel escritor dijo en tercera? Yo no lo afirmo; pero las sospechas son vehementes.

Lo cierto es que hasta ahora no se ha encontrado otro ejemplar más antiguo que este. De él es la copia que sacó en 1619 el Presbítero Ramón Vila, como se ve en el epígrafe final, que copió a la letra, y en las miniaturas y todo él. Y en el prólogo dice este copiante que le dejó aquel códice un caballer desta ciutat de Barcelona anomenat Jotxim Llatzer Bolet, que era un llibre molt antich de sa casa escrit de ma en pergami de lletra molt antigua y conforme me habia certificat molt temps abans son pare Pere Pau Bolet … fonch copiat lo seu llibre del original que lo matex Rey Don Jaume escrigue de sa propia ma que esta recondit en lo monestir de Sta. Maria de Poblet … com ia en alguna manera consta de altra part per las darreras clausulas de la fi del present llibre. 

Estas cláusulas son las que ya dije del códice de los Padres descalzos. 

En las cuales no sé como el copiante Vila halló que el original del Rey Don Jaime estuviese en Poblet, porque allí nada hay que aluda a ello. 

Por otra parte el testimonio de Pere Pau Bolet, que floreció a fines del siglo XVI, no sé como pueda servir de prueba de lo que pasó a mitad del siglo XIV. Oyendo, pues, en esta obra hablar al Rey de sí mismo, fue fácil creer la obra suya, y como tal la han citado siempre los historiadores, aunque los más cautos como Zurita, nunca se la han atribuido absolutamente sino con la restricción de corre en su nombre, escrita en su nombre y otras semejantes. Expresión muy verdadera; pero que tampoco se halla en los tres testigos que alegué del siglo XIV. Si verifico el viaje que tengo proyectado a Mallorca, acaso podré adelantar algo en este punto con el escrutinio de los ejemplares de la obra del Marsilio que dicen hay en aquellos archivos (a: En Mallorca sólo está el libro II, copiado allí con lujo en 1330, y luego traducido al lemosín. Luego no había tal historia lemosina del Rey Don Jaime. Porque a haberla ¿a qué traducir en vulgar la latina de Marsilio? Item ¿por qué con tanta ansia pidieron copia del texto latino de este padre, si ya tenían la historia del Rey?)

De Don Antonio Agustín no he hallado aquí tantos manuscritos como me habían ponderado en Tarragona. Sólo hay suyos los Diálogos de las armas y linajes de España. Es una copia (M. 530) como de fines del siglo XVII: están incompletos, como los que publicó Mayans en 1734. Sólo tiene de notable que como explicando las cifras de los interlocutores A. B. C., que van impresas, las aplica a Arzobispo, Beneficiado y Canónigo; cosa que no dice bien con la explicación que dio Andrés Scoto a las mismas iniciales de que usó en los Diálogos de las medallas, y aun creo que en los De emendatione Gratiani. Hállase también en este ejemplar un prólogo breve del que lo escribió, que no dice otra cosa sino que esta copia se sacó, como otras muchas, de la que tenía Don Galcerán Albanell, Arzobispo de Granada.

Más interesante es para las noticias del Don Antonio Agustín la colección de cartas que aquí se conserva (D. 292) de varios sujetos ilustres de su tiempo, muchos de ellos sus amigos. Ya tuvo de ellas noticia Don Gregorio Mayans; y si las hubiera podido disfrutar no hay duda que saliera mucho más completa la vida que publicó de aquel Prelado. 

Tienen esta ventaja las cartas familiares de los grandes hombres, que no sólo deleitan con su lenguaje y erudición, sino que suministran muchas noticias pertenecientes a su vida política y literaria, que acaso no existen en otra parte. De las que aquí hay, publicó la mayor parte Don Ignacio de Aso. Mas quedan todavía algunas inéditas que, halladas después, se encuadernaron junto con las publicadas; y aun omitieron tres de estas. Son en todas cuarenta y cuatro, es a saber: una de Alvar Gómez, ocho de Don Rodrigo Çapata, una del Obispo de Segovia Covarrubias, dos de Gerónimo Zurita (Cronista aragonés, Anales de Aragón); y por no detenerme en esto, las hay de Andrés Darmaro, su famoso amanuense, de Martín Vaylo, de Sebastián de León, de Luis Pons de Icart, de varios Obispos y otros de menos cuenta; las hay latinas, castellanas y griegas, todas útiles, y algunas de ellas muy importantes. Apenas se halla una que no trate de literatura y literatos, ediciones de libros, lápidas, monedas, manuscritos, etc. No obstante, te envío por ahora cinco que me han venido a las manos, a saber: dos de Gerónimo Zurita, una de Zapata, otra de Vaylo y otra de Marsá (a: Aps. núms. XIV, XV, XVI, XVII y XVIII.). Cuanto he dicho será regular que dispierte en ti un gran deseo de ver estas cartas. Pronto se cumplirá, y las verás impresas e ilustradas con notas por mi erudito amigo y favorecedor el señor Don José de Vega y Senmanat, vecino de esta ciudad. Este caballero, estimulado con el ejemplo del sabio Español Don Juan Andrés, que acaba de publicar en Italia varias cartas latinas de Antonio Agustín, con un prolijo examen de las noticias que resultan, ha emprendido publicar las que hay aquí de sus amigos: y porque las que publicó el señor Aso (Asso) están en gran parte malamente copiadas, ha tomado la resolución de imprimirlas todas, y en ello está entendiendo ahora. Cosa que el público debe aprovechar, y a mí dispensarme de un trabajo superfluo, para el cual no tengo ahora todo el ocio que esto requiere. Porque ponerse a averiguar las vidas de los que escribían a Antonio Agustín, y de los personajes que mencionan, y las causas de ciertas expresiones, y de las disputas literarias, y combinar fechas y pareceres, que todo esto es menester, y aun más, ni yo lo puedo ahora hacer, ni tampoco debo.

El parecer que el mismo Don Antonio Agustín dio de un manuscrito que se guarda en esta biblioteca (O. 293), me obliga a hacer mención de él. Es el Catálogo de los Arzobispos Tarraconenses, que escribió Luis Pons de Icart, ya conocido por su libro impreso de las Grandezas de Tarragona. Yo esperaba que medraría algo con la lectura de aquel catálogo, el cual, con no poco trabajo, formé yo de aquellos Prelados. Pero he visto verificado el juicio que de ello hizo Don Antonio Agustín, que en carta a Zurita de 8 de diciembre de 1577, decía del libro que estaba escrito con alguna diligencia, pero no sin errores; y no merece que se imprima por muchas causas que serían largas de contar (a: Vid. Mayans Vida de Don Antonio Agustín, núm. 96.).

De Arias Montano se halla aquí el tratado que intituló Joseph sive de arcano sermone, incompleto, copia muy cercana a aquel tiempo, idéntica con el impreso. A este sigue otro con este título: Communes et familiares hebraicae linguae idiotismi (idiotismos), Benedicto Aria Montano auctore: habla de ello en cuatro hojitas gramaticalmente, y luego siguen los idiotismos ordine alphabetico digesti; que sólo llegan a la C., y la palabra Cervix donde acaba el libro.

Por último daré noticia de un códice (B. 273) muy apreciable a lo que entiendo. Su título es: Sozomeni Presbiteri Pistoriensis, ac Florentie educati Cronice incipiunt. Principio: Scripturus ab orbe condito, etc. Divide su obra en dos volúmenes: el I hasta C. César y la batalla de Farsalia; y el II desde esa época hasta su tiempo, que era del siglo XIII. Este códice es el volumen I completo y muy bien conservado, manuscrito fol. max. vit. Precede a la obra una descripción del orbe en general y particular de todas las ciudades de Italia. La conclusión del libro es un elogio de un cierto Vespasiano, que debía ser uno de los doctos escribientes que llamaban librarii. Dice así: Haud te Vespasiane liberarie (librari), urbisque Florentine civis, silentio praeterire in huius primi voluminis calce mihi est consilium. Nam si Ciceronis coetaneus fuisses, te peroptime dignum suis aureis litterarum monumentis decorasset, inmortalemque fecisset. Tu profecto in hoc nostro deteriori saeculo hebraicae, grecae atque latinae linguarum omnium voluminum dignorum memoratu notitiam eorumque auctores memoriae tradidisti. Quam ob rem ad te utique omnes Romanae, atque aliarum ecclesiarum Pontifices, Reges, Principes, aliique trium linguarum eruditi, si humanitatis cognitionem habere cupiunt, gressus suos dirigunt. Ego autem ipse, ut pro veritate loquar, auxilio tuo in doctorum virorum documentis ab eis relictis potissimum usus sum: quorum multa mihi a te demonstrata, ac deinde diligenter perquisita, in hoc primo nostro volumine conserui. Esto ergo inmortalis, ut ita dixerim, dumodo (dummodo) haec mea scripta satis inepte pro ingenioli mei facultate prolata, tu etiam permanebis.

Este códice es sin duda el de que hablaba Luis Pons de Icart a Don Antonio Agustín, en carta fecha de Tarragona a 7 de mayo de 1573, con estas palabras: En Barcelona en casa de un sastre o remendó qui ven tambe libres, y te casa a las voltas devant Sant Sebastia, trobi sis ho set dies ha un libre de pregami (pergamí) tot, de forma gran, scrit de molt bona lletra de má, y es una historia de Sosomeno presbitero … Yo lin donave trenta sous, y no lam volgue donar. Dix lo desfaria per fer cubertes a librets; yo li encareti, que non (nou : no ho) fes, que creye que es libre que no es estampat; y perquen volie cinquanta reals lo dexi. Puis me paregue libre molt curios y raro, y V. S. te lo poder y es amich de tals libres, me ha paregut ferho a saber a V. S., perque si li parra, scriure a Barcelona a mestre Nunnez ...

Un códice muy raro y curioso he hallado asimismo en esta biblioteca (O. 405) de un tal Albertano, abogado de Brescia en Italia, que vivía a mitad del siglo XIII. Está dividido en tres libros: 1.°, Comienza: Albertanus. 

De doctrina dicendi et tacendi, filio Stephano. 

En lemosín. In fine sub M.CCXV. (1215) 2.°. También en lemosín, concluye: Explicit liber consolationis et consilii, quem Albertanus, Causidicus Britxensis de Ore S. Agatae compilavit, atque composuit sub M.CC.XLVI. (1246) in mensibus aprilis et madii. Dicat. filio Johanni, qui in arte cirurgiae meditando te exerces. 3.° concluye: Explicit liber de amore et dilectione Dei et proximi, et aliarum rerum, et de forma vitae, quem Albertanus, Causidicus Britxiensis (Brescia) de Ore S. Agatae compilavit ac scripsit, cum esset in carcere Dni. Imperatoris Frederici in civitate Cremonae, in qua possitus fuit, cum esset capitaneus Gavardi ad deffendendum locum ipsum ad utilitatem communis Brixie, anno Domini M.CC.XXX.VIII. de mense augusti, in die S. Alexandri, quando obsidebatur civitas Britxiae ab ipso Imperatore. Fuit directus filio suo Vincentio.

A Dios. Barcelona, etc.

sábado, 11 de febrero de 2023

CARTA CXXVI. Noticia de varias iglesias y conventos de la ciudad de Barcelona.

CARTA CXXVI.

Noticia de varias iglesias y conventos de la ciudad de Barcelona. 

Colegiata de Santa Ana.

Mi querido hermano: La iglesia colegiata de Santa Ana fue en lo antiguo de monjes o canónigos del Santo Sepulcro de Jerusalem, cuya fundación se ignora, pero verosímilmente se puede fijar hacia la mitad del siglo XII y muy poco después del 1141, porque se sabe que a 29 de agosto de este año W., Patriarca de Jerusalem y P., Prior del Santo Sepulcro, enviaron a G. su canónigo para hacer fundaciones de aquella orden en España. Vino además este sujeto como encargado de aquellos Prelados para firmar la concordia que aquel monasterio del oriente había hecho con el Conde Don Ramón Berenguer IV sobre la parte que pretendía poseer en el reino de Aragón por el testamento de Don Alfonso I

Existe esta carta en el archivo real de esta ciudad, de la cual además de este apunte saqué copia que ahora no tengo a mano, pero me acuerdo que estaba sin fecha. Esto no obstante, debe ser del año 1141 o siguiente, puesto que en 1140 vino acá otro canónigo llamado Raimundo para tratar de la cesión de aquel derecho a favor del sobredicho Conde. Así que G., que la confirmó y autorizó con su firma, debió venir después. Y él es sin duda el que introdujo dicha orden en estos dominios; pues en la citada carta dicen aquellos Prelados, que le instituían Prior en estos reinos, y ruegan al Conde que le señale lugar e iglesia in quibus convenienter conversare secundum Deum valeat.

No me atreveré a decir que este monasterio de Santa Ana fuese el primero que por acá se fundó, pero sé que existía ya formado en el año 1184, en que el Rey Don Alfonso II le hizo donación del castillo de Palafurgell (: Palafrugell) en la diócesi de Gerona. Al mismo concedió Don Jaime I a 20 de julio de 1266, que se cerrase una calle inmediata y sin salida, donde se cometían muchas torpezas y había ruidos que estorbaban la observancia regular. Era entonces Prior Fr. Pedro Canals. (Archivo real, registro IX, Jacobi I, folio 22).

A este monasterio se unieron otros dos o tres andando el tiempo, de los cuales es preciso dar la noticia que he podido adquirir. Había en esta ciudad un monasterio de la orden de la Penitencia, conocida en este país con el nombre dels frares del sacs (de los Sacos), como les llamaba el Infante Don Pedro en 1270; entre los gastos que hizo estando en Lérida: Item als frares dels Sacs X. sol. (Ibid. Reg. VII. Infan. Pet. fol. 63 b).

Esta orden fue suprimida en el concilio Lugdunense de 1274, como lo dice un Cronicón de Ripoll que he copiado, con estas palabras: 

Cassatus fuit ordo Saccorum. Parece que en dicho concilio se permitió a esos religiosos continuar en el usufructo de sus casas y posesiones, según dicen ellos mismos en la escritura de que voy a hablar. Según todas las señas y por varias y fundadas conjeturas estos religiosos vivían donde hoy están las monjas Franciscas de Jerusalem, cuya casa fundó en 1453 Rafaela Pages (Pagés), natural de Sarria (Sarriá), cediéndole el terreno el Prior de Santa Ana, que entró a ser señor de él por las incorporaciones de que voy hablando. En ese lugar, pues, vivían todavía algunos de aquellos frailes o hermanos (frater) del Saco en 1293, cuando con anuencia del Papa y mediación del Obispo y Capítulo de Barcelona quisieron pasar a ser canónigos reglares de San Agustín, incorporándose con el monasterio de esta orden que aquí había, llamado de Santa Eulalia del campo. Verificose esto de la manera que expresa la escritura cuya copia incluyo (a: Ap. núm. VIII.), y me excusa decir más.

Esta reunión se hizo con grandes ventajas del monasterio de Santa Eulalia (de Mérida), el cual estaba situado extramuros de la ciudad, cerca de los molinos reales, camino de Vique, donde dicen que antiguamente hubo un templo dedicado a Venus. Esta canónica Agustiniana fundó en 1155 el Obispo de esta iglesia Guillermo de Torroja; y allí existía aún en 1210 cuando el Rey Don Pedro II de Aragón le concedió que pudiese regar ciertas tierras con el agua de aquellos molinos. Mas como aquel sitio, según consta de la citada escritura, fuese pantanoso y ocasionase muchas enfermedades mortales a los que allí vivían, trataron de trasladarse a la casa de sus nuevos hermanos los exfrailes del Saco al paso que los recibían en su obediencia; y de esta traslación trata la citada escritura de 1293.

Después de esta traslación consta, aunque no he podido averiguar la época fija, que pasó esta canónica de Santa Eulalia a la casa donde hoy viven las monjas Dominicas de Monte Sion, las cuales primero estuvieron en los arrabales de la ciudad por fundación del Cardenal Don Fr. Nicolás Rosell de mi orden, y consta que se trasladaron al sitio actual en el año 1423, dos después que la canónica de Santa Eulalia se reunió a la de Santa Ana, como diré: porque en este año 1423 Don Alfonso V, renunciado el patronato que tenía del priorato de San Vicente de Garraf, de canónica Agustiniana, fundado en 1163 por Don Alfonso II, lo unió a Santa Ana para dotar la precentoría, con pacto que dejasen para las monjas de Monte Sion el convento de Santa Eulalia del campo. Todavía se ven en este convento de monjas algunos rastros de aquella canónica, como también conservan copia auténtica del testamento de dicho Cardenal y algunas reliquias que él les dejó. Pues como digo, en 1421 a instancias del Rey Don Alfonso V y con la autoridad del Papa Martino V fue incorporada dicha casa de Santa Eulalia a la de Santa Ana, quedando ambas bajo la única dirección del Prior del Santo Sepulcro; y así continuaron hasta que Clemente VIII secularizó en 1592 todas las iglesias reglares canonicales de Cataluña, Cerdaña y Rosellón, en cuya época fue erigida en iglesia colegial.

El edificio de la iglesia y canónica de esta colegiata es en alguna parte del siglo XII, en cuyo tiempo se construyó, como puede colegirse del Necrologio de ella misma, donde el día 11 de enero se nota el óbito de un canónigo venido de Jerusalem, llamado Carfilio, con estas palabras: Obiit Carfilius, frater Sancti Sepulchri, qui edificavit ecclesiam Sanctae Annae. A pesar de ser muchas las notas que he recogido tocantes a sus Priores, me parece oportuno omitir el catálogo de ellos, porque temo equivocarme confundiendo los Prelados de las dos casas reunidas, y más que esta clave es muy pequeña y de poca falta para la historia, aunque pudiendo ser, no la defraudaría de ese auxilio.

Con el deseo de adquirir algunas de estas noticias pasé a casa del canónigo de esta colegial Don Ramón Iglesias, donde entre otras preciosidades que no esperaba, encontré una colección muy respetable de pinturas. Este instruido eclesiástico supo sacar el debido fruto de varios viajes que hizo fuera de España en su juventud, y parte expendiendo algunos caudales, parte sabiéndose aprovechar de algunas felices casualidades, ha recogido hasta cien cuadros originales de profesores célebres. Tal es un Buen Pastor, que algunos creen de Ribera y yo no extrañaría fuese de Murillo. Del primero es indudablemente un San Antonio Abad de estatura colosal, y del segundo una bellísima Anunciata: de Lucas Jordán una Rebeca y Eliecer: de Carlos Marata una Virgen con el niño durmiendo en brazos: de Guido Rheni un San Juan Bautista, que está por concluir: del Catalán Viladomat una Santa Ana, un San Francisco Javier y dos figuras excelentes de Jesús y María con otros muchos cuadros: de Simón Vovet una Diana y Endimión, tres cuadros de Sátiros, el carro del Sol y un Marte y Venus: de Joanes un Jesús coronado de espinas: una bellísima Concepción que parece de Mateo Cerezo: un San Francisco de Paula de Sebastián Conca: el convite del Fariseo de Rubens. Y basta porque no puedo contar todo lo que allí hay, ni tampoco te servirá mucho esta noticia, si no vienes a verlo, como hacen todos los curiosos e inteligentes que pasan por Barcelona, donde no es esta la única colección de preciosidades que llamen la atención. Pero quise decir algo de ella, aunque esto no toca a mi viaje, ya que pasé allí un rato tan alegre, sin el polvo y taciturnidad de los archivos.

Santa María del mar.

Santa María del mar.

La iglesia parroquial de Santa María del mar es en su parte material lo que dijo Ponz en su viaje, y sólo se equivocó en atrasar un siglo la fábrica, diciendo que comenzó en el año 1429 y se concluyó en 1483. 

En la puerta que mira al mediodía hay dos inscripciones colaterales, una en lengua latina y otra en la laica o materna, que expresan como el edificio comenzó día 25 de marzo de 1329, y de otras memorias del archivo consta que se concluyó muy en breve, como cosa de treinta años. Puso la primera piedra Bernardo Llull, Arcediano de Santa María del mar y el primero que obtuvo esta dignidad, creada en 1324 hasta el 1348 en que murió. Está enterrado en la capilla de Corpore Christi, que construyó a sus expensas. El edificio es uno de los atrevimientos más brillantes y bien ejecutados de la arquitectura gótica.

Ponz se admira, y con razón, de lo extravagante y chabacano que es el nuevo altar mayor, construido desde el 1772 al 1782. A mí me asombra todavía más que esta obra se emprendiese y perfeccionase sin contradicción en un tiempo en que en Barcelona se construía por tan buen gusto la casa nueva de contratación o de la Lonja. Así que yo no echaría la culpa al común de la ciudad, sino a la ignorancia de los que aprontaron los caudales y a la prepotencia del arquitecto bárbaro, cuyo nombre no merece ser conocido.

Con la ocasión de esta obra se colocó el coro tras del altar mayor, como antes estuviese en medio de la iglesia al estilo monacal. Y yo no sé por qué se adoptó esta práctica en iglesias seculares, donde había de concurrir el pueblo, para el cual apenas hay lugar y proporción en el crucero y naves colaterales, ocupando la del centro las inmensas cavidades de los coros para cuarenta o cincuenta residentes que acuden a ellos. Tampoco son conformes al buen gusto de arquitectura los coros elevados en el testero de los templos, que roban al espectador una buena parte de él y hacen sus entradas mezquinas y lúgubres. De ambos defectos carece este templo de Santa María del Mar, que con otro altar mayor bien ejecutado podría atraer a los menos devotos. Su titular es la Asunción de nuestra Señora, y sobre la puerta principal en la parte interior se conserva la imagen colosal que había en el altar viejo. Pero la fiesta principal de la parroquia se hace a nuestra Señora en el día de la Circuncisión, y así no faltan doctos oradores que han dicho que la titular es Santa Maria ad praesepe. En los libros antiguos se llamó la iglesia Santa Maria de mari por la proximidad a él, y de las arenas por estar sobre ellas todo el edificio.

Este es el templo o parte de él donde estuvo enterrado el cuerpo de Santa Eulalia. Algunos quieren señalar, como con el dedo, que el sitio fue la capillita que hay debajo del órgano con la invocación de Santa Eulalia de Mérida y San Ivo conf., la cual por su pequeñez parece parte de otro edificio y verosímilmente del antiguo, que quisieron conservar al tiempo de construir el actual. Todo es adivinar, y acaso el sitio de tan venerable depósito está hoy profanado por los vecinos contiguos a la iglesia.

En la sacristía hay alhajas muy ricas, pero no antiguas. Es graciosa una portadita que allí sirve de tránsito de una pieza a otra. La pila bautismal es una pieza prolongada de mármol sin otro dibujo en sus fachadas cuadradas laterales que unas espirales concéntricas y muy parecidas a un sepulcro que vi en el jardín del palacio arzobispal de Tarragona. Y así no extrañaré que fuese bautizada en esta misma pila Santa María de Cervelló, llamada vulgarmente del Socós. 

Hay en esta iglesia un gran número de residentes entre beneficiados y clérigos, que no lo son, los cuales en el día llegan a 129. Tiene su capilla propia de música, con lo cual y lo despejado del templo se celebran fiestas de mucha pompa y lujo. En los días ordinarios el canto de las horas es precipitado con demasía, como en la catedral y otras iglesias.

El archivo es moderno, y así conservan pocos códices. Entre ellos está el Misal impreso en 1498, de que ya dije en el pontificado de Don Pedro García. Hay en él una nota sobre haber mandado el Obispo Don Juan Dimas Loris en 1596 que se guardase este ejemplar en el archivo, y que nadie celebrase con él. Tienen también un libro en vitela, que llaman de les Llunes por las (lunas) que hay chapadas en las tapas, y es Registrum B. Mariae de mari, ordenado en 1341; contiene en cinco libros las obligaciones del Arcediano y de los beneficiados, sus respectivos derechos, percepciones de emolumentos, etc., excelente guía para el gobierno de la parroquia. Otro libro en papel de principios del siglo XVI, donde están copiadas todas las ordinaciones municipales sobre pesca y pescadería, hechas a fines del siglo XIV y principios del siguiente. Item libro de aniversarios y Consueta, muy bien conservada, de la cual me he valido para completar los artículos litúrgicos que quedaron imperfectos con el ejemplar casi inservible de la catedral. Esta de acá se copió o extractó de aquella para el uso propio de la parroquia, como consta de mil lugares: y fue esto en 1450, que es el año en que empieza la tabla pascual. La fiesta de la dedicación de su altar se manda celebrar en la dominica III de octubre, y dice: Fiat officium ut in dedicatione ecclesiae; tamen ubi fit mentio de dedicatione domus, fiat mentio de altari; et ubi dicitur: Fundata est domus, dicatur: Consecratum est altare, et ubi dicitur: Domus mea, dicatur: Altare meum, prout melius poterunt verba aptari. Al fin hay un tratado: quid agere debeant curati, primicerius, mannerius, scolares, sacrista. A los escolares manda que desde el lunes de la primera semana de cuaresma hasta el Viernes Santo teneant ornatum altare maius, et retrabulum, et imagines de cortinis et pannis albis et velum templi. Item que desde el primer domingo de octubre hasta la Pascua a las cuatro de la mañana tangatur squilla quae vocatur de prima ad avisandum parrochianos qui negotiare habent. Al sacristán se le mandan preparar ornamentos de color verde en las fiestas de San Juan Bautista, Santa Cruz de mayo y de todas las Santas Vírgenes: en las de las continentes, morados: en la de los SS. Confesores, Papas u Obispos, lividi: en los que no lo fueron, pallidi: en las dominicas de cuaresma, negro, y en las ferias de la misma, blanco. A este tenor hay otras curiosidades rituales que quedan apuntadas en su debido lugar.

Al bajar del archivo topé con una inscripción sepulcral moderna que hay detrás del coro, y dice así:

Plorantibus

Partum suum Charitibus, Cupidini fratrem,

Alumnum unice dilectum Musis, nepotem Mavorte, 

Risu et jocis amicum

Plaudentibus Angelis atque Archangelis:

Inter Hispanorum, Belgarum, Gallorum, Italorum 

Gemitus et suspiria:

Vectus innocentiae pennis.

Ad coelos die 18 maii 1739 emigrabat

Ill. D. D. Josephus Leopoldus de Glimes de Brabante

Anno aetatis suae decimo

Wallonianae regiae cohortis secundum Ducis locum tenens. 

(En el centro)

Quam bene mortalitatem exuit, qui induit immortalitatem. 

En la mano derecha dice que puso esta inscripción el Conde de Glimes, Capitán General de Cataluña, padre del niño.


San Pablo del Campo.

Uno de los monasterios más antiguos de Barcelona es el de PP. Benedictinos de San Pablo del Campo, llamado así por estar antes fuera de la ciudad, distante como un tiro de cañón de sus primitivos muros. Ahora se halla dentro de ellos, hacia el poniente, al extremo de la calle de su nombre. Dicen que esta casa es del siglo IX (a: Vid. Tristany Corona Benedictina.), y que fue restaurada a principios del XII por Guiberto y su mujer Rotlendis. De esto último puedo acotar dos documentos. Uno es la inscripción del siglo XIV que se halla sobre un sepulcro de piedra en los claustros, junto a la puerta del Capítulo antiguo, que dice así: VI. nonas madii anno Dni. MCCCVII obiit G. de Pulcro loco, qui anniversarium hic constituit, et est cum suis parentibus hic sepultus. Et fuerunt hic translatata corpora spectabilium Guibberti Guitardi, et uxoris eius Rotlendis, qui hoc cenobium fundaverant, et Romanae ecclesiae obtulerunt IIL kal. mai. anno MCXVII. Otra urna hay junto a esta de la misma familia de Belloc (Belloch, Bello loco o Pulcro loco), de la cual eran sin duda los citados Guiberto y su mujer. El nombre de estos, y lo que hicieron a favor de esta casa, consta de la escritura de su unión, o más bien sujeción, a la de San Cucufat del Vallés, y a su Abad Rolando, hecha en 1127 por los prohombres de Barcelona y su Obispo San Olegario, a cuya custodia la encomendaron los dichos Guiberto y Rotlendis. Ecclesia, dice, S. Pauli de Campo, quae a constructoribus suis Domino Guiberto et uxore sua Rollendi (Rotlendis) oblata est Deo et B. Petro, et Apostolicae Sedi. Va el documento que hablará por mí (a: Ap. núm. IX.). Son muy de notar en él las causas que obligaron a esta resolución, es a saber, la decadencia en la regularidad, y en la recta administración de las posesiones. Cosa que no cabe suponer en solos los diez años que pasaron desde la construcción de Guiberto a la incorporación sobredicha. Así que tengo por evidente que es más antigua esta casa; y que las palabras fundaverant y constructoribus, que se aplican a Guiberto y su mujer, se han de entender con alguna extensión por restauración. Pero debió ser casi total, puesto que ninguna parte del edificio parece anterior al siglo XII, si no es la arca de la iglesia y su portada principal, compuesta sólo de un arco de medio punto, con un grueso bordón concéntrico, sostenido todo por columnas amarradas, con capiteles al modo de los corintios. En lo alto de la puerta se ve en un óvalo una mano de relieve en ademán de bendecir. En el lintel de piedra, que es como el diámetro del semicírculo, y sirve para ajustar las puertas cuadradas, se halla un letrero que merece alguna consideración, donde suena un Renardus con su mujer Raimunda, cuyos nombres no se escribieran en parte tan principal, si no hubieran tenido gran parte en la fundación de esta casa.

Dentro de la iglesia, que es una cruz de brazos casi iguales, en la capilla de San Galderich se halla una inscripción de carácter enteramente gótico, que dice así: Pro alodiis, domibus, atque averis, quae huic cenobio ego Petrus Pincerna trado, quidam monachus augeatur in hoc cenobio, qui pro me et pro defunctis fidelibus in hoc altari Beati Nicolai missas cotidie celebret. Quod si aliter factum fuerit, Hospitalariis et Barchinonensibus civibus licitum erit quod traditum est huic, ad alium religiosum locum transferre, per sexaginta dies monachis istis prius id emendare amonitis. Este altar de San Nicolás pasó a ser de San Galderich Confesor, con la ocasión de haberse depositado en esta iglesia su cuerpo, traído desde San Martín de Canigó, antes del año 1665, con motivo de las guerras de Francia; y cuando se restituyó allá el sagrado depósito en el año sobredicho, quedaron acá dos huesos de las piernas, y parte del cráneo. Aunque el carácter de esta inscripción parece del siglo X, o por ahí; mas el señalar sesenta días de término a los monjes, como también lo hizo San Olaguer en la citada escritura, y el encargar la observancia de esta manda a los Hospitalarios, que no se establecieron por acá hasta el siglo XII, me hace sospechar que no tiene esta piedra tanta antigüedad como parece. El claustro es pequeño, y todo de la restauración de Guiberto. Consérvase bien la puerta y dos ventanas colaterales del Capítulo, de cuya área y cavidad se han aprovechado para hacer la escalera nueva por donde se sube al resto del edificio, que todo es nuevo. Al pie de una de esas ventanas que decía hay esta inscripción: Frater Berengarius de Solicrupo, Prior huius domus constituit hic anniversarium, et flocos monachorum; qui obiit, anno Domini MCCXCIII. XIII. kal. octob. R. pater eius stabilivit hic anniversarium. Obiit. VII. idus aprilis anno Dni. MCCLX. Otras  muchas inscripciones sepulcrales hay por allí de poca importancia para la historia y paleografía. El flocos de esta que he dicho, era como una cogulla, u otra parte insigne del vestido monacal: tú lo verás. Puesto ya aquí quise leer de nuevo el letrero del sepulcro del Conde Wifredo III, aunque ya publicado tantas veces por nuestros historiadores.

SVB AC TRIBVNA ( JA )

CIT CORPVS CONDAM ( WIFRE )

DI COMITI FILIUS WIFREDI SIMILI MODO CONDAM COMITIS BO

NE MEMORIE DIMITTAT EI DNS AMEN. QVI OBIIT VI KL MADII SVB

ERA DCCCCLII ANNI DNI DCCCCXIIII (914)

ANNI XIIII REG KARVLO REGE POST ODONEM. A+Ω 

Hállase esta piedra fuera de la iglesia, al lado de su puerta colateral, bastante maltratada, y expuesta a que acaben con su letrero los muchachos. Por lo mismo oí con gusto la resolución que se va a tomar de entrarla en la iglesia, de orden del muy ilustre señor Don Fray Jaime de Llanza y de Valls, Pavordre del Llobregat y Prior de este colegio. Porque colegio es ahora este monasterio, y de toda la congregación Tarraconense, donde se envían de varios monasterios los catedráticos y colegiales, cuya educación literaria está en un pie respetable, como he oído a gente imparcial.

San Justo

A la iglesia parroquial de San Justo atribuyen sus feligreses toda la gloria y antigüedad propia de la primitiva Sede de Barcelona. En su área, dicen, estuvo el cementerio de los mártires, y la cripta o iglesia subterránea de los primitivos fieles, sobre la cual se edificó en tiempos más pacíficos la única iglesia Barcinonense, Sede de los Obispos en ambas épocas. Prueban esto con la deposición de testigos en un proceso actuado en esta curia eclesiástica a 12 de abril de 1346; y con no sé qué cavidades subterráneas que hallaron en 1723 al tiempo de abrir una sepultura para el clero. Apoyan lo mismo con la autoridad de Tomich (Cong. de Catal., cap. 29) y de Carbonell (fol. 48). Añaden que enviando no sé qué Obispo de Barcelona a Roma a no sé qué embajadores para que trajesen de allá reliquias, les respondió no sé qué Papa: Volved a vuestra patria, tomad tierra del pavimento de San Justo, exprimidla y saldrá sangre de mártires. Y lo bueno es que así se hizo y se llenó una redoma; pero no parece. Esta y otras antiguallas se predican frecuentemente en el púlpito de esta iglesia en obsequió de sus parroquianos. ¡Ojalá se dijeran igualmente en obsequio de la verdad! En las cartas anteriores se dijo ya que en el siglo VI había ya aquí iglesia Sedes S. Crucis, título que jamás tuvo esta parroquia. Pues a principios del siglo IX suena el clero del mismo título que acompañó a Ludovico Pío en 801 cuando entró triunfante en Barcelona. Y el Obispo Frodoino en 878 no llevó el cuerpo de Santa Eulalia a la iglesia de los Mártires, sino a la de Santa Cruz, como se ve por el documento adjunto (a: Ap. núm. X). Y la continuación de este santo depósito prueba evidentemente que aquella iglesia es la misma que la catedral actual, con la diferencia de la fábrica. Y si ya era entonces intitulada Sanctae Crucis, ¿por qué no sería ella misma la Sedes S. Crucis donde se tuvo el concilio en 599? ¿Y por qué no lo sería en los siglos primitivos? Para deshacer esta identidad de iglesia es menester algo más que estas hablillas y glorias buscadas con el amor a partidos, que condena la caridad. Muy diferente principio que esta pretendida antigüedad tienen algunos privilegios que goza esta parroquia. Uno es el uso de los estandartes idénticos con los de la catedral, esto es, cruz blanca en campo colorado. Otra singularidad de esta iglesia es el privilegio concedido al altar de San Félix sobre los testamentos sacramentales. Llámanse así los que se hacen por deposición de uno o dos testigos que oyeron al difunto intestato en cualquier época de su vida una u otra palabra suelta sobre la disposición de sus bienes. Jurando luego estos testigos sobre el altar de San Félix en esta iglesia, extiende el escribano esta disposición, como si él la recibiera. Hállase autorizada esta costumbre entre las antiguas de Barcelona (a: Vid. Constituciones de Cataluña, vol. 2, tit. Consuetuts de Barcelona, c. 48. ). En el día se está construyendo de nuevo el altar mayor. El que se ha quitado era de principios del siglo XVI, bendecido por el Obispo auxiliar Don Juan de Cardona a 27 de diciembre de 1522. En el provisional vi un buen cuadro del Salvador, que será, a lo que entiendo, de Viladomat. Venéranse en el altar de San Paciano las reliquias que dicen ser de este Santo: la piedad suple en esto lo que acaso fallará a la verdad. Entrando en la iglesia, a mano izquierda, sobre la pila de agua bendita se halla una inscripción sobre piedra mármol con letras mayúsculas, y a renglón seguido, que dice así: Hic requiescit Witiza filius Teoderedi. Dimittat ei Deus. Amen. Era DCCCCXXXVIII. ab Incarnatione Domini anni DCCCXC. anno II. regnante Karulo Rege die XIII. klds. aprelis sic obiit. Precisamente hay equivocación en el año de Cristo 890, en el cual no era Rey ningún Carlos. Lo era Carlos el Simple en el año 900, y es puntualmente el segundo de su reinado post Odonem; y como con él cuadra bien la era expresada 938, diremos que en ese año 900 murió el Witiza; y que el cantero añadió por error en los años de Cristo la nota numeral X.

En testamento de Bonfill, levita, año 1007 (Arch. de la catedral de Vique), entre otras mandas hizo la siguiente: "et ipsas XI. uncias de auro, quod debebat illi Sendredo frater suus concessit ad domum Sancti Justi: ipsas uncias V. propter Deum et remedium animae suae, et restauratione ipsius ecclesiae, et dimissit eas in potestate praedicto Mercutio usque peracta sit quoopertura eius. Et de ipsas sex uncias ... Latae conditiones V. idus aprilis anno XI. regnante Roberto Rege.”

Don Pedro II, en un privilegio concedido al monasterio de San Feliu de Guixols en 1203, dice: Ludovicus, filius Caroli M. anno 18. sui regni abstulit Sarracenis Barcinonam, et edificavit ibi sedem ad honorem S. crucis J. C. ex eo, quia crux ignea aparuit Patri suo, cum cepit civitatem Gerunde. 

Residió el Obispo y Capítulo durante las dos fábricas de la catedral en San Justo. Lo dice Diago y lo niega Campillo. El sello del Vicario perpetuo es las barras rojas en campo dorado con la corona real. Es iglesia unida al arcedianato mayor.

Santa María del Pi.

La iglesia de Santa María, llamada del Pi, suena ya en el siglo XI en una escritura de venta de ciertas casas sitas en el arrabal de Barcelona, en el castillo nuevo, cerca de dicha iglesia: la fecha es del año XI del Rey Felipe, que es hacia el año 1070 (a: Existe en el Archivo real de Barcelona, armario de Monblanc, Saco Jesús núm. 886.): era entonces como sufragánea de la del lugar de Sans, de la cual, andando el tiempo, vino a ser matriz. El nuevo templo es obra del siglo XV, el cual se consagró, como se ve en la memoria que de ello queda, en una piedra colocada entrando por la puerta colateral, que llaman del Ave María, que dice así: Dicmenge á XVII. de juny del any M.CCCCLIII. fou consegrada la present sglesia per lo Reverend Frare Lorens, Bisbe de Terranova, stans obrers los hon. en Gabriel Dalos, ciutada, Anthoni Çes Ylles, notari, Joan Soler, specier, é Jacme Perdigo, sabater de Barcelona, é Sacrista Mossen Bernat Ribera, Prevere.

En la sacristía conservan un buen cuadro de Viladomat, que representa y será verdadero retrato del Venerable Oriol, beneficiado de esta iglesia y beatificado en estos días. El pintor tiene aquí su entierro, y vi con gusto la inscripción que para memoria de tan ilustre artista colocó a su costa mi amigo el señor Don Nicolás Rodríguez Laso, inquisidor, y juez subdelegado de imprentas en el reino de Valencia. Ejemplo que, imitado por otros, excusaría a la posteridad mil cuidados en la biografía.

CONVENTO DEL CARMEN CALZADO.

En la biblioteca del Carmen Calzado no hallé cosa de que hablar.

CONVENTO DE LA MERCED.

El convenio de la Merced es nuevo. Del antiguo queda memoria en una piedra que hay sobre un cerco de comunicación del convento a la iglesia, que dice así: Aquest es lo primer monestir del orde de la Verge Maria de la Merce a X. de agost fundat ayn MCCXVIII. 

En el archivo hay pocos manuscritos, y sólo de cosas relativas a la historia de la orden. Existen también allí varios tomos en fol.° y en 4.°, que contienen las apreciables apuntaciones del erudito P. M. Fr. Manuel Ribera, con copias de varios documentos: todo lo cual trabajó en los años que estuvo encargado de la dirección y arreglo del archivo general de Aragón. Buen caudal para las familias principales de esta corona, y nada más.

Convento de San Francisco

El convento de PP. Observantes de San Francisco está pegado a la muralla de mar, situado en el mismo paraje donde primitivamente estuvo el hospital de San Nicolás, en el cual se hospedó el P. San Francisco pasando por esta ciudad. Ocupa aquel mismo terreno un claustrito pequeño, que fue el de la primitiva fundación, y en él está la celda de dicho Santo Patriarca con este letrero sobre la puerta: Cella fratris Francisci de Assisio, anno 1214. Tiene unos ocho pasos de latitud y doce de longitud. Esta es poco más o menos la área de la respetable habitación, la cual destruyó una borrasca del mar hacia el año 1500, y al cabo de un siglo la reedificó como hoy existe Don Fr. Adrián Maymó, Prior de San Juan en Cataluña, el cual se enterró en una capillita colateral, donde costeó un buen cuadro que representa a San Francisco como está en su sepulcro. Es grande el concurso a este claustro en el día principal de su fiesta. De este recinto pobre pasaron pronto los religiosos al nuevo convento que hoy tienen. La iglesia grande estaba ya construida a fines del siglo XIII cuando la consagró San Luis, Obispo de Tolosa, asistido de Don fray Bernardo Peregrí, Obispo de Barcelona e hijo de esta casa. Testigo de esto es una piedra que se halla en el claustro al lado de una puerta que manda a la iglesia, la cual dice así: Anno Domini M.CCXCVII. idibus julii haec ecclesia Fratrum Minorum in honorem Beati Nicholai constructa, fuit consecrata per Dominum fratrem Ludovicum, ordinis Fratrum Minorum, Episcopum Tholosanum, illustris Regis Caroli filium, presente Domino fratre Bernardo eiusdem ordinis, Episcopo Barchinonensi, simul consecrante altare Beati Francisci in eadem ecclesia collocatum. En el día ocupa el nicho principal del altar mayor una estatua colosal de la Concepción, y San Nicolás queda elevado al segundo cuerpo. En ella se enterraron varios Príncipes de Aragón, cuyas cenizas se conservan en urnas levantadas en el presbiterio con sus inscripciones modernas, en que no se tuvo gran cuenta con la cronología. Tampoco tiene mayor exactitud la nota del año en que murió Fr. Ponce Carbonell, cuyo cuerpo dicen que está en el testero del altar mayor; pues allí se nota que murió en 1297, siendo cierto que en 1333 firmó en un codicilo que hizo en la villa de Alforja, diócesi de Tarragona, su Arzobispo Don Juan de Aragón. En el mismo testero vi entero el cuerpo de Doña Leonor, Reina de Chipre, finada a 26 de diciembre de 1417. Las dos urnas que hay en el capítulo no son de Reyes, como me dijeron, sino una de Pedro Marques, Canciller de Don Alfonso III de Aragón, que murió en 1295, y la otra de Inés, mujer de Francisco Marques, muerta en 1316. En la sacristía vi algunas reliquias buenas: la más notable es una moneda de plata poco mayor que una peseta, con algunos caracteres que no pude conocer por impedirlo el cristal y adornos. Dicen que es una de las treinta que sirvieron a la traición de Judas.

El claustro es obra del siglo XIV, y de su bendición queda en una piedra la memoria siguiente: Anno Domini MCCCXLIX, pridie idus octobris, Reverendus Pater Frater Palazinus, Episcopus Sanctae Justae, istud primum claustrum quod est sub tecto primo quatuor parictibus, et capitulum et etiam transitum qui est de dicto claustro ad cimiterium, consecravit. Innumerables son los entierros que hay en él, y algunos son de las nobles familias de este principado. En él se hallan colocados y bien custodiados los cuadros de la vida de San Francisco, que pintó el Catalán Viladomat. Entre los cuales es muy digno de la atención de los artistas el que representa la música que le hizo un ángel: compiten en la perfección así la gracia y desembarazo de la aptitud de esta figura, como la inimitable del Santo, sentado sobre un escaño de madera y enajenado, dejando caer la mano siniestra con toda la verdad de la naturaleza. Todavía tengo por superior el que representa el Santo ya difunto y tendido en el suelo. Ojalá se continúe en el método que han adoptado estos sabios religiosos de tenerlos siempre cubiertos y sólo descubrirlos en las fiestas solemnes. En la biblioteca, que es pública, hay pocos manuscritos pero útiles para la bibliografía. Tal es la traducción catalana del Speculum Crucis, (N. E. ¿Será mirall o espill?) que escribió en italiano Fr. Domingo Cavalca, de mi orden, en Pisa, hecha por Fr. Pedro Busquets, monje de San Feliu de Guixols, a instancias de Doña María, mujer del Rey Don Alfonso V, el cual también había traducido el libro de Ira é paciencia del mismo Cavalca. El primer opúsculo trajo de Italia Fr. Bernardo Vilalta, monje de Monserrat. El Busquets había estado allá más de quince años. Todo esto consta del título del libro manuscrito en el siglo XV. No me dispensaré de copiar el de un volumen fol. vit. del siglo anterior, dice así: Sequitur prima rubrica libri sequentis. Et est sciendum quod Dominus Bonaventura fecit primum opus de Vita Christi, et durat circa duas manus papiri. Secundo quidam Carturiensis addidit multa; et sic fecit secundum opus de Vita Christi, et durat circa octo manus papiri. Tertio venit Ubertinus, et addidit quatuor manus; et sic sunt duodecim manus. Quarto venit quidam Coelestinus, ordinis Coelestinorum monasterii Parisiensis, qui meliora et flores totius operis; et composuit quartum librum, sive quartum opus quod sequitur. Et est optimum pro personis devotis et maxime pro illis qui volunt facere sermones. Et istud durat circa duas manus papiri. Et est opus noviter factum, prout patet in sequentibus.

Más larga descripción necesita un volumen fol. que contiene: 1. Alanus de Planctu naturae. 2. Liber Birriae (es una imitación del Amphitruo de Plauto). 3. De arbore in qua se suspendebant mulieres (son ejemplos morales de la vanidad de las mujeres). 4. Seneca de formula vitae. 
5. Philosophia magistri Philippi Elephantis cum versibus Nasonis ac proberviis moralibus commendatione dignis. 6. Regimen contra epidimiam editum a Magistro Sanccio de Riva aurea. (Ridaura). = Init. = Implorato in auxilium Virginis Filio, qui solus omnes sanat languores, intendo ad nutum Domini mei Luppii miseratione divina Archiepiscopi Cesaraugustani, cui Deus annuat sine labe, pro suae personae, communique omnium salute regimen ab epidimiali morbo praeservativum ac curativum, prout mea subpetierit facultas ingenii, in scriptis redigere. Primo quid sit epidimia circumscribere. Secundo causas epidimiarum reddere. Tertio signa epidimiarum subjungere. Quarto remedia salubria applicare. = 7. Preservatio contra pestilentiam data per magistrum Juhannem de Tornamira, magistrum in medicina de Montepessulano, anno a Nativitate Domini MCCC. septuagesimo. = 8. Regimen contra epidimiam datum per magis. Joannem Jacobi magistrum in medicina Montispessulani, anno a Nativ. Dni. M.CCC. septuagesimo, 1370 secundum numerum alguarismi. Este volumen curioso compró Pedro Miguel Carbonell, archivero real, de Pedro Visars, por precio de 18 sueldos a 16 de febrero de 1473, y lo dio a la biblioteca del convento de Jesús, orden de San Francisco, extramuros de esta ciudad, die lunae post festum Paschae XXVII. martii anno salutis M.CCC. (falta una C) octogesimo sexto, Fernando II feliciter regnante (Fernando II de Aragón, el Católico, 1486). Todo esto notó de su mano el mismo Carbonell al fin del libro.

Otro vol. hay fol. men. vit. con adornos en el frontis e iniciales, del cual da razón el prólogo, de quien son las siguientes palabras:

Prolech primer sobre la incepcio de la exposicio de la postilla de Papa Ignocent tercer sobre los VII. psalms penitencials segons la translacio Romana. = Atestant lo savi tresaur encorporat o amagat dins la faç de la terra, fa poch, o no gens de profit, entro que es pervengunt (pervengut) a noticia daquells quil cerquen... per tal que subsidi los sia donat a encendre lo foch de lur devocio, e encara los altres no molt escalfats, qui lo present tractat legiran, sien provocats per devocio a fer oracio e a les altres bones obres, induhit per lo Reverent Senyor Frare Berenguer March, per la gracia de Deu Maestre de la casa de la cavalleria de Sancta Maria de Muntesa del orde de Calatrava... per ço yo Frare Johan Romeu, del orde dels frares Preycadors jatsia reput mi insuficient, etc. 

El Maestre de Montesa Berenguer March lo fue desde el 1382 hasta el 1408, y este es el tiempo en que se hizo esta versión, cuyo autor podría conjeturarse que fuese Valenciano, puesto que la orden de Montesa sólo residía en el reino de Valencia.

Nada más tengo que añadir de esta respetable casa, sino que la habitaron los Claustrales hasta los tiempos de San Pío V, en que fueron arrojados de su posesión un día del Corpus mientras hacían la procesión. 

Vinieron a vivir en él los PP. Observantes del convento de Jesús, extramuros de esta ciudad, fundado en 1428, en que puso la primera piedra el Rey Don Alfonso V.

San Agustín.

El convento de San Agustín fue uno de los que más experimentaron el rigor de la guerra de sucesión: con lo cual y con la necesidad de trasladarse de su antiguo sitio de la Esplanada en 1727, perdió gran parte de sus antigüedades apreciables. La nueva fábrica es grandiosa y pasarán muchos años para que se concluya. Es lástima que no se procurase en su iglesia el buen gusto con que se principiaron los claustros. La biblioteca es espaciosa y limpia, y digna de que resida en ella un bibliotecario que ordene manuscritos y misceláneas modernas. Allí vi una Biblia en vit. del siglo XIII, escrita con esmero y con grande igualdad de tinta y de pluma, y una Suma moral de San Raimundo del siglo XIV. Item los Comentarios manuscritos de los IV libros de las sentencias, dictados por el docto Valenciano Blas Navarro del siglo XVI. También se guarda allí la Apología pro SS. PP. et DD. Eclesiae adversus Barbeyrach et alios, obra de Don Fray Agustín Eura, Obispo de Orense, natural de Barcelona, de quien habla el padre Flórez en el catálogo de Obispos de aquella iglesia. Son cinco vol. 4.°, obra erudita pero escolástica, como cosa de los principios del siglo XVIII. Pudiera ser digna de la luz pública, si alguno de los doctos religiosos de aquel convento se tomara el trabajo de refundirla.

La celda del padre maestro exprovincial Fr. Juan Izquierdo honra por sí sola el convento, y lo honrará siempre si los religiosos saben resistirse a las instancias de los golosos literatos. Primeramente en su biblioteca descuellan buenos manuscritos. Tal es un códice que contiene los Usages de Barcelona, y varios concilios Gerundenses y Tarraconenses. Estos últimos he copiado todos, merced a la franqueza de su dueño. El códice es del siglo XV. Item un códice vit. fol. que comprende el tratado lemosín de la batalla de Scipio, obra de Fr. Antonio Canals de mi orden, el mismo de que ya diré en la biblioteca de los PP. Descalzos. Del mismo autor el tratado de Seneca é Providencia, dirigido al molt é noble Mossen Ramon Boil, Gobernador general del regne de Valencia. Consta de nueve capítulos. = Traducción lemosina de aquella carta atribuida a San Bernardo en la biblioteca de los Descalzos. = Una carta con este título: La letra deval scrita feu lo Marques de Villena e Compte de Ribagorza, qui apres fo intitulat Duch de Gandia, per Donna Johanna, filia sua, quant la maridá ab Don Johan, fill del Compte de Cardona per la qual li scribi castich é bons nodrimens, dient axi: Cara filla, etc.

Del cronista de Cataluña Diego Monfar y Sors posee la Historia de Don Jaime de Aragón, Conde de Urgel, manuscrita en 1631, y la de los Condes de Urgel. Item la Historia de los Condes de Ampurias y Perelada por Don Joseph Taberner y de Ardena, canónigo de Barcelona y Obispo de Gerona, muerto en 1726. Este escritor es el que envió al P. Martene copias de varios documentos Españoles, como dice en su prólogo a la Amplissima collectio. Vi también allí mismo vertidos en lemosín y del siglo XV los dos tratados de Albertano de Brescia De doctrina dicendi et tacendi, y el Liber consolationis et consilii. El primero se dice allí escrito en 1215, y el segundo por equivocación en M.CCC.XLVI. pues debe ser en 1240. De estos opúsculos se volverá a hablar en los de los PP. Carmelitas. Sobre esto están las Constituciones de la iglesia de Barcelona en un códice de fines de siglo XV, las que copié y envié ya. Item varios tomos de borrador y apuntaciones que hizo en Roma Don N. Bastero, autor de la Crusca Provenzale, extractando los códices de poetas Provenzales del Vaticano. Había pensado valerme de este trabajo para publicar un catálogo alfabético de los poetas Provenzales Españoles. 

No sé si me resolveré a ello todavía. Es obra larga y el tiempo corto. 

A más de esto posee dicho padre un buen monetario, y ordenado con tanta inteligencia como curiosidad. Es considerable la copia de medallas de familias Romanas y del tiempo medio en los condados de este país. 

A esto acompaña una biblioteca toda de numismática y algunas preciosidades de historia natural. Adornan la celda algunos buenos cuadros. En el oratorio tiene un retrato de San Luis Bertrán, que me pareció de lo mejor del Valenciano Espinosa, y un Calvario a la manera de Rubens, y un cuadrito extranjero de autor desconocido para mí, que representa la entrega de la túnica ensangrentada de Josef a su padre Jacob. Sobre esto acaba él mismo de colocar en el De profundis cinco cuadros del excelente Viladomat, y son: Nacimiento, Circuncisión y Adoración de los Magos, disputa en el templo y el pasaje del Centurión, todo comparable con lo mejor de nuestra nación. Por lo que he visto de este profesor, me parece otro Ribalta, así en lo piadoso de los asuntos, como en la propiedad de los caracteres. No he tenido el consuelo que esperaba, de hallar algunas memorias literarias del célebre Agustiniano fray Pedro Malón de Chayde, que estuvo de Prior y murió también en este convento. Todo pereció con motivo de la traslación.
A Dios. 
Barcelona, etc.