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miércoles, 1 de marzo de 2023

CARTA CXL. Viaje al real monasterio de Santas Cruces

CARTA CXL. 

Viaje al real monasterio de Santas Cruces: descripción de su fábrica, sepulcros, reliquias, biblioteca preciosa y de algunos de sus códices: historia de su fundación: catálogo de sus Abades, con algunas observaciones sobre los primeros.

Mi querido hermano: Día 18 de este mes (octubre de 1804) dejé a Tarragona con el sentimiento que manifesté en mi última carta. Pronto se enjugaron las lágrimas con la buena acogida que hallamos en el célebre monasterio de Santas Cruces, de la orden del Císter, situado a seis horas hacia el norte de aquella ciudad. Es a la sazón su Abad y Vicario general de toda la congregación, el muy ilustre señor Don José Bassas, el cual, como muy versado en los estudios eclesiásticos, y grandemente aficionado a toda suerte de literatura, nos franqueó todos los tesoros que aquí poseen, dignos de excitar la curiosidad de los literatos. Antes de llegar al monasterio, se atraviesa un soto espeso y muy deleitoso con los arroyos y cantos de ruiseñores; excede a esto la vista que se presenta desde el umbral del monasterio, con la fachada de su iglesia, respetable por su ancianidad y grandeza. Sobre su portada, en arco, se eleva una altísima claraboya, o llámese ventana gótica, que da luz a la nave principal. Esta es una elevación correspondiente a su longitud, que es de trescientos doce palmos catalanes, contando desde las puertas hasta las gradas del presbiterio: en medio de ella, y cerca del crucero, está el coro, al uso de la orden. La sillería está curiosamente labrada, y es del buen tiempo. Acompañan a la nave mayor otras dos colaterales, sino que son demasiadamente bajas y agobian el edificio, que sería sin este defecto muy precioso. El crucero tiene de largo ciento setenta y dos palmos: el presbiterio es capaz y correspondiente a lo demás. Todo el edificio es de piedra común, sacada de una cantera vecina al monasterio, que hoy está casi agotada. Hácenla oscura, así los vidrios pintados, que llenan las ventanas, como el color de la piedra, que no es de las más blancas. Se comenzó a labrar en el año 1174: su conclusión no se verificó hasta el 1225, en el cual empezaron los religiosos a servirse de la nueva iglesia (a: La noticia de este y otros edificios antiguos del monasterio de Santas Cruces, se ha tomado de una nota antigua de su librería, la cual, por ser larga, se hallará en el Apéndice núm. XVIII.)

Sin salir de estas naves he hallado algunos sepulcros dignos de notarse. En el pavimento de la principal, al testero del coro, se ve una losa sepulcral con este letrero: "Hic requiescunt ossa monialium è diruto Bonae quietis coenobio sacri or. Cis. in hoc Sanctarum Crucum translata monasterium in meliorem requiem transferenda.” Eran estas monjas de un convento llamado de Bonrepós, que fundó en 1215 Pedro Balb, caballero de Lérida, y Guillerma, su mujer. En 1452 se trató de incorporarlo con este monasterio para remediar así los males que en aquel había. Las oposiciones que de esto resultaron quedaron sofocadas con el juicio arbitral de Don Pedro de Urrea, Arzobispo de Tarragona, quien compuso a los dos monasterios de Scala Dei y Santas Cruces, que litigaban sobre la pertenencia de aquella casa; y en virtud de esto se trasladaron aquí todas las alhajas de la iglesia, y los huesos también de las religiosas difuntas. Fue esto en 1473. Con ellos se trajeron también los de Doña Margarita, mujer del Rey Don Martín, que al fin de su vida se retiró a aquella casa, y aun la gobernó. 

A la salida del coro, hacia el altar mayor, a mano derecha, se halla un magnífico sepulcro de jaspe, propio de la familia de los Moncadas, en el que se halla esta larga inscripción: "D. O. M. = Dicat, et consecrat, atque libat, Ludovicus Fernandez de Cordoba, Spinola, de la Cerda, Methinae coeli (Medina + coeli : Medinaceli) Dux, hoc perpetuae gratitudinis monumentum in suffragium et honorem Excellentissimae D. D. Teresiae de Moncada et Benavides, praedefunctae carissimae uxoris suae, Marchionissae quondam de Aytona, Ducissae de Camina; quae cum humanae domus societatem cum Duce consumasset die XIV. maii salutis nostrae ann. MDCCLVI. cum propriae nobilitatis authoribus parentibusque suis novissimum sacrae domus voluit inire consortium, ejusdemque voluntatis obsequens, et religiosissimus executor praedictus Dux praedecessorum ossa exactissime colligi, et sumptuosissime condi in hoc jussit monumento, ut illustrissimae conjugis corpus humanum (f. humatum) cum parentibus commune sortiatur solatium, quae jam suarum virtutum divinum assequuta proemium (ut piissime credimus) in aeternum requiescit in pace. Reconditum et inhumatum est corpus in antiquo praedecessorum sepulcro die XXIII. octob. an. MDCCLVII. Hoc autem opere consummato novissime translatum est die IIII. sept. an. MDCCLVIII.” 

En una tarjeta, al lado de este sepulcro, se leen estos leoninos:

Subtus in hac fossa requiescunt corpus et ossa

Floris militiae; sit eis pia dextra Mariae.

De Catheno Monte sumpserunt nomina sponte:

Majoricis isti sunt passi nomine Christi.

En otra tarja colateral se dice que los Moncadas muertos en la conquista de Mallorca son Guillermo y Ramón, y que la conquista fue en 1220. Esto último es equivocación: debe decir 1229, que es cuando pasaron allá estos nobles con el Rey Don Jaime, y murieron en los primeros encuentros con los Moros.

En la nave del crucero, y pegados a los machones de derecha e izquierda, que sostienen el cimborio, se hallan dos grandes sepulcros dignos de descripción más detenida, así por los sujetos que encierran como por la hechura y materia. El de la parte del evangelio es un cuerpo de arquitectura gótica de fines del siglo XIII, construido todo sobre una base de piedra común, elevada sobre el pavimento un palmo; y tiene de longitud diez y seis palmos y medio, y de latitud diez: la longitud es hacia el altar mayor, de modo que cierra la mitad de lo ancho del crucero. En el centro del crucero se eleva, sobre dos leones, una urna de pórfido convexa por la parte inferior, de figura oval: su diámetro mayor como de diez palmos, el menor seis y medio y de altura cuatro: la cubierta es de jaspe ceniciento, sobre la cual hay un cuerpo de arquitectura gótica, como de cinco palmos de alto, de piedra común, con estatuas pequeñas de Apóstoles, u otros de relieve, y pintadas bajamente. La superficie superior es convexa, de en medio de la cual se levanta una aguja de piedra de labor ingeniosa. Cubre todo esto una bóveda sostenida por columnas de jaspe ceniciento, que asientan sobre la basa, que lo es de todo este sepulcro, cuya elevación total será como de treinta y cuatro palmos. Yace en él el cuerpo del Rey Don Pedro III de Aragón, muerto en Villafranca de Panadés en 1285, y trasladado aquí en 1300. Su inscripción sepulcral se halla en la pilastra de en frente, algo maltratada, y dice así:

P. quem petra tegit, gentes, et regna subegit,

Fortes confregit, quae coepit, cuncta peregit.

Audax, magnanimus, sibi miles quisque ...

Qui bello primus inerat, jacet hic modo imus.

Constans proposito, verax sermone, fidelis

Rebus promissis fuit hic, et strenuus armis;

Fortis justitia vivens aequalis ad omnes.

Istis laudatur, vi mentis laus superatur.

Christus adoratur, dum ... unde beatur

Rex Aragonensis, Comes et Dux Barchinonensis

Defecit membris undena nocte novembris

Anno milleno centum bis, et octuageno

Quinto. Siste pia sibi tutrix Virgo Maria.

Bajo de esta inscripción hay una arca donde se depositaron los huesos de la Reina Doña Margarita, cuando se trajeron de Bonrepós.

Al pie del sepulcro de este Rey dicen que está enterrado su fiel vasallo y amigo Roger de Lauria, famoso marino de aquellos tiempos: en la losa de mármol sólo se lee lo siguiente: Asi jau lo noble en R... ral dels regnes Darago, è de Cicilia per lo Senyor Rey Darago: è passa desta vida en lany de la Encarnacio de nostre Senyor Jesu Christ M. et CCC. et IIII., XVI. kalendes de febrer.

El otro sepulcro del lado de la epístola es parecido a este en las columnas y casilicio, sino que la urna es de piedra como de alabastro, sostenida de varias columnitas pequeñas: adórnanla en la parte exterior varias labores y estatuas: la convexidad de la parte superior forma dos caídas laterales, en cada una de las cuales se ve una estatua de señora, y en el medio de las cabezas de ambas una estatua derecha de un Rey con espada en mano. Es el sepulcro de Don Jaime II de Aragón, hijo de Don Pedro, donde también está su mujer Doña Blanca. La inscripción del entierro del Rey está en la pilastra de en frente, y dice así:

Hornat hanc tumbam qui simplicitate columbam

Est imitatus, Rex Jacobus hic tumulatus,

Rex Aragonensis, Comes et Dux Barchinonensis,

Majoricensis Rex, necnon Ciciliensis

Moribus et vita consors sua Blancha munita,

Illustri nata Karulo, simul hic tumulatur.

Nec fuit hic segnis in subdendis sibi regnis.

Subdita sunt jamque sibi Murcia, Sardiniaque.

Floruit hic quinque regnis per tempus utrimque;

Restituit gratis tria, jus servans Deitatis.

Hic humilis corde, peccati mundus a sorde,

Misericors, mundus animo, sermone facundus,

Judiciis justus, armis belloque robustus,

Laetus, non moestus vultu, mitisque, modestus,

Dici pacificus meruit, quia pacis amicus,

Regna tenet coeli, Domino testante fideli. 

Cum se collegit, habitum Cister. praeelegit,

Cui, qui cuncta regit, parcat quae nescius egit.

Defecit membris secunda nocte novembris

Anno milleno, centum ter, bisquoque deno,

Septenoque. Pia sibi sistat Virgo Maria.

Debajo de esta inscripción hay una arca de madera, donde dicen que están los huesos de un Infante de Aragón llamado Don Fernando. Acaso pudo ser el hermano de Don Pedro el IV, asesinado en Castellón de la Plana. El letrero que da razón del entierro de Doña Blanca está al lado del sepulcro: es muy largo, bastará copiar aquí las siguientes palabras: In Christi nomine. Obiit Serenissima Domina Blancha, Regina Aragonum, Barchinone secundo idus octobris anno Domini millessimo trecentessimo decimo. Et elegit sepeliri in monasterio Sanctarum Crucum, ordinis Cisterciensis. En un Diario antiguo se halla la noticia que el Rey Don Alfonso III de Aragón, muerto sin hijos en 1291, fue trasladado, andando el tiempo, a este monasterio hacia los años 1327. Nada más sé de esto. 

En el testero del crucero a la parte de la Epístola está la sacristía, donde vi algunos cálices antiguos, entre ellos uno que es del siglo XIV con el cráter cónico, de ocho dedos de diámetro y cuatro de altura. En el relicario hay reliquias de San Bernardo Abad, San Benedicto Mártir y otras menores, la cabeza de San Deodato, el cuerpo de Santa Clara Virgen y Mártir, una de las once mil, parte de la cruz del buen ladrón (Dimas), un dedo de San Juan Limosnero, muelas de los Santiagos mayor y menor y otras. La más insigne por la novedad con que llama la atención de los viajeros es la de la Santa Mano, que se conserva en un relicario moderno, entera hasta la muñeca con toda la carne y uñas, y los dedos en ademán de bendecir. La historia de esta reliquia refiere el P. Maestro fray Ángel Manrique, Annal. ord. Cisterc. ad ann. 1157, cap. V, núm. 5, con estas palabras: Floruere praeterea SS. Cruces viris sanctissimis ... et Sanctus ille (periit heu! nomen) animarum purgatorii perennis cappellanus, ministerque, cui pro eis in caemeterio (oranti) manus e terra egressa benedixit; quod cum semel et iterum fecisset, extrahi se ab ipso tandem passa est, brachio suo unita; quod sive viri sancti ibi sepulti, sive a Deo formatum de novo fuerit, ob memoriam miraculi, integrum hodie cum carne, cuteque atque omnino illaesum perseverat ... Dicen que consultado el caso con el Romano Pontífice fue aprobado el culto de la mano y permitido que se exponga a la pública veneración el día de Ánimas, y así se efectúa. 

Otra reliquia insigne es la lengua de Santa María Magdalena, colocada dentro de un cristal de la misma figura, y cubierta por la espalda con un sáfiro muy grande. Tiénese por dádiva de Doña Blanca, mujer del Rey Don Jaime II: con una partecita que se cortó de esta lengua, y está en otro relicario aparte, se acostumbra bendecir agua para repartir entre los fieles. Consérvanse también dos relicarios que fueron del convento de monjas de Bonrepós; obra prolija y según todo el gusto gótico. De San Bernardo Calvó, hijo de esta casa y Obispo de Vique, se guarda aquí la mitra y un hueso de la pierna: también he copiado su testamento, hecho en 1215, que es reliquia literaria. Hay también un pedazo de Lignum Crucis, de quien se tiene por tradición que dicho Santo, siendo Abad del monasterio, lo sacó y puso entre las llamas que consumían el grano que estaba en la era, las cuales se apagaron con esta diligencia quedando la reliquia ilesa. Adornan esta reliquia dos camafeos, uno de figura humana y otro de caballo. Otro relicario antiguo y sencillo encierra una espina de la corona de Cristo, el pie es una copa de ágata, vuelta del revés y bien guarnecida. He visto allí mismo una cruz de ébano con una preciosa y bien ejecutada imagen del crucifijo de plata sobredorada y la cabeza de oro; es mucho más estimable la hechura que la materia. Hay también una portapaz del tiempo de los Reyes Don Jaime II y Doña Blanca: es un cuerpo pequeño de orden parecido al corintio, que es al que más se asemejan todos los capiteles y cornisamentos de los edificios que he visto por acá del siglo XIII y principios del XIV; en el centro hay la adoración de los Reyes pintada sobre cobre y barnizada al fuego. Del mismo Soberano se guarda allí la espada y el palo. De la Reina se guarda el sello, colgando de una cinta del relicario de la Santa Mano: su escudo se divide en cuatro cuarteles con las barras de Aragón y lises de Francia. Al lado de la puerta de la sacristía hay una escalera grande y descubierta que ocupa una buena parte del crucero, por la cual se sube al dormitorio común, obra que se comenzó en 1191. En esta pieza se halla el archivo y biblioteca. Esta última es de lo más precioso de este monasterio, y merece un lugar distinguido entre las de la nación. Era antes lo que ahora son muchas de las catedrales y conventos: un depósito de suciedades literarias. Mas el celo de los PP. MM. Fr. Tomas Riera, ex-Abad, y Fr. Pedro Freixes, dieron en esta parte un ejemplo digno de la gratitud del público, reencuadernando por sí mismos gran parte de los libros, y haciendo trabajar en los restantes a Fr. Pablo Badía, de la obediencia, y aseando y clasificando estos monumentos del saber, a quien en vano se jacta de ser aficionado el que los deja perecer entre la basura. En toda esta empresa ha tenido gran parte el actual señor Abad, singularmente en el discernimiento de los manuscritos. Así han sabido estos doctos monjes honrar su casa, quitando de ella un borrón que todavía tienen sobre sí otros cuerpos de la nación. Mas la hermosura que presentan todos los libros encuadernados de nuevo es nada respecto de lo que ellos son. Descuellan entre todos una porción de manuscritos en número de 262, con la limpieza que pudieran desear sus mismos autores. Sería molesto dar un catálogo de todos ellos; bástete saber que lo más despreciable que en esta clase suele reputarse, que son los Sermonarios, abunda aquí muy poco. También son pocos los libros de teología, expositores y decretalistas. Diré de algunos otros, aunque sólo sea el título, los cuales todos son del siglo XIV y XV, y algunos poco anteriores; deteniéndome más en los que por su materia, lenguaje o autor, merecieren la atención de los literatos.

Crónica Mag. Martini Poloni. Dos ejemplares vit. De esta obra ya dije desde Valencia; pero estos de acá sólo alcanzan al año 1276, y aquel de allá llega hasta la elección de Honorio IV. = Epistolae Petri Blesensis = Raym. Martini Pugio fidei, ms. del 1434. = Amalarius de divinis officiis, del siglo XIII. = Clementis VI. Sermones et Tractatus varii. = Un vol. fol. vit., que contiene: Liber gestorum Barlaam et Josaphat a S. Johann. Damasceno. Vita S. Bramdani Abbatis. Vita et obitus Sancti Martialis Episcopi. Vita S. Johan. Eleemosinarii à Leontio Episcop. Neapolit. Passio B. Eulaliae Virg. et Mart. Barchin. Translatio corporis ejusdem. Alia translatio. D. Prosperi de vita contemplativa. Vita S. Nicolai, Episcopi. = Un vol. en 4.°, comprende: Tractatus de miraculis B. Mariae Virg. Calixti Papae Argumentum de miraculis S. Jacobi. Passio B. Jacobi Apost. Calixti Pap. de translatione ejusdem. De S. Jacobi expedimento et conversione Hyspaniae et Galleciae, auctore Turpino. Vita S. Eutropii. Conversio Petri Alphunsi ex Judeo Christiani, et in Oscensi civitate baptizati. Tractatus eiusdem Alphunsi de sua conversione. = Collationes dominicales vel Themata divisa super Summam praedicabilium edita per Fr. Bernardum de Deo, de ordine fratrum Minorum, provinciae Aragoniae, et custodiae Illerdiens. = Catholicon qui tractat de dirivatione, expositione et declaratione vocabulorum editus a Fr. Johanne Januensi, ord. Praed. Vol. fol. vit. con miniaturas. Al fin: Finitus ab autore anno 1286. nonis martii. Del mismo, Prosodia y otros tratados gramaticales. = Arbor vitae Crucifixi Jesu. Su autor Fr. Ubertino de Casalis, Franciscano, mss. del siglo XIV. = Formulario de cartas latinas de varias clases y para varios sujetos. Item de escrituras. Vol. 4.° vit. saec. XIV. = B. Gualdi, canonici Tollensis Tractatus morales. = Breviarius Constantini, qui Viaticus nominatur, cum glosula Geraudi. En el prólogo dice: Unde ego Constantinus Affricanus, montis Cassianensis monachus. Habla de este autor Andrés (Hist. de la literat., tom. I., cap. IX). = Origines omnium rerum a Fr. Johanne de Alemania inferiori ord. Min. Lectore Eifordensi (Erfurt). = Tractatus de ludo scacorum, et proverbia Arabum, con su correspondencia al lemosín. = Constitutiones Cathaloniae. = Sermones dominicales, Fr. Guidonis, ord. Praed. in conventu Ebroycensi. = Las obras de Dante en italiano, ms. precioso. = Raym. Lullii opera (obras de Ramón Lull). = Collectio canonum ex variis libris PP. et concilis. = Sermones Innocentii Papae III. = Historia ecclesiastica Eusebii Caesariens. ex translatione Sancti Hieronymi. = Concordia Regularum B. Benedicti, Macarii, Pachomii, Basilii, etc. = Adhortationes SS. PP. perfectionesque monachorum, quas de graeco in latinum transtulit Pelagius, diaconus ecclesiae Romanae. = Fr. Bernardi Oliverii Excitatorium mentis ad Deum, Raymundo Episcopo Valentino dicatum. 

El autor es el Obispo de Tortosa, de que hablé en su catálogo. La obra es conocida por Bayer en sus notas a Nicolás Antonio, pero inédita. = Varias obras de Santos Padres, algunos ejemplares de las obras de Aristóteles, Boecio. Item de las sentencias de Pedro Lombardo y de las obras de Santo Tomás de Aquino, algunas de ellas anteriores a su canonización. Hállanse también dos ejemplares de la Suma de San Raimundo, y Distinctiones Mag. Rodulphi de Longo campo, y otros pocos de esta clase. Una buena porción de Breviarios, Rituales y Ceremoniales Cistercienses: algunas Biblias no muy antiguas, señaladamente las que están con la glosa de Lira.

En lengua lemosina hay libros apreciables; tal es uno en fol. con este epígrafe: Començen los canons de les taules de Jacob, fill de Daviu Boniorn. Es un tratado breve de astronomía: siguen los cánones o reglas para hallar las conjunciones y otros cálculos astronómicos; al fin dice: Aquesta lectura fon acabada de scriure divendres quis comptava 29 dies del mes de maig del any de la Nativitat 1444 per Ausias Sancho, notari: 

Non videat Christum quisquis furabitur istum. 

Detur pro poena scriptori pulcra puella.

Non sit in villa, quae sit formosior illâ.

Otro tratado de astronomía en latín y lemosín, cuyo autor parece que suena en el epígrafe del fin: Acabat es a 13 dies de març del any 1334 en la ciutat de Sibilia per mestre Alfonso Dionis, clergue et metge del illustre Princep et Senyor Nalfonso, Rey de Portogual, e de la Senyora sa filla Na Maria, Reina de Castella e de Leon. Vol. fol., pap. = Miracles por orden alfabético. = El Egidio Romano De regimine Principum, excelente traducción al lemosín. = De Fr. Francisco Eximeniz Llibre de las Donas y la vida de Cristo, dos vol. fol. del siglo XV. = Un vol. fol. ms. del siglo XV, que contiene lo siguiente: En nom de Jhu. Crist e de Madona Sancta Maria: començe lo llibre de Benvengut de Cirorgia, compilat per mestre Benvengut Grateffe. Princip. Al honrat amich .: yo enten a tu fer hun libre ... posare açi segons la tua demanda medecines provades de nafres, de ajustamens, de plagues antigues, de cranch (cáncer), de fistoles (fístulas), algunes cirorgies dulls (cirugías de ojos) e un poch de algebra. En el mismo códice sigue otro tratado con este título: Açi comensa la Cirurgia de maestre Bru, ço es, lo compendi seu. Prolog.: O Andreu Latzer de Padua, tu mas feta peticio e demande que compones I libre de la operacio manual de medicina, pus breu e pus ubert que io haya compost; e iat sesia (: jatsia, jat se sia) io agues a trebalar per altres obres, no e pas aço volgut alargar … Reeb dons, oh Latzer, etc. = Dialogos de San Gregori, vol en 4.° del siglo XV; otro ejemplar del 1340, ambos lemosines. = Constitucions de Valencia per lo Rey D. Marti.

Sobre todos estos es apreciable un volumen 4.°, que contiene los pareceres de algunos Obispos del concilio de Trento sobre la corrección de los decretos y cánones que se formaban para publicar en las sesiones. 

Casi todos son del mes de abril de 1562, y tratan por lo común de lo que se estableció sobre el sacramento de la Eucaristía. He copiado algunos de los pocos que hay de nuestros Españoles; entre los cuales no debía omitir el de Don Antonio Agustín y el del Obispo de Segovia (a: (a) Aps. núms. XIX y XX.).

Después de estos códices examiné otros cuatro mss. griegos, y son: Olympiodori Opera. = Hypocratis Aphorismi. = Hermes Trismegistrus de universi pulcritudine. = Marinus Neapolitanus de felicitate. Siguen a estos preciosos códices muchas obras de autores griegos y con su texto nativo, de ediciones apreciables; tales son: Galeni Opera, cuatro vol. (Basilea, 1538). = Pausanias. = Claudius Aelianus, Stobaei Eclogae (églogas). = Opera Hypocratis, Aristotelis, Suidae, Athenaei, Appiani, Herodoti, Demosthenis, Homeri, Eurypidis, Hesiodi, Pindari, Theophanis, Eschyli y otros muchos. = Plutarchi opera (Basilea, 1533 y 1542). = Diodoro Siculo, 1559, por Henr. Stephano. = Icones Philostrati, Heroica, Descriptiones Callistrati (Florent. 1517). = Dictionarium Graecum de Maciochi (Ferrara, 1510). = Thucydides 1540. = Biblia entera en griego (Venet., 1518). = Moschi Poetae Opera (París, 1512). = Anacreontis Opera (1554 por Stephano). = Arati Phaenomena (Venetiis, 1499). =

Theophrasti Opera (ibidem, 1497). De esta clase son todos los que hay hasta el número de noventa y uno. En las obras de Paulo Aegineta he leído en la primera hoja estas palabras: Empt. ex bibliotheca D. D. Antonii Augustini, Archiep. Tarraconens. 1594. Hállase la misma nota en varios libros, los cuales se advierte además que los compró el doctor Juan Bautista Tolra, médico, por estos mismos años. De donde es fácil inferir que no todos los libros de aquel Prelado fueron llevados al Escorial, y también el gusto y erudición selecta que tenía en las humanidades. 

Viniendo ahora a los libros latinos y castellanos de varias facultades, baste saber que los hay exquisitos en todas ellas y que honran bien la mano que los adquirió para el monasterio. En la clase de humanidades o filológicos y poéticos, acaso no cederá este monasterio a muchas bibliotecas, aunque los que posee son antiguos. Ediciones del siglo XV tendrá más de 150, y entre las extranjeras merecen particular lugar las obras en fol. de Pedro de Ayllac, que están sin nota de año ni impresor, pero por la semejanza con los mss. me parecen de los primeros ensayos de la tipografía. También son notables unos rudimentos de gramática en hexámetros que comienzan: 

Sribere (scribere) clericulis paro doctrinale novellis,

Pluraque doctorum sociabo scripta meorum. 

A lo que entiendo será del 1470, pero de lo mejor impreso de aquel tiempo. Por otro volumen, que contiene un comentario de estos versos, se sabe que su autor era un maestro Alejandro. De ediciones españolas he escogido por muestra las siguientes: un vol. fol. que empieza así: Comença lo libre appellat Visio delectable, compost a instancia del molt noble senyor Don Johan de Beamunt, Canceller y Cambrer maior del Illustrissimo Senyor Don Carles, Princep e primogenit de Arago y de Navarra: compilat per Alfonço de la Torra, Bachaller del dit Senyor Princep. Al fin se lee: Migençant la divina gracia venguda es a la fi de esser impressa la Visio delectable de Alfonço de la Torra, Bachaller. 

Impresa en la ciutat de Barcelona a despeses de Matheu Vendrell, mercader ciutada de la dita ciutat, lo disabte sanct de Pascua a XVII del mes de abril lany de nostra salut mil e CCCC.LXXXIIII (1484). La segunda muestra es del libro impreso en Tortosa en 1477, de que ya te hablé en las cartas de aquella ciudad. Son los Rudimentos de gramática de Nicolás Perotto, y la nota de la edición dice así: Praesens hujus gramaticae opus magnum praeclarumque Dertusiae, impressum per magistrum Petrum Brun, Gebennis genitum, et Nicolaum Spindeler de Cruickau, Germanum, anno christianae salutis M.CCCC.LXXVII. (1477), die vero XVI mensis junii, finem perfectum feliciter sumpsit. Deo gratias. Es un tomo en 4.° sin páginas, de 141 fol. Y baste de libros y biblioteca.

El claustro, pegado a la iglesia a la parte de levante, es bastante despejado; se comenzó en 1313 y se concluyó en 1341, día de San Benito. El edificio es como todos los de aquel tiempo, lleno de labores y adornos caprichosos. Tiene en cuadro doscientos tres palmos catalanes con ocho arcos por lado. Los fondos correspondientes en la pared son nichos casi todos ocupados con urnas sepulcrales de muchas familias ilustres de estos reinos. Hay también osarios en lo alto de las pilastras, y algunas urnas sin letrero ni noticia de su depósito. Los conocidos, entrando por la puerta principal, son los entierros de Don Ramón Alemany y Cervelló, Señor del Puente de Armentera, de su mujer Doña Gerarda y otros de su familia: de Don Guillermo de Claramunt y su mujer Doña Guillerma: de Don Bernardo Salvá y de sus hijos Don Pedro, Don Guillermo y otros de su familia: de Don Berenguer Llorach, Señor de Solivella: de Don Bernardo de Mombrió: de Don Bernardo de Aguiló y los suyos: de los Pinós: de Don Grau, Don Huguet, Doña Gama de Cervelló y otros de dicha casa: de Don Jaime de Cervera y su mujer Doña Blanca de Puigvert, y del padre de esta Señora Don Berenguer: de Don Pons, Don Berenguer y Doña Sancha de Queralt: de Doña Guillerma de Moncada con este letrero reciente: Aquí yace la invicta amazona, terror de los Agarenos, Doña Guillerma de Moncada, mujer de Don Alemán de Cervelló: item de Don Pedro y Don Pons de Cervera: de Don Ramón, Don Berenguer y Don Onofre de Montoliu: de Don Pedro de Tarragona. Algunos otros entierros hay en el plano del pavimento. Hállase en el mismo claustro el Capítulo capaz y de figura regular. En el pavimento se ven algunas sepulturas de los Abades antiguos con bellísimas figuras de mármol negro. Los claros de las dos ventanas colaterales a la puerta, están graciosamente divididos por columnitas de piedra común, del mismo gusto que las que dije del claustro de Tarragona. Al lado del Capítulo hay una capilla, dedicada antes a San Martín y en el día a la Asunción de nuestra Señora, cuya muerte se representa con figuras del natural de pésimo gusto, y en que sólo es apreciable la materia, que es mármol. Sirvió antes de armario para depositar los libros necesarios a la lectura en el Capítulo, según la costumbre de la orden del Císter, cuyos estatutos suponen que debe estar inter Capitulum et ecclesiam, y así está el que digo y los de otros monasterios. Mucho mejor que lo dicho es un templete en el luneto del claustro, pegado a sus arcos para comodidad de los que se han de servir de una copiosa fuente a quien cubre: es un hexágono gracioso de bóveda rebajada y construido ya en buen tiempo: tampoco es despreciable el pilón de la fuente, que es de una pieza como de diez palmos de diámetro. De este claustro, que es el más moderno de la casa, se pasa a otro más antiguo, de construcción humilde, donde se conserva la habitación en que estuvieron algunos de nuestros Reyes, que bien puede llamarse palacio, si la comparamos con los edificios que la rodean más inmediatamente. Comenzola sin duda el Rey Don Pedro III de Aragón, pues en un arco del zaguán a mano izquierda se ven las armas de Sicilia, de que él usaba. Hállanse también muchos escudos de las armas de Cataluña, y así no es inverosímil que concluyese aquel edificio el Rey Don Jaime II, y acaso sería después de haber enviudado, pues no se hallan las lises que usaba su mujer Doña Blanca. Dicen, y será así ciertamente, que vivieron allí por algún tiempo estos Príncipes. También se cree que fue habitación de los Abades primitivos. Lo que yo sé es que se ven entre los demás escudos las armas del abad Don Guillermo de Ferrara, que acaso debió concluirlo, y son una bolsa cerrada (fermata ara?), como se ven también en su sepulcro en el crucero de la iglesia. Por hallarse ausente el monje que hoy habita esta casa, no pude registrarla por dentro: hay en su galería algunas columnitas como las de los entierros reales, y una muy grande de pórfido, o que lo parece, en el plano del patio para sostener la escalera.

Todavía no es este claustro el edificio primitivo de los monjes en el siglo XII, el cual se halla pegado a dicho claustro, pobre y humilde además. 

Se conserva la iglesia pequeña con la advocación de nuestra Señora y la Trinidad, y un altar digno de guardarse para la historia de la pintura. 

Del tiempo en que resucitaba esta arte es el altar que hay en el oratorio de la enfermería, donde se ven algunas figuras bellísimas y dignas de un buen profesor. Después de toda esta descripción desearás oír algo de la historia de este célebre monasterio. Has de saber, pues, que su fundación es del año 1150, en que Guillermo Raimundo Dapifer dio al Abad y monasterio Cisterciense de la Gran Selva, en Francia, el monte de Cerdañola, diócesi de Barcelona, para que fundasen allí un monasterio de su orden (a: Ap. núm. XXI.). Aceptó la donación Guillermo, Prior de aquella casa, junto con Guillermo de Mompeller y otros monjes, los cuales, como designados para la fundación, se trasladaron a la nueva casa, que por el lugar comenzó a llamarse de Valldaura, y en latín Vallis Laureae. Hízose esto con tanta actividad, que en mayo de 1151 ya habitaban allí, y se edificaba la iglesia del monasterio, como consta de la donación que les hicieron los Condes de Cardona, concediéndoles cada semana cierta medida de sal, que llamaban Somata (b: Ap. núm. XXII.). Damus, dicen, Domino Deo et ecclesiae Sanctae Mariae Vallis Laureae, quae hedificatur juxta Sanctum Martinum de Cerdañola, et fratribus ibi habitantibus, etc. Actum est hoc V. kal. junii anno ab Incarnatione Christi MCLI (la ñ en 1151). Algunas otras donaciones del fundador y otros señores particulares he copiado que servirán para nuestra colección (a:Aps. núms. XXIII a XXXIV.). De todo esto podrás inferir cuán equivocados andan los que dicen que esta fundación hizo el citado Guillermo en penitencia del asesinato que cometió en la persona de Don Berenguer de Villamuls: cosa que no sucedió hasta el año 1194, como ya dije en mis cartas anteriores. La regular observancia no podía conservar mucho tiempo su vigor con la inmediación a Barcelona, de donde la curiosidad de la nueva fundación atraía a la gente devota, que aun siéndolo estorba con su ruido al solitario. Estas y otras causas debieron mover a aquellos santos monjes para abandonar el sitio de Valldaura, y trasladarse al que hoy tienen en Santas Cruces. Era todo este territorio poseído por muchos señores, y divisorio de las diócesis de Tarragona y Barcelona, y aun por eso se llamaba lugar de contradicción, como dice el citado Manrique. Dios, que dirigía los pasos de esta fundación, movió los ánimos de todos ellos para que lo cediesen al monasterio de Valldaura. He visto la donación hecha a 26 de enero de 1159 por Gerardo de Alamany, Geraldo de Jorba, Guillermo de Montagut, Pedro de Montclar y sus hijos y mujeres respectivos (a: Ap. núm. XXXV.). Así que con razón pone Marca esta traslación en el año 1160; aunque hasta el 1169 no tomaron el Abad y monasterio el título de Sanctis Crucibus, sino que conservaron el de Valldaura. Debió ser la causa de esto la oposición que hicieron el Arzobispo de Tarragona y el Obispo de Barcelona a la erección de la abadía, pretendiendo cada cual para sí la jurisdicción del terreno y la obediencia y sujeción del Abad: pleito que todavía está por sentenciar (b: Aps. núms. XXXVI y XXXVII.). También pudo ser esto mismo la causa de haber vivido por algún breve tiempo los monjes en la granja de Ancosa, distante cinco horas de este sitio. Mas como no se conserva escritura alguna que lo acredite, ni el Abad dejó de intitularse de Valldaura, no puedo hacer hincapié en este punto. Sólo hallo que celebran aquí un aniversario por los monjes que murieron en Ancosa, y están allí enterrados. Y esto pudo ser muy bien, retirándose allí la comunidad, que había venido a Santas Cruces, confiada en que no habría estorbo para su edificio; porque volverse a Valldaura era más difícil. Allanaron estas dificultades los Papas Alejandro III y Urbano IV, mandando al Abad y monasterio continuar la habitación y morada de Santas Cruces, sin que pudiera servir de estorbo dicha competencia, y a los dos Obispos dichos que no exigiesen el juramento de fidelidad y obediencia al Abad sobredicho (a: Ap. núm. XXXVIII.). Resulta de todo esto que desde el año 1169 quedó del todo trasladado el convento a Santas Cruces (b: Aps. núms. XXXIX a XLII.), floreciendo desde esa época en letras y virtud, y criando en su seno Santos y Prelados para varias iglesias. En el catálogo de Abades, que voy a proponer, advertirás que no tuvo aquí lugar lo que ya dije hablando de Benifazá, y es que no se alteró en este monasterio la serie de Abades perpetuos hasta la erección de la congregación en 1617, siendo así que en Benifazá y su matriz Poblet a mitad del siglo XVI por motivos muy justos prefirieron el carecer de esta prerrogativa y admitir las abadías trienales. También debo hacer reparo en lo que resulta de los documentos acerca de los dos primeros Abades de esta casa. En los catálogos comunes se dice que el primero fue Don Guillermo en 1152, a quien sucedió Don Hugo en 1153 y Don Gerardo en 1156. La prelacía del primero es cierta y aun debe suponerse anterior, puesto que ya en 1151 se hallaba él con sus monjes en Valldaura edificando la iglesia. Mas es de notar que este Don Guillermo era el Prior de la Gran Selva, a quien se le dio por compañero otro Don Guillermo de Mompeller, venerado como santo en el calendario Cisterciense, día 9 de abril; varón también muy ilustre en el siglo y en el claustro. Por la semejanza del nombre se ha creído equivocadamente que este fue el primer Abad de Valldaura. Pero además de que es más regular que lo fuese el primero por ser cabeza de la nueva colonia, es constante que el Santo estaba aún aquí en calidad de simple monje en el año 1156, como se ve en la donación de un huerto en Bite que hizo al monasterio Guillermo de Truil in manu Gerardi, Abbatis, et Guillermi, monachi de Monte Pessulano, y en otras dos escrituras del mismo año que comienzan: Ego Girardus, Abbas Sanctae Mariae Vallis Laureae, et Guillermus, frater de Monte Pessulano, cuyas copias envío. Y no es verosímil que se hallase aquí como simple monje, si antes había sido Abad, siendo, como lo eran entonces, perpetuos. Es verdad que aun así era muy venerado por sus calidades (cualidades), y esta es la causa porque se halla una u otra donación del año 1152, hecha a Guillermo de Mompeller y los monjes de Valldaura, sin hacerse mención de Abad, ni darle a él este título. Acaso se había ausentado el otro Guillermo, verdadero Abad, para tratar con el de la casa matriz los negocios de la nueva fundación, y en el ínterin pudo quedar el Santo como presidente. De todos modos es cierto que en ningún documento se le da el título de Abad. Así que el primer Abad de esta casa fue el otro Don Guillermo, y lo fue, no sólo hasta el 1153, sino hasta todo el 1154. De este último año es una donación de Guillermo Raimundo Dapifer, en que da un molino al monasterio de Valldaura, et Willelmo, Abbati ejusdem loci. La fecha dice así: Actum est hoc III nonas julii, anno XVII regni Regis Lodoici Junioris. Y es cierto que esto corresponde al año dicho. Los que introducen a Don Hugo en el de 1153 se fundan en la donación hecha a este monasterio del territorio de Ancosa, la cual se hizo a Don Hugo su Abad. Su fecha es esta: III idus julii, anno ab Incarnatione Domini M.C.LIII. regnique Ledovici Junioris anno XVIII. Nadie ignora que en una de estas épocas hubo error de escribiente, porque el año 1153 no era el XVIII de Luis el Joven, sino el XVI. Para salvar este anacronismo es más llano suponer yerro en los años de la Encarnación y poner esta donación en el año XVIII de Luis, de Cristo 1155, y entonces a Don Hugo, Abad, sucesor de Don Guillermo. Me he detenido en esto por ilustrar las memorias antiguas de esta casa y corresponder así a la franqueza con que me las han comunicado. Vamos ahora al

CATÁLOGO DE SUS ABADES. 

Existencia. 

Don Guillermo 1152.

Don Hugo 1155.

Don Gerardo 1156.

Don Pedro de Puigvert 1158.

Este Abad trasladó el monasterio a Santas Cruces, y así es el primer Abad de este título. Comenzó la fábrica de la iglesia. Es distinto de otro que fue Obispo de Urgel desde el año 1205: renunció el obispado a 3 de abril de 1230: se retiró a esta casa, donde tomó el hábito y murió en 1250.

Don Hugo 1185. 

Don Bernardo 1203.

Este Prelado, cuya memoria no se halla en los catálogos comunes, lo era en este año 1203, como consta de la concordia que se hizo entre el monasterio de Bonrepós y el de Scala Dei, en que intervino con el Abad de Poblet. No es fácil asegurar si es o no el mismo que el que le sigue.

Don Bernardo de Ager 1220.

Don Ramón de Rifano 1222.

San Bernardo Calvó 1226.

Fue natural del Mas Calvó, cerca de Tarragona. Tomó el hábito en este monasterio en 1214. He visto y copiado su testamento, que aquí se guarda. Fue electo después Obispo de Vique. Consérvase aquí su mitra. 

Véase su Vida en Domenec, Santos de Cataluña, etc.

Don Ramón 1233.

Don Arnaldo 1235.

Don Geraldo 1249. 

Don Berenguer Aymerich 1260.

Don Januario 1265. 

Don Bononato de Vilaseca 1293.

En tiempo de este Abad se erigió el monasterio de Valldigna, en Valencia, en 1297, y de Alofonte, en Sicilia, en 1307, ambas casas hijas de esta de Santas Cruces. También fue este Prelado el primero de esta casa a quien se confirió la dignidad de Capellán mayor de los Reyes de Aragón.

Don Pedro Arters 1308.

Fue Obispo de Santa Justa en Cerdeña. 

Don Pedro Alegre 1309.

En su tiempo se fundó la orden de Montesa a 22 de julio de 1319. Envió este Abad religiosos para ello al castillo, cabeza de aquella orden; en la cual dicen que quedó con ciertos derechos sobre elección de Gran Maestre, Prior y visita.

Don Francisco Miro 1335.

Don Guillermo de Ferrara 1347.

Tiene su sepulcro en una capilla del crucero de la iglesia con esta inscripción: 

Anno milleno triceno septuageno,

Additoque quino necnon tertio die Juno

Dompnus Guillelmus de Feraria dictus

Exivit è corpore ut frueretur eterno honore

In Celi palatio, quo per merita dono divino 

Jacet hic sepultus exoretur ab omnibus Deus 

Pro ejus anima sic optavit semper in vita

Abbas quartus decimus fuit hic in Sanctis Crucibus

Rexit hoc coenobium per viginti septem annorum

Ut ad angelicum culmen pertingat oremus. Amen.

Llámase aquí Abad XIV: en nuestro catálogo es el XIX. Mas quitados de nuestra cuenta los tres primeros, que sólo se intitularon Abades de Valldaura, y algún otro acaso multiplicado por la obscuridad de aquellos tiempos, resulta que este fue el XIV Abad de Santas Cruces.

Don Jaime Gener 1375. 

Don Bartolomé Tadernosa 1379.

En la nota que dije sobre los edificios de esta casa se pone a este Abad por inmediato sucesor de Don Guillermo, no haciendo memoria de Don Jaime Gener.

Don Andrés Porta 1380.

Don Januario 1402.

Don Bernardo Dalmau 1404.

Don Pedro Cenixo 1413.

Don Domingo Vinader         1418. 

Don Juan Pinyana 1430. 

Don Guillermo Blanch 1438. 

Don Bernardo Abella 1458. 

En tiempo de este Prelado se suscitó la contestación que ya dije sobre el monasterio de religiosas de Bonrepós. 

Don Pedro Blanch 1466.

Don Pedro de Mendoza 1479.

Don Bernardo Toldrá 1519.

Don Jaime Valls 1534.

Don Gerónimo Contijoch 1560.

Don Pedro Nogués 1593.

Don Jaime Carnicer 1608. 


Abades cuatrienales.


Don José Barberá 1619.

Fue el primer Vicario general de la congregación Cisterciense de la corona de Aragón y Navarra.

Don Bartolomé Rovira         1624.

Don Juan Carreras 1628.

Don Rafael Vultor 1632.

Don Ramón Pages (Pagés) 1636. 

Don Hilarión Gil 1640. 

Don Juan Bosch 1642. 

Don Pedro Salla 1644. 

Don Juan Segria (Segriá) 1650. 

Don Ambrosio Soler 1652. 

Don Antonio Suelves 1654. 

Don Pascual Sobías. 1656. 

Don Antonio Sacasas 1660. 

Don Jaime Porta         1660.

Este y otros Prelados se intitulan Priores de Montesa en el catálogo de esta casa. 

Don Juan de Paguera 1664. 

Don Celso Madolell 1668.

Don Antonio Lleo 1672. 

Don Celso Madolell 1673. 

Don José Canals         1676. 

Don Celso Madolell 1680. 

Don Pablo Miracle 1682. 

Don Juan Bautista Montagut 1684.

Don Pablo Miracle 1688.

Don Gerónimo de Vidal y de Nin 1693. 

Don Jaime Oliver 1696.

Don Juan Bautista Montagut 1700.

Don Jaime Oliver 1704.

Apenas electo Abad se ausentó del monasterio con la ocasión de las guerras de sucesión, y por esta causa fue electo el mismo año el sucesor. 

Don Juan Torrens 1704.

Don Tomás de Vidal y de Nin 1706.

Fue Arzobispo de la ciudad de Messina.

Don Francisco Guiu 1713.

Don Anselmo Soler 1716. 

Don Mauro Valles (Vallés) 1720. 

Don Francisco Huguet         1725. 

Don Agustín de Campdarros y Figarola 1728.

Don Francisco Padró 1732 

Don Francisco Huguet          1736.

Don Benito Llor y Monguió 1740. 

Don Francisco Padró 1744. 

Don Juan Papiol 1747.

Don Miguel Lladó 1748. 

Don Pablo Comas 1752. 

Don Raimundo Burset         1756. 

Don Felipe de Moxó 1760. 

Don Pablo Comas 1764. 

Don Raimundo Burset         1768. 

Don José Franquet 1772. 

Don Antonio Folch 1776. 

Don José Tarros (Tarrós) 1780. 

Don Juan Sabater 1784. 

Don José Mestre 1789. 

Don Francisco Aldivert 1792. 

Don Tomás Riera 1796. 

Don José Bassas 1800. 

Vicario general actual de toda la congregación.

Nada más por hoy. A: Dios. Monasterio de Santas Cruces, etc.

jueves, 5 de enero de 2023

CARTA CXI. Reliquias, alhajas y ornamentos antiguos: fábrica antigua y moderna de la Catedral de Lérida.

CARTA CXI. 

Reliquias, alhajas y ornamentos antiguos: fábrica antigua y moderna de la Catedral de Lérida. 

Mi querido hermano: La reliquia más notable que se halla en esta iglesia es un trozo de pañal en que dicen fue envuelto nuestro Redentor, llamado comúnmente el Sant Drap. Es un tejido grosero, tanto como el sayal más despreciable. Presenta un color ceniciento, y es un trozo casi cuadrado de dos palmos poco menos. Está extendido dentro de una cajita cuadrada de plata, cuyas labores parecen de fines del siglo XV. He copiado la escritura de entrega de esta alhaja, que hizo a esta iglesia y a su Obispo Don Geraldo de Andriano un vecino de esta ciudad llamado Arnaldo de Solsona, año de 1297, en la cual se contiene toda la historia de ella, y los varios caminos por donde vino a parar aquí (a: Ap. núm. XIX.). Este Arnaldo de Solsona suena ya en 1272 y 74, aunque con otra mujer llamada Ermengarda

Desde ese tiempo son continuas las memorias de la existencia y veneración de esa reliquia en esta Catedral. En 1324 el Obispo Ponce de Vilamur hizo con su Capítulo una constitución sobre su custodia, prohibiendo que nadie cortase ni quitase de él la parte más mínima, como con estos piadosos hurtos se hallase notablemente disminuida. Va copia de ella (a: Ap. núm. XX.). En 1351, día 4 de enero, los prohombres y Consejo general de esta ciudad, con la ocasión de ir a Roma el oficial general de Lérida, le encargaron, entre otras cosas, que alcanzase indulgencia à pena et à colpa à tots aquels que veuràn lo Drap de nostre Senyor de certa part dels pecats mortals. A 25 del febrero siguiente, con el aviso del oficial desde Roma, resolvieron que li sie tramesa ay tanta moneda com aurà mestèr per havèr la dita indulgencia al Drap de nostre Senyor. No tuvo efecto esta solicitud ni otras muchas veces que se intentó, y de ello se quejan sentidamente los mismos en otra deliberación del día 21 de mayo de 1434. Poco después los Papas Nicolao V y Calixto III concedieron amplias indulgencias para su veneración. Sábese por varias visitas que en la Catedral antigua estaba custodiado en un armario dentro de la pared lateral del presbiterio, al lado del Evangelio, de donde sólo se extraía en fiestas señaladas y lo llevaban a la sacristía para la adoración del pueblo. En un Misal de esta iglesia, manuscrito en el siglo XIV, se conserva el rito con que era sacado de la sacristía a la pública veneración el día de Navidad en la misa mayor, y lo mismo sucedería el día de la Ascensión. Se manda pues que, dicha la Epístola, el celebrante entre en la sacristía, y tomando el Santo Pañal salga cantando el Te Deum, y continuándolo suba al púlpito y muestre al pueblo la reliquia. Hecho esto diga el V) Post partum, y la siguiente oración: Omnipotens sempiterne Deus, qui hunc diem per Incarnationem Verbi tui, et Partum Beatae Mariae Virginis, ac per ostensionem panni tui consecrasti: da populis tuis, in hac celebritate consortium ut qui gratia tua sunt redempti, tua sint adoptione filii. Per. etc. Tras esto uno de los principales del coro entonaba la antífona Ave stella matutina, y el sacerdote volvía a dejar la reliquia a la sacristía, y luego se continuaba la misa. Antes de eso estaba mandado por Don Geraldo de Requesens, que floreció a fines del siglo XIV, con su Capítulo, que esta reliquia se mostrase al pueblo dicho día de Navidad después del sermón, que sólo se permitía predicar en la Catedral para que los fieles acudiesen a este acto, estimulándolos además con indulgencias. Andando el tiempo, en 1427, se revocó la constitución de que se mostrase al pueblo esta santa reliquia sólo una vez al año; y aun después se añadió al día de la Natividad de nuestro Señor el día de la Asunción de nuestra Señora, como se ve en la constitución hecha a 28 de diciembre de 1453, mandando que estuviese expuesto a la veneración del pueblo en la sacristía durante las octavas de ambas fiestas. De allí a dos años, a 29 de diciembre, se mandó sacar a la adoración pública en el día de la Ascensión del Señor. Hoy sólo se muestra en la Natividad y Ascensión, y ya se guarda de continuo en el armario de las reliquias en la sacristía. Para averiguar la verdad de la tradición de que este pañal es incombustible se han hecho algunas pruebas jurídicas ante varios Obispos, y hasta nuestros tiempos, y se ha hallado ser así la verdad. De la historia y circunstancias de esta insigne reliquia se conserva en el archivo una larga Disertación escrita en 1773 por Don José Javier Mari, canónigo penitenciario de esta iglesia. ¿Qué diré de la preciosa planeta que aquí se conserva atribuida a San Valero, Obispo de Zaragoza? Que cierto, aunque no tuviese esta recomendación es por sí misma muy apreciable, y de las pocas alhajas de esta clase que nos ha conservado la antigüedad eclesiástica. Está enteramente cerrada, y con todas las circunstancias que nos pintan los ritualistas. Tendrá unos siete palmos de alta, y de área de quince a diez y seis. Es un tejido de oro y seda con labores uniformes y prolijas. Otra había de igual forma, la cual deshicieron y acomodaron al uso actual con el deseo de que sirviese al Santo Sacrificio. Devoción que no merece ser aplaudida ni imitada, y de que no se hubiera dejado arrastrar el que esto hizo, si hubiera tenido presente la constitución de su misma iglesia del día 4 de febrero de 1499, en que se mandó quod honorabilis D. Johannes Franciscus de Olivo, hornamentarius hoc anno dictae Sedis reparari faciat vestimenta SS. Valerii et Vincentii Sedis Illerdae propter antiquitatem in tantum vetusta ad finem ut conserventur, et quod ab inde non vestiantur, sed conserventur in futurum; et quod die sive festo S. Valerii, ponantur super altare, ut de his memoria ab omnibus habeatur. Antes de esto, en 1489, en el libro de cuentas de ornamentos y sacristía, se lee: Item ponit in receptis 10 sol. 6 den. qui processerunt ex et de ofertorio die Sancti Valerii, eo quia fuit facta processio cum sancto brachio et vestimentis, etc.

Del mismo santo Obispo se cree ser también una capa pluvial con el triangulito en lo alto de ella en el lugar de la capilla, mucho menor que el que dije de San Raimundo de Roda. Las labores del tejido de oro y seda parecen arabescos. En las dos caídas de ella se ve tejida una inscripción árabe cúfica. Lo cual hace ver que esta es pieza posterior al siglo de aquel Santo. Salváronse estas reliquias del general incendio que abrasó la sacristía hacia los años 1480, consumiendo las llamas una riquísima porción de pluviales y casullas y otras alhajas que los inventarios anteriores suponen existentes, las cuales ahora servirían bien para la liturgia. De este fatal acontecimiento hay varias memorias: tal es el breve de Inocencio VIII mandando no se negasen al actual Sacrista las distribuciones en castigo de aquella ruina, en que le supone inculpable. Item se aumentó a treinta libras la tasa de veinte que hasta allí pagaban los canónigos en su ingreso para reparar aquellos daños. Otras noticias se darán en el pontificado del Cardenal Luis Juan del Milà. Nada diré del lignum Crucis, santa espina, huesos del brazo de San Valero, del de San Lorenzo, San Raimundo de Roda, etc.; porque nada hay que añadir a lo sabido, y de esta clase se podían (podrían) hacer largos catálogos. En el armario donde ellas se guardan está la custodia de plata para el día del Corpus, obra de labor y gusto gótico, prolijamente ejecutada por Ferrer Guerau, platero de Barcelona, año 1513. Habíase hecho con él la concordia siete años antes, tratándose que tuviese cien marcos de plata a cuatro ducados de oro por marco. Otra alhaja se guarda de mucho más valor y mérito, y es una pila pequeña de agua bendita para la cabecera de la cama. Es un óvalo de poco más de un palmo de diámetro mayor. En el centro tiene una imagen de nuestra Señora de miniatura pintada sobre cartulina, pegada en el fondo, y al rededor un follaje de lo mismo trabajado a tijera. El marco está rebutido de pedrería exquisita con seis camafeos o sellos grabados en piedras preciosas. Entre ellos descuella en la parte superior uno que representa una fortuna redux con su correspondiente cornucopia, abierto en ágata: un Cristo en lapislázuli: un jinete como el de las monedas celtibéricas o sea San Jorge: una cabeza de Reina y otros. Dicen que fue regalo hecho por la Emperatriz de Austria al Obispo Don Valero Alfonso de Santa María, el cual la entregó a su iglesia, cuando vino de Viena en 1700. 

Son también notables en la misma sacristía cuatro cuadros exquisitos, comprados de la almoneda del Infante Don Gabriel por el canónigo Don José Salas, entonces procurador de esta iglesia en Madrid, año 1791, y son: uno de la agonía de Cristo en el huerto, obra de Mengs, y contado en el catálogo de sus obras, pintado sobre tabla de caoba: otro de nuestra Señora, obra sobre caoba, copia de Martínez, pintor de dicho Serenísimo Infante: otro de borra de paño, que representa a nuestra Señora con el niño en brazos, del que huye San Juan Bautista: dicen que trabajó en él dicho Infante y es copia del de Rafael en el Escorial, y un Ecce-homo, regalado al mismo Príncipe por el Papa Ganganeli por mano del Señor Azara, y se dice ser de Guido Rheni. De la misma almoneda se compró también un excelente cuadro de un crucifijo de autor desconocido, que hoy está colocado en el testero de la iglesia sobre el confesonario del canónigo penitenciario. 

Gracioso es también y digno de memoria el aguamanil de la sacristía, ejecutado en mármoles y jaspes de Génova por el acreditado profesor de Barcelona N. Gurri. Es un templete aislado en medio de la sacristía, elevado sobre un basamento circular, sobre el cual hay ocho columnas pareadas que sostienen una graciosa cupulita. En el centro está colocada una buena estatua de un ángel, y a su rededor los cuatro grifos que suministran el agua. De la restante fábrica del templo actual, nada tengo que añadir a lo que Ponz dijo en su viaje. Y digo el templo actual, porque conocida es la traslación de la catedralidad desde lo alto del castillo, donde antes estuvo, al sitio actual, verificada casi en nuestros días. Comenzó la fábrica el Obispo Don Manuel Macías Pedrejón, poniendo la primera piedra a 15 de abril de 1761, la cual se concluyó y consagró de allí a veinte años a 28 de mayo el Obispo Don Joaquín Antonio Sánchez Ferragudo (Ferragut).

Por venerable que fuese el templo antiguo y su lugar eran notorios los motivos que hubo para esta traslación. Entre ellos era notable la incómoda residencia del clero y asistencia del magistrado y pueblo, que vive en gran distancia de aquella altura. Ya de antiguo, sin duda para estimular a la asistencia del pueblo, no se permitió más parroquialidad en toda Lérida sino la Catedral, precisando a los fieles a subir a ella para recibir los sacramentos del bautismo y el matrimonio. Esta costumbre aprobó ya el Papa Celestino III, año primero de su pontificado, a 16 de las calendas de agosto. Quia vero, dice, eadem ecclesia in civitate Illerdae sola baptismalis esse proponitur, apostolica auctoritate sancimus ut sicut ad haec tempora noscitur observatum, in ea tantum baptismus et nuptiarum benedictio celebretur (Lib. ver. fol. 25). Renovó y confirmó esta práctica el Obispo Don Pedro de Rege, mandando que ni sus sucesores ni el Capítulo pudiesen dar licencia para que nadie se bautizase o casase en otra iglesia, exceptis Regibus et filiis Regum. Dio además la razón de esta prohibición, porque a lo menos con este motivo visitasen los fieles la iglesia Catedral, a la cual no iban por estar edificada in montis celsitudine. A 4 de enero de 1351 hallo en el registro de Consejos generales de esta cuidad, que resolvieron pedir al Santo Padre ques poquesen (poguesen) fer babtismes et nupcies (: noces) per totes les parroquies de la ciutat. Aún ahora, habiendo aumentado tanto la población, sólo se ha puesto otra pila bautismal en la parroquia de San Juan.

Acerca del templo y canónica antigua hay que distinguir dos épocas: la primera es la de la conquista de esta ciudad, cuando apenas verificada, a los seis días precisamente de su ocupación, hallamos que ya se consagró la Catedral, y en los años inmediatos hay ya memoria de canónica y claustros. Porque no permitiendo la brevedad del tiempo ni la pobreza de la iglesia en sus principios que se hiciesen tan grandes y costosos edificios, es preciso confesar que debió uno y otro acomodarse en los que estaban ya hechos, y yo entiendo que la situación de todo ello fue en la fortaleza más alta, llamada la Zuda, donde aún hasta nuestros días ha subsistido la iglesia, y se ven todavía vestigios de claustros, refectorio y varias oficinas. Particularmente de los claustros consta que los había ya en 1214, cuando un Raimundo de Segarra eligió sepultura en esta Catedral intus in claustra (Lib. ver. fol. 155). No hay noticia de cuerpo alguno religioso que haya poseído aquel edificio; y el atribuirlo a los Templarios, como hace el vulgo, es una de sus hablillas despreciables. Esta religión estaba establecida y bien heredada en la vecina montañuela, llamada Garden: suficientísimo premio de lo que había contribuido a la conquista de esta ciudad. Y si el Conde multiplicara en ella sus fundaciones hubiera sido despertar los celos de los que igualmente trabajaron. Bien mirado todo, y la dignidad de la iglesia matriz y de su clero, tengo por cierto que la primera Catedral fue la mezquita que tenían los Moros dentro de su mayor fortaleza, y que los edificios inmediatos se acomodaron para la vivienda del clero. Donde por consiguiente el culto divino, objeto principal del piadoso conquistador, estuviese a cubierto de cualquier invasión o alarma en una tierra recién conquistada, y todavía llena de enemigos sujetados. Con este sitio que digo cuadra literalmente la expresión de los Obispos, que decían que la Catedral estaba in montis celsitudine. Para aliviar las varias incomodidades de esta situación emprendió el tercer Obispo Gombaldo de Camporrells la fábrica de una nueva y magnífica Catedral, sin esperanza de verla concluida. Escogiose para esto la colina más baja que domina la ciudad, donde el arquitecto Pedro Dercumba o de Cumba (de Coma o Cescomes) (N. E. de Cumbis también) planteó el nuevo templo, cuya primera piedra pusieron el Rey don Pedro II de Aragón y el Conde de Urgel Ermengol VIII, Conseñores de Lérida, día 22 de julio del año 1203. Noticias que nos conservaba una piedra escrita en el presbiterio de la iglesia, al lado del Evangelio; y ahora ni allí existe ni en parte alguna. Razón porque no la pongo aquí, aunque he visto varias copias de los que la vieron y trasladaron. En la continuación de la fábrica trabajó el arquitecto Pedro de Peñafreyta (Pinna freyta, Penna frigida, peña fría, pedra o pera freda), que murió en 1286. Los Prelados que sucedieron a Gombaldo aplicaron todos los medios acostumbrados para adelantar la obra con tanta diligencia, que en el año 1278 pudo ya consagrar la nueva iglesia el Obispo Don Guillermo de Moncada, como lo efectuó día 22 de octubre, señalando la celebridad anual de su dedicación en la Dominica primera, después de la fiesta de San Lucas.

No deja de admirar la pronta ejecución de este edificio, compuesto todo de piedras sillares traídas de muy lejos, cortadas con gran simetría, y labrado gran parte de él con no poco lujo. Consta el cuerpo de la iglesia de tres naves, separadas entre sí por tres arcos, a que corresponden en las paredes laterales otras tantas capillas, parte profundas y parte no. El crucero es grandioso, y de casi tanta longitud como la iglesia, adornado de un cimborio o cúpula graciosísima que honra la solidez de aquella arquitectura, compatible con los adornos más sutiles e ingeniosos. La cornisa se corre por lo interior de las paredes: súbese a ella por una escalera exterior y volada, que a mi entender es lo mejor de todo el edificio. El presbiterio es capacísimo. 

En él y en todo lo demás suben gruesas columnas pareadas y amarradas a recibir los arcos mayores, que todos son apuntados, guardando solamente la figura semicircular los pequeños de puertas, etc. Los capiteles no son como otros del siglo XIII puros pelotones, informes y sin labor, sino al contrario, labrados caprichosamente como los usados en los dos siglos anteriores, parecidos al orden corintio, y algunos enteramente tales. El coro estaba, según costumbre, en medio de la iglesia. Su pavimento, capillas y paredes llegaron a estar llenos de sepulcros respetables por las cenizas que encerraban y por la excelencia de su construcción. Vese todavía uno de un ciudadano titulado de Lérida, bienhechor famoso de todas las iglesias, llamado Berenguer Gallart, que quiso ser depositado a cuarenta palmos de elevación sobre el pavimento, y todavía suben hasta los sesenta y más los costosísimos adornos de su sepulcro. Mas que todo esto era la santa memoria de los Obispos de los siglos XII y XIII, la del Rey Don Alfonso IV de Aragón, la de muchos nobles canónigos, arquitectos y otras personas de que se conservaban insignes y curiosos epitafios, que eran una viva muestra de la literatura y paleografía de los seis siglos anteriores. Todo pereció, y la proximidad o inclusión en la fortaleza que se dio al templo en el siglo XII para su seguridad vino a parar en su daño. Desde que en los tiempos de Felipe V obligaron las guerras a trasladar la catedralidad a la parroquia de San Lorenzo en 1707, comenzó aquel apreciable edificio a experimentar el abandono que se completó, cuando resuelta la construcción de la nueva Catedral, se destinó todo lo antiguo para almacenes y parques de artillería, y de todo lo necesario a la fortificación. Salvadas únicamente las paredes, que ni balas ni bombas pudieron derribar, todo el ámbito de iglesia, capillas adjuntas, claustros, etc., está cortado en varios edificios, paredes, techos, donde los montes de maderos, cuerdas, cureñas, etc., ocultan los sepulcros, altares, inscripciones, una de ellas romana, ya publicada por Finestres y Ponz, y cuanto el curioso pudiera desear. Digo que oculta los que permanecen, que según noticias deben ser muy pocos, porque es cierto que destruyó la ignorancia, o sea la inadvertencia, lo que a toda costa debía conservarse, aunque fuese trasladado a otra parte. Y en este punto me llevé gran chasco, confiando hallar las memorias sepulcrales que Ponz dijo se trasladaron a la Catedral nueva en 1781 (Viaje de Esp., tom. XIV. pág. 197), porque cierto es que ni una sola se trasladó, pudiéndose colocar todas en el magnífico pórtico. Pero a mí no me toca hablar sino de lo que hay o lo que no hay. Y esto, como digo, es poco, y también en los claustros y otras oficinas, a quienes ha cabido la misma suerte. Más fácil me será acotar algunas noticias curiosas de los tiempos y circunstancias de su construcción, arquitectos, etc., y con esto aliviaremos la pesadumbre de la inutilidad y pésimo estado de edificios tan respetables, aunque siempre vendrá a parar la cosa en lamentaciones. 

El retablo mayor de esta iglesia era de mármol, o sea alabastro, decorado con varios relieves, construido a mitad del siglo XIV por el escultor B. Robio, de lo cual hay noticias en los libros de cuentas de la 

obra. Una u otra tabla de aquel altar anda en casas particulares; lo demás sirvió en gran parte a la granjería de la tropa suiza por sus frutas y labores de sobre mesa. El claustro se comenzó a continuación de la iglesia, y ocupa todo su ámbito anterior, de modo que de él se entra al templo por tres puertas correspondientes a sus tres naves. Entendíase en su construcción en 1322, y aun en 1335 Ponce de Ribelles, Vicario general del obispado, que estaba ausente, dio comisión para recoger limosna pro maximo et sumptuoso opere claustri ecclesiae Catedralis. Hállanse cortados con almacenes, como se dijo de la iglesia. La puerta exterior de ellos se conserva bastante bien, y sólo faltan de allí las estatuas de los doce Apóstoles, que se trasladaron a una pequeña iglesia llamada de San Pablo. Diligencia loable, pero que recuerda con dolor el descuido que hubo en lo demás. 

Hay memoria de haber labrado algunas de ellas el escultor y arquitecto Guillermo Çolivella en 1391 por precio de 240 sueldos cada una. Ni rastro queda del gran pórtico que delante de esta fachada construyó el arquitecto Francisco Gomar en 1490 por precio de diez y seis mil sueldos. Muy firme y vistosa se conserva a un ángulo exterior de los claustros la magnífica torre de las campanas, de las cuales se sirve todavía la catedral. Construyose a fines del siglo XIV y parte del siguiente. Trajéronse las piedras de las canteras de Cugullada y del río Daspe. En los libros de gasto de 1397 se mandaron cortar CCCL. pedres al riu Daspe per ops de la torre: ço son, xambranes, et pinyacles, et pedres de fil. En otra data se lee: DC. pedres de fil. C. croes è C. filloles. Con esto verás que si de tan lejos y a tanta costa se conducían las piedras de construcción, no era tan abundante Lérida en este género como dicen los escritores que suponen levantados sus muros sobre roca viva, que cierto lo he mirado con curiosidad y apenas se descubre una u otra piedra; lo demás es un monte de tierra. En la torre trabajaron los arquitectos Guillelmo Çolivella y Carlos Galtes de Ruan. Concluyose antes de 1416, en que ya se trató de fundir una gran campana para el relox, la cual se encargó a Juan Adam, de burgo Sanctae Mariae, Turlensis diocesis, regni Franciae. Fundiose en 1418, y después de varias resoluciones salió de peso de 160 quintales. En un certificado que dio el Capítulo al fabricante dicen de ella: cuius sonitu et mentis vulnera sanari, et divinitatis singularis gratia possit conquiri con otros elogios. Efectivamente, es enorme campana, que tendrá de ocho a nueve palmos de diámetro. Hay en ella la siguiente inscripción: Christus Rex venit in pace, et Deus homo factus est. Chtus. vincit, Chtus. regnat, Chtus. ab omn. mal. nos defendat. Fuit factum per magistrum Joannem Adam anno Dni. 1418 in mense aprili. = 

Sigue otra linea entera de Te Deum laudamus, repetido infinitas veces. La torre tiene catorce campanas, siete grandes y siete pequeñas. La mayor hecha en 1405 in mensi octobri. Item tiene hasta las campanas 132 gradas, y de aquí hasta el remate 100 gradas más. Toda la torre 232 gradas. Sin ello hay en el centro y cuerpo principal de la torre estas catorce campanas armoniosas, de las cuales el seny major es del 1405, y otras hay de ese tiempo, y acaso habrá alguna de las que construyó en 1391 Tibaut Rahart (o Rabart, la h y la b no siempre se ven bien), maestre de senys de Cervera (seny : signum : señal : campana). De este último año hallo que se enviaban a componer y fabricar las lenguas de las campanas (badajos) à les fargues (forjes, forges) de Belsa, herrerías (forjas) de Vielsa (Bielsa), según yo entiendo. En 1390 hállase ya construido un gran relox (reloj) por Antonio Core, Boloñés.