miércoles, 5 de octubre de 2022

CARTA LXXXVI. Noticia códices Cánones manuscritos archivo iglesia Urgel.

CARTA LXXXVI. 

Noticia de códices de Cánones y otros manuscritos muy notables que se conservan en el archivo de la iglesia de Urgel. 

Mi querido hermano: Sobre cuanto he dicho en los correos anteriores, quédanle todavía a la santa iglesia de Urgel otras riquezas literarias, que así por su antigüedad como por su calidad, la honran no poco. Entre ellas es muy conocido en el mundo el códice que posee de colección de Cánones. Apenas hay escritor de esta materia que no hable de él, mas ninguno da una noticia cabal de su contenido y de su mérito. Todos copian la descripción que hizo de él el Arzobispo Pedro de Marca, que a lo que yo entiendo es el primero que la publicó, diciendo que este códice se divide en tres partes; en la 1.a contiene los cuatro Concilios generales, y los nacionales del oriente con los Africanos; en la 2.a los de Francia, y en la 3.a los de España (a: Vid. Marc. Hisp. col. 25.). Es muy de extrañar que este ilustrado escritor que vio con sus ojos el códice, hiciese de él una descripción tan diminuta y equivocada, que cierto, ni se divide en parte alguna, y además de lo dicho contiene las Decretales desde San Dámaso hasta San Gregorio Magno. Esta falta suplirá la noticia detenida y circunstanciada que envío de lo contenido en este precioso libro (b: Ap. núm. XXXIV.), y con ello me quedará aquí lugar para proponer algunas reflexiones, sobre las que ya te comuniqué hablando del códice de la misma materia en Ripoll. 

1.° Siempre han sido sospechosas a los críticos las colecciones de Cánones por la inserción: 1.° de los cánones apostólicos declarados como apócrifos por el Papa Gelasio en el Concilio romano del año 494. 

- 2.° por la de las falsas Decretales anteriores al Papa Siricio. 

- 3.° y por la de los cánones de algunos Concilios anteriores al Niceno y Eliberritano (Eliberitano pone), inventados en gran parte por nuestros falsos cronicones. 

Los sabios han calificado el mérito de las colecciones de Cánones por la mayor o menor autoridad, y lugar que han tenido en ellas estos tres artículos. Según esto, no puede dejar de formarse un juicio muy aventajado de la pureza de este códice Urgellense, donde no se halla ninguno de los cánones apostólicos, ni Decretal alguna anterior a San Dámaso, ni Concilio que no sea de los ciertos e indubitables, y admitidos unánimemente por todos. Este es un hecho de que cualquiera se puede certificar por sí mismo, registrando hoja por hoja el códice, que está entero. 

Verdad es que en la primera hoja se halla la carta de San Clemente Papa ad Jacobum fratrem Dni. de benedictione corporis et sanguinis Christi et de ordinatione clericorum. Pero esta es una hoja suelta que no pertenece al cuerpo de la colección, la cual después del índice o excerpta canonum, comienza por el Concilio Niceno, y sigue escribiendo a renglón seguido los otros Concilios, hasta lo que puede llamarse última parte del libro, donde están las Decretales de los Papas Dámaso, Siricio, Zósimo, Bonifacio, Celestino, León, Hilario, Simplicio o Simpliciano, Félix, Gelasio, Anastasio, Simaco, Hormisdas, Vigilio y Gregorio; es decir, los que florecieron desde el año 360 hasta 604. Parecerá extraño que tan libre se halle de monumentos apócrifos un códice escrito a fines del siglo XI, es decir, en un tiempo en que la crítica no había aún descubierto los vicios y falsedad de varios cánones y epístolas de Papas, que eran por consiguiente veneradas y recibidas como las más auténticas e indubitables. Mas esto mismo es una prueba de que aun entonces existían algunos de aquellos códices antiguos escritos en el siglo VII, de quienes pudo sacarse esta copia: códices puros sin las añadiduras y corrupción posterior. Prueba asimismo la santa y loable tenacidad con que nuestras iglesias hasta el siglo XII se negaron a admitir las otras colecciones adulteradas, que generalmente eran recibidas en otros reinos, gobernándose siempre por la que formaron sus mayores. Siendo muy de notar, que en un códice escrito verosímilmente aquí mismo como se infiere de su carácter, nexos y otras circunstancias en tanta proximidad de la Francia, en un tiempo en que nada ignorábamos de aquel país, al cabo de tres siglos largos de sujeción a la metrópoli de Narbona y asistencia a sus Concilios, sin embargo nada se halla en este libro de aquellas novedades y ficciones que no tardaron en creer, y acaso inventaron nuestros vecinos, y sólo contenga los mismos documentos que contienen los otros códices que se conservan escritos en lo interior de Castilla. Tan grande era el deseo de conservar nuestra antigua colección, y tan cierto es que la tuvimos propia y peculiar nuestra, cuando aun en los siglos bajos, en las copias simples, nada se escribió que no sea conforme a los ejemplares más viejos. 

2.° ¿Y quién debió ser el autor de esta colección? Cuestión curiosa es, y que viene aquí como nacida. Pero han tratado ya de ello tantos y tan juiciosos literatos, que sería en mí una necedad repetir lo ya dicho. Como viajero, me toca hacerte observar en la descripción adjunta de este códice, que el autor de la colección está mostrando de mil maneras que era Español. Porque primeramente describe todos nuestros Concilios, no sólo nacionales, sino provinciales también, cuando de las otras naciones sólo copia los más famosos y conocidos, o por la importancia de su objeto o por la concurrencia de Obispos. Así es que además del Eliberitano y de los Toledanos, se hallan el Valentino, Ilerdense, Gerundense, Emeritense, Tarraconense, Cesaraugustano y otros celebrados por los Obispos de una sola provincia, no congregados para condenar herejías famosas, sino para la reforma de la disciplina peculiar de cada provincia. Cosa que siendo extranjero el colector, debiera omitirse y copiar en su lugar los de la misma clase de su nación. Por otra parte salta a los ojos la exactitud y puntualidad con que se hallan copiadas las subscripciones enteras de los Obispos asistentes a los Concilios Españoles, y hasta de los presbíteros y diáconos y próceres que se hallaron en ellos, siendo así que en los extranjeros sólo copia los nombres de ocho o diez Obispos por lo regular, y dice: et coeteri subscripserunt. Lo mismo digo respecto de las actas y sinódicas que se refieren con más extensión. Esta puntualidad y esmero respecto de nuestros Concilios, indica en el que formó esta colección (tenía) mayor instrucción en orden a las cosas o iglesias de España, que en las de fuera de ella, y también mayor interés en conservar su memoria. Cualquiera de las dos cosas prueba que el autor era Español. Tampoco debe omitirse que la mayor parte de las epístolas decretales que copia, son dirigidas a Obispos y Príncipes Españoles; en particular es notable que de San Gregorio Magno sólo se hallen cuatro, las tres dirigidas a San Leandro, Arzobispo de Sevilla, y la cuarta al Rey Recaredo.

Acerca del tiempo en que se formó el original de esta colección, si se ha de medir por la época del último documento que ingirió en ella, debemos decir que fue a fines del siglo VII. Las decretales no llegan más que hasta San Gregorio Magno. 

De los Concilios el más moderno es, si no me engaño, el Toledano XVII, año VII del Rey Egica, era 732, año de Cristo 694. Mas yo no creo que esta regla sea muy ajustada para fijar la época en que se formó el cuerpo de esta colección, porque bien pudo suceder que al trabajo del autor principal los amadores de tan sagrado depósito añadiesen los Concilios posteriores conforme se fuesen celebrando. 

3.a Con esto queda lugar para la duda si será esta la colección de San Isidoro Hispalense, que floreció a principios del siglo VII, y murió en el año 636. Indicio de esto es el no hallarse aquí los cánones apostólicos, ni aun los cincuenta que Dionisio Exiguo ingirió en su colección, los cuales está demostrado que el Santo Doctor tuvo por apócrifos. Verdad es que no se halla aquí la prefacion de San Isidoro, cual dicen que se halla en un códice de Toledo y del Vaticano, mas tampoco se halla la contrahecha del otro Isidoro, ni rastro alguno de las mercaderías adulteradas que nos vendió. Así que la misma sinceridad de esta colección, y el ser su autor ciertamente Español y del siglo VII, inclina bastantemente el ánimo a creer que este códice sea copiado del que formó San Isidoro, añadido por otra mano anterior al siglo VIII. Gran bien se seguiría al público si en la tercera edición de los Concilios del Cardenal Aguirre (que muy justo fuera que se hiciese en España) se tuviese presente este códice Urgellense para la mayor exactitud, así en el texto de las actas y cánones como en las suscripciones de los Obispos. Con un objeto semejante sé que se ha enviado a Madrid por dos veces este códice, una por Don Andrés de Simón Pontero, y otra de orden superior en 4 de abril de 1799 al ilustre señor Don Pedro Luis Blanco, bibliotecario mayor de S. M., para que se confrontase con otros, y pudiera así formarse una colección de los verdaderos cánones, siendo en ambas notoria la generosidad de este sabio Capítulo, que se expuso a perder tan precioso libro por el bien que podía resultar a la nación (a: Ap. n. XXXV.). Contiene este códice doscientas noventa y dos hojas útiles en pergamino. Vengamos ahora a tratar de otros libros, que los hay aquí respetables. 

Tal es un vol. fol. ms. en pergamino en el siglo X, que comienza por la exposición (b: Ap. n. XXXVI.) del Apocalipsi, compuesta por el presbítero Español Beato, compañero de San Eterio, Obispo de Osma, en la guerra que hicieron a la herejía de los adoptivos Elipando, Obispo de Toledo, y Félix de Urgel. Parece increíble que esta exposición que digo del Apocalipsi no se haya impreso, y ande tan desconocida en el orbe desde el siglo VIII en que se escribió. El códice está lleno de grandes miniaturas de pésimo dibujo, en que se representan todas las visiones de aquel libro. Su exposición se divide en XII libros, escritos con estilo grave sin citar escritor alguno posterior a San Isidoro. Extractaré algo de su prefacion, que comienza así: "Quaedam quae diversis temporibus in veteris Testamenti libris praenunciata sunt de nativitate Domini et Salvatoris nostri, secundum deitatem, vel de corporatione ejus, de pasione quoque et morte, sive de resurrectione, regno atque judicio, pro viribus scientiae inumerabilibus libris, et Sanctorum patrum nobilissimorum... brevitate notata, pauca proferenda... (pu.) tavi... Quae tamen non à me, sed à Sanctorum patrum quae explanata reperi, in hoc libello indita sunt et firmata his auctoribus, id est, Jhieronimo, Augustino, Ambrosio, Fulgentio, Gregorio, Ticonio, Ihreneo, Abringio et Isidoro... Haec ego, Sancte pater Etheri, te petente ob edificationem studii fratrum tibi dicabi; ut quem consortem perfruor religionis (ordinis leyó Nicolás Antonio, Bibl. Vet.) "quo haeredem faciam et mei laboris." 

A esta exposición sigue la que San Gerónimo compuso sobre el Profeta Daniel, escrita en el mismo tiempo, y adornada con miniaturas semejantes. En un leve cotejo que las circunstancias me han permitido hacer he hallado algunas variantes notables. Y esto se debe suponer en todos los códices, aunque no se diga. 

Lo mismo se ha de creer de los varios tratados que contiene otro vol. fol. membr. escrito año 938, que contiene: primero los diálogos de San Gregorio Magno, es decir, los cuatro libros publicados, pero reunidos los dos últimos en uno solo, que es aquí el III, compuesto de 101 capítulos: el último de los cuales tiene este epígrafe: Interrogationes Patrum Egipciorum, quas de graeco in latinum transtulit Martinus, Episcopus in monasterio Dumiensi. Nadie niega que esta última obrilla es de San Martín Dumiense, la cual se añadió a la de San Gregorio en este códice (V. Fabric. Bibl. latin. V. Martinus). A renglón seguido del último capítulo se halla de letras mayúsculas góticas esta curiosa noticia del códice: Explicit liber JERONTICON. 

Deo gratias. Ego Isidorus presbiter humillimus, qui hunc liber scripsi, usque ad finem preveni, per petitionem Gundise Abbatisse sub era D.CCCC.LXXVI.a die II feria, ora III.a, IIII Klds. Nbrs., regnante Habdirrahmen (Abderramán y variantes), filio Muhammed (Mohamad y variantes), nepos Habdalla (Abdalá y variantes), anni regni ejus XXVIImo, Luna quod arabice nuncupatur Almuharram. 

Tú me dirás la causa por qué el amanuense dio a estos libros de los diálogos de San Gregorio el Magno el título de Jeronticon, que en ningún escritor es conocido. 

El acotarse aquí los años del reinado de Abderramen, Rey de Córdoba, indica que el códice se escribió por allá, y acaso en alguno de los monasterios dobles, donde sería Abadesa la Gundisa que aquí suena. A todo lo dicho sigue en el mismo volumen y de la misma letra: “In nomine Dni. incipit Epistola Salvatoris Dni. nostri Jesu-Christi filii Dei, qui in Jerosolimis cecidit, Micaelo ipsam deportabit. Et inventa est ad portam Efrem per manus Sacerdotis nomine Eros. Et ipsam epistolam ad Erim civitatem directa est ad alium Sacerdotem nomine Leopas. Leopas vero direxit ipsam epistolam ad Cappadociam; et tunc collecti sunt XV episcopus in unum, et triduanum jejunium fecerunt in vigiliis et orationibus insistentes, simulque et omnes presbiteris, diacones, clerici, et omnes populis, tam viris, quam mulieribus collecti sunt in unum, et ploraverunt ubi inventa est, et à Domino directam epistola: Karissimi fratres audite et aubscultate, etc." Sigue a esto: Sermo S. Augustini Episcopi: Vere bonus Dns. fratres charissimi, quia quam cito peccator, peccatum amittit, parem beatitudinem accipit cum Sanctis = Homiliae sex ad monachos: = Excerpta ex libro institutionum. = Sermo S. Augustini de concordia fratrum. = Sermo B. Athanasii Episcopi de Vigiliis. = Qualiter per quinquaginta diebus pasce monacus vitam ducat. = Sceptra (excerpta) ex libro collationum Patrum, con otros trataditos menores y conocidos, análogos al instituto monacal y escritos todos en el mismo año 938. Poseen también una buena Biblia dividida en dos vol. fol. max. ms. a mediados del siglo XI o principios del siguiente. La mayor parte de los libros sagrados tienen otra división de capítulos y mucho más largos que la actual; en otros se escribe el texto seguidamente sin división ninguna.

De los siglos más bajos hay aquí una gran porción de libros de decretalistas, y varios códices del derecho civil y eclesiástico. Entre ellos me parece que no es muy conocido el tratado de insigniis et armis de Bartolomé de Saxoferrato, cuyo epígrafe final contiene la noticia siguiente: Hunc tractatum de insigniis et armis à Dno. Bartholomaeo de Saxoferrato, excellentissimo legum Doctore compositum, quem credo non complivisse, publicavit port (post) mortem ejus Dnus. Alexander suus gener, legum excellentissimus Doctor, cum quo disputavit quaestionem primam sub anno Dni. M.CCC.LVIII, die XX Januarii. Otro volumen tiene este título: Incipit Summa super titulis Decretalium composita à magistro Jo. Hispano. La prefacion comienza así: Praecibus sociorum, et instantia congruenti, et mandato Domini F. ilustrissimi A. quondam Regis Legionensis filii ego Magister Joannes Ispanus, Compostellanus natione, ad honorem Sanctae Romanae Ecclesiae, ac studentium utilitatem, Summam super titulis Decretalium aggredior componere, super operis imperfectione venia à lectoribus postulata. 

En otro vol. está un tratadito inédito de regalia soni emissi, que es lo que llamamos somatén. El autor catalán da razón de sí mismo y de sus escritos en el prologuito, diciendo: etsi alterum pedem haberem in sepulcro, adiscere quidem vellem... Igitur ego Jacobus de Callericio (o Calleyicio), minimus iurisperitus civitatis Vicensis, nuncresidens in augusta et felici civitate Barchinone, ad gloriam et honorem totius curiae coelestis, et pro utilitate totius reipublicae Principatus Cataloniae laborem meum dirigo circa processum Soni emissi, qui est altera ex solemnissimis et utilissimis regualiis Serenissimi Dni. nostri Regis... et quia regualiam processus pacis et treugae satis solempniter comentavi et dotavi componendo Directorium meum iam dudum publicatum, in quo componendo satis prolixe et plenius quam potui materias pertractavi, vires meas ostendendo, prout facere consueverunt patres in prima filia dotanda, et in primo matrimonio collocanda; idcirco, etc... 

La obra consta de ocho capítulos o dubios. El autor es del siglo XV y Catalán; motivo porque he querido decir todo esto para que se aprovechen de ello los que con el tiempo piensen en publicar la Biblioteca de escritores de este Principado. 

De códices litúrgicos hay aquí grande escasez, que a cada paso me obliga a lamentar los males que las guerras ocasionan a los países limítrofes. Ningún breviario se conserva de esta iglesia de los antiguos mss. Uno hay impreso en Venecia en 1487, y dos más del siglo XVI, con uno o dos rituales próximos a la reforma de San Pío V: reliquias postreras de la libertad de nuestras iglesias en el particular. De misales sólo se halla uno MS. en fol. y con gran lujo; dádiva hecha a la iglesia por el Obispo Galcerán de Villanova en 1396, como consta de la escritura que para ello se hizo, en la cual pinta este códice con todas las señales que hoy conserva. Llámale mixtum, sin duda porque al orden romano de la liturgia, conservando su derecho, añadió gran variedad de oraciones, kyries, gloria, tractos y graduales propios, y algunas prácticas ceremoniales, y digamos representaciones religiosas en los días de Navidad, Inocentes, Semana Santa, Pascua, etc. De esto ya dije con más extensión en las cartas de Vique. Después de esto ya no hay sino una consueta en fol. vit. ms. del siglo XV, donde según la costumbre, se conserva todo el orden de los oficios eclesiásticos, conforme lo practicaba esta iglesia. Libro precioso con que he enriquecido notablemente mis legajos litúrgicos. Trabajo oculto y no conocido por ahora; pero útil y agradable al público algún día, dándolo Dios. 

Él te guarde, etc., Urgel, etc.