martes, 2 de agosto de 2022

Carta LIII. Documentos que pudieran servir para ilustrar la historia de D. Quijote.

CARTA LIII.

Documentos que pudieran servir para ilustrar la historia de D. Quijote. 

Mi querido hermano: En adelante me guardaré bien de anticipar la noticia de los bocadillos sabrosos de historia y literatura que voy encontrando por acá; porque en anunciándotelos, ya no sosiegas hasta que me los arrancas aunque sea fuera de tiempo y teniendo que interrumpir mi tarea. Por esta vez y sin ejemplar voy a darte gusto enviando hoy lo que días atrás me vino a mano acerca de la aventura de D. Quijote, digo, de su encuentro con Roque Guinard y otros bandidos de Cataluña. ¿Quién creyera que en los famosos concilios Tarraconenses se hallase con que ilustrar aquel fabuloso poema? Cuanto hubiera dado su nuevo editor Pellicer por topar con esta curiosidad, y poderla añadir a las que publicó sobre ese punto? Y es bien auténtica, como que se halla en el proceso original del concilio que con fecha de 15 de Enero de 1613, convocó en Tarragona su arzobispo D. Juan de Moncada para el día 15 del próximo Febrero. Reunidos en él varios obispos y abades con asistencia del legado regio D. Raimundo Iborra, canónigo y sacrista de Barcelona, después de varias cosas que se trataron sobre la disciplina y subsidio de la provincia, se presentaron algunas quejas de los monasterios y capítulos acerca de los daños que en sus casas, bienes y personas recibían diariamente de los facinerosos que infestaban el país. Conmovido el concilio con la noticia de estos desastres que allí se refieren muy por menor, determinó en la sesión XIII, que fue a 30 de Marzo, enviar sus embajadores al marqués de Almazán, virrey de Cataluña, suplicándole entre otras cosas que pusiese fin a tamañas desgracias. A esta embajada contestó el virrey con una carta, que se halla también original en el mismo proceso; y por lo tocante a lo que tratamos dice lo siguiente:

(N. E. Se actualiza la ortografía sólo en parte, dejando originales muchas palabras)

“Si aprovechare pedir de parte del Señor Arzobispo y sacro concilio remedio a su Majestad por perseguir y quitar los ladrones y bandoleros, ayudaré de bonísima voluntad; pero ele (hele, le he) pedido yo, y no ha sido posible. 

Y aún he alcanzado más que ningún virrey; pues he dado al gobernador doze cavallos y treinta infantes, y mando que vayan donde hay más necessidad, ya a Tortosa, ya a Cervera, y agora han buelto a la rribera de Ebro. Y esta persecución con esta gente da muy grande cuidado y trabajo; porque son indómitos estos soldados, y luego hacen lo que Trucafort, que perseguía a Roca Guinarda, y él ha sido peor ladrón, y agora ha estado en Ripoll tres días; y assi salen peores ladrones, y son más en número. Y en ste Principado no hay otro remedio sino el del someten (somatén, so metent); y es tan floxo y para tan poco, como todos saben, por ser gente no hecha a las armas. La prematica de los pedrenyales ha sido de grande remedio (aunque lo replique a Su Mag. por tres vezes, que no convenía tan presto) y vehemos ha hecho grandes provechos. Porque tres suertes de gente se valían dellos. Los buenos por su deffensa; los malos por hacer danyos; y otros por una cosa y otra, y quando querían, se ajuntavan y matavan y robavan por caminos o lugares. Los dos son fuera ya, y sólo quedan los malos; pero con la continuación se acabarán presto. Y auque parescia que avian primero de sacar los ladrones que los pedrenyales; no es así, porque el pedrenyal no es arma sino proditoria y de traydores... Dizen que aquí los cavalleros tienen libertad; y yo los hallo más oprimidos que en Castilla, pues no pueden salir de la ciudad sin mucha gente; y yo hiva de Madrid ha Almazan solo o con un criado sin temer ha nadie. Ha esto llamo yo libertad, y no ha la de Catalunya.

Senyores, hasta aquí he andado con dolsura, apacibilidad y amor; pero pues no ha aprovechado, he de llevarlo con crueldad y rigor, poniendo en la cárcel 

quantos cavalleros lo merecieren, y sequestrando las jurisdicciones y vasallos donde recogerán ladrones, como lo he hecho en el Bayliu de Mallorca y Duque de Alba. En mi tiempo he hecho mucha y más justicia de lo que se ha hecho en otros: que sólo de Roca Guinarda he hecho ahorcar veynte y dos, y aun confío horcar al propio Roca.

Hasta sacar hombres en premio de haver prendido otros, voy con cuidado que no sean tan malos como los que toman; que muchas vezes piden por peores. A los forasteros que viven aquí desterrados de sus tierras, los mandaré prender, y pienso ynviarles todos a sus ordinarios; y ha algún cavallero que sta retirado en la yglesia, lo mandaré sacar y dar un garrote, y luego bolverlo en la mesma yglesia.

Con la muerte del religioso de Poblete tomè cólera, porque el que lo mató estuvo preso en Poblete, y lo sacaron haviendo de horcarle; y más pues el abad de Poblete es tan grande príncipe que tiene seys mil vasallos, ¿a de temer a unos quantos ladrones, ni hazer parselidad? sino en hazer danyo en sus tierras, que los castiga (castigue). Que yo favoresco a todos los Barones, dándoles los presos para que los castigan (castiguen) en sus tierras y donde an delinquido, sino es que aya conveniencia y respeto por algunos presos que yo tengo. Las inmunidades estorvan mucho al buen govierno y la execution de la justicia; porque en el hospital biven muchos ladrones, y quando menos se acatan, por las tardes van fuera y hurtan donde pueden, y luego por la manyana buelven al mesmo hospital. Y assi es de muchas hermitas y casas de devoción por todo el Principado."

Este es el documento que decía; por el cual se ve que el inmortal Cervantes no trató de fingir todo lo que acontecía al héroe ideal de su fábula, sino que se aprovechó diestramente de algunas cosas que pasaron en su tiempo, con el fin de acriminarlas o ponerlas en ridículo. Y de esta que digo hizo tan pronto uso, que ya en 1615 en que se imprimió su 2.a parte nos pinta a D. Quijote detenido por Roque Guinard, y a Sancho hecho el juguete de su compañía. Y ya que hablamos de D. Quijote, vaya otra cosilla, que acaso cupiera también en las notas a ese poema. Todos entendemos que la ínsula prometida a Sancho por su amo (Barataria), realmente hacía relación a una isla verdadera, al modo de las que se fingieron gobernadas por los escuderos de los caballeros andantes. Mas también es cierto que el lugar cuyo gobierno dieron los duques a Sancho, estaba en tierra firme, y que sin embargo Sancho y los duques y todos constantemente le llamaron ínsula. Y como yo he hallado varias memorias de ínsulas, que nunca lo fueron del mar ni de ríos, ¿quién sabe si en aquel nombre hubo algo más que seguir el estilo y humor caballeresco? Florián Docampo (Cron. Gen. de Esp. Lib. 2. cap. 5.) hablando del incendio de los Pirineos, dice: y no solamente se quemaron los árboles y las piedras, ISLAS, yerbas y verduras; sino también las venas de los metales derritieron &c. ¿Qué son aquí estas ISLAS? Porque en ningún diccionario griego, latino ni español hallo cosa que diga con esta palabra, que cierto como las que preceden y siguen, debe significar una producción natural, y no de las metidas en agua. Y en algunas escrituras he hallado mención de ínsulas como punto o porción de tierra, al modo que se halla de balma, cumba, quintana, appendicio, y otras así, que cierto significan cosas de la tierra. Pues aguarda (¡qué noticia esta para la secta de los equivoquistas!): en la iglesia de Santa María de Mur, antiguo monasterio de agustinianos en la Conca de Tremp, hallé una escritura (original se supone) hecha en 1168, y es la donación que el conde de Pallás Arnaldo Mir hizo a Juan de Mur de unas tierras in INSULA, quae est in PARATAVIA. ¡Válgame Dios! ¡si tendría Cervantes noticia de esto para llamar Barataria a la ínsula de Sancho! ¡Cómo lo hubiera lucido el amigo Pellicer, si tal supiera! Ride, si sapis. A Dios.