jueves, 20 de abril de 2023

CARTA CL. Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

CARTA CL.

Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

Mi querido hermano: voy a ver si puedo completar hoy el catálogo de estos Prelados; que así como entiendo que es de los trabajos más útiles para la historia, también sé por experiencia que es de los más penosos para el historiador. Y esto se verifica particularmente en la averiguación del Obispo sucesor del difunto Agustín de Grimaldis, que fue 

Juan Bautista Campegio. Todas las historias mss. e impresas de esta iglesia cuentan por inmediato sucesor del Obispo Grimaldis a Lorenzo Campegio, Cardenal, el cual suponen que tuvo esta iglesia in comendam hasta que tuviese edad de gobernarla su hijo Juan Bautista Campegio, y como hubiese muerto el Cardenal en 1539, desde entonces quedó el hijo Obispo propietario. Esta narración y algunas circunstancias con que la visten tienen algo de verdad y en mucha parte no lo son. Sin entrar en impugnaciones, que no son para un viajero, seguiré mi plan de presentar solamente las memorias originales que he podido recoger, de las cuales alguna claridad resultará a esta materia, aunque no toda la que yo quisiera, por falta de otros documentos.

En primer lugar yo no cuento por sucesor de Grimaldis, ni aun por Obispo de esta iglesia, al Cardenal Lorenzo Campegio, ni creo que nadie lo contará, si sabe que en Actas capitulares, libros de fábrica y de órdenes se lee originalmente que el día 31 de mayo de 1533 Marco Antonio Campegio tomó posesión del obispado como procurador de su sobrino Juan Bautista Campegio, habiendo jurado en el día anterior la observancia de las constituciones hechas usque ad obitum, dice, Rev. D. Augustini de Grimaldis. En su consecuencia pagó las trescientas libras que estaban tasadas a su dignidad para la fábrica. Aquí tenemos ya que Juan Bautista Campegio es el Obispo inmediato sucesor del difunto Grimaldis. A nombre suyo su Vicario general el canónigo Bautista Mir dio licencia para celebrar órdenes en diciembre de 1534 a Fr. Galcerán Casanyach, Carmelita, Obispo Chrisopolitano, el cual continuó en este oficio hasta fines del año siguiente; y debió morir luego, porque de allí a dos años ya hay aquí mismo otro Obispo Chrisopolitano.

Siendo, pues, tan claro el principio del gobierno de Juan Bautista Campegio, ¿de dónde pudo nacer la especie de haberlo sido su padre el Cardenal? Yo diré lo que me ha venido a la mano en mis investigaciones, que no deja de ser curioso. Tratándose en el Capítulo de esta iglesia el día 7 de septiembre de 1534 sobre la capa que debía pagar el Obispo Juan Bautista por su ingreso en el obispado, y sus antecesores habían enriquecido liberalmente la iglesia con varias alhajas, ornamentos, etc., añaden estas palabras: quod idem speratur a dicto Rmo. Dno. Cardinali, qui hanc ecclesiam habet comendatam. Y luego en la acta de 1.° de septiembre se manda escribir a dicho Cardenal sobre varios negocios de esta iglesia: lo cual repiten después a 22 de noviembre de 1536. Todo esto parece probar que el Cardenal Campegio era Obispo comendatario de Mallorca. Más: entre las Actas del mes de septiembre de 1535 se copia un breve de Paulo III, fecho a 26 de agosto de ese año que empieza así: "Cum sicut accepimus, licet venerab. frater noster Laurentius, Episcopus Praenestinus, S. R. E. Cardinalis Campegius, cui collatio et omnimoda dispositio canonicatuum et praebendarum ... ad collationem et quamvis aliam dispositionem Episcopi Maioricensis pro tempore existentis spectantium, Apostolica auctoritate reservata existit, etc.” Continúa mandando al Capítulo que dé posesión a Marco Antonio Campegio del canonicato que le había dado su hermano el Cardenal.

Yo no sé si los que cuentan a este señor Cardenal por Obispo de esta iglesia tendrán otras pruebas para afirmarlo; pero puedo asegurar que no serán de más peso que estas, porque aquí parece la cosa concluida. Sin embargo, hagamos algunas reflexiones. Por empeñada que estuviese la corte Romana en favorecer y exaltar esta familia de los Campegios, nunca hemos de creer que llegaría a cometer el exceso de haber y tener a dos de sus individuos por Obispos simultáneos de una iglesia. Obispos que lo fuesen a un tiempo de muchas iglesias se vieron con frecuencia; pero muchos en una sola, y eso con autorización pública y por el camino ordinario, no lo cuenta la historia. Pues esto sucedería si por lo alegado contásemos al Cardenal por Obispo de Mallorca, porque en ese mismo breve reconoce el Papa como Obispo electo al Juan Bautista, cuando en recomendación del Marco Antonio que pedía el canonicato dice: "qui, ut similiter accepimus, obsequiis dilecti filii Johannis Baptistae electi Maioricensis insistit.” ¿Cómo puede haber Obispo electo de una iglesia mientras haya quien la gobierne, aunque sea como comendatario, sin que preceda resignación o muerte del mismo? Reconociendo, pues, el Papa a Juan Bautista Campegio por Obispo electo de Mallorca, viene abajo cuanto se alegue en favor de su tío el Cardenal. Y que tanto aquí como en Roma era este reconocido por Obispo, se ve, no sólo en el gobierno que esta iglesia seguía en su nombre, sino también en la resolución que tomó el Capítulo, cuando se le intimó el breve sobredicho. Porque se alegó que podía eximirse de obedecer y cumplir lo mandado en él, puesto que ni Marco Antonio tenía ningún orden sagrado (y era electo Obispo Grossetano), ni ahora se empleaba en servir al Obispo (he aquí reconocido por tal a Juan Bautista) porque estaba ausente de la isla (estaba en París). Sin embargo, en atención a que era hermano del Cardenal, cuius reverendissimae dominationi, dicen, omnes praedicti toto pectore adictissimi cupiunt obsequi et morem gerere, acordaron dar a dicho Marco Antonio ex mera liberalitate sesenta libras anuales de la mensa capitular. He aquí cómo el Capítulo, al mismo tiempo que muestra cierta sumisión al Cardenal, no le trata como a su Obispo, sino sólo da este título a su sobrino Juan Bautista. Este lenguaje basta para desengañarnos del hecho. Porque no es posible que en Roma y en Mallorca estuviesen tan torpemente alucinados que reconociesen a dos Obispos a un tiempo mismo. Más adelante obtuvo dicho Marco Antonio un canonicato, cuya vacante por su muerte adjudicó el Capítulo, día 6 de noviembre de 1553, al mismo Obispo Juan Bautista. ¿Cómo es, pues, dirás ahora que el Papa supone corresponder al Cardenal la provisión de los canonicatos en la parte que correspondía al Obispo de Mallorca?

Respondo a esto que si tal le perteneciese por ser Obispo, de otro modo hubiera hablado el Capítulo en su resolución y otra acaso hubiera sido esta. Seguramente no se hubieran fundado sólo en las nulidades del provisto. Pero ¿cómo había de contar el Capítulo con que esta provisión la hizo el Cardenal como Obispo, cuando en su mismo acuerdo no le cuentan por tal, y cuando veían que el mismo Papa suponía ser otro el Prelado? Claramente diré lo que más claramente sabía entonces el Capítulo. El Papa nombró por Obispo de Mallorca a Juan Bautista Campegio; pero atendidos los méritos del Cardenal o por otros motivos, concedió a este parte de la administración o digamos de sus regalías; a la manera que el Rey de Aragón Alfonso V reconocía por Obispo de esta iglesia a Luis de Prades, y sin embargo nombró administrador de sus temporalidades a Alfonso de Borja. ¿Quién dirá por esto que Alfonso de Borja deba ser contado entre los Obispos de esta iglesia? Porque claro es que la jurisdicción en el gobierno es lo que constituye una prelacía, no el goce de sus preeminencias, no los encargos de puro provecho, no las encomiendas de favor. Así que, aunque el Cardenal Campegio estuviese autorizado por el Papa para dar todos los canonicatos de esta iglesia, mientras no se me exhiba una muestra de su jurisdicción episcopal en ella, mientras yo vea que hay otro Obispo reconocido por el Papa y por el Capítulo y que ejerce actualmente su jurisdicción por  medio de sus Vicarios generales, diré que el Cardenal Campegio no fue ni debe contarse entre los Obispos de Mallorca, sino cuando más entre sus protectores y valedores en la corte Romana.

El caso es que después de tan larga y embrollada cuestión venimos a parar en que en los veinte y siete años del pontificado de Don Juan Bautista Campegio ni hay nada que contar de él, ni vino acá siquiera. Estos y otros males nos acarrearon los grandes bienes que hizo el concilio de Trento a la iglesia de Dios. Sin embargo, notaré algo de lo bueno que hizo en todo este tiempo el Capítulo. A 15 de noviembre de 1535 mandó sacar de la sacristía una porción de plata, a petición de los Jurados, para que depositada en la tesorería de la universidad (la taula de Mallorca) sirviese de hipoteca para traer trigo con que remediar su carestía. Lo mismo hicieron en 1535 a 5 de septiembre para socorrer con gente armada a la villa de Mahón, invadida por el famoso Barbarroja con sus galeras y treinta navíos. En 1537 se fulminó pública y solemne excomunión contra el Lugarteniente del Rey Don Ximén Pérez de Figuerola, por no haber querido entregar un clérigo que tenía preso en su castillo. Otro abuso había por este tiempo, que era la frecuencia con que muchos, por huir de la autoridad episcopal, apelaban con frívolos pretextos al tribunal del juez nombrado por el Papa, año 1523; con lo cual lo que se había instituido para bien del clero, cedía en vilipendio y menosprecio de su cabeza. Para remediar esto, el Papa Paulo III concedió a Juan Bautista Campegio, electo Maioricensi, que sólo él y sus sucesores pudiesen nombrar en adelante estos jueces de apelaciones. Este breve, copiado en el Libro amarillo de la catedral, está fecho a 25 de noviembre de 1538, cuando aún vivía el Cardenal Campegio; por que veas cuán cierto es que el Papa trató siempre como Obispo al uno y no al otro. En 1541 vino acá Carlos V de paso a la conquista de Argel. De las circunstancias de este suceso, y de las demostraciones de alegría que hizo esta ciudad, se formó una graciosa relación en lemosín, que he visto en este mi convento, impresa el año siguiente: folleto de pocas hojas, y expuesto a perecer del todo, por lo que debieran reimprimirle los amantes de la literatura de Mallorca, siquiera para que se conserven los buenos versos latinos que entonces se compusieron. El historiador Mut, que tantos pormenores refiere de otras cosas, pudo aprovecharse a poca costa de lo que esta relación contiene. En 1546, a 3 de marzo, regaló a esta iglesia la cofradía de los marineros un relicario para la Santa Espina, el cual fabricaron de la plata de la lámpara que ellos mismos habían regalado en tiempo antiguo al altar mayor. También aceptó el Capítulo el mismo año, a 9 de octubre, unum pallium que ofreció el Virrey a la iglesia, de valor de más de cien ducados, el cual se decía que era parte de la penitencia que le impuso la Santa Sede por haber quebrantado la inmunidad eclesiástica, extrayendo ciertas personas refugiadas en la catedral. Del año 1549, a 25 de octubre, queda una resolución muy honrosa para el Capítulo, por la cual se abolió para siempre la elección del Obispillo en la vigilia de San Nicolás, y la solemnidad con que este hacía los oficios en el día de su fiesta, y en la de los Santos Inocentes. Efectivamente, había cosas indecentes en este rito, que era general en otras partes; lo cual se dirá otro día. De ese mismo año nos conserva la Consueta las noticias rituales siguientes: 1.a, resolvió el Capítulo que en adelante se celebrase con la solemnidad mayor (den aloy) la fiesta del nombre de Jesús: 2.a, que en la dominica III después de Pascua, se hiciese con el mismo rito la de nuestra Señora de Cura, que es una imagen venerada en la iglesia del monte de Randa: 3.a, que se celebrase igualmente la de San Antonio Abad, con un solemne aniversario por el alma de Gabriel Cerdá, Sacrista y canónigo, y por la del Cardenal Antonio Cerdá. Este último fue el Obispo de Lérida de mitad del siglo XV, natural de esta isla, y canónigo que había sido de esta iglesia, como consta de las Actas capitulares de aquel tiempo, del cual se habló en el Viaje de aquella iglesia. Dejo a los bibliógrafos Mallorquines la cuestión de si este ilustre personaje fue o no religioso Trinitario, como también la noticia extensa del famoso Cardenal Jacobo Puteo (Pou), de quien sin razón han dicho algunos que no fue Mallorquín. Porque además de otras pruebas terminantes, para creer que lo fue, basta ver la carta original, escrita toda de su mano, en lemosín, fecha en Roma a 13 de abril de 1541, en que da gracias a este Capítulo por haberle elegido canónigo y dádole posesión de esta prebenda, la cual obtuvo sólo hasta el año siguiente. Dicha carta anda suelta en el archivo. Otro de esta familia, llamado solamente en las Actas mestre Pou, Arcediano de esta iglesia, fue promovido al obispado de Catania, por cuyo motivo se halla que tomó posesión del arcedianato vacante el Cardenal Cornaro a 1.° de julio de 1513. Así lo dice el libro de la fábrica de ese año. Durante la ausencia de nuestro Obispo, ejerció casi siempre los pontificales Fr. Rafael Linas, de la orden del Carmen, Obispo Chrisopolitano, sucesor en este título de fray Galcerán de Cassanyach, de quien ya hablamos arriba. Linas comenzó en esta isla su oficio a 21 de diciembre de 1537, y continuó hasta 1557; a lo menos hasta entonces llegan sus memorias y licencias que le dieron los Vicarios generales del Obispo Campegio, entre los cuales se cuenta ya su tío Marco Antonio a 27 de diciembre de 1540, que es nuestro año 1539, porque todavía seguía y duró por mucho tiempo la costumbre de contar los años a Nativitate. Otro Vicario general tuvo, que fue Don Francisco Salazar, Obispo de Salamina, a quien el nuestro, desde Bolonia a 24 de diciembre de 1555, nombró su Vicario, sufragáneo, visitador y oficial. Vino acá, según dice el Registro de órdenes, lunes a 22 de junio del año siguiente. Cuál fuese su gobierno, y cuáles los cuentos y pleitos que hubo, lo ignoramos del todo. Sólo podemos conjeturar que serían muy graves por las noticias siguientes:

En acta de 9 de noviembre de 1556 nombró el Capítulo un nuevo abogado, además del antiguo, "attentis, dice, tot ocurrentibus necessitatibus et controversiis quibus agitatur ecclesia Maioricensis ac reverendum Capitulum et totus clerus Maioricensis, facto Rev. D. Episcopi Salaminensis.” Más es, que el mismo Obispo Campegio le revocó todos sus poderes y facultades por medio de su carta, fecha en Bolonia a 30 de marzo de 1557, por justos motivos, dice, animum nostrum non parum perturbantibus, instituyendo con la misma fecha por su Vicario general al canónigo Juan Pablo Varro, a quien manda que pague al de Salamina todos los emolumentos acostumbrados hasta nueva orden. Pocos días después, a 5 de abril, mandó que nada se le pagase. En todas estas cartas se intitula en su exordio el Obispo Campegio nobilis Bononiensis, Episcopus Maioricensis, y no más.

Desairado con esto aquel sufragáneo, partió de esta isla muy pronto; lo cual dice claramente una carta del Rey, fecha en Bruselas a 27 de julio del mismo año 1557, en que, después de dar gracias al Capítulo por el homenaje que le prestaron y por las rogativas y procesiones con que pidieron a Dios el acierto de su gobierno, añade: "Quanto a la quexa que teneis del Obispo de Salamina, que servia en essa iglesia de sufraganeo, no hay otro que decir, pues havemos entendido que ya está fuera de essa isla, sino que ha dias que trabajamos lo posible porque vaya a residir ahy vuestro Perlado, que lo embió; y no partiremos la mano dello, como es razon y havemos desseado, y desseamos como cosa que tanto conviene al servicio de Dios y bien dessa diócesi.”

No logró el Rey sus deseos de hacer venir acá el Obispo; antes este tomó el partido de renunciar el obispado en manos del Papa. Ignoro cuándo se verificó esto. Sólo sé que a 21 de diciembre de 1559 ya se trató en Capítulo si debería declararse vacante la Sede, atendida la fama pública de aquel hecho. Y al fin, a 16 de enero de 1560, subsistiendo todavía las dudas y opiniones diferentes de los juristas en cosa de tanta entidad, confirmó el Capítulo por su Vicario general al mismo canónigo Varro, que lo era del Obispo, para en caso de vacante. Esta duró casi dos años. En cuyo tiempo se hallaba aquí el Obispo de Alguer Don Pedro Vaguer, o Vaquer, a quien el Rey nombró Visitador del reino de Mallorca, encargándole el redresso de la tabla dessa ciudad; porque á mas de los muy muchos y grandes daños que se siguen por estar aquella de la manera que está, son mal pagados los officiales que aqui nos sirven. Esto decía el Rey en la comisión que le dio, fecha en Aranjuez a 28 de mayo de 1561. Esta carta se halla inserta en el proceso que se formó sobre el negocio, el cual he visto en el archivo real.

Diego de Arnedo, de quien se dice que fue natural de Huesca, colegial de San Clemente en Bolonia, canónigo de Monte Aragón, capellán del Rey Felipe II, Visitador de España durante el viaje de aquel Príncipe a Inglaterra, y que nombrado ya Obispo con motivo de no sé qué viajes, fue apresado por los Moros, y alcanzada finalmente su libertad vino a su iglesia. Todo esto dice Mut. Yo puedo asegurar que en el año 1554 estaba destinado por dicho Rey como uno de los seis clérigos que le debían acompañar en su expedición contra los Ingleses. Dícelo el célebre Juan de Arce en una carta a Don Antonio Agustín, de las que publicó Don Ignacio de Aso en 1775. También puedo alegar un documento tocante a su cautiverio, y es la Acta capitular de 19 de enero de 1562, en que se resolvió dar a dicho Obispo, ex mera liberalitate, 750 lib., atendidas las necesidades, dice, quas sustinet propter labores quos passus est pro servitio suae Catholicae Maiestatis Domini nostri Regis, pro deffensione nostrae Sanctae Fidei Catholicae in destructione de Algerbens, in qua fuit captus per Paganos, in magnum detrimentum bonorum suorum, et vilipendium suae reverendissimae personae. A este donativo añadió el Capítulo el préstamo de 1.500 libras. Todos estos trabajos pasaron durante el año 1561, al fin del cual vino el Obispo tan deseado, así por la noticia anticipada de sus buenas prendas, como por el largo tiempo que no vio esta grey la cara de sus Pastores. Tomaron posesión sus procuradores Nicolás Montanyans, Sacrista de esta iglesia, y Mateo Saforteza (ipsa, sa Forteza), día 20 de diciembre de 1561, según dicen las Actas capitulares y libro de la fábrica. Pero allí mismo queda notado que el Obispo desembarcó la noche antes en Sóller, donde permaneció hasta el día 22, en el cual vino a comer a la heredad de Raxa, propia de Mateo Saforteza, y a dormir al convento de Jesús. Al día siguiente hizo su entrada pública por la puerta Pintada, con grande acompañamiento, salvas de artillería y mucho regocijo del pueblo. En el juramento, que prestó en el lugar acostumbrado, uno de los testigos fue el Obispo de Alguer, de quien hablé más arriba. Correspondió el Prelado a las esperanzas de su pueblo. Porque luego trató de hacer una visita general de su diócesi, comenzando por la de la iglesia catedral, la cual emprendió el día 13 de mayo de 1562, precediendo en la noche anterior repique general de campanas, y saliendo a recibirle el clero, con cruz alta, a las puertas de su palacio. Las Actas de esta visita, que están en los libros de la curia, me han servido bien para algunas curiosidades rituales, y para conocer el estado de la fábrica de la iglesia catedral en aquel año. De todo se hablará otro día. Ahora sólo notaré que en el altar mayor de la catedral mandó renovar la Eucaristía cada quince días, como hasta allí sólo se hiciese cada mes: mandó hacer cien purificadores, no hallando ninguno, ni que se usase limpiar los cálices con ellos: item que se hiciesen bolsas para los corporales, que no había. Subió a la librería, et vidit illam bene stare. Hallando que en la sacristía había un libro, donde, junto con otras cosas, se notaban los nombres de los bautizados; pero sin expresar el de sus padrinos, mandó que se hiciese libro aparte, donde se notasen los padrinos y la parroquia de donde eran. Asimismo que hubiese libros de confirmados, y de los que confesaban y comulgaban por Pascua. Nada hallo mandado acerca de matrimonios, aunque por otra parte consta que se hizo de su orden. Quitó el abuso de dejar los santos óleos en casa de los enfermos, a quienes se daba la unción cuando les parecía que no se habían de sobresaltar; y mandó que se llevasen de la iglesia con toda veneración, cuando fuesen menester. La mayor parte de estas cosas, singularmente lo de los libros, se halla ordenado en la visita de todas las parroquias. En la de Santa Eulalia de esta ciudad ordenó quod nullo modo adhibeatur auctoritas ipsis scolaribus ad sacramenta ministranda: que las vinajeras para la misa fuesen grandes: cosa que también debía mandarse hoy día en algunas iglesias, donde reina en este punto, y en el de las luces, más economía de la que es debida: que se hiciese una piscina para arrojar el agua con que se levaban los corporales, qui locus, dice, appellatur Sacrarium: y que se concluyese la iglesia, que aún estaba por concluir. Baste de esto, que sería nunca acabar, en lo cual se ve el celo de este Prelado. No menos se descubre en los innumerables edictos que publicó durante su pontificado sobre reforma del clero, respeto a las iglesias, destierro de usuras, etc. Quiero acotar lo mandado en uno de 6 de julio de ese mismo año 1562 por la noticia que nos da de los trajes de aquellos tiempos. Mandó, pues, que los clérigos "daqui avant degan aportar la clotxa closa fins baix als talons, y capiro, y les robetes largas fins baix dels genolls, segons per los capitols sinodals es stat ordenat, ó manteu y sotana larchs fins als talons; y que no aporten calses, ni sabates tallades, ni letuguetes en els colls y braços de les camises; y que porten la barba feta de tal manera que no se puga notar esser larga.” También es digno de notarse lo que mandó en otro edicto, que el que ayuda a misa no do pau á algu fins que lo sant sacrament dels Cors precios é Sanc de Jhu. Xpst, no sia assunt, é que no presumexca dar pau ab la patena.

Por esta muestra de lo mucho que este Obispo trabajó en este solo año 1562, y por el esmero y diligencia que en ello se ve con que atendía a todo, conocerás cuán sensible me es el no haber dado con ninguno de los sínodos que seguramente debió celebrar. Y sin duda lo era una congregación de todo el clero de la diócesi en este mismo año, que reunido en el Capítulo de esta iglesia dio en subsidio caritativo 1.500 escudos de oro, a razón de treinta libras por escudo. Pero constitución sinodal no he visto ninguna. Dejando algunas otras memorias hallo que nuestro Obispo asistió al concilio provincial de Valencia, celebrado en 1565, para el cual nombró el Capítulo por sus procuradores y de todo el clero al canónigo Rafael de Villalonga y al presbítero Juan de Abrines. Este último es el santo confesor de la hoy Beata Catalina Tomás, que después fue hecho canónigo en 1570. De otro sínodo suyo del año 1567 hay memoria, cuya celebración debía ser en la semana de Pascua, según la antigua costumbre de la iglesia. Mas el Capítulo le rogó día 14 de marzo que lo difiriese para el mes de septiembre, por ser aquel tiempo más oportuno para la reunión de los párrocos. Llegado este tiempo el Obispo insinuó al Capítulo, día 29 de agosto, que aunque los canónigos no tienen por el derecho voto decisivo en los sínodos, desearía, sin embargo, que asistiesen al que iba a celebrar. Disputose sobre este derecho, y sin resolverse nada, el día 3 de septiembre el Obispo, prescindiendo del derecho de los canónigos, les rogó de nuevo que asistiesen al sínodo para aconsejarle en las cosas tocantes a la salud de las almas. Se resolvió que asistiesen los que quisiesen. A fines de 1568, no me acuerdo qué día, se leyó al Capítulo y este admitió el indulto del Papa Pío V para que los beneficios eclesiásticos de estas islas se diesen sólo a sus regnícolas: cosa ya mandada por Eugenio IV, pero que desde esta última época se ha observado constantemente hasta el día de hoy.

También se admitió aquí con más docilidad que en otras iglesias el nuevo Breviario Romano, según el mandato de San Pío V: re:solución que tomaron a 7 de diciembre de 1569, dándose comisión a algunos canónigos para que se escribiesen libros corales y se buscasen los demás códices necesarios para la mudanza del rito. Pasáronse casi tres años en estas diligencias, necesarias para poder cumplir lo mandado, que además debían ser muy gravosas a la iglesia; y a 5 de septiembre de 1572 resolvieron que el nuevo oficio empezase a regir desde el próximo Adviento. En tanto el Obispo se dispuso para un viaje, para el cual, y durante su ausencia, el Capítulo le concedió a 4 de enero de 1570 la percepción de los frutos que le pertenecían, y él pagó en 16 de marzo las 1.500 libras que aquel le había prestado. No consta circunstancia alguna de este viaje; sólo sabemos que a 14 de agosto de 1572 el Capítulo, sabedor por algunas cartas particulares de que había sido trasladado a la iglesia de Huesca, revocó la gracia que le había hecho sobre la percepción de frutos. Diose esto ya por tan sentado, que a 19 del mismo mes los Jurados pidieron al Capítulo y este consintió en que se escribiese al Rey para que nombrase por Obispo sucesor al Arcediano de esta iglesia Gregorio Çafortesa (: Saforteza), que era natural de la isla. Túvose noticia cierta de la renuncia del obispado a principios del año siguiente 1573, y a 16 de enero ya se nombraron los oficiales Sede vacante. Esta misma renuncia consta de una bula de Gregorio XIII de 6 de marzo de ese mismo año, por la cual, a instancia de Felipe II, se aplican todas las rentas de la vacante a la fábrica del templo, quod, dice, adhuc imperfectum conspicitur, et plurimum deest ut fabrica ipsa absolvatur. Olvidábaseme que en 1572 a 4 de noviembre se dio posesión de un canonicato al sabio Mallorquín Miguel Tomás Taxaquet, que era ya Sacrista y después fue Obispo de Lérida. También se me pasó que a 5 de diciembre del mismo año se abolió el rito de la Sibila en la noche de Navidad, de lo cual se dirá en lo de ritos. El sucesor fue

Juan Vich y Manrique, de ilustre familia, natural de Valencia. Era hijo de Don Luis de Vich y nació en el monasterio de la Murta, junto a Alcira, año 1530, en la celda cuarta antes del coro. Dícelo una nota coetánea de un monje en las cubiertas de la Biblia políglota que él regaló después a aquella casa. El Papa Gregorio XIII le promovió a esta iglesia, para cuya posesión dio poderes en aquella ciudad día 25 de mayo de 1573 a Francisco Ferrer, beneficiado de la parroquia de San Esteban, el cual desempeñó aquí su comisión día 15 del octubre siguiente. No sé en qué se fundan los que llaman al nuevo Obispo Arcediano de Barcelona. En las bulas que presentó su apoderado sólo se le supone perceptor de los frutos del curato de Jijona (leo Gijona), y de una pensión sobre el arcedianato de Játiva, cuya continuación le concede S. S.

Llegó a este puerto día 5 de octubre de 1574 en las galeras de Don Sancho de Leiva, y habiendo dormido en el monasterio de Jesús, hizo al día siguiente su entrada pública y juró las constituciones de su iglesia, de la cual no se separó un momento por espacio de treinta años, hasta que salió para ocupar la silla de Tarragona. De las muchas memorias de su piedad y celo pastoral, que harán eterno su nombre en la historia de esta iglesia, sólo apuntaré una u otra que haga con la disciplina o historia general, porque agotarlo todo es obra inmensa y poco provechosa. Y este mismo plan seguiré en la relación de los pontificados siguientes, en los cuales, después de fijadas bien sus épocas, que es lo importante, lo demás añade poco o nada a las costumbres de nuestros días. A 12 de septiembre de 1575 estableció con el Capítulo una grande y notable solemnidad en la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, la cual se mandó anunciar ocho días antes con repiques de campanas, bandera en la torre y otras señales, y que su procesión se hiciese como la del Corpus, en la cual fuesen algunos muchachos vestidos como ángeles, llevando algunos atributos de nuestra Señora. Igualmente se mandó que en todas las iglesias y monasterios sujetos al Ordinario se hiciese todos los días después de completas conmemoración de la Concepción con la antífona Tota pulchra. A 24 de diciembre del mismo año rogó al Capítulo que se hiciese la representación de la Sibila en los maitines de Navidad y se cantasen algunas cantinelas devotas, como se hacía en otras iglesias, señaladamente en la de Valencia, y el Capítulo consintió en que así se hiciese. Este es el origen de los villancicos en esta iglesia.

En 1577 a 1.° de enero está fecho el breve con que el Papa Gregorio XIII concedió que fuese altar privilegiado en esta catedral el de San Pedro; y esto a instancia de Miguel (Tomás Taxaquet), Obispo de Lérida. Que sólo porque se vea que en dicho día era ya Obispo este grande hombre, he notado esta bagatela histórica. Son frecuentes en los años siguientes las noticias de las dádivas con que nuestro Obispo enriqueció la iglesia. En 1580 se trató en Capítulo de un tabernáculo que quería regalar para llevar en las procesiones las reliquias. La Consueta de la sacristía nos recuerda que ese mismo año regaló un rico frontal, en 1586 dos ternos completos y en 1597 una figura de plata de San Vicente Ferrer. De su orden dispusieron el canónigo Rafael Alberti y Onofre Oliver, rector de San Miguel, un nuevo Manual de los sacramentos y otros ritos, que se imprimió aquí mismo en 1601 por Gabriel Guasp en 4.° Igualmente recuerdo aquí lo que ya se dijo en lo de la fábrica de esta catedral, cuya conclusión se debe a este Prelado. Mas todo este conato que puso en la parte material de su iglesia, no le estorbó la atención a la parte más principal de su ministerio. Y así son continuas las memorias de haber predicado en la catedral, de las visitas que hizo en ella y en la diócesi, de los edictos que publicó, de los entredichos que puso y de los sínodos que celebró. Cada uno de estos artículos, descrito por menor, haría crecer mucho esta carta. De los sínodos sólo tenemos impresos los de los años 1588, 1592 y 1597; y de ellos se dirá con extensión en su propio lugar, si logro ver algún ejemplar. En 1593 a 7 de mayo se resolvió que se hiciesen tres procesiones solemnes de rogativa pro electione Regis regni Franciae, quae fieri debet, et aliis laboribus et vexationibus quibus affligitur dictum regnum (Act. cap.)

El mismo año a 23 de diciembre se resolvió que se pudiesen decir en esta catedral misas rezadas en la vigilia de Navidad, como ya se decían en todas las iglesias y monasterios de la diócesi, puesto que no se encontraba el porqué de la costumbre antigua de no decirse en ella en este día más que la conventual. (Ib.)

En 1594 a 6 de septiembre murió el Virrey de este reino Don Luis Vich, hermano de nuestro Obispo, y se dispuso el entierro magnífico cual correspondía. (Ib.)

En 1595 a 31 de marzo se acordó admitir en la iglesia la música de ministriles para las fiestas solemnes. En el año siguiente se mandaron renovar las constituciones pro choro, colgadas, según costumbre, en el mismo en una tablilla, quitándose las ya desusadas, entre las cuales cuentan la de vestibus nigris deferendis. Igualmente se prohibió la entrada en el coro a los beneficiados teólogos que no hubiesen todavía defendido sus conclusiones, cuyos actos se tenían en el Capítulo. Finalmente, concedieron a algunos presbíteros la gracia capae pelliceae et mussae alfodratae quibus privati fuerant. (Ib.)

Si estas pequeñas noticias sirven para conocer las costumbres de aquel tiempo, no es menos útil por otro ramo otra acta capitular del 18 de septiembre de 1602 que dice así: "Proposuit Illmus. D. Episcopus quandam declarationem factam a SS. D. N. Papa Clemente (VIII), in qua damnat quandam propositionem circa modum confitendi peccata per internuntium et scripturam, et recipiendi absolutionem sacramentalem in absentia confessoris: volens quod praebeant votum et consilium, si illam publicari conveniat. Et conclusum quod publicetur, signanter quia prohibetur in illa disputatio.” A los defensores de Suárez toca responder a este argumento insoluble de la real y verdadera condenación de aquella opinión. A principios del año 1604 se disponía nuestro Obispo para un viaje al continente, por cuyo motivo resolvió el Capítulo a 26 de marzo enviar a Valencia por los Santos Oleos. Este viaje era para ir a Tarragona, a cuya Silla metropolitana había sido trasladado, y de la cual me consta que tomó posesión a 16 de agosto de ese mismo año, y donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 4 de marzo de 1611, habiendo llegado a ser el Prelado más anciano de toda España. Seis días antes de que tomase la posesión de la nueva Silla, se trató ya en esta de su vacante y de la elección de Vicarios generales, es a saber, a 10 de agosto de 1604, en lo cual hubo cuentos muy pesados, hasta que el Arzobispo de Valencia por derecho de Metropolitano, nombró Vicario general al Arcediano Gregorio Çafortesa.

Alfonso Laso Sedeño, trasladado a esta iglesia de la metropolitana de Cáller a 1.° de diciembre de 1604, que es la fecha de la bula. Hallábase en Valladolid, donde a 11 de abril de 1605 dio poderes a Pedro Benneser para tomar posesión de este obispado, y este lo verificó a 17 del junio inmediato. Llegó a este puerto día 30 de agosto, e hizo su entrada solemne el 1.° de septiembre. A 11 del mismo mes consagró a su sucesor en el arzobispado de Cáller, que se hallaba aquí de Inquisidor, y se llamaba Don Francisco Esquivel, nombrándose para este acto, a falta de Obispos asistentes, dos de las dignidades de esta iglesia. Todo esto es de las Actas capitulares y de otros documentos originales de este archivo, como también la noticia de haberse dado posesión del primer canónigo tesorero en 1607. En ese mismo año pidieron los Jurados fieri peregrinos pro sterilitate temporis. Et fuit conclusum, dicen las actas, quod D. canonicus Caller cum aliis presbiteris sibi bene visis proficiscantur domum B. Mariae de Luco, et factis devotionibus redeant ad civitatem.

Murió pronto este Obispo, es a saber, hacia las doce horas del día 21 de agosto de ese mismo año 1607. Según indican las Actas de ese día, parece que se enterró en la capilla de San Pedro. Dícese que fue Virrey de Mallorca.

Fr. Simón Bauça, natural de esta ciudad, religioso Dominico, educado en el convento de Valencia en la escuela de San Luis Bertrán. Siendo Provincial de Tierra Santa fue promovido a esta Silla, cuya noticia llegó aquí a 15 de noviembre de 1607. Tomó posesión de ella a 16 de mayo del año siguiente por medio de su procurador Juan Estelrich, canónigo y Sacrista de la iglesia, a la cual vino personalmente día 12 del junio inmediato, y empezó a visitar a 7 del próximo septiembre. (Act. cap.)

En el año 1609, a 11 de agosto, al mismo tiempo que se decretaron rogativas públicas por el riesgo que amenazaba la armada de los Moros que estaba en Menorca, se ofreció el clero a servir con sus personas en el peligro común, nombrándose al efecto capitanes del ejército clerical, levantando estandartes, et cetera. (Ib.)

En 1612, a 12 de marzo, llegó a esta ciudad Don Lorenzo Nieto, Abad que fue de Monserrate, de tránsito para su obispado de Ales, en Cerdeña (Ib.)

En 1614 visitó de nuevo la catedral: cosa que repitió otras veces años adelante; y en el de 1620, a 18 de mayo, partió para Menorca con el mismo objeto (Ib.)

En 1615, a 19 de agosto, el P. Fiol, Jesuita, presentó al Capítulo una arquilla llena de reliquias halladas en Cáller el día 22 del julio anterior. Más adelante hablaremos de otras reliquias encontradas por este tiempo en aquella misma ciudad (Ib.)

Hasta estos años se acostumbraba hacer anualmente la bendición de los frutos de toda la isla en el monte de Randa, que la domina toda, o en la mayor parte. Esta práctica, que debía ser de mucha incomodidad, se quitó en 1616, día 13 de abril, mandándose que se hiciese en uno de los bastiones de esta ciudad con procesión general (Ib.)

En 1617, 16 de junio, se dio posesión de su convento de Santa Teresa a las religiosas fundadoras del mismo (Ib.)

Poco después, a 1.° de noviembre, se resolvió hacer solemne entierro al cadáver del célebre hermano Jesuita Alonso Rodríguez, cuya beatificación se promovió con calor años adelante (Ib.)

También es del mismo año la separación que procuró y consiguió este Obispo de una de las dos prebendas canonicales que hasta entonces estuvieron anejas a la dignidad episcopal, cuya gracia en favor del doctor Nadal Sentandreu presentó al Capítulo día 22 de septiembre. Desde entonces los Obispos sólo perciben una prebenda canonical (Ib.)

En 1617 aprobó el Obispo las nuevas constituciones hechas por los Jurados para reforma de la casa de educación fundada por el canónigo Genovard y Sor Isabela Cifre (Curia episc.)

En 1619, a 19 de junio, llegó acá el Príncipe Filiberto, hijo del Duque de Saboya.

En 1620, a 13 de junio, se mandó cantar el Te Deum, en celebridad de haber sido promovido al obispado de Jaca el canónigo y Sacrista de esta iglesia Juan Estelrich: cuya muerte se anunció al Capítulo a 25 de mayo de 1626 (Act. cap.)

El mismo año 1620, a 3 de enero, llegó a este puerto Don Fr. Antonio de Govea, Agustino Portugués, Obispo de Sirenay, como dice un libro de notas sobre lo ocurrido en los principios de este siglo (Archivo de la catedral), el cual añade que venía a Madrid por Embajador del Rey de Persia, que era de edad de 56 años, y que después de haber predicado en la catedral día de Reyes, prosiguió su viaje el día 9 del mismo mes.

Nuestro Prelado murió de edad de 71 años, en su palacio, de apoplegía, una hora antes de amanecer del día 5 de diciembre de 1623 (Ib.), y fue enterrado en el convento de Santo Domingo de esta ciudad, bajo el presbiterio de su iglesia. De los sínodos que celebró en 1611 y 1619 se dirá en su lugar. Construyó en su palacio un salón, donde colocó los retratos de sus antecesores; en los cuales hay que hacer alguna reforma. Sus limosnas, vida penitente, sermones frecuentes, etc., dirán otros a quienes toque proponer los Prelados como modelo de virtud.

A 23 de agosto de 1624 llegó la noticia de estar electo por sucesor Don Félix de Guzmán. El mismo avisó poco después al Capítulo que había aceptado el nombramiento. Con todo eso no tuvo efecto, y el sucesor fue

Baltasar de Borja y Velasco, hijo de Don Francisco de Borja, Marqués de Lombay y Duque de Gandía. Nació en Berlanga, y fue educado por su tío el Beato Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia, donde obtuvo un canonicato y el arcedianato de Játiva, con cuyos dictados gobernó aquel arzobispado en la vacante de su tío. Fue electo para esta Silla a fines del año 1625; mas no tomó de ella posesión hasta el día 3 de febrero del año siguiente, por medio de su procurador Juan Bautista Polina y Ciurana, después de prestar el juramento el día 28 del anterior. Sé que dio sus poderes estando en Madrid, mas no el día. Llegó a este puerto a 15 del abril inmediato, y al día siguiente hizo su entrada pública. Luego se dedicó a visitar su diócesi; cosa que repitió en 1628, en cuyo año fue hecho Virrey de este reino y juró como tal a 23 de mayo, una hora después de puesto el sol. En el mismo año celebró un sínodo, del cual he visto citar una u otra constitución en el que celebró el sucesor en 1636. Otro quiso celebrar en 1630, cuya convocatoria está fecha a 21 de junio, y cuya celebración señaló para el día 25 de agosto inmediato. Pero una muerte repentina le atajó los pasos algunos días antes, en la edad de 44 años, a 11 de julio del mismo año. Esto dice el sermón que predicó dos días después en sus exequias el padre Juan Bautista Escardó, Jesuita, que se imprimió luego, dedicándolo al Cardenal Don Gaspar de Borja, hermano del difunto. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro en la raíz de la pared al lado del evangelio, sin losa ni inscripción. Hánme informado que hasta pocos años había en la pared un paño con su escudo de armas. Ahora sólo se conoce que lo hubo en la mayor blancura de los sillares que él cubría. He visto varias firmas suyas originales y siempre decía: Don Baltasar, Obispo de Mallorca. Sucediole

Fr. Juan de Santander, Vizcaíno, de la orden de San Francisco, de cuya promoción a esta Silla hubo ya aquí noticia por carta del canónigo Berard al Capítulo, escrita desde Madrid a 23 de octubre de 1630, que debe ser la época de su nombramiento; pero no tomó posesión hasta el año siguiente a 2 de septiembre por medio de su procurador Marcos Talledo. Llegó a esta isla a 5 de marzo de 1632, y dos días después hizo su entrada pública. Luego emprendió la visita de su catedral y diócesi, la cual repitió en 1637 y 1639. También visitó la isla de Menorca en 1638.

Contribuyó mucho a apagar la discordia que reinaba en esta ciudad entre los vecinos de su parte alta con los de la parte baja, que se llamaban los Canamunts y Canavall (casas de arriba y casas de abajo), cuyas paces concertó y publicó día 11 de octubre de 1632, aunque posteriormente se reprodujeron estos odios civiles, cuyo origen no sé. Durante la ausencia del Virrey de estas islas fue nombrado su Lugarteniente, y en calidad de tal prestó su juramento a 12 de octubre de 1637. La memoria más duradera de su gobierno es el sínodo impreso que celebró en 1636, del cual diremos otro día. Murió a 24 de enero de 1644. Todo lo dicho es de las Actas capitulares. En los registros de su curia he visto que firmaba siempre con su nombre y apellido. Está enterrado en el convento de su orden en esta ciudad.

Hasta aquí me permitió la salud continuar mis investigaciones en la serie cronológica de los Obispos y averiguación de sus hechos principales. Para completarla hasta el día me he valido de algunos apuntes que tiene hechos el presbítero Don José Barberi, de cuya exactitud y diligencia hablé ya en mis cartas anteriores.

Fr. Tomás de Rocamora, natural de Orihuela, religioso Dominico. Llegó a Mallorca a 30 de abril de 1645 en dos galeras de Nápoles y al día siguiente hizo su entrada pública. Dedicose luego a sosegar y concordar enteramente los ánimos y partidos que dijimos de los Canamunts y Canavalls, cuyas paces solemnizó día 31 de agosto del mismo año por medio de escritura pública, Te Deum, torneos y otras demostraciones. Influyó mucho en ello por la autoridad que también ejercía de Virrey en esos primeros años. Quedan ilustres memorias de su celo y caridad, particularmente en la gran carestía de 1647, llamado todavía el any dels trezets, por la escasez con que se repartía el pan, y en el contagio que se padeció en 1652. Murió día 15 de noviembre de 1653 a los 57 años de su edad, y se enterró en el convento de mi orden de esta ciudad. La sacristía de su catedral conserva varias alhajas que le regaló.

Miguel Pérez de Nueros, Aragonés, fiscal en el supremo consejo de Aragón. Tomó posesión de esta Silla a 1.° de octubre de 1655 y murió a los cuatro meses, es a saber, a 12 de febrero de 1656. Enterrose en el plano del coro de esta iglesia.

Diego de Escolano, que había sido canónigo de esta iglesia desde el año 1634 hasta 1652, de donde pasó a Inquisidor de Llerena y sucesivamente de Toledo y fiscal y consejero de la Suprema. Promovido a esta Silla tomó de ella posesión a 15 de noviembre de 1656. De su gobierno, que le duró cuatro años, nos queda el sínodo impreso que celebró en 1659, del cual se dirá. Su última memoria en los Registros de la curia es de 13 de septiembre de 1660, y a 22 del mismo mes ya vacaba la Sede por promoción del Prelado a la de Tarazona, de la cual se dice que pasó a la de Segovia y últimamente a la de Granada.

Pedro Fernández Manjarres de Heredia, natural de Sevilla, Inquisidor de Cerdeña y de la Suprema. Tomó posesión de este obispado a 21 de septiembre de 1661. Su primera memoria en la curia es de 28 del mismo mes. Allí vi también copiada ad longum su visita ad limina, fecha a 27 de enero de 1663, con una relación de todas las reliquias que poseía entonces la catedral, que se manifestaban al pueblo y llevaban en procesión por el ámbito de la iglesia el día segundo de Pascua de Resurrección. Quedan también del mismo muy sabios edictos, entre ellos uno para cortar el abuso de los gastos que se hacían en los velos y profesiones de monjas. Murió a 26 de diciembre de 1670, y se enterró en el coro de la catedral.

Bernardo Luis Cotoner, natural de esta ciudad, canónigo de esta iglesia, a la cual fue después trasladado desde la de Arborea, en Sicilia, en 1671. Tomó posesión a 26 de diciembre del mismo año, y la gobernó hasta su muerte, acaecida a 18 de enero de 1684. La principal memoria que queda de su celo fue lo que trabajó en ajustar cierta concordia entre el clero y el reino sobre contribuciones. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro a mano derecha, donde se erigió un monumento de mármol, trabajado en Italia con esta inscripción: "D. D. Bernardo Cotoner, illustrissimo Balearium Presuli, animi magnitudine, pietatis officio, sapientie decore coruscanti. Virtus in eo mirabilis ad canonicatum potiori Capituli adclamatione evexit: dein ad archiepiscopatum Arborensem, tandem micanti infula cingens in hac sua insula Palme. Qui tumultuantibus regni undis firma atque imobilis rupes permansit, ecclesiastica libertate mirifice exaltatâ: suorum fratrum gloria potitus, tum alterius in Sicilia fidei Questoris, tum alterius alteri in magno Hierosolym. magisterio sine mora subsequentis; anno 1684 septuagenarius sua ipsa gloriosior obiit; nam ut moriens viveret, vixit ut moriturus. Exiguum meritis redditur hoc monimentum, ac sempiternos honores persolvit fama perennis.”

Sobre los motivos de las persecuciones que padeció, indicadas en esta inscripción, dicen que escribió un tratadito el historiador Vicente Mut, el cual no he podido ver. En la misma se mencionan dos hermanos suyos grandes Maestres de la orden de San Juan, uno de los cuales envió desde Malta a esta iglesia una reliquia de Santa Rosalía a 30 de enero de 1678. Otro hermano menciona que fue Inquisidor en Sicilia, cuya noticia me pone en alguna confusión sobre las notas que tomé de Actas capitulares y Registros de órdenes, las cuales pondré aquí de todos modos y los naturales del país podrán averiguar a cual de los dos hermanos pertenecen.

A 1.° de marzo de 1613 se da posesión de un canonicato en esta iglesia a Bernardo Cotoner. (Act. cap.)

En 1625 a 29 de mayo Bernardo Luis Cotoner, canónigo y consultor ordinario de la inquisición de Mallorca, estando para marchar a la corte, nombró por sus apoderados a los dos hermanos Gerónimo Togores, canónigo, y Albertín Togores. (Reg. de la curia episcopal del tiempo de Don Baltasar de Borja, fol. 122).

En 1626 a 13 de febrero proposuit (dicen las Actas) inquisitor Cotoner se recessurum a presenti insula ad civitatem Sardiniae, ad quam fuit electus; qui se obtulit servire praesenti Capitulo.

En 1629, día 23 de noviembre, el citado Obispo Don Baltasar de Borja, a instancia de dichos apoderados, mandó registrar en su curia la nómina y certificación de las reliquias que el mismo Bernardo Cotoner trajo desde Cerdeña acá pasando a la corte, y son: primero, un certificado que da el canónigo de Cáller Cosme Scarchoni, fecho a 17 de enero de 1629, de que dicho día se habían entregado al señor Cotoner varias reliquias halladas en los años 1625 y los dos siguientes en la basílica de San Saturnino e iglesia de San Lucífero, siendo Scarchoni Vicario, Sede vacante. Son cuarenta y ocho reliquias, todas insignes, las cuales no digo porque no estoy seguro de que sean exactas las copias en los nombres de los Santos; las hay de San Saturnino M., S. Lucífero, Arzobispo de Cáller, San Fructuoso, San Gregorio M., San Bartolomé, Santa Cecilia y San Antíoco, lector, cuya inscripción sepulcral copian: segundo, otro certificado de 27 del mismo mes y año, dado por el Arzobispo de Cáller Don Fr. Ambrosio Machín, de haber entregado al señor Cotoner, que se hallaba en aquella ciudad como Inquisitor pro sua maiestate, los cuerpos de San Fortunato M. (cuya fiesta es a 28 de marzo) y de San Honorato M. (que es a 13 de enero), los cuales fueron hallados junto a la basílica Constantiniana, intitulada de San Saturnino, extra muros de Cáller. (Reg. cur. episc. laud.)

Bernardo Luis Cotoner, con carta fecha en Madrid en 1630 (dejando en blanco el mes), avisa al Capítulo que el Inquisidor general le había nombrado Inquisidor de Zaragoza, plaza de las más estimadas y procuradas de España. Añade que pensaba partir a su nuevo destino antes de la Cuaresma. De modo que su nombramiento fue a principios de ese año. La carta está original en el archivo de esta iglesia. Esto es lo que dije que quería dejar notado. En la vacante de este Obispo fue Vicario general Raimundo Sureda, canónigo de esta iglesia y Obispo Oropiense.

Pedro de Alagón, natural de Cáller, canónigo de aquella catedral, Obispo de Ampurias y Arzobispo de Oristán, de cuya última iglesia fue trasladado a la nuestra y tomó posesión a 18 de abril de 1685. Visitó la catedral en 1690, y en el siguiente tuvo un sínodo que se imprimió y es el último de los celebrados en la diócesi. En el mismo año 1691 con comisión Apostólica erigió en universidad lo que antes sólo era un estudio general, de la cual es canciller nato el Obispo. Otro gran bien hizo con la fundación del Seminario conciliar que verificó en 1700, intitulándolo de nuestra Señora y de San Pedro. Después de lo cual murió a 3 de mayo de 1701. Parece que este Prelado quiso ejercer alguna jurisdicción en el hospital general, lo cual debió ocasionar algún pleito en la curia Romana, puesto que se halla una sentencia impresa dada por el auditor del Papa Francisco Barberino, en que manda al Obispo de Mallorca que se abstenga de visitar y entrometerse en dicho establecimiento, que dice estaba ya de inmemorial exento de su jurisdicción y sujeto a la real. He visto en los Capuchinos de esta ciudad un ejemplar impreso de esta sentencia, cuya data es de 26 de julio de 1690.

Fr. Francisco Antonio de la Portilla, Vizcaíno, religioso Francisco, de tanto crédito en su orden, que llegó a tener la mitad de sus votos para General de la misma: disputa que cortó él mismo, renunciando con humildad, para que lo fuese su competidor. Tomó posesión de esta Silla día 28 de julio de 1702, en cuyo gobierno dejó buenas memorias de su caridad. Los cuatro últimos años de su obispado estuvo en Barcelona (acaso con motivo de las guerras de sucesión), y allí murió a 7 de junio de 1711. Trájose acá su cadáver, como él había ordenado, y se le hicieron las exequias a 7 de julio, y fue enterrado en la capilla de la Concepción, de San Francisco. Todo esto se lee en el sermón fúnebre que anda impreso, y predicó el maestro Fr. Mariano Mauro Risón, Carmelita.

Atanasio de Esterripa, Vizcaíno, catedrático de Alcalá y canónigo de aquella colegiata, después auxiliar de Toledo con el título de Obispo de Licopoli, y presidente del Consejo de Hacienda. Hallábase en Barcelona cuando murió el antecesor, quien muchas veces le había rogado que viniese a visitar estas islas. Estaba ya electo Obispo de esta Silla el día 7 de julio de 1711, cuando se hicieron las exequias del antecesor, como consta de su sermón, que se dedicó al electo. Tomó posesión a 23 de julio del año siguiente, y falleció a 5 del mismo mes de 1721. En los volúmenes de Varia de este mi convento queda una pastoral suya del año 1717.

Juan Fernández Zapata, natural de Aguilar de Cervera, en Navarra. Tomó posesión de esta Silla a 23 de julio de 1722, y la gobernó con mucho celo, que según dicen tocó en severidad y ocasionó muchos disturbios. En 1729 fue promovido al obispado de León, y yendo a su nueva iglesia murió en la villa de Aniago a 12 de octubre del mismo año, y fue enterrado en la cartuja inmediata. En la vacante de nuestra iglesia había sido nombrado Obispo sucesor Don Francisco de la Torre Herrera de Roncesvalles, el cual, muerto Zapata, fue promovido a la iglesia de León, sin tomar posesión de esta, en la cual sucedió

Fr. Benito Pañelles y Escardó, natural de Villafranca de Penades, monje Benedictino y Abad del monasterio de San Feliu de Guixols. Tomó posesión del obispado a 7 de octubre de 1730 por su procurador el canónigo Gabriel de Salas, y murió a los trece años de su gobierno. Tiene su sepulcro en la capilla de San Benito, antes de nuestra Señora de los Navegantes, al lado del evangelio, con esta inscripción, que conserva algunas noticias de su vida: "D. O. M. = Siste viator et lege. Hoc sepulchro, quod adhuc vivens extruxit sibi D. D. Frater Benedictus Pañelles et Escardó, ordinis divi Benedicti, non omnino mortuus requiescit. Mori quippe omnino non potuit, qui mortuus vixit antequam moreretur. Ex optimo Abbate divi Felicis Guixolensis melior evassit Maioricarum Antistes. Cuius obitu amissit Salmantica magistrum, heroem Benedictina religio, filium Gotholaunia, Maiorica patrem. Vade viator, et apud divum Benedictum, cui, quod vides, sacellum patri gratus dicavit filius, ornavitque, bonum pro Benedicto filio apprecare votum. Discessit a nobis die 26 Novembris 1743, cum vixisset annos 74.”

Josef de Zepeda, natural de la Puebla de Montalvan (Montalbán), diócesi de Toledo, Inquisidor de Valencia por espacio de veinte y dos años, de donde fue promovido a esta Silla. Tomó posesión a 24 de septiembre de 1744 por medio de su procurador el canónigo Nicolás de Salas. Vino acá, e hizo su entrada a 15 de mayo del año siguiente. En 26 de julio de 1746 consagró la mesa del nuevo altar mayor, puesto en lugar del que cuatrocientos años antes había construido su antecesor Berenguer Batle. En un certificado original, que he visto en los libros de la curia, consta que el Papa Benedicto XIV, a 19 de enero de 1750, le preconizó Obispo de la iglesia de Coria, vacante por muerte de su último Obispo Don Josef Madaleno. Murió en Madrid a 17 de enero de ese mismo año, a los 63 de su edad. Este Prelado, devoto y humilde, decía ordinariamente que su mejor entretenimiento eran libros, pinturas y flores. Lo cual basta para formar idea de su carácter.

Lorenzo Despuig, natural de esta ciudad, y canónigo de su catedral desde el año 1728. Nueve años después pasó a la corte por negocios de su iglesia y clero, en cuyo tiempo le encargó el Rey que acompañase al Infante Don Felipe a Italia. Otro viaje hizo a Roma cuando fue promovido a esta Silla, con cuya ocasión el Papa le condecoró con los títulos de Prelado doméstico, asistente al solio pontificio y Protonotario Apostólico. Consagrose en aquella capital, en la iglesia de Monserrate, a 3 de mayo de 1750. Hizo acá su entrada solemne a 3 de enero del año siguiente. Era muy generoso, particularmente con los pobres. Visitó dos veces la isla de Menorca. De algunos disturbios que sobrevinieron en esta ciudad sobre las cosas de Raimundo Lull, tomó la corte ocasión para trasladarle a la Silla de Tarragona, para donde salió de aquí a 14 de marzo de 1763, y donde murió el año siguiente, a los 58 de su edad, como se dijo en su lugar. En esta Silla le sucedió

Francisco Garrido de la Vega, natural del lugar de Monte Berducido, de la diócesi de Tuy, el cual, después de varios cargos eclesiásticos, era cura de la parroquia de San Andrés de Madrid cuando le nombraron Obispo de esta iglesia. Tomó posesión a 28 de septiembre de 1763 por medio de su apoderado el canónigo Juan Despuig: llegó a esta isla a 2 del diciembre inmediato. Portose con mucha prudencia en las circunstancias críticas y disputas ruidosas en que halló envuelto a este pueblo por la causa que dije antes. Costeó la obra nueva del Seminario Conciliar, y dejó otras memorias en los reparos de iglesias y monasterios. Finalmente, fue trasladado a Córdoba, a donde llegó por el noviembre de 1772, y donde murió de allí a cuatro años, día 20 de enero, sin poder tomar posesión del arzobispado de Sevilla, a que había sido promovido.

Juan Díaz de la Guerra, natural de Jerez de la Frontera, Auditor de la Rota Romana. Era de edad de 46 años cuando le nombraron para esta Silla. Consagrose en Roma a 28 de junio de 1772. Hizo acá su entrada solemne a 15 del octubre siguiente. Era hombre de grandes empresas. Hizo reimprimir aquí la suma de Santo Tomás, que quedó incompleta; y hubiera sido muy cómoda para los ancianos de vista muy cansada. Estableció la biblioteca episcopal con la dotación correspondiente. Fomentó mucho la casa de las niñas huérfanas. Gastó sumas crecidas en el puerto y lazareto de la Alcudia, y desecación de un pantano. En los cinco años que le duró el obispado sostuvo con tesón la observancia de los decretos pontificios tocantes a las cosas de Lull, y principalmente de la bula de Gregorio XI, cuya copia incluyo, conforme existe en la catedral de Gerona (a: Ap. núm. VIII.). Lo cual le ocasionó una nube de contradicciones y disgustos, que al fin pararon en su promoción al obispado de Sigüenza, la cual se verificó en el mes de junio de 1777, habiendo salido de esta isla para la corte a 15 del marzo anterior. Murió en su nueva iglesia día 29 de noviembre de 1800, a los 73 años de su edad. Algunos que conocieron acá a este Prelado no cesan de alabar su vastísima erudición.

Pedro Rubio Benedicto y Herrero, natural de Santa María del Campo, diócesi de Cuenca, promovido a esta iglesia en 1777, y consagrado a 10 de mayo del año siguiente en Madrid, de donde vino acá a 13 del julio inmediato, e hizo su entrada a 25 del mismo. En los diez y seis años que le duró el gobierno predicó casi todos los domingos. Congregaba anualmente el clero por medio de edictos para hacer ejercicios en la casa de la Misión. En esto pararon los sínodos antiguos. Era muy limosnero, y contribuyó a las fábricas de la iglesia de los PP. Cayetanos, la cual bendijo, y a la de los Capuchinos, que consagró. En su catedral levantó a su costa un hermoso baptisterio, donde se ven buenas pinturas del Valenciano Blanes, y esta inscripción del Mallorquín Bartolomé Pou: Jesu Christo, humanae labis vindici, expiatorique Sacrum. Maioricensis Ecclesiae Episcopus Petrus Rubius Benedictus in hoc sacello aere suo elegantius e marmore concinnato, picturisque lustralibus decentius instructo, Palmae in aede maxima sacra Balearium, baptisterium princeps in reparatione salutis humanae MDCCXCIV. erga Baleares charitatis suae M. P. C. Esta capilla está al pie de la iglesia, en el hueco que debía servir para una de las puertas del frontis principal. En 1782 hizo la visita de Menorca, y creo que es la última que en aquella isla han hecho los Obispos de Mallorca, porque poco después logró ya tener Obispo propio. En 1788 realizó el plan beneficial de todas las parroquias de su diócesi, reformando las que eran de corto rédito, y dejando las demás dotadas cóngruamente. En 1793 fue nombrado para el obispado de Jaén, para donde salió de aquí a 6 de marzo del año siguiente, y a donde murió en 1795, día 27 de mayo, de edad de 70 años.

Sucediole el actual Prelado

Bernardo Nadal y Crespi, natural de esta isla, nacido en Sóller a 5 de abril de 1745, colector de la colegiata de San Isidro de Madrid, abreviador de la nunciatura, empleado en la secretaría de la interpretación de lenguas y canónigo de esta iglesia de Palma. Fue nombrado para su Silla pontifical a 20 de abril de 1794 y consagrado en la citada colegiata de San Isidro juntamente con el Obispo de Osma; llegó acá a fines del mismo año, donde hizo su entrada solemne a 1.° de febrero del siguiente. Desde luego se propuso calmar y destruir del todo si pudiese los cuentos pasados sobre las cosas de Lull, y puede decirse que con su prudencia lo ha conseguido en gran parte. En 1799 varió la hora de decir los maitines, que siempre había sido por la mañana, trasladándolas a la tarde en el verano y al anochecer en el invierno. Ha establecido vicarios in capite en algunos lugares sufragáneos de curatos pingües, que estaban mal asistidos por la distancia de la matriz o por negligencia de los curas; en lo cual mostró las buenas ideas que tiene del uso de las rentas eclesiásticas. De su orden se añadió y reformó el catecismo de Ripalda y se imprimió en 1801. Iguales trabajos mandó hacer en el Ritual diocesano, pero todavía no se ha publicado. En su tiempo se ha desmembrado de su diócesi la isla de Menorca.

Verificada nuestra gloriosa revolución, coadyuvó muchísimo en su diócesi a fomentar el espíritu público contra el usurpador Napoleón como vocal de su junta superior, hasta que fue nombrado diputado para las cortes generales, en las cuales cuanto contribuyó al bien del pueblo, dícenlo los diarios. Encargole el Congreso las comisiones más honoríficas. Por sus achaques volvió a su isla con licencia a 5 de septiembre de 1812, y restablecido se restituyó al Congreso, en el cual permaneció hasta su conclusión. En el regreso a fines de 1813 tuve el honor de acompañarle en la penosa navegación de setenta y tres días hasta que tuvimos entrada a 21 de diciembre de ese año. Si en los demás Obispos he omitido el elogio de sus virtudes personales y pastorales por no ser de mi inspección, en este tengo el doble objeto de estar vivo el Prelado, cuya modestia se resentiría. Sólo debo añadir en honor de la verdad que las buenas ideas de literatura y el amor a la ilustración general que anima a este Prelado, es a quien se debe la buena suerte de este Viaje y del viajero. Que a no haber sido por este señor Obispo y por lo que ha protegido mi comisión, acaso hubiera regresado a la Península como salí de ella. Tal es la fuerza de la preocupación cuando se apodera de hombres que en otros puntos tendrán buen juicio.

Gracias a Dios que salí de esta secatura de relaciones biográficas. Algo queda para otros correos de mayor amenidad.

Palma 26 de marzo de 1814.