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martes, 19 de julio de 2022

CARTA XLVIII. Noticia de algunos ritos antiguos de la iglesia de Vique. Reliquias. Luciano y Marciano

CARTA XLVIII. 

Noticia de algunos ritos antiguos de la iglesia de Vique. Sus reliquias. Si los SS. MM. Luciano y Marciano nacieron y fueron martirizados en Vique. Inscripción romana inédita. 

Mi querido hermano: Mientras voy preparando otras cartas más serias y detenidas, hoy quiero contarte una porción de cosillas sueltas, y no por eso inútiles; que por algo se dijo lo de las candelillas y del cirio pascual. Y lo primero que me ocurre es que el gobierno hizo muy bien en no acceder a tu propuesta, cuando para escribir la historia de los ritos pedías que las iglesias y monasterios enviasen a Madrid sus códices rituales. Porque muy cierto es que la historia de los ritos no está sólo en esos códices. Y ahora lo vas a ver con lo poco que apuntaré aquí de las actas capitulares de esta iglesia, como una muestra de lo mucho que tengo recogido. Esos libros se comenzaron a escribir a fines del siglo XIII, en virtud de la constitución que para ello hizo con su Capítulo el obispo D. Raimundo Anglesola. Mandose en ella que el libro donde se escribiesen fuese llamado liber vitae, y así se usa hoy día. Es de notar que en todo el siglo XIV y parte del siguiente contaba siempre el obispo con el Capítulo para establecer, reformar o quitar ritos: y que con este objeto entre otros asistía el prelado al Capítulo general de Pentecostés, que es cuando se entendía en esas cosas. 

Diré algunas de estas ordinaciones.

En 1311 se mandó cantar el himno Veni creator, en la tercia de Pentecostés y su octava. En 1319 mandaron quod evangelium vel epístola in missa maiori, quae  celebrabitur in maiori altari sedis no nostrae, ulterius non cantetur. Evangelium tamen, quod cantatur in matutinis in festivitatibus Natalis et Epiphaniae Domini, cantetur more solito. Epistolam vero, quae in festo Sancti Stephani in missa populari cantari consuevit, de cetero prohibemus cantari. Más adelante en 1324 concedieron que se cantase el evangelio en las principales fiestas del año; pero con licencia del obispo, y en su ausencia del precentor. Esta prohibición de cantar el evangelio y epístola en la misa mayor, no quiere decir que se mandase rezar; lo cual no cabe donde con tanta pompa se procuraba solemnizar aquel acto. Prohibieron pues primero y después permitieron en las fiestas principales que se cantasen con nota de música, a la manera que se cantaban los dos evangelios de la genealogía de Cristo, que eran parte del oficio en los maitines de Navidad y de la Epifanía, como lo son y como se cantan hoy día en mi orden por el diácono en música de primer tono, en la cual también los conservan escritos los libros de esta y otras iglesias. La epístola, cuyo canto del todo se prohibió en la misa popular o digamos matutinal del día de S. Esteban (porque ya se sabe que había dos misas en los días clásicos) era una paráfrasis en verso y lengua vulgar de la epístola latina de aquel día; de la cual hallé un ejemplar en la colegiata de Ager (cod. n. 2563) y va copiada (a: Apend. n. IX.), no sólo porque veas lo que ello era, sino por lo estimable que te debe ser esta pieza de poesía, que yo juzgo ser del siglo XIII cuando menos. Esta misa popular se decía aquí en una capilla que había debajo de los claustros, cuyo piso estaba antes muy levantado. 

En 1322 establecieron el toque de campana al anochecer, para que todos rezasen de rodillas una Ave María pro salute ac pace animorum et corporum, ac fertilitate, et conservatione fructuum terrae. La oración nocturna que llamamos de ánimas, se intimaba aquí al pueblo, no con toque de campana, sino a voz de pregón; y esto aún en 1648, como consta en el archivo de la ciudad. En 1330 se resolvió hacer procesión solemne del Corpus. Cinco años después hay constitución de que nadie sin licencia del tesorero pueda ser enterrado in Galiera, delante de la puerta de S. Juan, una de las laterales del templo. Galiera es lo mismo que Galilea: nombre que daban al pórtico o atrio construido delante de las puertas de las iglesias, que antes de ese tiempo solía servir de cementerio para los reyes y grandes personajes y los individuos del clero, permitiéndose solamente a los obispos enterrarse dentro de los templos. El que ahora se escandaliza de que a nadie se permita enterrar en ellos, ¿qué dirá cuando vea tan celoso a este capítulo en el siglo XIV para impedir la sepultura aun en la parte exterior? ¡Ojalá llegue a restablecerse del todo, como ha comenzado ya la antigua disciplina en este punto! En 1344 se mandó que al tiempo de comenzar el Praephatio en la misa mayor de cada día, se hiciesen ocho o diez toques de campana ad convocandum fideles ad videndum corpus Christi. Esto vemos aún hoy practicado en muchas partes. En 1463 a 5 de Abril Francisco Terrades, beneficiado de esta iglesia, instituyó que doce presbíteros vestidos ad modum apostolorum, qui solent indui in repraesentationibus sanctorum in die corporis Christi, asistiesen al monumento todo el Jueves Santo, cantando salmos usque in crastinum hora communicandi. No es esta la memoria más antigua de la solemnidad usada en los monumentos o como decimos sagrarios: en la iglesia de Ager la hay ya de ello en el siglo XII. Todo esto es de las actas capitulares. 

Pues de las consuetas pudiera decir otras muchas cosas curiosas; pero dejándolas para su lugar, apuntaré algunas que todavía se usan. Tal es la costumbre de elevar una cortina negra detrás de la mesa del altar mayor poco antes de alzar la hostia, para que el pueblo la vea con más comodidad. Es esto casi general en este país, y en algunas iglesias es muy reciente su abolición. Tal hay que además cierra con cortinas los lados del altar, al tiempo que se empieza el canon, quitando con esto al celebrante toda ocasión de distraerse. Úsase también aquí decir la Nona inmediatamente antes de Vísperas, a excepción de los días de vigilia. Más rara y casi sin por qué parece la costumbre de cantarse en voz baja por los sochantres el introito de las misas con su v., empezando en voz alta desde el Gloria Patri; y esto en todos los dobles por grande que sea la solemnidad, cuando en los semidobles y ferias se canta todo en voz alta. 

Lo mismo sucede en el v. de Completas: Converte nos &c. Sobre esto hay mayores curiosidades que observar en las consuetas de la iglesia de Gerona.

El obispo Ramón de Bellera en el sínodo que celebró a 5 de Mayo de 1358, mandó que la Eucaristía se reservase in sacrario in loco eminenti, prohibiendo que se depositase, como se usaba, en arcas que solían servir de asiento, con no pequeña irreverencia de los santos misterios. Conforme a esto en la iglesia de S. Jorge de Altariba (Altarriba), hoy sufragánea de S. Pedro de Santa Fe, diócesis de Solsona, en la pared lateral a la parte del evangelio, cerca del altar mayor, se halla un agujero cuadrado, o sea armario cavado entre dos piedras sillares, elevado ocho palmos sobre el pavimento, y con vestigios de frontizas para estar cerrado. Sobre él se lee: Hic est panis vivus, y debajo: qui de coelo descendit. Las letras son del siglo XIV, según me asegura. D. Francisco Mirambell, cura de Prats de Llusanés, de quien es la noticia de esta antigualla, que él por sí mismo examinó. 

Curiosa es también una rúbrica que se halla en el ritual de esta iglesia, impreso en 1508, sobre el modo con que el sacerdote debe saludar a los enfermos cuando les administra el viático. Dice así: “Lo curat deu tenir esment en aço; ço es, en lo saludar que deu fer al malalt. Car si lo malalt es prevere, deu dir: Mossseny (mon segnieur, mi señor, monseñor), nostre Senyor Deu sie ab vos. Axi mateix, si es jurista, deu dir: Mosseny. Si es lech (lego), deu dir: Seny, nostre senyor Deu sie ab vos. Si sera massip (maçip; mancipatus) o jove que no haia muller, deu saber lo nom propi (la r de proprio se perdió hace mucho) de fons, com ha nom, e pot dir lo nom propi (lo mismo con la r de proprio), ço es: N. nostre Senyor Deu sie ab vos; o pot dir sis vol: Mon frare, o mon fill, nostre Senyor &c. Si sera dona maridada, de quina condicio vulla que sia, encara que sia muller de noble, o baro, o cavaller, o gentilhome, no li deu dir Senyora per res; car daria desonor (daría deshonor; donaria deshonor) al cors precios de Jesu Christ, que es aquí (aquí sin tilde). Mas deu dir, sia quis vulla, o de gran ma o de baxa: Madona, nostre senyor Deu sie ab vos. Si sera nina (N. E. aún se usa en Mallorca; nena, niña, chiqueta, chicoteta; nin : nen : nene : niño : chiquet : chicotet), que no haia marit, pot dir: Ma filla, nostre Senyor &c. Item si lo pacient sera fadri o nina petits, pus sien de edat de combreguar (combregar : comulgar), lo curat nos deu tuaiar (sic) en les interrogacions dels articles; ans los deu honrar, axi com si era persona gran e ordenada." Al despedirse el cura del enfermo, le decía: Ara, nostre Senyor Deu sie ab vos, e ab mi, e bon prou vos faça. La simple lectura de esta rúbrica da margen a algunas observaciones que omito, y voy a probar si podré traducir esto en castellano, conservando la propiedad de ciertas palabras lemosinas: “El párroco (dice) debe poner cuidado en la manera y palabras con que saluda al enfermo. Porque si el enfermo es presbítero, debe decir: Mi señor, nuestro Señor Dios sea con vos. Asimismo si fuere jurista, debe decir: Mi señor. Si es lego debe decir: Señor, nuestro  Señor &c. Si fuere mancebo (a) o joven soltero, debe averiguar su nombre propio, y llamarle con él, diciendo: N. nuestro Señor &c.; o si quisiere podrá decir: Hermano mío, hijo mío, nuestro Señor &c. Si fuere mujer casada, de cualquiera condición que sea, aunque sea mujer de noble, o barón, o caballero, o gentilhombre, en ninguna manera la debe llamar señora; porque con ello deshonraría al precioso cuerpo de Jesucristo que allí está. Mas debe decir, sea quien fuere, o de alta clase o baja: Buena mujer (b), nuestro Señor &c. 

(a) Llamo mancebo a lo que la rúbrica masip (massipmaçip); nombre que se daba antiguamente a los siervos; y así decían mancipia ecclesiarum a los que tenían las iglesias. Luego se dio este nombre a todos los sirvientes; y aún hoy los que lo son de las parroquias de Valencia, son así llamados. De aquí pudo ser que se aplicase a todos los mozos o jóvenes, que por su edad están expeditos y en estado de servir, y a los solteros (emancipados). 

(b) Madona en lemosín contrapuesto a senyora, denota inferioridad. Ateniéndonos a la letra, debiera traducirse: mi mujer. Mas esto no cabe. Parece que en castellano no puede dársele otro equivalente más propio que el de buena mujer; a lo menos yo no le hallo otro.  

Si fuese joven soltera, puede decir: Hija mía, nuestro &c. Item si el doliente fuese garzón o niña de corta edad, con tal que la tengan para comulgar, no debe detenerse el párroco en preguntarles los artículos; antes bien debe honrarles como a una persona adulta y bien criada.” Al despedirse el cura del enfermo, le decía: Ahora bien, nuestro Señor Dios sea con vos, y conmigo, y buen provecho os haga. Y ahora nosotros vamos a otra cosa. Notorias son y muy multiplicadas las leyes eclesiásticas sobre la asistencia de los fieles a la misa parroquial, donde oigan la voz de su pastor. Muchas veces repiten este mandato los sínodos de esta iglesia; y acaso de aquí nace la observancia puntual de él en las parroquias rurales de este obispado. Lo he visto entre otras en la de Gurb, inmediata a esta ciudad, que como otras del país se compone de muchas casas de labradores (pagesos) separadas una de otra a grandes distancias, quedando solas en medio del campo la iglesia, y las casas del cura y del médico. En ella no se permite tocar la campana a misa privada, si hay alguna, sino solamente a las dos misas parroquiales que para comodidad de los vecinos se dicen en los días festivos, una a la salida del sol, y otra a las once del día. En ambas está en uso la oblación de pan o dinero, entregándolo los fieles al sacerdote al tiempo del ofertorio, y llevando en las manos velas encendidas. Tras esto acuden al pie del altar todos los no casados, de cualquiera edad que sean. Si alguna cosa representa el mutuo amor de pastor y de ovejas, es esta que digo. Allí él les pregunta el catecismo vulgar, corrigiendo al que yerra, explicando los misterios, y viniendo a parar en alguna reflexión moral análoga al evangelio del día: todo con la llaneza y sencillez propia de aquel acto, y con gran fruto de los ancianos, que con la frecuencia de oír no olvidan lo que una vez aprendieron. Los padres por otra parte se estimulan a la enseñanza privada de sus hijos, por no verles afrentados en público. En este ejercicio vi santamente ocupado a nuestro sabio teólogo D. Emeterio Martí. Por ello y por la pureza de costumbres propia de la vida del campo, son muy estimables estas parroquias; cuyos vecinos, aunque ricos y de grandes conveniencias, cual puede tenerlas un gran señor, no dejan la sencillez del trato que heredaron de sus mayores. La ley de los mayorazgos común a todas las familias de Cataluña hace subsistir estas casas que digo, contando muchas de ellas 700 y más años de antigüedad, sin haber aumentado ni disminuido sus posesiones en lo más mínimo. Objeto es este digno de las reflexiones de un político juicioso. 

Dejemos esto y volvamos a nuestro canto llano. Quiero decirte algo de las reliquias más insignes que hay en esta iglesia catedral; las cuales por la mayor parte se hallan colocadas en el trasagrario, dentro de dos armarios. Otra porción hay suelta, que con motivo de haberse trasladado la residencia al convento de los padres dominicos en los 22 años que duró la nueva fábrica, no tienen todavía asiento fijo, señaladamente las cajitas de las reliquias menores que en cada uño de los altares antiguos se habían depositado al tiempo de su consagración. En primer lugar es memorable un gran lignum Crucis, que consta de dos trozos cruzados por el medio, ambos de un dedo de espesor: el vertical tiene más de un palmo catalán, y el travesaño poco menos. Esta insigne reliquia dicen aquí que fue probada per ignem: cosa nada increíble, y que me consta haberse practicado aun en el siglo XVI, con otro que guardan los PP. Jerónimos de Valebron (Vall d'Hebrón), diócesis de Barcelona, y con otras reliquias. = Hay una gran toalla, cuya medida no pude tomar por hallarse muy doblada y encajada en su nicho, como lo están casi todas las demás reliquias; pero es de lienzo blanco, y se dice haber servido para envolver el cuerpo de S. Lorenzo después de su martirio. Al mismo 

santo alude un letrero en piedra mármol, que se guarda en la sacristía, del cual sólo quedan estas palabras: 

… QVO FVIT PO... 

...VS ELEVATV... 

...VS (signo como un 7, et) ASSAT ... 

El carácter parece a primera vista del tiempo de los romanos; pero el travesaño que hay en la parte superior de la A y el et, hacen ver que esta piedra se escribió en los tiempos bajos; aunque no por eso debe despreciarse.

En una redomita pequeña se lee: De lacte imaginis Beatae Mariae, quae est in partibus Ultramarinis, sin declarar cual sea la imagen a que alude.

Consérvase también la mano izquierda sin el dedo pulgar de S. Juan el Limosnero, y una sarta de cuentas con cruz, o sea rosario de dicho santo. He visto la auténtica en griego y en latín que firmó de su mano Gregorio patriarca de Constantinopla en Roma a 18 de Junio de 1456, cuando adquirió esta reliquia Cosme de Monserrat, confesor del papa Calixto III, y después obispo de esta iglesia. Junto con ella dice que se le entregó el pie izquierdo de S. Esteban Musiator, martirizado por los Iconoclastas. 

De ambas reliquias dice esa auténtica: “Quae quidem manus Constantinopoli in monasterio ad honorem B. Virginis Mariae condito, aliter ob conditricis nomen Keramarthas cognominato, venerabatur. Pes autem in monasterio alio quondam B. Virginis et S. Iohannis Prodromi, ob conditorem Lipsi apellato, reconditus erat." 

En seguida refiere como en la destrucción de Constantinopla robó estas reliquias un turco, y por medio de su suegro cristiano, que se llamaba Manilopus, las vendió al monje Pachomio; este a dos sacerdotes de Corcyra, estos a un monje llamado Nilo, el cual habiendo recibido de dicho Cosme de Monserrat una gruesa limosna para rescate de un hijo suyo, le entregó agradecido estas alhajas. No se halla aquí el pie de S. Esteban; acaso lo regalaría D. Cosme a la iglesia de Tarragona, donde obtenía entonces el arcedianato de S. Lorenzo. La mano se conserva con su piel y muy firme en su contextura, aunque ya denegrida. No es menos estimable el pie derecho de Santa Escolástica, hermana de S. Benito, que también se venera aquí, aunque recortado su dedo pulgar: consérvase de buen color y está muy entero. Tiene culto muy particular, y la Santa es patrona menos principal de la iglesia, donde se le hace fiesta muy solemne instituida por el obispo Pedro Jaime a fines del siglo XVI. Mucho antes de esto existía ya aquí esta reliquia, es a saber, en 1475, cuando a 10 de Febrero Bernardo de Riera, arcediano y vicario general del obispo Guillem Ramón de Moncada, mandó que por esta razón se celebrase la solemnidad de dicha Santa con rito de IX lecciones. Además de estas reliquias hay una costilla de S. Cipriano: un hueso de S. Lázaro y parte de su sudario: una tela grande de seda encarnada, en que fue envuelto el cuerpo de Santa Lucía M.: varios huesos de los MM. de Zaragoza: parte del cráneo de Santa Rufina M., y del cilicio de S. Celestino P. y M.: de la estola y pelos de la barba de S. Pedro Ap., y madera de su cátedra; huesos de S. Longinos: piel de S. Bartolomé: parte de la túnica, cíngulo y carne de S. Gregorio patriarca de Constantinopla; y otras innumerables, sobre cuya autenticidad sigo mi acostumbrado silencio. Lo que no debe extrañarse es que tantas y tan insignes sean, atendida la multitud de viajes que los prelados y otros individuos de esta iglesia hicieron a Roma y aun a Palestina, de donde no es regular que volviesen sin traer consigo alguno de estos tesoros. Sábese también que muchas de estas y otras reliquias que omito, fueron regaladas a esta catedral día 5 de Junio de 1475 por Simeón de Sala, ciudadano de Barcelona, el cual las poseía como testamentario del príncipe D. Carlos de Viana, y que agradecido el Capítulo instituyó un aniversario perpetuo por el alma de ese bienhechor, el cual debía celebrarse día 7 de Enero, que era la fiesta de S. Simeón. De otro instrumento consta que el citado príncipe poseía estas reliquias, parte de sus progenitores los reyes de Navarra, y parte por donación del papa Calixto III cuando estuvo en Roma. Tampoco es extraño que no se hallen las auténticas de todas ellas, considerados los rebatos frecuentes que han dado a este país las armas francesas. (N. E. Y las armas catalanas, en la guerra contra Juan II de Aragón.)

Sobre la ara del altar mayor de la catedral hay una arca de plata, y dentro de ella otra de madera, en la cual están depositadas las reliquias de S. Justo C., de quien habló el P. M. Flórez (pág. 227). Las he visto con el favor de los Sres. comisionados y del canónigo tesorero Don Agustín Barat. Existen todas las canillas de brazos, piernas y muslos, que son de buen tamaño, y casi todos los otros huesos del cuerpo: la cabeza está dividida en varios trozos. Venerábanse ya en 1448, en que día 11 de Noviembre el estado eclesiástico y secular de la ciudad resolvieron que en adelante se hiciese fiesta anual día 28 de Mayo a S. Justo C., cors Sant de la Seu, por haberles preservado de varios terremotos, que por entonces afligieron este país, señaladamente del que a 24 del Mayo anterior había arruinado el monasterio e iglesia del Estany. No sé si estaba entonces venerado el altar particular. Uno sé que se construyó de nuevo casi un siglo después por el canónigo prepósito Francisco Vivet, el cual consagró en 1538 a 26 de Mayo el obispo Juan Tormo, depositando en él en ese acto las reliquias siguientes: scilicet, de capite, et costis SS. Luciani et Marciani, de ossibus sanctorum massae Caesaraug. et de cute pedis Sanctae Scholasticae: concedió además un año de indulgencia por aquella vez, y para el aniversario de aquella consagración 40 días (a). 

(a) Por la buena diligencia del canónigo D. Jaime Ripoll he logrado copia de los himnos que se decían en la fiesta de este santo; los cuales el P. M. Flórez dijo que habían perecido, y ahora se han hallado en un breviario propio de esta iglesia, impreso en 1557. V. apend. n. X.

Dentro del mismo templo, y en capilla dedicada a su nombre, se venera el cuerpo del obispo S. Bernardo Calvó, de quien y de su culto se dirá en el episcopologio. Consérvase toda su anatomía, a excepción de una canilla regalada al monasterio de Santas Cruces, donde fue monje y abad. Está en una rica urna de plata, colocada dentro de un elevado casilicio de cristales, que se presenta con gracia al que mira desde el cuerpo de la iglesia. La capilla se labró con magnificencia notable de piedras jaspes sillares, no sólo en las paredes, sino en los arcos también. Adórnanla ocho cuadros, que representan algunos pasajes de su vida; y no son de mal gusto, sino que están retocados. Construyose esta capilla estando todavía en pie el templo antiguo; y no parece sino que en ella quisieron dejar el modelo que debía seguirse en la fábrica del nuevo, como así se ha verificado. Del fundador enterrado en el plano de ella da razón la inscripción que allí hay: D. O. M. = Iohannes Rexach, Onuphrii F., civis et canonicus Ausetanus, virtute ac pietate conspicuus, hoc sacellum B. Bernardo episcopo D. F. I.; hoc tumulum sibi et suis P. C., Christum ac S. Petrum Apostolum ex asse haeredes faciens. Obiit VII. Idus Augusti anno Domini M.D.C.XXXII. Más abajo entre los trofeos de la muerte se lee: meta laborum.

Muy conocidos son también los SS. MM Luciano y Marciano, cuyas reliquias están aquí en la iglesia llamada antes de S. Saturnino, y ahora de la Piedad. El P. M. Flórez no contradijo la opinión recibida aquí comúnmente, de haber estos santos nacido y padecido martirio en esta ciudad. Antes mostró dar algún crédito a los tres argumentos en que se apoya esa tradición; los cuales son muy débiles para el caso. 1.° Un misal impreso en 1547, dice: Deus, qui nobis BB. MM. tuorum Luciani et Marciani pretiosa pignora concessisti; pero esto solamente prueba que sus reliquias están aquí, y aun indica que vinieron de otra parte. 2.° El Flos SS. en lemosín que se guarda en el archivo de esta iglesia, y dice de estos santos que eran de la ciutat de Vich. Mas esta obra está escrita a principios del siglo XIV, como se demuestra por su letra y lenguaje, y porque pone la vida de S. Luis obispo de Tolosa, y no la segunda traslación de Santa Eulalia de Barcelona, y por otras señales: extiende también las vidas de los santos sin crítica, dando el principal lugar a los milagros, y así merece poca fe histórica. 3.° El obispo Berenguer Çaguardia en la pastoral que publicó en 1326, e irá copiada en su lugar, dice de nuestros santos: qui in civitate praedicta (Vique) fuerunt palmâ martyrii decorati. Pero claro está que el prelado, deseoso de excitar la devoción y liberalidad de los fieles para la obra del claustro de la catedral, no reparó en escribir lo que podía entonces ser generalmente creído, sin que por eso fuese cierto; como seguramente no lo era, sino una equivocación manifiesta, lo que añade allí mismo que la iglesia de Vique había obtenido por espacio de 392 años el honor de metropolitana Tarraconense. A estos tres argumentos puede añadirse el testimonio de un breviario que existe en el archivo de la casa de ayuntamiento, impreso según parece a fines del siglo XV; el cual en las lecciones propias de estos santos claramente los llama cives Vicenses. Mas ¿qué valen estos documentos modernos contra la antigüedad de todos los martirologios que los ponen martirizados en Nicomedia o en África? Así lo dicen aún los escritos para uso de esta iglesia antes del siglo XIII; todos los cuales añaden al margen de letra reciente: quorum corpora iacent in villa Vici, in capella S. Saturnini: y sólo uno, que ya es de ese siglo, ingiere esas palabras en el texto. Y aun ese escribe al margen la invención de los cuerpos de los santos al día 1.° de Abril. Nada dicen estos códices de que Vique sea la patria o el lugar del martirio. Este mismo silencio guardan los misales, con ser así que en ellos, como en los martirologios, se hallan actas y fiestas de otros santos reconocidos por propios de este país. De modo que antes del siglo XII, no sólo no se supo acá que nacieron y murieron dichos santos en esta ciudad, sino que ni aun tenían fiesta particular dedicada a su nombre. Todo esto comenzó a decirse y creerse mucho después del hallazgo de los cuerpos santos, el cual se supone acaecido en el año 1050, como refiere el citado Flos SS., de quien lo copió Domenec, y de este Flórez. No quiero detenerme más en este negocio, mayormente siéndoles tan difícil a los hijos de esta ciudad probar que dichos santos mártires sean sus paisanos. 

Sus preciosas reliquias fueron trasladadas de una arca antigua de madera a otra nueva de plata que costeó el ciudadano Andrés Barat, día 24 de Mayo de 1342. 

Estaba ausente el obispo Galcerán Çacosta, y con su autoridad y la del Capítulo hicieron esta traslación los canónigos Pedro de Surrigueres, Berenguer Colomer, y Pedro Juan de Avenco; los cuales, como consta de la acta auténtica que he visto, 

hallaron muchos huesos intactos, y cenizas de otros, que despedían olor muy suave, y una toalla de seda. En la nueva arca cupieron solamente los huesos, y las cenizas se colocaron aparte en un saco. Determinose entonces que en el día de su fiesta, en el de Navidad y en el Viernes Santo pudiese abrirse el arca para fomentar la devoción de los fieles, y aun que se sacasen las reliquias en procesión en las rogativas pro pluvia

Así se practicaba en 1433, en que el obispo Jorge de Ornos a 5 de Octubre mandó que en los deanatos de esta diócesis se celebrase la fiesta de los santos como de precepto, y para merecer su protección se hiciesen procesiones pro pluvia anualmente en el martes después de la Ascensión. Otra traslación se hizo más adelante en 1664 a la arca de plata actual, que será como de dos cuartas y media de longitud, y una o poco más de altura. La he registrado a mi satisfacción. Hay en ella una pequeña porción de huesos, en los cuales se cebó la voracidad del tiempo o del fuego. Juntamente se conserva una como toalla blanca, parte bordada y parte tejida de sedas de varios colores, al modo de lo que decimos paño de hombros. En otra arquilla más pequeña se guardan separadamente una porción de carbones, y unas concretaciones como de sangre y tierra denegridas con el humo, del cual también hay vestigios en otro lienzo semejante al que dije. Ambas arcas están en el altar mayor de la iglesia de la Piedad, antes de San Saturnino, en un tabernáculo de buen gusto. Entrando en dicha iglesia se halla en la primera capilla de la mano derecha una cavidad, donde se venera la antigua arca de piedra, en la cual según la tradición fueron milagrosamente halladas las santas reliquias. Mas si el hallazgo acaeció en 1050 como dicen, otra debía ser el arca; porque esta de que hablo es conocidamente del gusto gótico del siglo XIV, y en uno de sus relieves está representado el papa con su tiara ceñida de tres coronas, cosa que todos saben cuan moderna es. Nada de lo dicho impide la sólida devoción de los fieles para con los santos mártires, así como no estorba la decidida protección con que son socorridos por ellos. Pero ciertamente es sensible que la piedad ande mezclada con la mentira, siendo como es su natural enemiga.

Voy a concluir con la copia de una inscripción romana, grabada en un mármol blanco de dos palmos catalanes de altura y dos y medio de latitud. Fue hallada en Prats del Rey, corregimiento de Cervera, y hoy está colocada en la pared de la casa del cura. 

El citado D. Francisco Mirambell acaba de enviarme el adjunto dibujo de ella. Dice así sin quitar ni poner:

C.ANNIVS.CF.GAL. 

PROCVLVS 

SIBI ET PORCIAE RES

TITVTAE VXORI OPT 

ET SVIS

H M H.N.S. 

Se acaba el papel. A Dios. 

domingo, 15 de mayo de 2022

CARTA 8. De algunos ritos señalados de los oficios antiguos.

CARTA 8. 

De algunos ritos señalados de los oficios antiguos. 

Mi querido hermano: Aunque es regular que la noticia dada en los correos antecedentes de los códices que existen en esta Iglesia, haya despertado en ti una cierta ansia de ver los extractos y apuntaciones que voy tomando de 
ellos: no es del caso que corte yo ahora el hilo de estos trabajos por el alivio que con ellos me prometo para otras Iglesias. Mas como debo satisfacer tus justos deseos, pondré siquiera alguna muestra de lo que dan de sí estos documentos en algunas variantes más señaladas de los oficios eclesiásticos. 
Primeramente es común en estos códices antiguos decir en las primeras vísperas los cinco salmos Laudate con una sola antífona, y responsorio después del capítulo: tener antífonas propias en completas, como también las bendiciones en maitines con R. IX, y V. ante Laudes; y otros tales ritos, que aún hoy se conservan en algunas religiones privilegiadas. 
(1) No es menos frecuente el uso de las prosas después del capítulo de segundas vísperas, precedidas por lo regular del Alleluia que se cantó en la misa del día, lo cual duraba aún por los años 1533. Hasta en maitines después del IX R. las trae el breviario de 1464, llamándolas, como ya dije, verbeta. Alguna otra vez echo de ver que esta especie de prosas se injieren en el IX R., formando parte de él. Aunque es obra prolija, me he resuelto a copiarlas todas, por si más adelante se ofreciere publicar alguna colección de estos metros que aunque informes y de mal gusto por lo común, sirven para la historia de la liturgia, y aun para rectificar ciertos hechos en las vidas de los Santos. En el Adviento además de la variedad de los evangelios, que se halla en pocos códices, es común prescribirse en todos ellos para los días feriales el rezo de los salmos graduales repartidos de este modo: los cinco primeros pro illis qui sunt in purgatorio; los cinco siguientes pro illis qui sunt in peccato mortali; y los cinco últimos pro illis qui sunt in vera poenitentia. Decíanse también, así como el oficio de la Virgen, en toda la Cuaresma
(2) Las antífonas O eran nueve, anticipándose por consiguiente dos días (3). En la vigilia de la Natividad había varias muestras de alegría, como era el tañer las campanas al tiempo de cantar el V. ante laudes: Crastina die &c. 
En el segundo nocturno de los maitines de este día, la lección VI se dice ser de S. Agustín, en la cual (4) se halla el testimonio de la Sibila Erítrea, repitiéndose después de cada dístico el primero: Judicii tellus &c. Esto es en el breviario de 1464. En el oficio de esta solemnidad, que se insertó en la semana santa del año 1533, se ve que creciendo la devoción de los Prelados, añadieron todos los testimonios que profetizaron la venida de Cristo; los cuales anunciaba el Lector de este modo: dic tu, Jeremia: dicat et Isaías. Y como se notan con tinta colorada los nombre de estos profetas, y después de sus palabras la de Lector, es probable que estos testimonios los dijese otro respondiendo a la pregunta del Lector, como lo previene cuando llega a (5) la profecía de la Sibila con estas palabras (6): la Sybilla deu estar ja apparelada en la trona vestida com à dona: esto es: la Sibila debe estar ya prevenida (preparada, aparejada) en el púlpito en traje de mujer. 

(7) SIBYLLA. 

“En lo ior (iorn, jorn; día) del iudici 
veurás qui ha fet seruici.
Duna Verge naxerá 
Deu y hom qui iutiará 
de cascu lobe yl mal 
al iorn del iuhi final.
Mostrar san quince senyals 
per lo mon molt generals, 
los morts ressucitarán, 
de hon tots tremolarán. 
Dalt dels cels deuallará 
Jesuchrist, ys mostrará 
en lo vall de Iosaphat 
hon será tot hom iutiat.
Portará cascu scrit 
en lo front à son despit 
les obres que haurá fet, 
don haurá cascu son dret. 
Als bons dará goig etern, 
è als mals lo foch dinfern, 
à hon sempre penarán 
puix à Deu offes haurán.” 

Esto es: (la traducción no se corresponde, la rima está forzada)
“Eh el día del juicio 
verás la virtud y el vicio.
De una Virgen nacerá 
hombre y Dios, el cual severo 
en fiel balanza pondrá 
el bien y el mal que hallará 
en el día postrimero.
Quince señales irán 
por todo el orbe espantosas, 
que al hombre estremecerán 
y los finados saldrán 
de sus huesas tenebrosas. 
Bajará del alto cielo 
Cristo Jesús, y mostrando 
su poder, irá juzgando, 
de Josafat en el suelo, 
de Adán el mezquino bando.
Cada cual a su despecho 
llevará en la frente escrito 
todo cuanto hubiere hecho, 
alegando su derecho 
la obra buena y el delito. 
Los buenos al gozo eterno 
llamados por él serán, 
y los malos al infierno, 
do sus culpas pagarán 
en el fuego sempiterno.”  

(8) Después del IX R. se cantaba el evangelio: Liber generationis &c. 
No sólo se decían los laudes intra missam en esta noche, sino que (9) no comenzaba la misa hasta dicho el Deus in adjutorium &c. de laudes. 
Antes de comenzar el salmo Laudate Dominum in Sanctis ejus se entonaba en el coro la antífona Pastores dicite quidnam vidistis &c., (10) a lo cual respondían dos niños detrás del altar mayor: Infantem vidimus pannis involutum, et choros &c. Esta pregunta y respuesta se repetía a cada dos versos de dicho salmo; y concluido este con sus interrupciones, se decía la V antífona Parvulus &c. Ceremonias piadosas que se abolieron en esta Iglesia aun antes de la corrección de S. Pío V. Mientras se cantaba el Benedictus dos Sacerdotes con capas pluviales y acólitos incensaban todos los altares de la Iglesia. El breviario de Cartagena, a más de lo dicho, trae Benedicamus propio para las segundas vísperas de este día: costumbre que observaba en 
las principales fiestas del año la Iglesia de Zaragoza, aún en el siglo XVI, como consta por las muestras de canto que da en las composiciones de esta especie Gonzalo Martínez de Viscargui en su obra Arte de canto llano impreso allí mismo año 1512. En la Epifanía se cantaba el invitatorio 
Christus apparuit nobis, venite adoremus, sin el salmo Venite, pero se decía el himno Christe redemptor omnium &c., y antes de laudes el evangelio de San Lucas: Factum est autem cum baptizaretur &c. Ni en este día ni en el de Navidad se decía Asperges antes de la misa, aunque vinieran en Domingo; lo cual se practicaba también en esta Iglesia de un modo aún más señalado, y por las causas que expresa el ritual del año 1527 (11), donde se lee: “si algunas fiestas, especialmente la Natividad del Señor, la Epifanía, las cuatro festividades mayores de la Santísima Virgen, y la de todos los Santos cayeren en Domingo, no se haga en la misa la aspersión del agua bendita, ni se cante en la procesión la antífona Signum salutis, ni la oración Exaudi, ni la oración Omnipotens... aedificator; y esto por la reverencia debida a tan grandes solemnidades, porque son días santificados.”
En estas memorias dignas de conservarse se ve el buen espíritu que resalta siempre en medio de la variedad de los ritos antiguos. Conténtate con estas ligeras muestras de lo mucho que voy descubriendo, y dime tu parecer sobre todo. A Dios. Valencia 2 de Diciembre de 1802. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) No es menos frecuente el uso de las prosas después del capítulo de segundas vísperas. Admitidas las prosas en la liturgia, en vez de la neuma con que se cantaba el fin del Alleluia, fue fácil trasladarlas a otras partes del oficio eclesiástico. Es verosímil que por este medio fuesen substituidas en esta Iglesia a los responsorios que otras cantaban en las vísperas después del capítulo. La cual práctica dice Amalario no haberse atrevido a introducir en Metz, ignorando por qué causa se decían en las vísperas antes del cántico Magnificat, y no en laudes antes del Benedictus. El ser precedidas estas prosas del Alleluia de la misa denota haberse adoptado aquel rito cuando todavía se consideraban estos ritmos como inseparables del Alleluia y continuación de su canto. 

(2) Las antífonas O eran nueve. Esta costumbre estaba ya introducida en algunas Diócesis en tiempo de Guillermo Durando, el cual después de explicar las siete antífonas que ahora canta toda la Iglesia, añade: in quibusdam vero Ecclesiis adduntur aliae duae: prima in honorem B. V. Mariae quae concepit: secunda pro Angelo qui ad virginem introivit, vel in honorem S. Thomae, cujus festum tunc accidit (Ration. divin. off. lib. VI. 
cap. XI. §. 5.) A esta antífona añadida de nuestra Señora O Virgo Virginum, y a la de Santo Tomás O Thoma Didyme la Iglesia de París, que siempre rezó estas nueve antífonas, sustituyó el año 1680 para la vigilia de Santo Tomás otra que empieza O Pastor Israel, y para el día del Apóstol O Sancte Sanctorum. La antífona O Thoma Didyme fue justamente abrogada, dice 
Grancolas (Comm. hist. in brev. rom. lib. II. cap. XI.), porque en ella se pedía la venida de Cristo a uno de sus Apóstoles. Otras Iglesias adoptaron doce antífonas, quae exprimunt, dice Durando (loc. laud.), duodecim Prophetas, qui Christi adventum praedixerunt. Y Honorio el Obispo de Autun dice: si duodecim O cantantur, duodecim Prophetae exprimuntur. 

(3) En la vigilia de la Natividad había varias muestras de alegría. Grancolas hace memoria de varias Iglesias donde en este día, congregado el clero en el capítulo o en el refectorio después de vísperas, se cantaban las antífonas O, alternadas con el responsorio Missus est; volviendo luego en procesión con velas encendidas y a son de campana. De esta ceremonia ha quedado en algunas partes el vestigio de tocar una campana al cántico Magnificat. 

(4) Se halla el testimonio de la Sibilia Erítrea. En la Iglesia de Rouen dos días antes de la vigilia de Natividad del Señor se leía un sermón atribuido a S. Agustín, en que se hallan los versos de la Sibila Erítrea, recitados por el Emperador Constantino en su oración ad SS. Caetum c. XVIII. (V. Martene de Antiq. Eccl. rit. lib. IV. c. XII. §. 13.) 

(5) La profecía de la Sibila. Profecías se llaman comúnmente los oráculos de las Sibilas, de las cuales juzgan S. Justino M. (Orat. paraenet. ad graecos), y San Agustín (de Civ. Dei lib. XVIII. cap. 22.), que hablaron inspiradas de Dios; lo cual dijo también Constantino Magno a los PP. del Concilio Niceno (Orat. laud.) S. Gerónimo añadió que el don de profecía fue en ellas premio de su virginidad (contra Jovin. lib. I). No hay repugnancia en que fuesen profetisas siendo gentiles, pudiendo dar Dios este don a los malos, como dice Santo Tomás, de lo cual hay dos ejemplos en la misma Escritura.
Pero S. Gregorio Nazianzeno (carm. ad Nemes.) dice que ni las Sibilas ni Hermes Trimegisto hablaron de los misterios de la fe por divina inspiración, sino copiándolo de los sagrados libros de los hebreos. Y aun asegura Orígenes (contra Cels. lib. V.) que eran tenidos por herejes los sibilistas, esto es, los que contaban las Sibilas entre los Profetas. Vosio (de Sibilin. orac.) pasó más adelante que S. Gregorio Nazianzeno, asegurando que estos oráculos los forjaron los judíos cuando Pompeyo se apoderó de Jerusalén como sesenta años antes de Cristo: la cual sentencia impugna sólidamente Honorato a S. María (Anim. in reg. et us. crit. lib. II. diss. III. art. 7. §. 3). 

(6) La Sibila... com à dona. Esto es, en traje de mujer. De la existencia de las mujeres gentiles llamadas Sibilas, nadie dudó en los diez y seis primeros siglos de la Iglesia. Cicerón habla siempre de la Sibila en singular: lo cual parece haber servido de guía a Pedro Petite (lib. de Sibylla) para asegurar que no fueron muchas, sino una sola: cuyos son los oráculos atribuidos a las demás, tomando distintos nombres de los varios lugares donde había vivido. Tal vez deslumbró esto también a Postelo (de Originib. sive de var. et potiss. 
orbi latino ad hanc diem incogn. aut inconsider. histor. c. XVI.) para que buscase el principio de aquellos oráculos en una famosa mujer oriental, parienta de Noé, cuya opinión seguida de algunos desaprobó Morhof 
(Polyhist. lit. l. I. c. X. n. 18.), Marciano Capela dice que fueron dos: Solino tres: Varron diez, al cual siguieron Lactancio y S. Agustín: otros doce, con el testimonio del Cronicón Pascual, publicado a principios del siglo VII: no faltan escritores profanos que extienden su número hasta sesenta.
Hablaron de ellas y de sus oráculos en el primer siglo Hermas: en el segundo S. Justino, Atenágoras, Teófilo Antioqueno: en el tercero Lactancio y Orígenes: en el cuarto el Emperador Constantino, cuyas palabras copia Eusebio, S. Gregorio Nazianzeno y S. Agustín, y otros PP. y escritores eclesiásticos, así de este como de los siguientes. Honorato a S. María (lib. I. diss. VI. art. II. §. I. n. III. seq. et lib. II. diss. II, art. II. seq.) intenta probar con graves razones que los versos sibilinos citados por los PP. eran los que religiosamente guardaron los romanos en el templo de Apolo Capitolino en las dos arquillas donde los encerró Augusto; cuyo hecho se halla atestiguado por Varron, Dionisio Halicarnaseo, Plinio y otros historiadores gentiles. Otros críticos pretenden hallar variedad entre estos códices sibilinos que perecieron cuando se incendió el capitolio en el reinado de Tarquino; y los que se conservaban en la antigua Eritra, llamada ahora Stolar, y en otros pueblos del Asia. Sea de esto lo que fuere, es certísimo que los versos de las Sibilas que se conservan ahora divididos en ocho libros e insertos en la Biblioteca de los Padres, lejos de ser genuinos e incorruptos en todas sus partes, están viciados e interpolados, tal vez por algún cristiano que no tenía conocimiento de la buena teología, ni de la lengua hebrea, ni menos de la geografía y de la historia; lo cual demuestran con testimonios de estos mismos escritos Servat. Galeo (in Lactant. de falsa religión. lib. I. c. VI. not. 9.) y Natal Alexandro. Esta verdad nada prueba contra los lugares de las 
Sibilas alegados por los PP. de los primeros siglos, cuando estaban aún incorruptos, y como tales eran venerados en la santa Iglesia (Crasset. de Sibyll. orac.), y menos favorece a la opinión de Petit Didier (in Bilb. Dupin. t. I. cap. II. §. 4. pág. 113. seq.), y de Juan Lamy (de Erudit. Apostol. c. I, pag. 18.), que dicen haber sido fingidos estos vaticinios por los primeros 
cristianos: y a la de Dupin, Huet y otros que siguiendo al calvinista Blondelo, y aprovechándose de sus conjeturas, juzgaron no haber examinado los PP. estos oráculos a la luz de la buena crítica. Sobre si dijo o no S. Clemente Alexandrino que el Apóstol S. Pablo en algún sermón o razonamiento a los gentiles, había alegado el testimonio de las Sibilas, merece leerse Honorato a S. María (lib. II. diss. II. art. III.) La inteligencia que dio Cotelier al testimonio de aquel Padre la impugnó sólidamente Tillemont (sur. S. Paul., not. XXVI.) 
(7) Sibylla: En lo ior del iudici. Digno es de notarse que se escogiese para este oficio el lugar donde la Sibila Erítrea habla del juicio final, de la resurrección de la carne, del premio y castigo que dará a cada uno, según sus obras, el juez de vivos y muertos: lugar alegado por Lactancio (de Vita beata lib. VII. capítulo XX.), y recitado por el Emperador Constantino a los PP. del Concilio Niceno (Orat. ad Sanct. Coetum capítulo XVIII.), y sobre el cual parece haber recaído señaladamente la defensa que hizo aquel Emperador de la legitimidad de este escrito, diciendo: mendaci perspicuè convincuntur qui ista carmina non olim à Sibylla condita esse praedicant.
Y la de Lactancio por aquellas palabras: quidam... solent eo confugere, ut 
ajant non esse illa carmina sibyllina: sed à nostris ficta atque composita. Quod profectò non putabit qui Ciceronem, Varronemque legerit, aliosque veteres, qui Erythraeam (Eritrea, erítrea) Sibyllam ceterasque commemorant, ex quorum libris ista exempla proferimus. Qui auctores obierunt antequam Christus secundum carnem nasceretur (de Vera Sap. lib. IV. c. XV). Tal vez se han conservado estos versos sin interpolación ni alteración conforme estaban en sus originales o en la copia mandada sacar 
por Augusto diez y ocho años antes de Jesucristo, o en el códice hallado cinco años después, y recibido por autoridad del Senado. (Tillem, Hist. des Emp. t. I. Octav. Aug. art. VIII). Sobre la impugnación de este lugar de Constantino hecha por Henr. Valesio merece leerse lo que dejó escrito Jorge Bullo, Obispo de S. Davidshead (menevense) en su respuesta a Zuickero
De este uso de insertar retazos de las Sibilas en los oficios eclesiásticos hablaremos en su lugar. De él dio varias muestras Martene alegando los ejemplares de S. Marcial de Leimoges (Limoges, de donde procede el lemosín), de Uzez, de París y Narbona (de Antiq. Eccl. rit. lib. IV. c. XII. §. XIII). 

(8) Después del IX R. se cantaba el evangelio: Liber generationis. Este rito prescrito por el Micrólogo (c. 34.) era desconocido en la Iglesia romana, pues se halla omitido en sus antiguos ceremoniales. En algunas Iglesias en tiempo de Guillermo Durando se cantaba este evangelio al fin de la primera misa. De esto hablaremos en su lugar. 

(9) No comenzaba la misa hasta dicho Deus in adjutorium (de laudes). Igual rito se observaba en las Iglesias de Tolosa y Nantes, y otras de la Galia Céltica, diciéndose toda la misa del gallo después del Deus in adjutorium, y entonándose después de la misa la primera antífona de laudes (V. Martene loc. laud. §. XXVII). 

(10) A lo cual respondían dos niños. El ritual de Nantes prescribía que antes del Salmo Laudate Dominum in Sanctis ejus, como en esta Iglesia, pueri ludentes cum baculis stent ante altare, et dicat cantor: Pastores dicite: pueri respondeant: Infantem vidimus: et tunc incipiat aliquis antiphonam: Parvulus filius, quam subsequatur psalmus: Laudate Dominum de caelis. 
En el Ordinario de Narbona y el de Santa María de Reims en casi todo concuerda este rito con el de Valencia. 

(11) Donde se lee. El texto latino dice así: “si festivitates aliquae, praecipue sequentes, scilicet: Nativitas Domini, Epiphania, quatuor festivitates majores. B. Virg. et omnium Sanctorum, venerint in Dominica: tunc in misa non aspergatur aqua benedicta, neque in processione cantetur aña. Signum salutis, neque oratio Exaudi, nec oratio Omnipotens... aedificator &c.; et hoc ob reverentiam tantarum solemnitatum, quia dies sanctificati sunt. Sed in completorio istis diebus, et aliis in quibus non fuerit aspersa dicta aqua in missa, aspergatur de illa: nota etiam, quod tempore generalis interdicti, non aspergatur dicta aqua, nisi super personas privilegiatas, et ad divina officia admissas.” (Ordinar. Valent. edit. ibid. ann. 1527.)