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jueves, 26 de enero de 2023

CARTA CXVIII. Iglesia de Barcelona, su canónica o constitución interior.

CARTA CXVIII. 

Iglesia de Barcelona, su canónica o constitución interior. Titular de esta iglesia. Número de canónigos. Cuando comenzaron a llamarse así. El Rey canónigo de esta iglesia. Canónigos llamados legos. Hábito coral de los canónigos. Fábrica del templo. Noticia de algunos de sus artífices. Inscripciones de los sepulcros de sus restauradores. Sillería del coro. Noticia del primer Capítulo general de la orden del Toisón de oro en España. Descripción del altar mayor. Portada de la iglesia. Claustros, sepulcros, sacristía y sus ricas alhajas y curiosidades.

Iglesia de Barcelona, su canónica o constitución interior. Titular de esta iglesia. Número de canónigos. Cuando comenzaron a llamarse así. El Rey canónigo de esta iglesia. Canónigos llamados legos. Hábito coral de los canónigos. Fábrica del templo. Noticia de algunos de sus artífices. Inscripciones de los sepulcros de sus restauradores. Sillería del coro. Noticia del primer Capítulo general de la orden del Toisón de oro en España. Descripción del altar mayor. Portada de la iglesia. Claustros, sepulcros, sacristía y sus ricas alhajas y curiosidades.

Mi querido hermano: La Santa iglesia de Barcelona es una de las pocas de nuestra nación que pueden gloriarse de habernos conservado la religión desde los primeros siglos. Como situada en la parte septentrional de la Península, vecina a los montes y a los ejércitos Franceses, no tuvieron los Sarracenos el tiempo oportuno para destruir en ella del todo la religión de Jesucristo, no sufriendo su política quedar sin tributarios, por quedar sin cristianos. Arrojados a los ochenta años escasos de posesión por las armas de Ludovico Pío en el de 801, y antes que se levantase la bárbara y asoladora persecución de Abderramen, pudo quedar en su ser la catedral de esta ciudad, aunque deteriorado el culto y forma clerical con la usurpación de los fundos antiguos y otros males consiguientes a aquella opresión. No se vio por consiguiente interrumpida la serie de sus Prelados; y como no hubo restauración de Silla ni de culto, tampoco hubo necesidad de establecer en ambas cosas la nueva forma que precisamente debieron recibir las otras iglesias, conforme iban saliendo del largo dominio de los árabes. Por donde se ve cuán respetable es la ancianidad de ciertos ritos usados ya aquí en los siglos XII y XIII, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días. 

Esta misma es la causa porque nunca se introdujo en esta iglesia la vida reglar de San Agustín. Las conquistas de los Cristianos en este país no comenzaron a extenderse hacia el mediodía hasta fines del siglo XI, tiempo en que estaba muy floreciente la orden reglar de San Rufo de Aviñón, que había comenzado poco antes. Así que las iglesias que se restauraban, perdida la forma del clero antiguo, ya que se establecían y ordenaban de nuevo, era según el plan y disciplina de aquel monasterio. Ayudaba a esto grandemente el haber salido de él algunos Obispos para nuestras Sillas, y el afecto particular que profesaban a aquella casa los Condes de Barcelona, que lo eran también de la Provenza. Mas en las iglesias en que pudo conservarse la forma clerical, aunque en estado de decadencia, ni había necesidad de esta restauración ni fuera tampoco muy fácil, atendida la repugnancia que los hombres tenemos a dejar nuestro antiguo modo de vivir. En esta clase debe ser contada la iglesia de Barcelona, cuya canónica reglada y ordenada por el Obispo Frodoino en el año 878, fue restaurada por el Obispo Aecio en el año 1009. La forma de vida que se dio al clero en esta ocasión debió ser la llamada Aquisgranense, establecida en un concilio de Aquisgrán (Aachen, sede de Carlo Magno, por ejemplo) en el año 816, si no fue tomada de nuestros concilios Toledanos, señaladamente del IV. El clero, según esta disciplina, vivía de un fondo común, que no excluía la propiedad, guardaba la continencia, clausura y demás, sin profesión ni votos monásticos. Este es el aspecto que ofrece la canónica de Barcelona en los siglos XI y XII, sin hallarse en estas épocas rastro de vida reglar de San Agustín.

Así es que hacia el año 1094 San Olaguer, canónigo y Prepósito de esta iglesia, deseoso de mayor perfección pasó al monasterio de San Adrián, recién fundado por el Obispo Don Bertrán, de cuyas manos recibió el hábito de San Agustín. Cosa de que no había necesidad, si en esta iglesia se hallase entonces establecido dicho instituto. Tampoco le había en 1149 cuando el Obispo Don Guillermo Torroja con su Capítulo puso bajo la obediencia de San Rufo de la Provenza la iglesia de Santa María de Marmella, ut in eadem ecclesia … religionem canonicam secundum regulam B. Augustini constituant ... et disponant eam sicut alias obedientias Sancti Ruffi. Ni los canónigos de Barcelona dicen en esta escritura que eran de la misma orden, ni siéndolo era regular que hiciesen tal donación o cesión pudiendo ellos por sí mismos ordenar el nuevo monasterio, como lo hizo la iglesia de Tarragona con el de Escornalbou. Todavía se ve esto más claro en la reconciliación que el mismo Obispo Don Guillermo dio en 1160 a un Arnaldo de Palou, el cual postposito clericatu ad vias saeculi transierat, et a consortio et a comunitate Barchinon. ecclae. impudenter recceserat. Porque imponiéndole la reclusión de un año y otras penitencias, le asegura que cumplidas estas sería de nuevo admitido a la participación de la vida canónica, y añade: dabimus tibi de honore nostrae canonicae aut illum scilicet honorem, qui fuit patris tui, aut tantum de alio honore nostrae canonicae, unde debebis esse paccatus... quem honorem habebis et possidebis per nostram canonicam in vita tua (a: Ap. núm. XLI.). 

Este Arnaldo apóstata era sin duda canónigo, aunque no sacerdote, y acaso de los que siendo niños eran ofrecidos por sus padres en canónigos de esta iglesia. En cuyo caso era ley general en ella que canonicus noviter veniens tradat ecclesiae nostrae suam hereditatem incontinenti, et accipiat de ea commutationem, si fuerit clericus. La conmutación consistiría en cederle el usufructo de aquella heredad o de otra de la canónica, como indica lo hecho con Arnaldo. Como quiera que sea, es claro que en este tiempo no había en esta iglesia vida común reglar, la cual de su naturaleza excluía estas propiedades y consignaciones de usufructos. Y no sólo había esto en nuestra canónica sino que sus individuos percibían también las porciones diarias en dinero. Así en el libro llamado del Ventre, que se conserva en el archivo, manuscrito de principios del siglo XV, donde están escritas las obligaciones de los prepósitos, se les mandaba a estos dar a cada canónigo su porción de moneta de terno, como antes la daban de moneta dublenca, la cual corrió desde el 1221, hasta el 1258. Item, había porciones canonicales fundadas, que es algo más. Y este dinero lo distribuía el botillero per domos canonicorum, a las cuales también se mandaba llevar el vino pro collatione, si sint domus de Capitulo, et sint infra muros civitatis Barchinonae. Todo esto se supone en este códice, como cosa ya usada y corriente desde la creación de las preposituras, que fue en el año 1157. Por otra parte solían agregarse a los canonicatos algunas capellanías con título de vestuario. A todo esto era consiguiente el dominio de propiedad, la facultad de hacer testamentos, sin solicitar dispensa, de instituir legados píos y fundar beneficios. De todo lo cual hay acá gran número de ejemplares desde el siglo XII.

Sobre lo dicho es de considerar la ninguna memoria que aquí se halla de recepciones y profesiones de canónigos y del rito y ceremonias que en ello se usaba. Tampoco quedan libros de congregación, donde las iglesias reglares solían escribir los nombres de los finados en dicha profesión, ni rastro de los oficios de Prior claustral, camarero, hospitalero, enfermero, etc., ni noticia del tiempo en que se aboliese aquí la vida reglar, siendo así que en ninguna parte se quitó antes del siglo XVI. Y es cosa extraña que sabiéndose el remate que tuvo en otras iglesias o por bulas particulares, o por la general de Clemente VIII se ignore el término de la que se supone haber existido en la catedral de Barcelona.

¿Qué era pues la canónica de Barcelona y el refectorio y los claustros y todo lo demás que suena a vida reglar? Era todo ello perteneciente a la vida canónica, clerical o secular, y no a la monástica: era todo conforme a la Regula canonicorum, según la cual el Conde Suñer y su mujer Richilde dotaron el clero de esta iglesia: era (por omitir otras ideas tomadas de nuestro concilio de Toledo y del Aquisgranense de 816), la que indicó el Obispo Ausonense Wadamiro en la restauración que hizo de la canónica de su iglesia el año 957. Documento desconocido y precioso, en que por lo tocante a nuestro objeto se leen estas palabras: Haec omnia dono atque trado vobis in perpetuum habenda ... ut regulariter exinde vivatis, et secundum instituta SS. Patrum fidelissimi dispensatores existatis, in susceptione hospitum et sustentatione peregrinorum, in sublevatione captivorum, et in omnibus gradibus bene ministrando. 

Con estas ideas de la disciplina clerical secular, se compadece muy bien que viviesen los canónigos bajo la obediencia de un Abad o Prepósito, encargo que tuvo San Olaguer: que tuviesen sus casas propias de la iglesia, situadas en su inmediación y en la calle que llaman de Paradis, que hoy todavía se conoce por la Canonja: que observasen en ella algún género de clausura: que a lo menos en el siglo XI durmiesen juntos todos en una pieza, y comiesen en refectorio (a), y ejerciesen otros actos regulares, sin que les obligase a ello ni profesión, ni otro título más que la posesión de algún beneficio o prebenda que podían dejar cuando les pareciese. Basta de esto, y vamos a otra cosa.

(a) Sábese que el uso del refectorio estaba todavía en su mayor vigor, muy entrado ya el siglo XIV, cuando Berenguer de Plana regaló a la canónica doce tazas de plata del valor de una marca cada una para bebida in refectorio Sedis post celebrationem et post vesperos et completorium. La donación es de 19 de diciembre de 1335 y existe en el archivo de esta catedral. 

El titular de esta iglesia es de Santa Cruz, y lo es desde el siglo VI a fin del cual en el año 599, se tuvo ya aquí un concilio in Sede S. Crucis. 

A este título se añadió luego el de Santa Eulalia, y así continúa hoy; aunque en sus estandartes, que llaman ganfarons (y antes decían ganfanons), no se ve sino una cruz grande blanca sobre las barras de Cataluña en campo colorado. Y cierto que debía ser al revés, esto es, cruz roja en campo blanco, si fuese cierta la visión que tuvo Carlo Magno cuando conquistó a Gerona: en memoria de lo cual dicen que su hijo Ludovico fundó esta catedral en honor de la Santa Cruz. Fábulas a cada paso inventadas, y fácilmente creídas por los feligreses de la parroquia de San Justo, que pretenden haber sido su matriz la única y primitiva Sede de Barcelona. De esto se dirá más otro día.

El número de canónigos en esta iglesia era ya de cuarenta en el siglo XI. Debió aumentarse después sobre lo que permitían las rentas, puesto que en 1229 visitando esta iglesia el Cardenal Sabinense Juan, Legado del Papa Gregorio IX, los redujo al número sobredicho. Posteriormente Clemente VIII los redujo al de 34. De entre ellos mismos se elegían los que habían de regentar los oficios, que ahora llaman dignidades; y sobre esta práctica, tan conforme a la disciplina de otras iglesias y al buen gobierno de las temporalidades, hay aquí varios estatutos hasta el siglo XIII; a mediados del cual se comenzó a oír por acá el nombre de dignidad. El de canónigo le hallo ya usado en el decreto de elección del Obispo Don Bernardo de Berga de 1172, época que puede fijarse sobre el principio de este nombre, pues en la elección del Obispo Don Arnaldo Armengol de 1137, todavía firman los electores de Capítulo, especificando el nombre de su oficio, o del grado de su orden, pero no el de canónigo. No faltaba aquí lo que en otras iglesias había, y es un canonicato con el título de Stator Regis. Habíalo ya en 1172, como consta del citado decreto del Obispo Berga, donde firma Arnaldus de Villamaiori eiusdem ecclesiae Stator Regis. Llamábase así, à statu, que también significa Stallum, Sedes, como que ocupaba un lugar señalado y una prebenda de la iglesia en obsequio de los Príncipes, y para rogar por su salud. Esto se deduce de la dotación que el Rey Don Jaime I hizo de este canonicato, a quien llama Staturiam, en el año 1263, en que lo obtenía Guillermo de Rubira (a: Ap. núm. XLII.). Otra cosa era el canonicato que estaba aquí reservado para la persona del mismo Rey, cuya posesión tomaba como los otros canónigos, y percibía, estando presente en la ciudad, la prebenda diaria que les estaba señalada en el libro del Ventre, o de obligaciones de los Prepósitos. Aún hoy día se guarda esta costumbre, como se ha visto estos años, cuando estuvieron SS. MM. en esta ciudad. Parece que en tiempo del Obispo Don Fr. Ferrer de Abella debió haber alguna omisión en las formalidades de la posesión de este canonicato, pues se estableció el juramento que debían prestar los Reyes, y que prestó Don Pedro IV, llamado el Ceremonioso, cuya fórmula he copiado del original, y es la siguiente: "Nos Petrus, etc., ex certa scientia ad honorem D. N. J. C. et Beatae Martiris Eulaliae Barchin., convenimus et promittimus vobis vener. in Christo Patri fratri Ferrario Divina Providentia Episcopo, et vobis etiam dilectis nostris Capitulo eiusdem Sedis recipientibus ac stipulantibus pro ecclesia Barchinon. ac etiam iuramus per Sanctam Crucem D. N. J. C. Salvatoris nostri, ac per sancta Dei quatuor Evangelia manibus nostris corporaliter tacta, conservare et manutere privilegia et observantias, seu consuetudines approbatas eccl. Barchinon. et libertates ac inmunitates eiusdem ecclesiae et personarum et iurium et rerum eiusdem ecclesiae; et contra predicta seu aliqua praedictorum non facere per nos vel per alium, seu aliqualiter contravenire. Sic nos Deus adiuvet, etc.” 

De esta clase de canonicatos reales no sé si queda otro ejemplar en nuestras iglesias. En la de Valencia concedió al Rey Don Martín esta gracia el Papa Luna en 1409, y en el siguiente tomó ya posesión de él. Dime algo del origen de este distintivo de honor, que no desdeñó la Majestad Real. Otra especie de canónigos había llamados legos, y eran los que dejaban alguna heredad a la canónica, por lo cual se hacían acreedores a la percepción de las prebendas y a los sufragios de la iglesia. El hábito coral de que hoy usan los canónigos en el verano es como el de la catedral de Valencia, con levísima diferencia. En el invierno usan de capa talar morada sobre las colas y roquete. La consueta antigua dice: a die Defunctorum ad Sabbatum Sanctum utuntur in choro cappa nigra rotunda; excipiuntur hebdomedarii, Precentor et Succentor qui utuntur in officiis missae solemnis capis purpureis. Los beneficiados graduados de doctor o bachiller llevan todo el año las colas recogidas sobre el brazo. La fábrica del templo actual se comenzó en 1298, y se concluyó en 1430, no 1330, como se lee en el Viaje de Ponz, por yerro de imprenta. Hasta el año sobredicho son frecuentes las memorias de indulgencias concedidas a favor de esta fábrica, algunas de ellas por Obispos extranjeros. Dos inscripciones quedan pertenecientes al principio y progreso de la obra, las cuales publicaron Aymerich y Campillo, mas con algunas alteraciones y variantes. Por lo mismo, y para satisfacer a los ruegos de algunos buenos amigos, las copiaré aquí con su carácter mayúsculo, y con las mismas abreviaturas del original. Hállanse ambas en la pared exterior de la iglesia, al lado de su puerta colateral, frente al palacio de los Condes. La primera dice así: 

(Ver dibujo 1; escribiré a continuación los caracteres en mayúscula, pero no las rayas superiores, excepto AÑO, ni los puntos entre palabras.)

+ IN: NOIE DOI NTI IHV XPI AD HONORE +  SCE TRINITATIS PATS ET FILII ET SPS SCI AC BE  ATE VIRGINIS MARIE ET SCE CRVCIS SCE Q  EVLALIE VIRGINIS ET MARTIRIS XPI AC  CIVIS BARCHN CVIVS SCM CORPVS IN ISTA  REQVIESCIT SEDE OPVS ISTIVS ECCE FVIT IN  CEPTVM KL MADII AÑO DNI M.CCXCVIII RE  GE ARAGONV VALN SARDINIE CORSICE  + COMITE Q BARCHINONE. +


+ IN: NOIE DOI NTI IHV XPI AD HONORE +

SCE TRINITATIS PATS ET FILII ET SPS SCI AC BE

ATE VIRGINIS MARIE ET SCE CRVCIS SCE Q

EVLALIE VIRGINIS ET MARTIRIS XPI AC

CIVIS BARCHN CVIVS SCM CORPVS IN ISTA

REQVIESCIT SEDE OPVS ISTIVS ECCE FVIT IN

CEPTVM KL MADII AÑO DNI M.CCXCVIII RE

GE ARAGONV VALN SARDINIE CORSICE

+ COMITE Q BARCHINONE. + 


Esta inscripción se halla repetida en dos piedras, una a cada lado de la sobredicha puerta. Allí mismo se halla estotra: 

(Dibujo 2)

+ (cruz grande) IN NOIE DNI NRI IHV XPI KDS NOVEBR  ANNO DNI M.CCC.XXIX. REGNAN  TE DNO ALFOSO (Alfonso) REGE ARAGONV VALE  CIE SARDINIE CORSICE AC COMITE BAR   CHN OPVS HVIVS SEDIS OPERABATVR AD  LAVDE DEI AC BTE M SCE + SCEQ EVLAIE.


+ (cruz grande) IN NOIE DNI NRI IHV XPI KDS NOVEBR

ANNO DNI M.CCC.XXIX. REGNAN

TE DNO ALFOSO (Alfonso) REGE ARAGONV VALE

CIE SARDINIE CORSICE AC COMITE BAR 

CHN OPVS HVIVS SEDIS OPERABATVR AD

LAVDE DEI AC BTE M SCE + SCEQ EVLAIE.

No se sabe el arquitecto que hizo el plan de este templo. Yo sólo he hallado dos de sus continuadores: el primero Jaime Fabre, Mallorquín, instituido maestro de la obra por el Obispo Don Ponce de Gualba y su Capítulo a 23 de junio de 1317, con salario de 18 sueldos cada semana, y abono de los gastos en sus viajes a Mallorca, el cual seguía aún en el mismo oficio en 1339, cuando se hizo la traslación de Santa Eulalia, cuya capilla subterránea es sin duda obra suya. El otro es Bertrán, que lo era en 1344. Un magister Pujol qui fecit retrotabulum S. Eulaliae suena en 

1305 en los libros de gasto y recibo de la sacristía. En 1345, a 23 de julio, concertó el Capítulo con Martín Ferrandis, Toledano, y factor de órganos, la construcción del de la catedral por ochenta libras en todo.

Este templo se construyó en el mismo sitio donde estaba el antiguo, consagrado en el año 1058, cuya área ocupaba parte del coro actual, como conjetura Campillo. Las cenizas de sus fundadores, o más bien restauradores, están en dos grandes urnas levantadas en la pared, entre la sacristía y la puerta que manda al claustro, con estas dos inscripciones modernas. = 1.a D. O. M. = Raymundo Bereng. Barchinonen. Principi, propugnatori ac muro christiani populi, disciplinaeque militaris exemp., 

huius basilicae una cum Almodis coniuge conditori, quem, quum annos XXXXII. feliciter regnasset, invida mors rapuit XXVII. mensis maii 

anno salut. humanae naturae M.LXXVI. = 2.a = D. O. M. = Almodis Comitissae cui fortuna summae auctoritati non defuit, omnium virtutum 

exemp. hic cum viro iacenti, Capitulum sepulchra iam vetustate collapsa tam pientisimis B. M. instauran. curavit, et ab eadem temporis iniuria post duo secula repetita iterum grato animo vindicavit anno M.D.CCLXXXVI. = Otras dicen qué hay dentro de las urnas. No pongo la copia que tengo de ellas, porque no estoy seguro de su verdad.

La sillería del coro es todavía la misma que existía en 1519, cuando el Emperador Carlos V celebró aquí un Capítulo general de la orden del Toisón de oro, el primero que se tuvo en España. Permanecen renovadas posteriormente las armas y títulos de cada caballero en lo alto del respaldo de las sillas que ocupaban por su antigüedad. Omito su noticia porque ya la publicó Chifflet (Insignia, etc.): mas no dejaré de enviar un extracto en castellano de la relación lemosina que un diario de aquel tiempo hace de fiesta tan grande (a: Ap. núm. XLIII.).

El altar mayor forma una como galería de gusto gótico; es de madera y algunos creen ser de palma; el zócalo es de piedra de labor del siglo XVI, y a esto alude el año 1596 que se halla escrito en él, no al resto del altar, que es más antiguo y de lo mejor de aquellas labores que se separaban de la sencillez sin faltarles cierto gracejo de capricho que falta a los que vinieron después. La mesa del altar es aislada y tiene un buen frontal de piedra mármol con las insignias de la pasión y las armas del Patriarca Don Francisco Clemente Çapera, Obispo de esta iglesia, que la construyó: todo de relieve. En el centro del altar está depositado el cuerpo de San Severo M., Obispo de la misma, en una arca de plata, dentro de la cual dicen que se conserva la que mandó labrar el Rey Don Martín, cuando trasladó estas reliquias del monasterio de San Cucufat (Cugat) del Vallés: sobre él el tabernáculo del Santísimo, y sobre él la imagen de un crucifijo en significación nada propia del titular de la iglesia, que sólo es la Santa Cruz. Al lado de las gradas últimas del altar hay dos cortinas colaterales, que se corren mientras dura la consagración, como para conciliar mayor veneración a tan augusto misterio. Las arañas de la iglesia que llaman Salomones, son también de un gusto gótico, y no todas son de aquel tiempo, sino que los artífices han guardado la propiedad debida en acomodarse al genio del edificio para que sirven. La portada principal de la iglesia está por concluir, y lo estará mientras no cesen las distracciones de las contribuciones que hay para ello. Esto que parece una paradoja, no lo es para los que conocen el terreno. Cuando Dios quiera que se verifique, sería muy doloroso que abandonasen el plan y diseño que existe en el archivo, y en parte está comenzado a verificar, que ciertamente es comparable con el famoso frontispicio de la iglesia de Burgos. Los claustros de esta iglesia son buenos y espaciosos, concluidos en 1448. Hay en él varios entierros. Los más notables son dos elevados en la pared con sus casilicios correspondientes y de buena labor. Uno es del Capiscol y canónigo de esta iglesia Don Francisco Desplá, cuya estatua de piedra, tendida sobre la urna, está adornada con un bonete redondo y con alguna elevación a modo de mitra, tal como lo tiene la estatua de otro Precentor de la familia Despujol, cuyos entierros están en otras de las capillas. Tiene además esta que digo capa coral y báculo en la mano, distintivo de su oficio. En el plano del sepulcro se leen estos hexámetros:

"Haec petra Franciscum de Plano continet ortum

Sanguine praeclaro, cui magna scientia, virtus

Fortuitis sociata bonis, laus, gloria fulsit. 

Qui Sacrista Vicensis erat, qui sedibus almis

Canonicus, qui Prepositus, Precentor amatus,

Pauperibus largus, pius, ecclesiamque frequentans,

Semper amans patriam, studuit sua iura tueri:

Nomine vivet ob id varias velitante per oras.”  

En los necrologios de la iglesia de Vique consta que murió a 30 de julio de 1453.

Todavía es más memorable el segundo sepulcro de los dos que decía, que está junto a la puerta excusada de la capilla de las Santas Vírgenes. Hay en él una estatua de bronce que representa a un soldado, y sobre él este letrero: Hic iacet Dominus Borra miles gloriosus. Facta fuit sepultura ista anno Domini M.CCC.XXX ...

Este Borra era un truhán del Rey Don Alfonso V de Aragón. El P. Caresmar extractó en el archivo de la catedral una escritura de venta hecha por Mosen Borra en el año 1451, y dice que el tal Borra se llamaba Antonio Tallander, y que era hijo de otro del mismo nombre y apellido. Es graciosa la memoria que queda de él en un privilegio que le concedió el Rey su amo, dándole facultad de regresar de Nápoles a Barcelona, en el cual en consideración a su vejez y a no tener ya dientes ni muelas, manda se le suministren todos los vinos que él quiera. Hace ya algunos años que se publicó este documento en castellano; pero allá va su copia latina con que desempalagar (a: Ap. núm. XLIV.). Por todo ello se ve la propiedad con que en su sepulcro se le da el dictado Plautino de miles gloriosus. En la sacristía se guardan ricas alhajas. Un altar portátil de plata de uso del Rey Don Martín y también su espada, aunque ni uno ni otro me consta que sea de este Monarca. Un códice de evangelios del siglo XV, con las cubiertas de plata y muchos relieves en ellas con singular artificio en el lomo, para abrirse cómodamente: sirve sólo para el juramento que hace el Obispo cuando toma posesión de su silla, y el Rey en la de su canonicato. La custodia que sirve en la procesión del Corpus es de hechura singular: consiste en una silla de plata cuyo asiento tendrá dos palmos de elevación, y sus pies, brazos y respaldo están ricamente labrados. Sobre el asiento y en medio de él se eleva un cuerpo gótico, cuya materia, que dicen ser de oro, y hechura apenas se pueden distinguir, por las innumerables sartas de perlas que lo cubren entretejidas en su labor: colocación que desagradaría mucho al artífice, si amaba como es regular que luciese su trabajo. Contribuye a ello el collar del Toisón de oro que dicen regaló el Emperador Carlos V, y ciñe esta rica pieza. La mayor parte de las sobredichas alhajas son dádiva de un caballero llamado Luis Cervelló, de quien fue testamentaria la Reina de Aragón doña Violante, y en calidad de tal dio molts et diverses joyels á la custodia del precios cors de Jhu. Xpst. Así se lee en el libro de aniversarios de esta iglesia. También ciñen la silla con una faja de cuatro dedos recamada de oro y perlas y algunos diamantes que regaló para el objeto una Reina de Aragón. Dádiva apreciable, más por la calidad y afecto de la donadora, que por su valor y artificio. En una caja bien labrada vi un copón, cáliz, vinajeras, etc., todo de oro y de hechura muy graciosa, obra del platero Martínez de Madrid, y dádiva del liberalísimo Obispo y amantísimo de su iglesia D. Gavino Valladares, hecha en 1792. 

Más apreciable es un cáliz como de un palmo de elevación y con el cráter cónico, si es verdad lo que dicen que se fabricó del primer oro que trajo de América Cristóbal Colón y que presentó a los Reyes católicos en esta ciudad. Es de una ductilidad particular, que cediendo el cráter a cualquiera impresión recobra por su elasticidad su propia figura. En orden a reliquias las hay de las comunes y frecuentes en otras iglesias. 

Son de notar cuatro cabezas de las once mil vírgenes y una faja que dicen ser de la Virgen, tela delicadísima y de un hilado muy prolijo y casi imperceptible. Ya me había olvidado. Volviendo a la silla de plata sobredorada, sobre cuyo asiento se coloca un viril muy alto, todo de oro, para la procesión del Corpus, algunos sabios amigos Barceloneses, han querido persuadirme que sobre dicha silla entró sentado en esta ciudad y como en triunfo, el Rey D. Martín, de vuelta de sus conquistas. Así será tal vez; pero yo no he hallado hasta ahora ningún documento auténtico que tal diga. 

A Dios. Barcelona, etc. 

miércoles, 15 de febrero de 2023

Carta CXXXIII. Voluntaria sujeción de los Obispos de Cataluña al Arzobispo de Narbona, durante el cautiverio de Tarragona.

Carta CXXXIII. 

Voluntaria sujeción de los Obispos de Cataluña al Arzobispo de Narbona, durante el cautiverio de Tarragona. Restaurada esta, volvieron a sujetarse a su propio y antiguo Metropolitano. Elecciones de los Arzobispos en aquellos tiempos. Elecciones de los Obispos. Danse muestras de estas elecciones en las que se hicieron en las iglesias de Barcelona, Lérida y Gerona. Confirmación de los Obispos por el Metropolitano. Parte que tuvo la iglesia Tarraconense en la confirmación de los Obispos, y en la Sede vacante.

Mi querido hermano: La mala acogida que tuve, y los repetidos desaires que sufrí la primera vez que me presenté al cabildo de Tarragona, y mi pronta y bochornosa retirada de esta ciudad, no por culpa de tan digna corporación, sino por la de un solo individuo suyo, en quien ella depositara toda su confianza, me han obligado a terminar mi viaje a las iglesias de Cataluña, por donde debía haberlo comenzado. A la de Tarragona le tocaba de derecho el ser la primera, y cabalmente ha sido la última. A comenzar por ella, procedía que dijera yo a qué Metropolitano estuvieron sujetas las iglesias restauradas de Cataluña durante el cautiverio de Tarragona: cómo después de quebrantado por esta el yugo agareno, se elogian sus Arzobispos y los Obispos sufragáneos: quién los confirmaba: qué parte tuvo en la confirmación de estos y en Sede vacante la iglesia Tarraconense: en suma, cuál era la disciplina que sobre dichos extremos en aquellos tiempos regía. Pero, pues, en el viaje anticipado y prematuro, sí, pero forzoso a las otras iglesias del principado, quedan deslindadas muchas de estas cosas, aunque tocadas por incidencia, lo que a comenzar yo por Tarragona hubieran sido noticias preliminares conducentes a dar luz y facilitar la inteligencia, para cuando se tratase de las iglesias sufragáneas: lo que voy a decir ahora será una confirmación, o más bien recapitulación de cuanto llevo expuesto en la materia. Mientras duró el cautiverio de la ciudad de Tarragona por la invasión de los Árabes, las iglesias catedrales de Cataluña que tuvieron la felicidad de sacudir su yugo a fines del siglo VIII, o principios del IX, reconocieron constantemente por Metropolitano al Arzobispo de Narbona; más por efecto de las circunstancias y del engrandecimiento de los Reyes de Francia a quienes debían su restauración, que por el supuesto decreto de la Sede Romana a favor de aquella metrópoli. 

Esta verdad, que la negó Masdeu a la sombra del pirronismo que introdujo en la historia, (N. E. Más claro, un tergiversador moderno de la historia, incluso con documentos a mano. Sería hoy el presidente del institut Nova història) está atestiguada por innumerables documentos auténticos, de los cuales consta que las iglesias de Barcelona, Urgel, Vique y Gerona, no reconocieron otro Metropolitano que el Narbonense en las confirmaciones de sus Obispos, asistencia a los concilios, apelaciones judiciales, etc.

Duró esta práctica por espacio de cuatro siglos, sin más interrupción que las dos épocas en que los Obispos de Vique Atón y Berenguer Rosanes obtuvieron el honor de Metropolitanos Tarraconenses; el primero a poco más de la mitad del siglo X, y el segundo a fines del XI.

Este último Prelado tuvo la gloria de ver reconquistada a Tarragona el año 1089. Y aunque el Arzobispo de Toledo Don Bernardo, como Legado Pontificio le impidió celebrar un concilio y algún otro acto propio de su

autoridad; mas no le quitó la jurisdicción metropolítica que él y sus sucesores ejercieron constantemente desde entonces sobre las cuatro iglesias sufragáneas ya citadas, sobre las de Tortosa, Lérida, Mallorca y Valencia, que se conquistaron después, y sobre las restantes de Zaragoza, Tarazona, Huesca, Calahorra y Pamplona, de que se componía en ese tiempo la provincia Tarraconense.

De esto son pruebas indubitables la asistencia de los sufragáneos a los concilios, la apelación en las causas eclesiásticas y la confirmación de las elecciones de Obispos que hacía el clero de las iglesias catedrales.

Y puesto que sólo se desea saber lo que la historia nos ha conservado acerca de este último punto, diré de ello lo que nos queda en los documentos existentes en los archivos de las iglesias de Cataluña; por los cuales se verán tres cosas:

1.a Que el Arzobispo de Tarragona confirmó todas las elecciones de sus Obispos sufragáneos hasta el pontificado del Papa Juan XXII, y aun algunas veces después de haber este Papa consolidado las reservas pontificias. 

2.a Que aun vacando la Sede Tarraconense, el Prepósito y cabildo de aquella iglesia hacía en esto las veces de su Pastor.

3.a Que las iglesias catedrales resistieron con ansia las reservas, y trataron cuantas veces pudieron de conservar el derecho de elegirse Obispo, y al Metropolitano el de confirmarle. 


ELECCIONES DE ARZOBISPOS.


Vacando la Sede de Tarragona el Prepósito de la misma iglesia, primera dignidad de su clero, que siempre se intitulaba Praepositus et Capitulum ecclesiae Terracon. convocaba a los Obispos sufragáneos para elegir sucesor; y en la elección, si se hacía por compromiso, el Prepósito era voto nato. El cual, junto con dos canónigos y dos de los Obispos sufragáneos, elegidos todos por el Capítulo, nombraban (los cinco) el Arzobispo futuro. Estas prácticas y las fórmulas correspondientes constan a la larga entre otros documentos por las actas de la elección del Arzobispo Don Benito Rocaberti, hecha en 1251 por muerte de Don Pedro de Albalat. Existe también en el archivo de la misma iglesia una protesta del Obispo de Barcelona Don Berenguer de Palou, hecha el año 1234, 

por no haberle convocado el Capítulo de Tarragona a la elección de Arzobispo después de la muerte de Don Sparago. Esta era la costumbre, a pesar de no hallarse expresada en la bula del Papa Celestino III del año 1194, en que hablando de las vacantes de Arzobispos confirma, como una de las libertades de la iglesia y de sus costumbres antiguas, la de que el Capítulo elija el sucesor uniformemente o por mayoría de votos. 

No existe memoria alguna de las elecciones de los Arzobispos del siglo VIII. La primera que hay es la de Don Sparago de Barca, electo unánimemente por el Capítulo a mediados de febrero de 1212. De 22 del 

mismo mes está fecha la carta en que pidieron su confirmación a Inocencio III. En ella, además de los del Capítulo, firman los Obispos Pedro de Urgel y Ponce de Tortosa, también Bertrán, Prior del monasterio de canónigos reglares de Escornalbou, que tenía derecho de asistir a estas elecciones, hasta que en 1219 quedó el priorato unido a la mitra.

En su muerte eligió el Capítulo del modo dicho a Don Berenguer de Palou, Obispo de Barcelona. El Papa anuló la elección por lo necesaria que era su persona en aquella capital. En seguida se hizo otra elección en el Cardenal Gil, del título de San Cosme y San Damián. No consta la suerte de esta. Sábese que Su Santidad nombró a San Raimundo de 

Peñafort, que este se excusó y logró que el Papa proveyese la Silla en Don Guillermo de Mongrí, que nunca quiso consagrarse y logró se le admitiese su dimisión en 1237.

En 1251 fue electo Don Benito Rocaberti, como se dijo.

Muerto Don Rodrigo Tello en 1308 eligió el Capítulo a Don Guillermo de Rocaberti. Hállase una carta de Clemente V al Rey de Aragón, fecha en los idus de febrero, año IIII de su pontificado, en que dice que por estar 

de viaje en el monasterio Caonense, diócesi de Narbona, y hallarse ausentes los Cardenales, no se atrevía a confirmar la elección de Arzobispo de Tarragona, mayormente estando ya reservada tiempo había a Su Santidad la provisión de dicha Silla a instancia del mismo Rey (Don Jaime II). Sin embargo, aparece confirmado después. Fue así que el Rey 

Don Jaime II pidió al Papa que se reservase la elección. Respondió S. S. data en Tolosa VII idus januarii, anno IV, que a pesar de ser el negocio tan grave por el voto que tenían los sufragáneos en la elección de Arzobispo, con todo condescendía en su súplica. Sin embargo, el Capítulo eligió, y el electo quedó confirmado.

Muerto este en 1315, el Capítulo eligió a Don Juan de Aragón, hijo del Rey, que no tenía aún doce años de edad. Por esta razón lo anuló el Papa, y en su breve, dirigido al Rey desde Aviñón a 15 de diciembre de 

1316, le ofrece dar la dignidad arzobispal a uno de los tres o más que le propusiese. 

Esta es la última memoria que queda de elecciones de Arzobispos, hechas por el Capítulo de Tarragona con los Obispos sufragáneos.

Dicho se está que estos eran confirmados por S. S, quien en este acto les enviaba el palio, de lo cual son continuas las memorias.


ELECCIONES DE OBISPOS.


Así como la iglesia de Tarragona, según asegura el Papa Celestino III, tenía entre otras libertades antiguas la de elegirse su Pastor, así también la tuvieron todas sus iglesias sufragáneas hasta el siglo XIV sin contradicción alguna, ni de parte de los Reyes, ni de los Romanos Pontífices. Estas elecciones, a lo menos desde el siglo IX, que es hasta donde se nos conservan monumentos, las hacía el clero de cada iglesia; habiendo motivo para creer que bajo este nombre, no sólo se entendía el Capítulo de canónigos, sino algunos otros presbíteros: como de la iglesia de Gerona consta por un proceso formado en 1239, en que se declaró que los presbíteros llamados allí de Capítulo habían asistido a las elecciones de los Prelados, sin embargo de no ser canónigos. En la elección del Obispo de la misma iglesia Servus Dei, hecha en 886, se lee que asistieron a ella los clérigos rurales con los civitatenses. Mas esto no debe tomarse tan a la letra que digamos que todos fuesen electores, sino que se hacía mención de ellos en lo que llamaban decreto o carta dirigida al Metropolitano, cuando pedían la confirmación del electo. En la cual

siempre dijeron que la elección o aclamación la habían hecho clerus et populus, y solían añadir urbis et dioecesis, y tal cual vez expresan la concurrencia de los nobles especificando sus nombres. Estos no eran electores, sino que consentían en ello, cuando el Capítulo, hecho el nombramiento, salía cantando el Te Deum a la iglesia, y el Primicerius lo anunciaba desde el púlpito al pueblo que estaba esperando. Hecho esto se extendía el decreto del modo dicho. El Capítulo de Barcelona en el decreto de elección del Obispo Bernardo de Berga en 1172, dice que lo eligieron antiquae libertatis nostrae consuetudinem sequentes y ad petitionem plebis.

Como quiera que esto fuese, es constante que la elección de los Obispos sufragáneos era peculiar de cada iglesia. Este derecho lo procuraron conservar a toda costa las iglesias, procediendo varias veces a elegir aun 

después de estar ya introducidas las reservas pontificias, como se verá por las notas siguientes, tomadas de los originales respectivos de cada iglesia. 


Iglesia de Barcelona.


Hacia la mitad del siglo XV (año 1456) a pesar de estar ya tan autorizadas las provisiones hechas por el Papa, el Capítulo proveyó la Sede vacante por muerte de Don Jaime Girad en Mosen Bernardo de Casasaje, eligiéndolo per via de Sant Sperit, esto es, por escrutinio. El Papa Calixto III anuló la elección y dio a otro la silla.

Verificáronse poco después las discordias del Príncipe Carlos de Viana con su padre el Rey Don Juan II de Aragón. Y como el Papa seguía el partido del Rey y Barcelona el del Príncipe (N. E. De un Principado es lo que cabe esperar, como hicieron siglos antes, y era su derecho), en los diez años de vacante que hubo desde el 1463, se resistieron mutuamente Papa y Capítulo a reconocer las varias elecciones que cada uno hizo por su parte. El Papa anuló las que el Capítulo hizo de Don Cosme de Monserrat, Obispo de Vique, a 5 de diciembre de 1463, y la de Don Miguel Sorrelles, hijo del conde de Iscla, a 1.° de septiembre de 1468. Correspondió el Capítulo no admitiendo a Don Fr. Juan Jiménez Cerdán, Aragonés, monje de Poblet, provisto por Paulo II en 1465. 


Iglesia de Lérida.


A pesar de algunas provisiones hechas ya por el Papa, el Capítulo eligió Obispo en 1341 a Don Jaime Ciyó por muerte de Don Ferrer de Colom. 

El Papa anuló al pronto la elección y luego la confirmó.

En 1380 por muerte de Don Romeo Cescomes, provisto por el Papa, convocó el Capítulo al de Roda, según costumbre, y eligieron a Don Geraldo de Requesens; elección que como veremos confirmó el Capítulo de Tarragona, Sede vacante.

Muerto este Obispo en 1399 juntáronse ambos Capítulos y eligieron Obispo a Don Pedro de San Clemente. Protestaron algunos canónigos, alegando el derecho de la reserva del Papa. La controversia fue larga, y el Papa tuvo lugar para anular la elección.

Vacando la Sede en 1449 por muerte de Don García Aznares, procedieron ambos Capítulos a la elección de Obispo. Parte de los electores nombró a Don Jorge de Bardají, Obispo de Tarazona, y parte a Don Antonio Cerdá. Prevaleció esta última, no por derecho de elección, sino porque el Papa Nicolao V, pocos días antes que esta se efectuase, había provisto a Cerdá en esta Sede. 




Iglesia de Gerona. 


El primer Obispo de esta iglesia provisto por el Papa fue Bernardo de Vilamarí, año de 1292. El sucesor también lo fue en 1311. Muerto este en 1318 el Capítulo eligió por compromiso sin perder momento al sucesor Pedro de Rocaberti.

Por muerte de este en 1324 eligió el mismo Capítulo a Gilaberto de Cruillas. Existen el decreto y las citaciones del Arzobispo para confirmarlo. Al fin el Papa anuló la elección y nombró a Don Pedro de Urrea, que es el primero en esta Silla de quien consta que usó el dictado Dei et Apostolicae Sedis gratia Episcopus.

En 1334 volvió el Capítulo a elegir por compromiso al mismo Gilaberto de Cruillas, el cual pidió y logró la confirmación del Capítulo Tarraconense, Sede vacante. El Papa anuló todo lo hecho y lo nombró de nuevo Obispo.

En 1384 eligió a Berenguer de Anglesola.

En 1408 a Francisco de Blanes.

En 1416 a Dalmacio de Mur.

Estas tres elecciones no son tan de extrañar por ser del tiempo del gran cisma. 

Muerto en 1457 el Obispo Bernardo de Pau eligió el Capítulo a Roger de Cartella, el cual no admitió por humildad, ni pidió la confirmación. Al cabo de dos años nombró el Papa a Don Jaime de Cardona.

Luego que en Gerona se supo la muerte del Obispo Cardenal Margarit, que falleció en Roma en 1484, inmediatamente eligió el Capítulo por escrutinio a Berenguer de Pau, sobrino del difunto, que también estaba en Roma, y el Papa confirmó la elección.

Por estas pocas muestras se ve el conato con que los Capítulos de las iglesias procuraron conservar su antigua libertad en este ramo. Y cuando no podían verificar la elección, sino que la debían esperar de S. S., le escribían y movían a que lo hiciese también la municipalidad, pidiéndole determinada persona para Obispo. Lo mismo hicieron con el Rey en todo el siglo XVI, después del concordato de Adriano VI.


CONFIRMACIÓN DE OBISPOS POR EL METROPOLITANO.


Que las elecciones de los sufragáneos eran todas confirmadas por el Metropolitano, es una verdad notoria a cuantos hayan leído algo de la disciplina eclesiástica antigua. Pudieran citarse en apoyo de ella centenares de escrituras que existen en el archivo de la catedral de Tarragona, que son los decretos de elección que dirigían al Metropolitano pidiendo la confirmación los Capítulos electores de Barcelona, Gerona, Urgel, Vique, Tortosa, Lérida, Mallorca, Valencia, Zaragoza, Tarazona, Huesca, Calahorra y Pamplona, que son las (se lee los) catedrales que en varias épocas componían el todo de la provincia. Sería pues una cosa superflua amontonar noticias para probar el derecho del Metropolitano en esta parte, que aun los mismos Papas, en la época anterior a las reservas, reconocieron y mandaron conservar, de lo cual bastará citar dos o tres ejemplares. 

En el año 1199, cuando Bernardo de Castelló, Obispo de Urgel, pidió al Papa Inocencio III la absolución de la carga episcopal, conservando su honor, S. S. le absolvió de ambas cosas, y escribió al Capítulo que procediese a nueva elección, y al Metropolitano que cuidase de que fuese pacífica. Aguirre publicó estas cartas. Yo he visto además el decreto de elección del sucesor Bernardo de Vilamur, donde consta todo ello. Está dirigido al Arzobispo de Tarragona Raimundo de Rocaberti, que confirmó la elección, y en cuyas manos el electo prestó la obediencia.

En 1243, electo por el Capítulo de Barcelona Pedro de Centelles, manifestó que tenía hecho voto de ser fraile Dominico. Acudió al Papa, y este mandó al Arzobispo de Tarragona que procediese a confirmar la elección haciendo que el electo cumpliese antes su voto, como lo verificó. Existe el proceso original en Tarragona.

Todavía es más notable lo acaecido en Lérida en 1248. Porque no concordando los capitulares de Lérida y Roda en la elección de Obispo, resolvieron enviar a Roma los comisionados, a quienes, a 7 de noviembre del año anterior, dieron poderes para que eligiesen ellos solos Obispo, de voluntad y consentimiento de S. S. Resentido de esto el Arzobispo de Tarragona, a quien tocaba la devoluta, envió también su embajador a Roma pidiendo que se conservase ileso su derecho, y se declarasen los de Lérida inhábiles para elegir. El Papa Inocencio IV cortó la disputa, dando comisión para nombrar el Obispo al mismo Arzobispo de Tarragona, a San Raimundo de Peñafort y a un Fr. Miguel, ambos Dominicos. Los tres eligieron por Obispo a Fr. Guillermo de Barberá, también Dominico, el cual fue confirmado por el Metropolitano, a quien prestó la obediencia.

Por estas muestras se ve cuan asentado y fijo estaba entonces en la disciplina el derecho del Metropolitano para confirmar a los Obispos sufragáneos, que ni aun en las ocasiones en que la elección se puso en manos de S. S. quiso este alterar la costumbre antigua, ni defraudar la jurisdicción metropolítica.

Aun cuando se introdujeron las reservas, los electos por el Papa prestaban obediencia al Metropolitano bajo la misma fórmula con que lo habían hecho los electos por el clero. Así Don Ponce de Vilamur, electo por el Capítulo de Lérida en 1322, fue confirmado por el Papa, dirigiéndole las bulas sin mentar dicha elección, idénticas con las que expedía para los nombrados por S. S., y con todo, el electo prestó obediencia al Metropolitano more solito. Así lo hicieron muchos de sus sucesores. Los Obispos confirmados en el acto de su consagración prestaban la obediencia canónica al Metropolitano, o por procurador, si no podían acudir a Tarragona con motivo de enfermedad, o personalmente en dicha catedral, y esto era lo más frecuente, jurando siempre super altare Beatae Teclae, y extendiéndose de estas actas las escrituras respectivas de que hay muchas docenas en Tarragona firmadas por los que juraban. 

Aun las reservas pontificias sabemos que comenzaron con el título de haber vacado los obispados in curia. Prueba clara de que no se halló título para despojar de golpe a los capitulares del derecho de elegir sus Obispos, y a los Metropolitanos el de confirmarlos. Advierto por último que la mayor parte de las veces en que los capitulares trataron de recobrar su derecho de elegir Obispo en los siglos XIV y XV, se halla que los Arzobispos de Tarragona acudían a recobrar el suyo para confirmarlos; lo cual lograba unas veces y otras no, a proporción del estado político que tenían los negocios de la corona respecto de la Corte Romana. Así lo hizo el Arzobispo Don Ximén de Luna en 1325, en la elección que ya cité de Gilaberto de Cruillas para Obispo de Gerona.


PARTE QUE TUVO LA IGLESIA TARRACONENSE EN LA CONFIRMACIÓN DE OBISPOS Y EN LA SEDE VACANTE. 


Verificadas las elecciones de los Obispos de las iglesias sufragáneas, solían los electores, además del derecho de ellos, que dirigían al Arzobispo Tarraconense pidiendo su confirmación, escribir también al Capítulo de la metrópoli para que intercediese con el Prelado, y le facilitase la confirmación. El Capítulo solía tomar sus informaciones secretas sobre la idoneidad del electo, y después de hacer los oficios correspondientes concurría por medio de sus representantes a la consagración de los ya confirmados, la cual no mandaba hacer el Arzobispo sine consensu Capituli. Prueba de esto es que cuando el Capítulo de Tarragona presentó su nuevo Obispo electo Don Fr. Vicente, Abad Cisterciense, al Arzobispo Don Pedro de Albalat, estando en Valencia celebrando concilio provincial, año 1240, considerando este Metropolitano la falta que hacía el Obispo en Zaragoza, y que entonces estaban reunidos en Valencia los Obispos, mandó que el electo fuese confirmado y consagrado allí mismo; y esto dice que lo hizo de consilio et assensu Praepositi et Sacristae, et aliorum canonicorum ibidem presentium, non in contemptu Capituli Terracone, nec volentes eidem iniuriari. Está la escritura original en el archivo de Tarragona.

Más notable es el derecho que tenía el mismo Capítulo para confirmar en Sede vacante las elecciones de los sufragáneos, aunque no recibía de ellos la obediencia. Sirvan de prueba los hechos siguientes:

Los Capítulos de Huesca y Jaca, en su carta fecha XIIII. kal. martii in claustro Oscensi anno Dni. MCCXXXVII. (16 de febrero de 1238), escribieron a Ferrer, Prepósito del Capítulo de Tarragona, pidiéndole que mandasen consagrar al Obispo Vidal de Canelles. (N. E. Muy importante nombre para el estudio del Vidal Maior)

Al pie de esta carta, que está original en Tarragona, firman el Prepósito y canónigos de la misma iglesia, como admitiendo la elección. Cuatro días anterior a la fecha de esta carta es la de la escritura con que el mismo Obispo Vidal, estando personalmente en la metropolitana, prestó la obediencia super altare Beatae Teclae Archiepiscopo venturo. Circunstancias cuya combinación persuade que el Capítulo Tarraconense confirmó al electo. Lo que aquí son conjeturas es demostración con los datos siguientes: 

Por muerte del Obispo Abril eligió el Capítulo de Urgel por sucesor a Pedro de Urgio día 3 de noviembre de 1269. El mismo día pidió su confirmación al Prepósito y Capítulo de Tarragona (Escritura, archivo de Urgel), los cuales lo confirmaron, y con su autoridad fue consagrado por el Obispo de Vique Raimundo de Anglesola día 29 de diciembre del mismo año. En el mismo acto prestó la obediencia canónica Domino meo futuro Archiepiscopo; y el consagrante suscribe con estas palabras: Ego Raymundus Dei gratia Vicensis Episcopus, qui auctoritate ecclesiae Tarraconensis Sede vacante praedictum Episcopum consecravimus asistentibus (igual se encuentra con ss que con s) mihi Dominis A. Barchin. et B. Dertusen. Episcopis (Escritura original en Tarragona). 


La elección del Obispo de Tortosa Don Berenguer de Prat, que el Capítulo de la misma iglesia hizo por compromiso a 27 de octubre de 1316, fue confirmada por Jofre de Cruilles, Prepósito de Tarragona, Sede vacante,

y el electo prestó su obediencia super altare Beatae Teclae a 5 de diciembre inmediato, siendo testigos Jimeno, Obispo de Zaragoza, y G., 

Obispo de Lérida (Escritura original, ibid.). 

Todavía era reconocido en la provincia este derecho del Capítulo de Tarragona el año 1334, cuando electo Obispo de Gerona Gilaberto de Cruillas por su Capítulo día 25 de agosto, pidió el electo la confirmación al Prepósito Tarraconense, Sede vacante, por sus procuradores Guillermo de Cornellá y Jasperto Folcradi, añadiendo que no iba él personalmente propter senectutem et propter estivos calores. Verificose la confirmación, mas el Papa anuló todo lo hecho, y nombró de nuevo al mismo Gilaberto por Obispo de Gerona.

De estas muestras se infiere que el Capítulo Tarraconense, Sede vacante, confirmaba las elecciones de los Obispos sufragáneos, así como en el mismo caso oía y juzgaba las apelaciones de toda la provincia, según le 

concedió el Papa Lucio III, año 1181; y convocaba también a los concilios provinciales, como consta de los procesos y actas originales de los mismos. Siendo de notar que, así como el Arzobispo nunca los convocaba sine consensu Capituli, así tampoco confirmaba los sufragáneos sin la mediación y asistencia del mismo, quedando en ambas cosas autorizado para suplir la falta de su Pastor. 

De este modo se procuraba en aquel tiempo facilitar la confirmación de los Obispos, cuya asistencia y gobierno personal, siempre se tuvo por tan necesario como lo es a las iglesias. “Porque la grey, decían los electores, no esté por más tiempo expuesta a los asaltos y carnicería de los lobos con la falta de pastor, suplicamos, etc.” Con esta y semejantes fórmulas, pidieron siempre las iglesias a su Metropolitano o a su Capítulo la confirmación de sus Obispos. Y es de notar que a excepción de los tiempos perturbados con guerras, etc, apenas se hallará en Cataluña una iglesia que vacase más de cuatro meses.

Tal era el conato que se ponía en esta parte tan importante que aun faltando el Metropolitano, y no pudiendo acudir a su Capítulo, se procuraba por los Obispos sufragáneos la confirmación de sus comprovinciales, como el último remedio que les quedaba para proveer pronto a las necesidades de las iglesias vacantes. De esta clase nos queda un hecho insigne de principios del siglo XI en una vacante de la silla de Roda.

Muerto su Obispo Aimerico II fue electo por sucesor Borrell, en el año 1017. El decreto de esta elección existe original en la iglesia de Urgel, a cuyo Obispo San Ermengol se presentaron los electores con el electo, pidiéndole la confirmación, por ser esta Sede capud omnium ecclesiarum jam dicto comitatu (Ripacurcensi). San Ermengol lo confirmó con estas palabras: “Iterum atque iterum ego Ermengaldus (: Ermengaudus : Hermenegildo : Armengol : Ermengol) praefatus Episcopus una cum katerva clericorum praedictorum advocamus, atclamamus (t : d : adclamamus) atque eligimus jam dicto Borrello, ut per divina manu Salvatoris protegente vel donante ad honorem et benedictionem atque ordinationem sui praesulatus accedat, et susceptione perveniat sub tuitione almae Mariae Sedis praefatae, et sub dominatione Domno Ermengaudo Episcopo et succesores ejus. Exaratus est autem haec titulus electionis praesulatus XI kal. decembris anno XXI, regnante Rothberto Rege.” Tres días después está fecha otra escritura original (ibid), y es la de la consagración de este Obispo, hecha por el mismo San Ermengol con asistencia de Adalberto, Obispo de Carcasona, y Pedro, Obispo de Comenge, que después de haber ordenado a Borrell en todos los grados eclesiásticos, le admitieron en el número de los Obispos sus hermanos. En ella se repite la expresión de que el Obispo se ordenaba sub tuitione Sedis Urgellen. et dominatione Domno Ermengaudo et

succesores ejus. Lo cual ha hecho creer a algunos que esta Sede de Roda se consideraba como sufragánea de la de Urgel: cosa inaudita y del todo fuera de camino. Otros han inferido de estos documentos, que invadida Roda por los Moros, que cierto lo estaba por ese tiempo, el clero se refugió a Urgel, donde accidentalmente hizo elección de su Obispo, y que el de Urgel la corroboró como cabeza de esta última iglesia. Algo más que esto aparece en la escritura última citada, cuyo exordio descubre la causa de la confirmación dada por San Ermengol. Dice así a la letra: “Locorum primates preceptorum, quibus gerarchice atque telatargice vigent prischa, modernaque ecclesiarum moderamina teoloqueriis sanxere cannonibus quo (quod) arripientibus viam universe terre quarumlibet Sedium Presulibus per vicionerem (viciniorem )Episcopum aut per quemlibet alium Episcopum, cui Archimadrita iniuncxerit extincti fratris tumulatorem, orbateque Sedis visitatorem atque consolatorem, sine cuius conscientia sacri vetant canones confiteri atque confici de subrogatione Episcopi perficiatur eclesiasticarum inventarium rerum. Tunc vero prioribus viduate Sedis dispositis echonomis comendetur; postmodum autem cleri plebisque ordinis desiderium consensus requiratur. Quinimmo amotis simoniacis saculis, postpositisque omnium cupiditatum argumentis universa fideliter noticie archiepiscopali significentur. Quo disponente cuncta in talibus expedit cum suffraganeorum consilio sub divina censura disponi negociis atque ordinari. Igitur Metropolitano dominica vocatione rebus humanis utraque (vitaque) perfuncto, hec eadem fideliter sunt exigenda omnia a visitatore atque tumulatore, et omnium condiocesaneorum, si fieri potest, cognicionis (cognicioni) significanda prudencialiter, quo urbes que gentilium temporibus habebant idolicole flamines, nunc gubernent christicole Presules. Cum ergo Pastorem contigerit subrogandum post adclamationem et vocationem cleri, petitionemque viduate plebis … expedit orbate Sedi cum Episcoporum eleccione, cleri ac populi ipsius comitatibus aclamatione, Episcopum ordinari atque intronizari. Quapropter ego Ermengaudus, etc.” En esto se ve que la causa porque San Ermengol confirmó, entronizó y ordenó al Obispo de Roda Borrell, fue porque después de haber sido como más vecino visitador de aquella iglesia en la muerte de Aimerico, le correspondió como tal hacer con el consentimiento de los comprovinciales lo que tocaba hacer al Metropolitano, si viviera. Estaba sin duda vacante la Sede de Narbona, y por eso los tres Obispos sin esperar a más, confirmaron y consagraron al electo. 

Como quiera que se expliquen estos documentos, sólo el ver que a los tres días de hecha la elección, sigue la confirmación e intronización, prueba el conato con que se procuraba este beneficio a las iglesias vacantes.

A Dios. Tarragona, etc. 

viernes, 8 de julio de 2022

Carta XXXVIII. Catálogo de los obispos de la santa iglesia de Tortosa

Carta XXXVIII. Catálogo de los obispos de la santa iglesia de Tortosa después de su restauración.  

Mi querido hermano: Ya dije que cuando el conde D. Ramón libró esta ciudad del poderío de los moros, quedó su iglesia sujeta a la de Tarragona, como parroquia suya; y que al arzobispo de aquella metrópoli cedió el conquistador los diezmos de ella, con dos hornos para la mesa pontifical y canonical. Muy pronto mudó el conde de parecer, acordándose de los gastos y sacrificios que le había costado la toma de esta ciudad, y trató luego de restaurar en ella el lustre antiguo de la silla episcopal. Era entonces muy conocida la santidad del monasterio de S. Rufo de Francia; y estimulado el conquistador de la devoción que su madre Doña Dolza (Dolça), condesa de Provenza, tenía a aquella casa, lustre de sus estados, quiso ennoblecerla más eligiendo por primer obispo de Tortosa a I. Gaufredo, abad de aquel monasterio, el cual fue consagrado en Tarragona por su metropolitano a 5 de Agosto de 1151. Halláronse presentes a este acto los obispos Guillermo de Barcelona, Berenguer de Gerona, Pedro de Vique y Artal de Elna, y con ellos varios nobles del reino, y el mismo conde D. Ramón, quien dotó cumplidamente a la nueva iglesia. No envío copia de la escritura que se hizo con esta ocasión, porque ya la publicó Risco en el tomo XLII de la España Sagrada.

Consagrado el nuevo obispo, comenzó a ordenar las cosas de su iglesia: de acuerdo con sus canónigos estableció que se guardase perpetuamente en ella la vida reglar de S. Agustín, adoptada ya en otras iglesias de esta provincia; mas por amor a su monasterio, quiso que esto fuese juxta consuetudines ecclesiae S. Ruphi; a excepción de algunas cosas, que por la dignidad de esta catedral, y otras circunstancias locales, pareció que debían omitirse. Esta constitución intitulada Prima ordinatio ecclesiae Dertusensis, la fija Risco circa annum 1158: en lo cual hubo sin duda errata que debe corregirse. Porque consta, y el mismo escritor lo asegura, que el papa Adriano IV confirmó esta ordinación en el año segundo de su pontificado; y es notorio que este comenzó en 3 de Diciembre de 1154. Así que aquella primera constitución es del año 1153 o por ahí. Esta aprobación la exigió Gaufredo del papa, por el deseo que tenía de dar a su establecimiento toda la consistencia posible. Una de las leyes aprobadas era que no pudiese ser elegido obispo de Tortosa sino quien hubiese profesado la vida reglar y vestido el hábito canonical. Confirmó también el papa la donación que el conde D. Ramón hizo a esta iglesia estando en Lérida a 17 de Octubre de 1154 de los lugares llamados Granadella, Bitem, Tavara y Anastet. Lo demás que contiene dicha bula lo verás en la copia adjunta sacada del original de este archivo, por si no te contenta la que se publica en la España Sagrada (T. XLII. pág. 303.). 

Acaso es este el único documento de Adriano IV que hay en España, por donde se descubre el plan que observó este papa en contar los años de la Encarnación. 

Cosa que por la escasez de instrumentos omitieron D. Antonio Campillo en su Disquisitio methodi consignandi annos aerae christianae, y otros diplomáticos nuestros. Dice así la fecha de la bula: Dat. Beneventi...XIII. cal. Aprilis, indictione IIII. anno MCLV. pontificatus domini Adriani papae IV. anno secundo. Estos datos corresponden al día 20 de Marzo de 1156 según nuestra cuenta. De donde resulta que este papa, que comenzó a serlo a 3 de Diciembre de 1154, contó los años de la Encarnación completè posticipatè,  como dicen los diplomáticos; esto es, comenzando el año en 25 de Marzo, tres meses después que el que empezó à nativitate. 

Sea cual fuere la fecha, la bula del papa es auténtica, y más cierta la estimación que tuvo a nuestro obispo Gaufredo, a quien debió haber conocido y tratado en el monasterio de S. Rufo, de donde a ambos sacó el mérito para las dignidades eclesiásticas; efecto de esto fue el ardor con que aquel pontífice escribió al conde D. Ramón la carta de que hablé otro día. En la contestación al papa llama este príncipe a Gaufredo secretario íntimo de su Consejo.

La santa vida del obispo y de su clero proporcionó a esta iglesia la unión con la de Tarragona, admitiéndose recíprocamente a la participación de los bienes espirituales y temporales, claustro, coro, mesa, dormitorio y capítulo; y lo que es más, estableciendo de común acuerdo que en vacando una de las dos iglesias, o hallándose ausente de ella su prelado, el que quedare pudiese ejercer en la huérfana oficios de visitador. Alguna reliquia, aunque muy tenue, queda de esta concordia, que se firmó por ambas partes a 28 de Junio de 1158. He visto aquí el original, que está conforme con la copia que publicó Risco. En este mismo año emprendió Gaufredo la fábrica del templo y convento; cosa que ciertamente no pudiera sin la liberalidad con que los fieles enriquecieron como a porfía la iglesia, de lo cual quedan aquí muchos documentos. Entre estas donaciones merece distinguido lugar la que en este año hizo a la iglesia el prior de la de Valclara, que antes se llamaba Avincabacer. Había dado este pueblo el conde D. Ramón, estando sobre Lérida, a la orden de los premonstratenses, y a Esteban, abad del monasterio de Flabe Mont (montis flabonis) de la diócesis de Toul en la Galia Bélgica, para que edificaran en él otro monasterio. Mas no verificándose esto, el mismo prior nombrado de la nueva posesión dio el lugar e iglesia a este obispo con consentimiento de su abad y convento, y el conde confirmó luego esta donación, de lo cual envío todos los documentos.

Incluyo también copia de otra donación desconocida igualmente a los historiadores, y digna de saberse por muchas circunstancias. Fue así que muerto el conde D. Ramón en S. Dalmacio junto a Génova el año 1162 a 6 de Agosto (o a 7 como nota el necrologio de esta iglesia) no pudo completar la dotación de esta catedral. Por tanto a 18 de Febrero del año, que según la costumbre de aquellos tiempos seguía contándose por la Encarnación 1162 (o según nuestra cuenta el de 1163), el obispo de Barcelona D. Guillermo de Torroja, que se llamaba a sí mismo (pone asimismo) vice-gerente del difunto conde, asociado de Guillermo Ramón Senescalc, dio a la catedral de Tortosa la iglesia de Azco (Ascó) con todos sus diezmos y primicias pertenecientes al rey D. Alfonso, que estaba todavía en su menor edad. Era esta iglesia de Azco la única que se había reservado el conde en todo el obispado de Tortosa para las expensas de la capilla real, según la costumbre de los reyes de Aragón, como consta de la citada escritura de donación de 1151. Esta como restitución hizo el obispo de Barcelona, sabedor sin duda de la voluntad del difunto, en atención a la pobreza de esta iglesia, y donec, dice, Ildephonsus, rex Aragonensis, et comes Barchinonensis, miles et extra tutelam fiat. Advierte de paso cuan pronta estuvo la reina Doña Petronila en mudar a su hijo el nombre de Ramón en el de Alfonso; porque no habiéndose esto verificado hasta la muerte del padre, a los seis meses después de ella ya suena en las escrituras con el segundo nombre aun antes de entrar en el gobierno. También añade el obispo de Barcelona que procedió en esto con el consejo de D. Bernardo, arzobispo de Tarragona, de los obispos Pedro de Zaragoza, Guillermo de Gerona y Artal de Elna, de Ponce, abad de S. Juan de Ripoll, y de los nobles Guillermo de Castellvell, Alberto su hermano, Arnaldo de Lercio y otros. Subscriben a esta donación, además de los dichos, Pedro, obispo de Vique, Bernardo de Castelet, Geraldo de Jorba, Guillermo de Cervera, Guillermo de Montpeller, Raymundo de Puigalt, y un Pedro, sacrista de Vique, con este gracioso leonino: scripta libens ista Petrus confirmo sacrista = Ausonensis. Como el otro que firmaba: non est indignum Ramirum ponere signum. 

Pero dejando aparte estas extravagancias de aquellos tiempos, la donación que digo omitida por Eymerich en su excelente catálogo de los obispos de Barcelona, es una de las cosas que más ilustran el pontificado de D. Guillermo de Torroja, y el de nuestro D. Gaufredo (a: V. este y los demás documentos en el apéndice.).

De esta liberalidad tomaron ejemplo D. Guillermo Ramón Senescalc y D. Otón su hermano para dar a esta iglesia, et Gaufredo ejusdem dicto episcopo, todos los diezmos de la parte que les había tocado en Tortosa, según el tratado que hizo con ellos el conde D. Ramón. Fue esto a 22 de Enero del año de la Encarnación 1163, que es para nosotros el siguiente. Y por no andar repitiendo esto a cada paso, hablaré separadamente otro día de los cómputos que se usaron en aquellos tiempos, según lo que arrojan de sí los instrumentos de este archivo.

Entrando ya en el gobierno el rey Don Alfonso, aprobó en 1164 la donación que su padre tenía hecha a esta iglesia de un molino cerca de la ciudad, y además le dio la heredad, que se llamaba de Pedro de Sentmanat, en el territorio del Castillo de los asnos. Firma en esta escritura, fecha en Azcon, D. Hugo, arzobispo de Tarragona, con los obispos Guillermo de Barcelona, Pedro de Zaragoza, Guillermo de Gerona y Pedro de Vique, y muchas personas principales del reino. Fue este como un ensayo de la magnífica y completa dotación que hizo a esta iglesia pocos años después el mismo príncipe. 

No he podido averiguar hasta ahora qué causa movió a nuestro obispo Gaufredo y a su cabildo para dar la iglesia de Flix al monasterio de S. Pedro de Besalú y a su abad D. Bernardo, reservándose sólo la cuarta parte de las décimas, que percibieren los monjes en dicho lugar y su término. Concédenles sin embargo las décimas de sus ganados propios, y de un huerto y de una viña, con tal que el prior que no pusiese un clérigo en Flix, prometa obedecer al obispo en todo lo que debe el clérigo; y cuando este fuese instituido por el abad o prior, deba ser presentado al obispo, de quien reciba la cura de almas. Además se les manda que este cura y el prior celebren sínodo con el obispo. 

El abad prometió por su parte dar a la iglesia de Flix todas las posesiones que adquiriese en las diócesis de Tortosa y Lérida, a excepción de la de Corbins, la cual se reservaba el monasterio de Besalú para celebrar el aniversario del conde D. Ramón. 

La fecha de esta escritura, de que sólo he podido ver una copia muy antigua, dice así: Hoc scriptum factum est anno dominicae Incarnationis M.CLXV. Id. Januarii, tempore Ludovici regis junioris, et Raymundi Berengarii comitis Barchinon., et principis Aragonen. Si hubiesen señalado el año del reinado de Luis el joven, podríamos saber el verdadero año en que se hizo esta donación, que nunca podrá ser el de 1165, pues ya tres años antes había muerto el conde D. Ramón que aquí se supone reinando. 

Murió D. Gaufredo a 28 de Mayo de 1165: el día consta del necrologio antiguo: el año del epitafio que se puso en su urna, el cual copiaré aquí como le trae el canónigo Macip, porque en el sepulcro que tiene en la capilla de Santa Candia no queda el más ligero vestigio de inscripción. 

Antistes primus Dertusae laudis opimus, 

Gaufridus dictus, in caelo sit benedictus: 

Hac petra fossa sunt hujus venerabilis ossa. 

Centum cum mille decies sex qui non sit ille 

Annorum decem numerus quo transitus iste. 

Spiritus astra petit, túmulo corpus requiescit. 

Junius est mensis cum.... 

Quinque chalen...... 

Juzgo que en el verso quinto el original no diría decem, palabra que allí nada significa; y que acaso sería esta su lectura: annorum Christi numerus quo transitus isti. 

II. A Gaufredo sucedió D. Ponce de Mulnells, no Monells ni Mulnella como escriben otros. Consta este apellido del necrologio, del epitafio, y de varios documentos que tengo a la vista. Fue electo por el cabildo en el mismo año 1165. En prueba de esto, además de la escritura de concordia entre el monasterio de la Oliva y la iglesia de Mont Aragón hecha a 24 de Junio de 1166, a la cual subscribió nuestro Prelado, tengo presente la división de frutos que concordó con su cabildo a 27 del mismo mes y año. Tuvo un hermano llamado Raymundo, el cual a 11 de Diciembre de 1177 dio a esta iglesia unas casas que tenía en Lérida con otros heredamientos. No por eso se crea que fue natural de aquella ciudad, ya porque estaba recién conquistada, ya porque el obispo concede a su hermano el uso de aquellas casas quotiescumque in villa Ilerdae venies. 

El M. Risco hablando de este obispo escribió lo siguiente: “Macip, canónigo de esta iglesia, dice en el catálogo que Don Ponce fue primero abad del monasterio de Ripoll, y luego canónigo reglar, para cuya comprobación no cita testimonio alguno.” Mal leyó este catálogo el que informó al P. Risco; porque Macip no dice que D. Ponce fuese abad del monasterio de Ripoll, sino abad de S. Juan de Ripoll. Y todo el mundo sabe (y en el t. XXVIII. de la Esp. Sagr. se puede ver) que son estas distintas casas, aunque fundadas a un mismo tiempo a fines del siglo IX, y que la primera es Santa María de Ripoll, monasterio de Benedictinos, y la segunda es la que hoy llamamos S. Juan de las Abadesas (Sant Johan ces Abadesses y variantes) en el mismo valle de Ripoll, de donde tomó el nombre. En esta segunda casa, que primero fue de monjas, y después de varias alternativas se entregó en 1115 a los canónigos reglares de  S. Agustín, era ya abad nuestro D. Ponce en el año 1150, en que fue consagrada su iglesia por el diocesano, con otros obispos y prelados.

Con el mismo título subscribió a la donación que hizo D. Guillermo, obispo de Barcelona, a la iglesia de Tortosa en 1162, de que hablé poco ha. Otra prueba de que era abad de S. Juan de Ripoll, y de que retuvo esta dignidad, es la donación que Galcerán de Sales hizo de la iglesia de S. Martín de Aquacca al monasterio de San Juan, et domno Pontio Dertusensi episcopo, ejusdemque ecclesiae B. Johannis abbati, fecha III. cal. Octob. ann. XXX. reg. Ludovici Junioris (1166). Lo mismo se halla en otra venta en 1191. Dejando aparte la consagración de la iglesia de S. Valentín en el condado de Besalú (1168), cuya acta se conserva original en el archivo real de Barcelona, y va copiada (a: V. en el apéndice) donde se le da el título de Dertusensis episcopus, et abbas S. Johannis. Y así el necrologio de esta iglesia le llama abiertamente abad de S. Juan de Ripoll, y también los canónigos de aquella casa en la carta de pago que dieron sobre las mandas que les dejó D. Ponce, como diré adelante. Desde luego trató este prelado de señalar y establecer la distribución de las rentas. A 21 de Junio de 1166 con aprobación de D. Hugo, arzobispo de Tarragona, hizo con el cabildo la constitución intitulada De divisione inter episcopum, et ecclesiam Dertusensem, cuya copia incluyo. En el año siguiente 1167 a 9 de Junio fijó las rentas que debía percibir el oficio de camarero para el vestuario de los canónigos, estableciendo que no se dé al obispo por razón de vestuario más que dos sobrepellices de a catorce sueldos de Valencia cada una. A los contraventores (que contravienen) llama anathema, marenata. En 1171 por encargo del papa Alexandro III se halló Don Ponce en la elección del sucesor de D. Hugo, arzobispo de Tarragona, muerto violentamente por Berenguer de Tarragona a 15 de Abril del mismo año, día que fija el necrologio de esta iglesia. Tiempos de turbación y más para nuestro prelado, que vio asesinar en esta ciudad de Tortosa a Roberto, hermano de Berenguer, por los sobrinos de aquel arzobispo. Más alegres fueron los años 1173 y siguiente, porque en el primero se celebraron las cortes de Fuente de Aldara, tan ventajosas para las iglesias, cuyas leyes publicó Baluzio entre los apéndices de la Marca Hispánica (App. CCCCLVI. col. 1363.), y en el segundo las bodas del rey D. Alfonso II de Aragón con Doña Sancha, hija del emperador Don Alonso, (Ildefonsum imperatorem Ispanie) la cual, como veremos adelante, anduvo muy liberal con esta iglesia. A ambas cosas asistió nuestro obispo.

Pero sobre todos fue plausible para él y su silla el año 1178 en que concluida la fábrica de la iglesia, fue consagrada por el arzobispo de Tarragona D. Berenguer con asistencia de los mismos reyes de Aragón, los cuales confirmaron todas las donaciones del conde D. Ramón, añadiendo otras muchas, como verás en la escritura que publicó exactamente el P. Risco, cuyo original conserva esta iglesia. Hízose esta dedicación a 28 de Noviembre del mismo año. De él es también la donación que nuestro prelado hizo a la iglesia de un huerto en el lugar de Tivenys para la lámpara ante altare B. Mariae. En 1179 se halló en el concilio Lateranense III.

Con el fin de que se conservase un edificio que le había costado tantos sudores, hizo a 15 de Mayo de 1181 una constitución, en que concede al sacrista las primicias que debían dar los vecinos de Tortosa, con la condición de que tuviese bien cuidados y cubiertos con tejas los techos de la iglesia y claustro, y diese al obispo cuando estuviere en Tortosa cinco palmos de candela cada noche y dos cirios de a libra cada mes. Bueno fuera que se renovase en el día la constitución de las tejas, porque la iglesia nueva peligra con los conductos de agua que penetran lo interior de los machones exteriores; obra más ingeniosa que útil. 

En el año 1183, a 18 de Junio, dio la reina Doña Sancha a nuestro obispo y su iglesia la mitad de dos huertos que había comprado de Ponce Agorero por diez y seis morabatines, para que de su producto ardiese una lámpara en el altar de nuestra Señora. Dejo de referir las donaciones y concordias que hizo nuestro obispo con los de la orden del Temple sobre los diezmos de Orta (Horta de sant Joan), Mirabet (o Miravet), Archona &c., cuyos documentos vendrán bien para nuestra colección.

Gobernó D. Ponce esta iglesia hasta el año 1193, como se infiere de varios testamentos que le señalan con su nombre hasta fines del 1192. Dícelo más claramente el necrologio por estas palabras: VI. cal. Augusti obiit Poncius venerabilis episcopus Dertusensis, et idem abbas S. Joannis Rivipollensis, anno ab incarnato Dei filio M.C.XCIII.; donde se ve otra prueba de que con el obispado conservó hasta la muerte el título de abad. Acaso también por esta causa en la escritura que insinué de los canónigos de S. Juan de Ripoll, fecha pocos días después de la muerte de este obispo, no se halla firma de abad, sólo se encabezan y subscriben. = A. prior ecclesiae S. Johannis Rivipollensis, Petrus de Solario praepositus, Berengarius camerarius, Arnallus sacrista, Bernardus eleemosynarius, R. praecentor et R. Mironis. Todos estos confiesan a Ponce prior de Tortosa, Nicolás sacrista, Vicente limosnero, G. camarero, y los demás canónigos, a quienes llaman hermanos suyos, haber recibido y quedar satisfechos de lo que les pertenecía de testamento domini Poncii episcopi Dertusensis et abbatis nostri... Facta charta difinitionis mense Septembris anno Domini M.CXCIII. En el necrologio se nota a 19 de Diciembre de 1252 la traslación del obispo D. Ponce de Mulnells. Otra se hizo más adelante en 1336 a la urna de piedra en la capilla de Santa Candia, cuyo epitafio está poco menos gastado que el de D. Gaufredo. Pondré la copia de Macip. 

Pontius est dignus praesul pastorque benignus, 

Cognomen cujus Mulnellis fuit hujus. 

Clauditur in túmulo, licet altum corpus in arcto. 

Anno milleno centum nona quoque geno, 

Tertius addatur numero qui supra locatur 

Augusti mensis sexto numerando chalendis. 

III. D. Gombal de Santa Oliva. El M. Risco probó sólidamente que este prelado es distinto de otro que por ese tiempo suena con el mismo nombre obispo de Lérida; yo añado que ambos se hallaban en esta ciudad en 1197, según consta de la escritura que se hizo con ocasión de ceder a los templarios un cementerio en la zuda o castillo, en la cual después de nuestro obispo firma por testigo Gomballus episcopus Ilerdae. También subscribe en la misma clase en la donación que hizo el rey D. Pedro II a esta iglesia del lugar de Margalef, fecha en Tarragona el año 1200. Afirma también el citado escritor que nuestro Gombal estaba todavía por consagrar a fines de 1194; y para mayor prueba envío copia del instrumento en que se funda. Debió ocasionar esto la vacante de la silla de Tarragona con la muerte violenta de su arzobispo acaecida el año anterior, la cual refiere así el necrologio de esta iglesia: XVI. cal. Martii obiit Berengarius de villa Demuls (Vilademuls), archiep. Tarraconensis, à Guillermo R. interfectus anno Domini M.C.XCIII. Uno de mis cronicones expresa que el matador era Guillermo Ramón de Montechano (Montechateno, Montecateno: Moncada). Tuvo D. Gombal un hermano llamado Miro, el cual se halló en la composición de esta iglesia con la de Tarragona, que se dirá luego. El dolor que pudo ocasionar a nuestro prelado la muerte del gran bienhechor de esta iglesia el rey D. Alfonso, acaecida en Perpiñan a 5 de Abril de 1196, se templó con las gracias que de nuevo le concedieron los papas y reyes. 

A 7 de Agosto del mismo año le expidió un breve Celestino III, confirmando las donaciones de heredades, villas, molinos, judíos, cementerios y todos los derechos con que el difunto rey y su mujer Doña Sancha la habían dotado. En 1.° de Enero de 1200 le concedió un privilegio el rey D. Pedro II, eximiendo a esta iglesia y sus bienes de la jurisdicción secular que ordenaba en Tortosa; más adelante les dio los lugares de Ledo y Areyns (Lledó, Arenys - de Lledó); señalóse también en su favor el papa Inocencio III, expidiendo varios breves sobre las competencias que se suscitaron entre el obispo y los templarios. De todo esto envío copias para la colección.

También tuvo este prelado el consuelo de ver terminadas las disputas entre su iglesia y la de Tarragona, con la composición que se concertó día de Santa Águeda de 1203. Fijáronse los lindes siguientes, comenzando de la sierra llamada nas de pullino, hacia el collado de lena, sierra de laberixes, río de oleastro, lugar dicho poxino, donde se juntan dos ríos, sierra espadella y coll de Balaguer. Uno de los sujetos que trataron esto por parte de Tarragona fue Guillermo de Zaguda, canonicus cornu bovis (cuerno de toro, bóvido; bou, Escornalbou), que así subscribe: por parte de Don Gombal era Miro frater ejusdem episcopi (a: V. en el apéndice). 

Del último año de su pontificado hay una constitución en que se manda que del oro y plata y otros bienes mobles que diesen a la iglesia los que se consagrasen por canónigos o canónigas, se dé al camarero la tercera parte para el vestuario de los canónigos, y al prior las dos terceras partes para la mesa de los mismos, y esto aun cuando los que se consagraban no llegasen a vivir en el claustro; y si traían bienes raíces, se den todos al prior: los lechos y su adorno al camarero, a excepción de los pasos de seda que deban entregarse al sacrista. Usa de la voz maranata (a) contra los que quebrantaren lo ordenado: la fecha es VI. cal. Julii anno Dominicae Incarnationis MCCXII.; y así los que ponen la muerte de D. Gombal a 23 de Enero de 1212 debían prevenir que hablan conforme al cómputo usado entonces, según el cual el año 1212 finalizaba en 25 de Marzo, del que ahora decimos 1213; y así debe entenderse el necrologio y el epitafio de su urna en la capilla de Santa Candia, (a)

*, maranata son voces caldeas, que significan el Señor ha venido. Añadíase esta imprecación a la voz griega *gr, a imitación de S. Pablo (I. Cor. XVI. 22.) como diciendo: perditio in adventu Domini, las cuales palabras latinas se añaden sin necesidad en algunos documentos, como en la confesión de la fe del concilio III de Toledo (cap. XVIII.): Cui haec fides non placet, aut non placuerit, sit anathema maranata in adventum Domini nostri Jesu Christi. 

adonde fue trasladado en 1336. La inscripción se conserva muy bien, y dice así: 

Est exaltatus in statu pontificatus 

Gloriâ non clivâ sancta Gombaldus Oliva. 

Exiit à mundi laqueis, pelagique profundi, 

Anno milleno C. dupplex cum duodeno 

Est Februi mensis decimo numerando klis. 

Vivat cum Christo túmulo qui clauditur isto. 


Los que han publicado esta inscripción leen en el segundo verso gloria non clita; mas el letrero dice clivâ; y esto puede derivarse de clivus, collis, clivius, a, um, cosa ardua, como si dijera con exaltación no violenta, con gloria debida; pero el clita nada significa (*). (*) Yo me inclino a que gloria non cliva es gloria non labilis, in aevum duratura. Pudo en la edad media del substantivo clivus o clivum formarse el adjetivo clivus, cliva, um, así como en los buenos tiempos se formaron los adjetivos acclivus, declivus, reclivus y proclivus: y usarse cliva metafóricamente en el sentido en que dice Séneca (de morte Claud.), omnia procliva sunt, imitando lo de Cicerón (Tusc. IV. 18.)

incitataque semel proclivè labuntur. 

IV. D. Ponce de Torrella, prior de esta misma iglesia, e hijo de Guillermo de Turrecla, cuya lápida sepulcral se conserva en un ángulo del claustro debajo de la imagen de nuestra Señora, llamada de la Verdad, fue elegido muy pocos días después de la muerte de D. Gombal, y aun debió ser consagrado antes del 22 de Marzo del mismo año 1213, en cuyo día le expidió el rey D. Pedro II un privilegio de inmunidad desde Lérida. Una copia antigua que he podido ver de este documento, no expresa el año. Mas habiendo muerto D. Pedro en 13 de Septiembre de 1213, es fuerza que fuese ya obispo D. Ponce en el mes de Marzo anterior, pues en él se le dio ese privilegio. 

En 1220 expidió un breve el papa Honorio III, en que entre otras cosas manda que en esta iglesia se determinen los negocios por la resolución de la mayor parte del capítulo según la regla de S. Rufo. Del año siguiente es la concordia que hizo este obispo con el de Huesca, cuya copia irá a su tiempo. 

Tratábase por entonces de continuar la guerra contra los moros, y llevar adelante la conquista del reino de Valencia: cosa de grande importancia para nuestro Don Ponce, que sobre alejar de su silla a los sarracenos, debía dar notable aumento a su diócesis. No faltó por su parte el rey Don Jayme I, y con varias donaciones que le hizo acaloró mucho más su ánimo en esta empresa, en la cual le conceden los historiadores una parte muy principal. Van copias de la escritura que hizo el rey estando en Huesca a 27 de Mayo de 1224, confirmando todas las posesiones de su iglesia, de la donación de Mirabet y Zufera a 27 de Abril de 1225, de otra de ciertas casas de Peñíscola, estando el rey sitiando a esta ciudad a 13 de Agosto del mismo año. Hallóse también con el conquistador en la toma de Burriana: Zurita por equivocación le llama Pedro.

Las expediciones militares no impidieron a D. Ponce asistir a los concilios provinciales de Lérida en 1229 y de Tarragona en 1230. No perdiendo de vista nuestro prelado los intereses y bienestar de su esposa, y como temiendo lo que después sucedió, obtuvo en 1235 del papa Gregorio IX la confirmación de todas las donaciones hechas hasta entonces a su iglesia. A pesar de esta precaución y de los méritos que de nuevo contraía, no tardaron mucho en disputarle algunas donaciones, que pasada la necesidad parecieron exorbitantes. Firmóse al cabo escritura de compromiso en Valencia a 12 de Julio de 1242, en que fueron jueces el arzobispo de Tarragona D. Pedro de Albalat, y los obispos Vidal de Vique y Ferrer de Valencia. Quedó entonces por Tortosa la villa de Almazora, y la alquería llamada Benimucairau.

Alejado de estos contornos el estrépito de las armas, volvió D. Ponce toda la atención al gobierno interior de su iglesia. Del año 1249 he visto la constitución que hizo con su metropolitano sobre el vestuario, comida y otras asistencias correspondientes a los canónigos. A 19 de Diciembre de 1252 hizo trasladar los huesos de sus antecesores D. Ponce y D. Gombal. Dos años después murió a 29 de Agosto. De la inscripción que tiene en Santa Candia se puede leer lo siguiente:

Pontius....factus toto... 

Archimandrita laudabilis....vita 

Hic de Turrella dictus sedansque rebella, 

Mille ducentesimo sunt si quinquaginta ponantur 

Quatuor appositis anni tot recte probant 

A Christo nato spiritus exiit ab arcto 

Corpore: clauduntur hac tumba membra teguntur 

Septembris mensis quarto dicendo calendis. 


V. D. Bernardo de Olivella, su sucesor, fue electo el mismo año 1254. Su madre se llamó Hermisenda, de la cual dice el necrologio: IV. nonas Aprilis obiit Hermisendis de Olivella, mater Domini episcopi, soror istius congregationis pro qua officium plenum fiat, et praebenda detur. Era sin duda nuestro obispo el mismo que en una concordia que hicieron en el año 1250 todos los individuos de este cabildo, firma Bernardus de Olivella, archidiaconus...

Cuatro años después de su elección obtuvo este prelado una bula del papa Alexandro IV en confirmación de todas las posesiones de esta iglesia. Llama en ella el papa al conde D. Ramón rey de Aragón, lo cual él no sufría por su modestia (el título de rey pasó de Ramiro II a Alfonso II, hijo de Ramón Berenguer; Petronila fue reina). 

También obtuvo en favor de su iglesia un privilegio de inmunidad, dado por el rey D. Jayme en Lérida a 19 de Abril de 1263. Cuatro años después le concedió el papa Clemente IV ciertas indulgencias para sus diocesanos que visitaren la iglesia de Tortosa en las fiestas de la Santísima Virgen y en el día de su Dedicación, que era a 29 de Noviembre. Con la misma fecha escribió el papa al rey D. Jayme, exhortándole a restituir a esta iglesia la mitad de los diezmos que solía percibir en la diócesis. Del año 1270 he visto original una constitución en que este prelado aumenta el vestuario de los canónigos en 20 sueldos jaqueses sobre los 150 en que le había fijado D. Ponce de Mulnells. También ordena que además de las dos sobrepellices que debía dar el camarero al obispo, le dé 20 sueldos pro uno surperpellicio de tela. Poco después fue trasladado a la metropolitana de Tarragona, donde murió en 1287. 

VI. D. Arnal de Jardino, electo en 1272 o en el siguiente. No tardó mucho en mostrar su celo pastoral y celebrando sínodo a 12 de Noviembre 1274. Es el primer monumento de esta clase que conserva esta iglesia: es verosímil que los prelados anteriores desempeñasen una parte tan principal de su ministerio; aunque la frecuencia de los provinciales y las repetidas visitas de los legados podían suplir su falta. Otro celebró en 1278; irán las constituciones de ambos, en que no hallo cosa que advertir.

Muy gloriosa es para este prelado la memoria que nos conserva el libro de las costumbres generales de la ciudad de Tortosa, impreso aquí mismo en 1539 por Arnaldo Guillem de Montpesat. En el principio del libro se lee que para evitar las discordias que reinaban entre los ciudadanos por la variedad e incertidumbre de las usanzas y leyes, fue electo juez árbitro nuestro D. Arnaldo con el Maestro Ramón de Besuldo, arcediano de Tarantona en la iglesia de Lérida y el Maestro Domingo de Teruel. En 1277 hizo con el capítulo la constitución de bonis canonicorum decedentium: firmó varias concordias con los vecinos de Tortosa sobre los diezmos; mas usando con algunos de ellos de su autoridad, y echando mano de las penas eclesiásticas, tuvo el dolor de ver que los templarios heredados aquí, y señores de Amposta, con achaque de no sé qué privilegios daban los sacramentos y sepultura eclesiástica a los excomulgados por él, con ultraje de la dignidad episcopal: males que atajó el papa Inocencio V. Poco más se sabe de este prelado sino que murió a 20 de Julio de 1306, y que dos años después a 16 de Marzo se hizo traslación de su cadáver, como nota el necrologio. Algo diferente es el día de su muerte en el epitafio que tiene en Santa Candia. Dice así: 

Clauditur in túmulo praesul venerabilis isto 

A. de Jardino qui rexit jure divino 

Annis millenis trecentenis quoque senis 

Augusti ternis denis obiitque kalendis. 

Acaso era hermano suyo Bernardo de Jardino, prior de esta iglesia por esos tiempos, que murió en 1313, cuya memoria sepulcral está en el claustro colateral a la iglesia. Muerto este prelado eligió el cabildo a 

VII. D. Dalmacio de Monte Olivo, deán de Tarragona, el cual murió en Agosto del mismo año sin tomar posesión, como dicen Martorell y Macip, los cuales por esta causa no le cuentan en el catálogo de los obispos. Mas el necrologio de esta iglesia dice que fue electus et confirmatus in episcopum Dertusensem; y esto basta para contarle con los demás. Eligieron luego a 

VIII. D. Pedro de Betteto, el cual sólo gobernó esta iglesia hasta 8 de Mayo de 1310. Breve pontificado; mas de él nos quedan dos sínodos. Uno es de 13 de Noviembre de 1307, en el cual se mandó celebrar anualmente sínodo en la fiesta de S. Martín: el segundo del mismo día del año siguiente; en él se establece la uniformidad de todas las iglesias de la diócesis con la matriz en los ritos y ceremonias. Tiene este obispo su sepultura en Santa Candia, cuyo letrero dice así: Octavo idus Maii anno Domini M.CCCX. obiit rev. pater dominus Petrus de Beteto bonae memoriae, hujus ecclesiae Dertusensis episcopus; cujus ossa sunt in hac tumbâ recóndita: anima ipsius requiescat in pace. 

De este mismo año 1310 son las leyes o como decían, les costums y usatges que concedió y confirmó esta iglesia a los vecinos del lugar de Cabacers, que antiguamente se llamaba Avincabacer, de cuya donación hablé tratando del obispo D. Gaufredo. Envío copia de este documento que es buena memoria de la legislación de aquel tiempo, y de la lengua lemosina en que está escrito. En el mismo año fue electo obispo 

IX. D. Francisco de Paholaco, tesorero y canónigo de esta iglesia. En el siguiente 1311 celebró sínodo a 14 de Noviembre, en el cual mandó se celebrase en toda la diócesis la fiesta de passione imaginis, y prohibió vender carne en los viernes y vigilias de los Apóstoles y otras fiestas del año: In vigiliis, dice, Natalis, Resurrectionis, Pentescostes dumtaxat exceptis ob reverentiam festivitatis, seu festivitatum earum decentiam et honorem. En otro sínodo celebrado en 1314 mandó que se tuviesen en adelante en la Dom. II. post Pascha. Murió este prelado a 17 de Octubre de 1316, como dice el necrologio, no a 5 de Noviembre, como aseguró Martorell, el cual sin advertir el anacronismo, puso como debía a 27 de Octubre la elección del siguiente.

X. D. Berenguer de Prats. Con el largo tiempo que presidió en esta iglesia, pudo hacer cosas dignas de su celo y celebrar varios sínodos. En el primero de ellos, celebrado a 19 de Abril de 1318, renovó la constitución de su antecesor D. Pedro de Betteto sobre la residencia de los párrocos. En 1320 hizo la constitución de numero vicenario canonicorum, para atajar los abusos que se iban introduciendo en el aumento de ese número, fijado ya, como sospecho, desde la restauración de esta iglesia. Otras muchas constituciones suyas se hallan en la colección que está en el archivo. Otro sínodo celebró en 1323 a 13 de Abril, en que no quiso hacer nuevas constituciones, porque constitutionum pluralitas, dice, non solum confusionem, sed etiam periculum animarum inducit. No es mala contraseña de las sabias ideas de aquel prelado. Casi lo mismo hizo en 4 sínodos más que celebró hasta el año 1330. Allá lo verás todo copiado. 

Digna es de memoria la deseada cesión que acordó este prelado con su cabildo de la décima de todos sus frutos para la fábrica de la iglesia. Fue esto a 2 de Enero de 1340. Mes y medio sobrevivió a esta época D. Berenguer, pues murió a 19 de Febrero de este año. El epitafio que se le puso en Santa Candia, dice así: Anno MCCCXL. XI. cal. Martii obiit Berengarius de Pratis episcopus: hic tumulatur. Falleció este prelado a la hora de maitines, y en la de tercia del mismo día se le dio sepultura. Concluido el funeral se juntó inmediatamente el cabildo para nombrar sucesor. Salió electo D. Guillermo de Sentmanat, arcediano mayor de esta iglesia. Consta todo esto de la escritura que he visto original con los sellos de todos los electores. Y así no deben ser creídos los que atrasan esta fecha. A pesar de acto tan solemne, y de haberse anunciado al pueblo la elección, no lograron su deseo los electores por las causas que diré otro día; que ya es justo descansar hoy un poco

A Dios. Tortosa &c. 

Parte 2, fin del episcopologio de Tortosa