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miércoles, 22 de marzo de 2023

CARTA CXLIV. Memorias de Mallorca y de su cristiandad, anteriores a su conquista:

CARTA CXLIV.

Memorias de Mallorca y de su cristiandad, anteriores a su conquista: noticias inéditas sobre este suceso: fiesta anual en memoria del mismo. Documentos inéditos tocantes al Infante Don Pedro de Portugal, Señor de Mallorca: carta que le escribió su hermana Mafalda: su testamento, no conocido hasta ahora, año fijo de su muerte y lugar de su entierro. Cronología de los Reyes propios de Mallorca: documentos inéditos sobre la muerte del último de ellos.

Mi querido hermano: Si esperas que comience a hablar de Mallorca, remontándome primero a las épocas fabulosas, y luego descendiendo a las ciertas de los Fenicios, Cartagineses, Romanos, Godos y Árabes, contando trajes, costumbres, batallas, etc., si todo esperas de mí, te llevas grandísimo chasco; porque me he propuesto no salir de mi canto llano, que es hablar de lo que veo, dejando lo ál para los aficionados a visiones. El que tal sea, ahí tiene al Cronista Dameto que le llenará las medidas hasta dejarlo de sobra. De lo que no son visiones, además de lo que traen T. Livio y otros historiadores, en nuestros días un canónigo de esta iglesia, llamado Don Antonio Roig, natural de Mahón, trató de los Obispos Baleáricos en tiempo de los Godos, publicando de nuevo e ilustrando con notas la carta de San Severo, Obispo, escrita en el año 418 con motivo de los milagros obrados en Menorca al aportar a aquella isla las reliquias del Protomártir San Esteban, que conducía Orosio, junto con la carta de Luciano sobre el hallazgo dellas. Este escrito se imprimió en Palma, 1784, 4.° Su estilo es duro, lo que los Italianos llaman ricercato. Y aunque no se me ha mandado viajar por regiones remotas, sino por este mundo de acá, tal cual existe, y con lo que le queda de los sucesos antiguos, todavía diré que el citado escritor omitió la noticia de un Obispo de Mallorca, llamado Elías, que floreció hacia el año 480 de Cristo, cuyo nombre se halla entre los Prelados que entonces lo eran en las provincias sujetas al reino de los Vándalos en África. La noticia de todos estos Obispos escribió, según se cree, Víctor, que lo era de Vite, y la publicó Sirmondo (tom. I, pág. 430) con este título: Nomina Episcoporum catholicorum diversarum provinciarum, qui Carthaginem ex praecepto regali venerunt pro reddenda ratione fidei, die kalend. februarii, anno VI Regis Hunnerici. En ella, pues, bajo el título: Nomina Episcoporum insulae Sardiniae, pone los tres siguientes:

Macarius de Minorica.

Helias de Maiorica.

Opilio de Evuso. (: Ibiza) De lo cual parece resultar: 1.°, que en el año de 480 había Obispo en cada una de estas tres islas: 2.°, que estas Sedes estaban sujetas a la metrópoli de Cerdeña: y 3.°, por consiguiente, que también en lo civil dependían de aquella isla las nuestras.

Mas yo digo que dejando aparte todas estas antiguallas y también la conquista de estas islas, que suponen hechas por Carlo Magno, que acaso será tan cierta como otras cosas que se le atribuyen y en las que no soñó: dejando, pues, todo esto, voy a recopilar lo más cercano, y lo de que hay escrituras ciertas, vistas por mí o por otras personas fidedignas, aunque de esta última clase hay poco. En este género la primera memoria indubitable de la cristiandad de Mallorca es del año 898 de Cristo, en que el Papa Romano, confirmando a la iglesia de Gerona y a su Obispo Servus Dei todas sus posesiones, contó entre ellas et insulas, Maiorica scilicet, et Minorica. Trae este diploma la Marca Hisp., ap. núm. LIX, mal reducido al año 900, en que no vivía el Papa que lo expidió. Esta cuestión cronológica se ventiló en mi Viaje a la iglesia de Gerona, donde vi el original escrito en el papel que llaman egipcio. De esta misma clase son los privilegios que el Obispo de Barcelona Guislaberto consiguió hacia la mitad del siglo XI del Rey Moro de Denia Mugeyd, cuyo señorío alcanzaba a las Baleares, y de su hijo Hali: en virtud de los cuales el clero de estas islas no podía reconocer otro Pastor sino el de Barcelona, de quien debía recibir las órdenes sagradas y el crisma, y a quien todos los demás fieles debían mirar como a su único Obispo. Estos privilegios loaron y confirmaron los Prelados que concurrieron a la dedicación de la catedral de Barcelona, que se verificó en el año 1058. Cosas son estas ya dichas por muchos escritores (a: V. Marca Hisp. y Flórez, España Sagrada, tom. VII y XXIX.). 

Ni debe causar a nadie maravilla que la cristiandad que había en estas islas, pues tan cercanas estaban a nuestro continente y carecían de Obispo propio, fuesen objeto de la caridad o de la ambición de nuestros Obispos, los cuales se disputasen su jurisdicción.

Andando el tiempo, como los Moros infestasen desde aquí las costas de Cataluña, pensó el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III en apoderarse de estas islas en el año 1114; para lo cual, de acuerdo con los Pisanos, aprestó aquella grande expedición que refiere el citado P. M. Flórez, y de cuyo feliz éxito puedo yo presentar un nuevo testimonio, que es la bula del Papa Pascual II, dirigida al mismo Príncipe en el año 1116, la cual copié años atrás del archivo real de Barcelona (a: Ap. núm. IV.). En ella, antes de expresar cómo admitía al Conde y a sus estados bajo la protección de la Sede Apostólica con el censo ánuo de treinta morabatines, alaba mucho su celo en extender la religión cristiana en estas islas con las siguientes palabras: Non parvum enim tuae nobilitati meritum labor ille conciliavit, quo per anni longitudinem in Balearibus insulis contra hostes christiani populi desudasti. Cui tuo tuorumque consortium glorioso procinctui Omnipotens Deus gloriosam de hostibus suis victoriam conferre dignatus est. De lo cual se infiere que la expedición duró un año entero y que fue feliz, como en verdad lo fue; porque ya que no se consiguió sacar esta tierra de manos de los Moros, a lo menos se quebrantó su poder hasta el punto de quedar feudatarios del Conde. (N. E. las tornas se cambiaron hasta que su descendiente Jaime I de Aragón reconquistó las islas). Sólo fue esta empresa desgraciada para el Obispo de Barcelona Ramón Guillem, que murió en esta isla de Mallorca en uno de los encuentros con los Moros, a donde con otros Prelados y nobles acudió como el más interesado en recobrar el territorio que reputaba sujeto a su jurisdicción, según se ha dicho, y dirá más abajo.

Que los Pisanos coadyuvaron a esta expedición consta de todos nuestros historiadores. Mas los de aquella república dan a entender que ellos solos fueron los conquistadores, y que esto sucedió en el año 1117. Ambas cosas están bastante desmentidas con la citada bula, la cual supone ser el Conde Don Ramón el principal en la empresa; y como por otra parte está fecha en la mitad del año 1116, y entonces da por conquistadas completamente estas islas, no parece haber lugar para la nueva conquista de los Pisanos en el año siguiente, así como no le hay para suponer nueva rebelión de los recientemente sojuzgados. Sin embargo, no puede negarse que fue muy grande y de suma importancia la cooperación de aquella poderosa república, si es cierto lo que dice el Analista de Pisa Paulo Tronci (cap. 56), y es que entonces se llevaron aquellos guerreros, como en despojo o muestra de su triunfo, unas puertas de bronce, las cuales están colocadas en la catedral de aquella ciudad, donde era tradición constante que habían sido fabricadas y servían en una de las Baleares. Esto dice el erudito Romano Juan Ciampini en su Vetera monumenta, tom. I, cap. VI, donde se halla un dibujo de dichas puertas y de todos sus relieves, que representan la vida de Cristo en varias divisiones: cosa de mal gusto, y según conjetura dicho anticuario, anterior al año 1000 de Cristo. En estas islas no queda indicio alguno de a cual de ellas pertenecía esta antigualla. Con todo no me pesa haber reproducido esta especie, por si otro viajero más afortunado que yo, halla con qué dar alguna claridad a este insigne monumento de la cristiandad antigua Baleárica. O bien digamos que aquellos republicanos adquirieron esta alhaja no en ese año 1117, sino en el de 1108, en el cual se supone hecha por ellos una tentativa infructuosa, según dice Diago en la Historia de los Condes de Barcelona, lib. II, c. 88. Mas esto importa poco. Vamos adelante con nuestra labor.

El Papa Alejandro III en la bula confirmatoria de las posesiones de la iglesia de Barcelona, la cual dirigió en 1169 al Obispo Guillermo de Torroja, cuenta entre ellas estas islas, como viste en mi Viaje a aquella iglesia. In iure, dice, praefatae ecclesiae confirmamus intra maris spatium insulas duas, Maioricam et Minoricam, sicut antiquis temporibus eandem ecclesiam constat tenuisse.

Hacia el año 1205 el Papa Inocencio III, año VIII de su pontificado, prometió al Rey Don Pedro II de Aragón que instituiría Silla episcopal en Mallorca, luego que la conquistase de los Moros. Esta simple enunciatura leí años pasados en el tomo II de los índices del archivo real de Barcelona, armario de Mallorca, saco San Pedro Nolasco, núm. 510. Mas no pude dar con este documento, porque barajado como estaba aquel archivo posteriormente a la formación de sus índices, no existían entonces tales armarios, ni sacos, ni números.

Andando más el tiempo quiso Dios que se verificase la conquista, proporcionando el momento oportuno para que esta isla saliese enteramente de la esclavitud de los Moros. El Rey Don Jaime I fue el instrumento de que se valió: Príncipe nacido para grandes empresas, y para llevarlas a cabo y para conservarlas con tesón. La de Mallorca no sólo le proporcionaba dilatar sus dominios, sino que le era también un escalón necesario para llevar adelante sus armas hacia el mediodía en la conquista que proyectaba del reino de Valencia. Para esto convocó en Barcelona las famosas Cortes del diciembre de 1228, en que además de las célebres constituciones de paz y tregua y contra las usuras de los Judíos, publicadas ya en la Marca Hisp., apps. núms. DVI y DVII, y copiadas de nuevo en mis Viajes, se trató y concordó la expedición contra los Moros de esta isla. Y tomose el negocio con tanto calor, que al cumplirse el año de este asiento ya estaba el Rey en posesión de Mallorca. No tengo por muy seguro lo que leo en la obra citada (col. 524), que en dichas Cortes estipuló el Rey con los concurrentes a la empresa darles heredamientos (leo heredadamientos) en la isla a proporción de sus servicios. A lo menos nada he hallado que lo asegure. Lo que sí sé es que más adelante, estando el Rey en Tarragona junto con varios Prelados y nobles día 28 de agosto de 1229, hizo a todos esa solemne promesa, añadiendo que la repartición se haría a conocimiento (leo cono-nocimiento) de los Obispos Berenguer de Palou, de Barcelona; Guillermo de Tavartet, de Vique; Guillermo de Cabanelles, de Gerona, y de los nobles Bernardo de Campanis, Lugar-teniente del Maestre del Temple, Nuño Sanç, Hugo, Conde de Empurias, Guillermo de Moncada, Vizconde de Bearne, y Raimundo de Moncada. En lugar de estos dos últimos caballeros que murieron gloriosamente en la misma conquista, fueron nombrados para entender en dicha repartición R. de Alamany y R. Berenguer de Ager. Todo esto consta de la escritura adjunta (a: Ap. núm. V.), copiada del archivo de Gerona, en la cual verás también algunos de los Prelados y nobles que vinieron acá con gente armada a su costa.

No me detendré en referir el pormenor de esta expedición, sobre lo cual verás algún día el libro II de la Historia general del Rey Don Jaime, escrita por el P. Pedro Marsilio, que copié entera en Barcelona. Ahora sólo añadiré como viajero algunas noticias sueltas tocantes a este suceso, parte ignoradas, y parte mal averiguadas. Sea lo primero un breve que el Papa Gregorio IX dirigió al Prior de mi orden en Barcelona y a San Raimundo de Peñafort, encargándoles que recorriesen las provincias de Arlés y de Narbona, exhortando a los fieles para que contribuyesen a esta conquista con sus personas y bienes, concediendo por ello las indulgencias acostumbradas en las empresas de Tierra Santa. La fecha del breve es de Perusa III cal. decembris, pontificatus nostri anno III, que es el 1229, y entonces dice que el Rey tenía sitiada la ciudad de Mallorca. Va copia sacada del archivo de Tarragona (a: Ap. núm. VI). En segundo lugar incluyo una larga relación de la fiesta anual que ya de muy antiguo, se hace en el día de San Silvestre en memoria de la conquista de esta ciudad que en él se verificó, cuyo extracto me ahorro con la copia adjunta (b: Ap. núm. VII). Al presente continúa dicha solemnidad, aunque con algunas variaciones, y yo me he hallado en ella este año, que es el cuarto o quinto en que se ha omitido la vistosa cabalgata del ayuntamiento y nobleza, que hacía mucho más plausible este acto. En tercer lugar, y esto importa más, diré algo del Infante Don Pedro de Portugal, que por haber tenido en feudo el señorío de Mallorca y de Menorca, hace gran figura en la historia de estas islas. Y cierto causa lástima que en algunas historias manuscritas que he visto por acá, y compuestas no hace muchos años, todavía le supongan hijo de Don Jaime I de Aragón, y le intitulen Rey de Mallorca. El Infante era hijo de Don Sancho I, Rey de Portugal, y de su mujer doña Aldonza o Dulce (la dolsa, dolça), hermana de Don Alonso II, Rey de Aragón, abuelo del Rey Don Jaime, y por consiguiente tío de este, como primo hermano de su padre el Rey Don Pedro II (a: V. Mariana, Hist. de Esp., lib. XII, c. 13.). También es menester haber leído muy poco para ignorar que sólo recibió el señorío de estas islas en feudo por el Rey de Aragón, cuando él le cedió todo el derecho que podía tener al condado de Urgel por la donación y muerte de su mujer la Condesa Aurembiax (: Aurembiaix); y así nunca se intituló Rex Maioricarum, ni lo podía no siéndolo, sino Dompnus, como se ve en cuantas escrituras hubo necesidad de nombrarle. Esta mutua cesión que digo se verificó en Lérida a III de las kal. de octubre de 1231; la cual va copiada del original que aquí existe, ya que tuve la fortuna de dar con él (b: Ap. núm. VIII.). Y si ya lo han publicado otros, no importa; que no es justo hablando de Mallorca, que se omita un instrumento tan principal como este. De la misma fecha es, y también va copiada la donación que el Rey hizo al Infante y a su pariente Nuño Sanç de la isla de Ibiza, si la conquistaban de los Moros dentro de dos años, con otras circunstancias que dirá ella misma (a: Ap. núm. IX.). Mi objeto ha sido siempre copiar documentos importantes, y estos nadie negará que lo son. Por lo mismo va también otra copia de la donación o cesión original que hizo el mismo Infante al Rey Don Jaime de varias posesiones que este le había dado en el reino de Valencia, cuando se verificó la sobredicha permuta del condado de Urgel, y también de lo que tenía en la isla de Ibiza en feudo de la iglesia de Tarragona (b: Ap. núm. X). Esto fue en el año 1244. Diez años después pagó el Rey esta donación desinteresada consignando anualmente al Infante 39.000 sueldos de reales de Valencia. He visto aquí esta escritura, que no he copiado porque no dice más: está fecha a 30 de junio de 1254. Poco más sobrevivió el Infante a esta época; y lo digo con certeza porque he hallado aquí documentos para poder fijar su fallecimiento con diferencia de pocos meses, y el lugar de su entierro también: ambas cosas ignoradas hasta aquí.

Pero antes de llorar su muerte quiero que rías un poco con la carta que le escribió la Reina M., que sin duda era Mafalda su hermana, de quien habla en su testamento, casada con Enrique I Rey de Castilla. Su fecha es apud Baucias XV die aprilis, y nada más; y así no sé a qué año pertenece, aunque sospecho que sería de los últimos de la vida del Infante, de quien tampoco sabemos dónde la recibió. La he copiado de un pergaminito chiquito, y la tengo ciertamente por el original, que así están cuantas he visto por esos mundos de ese mismo siglo, en que todavía era muy escaso el uso del papel. El asunto principal de esta es dar razón al hermano de las reliquias que le enviaba por mano de García Pérez, quien dice que le contaría lo que sabía de él por un soldado y un monje que la visitaron de parte de doña María Rodríguez. Ruégale que la haga sabedora de su salud y de sus cosas por cualquiera persona, sive per arlocas et peregrinos. No hallo en el Du-cange ni en sus suplementos esta palabra arloca; y sí hallo la de arlotas con la interpretación de hombre truhán y pícaro, que aquí no tiene lugar. Pero bien puede tenerlo la de carretero, cochero y trajinero, que allí mismo se halla en alguno de los textos que se citan. De manera que la Reina pide al Infante que le comunique noticias de su salud y de sus cosas por medio de los peregrinos, o de los que se empleaban en el giro del comercio. ¡Cuánto dista nuestra policía (política) de aquella miseria! En fin, allá va la copia (a: Ap. núm. XI.), mientras yo voy a lo que resta.

Hallábase el Infante en Mallorca a 9 de octubre de 1255, cuando ordenó su testamento, que existe original en esta santa iglesia, y del cual es la copia adjunta (b: Ap. núm. XII). En él nombró por sus albaceas a Don Raimundo, Obispo de Mallorca, al Abad del monasterio de la real de Cistercienses, a Berenguer de Tornamira, Arias Ibáñez, Pedro Núñez, al maestro Juan, Prepósito de esta catedral, al maestro Vicente, su médico (este era ya Succentor de la misma en 1250), y a Bernardo Dalmau. Elige sepultura en dicha catedral, en la cual instituye dos beneficios y dota dos lámparas para el altar de San Vicente, que debe construirse allí a sus costas con capilla propia y el ornato conveniente, delante o al lado del cual manda se le labre su sepulcro con el honor que corresponde. Para todo esto ordena que sus albaceas funden una renta de mil sueldos reales de Valencia sobre los bienes, muebles y raíces que le pertenecen así en Mallorca como en Ibiza, quam, añade, in Xibilia, quam in Taylata, y sobre los 20000 sueldos que le debía el Rey de Aragón. Ten presentes estos 20.000 sueldos, que luego verás para qué los quiero. Entre varios legados deja a dicho Obispo Raimundo maiestatem argenteam sanctae Marie, quam habemus, cum capillis eiusdem beate Virginis, qui intus sunt, et anulum auri cum lapide safireo (anillo de oro con piedra zafiro), qui fuit sancti Thomasii de Conturberio (Canterbury). Dispone que el reino de Mallorca vuelva después de su muerte al Rey de Aragón, a quien ruega le perdone, si en algo le ofendió. Esto prueba que el Infante no tenía hijos, y que conservó dicho señorío hasta la muerte. Y así no entiendo como Zurita (a: Anal. lib. III, c. 56.) dice que este Infante tenía un hijo llamado Pedro Alonso, a quien se le había dado la encomienda de Alcañiz. Porque si tal hijo tuviera, lugar muy propio era el testamento para hacer de él mención. A su pariente el Rey de Castilla y a su sobrino el de Portugal, encarga que auxilien a sus albaceas en la cobranza de lo que le pertenece. Deja todos sus anillos y piedras preciosas a su hermana la Reina doña Mafalda, para que tomando de ellos los que quiera, dé lo demás a los pobres, o lo aplique al pago de sus deudas. Por último, instituye dos aniversarios y ordena que el maestro Vicente y el maestro Juan, sirvan durante su vida los sobredichos beneficios, cuya provisión después de su muerte sea del Obispo y Capítulo.

En este documento inédito hasta ahora no consta que el Infante estuviese enfermo, cuando ordenó esta, que él mismo llama última disposición de su voluntad. Mas es constante que sobrevivió poco a su fecha, que fue el 9 de octubre de 1255, puesto que a 30 de junio del año siguiente, estando el Rey Don Jaime en Tarazona, escribió a su lugar-teniente en Mallorca, Berenguer de Tornamira, que del primer dinero suyo que recibiese mandase pagar a los albaceas del Infante Don Pedro los 20.000 sueldos que le debía; y dicho lugar-teniente a 21 de julio asignó los réditos que G. de Perera debía a dicho Infante (a quien redondamente llama ya difunto), para la cobranza de los 20.000 sueldos, de los cuales dice que habían ya percibido sus albaceas 1800 menos tres. Todo esto consta en la copia adjunta que he sacado de la nota original, o digamos minuta de la escritura real, que para ello se hizo; la cual se conserva hoy día en el convento de los PP. Capuchinos de esta ciudad, que la guardan con aprecio (a: Ap. núm. XIII.). De lo dicho se infiere que la época de la muerte del Infante, es el espacio que hay entre el 9 de octubre de 1255, y el 30 de junio de 1256; y quitado el tiempo necesario para que la noticia de su fallecimiento llegase al Rey que andaba por Aragón, y supuesto que en la última fecha ya estaba pagada parte de aquella deuda, y que debió sobrevenirle alguna enfermedad, en que por medio de algún codicilo añadiese a los primeros albaceas los otros que expresa este último documento; pues digo que mirado bien todo esto, me atrevo a fijar la muerte de este personaje a principios del año 1256. Acerca de su sepultura, es para mí indubitable que la tiene en esta catedral delante del altar de San Vicente, como él lo mandó en su testamento; porque además de haber sido su muerte tan próxima a la fecha de esta disposición, y que probablemente no hubo motivo para que la variase, y para que el Señor de Mallorca se enterrase en otra parte, ni en otra iglesia que la principal de la isla; además digo de esto, lo dice bien claro el libro antiguo de aniversarios de la catedral, cuyas primeras notas en cada día del mes están escritas hacia la mitad del siglo XIV, como se puede demostrar. Y como en este libro se expresan los lugares donde están enterrados los fundadores de aniversarios, para que el clero vaya en los días respectivos a cantar el responso sobre su sepultura de ellos; ya ves que no puede dudarse de la verdad de lo que en él se lee. Dice, pues, en el día 10 de junio: L' Infant de Portugal establi en la Seu I aniversari... e iau denant Sant Vicens en una tomba. No existe capilla alguna con el solo título de San Vicente M. Pero es cierto que era la que hace frente y cierra la nave lateral de la iglesia de la parte de la epístola. No estaba construida al tiempo que murió el Infante; pero cuando lo estuvo, hallo que había en ella tres altares; es a saber, de San Vicente, de San Pedro y de Santo Tomás Apóstol. Así consta en un inventario general de esta iglesia hecho en 1399, que se conserva en el libro de Actas capitulares de ese año. Ahora no hay en ella más altar que el de San Pedro, aunque los que mudaron esto en el siglo XVI, dejaron para memoria de lo antiguo las estatuas de San Vicente y de Santo Tomás en el segundo cuerpo del altar. Tampoco existe la tomba, ni vestigio, ni memoria de ella. Pero siendo cierto que la hubo, y que existía, cuando se escribió el libro de aniversarios, también debe ser cierto que estaría dentro de la capilla, si el altar de San Vicente era uno de los laterales de ella. Y si era el principal que ocupase el centro, la tumba pudiera estar fuera en la misma nave. Y sea de uno o de otro modo, ¿quién sabe si se quitó o destruyó por alguna desgracia, cuando hacia el 1370 se empezó la construcción de la segunda bóveda trasversal de esta iglesia, que es la inmediata a la en que estaba aquel entierro? No parecerá esta sospecha infundada a quien sepa lo que es el ruido y bolina de andamios consiguiente a una fábrica de sillería tan elevada como la de esta catedral. Baste de esto. Ahora, para complemento de las claves de la historia civil de esta isla, quiero añadir una breve noticia de los Señores que ha tenido; con lo cual será más llana la inteligencia de algunas cosas que más adelante se dirán.

I. Don Jaime I de Aragón, que la conquistó, fue su primer Rey, dándola, como vimos, en feudo al Infante Don Pedro de Portugal. Este se intituló siempre Dominus Maioricarum, y lo fue hasta su muerte, como aparece de su testamento, y de los otros documentos que produje arriba.

II. Don Jaime II, hijo segundo de Don Jaime I, Rey de Aragón, el cual dividió todos sus estados entre los dos los hijos Don Pedro y Don Jaime, haciendo a este último Rey de Mallorca e islas adyacentes, Conde de Rosellón y Cerdaña y Señor de Mompeller. Tratan de esta división todos los historiadores, sobre la cual podía añadir algo de lo que he encontrado en mis viajes, si fuera de este lugar.

Pero sólo diré que fue la manzana de discordia que ocasionó muchos disgustos a entrambos Príncipes y sus sucesores; y que a pesar de lo glorioso que era para Mallorca tener un Rey propio, le fue motivo de muchas alteraciones y trabajos, que duraron por espacio de un siglo. Comenzó este Rey su gobierno en 1256, pocos meses después de la muerte del Infante Don Pedro. Enviole su padre a que tomase posesión con carta fecha en Valencia a 11 de agosto de ese año, dirigida a los prohombres y universidad de Mallorca, mandándole (falta la s final) prestar homenaje a Don Jaime, como a su Rey y Señor natural. Mas entonces sólo se intitulaba Rey de Mallorca y Señor de Mompeller. Con los cuales títulos, nueve días después de aquella fecha, hallándose aquí, en la iglesia de Santa Eulalia, en presencia del Obispo Raimundo y de otros personajes, confirmó todos los privilegios concedidos a Mallorca por su padre. A 11 del marzo siguiente (que todavía contaban el año 1256) hizo en la misma iglesia, y en manos del mismo Obispo, y en presencia de todo el pueblo, solemne juramento de cumplir y guardar las franquicias concedidas a esta universidad. Muerto su padre Don Jaime I de Aragón, renovó el mismo juramento día 12 de septiembre de 1276, intitulándose por la primera vez Conde de Rosellón y de Cerdaña, y expresando al fin de la escritura que todavía no había mandado abrir sello propio de su reino. Estas escrituras se hallan traducidas al lemosín en un códice ms. en el mismo siglo XIII, que posee en esta ciudad Don Antonio Ignacio Pueyo, de lo cual se hablará otro día. Allí mismo está la escritura, fecha en el convento de mi orden a los 12 días de la salida del mes de enero de 1278 (que es el 1279), por la cual reconoce dicho Rey haber recibido del de Aragón, y en feudo suyo, todo el reino de Mallorca, y los condados de Rosellón, Cerdaña, Conflent, Vallespir y Colliure, con los vizcondados de Omelades y Karlades y el señorío de Mompeller, exceptuando los feudos que tenía por el obispado de Magalona, obligándose por sí y sus sucesores a enviar a dicho Rey de Aragón procuradores de las villas y ciudades principales que le prestasen homenaje; y a no permitir que circule en el Rosellón, Cerdaña, etc., otra moneda mas que la Barcelonesa, reservándose el derecho de acuñar moneda propia en Mallorca e islas adyacentes. En consecuencia de esto, fueron elegidos a 10 de diciembre del año siguiente por procuradores de esta universidad para dicho objeto, G. Torroella y Jaime de Sentmarti, caballeros, Roberto de Belver, Bernardo Valenti, Francisco Desclerge, Francisco Burguet, Bernardo de Saragossa y A. Burges, como consta en el mismo códice. Lo demás que hubo en este reinado, y cómo se apoderó de las islas Don Alonso III de Aragón, y luego las devolvió a nuestro Rey, dícenlo a la larga los historiadores. Lo más notable de su gobierno es el establecimiento de moneda nueva, de lo cual se hablará otro día. Ahora, según lo que me he propuesto, basta saber que este Rey murió antes del julio de 1311, en que ya le había sucedido su hijo. Se enterró en medio de la capilla mayor de esta catedral, que él había comenzado, donde hoy permanece un sepulcro levantado de la tierra como una vara, y en él una arca con su cadáver entero.

III. Muerto este Rey le sucedió su hijo segundo Don Sancho, porque el primero, llamado Jaime, renunciado su derecho a la corona, se hizo fraile Francisco. Era ya Don Sancho Rey en el julio de 1311, como se ve en las Cartas reales que quedan aquí suyas. Murió en 1324, y se enterró en Perpiñán.

IV. Don Jaime III, hijo del anterior, en cuyo nombre gobernó, como su tutor, su tío Don Felipe, el cual era al mismo tiempo Tesorero de la iglesia de Tours. Hay de él muchas cartas en los registros del archivo real. La historia de la deposición y privación del reino de este Príncipe por la prepotencia de Don Pedro IV de Aragón, es harto conocida; aunque yo no dudo que un examen detenido de estos archivos proporcionaría saber muchas circunstancias, que ahora se ignoran, de un suceso tan ruidoso, así como se saben los nombres de las personas afectas al desgraciado Rey, y otras cosas tocantes a su gobierno, por el proceso de la visita que hizo en este reino el noble Felipe de Boil, enviado por el Rey de Aragón a estas islas en 1345. Consérvanlo los PP. Capuchinos de esta ciudad. No callaré la noticia de una carta original de este Príncipe escrita al Obispo de Urgel Pedro de Narbona, a quien llama su pariente; la cual sólo es notable por la fecha, que es esta: Datum in obsidione prope Insulam (en el Rosellón) ubi nostros tenemus inimicos obsessos, tricesima die septembris, anno Domini M.CCC.XL. tertio.

Arrojado del reino este Príncipe, y también de todos los condados que poseía, quedó reducido al señorío de Mompeller, el cual, sin cordura, vendió para juntar una armada con que pensó reconquistar estas islas. Esto es sabido, y también que murió aquí peleando. Mas algunas circunstancias notables de este suceso, ignoradas aún por los historiadores regnícolas, se saben originalmente por las cartas, o sea partes frecuentes que escribía al Rey Don Pedro, su Gobernador en esta isla Gilaberto de Centelles en lengua lemosina, los cuales se conservan en el registro de este archivo real, del año 1349 a 1353, de donde he copiado los de mayor interés, que van adjuntos (a). Omito aquí su extracto, porque sobre ser un trabajo duplicado, mejor que yo lo dirán los originales.

Con la muerte de este Príncipe, acaecida a fines de octubre de 1349 (b), se acabó el reino de Mallorca, cuya creación será siempre mirada como un yerro político, y un lunar que deslustra la brillante carrera del nunca bien alabado Don Jaime I de Aragón.

Nada más por hoy.

A Dios. Palma de Mallorca 4 de marzo de 1814.


(a) Ap. núm. XIV.

(b) Los documentos originales que aquí se presentan demuestran hasta la evidencia que esta es la época del último Rey de Mallorca. Con lo cual queda desmentida la especie que trae Blancas (Arag. rer. comm. ad ann. 1336) hablando de este Príncipe desgraciado: "Cuius, dice, tam acerbum casum longaeva ipsius vita acerbiorem reddidit. Diu enim vixit patriâ pulsus regno. Clarentius tamen deinde nominari voluit: hac tam peregrini nominis mutatione, se eum, qui antea erat, simulare studens.”

miércoles, 1 de marzo de 2023

CARTA CXL. Viaje al real monasterio de Santas Cruces

CARTA CXL. 

Viaje al real monasterio de Santas Cruces: descripción de su fábrica, sepulcros, reliquias, biblioteca preciosa y de algunos de sus códices: historia de su fundación: catálogo de sus Abades, con algunas observaciones sobre los primeros.

Mi querido hermano: Día 18 de este mes (octubre de 1804) dejé a Tarragona con el sentimiento que manifesté en mi última carta. Pronto se enjugaron las lágrimas con la buena acogida que hallamos en el célebre monasterio de Santas Cruces, de la orden del Císter, situado a seis horas hacia el norte de aquella ciudad. Es a la sazón su Abad y Vicario general de toda la congregación, el muy ilustre señor Don José Bassas, el cual, como muy versado en los estudios eclesiásticos, y grandemente aficionado a toda suerte de literatura, nos franqueó todos los tesoros que aquí poseen, dignos de excitar la curiosidad de los literatos. Antes de llegar al monasterio, se atraviesa un soto espeso y muy deleitoso con los arroyos y cantos de ruiseñores; excede a esto la vista que se presenta desde el umbral del monasterio, con la fachada de su iglesia, respetable por su ancianidad y grandeza. Sobre su portada, en arco, se eleva una altísima claraboya, o llámese ventana gótica, que da luz a la nave principal. Esta es una elevación correspondiente a su longitud, que es de trescientos doce palmos catalanes, contando desde las puertas hasta las gradas del presbiterio: en medio de ella, y cerca del crucero, está el coro, al uso de la orden. La sillería está curiosamente labrada, y es del buen tiempo. Acompañan a la nave mayor otras dos colaterales, sino que son demasiadamente bajas y agobian el edificio, que sería sin este defecto muy precioso. El crucero tiene de largo ciento setenta y dos palmos: el presbiterio es capaz y correspondiente a lo demás. Todo el edificio es de piedra común, sacada de una cantera vecina al monasterio, que hoy está casi agotada. Hácenla oscura, así los vidrios pintados, que llenan las ventanas, como el color de la piedra, que no es de las más blancas. Se comenzó a labrar en el año 1174: su conclusión no se verificó hasta el 1225, en el cual empezaron los religiosos a servirse de la nueva iglesia (a: La noticia de este y otros edificios antiguos del monasterio de Santas Cruces, se ha tomado de una nota antigua de su librería, la cual, por ser larga, se hallará en el Apéndice núm. XVIII.)

Sin salir de estas naves he hallado algunos sepulcros dignos de notarse. En el pavimento de la principal, al testero del coro, se ve una losa sepulcral con este letrero: "Hic requiescunt ossa monialium è diruto Bonae quietis coenobio sacri or. Cis. in hoc Sanctarum Crucum translata monasterium in meliorem requiem transferenda.” Eran estas monjas de un convento llamado de Bonrepós, que fundó en 1215 Pedro Balb, caballero de Lérida, y Guillerma, su mujer. En 1452 se trató de incorporarlo con este monasterio para remediar así los males que en aquel había. Las oposiciones que de esto resultaron quedaron sofocadas con el juicio arbitral de Don Pedro de Urrea, Arzobispo de Tarragona, quien compuso a los dos monasterios de Scala Dei y Santas Cruces, que litigaban sobre la pertenencia de aquella casa; y en virtud de esto se trasladaron aquí todas las alhajas de la iglesia, y los huesos también de las religiosas difuntas. Fue esto en 1473. Con ellos se trajeron también los de Doña Margarita, mujer del Rey Don Martín, que al fin de su vida se retiró a aquella casa, y aun la gobernó. 

A la salida del coro, hacia el altar mayor, a mano derecha, se halla un magnífico sepulcro de jaspe, propio de la familia de los Moncadas, en el que se halla esta larga inscripción: "D. O. M. = Dicat, et consecrat, atque libat, Ludovicus Fernandez de Cordoba, Spinola, de la Cerda, Methinae coeli (Medina + coeli : Medinaceli) Dux, hoc perpetuae gratitudinis monumentum in suffragium et honorem Excellentissimae D. D. Teresiae de Moncada et Benavides, praedefunctae carissimae uxoris suae, Marchionissae quondam de Aytona, Ducissae de Camina; quae cum humanae domus societatem cum Duce consumasset die XIV. maii salutis nostrae ann. MDCCLVI. cum propriae nobilitatis authoribus parentibusque suis novissimum sacrae domus voluit inire consortium, ejusdemque voluntatis obsequens, et religiosissimus executor praedictus Dux praedecessorum ossa exactissime colligi, et sumptuosissime condi in hoc jussit monumento, ut illustrissimae conjugis corpus humanum (f. humatum) cum parentibus commune sortiatur solatium, quae jam suarum virtutum divinum assequuta proemium (ut piissime credimus) in aeternum requiescit in pace. Reconditum et inhumatum est corpus in antiquo praedecessorum sepulcro die XXIII. octob. an. MDCCLVII. Hoc autem opere consummato novissime translatum est die IIII. sept. an. MDCCLVIII.” 

En una tarjeta, al lado de este sepulcro, se leen estos leoninos:

Subtus in hac fossa requiescunt corpus et ossa

Floris militiae; sit eis pia dextra Mariae.

De Catheno Monte sumpserunt nomina sponte:

Majoricis isti sunt passi nomine Christi.

En otra tarja colateral se dice que los Moncadas muertos en la conquista de Mallorca son Guillermo y Ramón, y que la conquista fue en 1220. Esto último es equivocación: debe decir 1229, que es cuando pasaron allá estos nobles con el Rey Don Jaime, y murieron en los primeros encuentros con los Moros.

En la nave del crucero, y pegados a los machones de derecha e izquierda, que sostienen el cimborio, se hallan dos grandes sepulcros dignos de descripción más detenida, así por los sujetos que encierran como por la hechura y materia. El de la parte del evangelio es un cuerpo de arquitectura gótica de fines del siglo XIII, construido todo sobre una base de piedra común, elevada sobre el pavimento un palmo; y tiene de longitud diez y seis palmos y medio, y de latitud diez: la longitud es hacia el altar mayor, de modo que cierra la mitad de lo ancho del crucero. En el centro del crucero se eleva, sobre dos leones, una urna de pórfido convexa por la parte inferior, de figura oval: su diámetro mayor como de diez palmos, el menor seis y medio y de altura cuatro: la cubierta es de jaspe ceniciento, sobre la cual hay un cuerpo de arquitectura gótica, como de cinco palmos de alto, de piedra común, con estatuas pequeñas de Apóstoles, u otros de relieve, y pintadas bajamente. La superficie superior es convexa, de en medio de la cual se levanta una aguja de piedra de labor ingeniosa. Cubre todo esto una bóveda sostenida por columnas de jaspe ceniciento, que asientan sobre la basa, que lo es de todo este sepulcro, cuya elevación total será como de treinta y cuatro palmos. Yace en él el cuerpo del Rey Don Pedro III de Aragón, muerto en Villafranca de Panadés en 1285, y trasladado aquí en 1300. Su inscripción sepulcral se halla en la pilastra de en frente, algo maltratada, y dice así:

P. quem petra tegit, gentes, et regna subegit,

Fortes confregit, quae coepit, cuncta peregit.

Audax, magnanimus, sibi miles quisque ...

Qui bello primus inerat, jacet hic modo imus.

Constans proposito, verax sermone, fidelis

Rebus promissis fuit hic, et strenuus armis;

Fortis justitia vivens aequalis ad omnes.

Istis laudatur, vi mentis laus superatur.

Christus adoratur, dum ... unde beatur

Rex Aragonensis, Comes et Dux Barchinonensis

Defecit membris undena nocte novembris

Anno milleno centum bis, et octuageno

Quinto. Siste pia sibi tutrix Virgo Maria.

Bajo de esta inscripción hay una arca donde se depositaron los huesos de la Reina Doña Margarita, cuando se trajeron de Bonrepós.

Al pie del sepulcro de este Rey dicen que está enterrado su fiel vasallo y amigo Roger de Lauria, famoso marino de aquellos tiempos: en la losa de mármol sólo se lee lo siguiente: Asi jau lo noble en R... ral dels regnes Darago, è de Cicilia per lo Senyor Rey Darago: è passa desta vida en lany de la Encarnacio de nostre Senyor Jesu Christ M. et CCC. et IIII., XVI. kalendes de febrer.

El otro sepulcro del lado de la epístola es parecido a este en las columnas y casilicio, sino que la urna es de piedra como de alabastro, sostenida de varias columnitas pequeñas: adórnanla en la parte exterior varias labores y estatuas: la convexidad de la parte superior forma dos caídas laterales, en cada una de las cuales se ve una estatua de señora, y en el medio de las cabezas de ambas una estatua derecha de un Rey con espada en mano. Es el sepulcro de Don Jaime II de Aragón, hijo de Don Pedro, donde también está su mujer Doña Blanca. La inscripción del entierro del Rey está en la pilastra de en frente, y dice así:

Hornat hanc tumbam qui simplicitate columbam

Est imitatus, Rex Jacobus hic tumulatus,

Rex Aragonensis, Comes et Dux Barchinonensis,

Majoricensis Rex, necnon Ciciliensis

Moribus et vita consors sua Blancha munita,

Illustri nata Karulo, simul hic tumulatur.

Nec fuit hic segnis in subdendis sibi regnis.

Subdita sunt jamque sibi Murcia, Sardiniaque.

Floruit hic quinque regnis per tempus utrimque;

Restituit gratis tria, jus servans Deitatis.

Hic humilis corde, peccati mundus a sorde,

Misericors, mundus animo, sermone facundus,

Judiciis justus, armis belloque robustus,

Laetus, non moestus vultu, mitisque, modestus,

Dici pacificus meruit, quia pacis amicus,

Regna tenet coeli, Domino testante fideli. 

Cum se collegit, habitum Cister. praeelegit,

Cui, qui cuncta regit, parcat quae nescius egit.

Defecit membris secunda nocte novembris

Anno milleno, centum ter, bisquoque deno,

Septenoque. Pia sibi sistat Virgo Maria.

Debajo de esta inscripción hay una arca de madera, donde dicen que están los huesos de un Infante de Aragón llamado Don Fernando. Acaso pudo ser el hermano de Don Pedro el IV, asesinado en Castellón de la Plana. El letrero que da razón del entierro de Doña Blanca está al lado del sepulcro: es muy largo, bastará copiar aquí las siguientes palabras: In Christi nomine. Obiit Serenissima Domina Blancha, Regina Aragonum, Barchinone secundo idus octobris anno Domini millessimo trecentessimo decimo. Et elegit sepeliri in monasterio Sanctarum Crucum, ordinis Cisterciensis. En un Diario antiguo se halla la noticia que el Rey Don Alfonso III de Aragón, muerto sin hijos en 1291, fue trasladado, andando el tiempo, a este monasterio hacia los años 1327. Nada más sé de esto. 

En el testero del crucero a la parte de la Epístola está la sacristía, donde vi algunos cálices antiguos, entre ellos uno que es del siglo XIV con el cráter cónico, de ocho dedos de diámetro y cuatro de altura. En el relicario hay reliquias de San Bernardo Abad, San Benedicto Mártir y otras menores, la cabeza de San Deodato, el cuerpo de Santa Clara Virgen y Mártir, una de las once mil, parte de la cruz del buen ladrón (Dimas), un dedo de San Juan Limosnero, muelas de los Santiagos mayor y menor y otras. La más insigne por la novedad con que llama la atención de los viajeros es la de la Santa Mano, que se conserva en un relicario moderno, entera hasta la muñeca con toda la carne y uñas, y los dedos en ademán de bendecir. La historia de esta reliquia refiere el P. Maestro fray Ángel Manrique, Annal. ord. Cisterc. ad ann. 1157, cap. V, núm. 5, con estas palabras: Floruere praeterea SS. Cruces viris sanctissimis ... et Sanctus ille (periit heu! nomen) animarum purgatorii perennis cappellanus, ministerque, cui pro eis in caemeterio (oranti) manus e terra egressa benedixit; quod cum semel et iterum fecisset, extrahi se ab ipso tandem passa est, brachio suo unita; quod sive viri sancti ibi sepulti, sive a Deo formatum de novo fuerit, ob memoriam miraculi, integrum hodie cum carne, cuteque atque omnino illaesum perseverat ... Dicen que consultado el caso con el Romano Pontífice fue aprobado el culto de la mano y permitido que se exponga a la pública veneración el día de Ánimas, y así se efectúa. 

Otra reliquia insigne es la lengua de Santa María Magdalena, colocada dentro de un cristal de la misma figura, y cubierta por la espalda con un sáfiro muy grande. Tiénese por dádiva de Doña Blanca, mujer del Rey Don Jaime II: con una partecita que se cortó de esta lengua, y está en otro relicario aparte, se acostumbra bendecir agua para repartir entre los fieles. Consérvanse también dos relicarios que fueron del convento de monjas de Bonrepós; obra prolija y según todo el gusto gótico. De San Bernardo Calvó, hijo de esta casa y Obispo de Vique, se guarda aquí la mitra y un hueso de la pierna: también he copiado su testamento, hecho en 1215, que es reliquia literaria. Hay también un pedazo de Lignum Crucis, de quien se tiene por tradición que dicho Santo, siendo Abad del monasterio, lo sacó y puso entre las llamas que consumían el grano que estaba en la era, las cuales se apagaron con esta diligencia quedando la reliquia ilesa. Adornan esta reliquia dos camafeos, uno de figura humana y otro de caballo. Otro relicario antiguo y sencillo encierra una espina de la corona de Cristo, el pie es una copa de ágata, vuelta del revés y bien guarnecida. He visto allí mismo una cruz de ébano con una preciosa y bien ejecutada imagen del crucifijo de plata sobredorada y la cabeza de oro; es mucho más estimable la hechura que la materia. Hay también una portapaz del tiempo de los Reyes Don Jaime II y Doña Blanca: es un cuerpo pequeño de orden parecido al corintio, que es al que más se asemejan todos los capiteles y cornisamentos de los edificios que he visto por acá del siglo XIII y principios del XIV; en el centro hay la adoración de los Reyes pintada sobre cobre y barnizada al fuego. Del mismo Soberano se guarda allí la espada y el palo. De la Reina se guarda el sello, colgando de una cinta del relicario de la Santa Mano: su escudo se divide en cuatro cuarteles con las barras de Aragón y lises de Francia. Al lado de la puerta de la sacristía hay una escalera grande y descubierta que ocupa una buena parte del crucero, por la cual se sube al dormitorio común, obra que se comenzó en 1191. En esta pieza se halla el archivo y biblioteca. Esta última es de lo más precioso de este monasterio, y merece un lugar distinguido entre las de la nación. Era antes lo que ahora son muchas de las catedrales y conventos: un depósito de suciedades literarias. Mas el celo de los PP. MM. Fr. Tomas Riera, ex-Abad, y Fr. Pedro Freixes, dieron en esta parte un ejemplo digno de la gratitud del público, reencuadernando por sí mismos gran parte de los libros, y haciendo trabajar en los restantes a Fr. Pablo Badía, de la obediencia, y aseando y clasificando estos monumentos del saber, a quien en vano se jacta de ser aficionado el que los deja perecer entre la basura. En toda esta empresa ha tenido gran parte el actual señor Abad, singularmente en el discernimiento de los manuscritos. Así han sabido estos doctos monjes honrar su casa, quitando de ella un borrón que todavía tienen sobre sí otros cuerpos de la nación. Mas la hermosura que presentan todos los libros encuadernados de nuevo es nada respecto de lo que ellos son. Descuellan entre todos una porción de manuscritos en número de 262, con la limpieza que pudieran desear sus mismos autores. Sería molesto dar un catálogo de todos ellos; bástete saber que lo más despreciable que en esta clase suele reputarse, que son los Sermonarios, abunda aquí muy poco. También son pocos los libros de teología, expositores y decretalistas. Diré de algunos otros, aunque sólo sea el título, los cuales todos son del siglo XIV y XV, y algunos poco anteriores; deteniéndome más en los que por su materia, lenguaje o autor, merecieren la atención de los literatos.

Crónica Mag. Martini Poloni. Dos ejemplares vit. De esta obra ya dije desde Valencia; pero estos de acá sólo alcanzan al año 1276, y aquel de allá llega hasta la elección de Honorio IV. = Epistolae Petri Blesensis = Raym. Martini Pugio fidei, ms. del 1434. = Amalarius de divinis officiis, del siglo XIII. = Clementis VI. Sermones et Tractatus varii. = Un vol. fol. vit., que contiene: Liber gestorum Barlaam et Josaphat a S. Johann. Damasceno. Vita S. Bramdani Abbatis. Vita et obitus Sancti Martialis Episcopi. Vita S. Johan. Eleemosinarii à Leontio Episcop. Neapolit. Passio B. Eulaliae Virg. et Mart. Barchin. Translatio corporis ejusdem. Alia translatio. D. Prosperi de vita contemplativa. Vita S. Nicolai, Episcopi. = Un vol. en 4.°, comprende: Tractatus de miraculis B. Mariae Virg. Calixti Papae Argumentum de miraculis S. Jacobi. Passio B. Jacobi Apost. Calixti Pap. de translatione ejusdem. De S. Jacobi expedimento et conversione Hyspaniae et Galleciae, auctore Turpino. Vita S. Eutropii. Conversio Petri Alphunsi ex Judeo Christiani, et in Oscensi civitate baptizati. Tractatus eiusdem Alphunsi de sua conversione. = Collationes dominicales vel Themata divisa super Summam praedicabilium edita per Fr. Bernardum de Deo, de ordine fratrum Minorum, provinciae Aragoniae, et custodiae Illerdiens. = Catholicon qui tractat de dirivatione, expositione et declaratione vocabulorum editus a Fr. Johanne Januensi, ord. Praed. Vol. fol. vit. con miniaturas. Al fin: Finitus ab autore anno 1286. nonis martii. Del mismo, Prosodia y otros tratados gramaticales. = Arbor vitae Crucifixi Jesu. Su autor Fr. Ubertino de Casalis, Franciscano, mss. del siglo XIV. = Formulario de cartas latinas de varias clases y para varios sujetos. Item de escrituras. Vol. 4.° vit. saec. XIV. = B. Gualdi, canonici Tollensis Tractatus morales. = Breviarius Constantini, qui Viaticus nominatur, cum glosula Geraudi. En el prólogo dice: Unde ego Constantinus Affricanus, montis Cassianensis monachus. Habla de este autor Andrés (Hist. de la literat., tom. I., cap. IX). = Origines omnium rerum a Fr. Johanne de Alemania inferiori ord. Min. Lectore Eifordensi (Erfurt). = Tractatus de ludo scacorum, et proverbia Arabum, con su correspondencia al lemosín. = Constitutiones Cathaloniae. = Sermones dominicales, Fr. Guidonis, ord. Praed. in conventu Ebroycensi. = Las obras de Dante en italiano, ms. precioso. = Raym. Lullii opera (obras de Ramón Lull). = Collectio canonum ex variis libris PP. et concilis. = Sermones Innocentii Papae III. = Historia ecclesiastica Eusebii Caesariens. ex translatione Sancti Hieronymi. = Concordia Regularum B. Benedicti, Macarii, Pachomii, Basilii, etc. = Adhortationes SS. PP. perfectionesque monachorum, quas de graeco in latinum transtulit Pelagius, diaconus ecclesiae Romanae. = Fr. Bernardi Oliverii Excitatorium mentis ad Deum, Raymundo Episcopo Valentino dicatum. 

El autor es el Obispo de Tortosa, de que hablé en su catálogo. La obra es conocida por Bayer en sus notas a Nicolás Antonio, pero inédita. = Varias obras de Santos Padres, algunos ejemplares de las obras de Aristóteles, Boecio. Item de las sentencias de Pedro Lombardo y de las obras de Santo Tomás de Aquino, algunas de ellas anteriores a su canonización. Hállanse también dos ejemplares de la Suma de San Raimundo, y Distinctiones Mag. Rodulphi de Longo campo, y otros pocos de esta clase. Una buena porción de Breviarios, Rituales y Ceremoniales Cistercienses: algunas Biblias no muy antiguas, señaladamente las que están con la glosa de Lira.

En lengua lemosina hay libros apreciables; tal es uno en fol. con este epígrafe: Començen los canons de les taules de Jacob, fill de Daviu Boniorn. Es un tratado breve de astronomía: siguen los cánones o reglas para hallar las conjunciones y otros cálculos astronómicos; al fin dice: Aquesta lectura fon acabada de scriure divendres quis comptava 29 dies del mes de maig del any de la Nativitat 1444 per Ausias Sancho, notari: 

Non videat Christum quisquis furabitur istum. 

Detur pro poena scriptori pulcra puella.

Non sit in villa, quae sit formosior illâ.

Otro tratado de astronomía en latín y lemosín, cuyo autor parece que suena en el epígrafe del fin: Acabat es a 13 dies de març del any 1334 en la ciutat de Sibilia per mestre Alfonso Dionis, clergue et metge del illustre Princep et Senyor Nalfonso, Rey de Portogual, e de la Senyora sa filla Na Maria, Reina de Castella e de Leon. Vol. fol., pap. = Miracles por orden alfabético. = El Egidio Romano De regimine Principum, excelente traducción al lemosín. = De Fr. Francisco Eximeniz Llibre de las Donas y la vida de Cristo, dos vol. fol. del siglo XV. = Un vol. fol. ms. del siglo XV, que contiene lo siguiente: En nom de Jhu. Crist e de Madona Sancta Maria: començe lo llibre de Benvengut de Cirorgia, compilat per mestre Benvengut Grateffe. Princip. Al honrat amich .: yo enten a tu fer hun libre ... posare açi segons la tua demanda medecines provades de nafres, de ajustamens, de plagues antigues, de cranch (cáncer), de fistoles (fístulas), algunes cirorgies dulls (cirugías de ojos) e un poch de algebra. En el mismo códice sigue otro tratado con este título: Açi comensa la Cirurgia de maestre Bru, ço es, lo compendi seu. Prolog.: O Andreu Latzer de Padua, tu mas feta peticio e demande que compones I libre de la operacio manual de medicina, pus breu e pus ubert que io haya compost; e iat sesia (: jatsia, jat se sia) io agues a trebalar per altres obres, no e pas aço volgut alargar … Reeb dons, oh Latzer, etc. = Dialogos de San Gregori, vol en 4.° del siglo XV; otro ejemplar del 1340, ambos lemosines. = Constitucions de Valencia per lo Rey D. Marti.

Sobre todos estos es apreciable un volumen 4.°, que contiene los pareceres de algunos Obispos del concilio de Trento sobre la corrección de los decretos y cánones que se formaban para publicar en las sesiones. 

Casi todos son del mes de abril de 1562, y tratan por lo común de lo que se estableció sobre el sacramento de la Eucaristía. He copiado algunos de los pocos que hay de nuestros Españoles; entre los cuales no debía omitir el de Don Antonio Agustín y el del Obispo de Segovia (a: (a) Aps. núms. XIX y XX.).

Después de estos códices examiné otros cuatro mss. griegos, y son: Olympiodori Opera. = Hypocratis Aphorismi. = Hermes Trismegistrus de universi pulcritudine. = Marinus Neapolitanus de felicitate. Siguen a estos preciosos códices muchas obras de autores griegos y con su texto nativo, de ediciones apreciables; tales son: Galeni Opera, cuatro vol. (Basilea, 1538). = Pausanias. = Claudius Aelianus, Stobaei Eclogae (églogas). = Opera Hypocratis, Aristotelis, Suidae, Athenaei, Appiani, Herodoti, Demosthenis, Homeri, Eurypidis, Hesiodi, Pindari, Theophanis, Eschyli y otros muchos. = Plutarchi opera (Basilea, 1533 y 1542). = Diodoro Siculo, 1559, por Henr. Stephano. = Icones Philostrati, Heroica, Descriptiones Callistrati (Florent. 1517). = Dictionarium Graecum de Maciochi (Ferrara, 1510). = Thucydides 1540. = Biblia entera en griego (Venet., 1518). = Moschi Poetae Opera (París, 1512). = Anacreontis Opera (1554 por Stephano). = Arati Phaenomena (Venetiis, 1499). =

Theophrasti Opera (ibidem, 1497). De esta clase son todos los que hay hasta el número de noventa y uno. En las obras de Paulo Aegineta he leído en la primera hoja estas palabras: Empt. ex bibliotheca D. D. Antonii Augustini, Archiep. Tarraconens. 1594. Hállase la misma nota en varios libros, los cuales se advierte además que los compró el doctor Juan Bautista Tolra, médico, por estos mismos años. De donde es fácil inferir que no todos los libros de aquel Prelado fueron llevados al Escorial, y también el gusto y erudición selecta que tenía en las humanidades. 

Viniendo ahora a los libros latinos y castellanos de varias facultades, baste saber que los hay exquisitos en todas ellas y que honran bien la mano que los adquirió para el monasterio. En la clase de humanidades o filológicos y poéticos, acaso no cederá este monasterio a muchas bibliotecas, aunque los que posee son antiguos. Ediciones del siglo XV tendrá más de 150, y entre las extranjeras merecen particular lugar las obras en fol. de Pedro de Ayllac, que están sin nota de año ni impresor, pero por la semejanza con los mss. me parecen de los primeros ensayos de la tipografía. También son notables unos rudimentos de gramática en hexámetros que comienzan: 

Sribere (scribere) clericulis paro doctrinale novellis,

Pluraque doctorum sociabo scripta meorum. 

A lo que entiendo será del 1470, pero de lo mejor impreso de aquel tiempo. Por otro volumen, que contiene un comentario de estos versos, se sabe que su autor era un maestro Alejandro. De ediciones españolas he escogido por muestra las siguientes: un vol. fol. que empieza así: Comença lo libre appellat Visio delectable, compost a instancia del molt noble senyor Don Johan de Beamunt, Canceller y Cambrer maior del Illustrissimo Senyor Don Carles, Princep e primogenit de Arago y de Navarra: compilat per Alfonço de la Torra, Bachaller del dit Senyor Princep. Al fin se lee: Migençant la divina gracia venguda es a la fi de esser impressa la Visio delectable de Alfonço de la Torra, Bachaller. 

Impresa en la ciutat de Barcelona a despeses de Matheu Vendrell, mercader ciutada de la dita ciutat, lo disabte sanct de Pascua a XVII del mes de abril lany de nostra salut mil e CCCC.LXXXIIII (1484). La segunda muestra es del libro impreso en Tortosa en 1477, de que ya te hablé en las cartas de aquella ciudad. Son los Rudimentos de gramática de Nicolás Perotto, y la nota de la edición dice así: Praesens hujus gramaticae opus magnum praeclarumque Dertusiae, impressum per magistrum Petrum Brun, Gebennis genitum, et Nicolaum Spindeler de Cruickau, Germanum, anno christianae salutis M.CCCC.LXXVII. (1477), die vero XVI mensis junii, finem perfectum feliciter sumpsit. Deo gratias. Es un tomo en 4.° sin páginas, de 141 fol. Y baste de libros y biblioteca.

El claustro, pegado a la iglesia a la parte de levante, es bastante despejado; se comenzó en 1313 y se concluyó en 1341, día de San Benito. El edificio es como todos los de aquel tiempo, lleno de labores y adornos caprichosos. Tiene en cuadro doscientos tres palmos catalanes con ocho arcos por lado. Los fondos correspondientes en la pared son nichos casi todos ocupados con urnas sepulcrales de muchas familias ilustres de estos reinos. Hay también osarios en lo alto de las pilastras, y algunas urnas sin letrero ni noticia de su depósito. Los conocidos, entrando por la puerta principal, son los entierros de Don Ramón Alemany y Cervelló, Señor del Puente de Armentera, de su mujer Doña Gerarda y otros de su familia: de Don Guillermo de Claramunt y su mujer Doña Guillerma: de Don Bernardo Salvá y de sus hijos Don Pedro, Don Guillermo y otros de su familia: de Don Berenguer Llorach, Señor de Solivella: de Don Bernardo de Mombrió: de Don Bernardo de Aguiló y los suyos: de los Pinós: de Don Grau, Don Huguet, Doña Gama de Cervelló y otros de dicha casa: de Don Jaime de Cervera y su mujer Doña Blanca de Puigvert, y del padre de esta Señora Don Berenguer: de Don Pons, Don Berenguer y Doña Sancha de Queralt: de Doña Guillerma de Moncada con este letrero reciente: Aquí yace la invicta amazona, terror de los Agarenos, Doña Guillerma de Moncada, mujer de Don Alemán de Cervelló: item de Don Pedro y Don Pons de Cervera: de Don Ramón, Don Berenguer y Don Onofre de Montoliu: de Don Pedro de Tarragona. Algunos otros entierros hay en el plano del pavimento. Hállase en el mismo claustro el Capítulo capaz y de figura regular. En el pavimento se ven algunas sepulturas de los Abades antiguos con bellísimas figuras de mármol negro. Los claros de las dos ventanas colaterales a la puerta, están graciosamente divididos por columnitas de piedra común, del mismo gusto que las que dije del claustro de Tarragona. Al lado del Capítulo hay una capilla, dedicada antes a San Martín y en el día a la Asunción de nuestra Señora, cuya muerte se representa con figuras del natural de pésimo gusto, y en que sólo es apreciable la materia, que es mármol. Sirvió antes de armario para depositar los libros necesarios a la lectura en el Capítulo, según la costumbre de la orden del Císter, cuyos estatutos suponen que debe estar inter Capitulum et ecclesiam, y así está el que digo y los de otros monasterios. Mucho mejor que lo dicho es un templete en el luneto del claustro, pegado a sus arcos para comodidad de los que se han de servir de una copiosa fuente a quien cubre: es un hexágono gracioso de bóveda rebajada y construido ya en buen tiempo: tampoco es despreciable el pilón de la fuente, que es de una pieza como de diez palmos de diámetro. De este claustro, que es el más moderno de la casa, se pasa a otro más antiguo, de construcción humilde, donde se conserva la habitación en que estuvieron algunos de nuestros Reyes, que bien puede llamarse palacio, si la comparamos con los edificios que la rodean más inmediatamente. Comenzola sin duda el Rey Don Pedro III de Aragón, pues en un arco del zaguán a mano izquierda se ven las armas de Sicilia, de que él usaba. Hállanse también muchos escudos de las armas de Cataluña, y así no es inverosímil que concluyese aquel edificio el Rey Don Jaime II, y acaso sería después de haber enviudado, pues no se hallan las lises que usaba su mujer Doña Blanca. Dicen, y será así ciertamente, que vivieron allí por algún tiempo estos Príncipes. También se cree que fue habitación de los Abades primitivos. Lo que yo sé es que se ven entre los demás escudos las armas del abad Don Guillermo de Ferrara, que acaso debió concluirlo, y son una bolsa cerrada (fermata ara?), como se ven también en su sepulcro en el crucero de la iglesia. Por hallarse ausente el monje que hoy habita esta casa, no pude registrarla por dentro: hay en su galería algunas columnitas como las de los entierros reales, y una muy grande de pórfido, o que lo parece, en el plano del patio para sostener la escalera.

Todavía no es este claustro el edificio primitivo de los monjes en el siglo XII, el cual se halla pegado a dicho claustro, pobre y humilde además. 

Se conserva la iglesia pequeña con la advocación de nuestra Señora y la Trinidad, y un altar digno de guardarse para la historia de la pintura. 

Del tiempo en que resucitaba esta arte es el altar que hay en el oratorio de la enfermería, donde se ven algunas figuras bellísimas y dignas de un buen profesor. Después de toda esta descripción desearás oír algo de la historia de este célebre monasterio. Has de saber, pues, que su fundación es del año 1150, en que Guillermo Raimundo Dapifer dio al Abad y monasterio Cisterciense de la Gran Selva, en Francia, el monte de Cerdañola, diócesi de Barcelona, para que fundasen allí un monasterio de su orden (a: Ap. núm. XXI.). Aceptó la donación Guillermo, Prior de aquella casa, junto con Guillermo de Mompeller y otros monjes, los cuales, como designados para la fundación, se trasladaron a la nueva casa, que por el lugar comenzó a llamarse de Valldaura, y en latín Vallis Laureae. Hízose esto con tanta actividad, que en mayo de 1151 ya habitaban allí, y se edificaba la iglesia del monasterio, como consta de la donación que les hicieron los Condes de Cardona, concediéndoles cada semana cierta medida de sal, que llamaban Somata (b: Ap. núm. XXII.). Damus, dicen, Domino Deo et ecclesiae Sanctae Mariae Vallis Laureae, quae hedificatur juxta Sanctum Martinum de Cerdañola, et fratribus ibi habitantibus, etc. Actum est hoc V. kal. junii anno ab Incarnatione Christi MCLI (la ñ en 1151). Algunas otras donaciones del fundador y otros señores particulares he copiado que servirán para nuestra colección (a:Aps. núms. XXIII a XXXIV.). De todo esto podrás inferir cuán equivocados andan los que dicen que esta fundación hizo el citado Guillermo en penitencia del asesinato que cometió en la persona de Don Berenguer de Villamuls: cosa que no sucedió hasta el año 1194, como ya dije en mis cartas anteriores. La regular observancia no podía conservar mucho tiempo su vigor con la inmediación a Barcelona, de donde la curiosidad de la nueva fundación atraía a la gente devota, que aun siéndolo estorba con su ruido al solitario. Estas y otras causas debieron mover a aquellos santos monjes para abandonar el sitio de Valldaura, y trasladarse al que hoy tienen en Santas Cruces. Era todo este territorio poseído por muchos señores, y divisorio de las diócesis de Tarragona y Barcelona, y aun por eso se llamaba lugar de contradicción, como dice el citado Manrique. Dios, que dirigía los pasos de esta fundación, movió los ánimos de todos ellos para que lo cediesen al monasterio de Valldaura. He visto la donación hecha a 26 de enero de 1159 por Gerardo de Alamany, Geraldo de Jorba, Guillermo de Montagut, Pedro de Montclar y sus hijos y mujeres respectivos (a: Ap. núm. XXXV.). Así que con razón pone Marca esta traslación en el año 1160; aunque hasta el 1169 no tomaron el Abad y monasterio el título de Sanctis Crucibus, sino que conservaron el de Valldaura. Debió ser la causa de esto la oposición que hicieron el Arzobispo de Tarragona y el Obispo de Barcelona a la erección de la abadía, pretendiendo cada cual para sí la jurisdicción del terreno y la obediencia y sujeción del Abad: pleito que todavía está por sentenciar (b: Aps. núms. XXXVI y XXXVII.). También pudo ser esto mismo la causa de haber vivido por algún breve tiempo los monjes en la granja de Ancosa, distante cinco horas de este sitio. Mas como no se conserva escritura alguna que lo acredite, ni el Abad dejó de intitularse de Valldaura, no puedo hacer hincapié en este punto. Sólo hallo que celebran aquí un aniversario por los monjes que murieron en Ancosa, y están allí enterrados. Y esto pudo ser muy bien, retirándose allí la comunidad, que había venido a Santas Cruces, confiada en que no habría estorbo para su edificio; porque volverse a Valldaura era más difícil. Allanaron estas dificultades los Papas Alejandro III y Urbano IV, mandando al Abad y monasterio continuar la habitación y morada de Santas Cruces, sin que pudiera servir de estorbo dicha competencia, y a los dos Obispos dichos que no exigiesen el juramento de fidelidad y obediencia al Abad sobredicho (a: Ap. núm. XXXVIII.). Resulta de todo esto que desde el año 1169 quedó del todo trasladado el convento a Santas Cruces (b: Aps. núms. XXXIX a XLII.), floreciendo desde esa época en letras y virtud, y criando en su seno Santos y Prelados para varias iglesias. En el catálogo de Abades, que voy a proponer, advertirás que no tuvo aquí lugar lo que ya dije hablando de Benifazá, y es que no se alteró en este monasterio la serie de Abades perpetuos hasta la erección de la congregación en 1617, siendo así que en Benifazá y su matriz Poblet a mitad del siglo XVI por motivos muy justos prefirieron el carecer de esta prerrogativa y admitir las abadías trienales. También debo hacer reparo en lo que resulta de los documentos acerca de los dos primeros Abades de esta casa. En los catálogos comunes se dice que el primero fue Don Guillermo en 1152, a quien sucedió Don Hugo en 1153 y Don Gerardo en 1156. La prelacía del primero es cierta y aun debe suponerse anterior, puesto que ya en 1151 se hallaba él con sus monjes en Valldaura edificando la iglesia. Mas es de notar que este Don Guillermo era el Prior de la Gran Selva, a quien se le dio por compañero otro Don Guillermo de Mompeller, venerado como santo en el calendario Cisterciense, día 9 de abril; varón también muy ilustre en el siglo y en el claustro. Por la semejanza del nombre se ha creído equivocadamente que este fue el primer Abad de Valldaura. Pero además de que es más regular que lo fuese el primero por ser cabeza de la nueva colonia, es constante que el Santo estaba aún aquí en calidad de simple monje en el año 1156, como se ve en la donación de un huerto en Bite que hizo al monasterio Guillermo de Truil in manu Gerardi, Abbatis, et Guillermi, monachi de Monte Pessulano, y en otras dos escrituras del mismo año que comienzan: Ego Girardus, Abbas Sanctae Mariae Vallis Laureae, et Guillermus, frater de Monte Pessulano, cuyas copias envío. Y no es verosímil que se hallase aquí como simple monje, si antes había sido Abad, siendo, como lo eran entonces, perpetuos. Es verdad que aun así era muy venerado por sus calidades (cualidades), y esta es la causa porque se halla una u otra donación del año 1152, hecha a Guillermo de Mompeller y los monjes de Valldaura, sin hacerse mención de Abad, ni darle a él este título. Acaso se había ausentado el otro Guillermo, verdadero Abad, para tratar con el de la casa matriz los negocios de la nueva fundación, y en el ínterin pudo quedar el Santo como presidente. De todos modos es cierto que en ningún documento se le da el título de Abad. Así que el primer Abad de esta casa fue el otro Don Guillermo, y lo fue, no sólo hasta el 1153, sino hasta todo el 1154. De este último año es una donación de Guillermo Raimundo Dapifer, en que da un molino al monasterio de Valldaura, et Willelmo, Abbati ejusdem loci. La fecha dice así: Actum est hoc III nonas julii, anno XVII regni Regis Lodoici Junioris. Y es cierto que esto corresponde al año dicho. Los que introducen a Don Hugo en el de 1153 se fundan en la donación hecha a este monasterio del territorio de Ancosa, la cual se hizo a Don Hugo su Abad. Su fecha es esta: III idus julii, anno ab Incarnatione Domini M.C.LIII. regnique Ledovici Junioris anno XVIII. Nadie ignora que en una de estas épocas hubo error de escribiente, porque el año 1153 no era el XVIII de Luis el Joven, sino el XVI. Para salvar este anacronismo es más llano suponer yerro en los años de la Encarnación y poner esta donación en el año XVIII de Luis, de Cristo 1155, y entonces a Don Hugo, Abad, sucesor de Don Guillermo. Me he detenido en esto por ilustrar las memorias antiguas de esta casa y corresponder así a la franqueza con que me las han comunicado. Vamos ahora al

CATÁLOGO DE SUS ABADES. 

Existencia. 

Don Guillermo 1152.

Don Hugo 1155.

Don Gerardo 1156.

Don Pedro de Puigvert 1158.

Este Abad trasladó el monasterio a Santas Cruces, y así es el primer Abad de este título. Comenzó la fábrica de la iglesia. Es distinto de otro que fue Obispo de Urgel desde el año 1205: renunció el obispado a 3 de abril de 1230: se retiró a esta casa, donde tomó el hábito y murió en 1250.

Don Hugo 1185. 

Don Bernardo 1203.

Este Prelado, cuya memoria no se halla en los catálogos comunes, lo era en este año 1203, como consta de la concordia que se hizo entre el monasterio de Bonrepós y el de Scala Dei, en que intervino con el Abad de Poblet. No es fácil asegurar si es o no el mismo que el que le sigue.

Don Bernardo de Ager 1220.

Don Ramón de Rifano 1222.

San Bernardo Calvó 1226.

Fue natural del Mas Calvó, cerca de Tarragona. Tomó el hábito en este monasterio en 1214. He visto y copiado su testamento, que aquí se guarda. Fue electo después Obispo de Vique. Consérvase aquí su mitra. 

Véase su Vida en Domenec, Santos de Cataluña, etc.

Don Ramón 1233.

Don Arnaldo 1235.

Don Geraldo 1249. 

Don Berenguer Aymerich 1260.

Don Januario 1265. 

Don Bononato de Vilaseca 1293.

En tiempo de este Abad se erigió el monasterio de Valldigna, en Valencia, en 1297, y de Alofonte, en Sicilia, en 1307, ambas casas hijas de esta de Santas Cruces. También fue este Prelado el primero de esta casa a quien se confirió la dignidad de Capellán mayor de los Reyes de Aragón.

Don Pedro Arters 1308.

Fue Obispo de Santa Justa en Cerdeña. 

Don Pedro Alegre 1309.

En su tiempo se fundó la orden de Montesa a 22 de julio de 1319. Envió este Abad religiosos para ello al castillo, cabeza de aquella orden; en la cual dicen que quedó con ciertos derechos sobre elección de Gran Maestre, Prior y visita.

Don Francisco Miro 1335.

Don Guillermo de Ferrara 1347.

Tiene su sepulcro en una capilla del crucero de la iglesia con esta inscripción: 

Anno milleno triceno septuageno,

Additoque quino necnon tertio die Juno

Dompnus Guillelmus de Feraria dictus

Exivit è corpore ut frueretur eterno honore

In Celi palatio, quo per merita dono divino 

Jacet hic sepultus exoretur ab omnibus Deus 

Pro ejus anima sic optavit semper in vita

Abbas quartus decimus fuit hic in Sanctis Crucibus

Rexit hoc coenobium per viginti septem annorum

Ut ad angelicum culmen pertingat oremus. Amen.

Llámase aquí Abad XIV: en nuestro catálogo es el XIX. Mas quitados de nuestra cuenta los tres primeros, que sólo se intitularon Abades de Valldaura, y algún otro acaso multiplicado por la obscuridad de aquellos tiempos, resulta que este fue el XIV Abad de Santas Cruces.

Don Jaime Gener 1375. 

Don Bartolomé Tadernosa 1379.

En la nota que dije sobre los edificios de esta casa se pone a este Abad por inmediato sucesor de Don Guillermo, no haciendo memoria de Don Jaime Gener.

Don Andrés Porta 1380.

Don Januario 1402.

Don Bernardo Dalmau 1404.

Don Pedro Cenixo 1413.

Don Domingo Vinader         1418. 

Don Juan Pinyana 1430. 

Don Guillermo Blanch 1438. 

Don Bernardo Abella 1458. 

En tiempo de este Prelado se suscitó la contestación que ya dije sobre el monasterio de religiosas de Bonrepós. 

Don Pedro Blanch 1466.

Don Pedro de Mendoza 1479.

Don Bernardo Toldrá 1519.

Don Jaime Valls 1534.

Don Gerónimo Contijoch 1560.

Don Pedro Nogués 1593.

Don Jaime Carnicer 1608. 


Abades cuatrienales.


Don José Barberá 1619.

Fue el primer Vicario general de la congregación Cisterciense de la corona de Aragón y Navarra.

Don Bartolomé Rovira         1624.

Don Juan Carreras 1628.

Don Rafael Vultor 1632.

Don Ramón Pages (Pagés) 1636. 

Don Hilarión Gil 1640. 

Don Juan Bosch 1642. 

Don Pedro Salla 1644. 

Don Juan Segria (Segriá) 1650. 

Don Ambrosio Soler 1652. 

Don Antonio Suelves 1654. 

Don Pascual Sobías. 1656. 

Don Antonio Sacasas 1660. 

Don Jaime Porta         1660.

Este y otros Prelados se intitulan Priores de Montesa en el catálogo de esta casa. 

Don Juan de Paguera 1664. 

Don Celso Madolell 1668.

Don Antonio Lleo 1672. 

Don Celso Madolell 1673. 

Don José Canals         1676. 

Don Celso Madolell 1680. 

Don Pablo Miracle 1682. 

Don Juan Bautista Montagut 1684.

Don Pablo Miracle 1688.

Don Gerónimo de Vidal y de Nin 1693. 

Don Jaime Oliver 1696.

Don Juan Bautista Montagut 1700.

Don Jaime Oliver 1704.

Apenas electo Abad se ausentó del monasterio con la ocasión de las guerras de sucesión, y por esta causa fue electo el mismo año el sucesor. 

Don Juan Torrens 1704.

Don Tomás de Vidal y de Nin 1706.

Fue Arzobispo de la ciudad de Messina.

Don Francisco Guiu 1713.

Don Anselmo Soler 1716. 

Don Mauro Valles (Vallés) 1720. 

Don Francisco Huguet         1725. 

Don Agustín de Campdarros y Figarola 1728.

Don Francisco Padró 1732 

Don Francisco Huguet          1736.

Don Benito Llor y Monguió 1740. 

Don Francisco Padró 1744. 

Don Juan Papiol 1747.

Don Miguel Lladó 1748. 

Don Pablo Comas 1752. 

Don Raimundo Burset         1756. 

Don Felipe de Moxó 1760. 

Don Pablo Comas 1764. 

Don Raimundo Burset         1768. 

Don José Franquet 1772. 

Don Antonio Folch 1776. 

Don José Tarros (Tarrós) 1780. 

Don Juan Sabater 1784. 

Don José Mestre 1789. 

Don Francisco Aldivert 1792. 

Don Tomás Riera 1796. 

Don José Bassas 1800. 

Vicario general actual de toda la congregación.

Nada más por hoy. A: Dios. Monasterio de Santas Cruces, etc.