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viernes, 24 de marzo de 2023

CARTA CXLVII. Que el sitio de la catedral fue antes mezquita de los Moros.

CARTA CXLVII. 

Que el sitio de la catedral fue antes mezquita de los Moros. Noticias del principio, progresos, conclusión y consagración de su fábrica: de los arquitectos y escultores que trabajaron en ella: sitio antiguo de su coro, claustro y cementerio: altar mayor antiguo de plata: qué era el Pedro o Pretorium. Silla episcopal detrás del altar mayor: coro actual: altares antiguos destruidos: puertas de la iglesia: llentoner, qué es: inscripciones notables en la catedral: trofeos militares conservados en ella por vanidad.

Mi querido hermano: A lo que tratamos en el correo anterior es consiguiente y muy conforme a lo que he practicado en otras partes, tratar de la fábrica material de este templo, su progreso, sus arquitectos y demás cosas notables que puedan interesar a los presentes y ausentes. Y primero bueno sería saber con certidumbre si estuvo la catedral antes que hubiese Obispo, en el mismo sitio que la de ahora. Innumerables son las escrituras que quedan de las donaciones que los fieles particulares, a imitación del Rey, del Infante Don Pedro y de los nobles, hicieron a esta iglesia. Todas son hechas ecclesiae cathedrali o cosa equivalente; mas en ninguna de ellas hay rastro de su localidad, ni aun en las que se hicieron después de haber Obispo. En este estado yo veo que no me engaño mucho, si digo que según la costumbre observada en otras ciudades que se conquistaban de los Moros, la principal iglesia de esta ciudad se colocó en la que había sido principal mezquita de aquellos bárbaros. Eran muchas las que aquí había, y de ellas hay memorias en varias escrituras de establecimientos hechos en 1240 y siguientes, que pueden verse en el citado Cartoral. Y ya que hablo de ello no quiero omitir la noticia de que el Obispo Raimundo en 1239 estableció quandam masquitam quae dicebatur Sanctus Victor (Ibid. fol. 69); y en 1241 dio a G. de Torrella quandam mezquitam de Sancto Salvatore (Reg. de Morella); y así otras que omito. Pues digo que entre ellas la principal sería la que tenían dentro de la Almudayna, que era lo más fortificado de la ciudad y lo que últimamente se ganó en ella. Porque esta era su costumbre en otras partes; y era muy natural que fuese así. Ahora bien, que esta mezquita fue destinada para sitio de la catedral, consta de las Actas capitulares del año 1386, en el cual a 30 de abril el Obispo Don Fr. Pedro Cima y su Capítulo dieron facultad a los obreros o encargados de la fábrica para tomar dinero a censo y buscar otros arbitrios para su continuación, puesto que la escasez de limosnas era muy grande. En el exordio, pues, de esta escritura se explican así: 

"Noverint universi quod cum reverendus dominus Episcopus et honorabile Capitulum Maioricensis subscripti, sedulo cogitantes modos et vias, quibus structura vetus ecclesiae Sedis Maioricensis, ubi facta masquita per Agarenos colebatur antiquitus nomen execrabilis Machometi, deleri queat et eici penitus ab eadem ecclesia, et chorus iam satis partim notabiliter operatus debito loco eiusdem ecclesiae sedeat, decreverint, statuerint et ordinaverint unanimes et concordes in pleno Capitulo de his pluries celebrato, quod duo pilaria lapidea, quae, scilicet, utrumque eorum sint intus in utroque latere ipsius ecclesiae secundaria, pilaribus aliis iam completis, situentur in solo nativae terrae profundius, et sicut alia construantur in altum, et iuxta formam in magno decore conceptam et inceptam fieri, in ipsius primario fundamento, super ipsis edificentur tres, scilicet, una superior, et duae medianae sive inferiores testudines continuative aliis testudinibus, duabus clavibus in qualibet earundem testudinum iam firmatis; ut hiis completis dicta ecclesia ab  ipsius deletae veteris structurae ruderibus expiata; possit dictus chorus, qui adhuc subest dictae veteri structurae, decentius situari.” Lo mismo se dice claramente en una bula del Papa Luna expedida en Peñíscola, año XVIII de su pontificado, con la cual confirmó el estatuto hecho por el Obispo Antonio Colell sobre aplicar a la fábrica las anatas de los beneficios vacantes, de que se hablará en el episcopologio. Pues digo que el Papa con esta ocasión se explica en estos términos: Cum ecclesia ipsa, quae adhuc sub oficiniis damnatae Sarracenorum, ut ipsorum (el citado Obispo y Capítulo) verbis utamur, mezquitae, quae ibi erat fundata, existit.

De estas palabras se infiere: 1.°, que en el mismo sitio de la iglesia catedral hubo antes una mezquita de Moros; 2.°, que esta mezquita ocupaba el sitio que ahora hay desde la mitad del coro poco más o menos hasta el altar mayor, puesto que tratando en ese año de construir la segunda nave transversal dicen bien claro que todavía quedaban las ruinas de la antigua fábrica, y que sobre el resto o último de ella estaba situado el coro; 3.°, que en la fábrica vieja de la iglesia de la Seo de Mallorca se adoraba por los Moros el nombre del execrable Mahoma. Todo lo cual en buen castellano quiere decir que la primitiva iglesia catedral fue la misma mezquita de los Moros, purificada de la impureza de sus ritos, como lo fueron también las de Valencia, Lérida y otras partes, y que la fábrica actual se comenzó y continuó arruinando a proporción de sus progresos la antigua de aquella mezquita. De modo que aun antes de haber aquí Obispo, ni estar ordenado el Capítulo de canónigos, podemos conjeturar que esta se reputó y fue la iglesia principal de Mallorca. Y esto quiso decir el Rey conquistador, cuando al tiempo de partirse de esta isla en 1230, decía que ya dejaba dedicada la iglesia en honor de Santa María, según se lee en Marsilio, lib. 2, cap. 40.

Mas en fin, esto ya es desviarme de mi objeto, que es hablar como viajero de cosas que se sepan por documentos, y no de lo que pudo o no pudo ser. Y así vamos a tratar del magnífico templo de la catedral, en el cual causa lástima que la claridad no corresponda al esmero y grandeza de corazón con que este clero comenzó y llevó al cabo tan grandioso edificio. Y no por culpa del arquitecto que ideó la obra, que cierto distribuyó las ventanas y óvalos con la debida proporción, sino que siempre debe haberse tocado la dificultad que habrá en cerrarlas con vidrios o piedras especulares, a causa de los terribles embates del viento; por donde se ha creído más fácil cerrarlas a cal y ladrillo, aunque a costa de la mayor hermosura del templo. También es reparable el mal estado del pavimento, que se hizo de una piedra común muy floja, de la cual se forman tableros que aquí llaman migans maresos, y sirven para levantar tabiques y otros usos. Acaso en tiempos más felices se remediarán estos defectos, que en nada hacen decaer el mérito de este todo; pues él tampoco se hizo de una vez, sino entre mil sudores y afanes, y no sin gran constancia pudo concluirse a los tres siglos y medio de haberse comenzado. El plan de la obra es de la mitad del siglo XIII, y es muy digno de elogio el esmero con que este clero ha cuidado de que en su continuación no se alterase en nada el gusto de aquel siglo y el diseño que en él se formó. Que cierto si no constara por mil documentos que su conclusión tardó tanto tiempo, cualquiera versado prácticamente en el conocimiento de esta clase de arquitectura, le tendría por obra hecha entonces de una vez. Tal es su unidad en lo interior, pues lo que son las portadas exteriores saben al tiempo en que se construyeron: libertad que no puede dejar de desagradar a los que aman en todas las cosas el simplex et unum de Horacio.

El templo es de tres naves, que cierran todas a la par a la entrada de la capilla mayor, prolongándose esta con una bóveda algo más baja hasta el testero. Las dos laterales rematan en sus capillas respectivas, y no circuyen la mayor; ni esto entró en el plan del arquitecto, el cual puso en el centro y en lo alto de esta última una graciosa capilla que estorbaba naturalmente el círculo de las otras. Hállanse divididas las naves por siete columnas de siete pies y medio de diámetro, con cuyo poco cuerpo suben a recibir las bóvedas. Las capillas son de gran capacidad y elevación proporcionada: hay ocho por lado, sin contar las cuatro que cierran las naves laterales al lado del altar mayor y a los pies de la iglesia, aunque estas últimas se hicieron indubitablemente para puertas que acompasen (acompañasen) a la principal. El coro está en medio de la nave mayor, como se acostumbra en nuestras catedrales, donde como en todas ellas hace inútil la mayor parte del templo a los fieles que concurren a los oficios y sermones. Es cosa para notarse, y ya te lo he dicho otra vez, que de todas las costumbres monacales que adoptaron nuestras iglesias antiguas sólo hayan conservado la de los coros en medio de la iglesia, que es puntualmente la que nunca debieron adoptar; porque los templos de las catedrales no eran hechos para sólo el clero, como lo eran para solos los monjes las iglesias de sus monasterios. 

Y todavía admira más que pudiese tanto la costumbre, que aun en las iglesias puramente seculares, como esta, se hiciese tal cosa de propósito. Aunque a decir la verdad yo me inclino a creer que el grande arquitecto que trazó su planta, ideó el coro en lo que ahora es capilla mayor, y acaso por eso se pusieron los bancos de piedra laterales que permanecen con algunas labores curiosas; los cuales ni tienen ni pueden tener uso ninguno para celebrar los divinos misterios en el altar mayor, tal cual está y ha estado en los tiempos de que queda memoria. Aún hoy, si se siguiese el pensamiento del artífice, sacando el altar a la entrada de la capilla, quedaría hermosísimo el templo con la traslación del coro, con no poca comodidad de los cantores, como la experiencia lo ha hecho ver prácticamente en el templo de Santa María del mar de Barcelona, a quien se le ha restituido estos últimos años la natural hermosura que le robaba el coro situado en medio de él.

Mas dejando esto a un lado voy a dar una idea del principio y progreso de esta fábrica, arquitectos que entendieron en ella, y otras cosillas dignas de reparo que existen en este templo. Comúnmente se cree que Don Jaime el Conquistador fue el que comenzó la obra de la iglesia. Mas si lo primero que en ella se construyó fue la capilla mayor con sus adherentes, como ciertamente lo fue, debemos decir que el que comenzó la obra fue Don Jaime II, hijo del Conquistador y primer Rey separado de Mallorca. Dícelo así su hijo Don Felipe de Mallorca, tesorero de la catedral de San Martín de Tours, tío y tutor y gobernador del reino en la menor edad de Don Jaime, último Rey de este reino, en carta escrita a 1 de marzo de 1327, desde Perpiñán a su lugarteniente Arnaldo de Cardellac, exhortándole a la conclusión de la obra capitis ecclesiae Sedis Maioricen. comenzada por su padre. La carta está en el archivo real en el registro de ese año. De esta se infiere también que en dicho año no estaba concluida dicha capilla mayor. Lo que debe entenderse de sus adornos y obras accesorias; porque lo principal estaba ya construido en ese tiempo, junto con las capillas de Corpore Christi, de San Pedro, de San Bartolomé, San Salvador, San Clemente y San Miguel, y otras que por ambos lados continuaban hasta las puertas laterales, que estaban ya abiertas, aunque adorno exterior no lo tenía, sino la que está junto al campanario. Esta hermosa torre, que es un magnífico y elevado paralelogramo, estaba también construida entonces, y servía ya para lo que ahora con su seny mayor, y tots los senys. Y es bien extraño que algunos la tengan por obra árabe, distando tanto su arquitectura de la de aquella nación, como de la greco-romana. Todo esto que he dicho consta del libro de fábrica que comienza en 1327, y es el más antiguo que nos queda de esta clase. Porque en él se hace continua memoria de la parte que he dicho de este edificio, como ya existente; Y si hay alguna partida de gasto en orden a esto, sólo es acerca de sus adornos, ventanas, complemento, etc. 

No por esto se entienda que estaba ya servible todo este trozo de iglesia, que es más de la mitad de ella. Por lo contrario, sólo lo estaba la capilla mayor, y a lo más la primera bóveda trasversal del cuerpo. La segunda de estas no se construyó hasta mucho después, como diré.

Del mismo libro consta que entonces se construía un nuevo coro, de madera que se trajo de Nápoles; sobre cuya traslación hay la partida siguiente del año 1330: "Item pague per manament del senyor Bisbe et del Capitol a la compaya qui cavaren lenpayment deligleya per rao de mudar lo cor de les cadires, III ll. VIII, sol.” Esta traslación indica muy claro que el coro estuvo en lo primitivo dentro de la capilla mayor, y que entonces se mudó al cuerpo de la iglesia hacia donde se halla ahora. 

A esta época pertenece la primera memoria de órgano en esta iglesia, el cual (que sin duda era portátil), compró el Capítulo a P. Roselló, y se colocó en la capilla alta llamada del Rey, y el mismo Roselló era el organista. Poco después se construyó un nuevo altar mayor, el cual consagró el Obispo Berenguer Balle, día 1 de octubre de 1346. Por fortuna se ha conservado este monumento a la espalda del nuevo churrigueresco que se puso en el siglo pasado. Su examen y registro detenido nos daría acaso algunas noticias más circunstanciadas de su artífice, etc. Mas lo guardé para los últimos días de mi viaje, y entonces me lo estorbó mi indisposición. Acaso de esta consagración, podrá inferirse que el altar primitivo no estuvo donde se puso el nuevo, y donde está el actual. Yo no decido nada, y sigo mi narración.

Fáltannos, como dije, los libros de fábrica anteriores a ese tiempo. Y así ni puede saberse quién fue el arquitecto que hizo el plano de esta grande obra, ni todos los que la continuaron hasta dicha época. Diré, sin embargo, lo que he hallado de estos artistas hasta la mitad de este siglo XIV.

En 1303 había en esta ciudad un arquitecto llamado Ponç o Ponce, capaz de dirigir esta fábrica, según consta de los graves encargos que se le confiaron. Uno de ellos fue la construcción de las murallas de Ciudadela en Menorca. Sobre lo cual existe en el archivo real una carta del Rey a su Lugarteniente en este reino Dalmacio de Garriga, fecha en Perpiñán a 1.° de julio del mismo año, que dice así: "Visis litteris vestris, quas nobis missistis, continentibus quod vos simul cum magistro Poncio ivistis et fuistis in Minorica, et quod incepistis ponere ibi fundamenta muri de Ciutadela; qui murus transibit et extendet se per ortum fratrum Minorum medio per medium; et quod ordinastis ut turres sint rotundae, sicut sunt in muro Perpiniani: sciatis quod praedicta bene facta reputamus...” 

Dos años después con carta de 2 de abril de 1305, decía al mismo lo siguiente: "Item audivimus turrim nostram Maioricarum, ubi stat angelus ictu fulgens” (existe hoy día esta torre en el palacio real, y el ángel que con sus alas extendidas sirve de veleta) "fuisse percussam et aliquantulum deformatam. Volumus quod celeriter, sicut magister Poncius et alii viderint faciendum, celeriter restauretur.” Había, pues, otros arquitectos además de Ponce.

Otro había entonces que dirigía la grandiosa obra de la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad en 1317, de cuyo año queda una escritura en el archivo de este convento, en la cual se llama a sí mismo magister Jacobus Fabre, lapicida, civis Maioricarum, y promete volver a continuar dicha obra luego que se desocupe de las que tenía que hacer en Barcelona, a donde le llamaban el Rey y el Obispo de aquella diócesi. También hay noticia de haber entendido por entonces en esta iglesia de Santo Domingo un tal Maymo Periç. En el citado libro de fábrica de 1327 a 1339 consta que pintaron algunas tablas en la catedral Martín Mayol, G. Scardon, Bernardo Desdous y Jaime Pelicer; aunque por el contexto me inclino a creer que más bien eran doradores. El retablo de la capilla de Corpore Christi lo pintó en Loerí (o Loert, no se atina) en 1328. Los escultores que trabajaban entonces las sillas del nuevo coro que dije antes, y que ya no existe, eran mestre P. Johan, fuster, y maestre A. de Camprodon, ymaginayre de les cadires. Quede dicho para siempre que a los arquitectos se dio entonces el nombre de lapicida en latín y picapedres en vulgar; y a los escultores el de imaginayre o artífice de imágenes. Del año 1368 tenemos otra vez libros de fábrica, en los cuales se ve que el maestro mayor (así le llaman) de esta obra era Jayme Mates, a quien se le daban veinte libras anuales de dotación y además seis sueldos de jornal en los días de trabajo y dos en los de fiesta. Este profesor era jurado de la isla en el año 1382 y uno de los enviados al Rey que estaba en Valencia para tratar de sus negocios. Había ya muerto en 1389. Era escultor Lorenzo Sosquela y mestre de les vidrieres Francisco Sacoma (no se ve bien; ipsa coma). Trabajose entonces lo primer piyacle (no se ve bien) que comensem de la part del palau, que son los estribos exteriores que rematan en punta. Se cortaba en la cantera de Sentanyí la piedra para las columnas de la iglesia, que bien mirado todo eran la segunda y siguientes. En suma nada hay en los años inmediatos al 1368 sino perfeccionar lo hecho y preparativos para continuar la fábrica.

Estaba esta todavía muy atrasada, como que no se había construido aún la segunda bóveda transversal. Consta esto de las Actas capitulares del mes de julio de 1377 en que se resolvió que se buscase dinero pro expeditione nova constructionis et edificationis secundae voltae (volta : bóveda) maioris dictae eclesiae noviter inceptae, quae in praesenti aestate habet necessario construi et perfici, antequam perveniat tempus hiemale, metu ruinae, etc. Estaba todavía por concluir en el mayo de 1379. También estaba por hacer en 1385 la bóveda que cae delante de la capilla de Santa Ana, cuando a 16 de agosto concedieron el Obispo y Capítulo que se pusiesen en su llave las armas de Jaime Riguer (Act. cap.). Por estos mismos años, no queriendo esta iglesia ceder en cosa alguna a las vecinas del continente, resolvió construir el altar mayor de plata. Valiose para esto de un platero de Valencia, llamado Juan Perpiñá, el cual en el año 1373 tenía ya hecha unam tabulam argenti (esto es el primer cuerpo del altar) como se ve en las Actas capitulares y a 17 de noviembre del mismo año consta que seguía trabajando en lo demás: Johanni Perpiniani, dicen, magistro operis seu fabricae retrotabuli argenti quod nunc fit et fabricatur pro ornamento et decoratione altaris Beatae Mariae dictae Sedis. Nada queda en el día de esta obra, ni tampoco el diseño que se formó de ella, el cual estaba en la sacristía en el año 1399, como consta de un inventario de sus alhajas inserto en las Actas capitulares de ese año, donde se lee: unum panum longum depictum in figura faciendi retrotabulum in altari maiori de argento.

Volviendo a la obra, era ya su maestro mayor en 1389 Guillermo Ses Oliveres, y lo era todavía en 1397, en cuyo tiempo siguió la obra de las bóvedas transversales y se hizo el adorno de la puerta lateral que cae al mar, y se llamaba lo portal de la obra por estar allí los talleres de ella, y lo portal nou por estar haciéndose entonces. El principal escultor que trabajó la inmensa y en muchas cosas graciosa talla que hay en esta puerta y su atrio, fue Pedro Morell (o Morey, como pronunciaban ya entonces los Mallorquines, convirtiendo las ll en medio y fin de dicción en y); el cual murió a 29 de enero de 1394, como se lee en el libro de fábrica de ese año, llamándole ymaginayre mestre major del portal de la mar, lo qual ell comensá. Por su muerte escribió el Capítulo a 15 de julio del mismo año al Capítulo de Gerona para que permitiese venir a su arquitecto Guillermo Morell a concluir unum portale magnum forinsecum in celaturis et forma decentibus decoratum, el cual había comenzado su hermano Pedro Morell, lapiscida. Esto es de las Actas capitulares. La última palabra indica que Pedro dirigió la obra, no sólo como escultor, sino también como arquitecto. Bajo la dirección de este Pedro y de su hermano trabajaron otros dos escultores mandados venir en 1393, llamados Johan de Valentines y Rich Alamant. Este último fabricó varios tabernacles o tableros de relieve, entre los cuales se hace mención del gran tabernacle qui sta damunt la taule de la Cena, y es el que hoy se ve en el centro del arco. Valentines hizo ocho imágenes de Profetas: toda la sobredicha tabla de la cena dividida en tres piezas con cinco imágenes en cada una. Cada pieza costó cuarenta florines, a razón de ocho florines cada imagen, que eran en todo treinta libras cada pieza. Hay también allí mismo memoria de haber trabajado varias figuras de ángeles, cuyo pormenor omito por no molestar. Sólo añado que en esto todavía entendía en 1397. Continuó lentamente lo restante de la fábrica, como se ve en los libros de entonces. En 1401 era maestro mayor Pedro Massot, que aun continuaba en 1417. En 1405 se trabajaba en la capella del cloquer, o del campanario (cloquerio; Glocke en alemán campana), cuya llave se puso en el mismo año. En 1406 se abrieron los cimientos para la columna que está delante de la capilla de San Bernardo. En 1410 se pusieron los andamios para la O mayor. En 1422 era maestro mayor Guillermo Sagrera, y también en 1430, cuando se hacía la bóveda que corresponde a la capilla de Santa Ana; este es el que al mismo tiempo construía la famosa lonja de comercio de esta misma ciudad. Hacia el 1417 hay memoria de otro arquitecto, Antonio Sagrera, que acaso sería hermano del Guillermo. Faltan los libros de fábrica que siguen; pero en las Actas capitulares consta que, a 11 de octubre de 1485, por indisposición del arquitecto Arnaldo Piris, eligió el Capítulo a Juan Sagrera: y que, por muerte de este, nombró a 31 de mayo de 1504 a Jaime Creux, o Creix (como le llaman los libros de fábrica de estos últimos años), el cual lo era todavía en 1511.

Hasta esta época, poco más o menos, la iglesia era sólo la mitad mayor de la de hoy, quedando incluidas en su área las dos puertas colaterales que hoy existen. Lo restante del edificio, hasta cerca del castillo real, junto con parte de la plazuela que hay al lado de la iglesia, lo ocupaban su claustro y cementerio. El primero de estos edificios se comunicaba con la iglesia, y no por una sola puerta. En él había una famosa capilla dedicada a todos los Santos, construida en el siglo XIII por el Obispo Pedro de Morella, como se dirá en su artículo. Pero por otros documentos consta que hacia el 1430 se construyó la primera aula capitular. Por el claustro se hacían todas las procesiones de la iglesia, menos las generales. Contiguo a él estaba el cementerio, haciendo frente este último al castillo real, según aparece de las Consuetas y otros documentos de la iglesia, de cuya lectura verás algún día los frutos. 

Otro lugar notable había, llamado en lemosín lo padrò y pedrò, y en latín pedronus y pretorium. Era un puesto elevado, como púlpito o tribuna, donde cabían muchas personas, como que en él se publicaban algunas sentencias de la inquisición, se bendecían los ramos, se hacía la reconciliación de los penitentes en el Jueves Santo, se predicaban sermones y hacían otros actos solemnes, de que sin duda se hablará en lo sucesivo. Estaba dentro del cementerio, como aparece de la rúbrica del Domingo de ramos, en la Consueta del siglo XIV, que manda que la procesión intret per portam cimiterii quae est versus castrum regium, et omnes ascendant ad pedronum. Pero a la parte exterior del cementerio salía algún balcón o púlpito donde se ejecutasen los actos sobredichos. Con esto se entiende bien la siguiente partida de gasto que se halla en el libro de fábrica más antiguo, entre las del mes de noviembre de 1330, donde se lee: "Fiu pintar per manament dels Vicaris et del Capitol la carrera del padron entro al cloquer per la veniment (l' aveniment : la venida) del Senyor Rey; et costa (costá o costà, pasado) VII. ll.”  

Donde se ve que había una calle exterior desde el padrón hasta el campanario, por cuya puerta inmediata entró el Rey. Alguno dirá, y con razón, que este fue el lugar donde predicó San Vicente Ferrer, cuando vino a estas islas. Yo, por mí, no lo diré, porque no gusto de asegurar cosas, cuyos documentos guardan ocultos los que se dejan dominar más de las pasiones que del amor a la ilustración común. Y al cabo esta es muy pequeña cosa. Vuelvo a mi fábrica.

Para que se conozca el estado del templo entrado ya el siglo XVI, copiaré aquí, por su orden, los títulos de los altares que existían, en los cuales la Consueta de la sacristía, manuscrito de ese tiempo, manda poner paños o frontales (palis), el día de Ánimas; y son los del lado de la epístola: mayor, Santa Eulalia, San Sebastián, Santo Tomás, San Pedro, San Vicente, San Bartolomé, San Guillermo, San Lorenzo, San Clemente, Purgatorio, San Alejo, San Miguel, San Martín, San Honorato, San Bernardo, de la Pasión, de nuestra Señora, San Cristóbal, del Ángel y capella de na Companya. Al lado del evangelio: San Gabriel, San Onofre, San Juan, Corpus Christi, San Mateo, San Andrés, Santa Lucía, Todos Mártires, Santa Cecilia, San Blas, San Esteban, Santa Ana, San Cosme y Damián, altar del Capítulo, Santa Catarina y San Antonio. De estos altares había dos y tres en cada capilla.

Durante todo este siglo XVI fue continuándose la obra, hasta que a fines del mismo llegó a su conclusión. A 8 de agosto de 1578 eligió el Capítulo maestro mayor a Miguel García por renuncia de Juan Armengual. En enero de 1595 fue nombrado Antonio Fornari (Act. cap.). De la construcción de la puerta mayor, he visto en la citada Consueta de la sacristía (fol. 139) la nota siguiente: "Lo ilustris. et reverendis. Monsenyor Joan Vich y Menrich, Bisbe de Malorques, benei a 28 de noembre de 1592, lo die de Sant Simo y Aiudes, la primera pedra del portal maior apres vespres. Lo mestre de aquell es mestre Antoni Verger. Y dit portal se fa de dines de dit Reverendis. Senyor Bisbe.”  

Concluyose esta puerta en 1601, en cuyo año, a 19 de diciembre, resolvió el Capítulo quod praeparentur omnia necessaria ad consecrationem ecclesiae Sedis, quae fiet quamprimum fieri poterit (Act. cap.). Esta es la única memoria que he hallado relativa a consagración de esta catedral, la cual por ningún camino me consta si se verificó.

No quiero cerrar esta carta sin dar razón de algunas cosas particulares que hay en esta iglesia. En el testero de la capilla mayor hay una capilla intitulada de la Santísima Trinidad, que, a buena cuenta, sirvió de tribuna para los Reyes. Debajo de ella, a unos ocho palmos elevada del piso, está empotrada en la pared una magnífica silla episcopal de piedra, obra del siglo XIII, a la que se sube por dos gradas laterales. Servía en lo antiguo para cuando el Obispo celebraba de pontifical, el cual, dicha la confesión, subía a ella con todo el acompañamiento de doce presbíteros, y allí continuaba la misa hasta el ofertorio. De la singularidad de este rito, que sólo he visto practicado en Gerona, se dará razón extensa otro día. Ahora sólo añado que, estando esta silla tan poco elevada del piso, no podía el Obispo ser visto del pueblo, si el altar mayor no era muy bajo, o no estaba situado a la entrada de la capilla mayor. Y esta es otra razón para creer lo que dije al principio, que el coro estuvo donde ahora el altar. En medio de la capilla mayor está el sepulcro que dije del Rey Don Jaime II de Mallorca. La sillería del coro actual es obra de principios del siglo XVI. Está adornado con buenas tallas, que representan las principales historias del Viejo y Nuevo Testamento: cuya elección encargó el Capítulo a su docto individuo Gregorio Genovard en 21 de junio de 1514 (Act. cap.). Sus verjas de hierro se mandaron construir en 1596, como hasta entonces fuesen de madera.

Del altar mayor actual ya dejé dicho que es de mal gusto. Los restantes de la iglesia lo son también, cual más, cual menos, como lo son los de todo el mundo que se construyeron en tiempo de la decadencia de las artes. En su comparación, y aun sin ese respeto, son muy apreciables los pocos que se conservan de los que se hicieron en los siglos XIII y XIV. 

En las Actas capitulares, a 11 de julio de 1541, se halla que el Capítulo dio a la parroquia de San Juan de Sineu (: Síneu) varios altares viejos de la catedral, y entre ellos imaginem sive statuam S. Johannis Baptistae, quae fuit amota ex altari maiori dictae Sedis. Otros muchos se han dejado perecer, y aun dicen que se han quemado en estos últimos años. Cosa que no acabo de creer, porque la conservación de estos monumentos, que tanto sirven para la historia de las artes, no perjudica a los intereses de cuerpos y particulares; y así parece que sólo el odio y desprecio de las artes, o sola la ignorancia, pudo ponerse a destruir de propósito o enajenar estos altares, si es verdad lo que dicen. 

(N. E. Menos mal que este sabio hombre no vio la tremenda ignorancia de los rojos en una más de las guerras civiles de España, ni la situación actual a 24.3.2023) 

Y si tal hubo, debió ser obra de algún mandón ignorante, que nunca faltan en las corporaciones, que por lo demás el Capítulo de Mallorca conserva con aprecio el precioso altarcito de Santa Eulalia de Mérida, los de San Miguel y San Sebastián, y algún otro de los antiguos.

El adorno de las tres portadas de la catedral ya dije que no es del plan de la obra; y así cada uno de ellos es de su tiempo y gusto. La puerta lateral a la raíz del campanario estaba ya construida en 1327; y así es mucho más sencilla que la opuesta que mira al mar en que están como amontonados los relieves y órdenes de nichos para estatuas que no existen; en fin, como cosa de fines del siglo XIV. La principal, a pesar de haberse labrado en el tiempo que estaba conocido y practicado el buen gusto, ofrece un conjunto de partes no malas cada una de por sí, pero que componen un todo pesado y poco digno de los años 1592.

En medio de la capilla mayor cuelga un lamparero (llentoner llaman aquí) de gran magnitud, el cual he visto en casi todas las demás iglesias de la ciudad. Su objeto es el mismo que el de las arañas, sino que en lugar de cera se ponen en él vasitos de vidrio con agua y aceite y mechero, colocados en sus argollitas, pegados a los grandes círculos que suben en figura cónica uno sobre otro. Es bueno el efecto que causa mirado de abajo este grupo de luces, que serán como unas 300, clareando por entre el vidrio. Este medio de iluminación estaba ya en uso en el siglo XIV, como se ve en los libros de la sacristía, y la consueta del mismo tiempo le llaman circuli lampadarum. Dícense cosas raras sobre el origen de esta costumbre. Si lo era de los Judíos, que alumbraban así sus sinagogas, es preciso confesar que lo practicaron a un tiempo unos y otros, porque aquellos tuvieron sus sinagogas hasta el siglo XV.

Son varias las inscripciones sepulcrales que se conservan en las capillas y paredes de esta iglesia. Las más notables pertenecen a sus Obispos, de las que se hablará en el episcopologio. En la pared lateral de la capilla de San Bernardo, a la parte del evangelio, se halla depositada la V. Isabel Cifre, fundadora de la casa de educación de esta ciudad con esta inscripción: Isabellae Cifre, virgini ornatissime, domus educationis fundatrici, vitae sanctimonia et morum integritate conspicuae, Jurati Maiorici, Paulo III, Pontifice maximo, ob benemerita decernente, pie posuerunt anno M.D.XXXXV. Vixit annos LXXV. Obiit anno M.D.XXXXII. mense maio. Postmodum vero iidem munere, pietate pares, vetustate collabentem locum meliori structura denuo ornarunt, piae matri perennitatis monimentum, die XXVIII maii, anno 1675.

En la capilla de San Vicente, que antes fue del Ángel Custodio, hay dos urnas en lo alto de las paredes laterales con sus correspondientes letreros abajo. La de la parte del evangelio es de Isabel Pinos (Pinós), gran bienhechora de las escuelas Lulianas; y la de la epístola es de Juan Llobet, acérrimo defensor de la doctrina de Lull en esta isla, donde murió en 1460. Ha llegado a hacerse memorable su nombre por haber sido el primero a quien se concedió establecer cátedra y regentar escuela pública de dicha doctrina, lo cual fue en 1449, como consta de un privilegio que hay al principio de la edición que se hizo en Valencia de 1515 del Arte inventiva de Lull. No copio estas inscripciones por estarlo ya en las Disertaciones Lulianas de Casturer y Pascual. 

Detrás del altar de San Miguel (llamado vulgarmente S. Micalet) (N. E. como el Miguelete de Valencia) hay una inscripción en jaspe perteneciente a la familia de Mur, la cual hizo grabar uno de ella, el Deán de esta iglesia Jorge Gual, siendo ya muy viejo. La pondré aquí; siquiera servirá para los naturales, que no pueden leerla sin la incomodidad que yo tuve. Dice así:

Hoc memoranda latent Arnaldi membra sepulchro,

Stirps cui de Muro, nomen et arma dedit. 

Is celeber civis, sacroque in canone doctor,

Natorum gemina prole colendus erat. 

Nempe minor natu Jacobus fuit, isque Decanus,

Canonicus, doctor Maioricensis erat. 

Huius erat frater, verax in iure monarcha

Arnaldus patrio, nec pietate minor: 

Bisque duodenos ad corpora nuda quotanis

Legavit pannos, tegmina pauperibus. 

Id per Juratos, mercaturamque tuentes

Distribui munus jusserat ille pius. 

Ipse etiam Divi Nicholai quippe sacello

Prebendas quinque contulit obsequio: 

Quatuor et sacre templo venerabile Sedis

Condidit in laudem Virgo Maria tuam.

Fertur et ecclesiae frontem erexisse Mariae

Carmelitanae sumptibus ille suis.

Gual nunc canonicus Georgius canone doctor

Luciferam missam decanus constitit; isque

Condidit istud opus senio urgentibus annis,

Quo sua cum patruis dignius ossa cubent.

Entre las pinturas del mismo altar se ven retratadas las procesiones de penitencia que acostumbraba hacer San Vicente Ferrer; lo cual prueba la época de estas tablas. Sobre el altar de San Sebastián, colateral al sobredicho, se ven varios trofeos militares, adargas, celadas, etc. 

Dícese que pertenecen al caballero Mallorquín Salvador Sureda, y que son los mismos con que a 5 de enero de 1444 se presentó al desafío con el noble Francisco de Valseca, Catalán, en la ciudad de Nápoles en presencia del Rey Alfonso V. Todas las circunstancias verdaderas o supuestas de este suceso se hallan en la historia de Mut. Y cierto no sé cómo los que lo han leído pueden tolerar en el templo del Dios de la paz estas reliquias de la venganza y vanidad caballeresca. Mucho menos indecentes eran ciertos ritos antiguos con que se representaban corporalmente los misterios de la santa religión; y con todo la sabiduría de los Prelados y Capítulo supieron desterrarlos del templo. Si hicieran otro tanto con esto, lograrían además quitar estos depósitos de arañas y de polvo.

Descansemos por hoy, que esto cansa

Palma 15 de marzo de 1814.

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A la ciutat de Nàpols
Hi ha una presó
La vida mia
Hi ha una presó
La vida mia amor
Hi ha 29 presos
Que canten la cançó
La vida mia
Que canten la cançó
La vida mia amor
La dama està en finestra
Escoltant la cançó
La vida mia
Escoltant la cançó
La vida mia amor
Els presos se'n temeren
Ja no cantaven, no
La vida mia
Ja no cantaven, no
La vida mia amor
Per què no cantau, presos?
Per què no cantau, no?
La vida mia
Per què no cantau, no?
La vida mia amor
Com cantarem, senyora
Si estam dins la presó?
La vida mia
Si estam dins la presó
La vida mia amor
Sense menjar ni beure
Més que algun rosegó
La vida mia
Més que algun rosegó
La vida mia amor
Demà serà dissabte
Mos penjaran a tots
La vida mia
Mos penjaran a tots
La vida mia amor.

jueves, 23 de marzo de 2023

CARTA CXLVI. Si el Obispo de Barcelona ejerció alguna jurisdicción en esta diócesi mientras careció de Obispo propio:

CARTA CXLVI.

Si el Obispo de Barcelona ejerció alguna jurisdicción en esta diócesi mientras careció de Obispo propio: se alega con este motivo una escritura curiosa. Noticia de algunas iglesias antiguas de esta ciudad: cuál de ellas fue la primera. Primeros canónigos de su catedral: institución de su Capítulo. Constitución de la iglesia: su titular: sello del Capítulo: aula capitular: biblioteca.

Mi querido hermano: El correo pasado dije ya que en el año 1235 vino acá el Prepósito de Tarragona Ferrer de Pallarés, encargado por el Papa de dirigir y ordenar todo lo que perteneciese al culto divino. Esto me ha hecho acordar de lo que dice Zurita (Anal. lib. III. cap. 10.), que mientras no hubo Obispo en esta isla, todas sus iglesias parroquiales estuvieron debajo de la jurisdicción del Obispo y Capítulo de Barcelona. Yo no diré que esto sea un libere dictum, y más siendo de tan grande hombre, y teniendo en apoyo de su opinión la concordia que dijimos establecida entre el sobredicho Obispo y el Rey Don Jaime. Porque si, según ella, al cabo había de venir aquel Prelado a ser el elector de los de esta iglesia, en virtud del derecho que se suponía tener sobre este territorio, era cosa muy natural que mientras no se nombraban Obispos, gobernase él por sí mismo esta grey huérfana. Mas lo que digo es que nada he hallado aquí que aluda a esto, ni a institución de curas, ni acto alguno de gobierno eclesiástico hecho por aquel Prelado. Y digo que no he hallado cosa cierta, porque una memoria que hay, lo dice de un modo, que a mi parecer no convence. Esta es una escritura que es muy curiosa, y quiero copiar aquí mismo un trozo de ella: "In Christi nomine et individuae Trinitatis, ad honorem Sanctae Dei Genitricis Mariae, quae specialiter creditur tradidisse regnum Maioricarum in manus fidelium, cui iniuriebantur multipliciter ibidem Mauri perfidi, nomen eius abhorrentes: attendentes insuper, secundum Apostolum, qui parce seminat, parce metet, et qui seminat in benedictionibus, de benedictionibus et metet vitam aeternam: suspirantes etiam flebili suspirio, videntem Dominum Guillermum de Montecatheno suo sanguine rubricasse terram Maioricarum, primam aciem Sarracenorum superando, in mundo moriens, sed Christo vivens, et inimicos Matris Jesu Christi viriliter triumphans; ob amorem ipsius, et laudem, et ob remedium animae eius, et omnium fidelium defunctorum; nos Petrus de Scintillis, Sacrista Barchinon. procurator Dominae Garsendis (a) Dei gratia Comitissae et Vicecomitissa Viarnen. et Dominae Montiscatani et Castriveteris, et filii sui Gastoni, in honoribus et possesionibus suis (quas), Dominus Gastonus praedictus ratione suae portionis et successionis dicti Guillermi de Montecateno, cuius haeres sit (b) habet in civitate et regno Maioricarum:

(a) Mut (Historia de Mallorca, lib. XI. c. 8) dice que se llamó Constanza la mujer del Guillermo, Vizconde de Bearne, que murió en la conquista.

(b) En el libro amarillo, fol. 61, se halla copiada la escritura de venta de un huerto en la ciudad de Mallorca, que lindaba con casas de los Templarios, hecha a 20 de marzo de 1229 (1230) a favor de Pedro Comabella, por precio quinquaginta bissenciis (besantes) bonae platae veteris et legalis mirialmomenini. El vendedor es Guillermo de Moncada, que dice de sí mismo lo siguiente: Nos Guillermus de Montecathano, recognoscentes nos successise etatis viginti et quinque annorum, et amplius...

A renglón seguido está la escritura con que nombra a Dalmacio de Merita por su procurador para disponer de todo lo que le tocaba por repartimiento en la isla. Su fecha es de 24 de octubre de 1230.

He dicho esto para que los curiosos averigüen quién era este Guillermo y aquel Gastón, y si ambos eran hijos del que ciertamente murió el año anterior en la indicada batalla. De todos modos este segundo Guillermo manifiesta que era el primogénito y sucesor en los estados del difunto.

ex parte Comitissae et filii sui Gastoni praedictorum ... damus … Domino Deo, et ecclesiae Dominici Sepulcri Jherosolimitani, et vobis Berengario, Priori eiusdem in Barchinona, et successoribus nostris in perpetuum, ecclesiam perrochialem, quae olim fuit mesquida, et totum ius patronatus eiusdem, quam ecclesiam perrochialem iam habetis et tenetis ex concessione et confirmatione Barchinonen. Episcopi, in civitate Maioricarum, in partida Domini Gastoni praedicti, et nunc est vocata ecclesia Sanctae Mariae de Sepulcro; quam ecclesiam donamus per iam dictam Comitissam et filium eius Gastonum, et omnes succesores suos de bonis sibi devolutis pro parte sua, de domibus, scilicet, qui se tenent cum dicta ecclesia a parte orientis...” Siguen varias donaciones, y concluye: "Ita tamen quod vos hanc gratiam habentes in memoriam, unum sacerdotem semper teneatis, qui semper et assidue celebret in iam dicta ecclesia pro anima D. Guillermi de Montecatheno... et  Commendator eiusdem ecclesiae in Maiorica semper teneat equum paratum, et garnizonem corporis et equi, ad defensionem (leo defesionem) insula Maioricae contra Sarracenos, pro partida D. Gastoni praedicti, et in numero (f. nomine) eius, et ad honorem ipsius... Acta apud Maioricas quarto idus septemb. anno Domini M.CC. tricessimo secundo. = + Scripta libens ista Petrus confirmo Sacrista (b: Siempre firmaba así este Pedro de Centelles, que después fue religioso Dominico y Obispo de Barcelona.).” Siguen los testigos y el Comendador aceptante, etc. Hállase copiada esta escritura en el libro de Cabreo de los beneficiados antiguos de esta catedral, fol. 281. Me parece que la concesión y confirmación de dicha iglesia parroquial, hecha por el Obispo de Barcelona, no es un acto de jurisdicción eclesiástica; como tampoco lo es la nueva donación hecha por la Condesa y su hijo. Porque estos disponen de ella como de una de las cosas que se les devolvieron (de bonis sibi devolutis); y así pudo antes haber pertenecido al señorío del Obispo de Barcelona, y en razón de esto haberla concedido y confirmado al Comendador del Santo Sepulcro. En resolución, este documento no sirve para probar lo que dice Zurita; lo cual constaría a aquel escritor por otros caminos. Y así debe tenerse por cierto, mientras no haya pruebas en contrario, que dicho Obispo dispondría como tal del régimen de esta isla en los dos o tres años primeros de su conquista, hasta que el Papa Gregorio IX tomó conocimiento de ello, y ordenó lo que viste en el correo pasado. Otro punto curioso es cuantas iglesias había en esta ciudad antes que llegase a tener Obispo. Mas esto pide larga detención y mucho conocimiento de la localidad; lo cual es propio de los historiadores regnícolas, a quienes dejo también por averiguar la cuestión de si la primitiva iglesia fue la de San Miguel.

Lo que yo podré hacer es no dejar en el tintero lo que me ha venido a mano, buscando otras cosas acerca de algunas de las primitivas iglesias, y es lo siguiente: a los ocho meses de la conquista, es a saber, a 23 de octubre de 1230, en el establecimiento de casas que se hizo a los que vinieron de Marsella, hay memoria de la iglesia de Santa Eulalia y de la de Santa María de Bellpuig. He visto aquí esta escritura original, en la cual, por más señas, firma Ferrarius, Praepositus Terracone. La hay también de la iglesia de Sancto Spiritu, a 19 de junio de 1231, en la donación que Berenguer de Monreal, Baile de esta ciudad y reino, hizo a Berenguer de Moragues de ciertas casas (Lib. am., fol. 63). Otra iglesia, con el título de San Nicolás (y es distinta de la parroquia actual de este nombre), suena ya en 1233, en que Nuño Sanz, Señor de Rosellón, hizo donación de unas casas en Mallorca, a la iglesia de Santa Eulalia del campo de Barcelona, et ecclesiae S. Nicolai civitatis Maioricarum, comissae eidem ecclesiae Sanctae Eulaliae. He visto el original en el archivo de este convento de mi orden. No he visto más en las escrituras que he manejado de las iglesias antiguas, digo anteriores al año 1238; que después de esta época son ya muy frecuentes y no hacen para lo que ahora decimos.

Sólo quiero hablar de una escritura fecha a 22 de marzo de 1246 (1247) en la cual se nos da la noticia de que la primera iglesia fue la de San Jaime. Dice así: "Sit omnibus notum quod nos Bernardus Sacrista, et magister Johannes, Praepositus Maioricae, pro nobis et Capitulo memoratae Sedis... damus et concambiamus per alodium tibi Guillermo de Turricella... illud operatorium cum soleriis, quae sunt in civitate Maioricarum ante ecclesiam PRIMAM, quae dicebatur Sancti Jacobi. Quod operatorium, etc.” (Lib. amar., fol. 84). Esto acaso servirá para resolver la cuestión que antes decía. Porque si los que estaban tan cercanos a la conquista, a los diez y seis años de ella dijeron que la primera iglesia se intitulaba de San Jaime, ¿por qué hemos de decir otra cosa los que tan distantes vivimos de aquella época? Y más, que estos que así hablan, eran canónigos de esta catedral, y hablaban a nombre de su Capítulo; y el segundo de ellos era muy antiguo en la iglesia, como diré luego, y probablemente se halló en los primeros días de la conquista.

Esto último se verá muy claro en las memorias que nos quedan del clero de la catedral en aquellos primeros años. Y ya en el primero de ellos, que es el de 1230, se halla noticia de un canónigo, sin constarnos quién lo nombró, ni cómo era canónigo sin haberse fijado porción canonical, ni haber canon o regla señalada de vida. Llamábase Jaime de Santa Eugenia, a quien el Conde de Empurias Ponce Hugo hizo donación de un horno, como a canónigo y procurador de la iglesia de Mallorca, in manu Jacobi de Sancta Eugenia, canonici et procuratoris eiusdem ecclesiae. 

Así dice la escritura, fecha en ese año, a 18 de abril, cuyo extracto nos ha conservado el Registro de Morella. Tres años después se llama este mismo primer canónigo y Rector de la Seo, junto con el maestro Juan, también canónigo (que era el procurador del Infante Don Pedro, y su albacea, como vimos). Consta esto de otra escritura, que está en el citado libro de Cabreos, de quien son estas palabras: "Manifestum sit cunctis quod nos Nuno Sanç (a), Dei gratia Dominus Rossillionis, et Vallisasperii, Confluentis et Ceritaniae, cum hac presenti charta... 

(a) Así debe llamarse, no Sánchez, al estilo de los Castellanos, aun cuando se hallan escrituras que digan, como hay muchas, Nuno Sancii. Porque los patronímicos, en el idioma lemosín, no toman la (misma) declinación que en el castellano, sino que se conservan sin alterar el nombre del padre; sin que por eso dejen de expresarlo cuando escribían en latín, en genitivo, lo mismo que en Castilla. Podrían darse de esto muchas pruebas.

in praesentia Jacobi de Sancta Eugenia primi canonici, Rectoris Sedis Maioricarum, et magistri Joannis, canonici eiusdem... constituimus et assignamus in eadem Sede, ad honorem Dei ac Beatae Virginis Mariae, ad divina officia celebranda a cantico graduum usque ad completorium in coro cum canonicis, unum presbiterum cum suo scolari, qui sibi deserviat in missa et altari tantum... et nos Jacobus de Sancta Eugenia, primus eiusdem Sedis canonicus et Rector, et magister Joannes, canonicus eiusdem, praedicta omnia et singula concedimus et confirmamus, promittentes per nos et per omnes subsequentes Rectores et canonicos eiusdem ecclesiae praedicta omnia attendere et complere... et quod dictus praesbyter teneatur sequi processiones dictae Sedis interiores et exteriores... Actum est hoc apud Maioricas nonas julii anno millesimo ducentesimo tricesimo tertio.” De este documento debe inferirse: 1.°, que en 1233 había ya estos dos canónigos: 2.°, que no había más que ellos: 3.°, que esta iglesia se llamaba ya vulgarmente la Seu: 4.°, que en ella había ya clero capaz de solemnizar las fiestas con procesiones interiores y exteriores: y 5.°, que estaba gobernada por este Jaime de Santa Eugenia, a quien se le da el título de Rector, suponiéndose que había de tener sucesores en este oficio; el cual, sin embargo, no debió durar más que hasta la venida del primer Obispo. Porque entonces el Papa Gregorio IX, con su breve fecho en Letrán a 27 de enero, año XIII de su pontificado (1240), concedió al nuevo Prelado facultad para instituir un colegio de canónigos seculares y algunas dignidades eclesiásticas, según la costumbre de las iglesias vecinas. De este documento se conserva sólo un extracto en el Registro de Morella. Esta es la época del Capítulo de esta santa iglesia, del cual, a 24 de septiembre del mismo año, hallo ya cuatro individuos que firman en la escritura de concordia sobre la posesión de la parroquia de Artá, dada a la orden de los Premonstratenses, que son: Bernardus de Granata, Arnaldus Andreas, Bernardus de Sacristà y Arnaldus de Apieria (a). Vivía también entonces Jaime de Santa Eugenia y el maestro Juan, el cual, en 1244, se intitula Praeposito, junto con Bertrando Bovis (Bou), Praecentor. En la escritura de concordia sobre entierros, que hizo el clero con el convento de mi orden en 1250, firman los canónigos siguientes: Jacobus, Sacrista: Bertrandus Bovis, Praecentor: magister Johannes, Praepositus: magister Vincentius, Succentor (¿era este el físico del Infante Don Pedro de Portugal, de que habló en su testamento?): Bernardus de Sacristà, Praepositus: R. de Cloquerio: Thomas Renaldus: Berengarius Dolzeto (era cura de Santa María de la Almudayna), y B. de Palatio.

(a) No es sufrible la inadvertencia con que Dameto (página 304) hizo canónigos de esta iglesia a cuantos firman en dicha escritura, es a saber, dos canónigos de Bellpuig de las Avellanas, que hicieron la concordia, a los testigos que la autorizaron, y aun al escribano que la extendió, con la circunstancia de que le equivoca con el nombre. Dicha escritura está en el libro amarillo, y lo digo para que los naturales del país conozcan cuán poco tienen que fiar en la lectura de sus historiadores.

Baste esto para satisfacer la curiosidad acerca de los primeros individuos que coadyuvaron al establecimiento de esta iglesia, y pueden, en algún sentido, llamarse sus fundadores.

En orden a constitución interior de la misma, es notoriamente ocioso el buscarla antes que hubiese Obispo. Y aun cuando le hubo, que fue en 1238, como todavía no había un estado fijo de rentas, que entonces iban consignando los fieles, no pudieron tampoco fijarse por lo pronto, ni el número de sus ministros, ni sus obligaciones. Mucho debió sufrir el ánimo del primer Obispo en el gobierno de la nueva grey, hasta que logró tener arreglado el plan de los coadjutores en el ministerio. 

Consta que este arreglo se hizo en el año 1244 y en los tres siguientes, en los cuales el Obispo y el Capítulo establecieron la forma interior de la catedral y de su culto. Mas no se extendió entonces acta ni escritura de esto; sino que después, en 1259, cuando de los canónigos que hicieron el estatuto no quedaban vivos más que dos, es a saber, Jaime de Santa Eugenia, Sacrista, y el maestro Juan, se les tomó declaración jurada de lo que se había ordenado en los años sobredichos 1244 y tres siguientes. Y esta declaración, recibida por el Arcediano Pedro de Morella, y por el maestro Vicente, Precentor, se extendió en la debida forma la primera acta de ordinación y constitución de esta catedral, que no envío copiada por no contener cosa que añada a lo que sabemos de las iglesias seculares de aquel tiempo. Bastará decir que en ella se estableció lo siguiente: que hubiese doce canónigos, cuatro de ellos presbíteros, cuatro diáconos y cuatro subdiáconos: que hubiese cuatro hebdomarios sin derecho alguno canonical (estos conservan el nombre de domeros y ejercen la cura de almas): y que hubiese un diácono y un subdiácono para el servicio de la iglesia, y un maestro que regentase las escuelas de gramática. Asimismo se ordenó que hubiese un Arcediano, un Sacrista y un Precentor, con un Subsacrista y un Succentor, et quod isti tres essent Praelati: nombre que ya tenían en otras iglesias desde el siglo XI estas que ahora llamamos dignidades (V. Viajes de Urgel, Gerona, etc.), a las cuales se señalaron rentas en lugares determinados, componiendo las demás de la iglesia una masa común que se dividiese por mitad entre el Obispo y Capítulo, dándose al Obispo de la mitad capitular dos prebendas canonicales. También se mandó, que de las veinte prebendas que se establecieron en el todo, quedasen dos aplicables al arbitrio del Obispo y Capítulo a la mayor utilidad de la iglesia. Por último, se ordenó que hubiese dos Prepósitos que administrasen todas las rentas capitulares, quedando a favor suyo las rentas de los prebendados ausentes, y que solos los canónigos pudiesen obtener al mismo tiempo capellanías en toda la diócesi pro vestiario eorundem. Esto es lo que contiene la primera ordinación de la iglesia. En 1299, a 25 de diciembre, se erigió la dignidad de deanato, asignándole la dotación que tenía la tesorería (que así se llamaba ya entonces la subsacristía), cuyo nombre y oficio se suprimió para el objeto. Pasado mucho tiempo en 1607, volvieron a resucitar la tesorería, erigiéndola en dignidad. Con lo cual quedaron cinco dichas dignidades, y así continúan.

También se crearon en el siglo XIII otros dos Prepósitos, y lo estaban ya en el año 1300, cuando el Obispo Ponce de Jardí ordenó con su Capítulo; que no firmasen ellos las escrituras de enagenaciones, ni entendiesen en la administración de los bienes de la iglesia, sino que para todo ello se crease un procurador de Capítulo. En 1360 recibieron el último golpe las preposituras, cuando se unieron a la mensa sus rentas para la dotación de los domeros, y del maestro de gramática. Conservose sin embargo el nombre de Prepósitos, como hoy dura, cuya dotación sale de la mensa común, y de cierto producto llamado de los ochenos.

El número de doce canónigos había sido confirmado por el Papa Inocencio IV, a 5 de abril, año II de su pontificado, que es el de 1245, hasta que pudiese aumentarse a proporción del aumento de las rentas. 

Y esta bula, que está aquí original, es otra prueba de que dicho estatuto se había hecho en 1244. Conforme a esto, se aumentó el número de canónigos a diez y ocho en el año 1313, y en 1338 hasta el de veinte y dos. En 1617 se desmembró de la dignidad episcopal una de las dos prebendas canonicales que le pertenecían; con lo cual se aumentó el número de canónigos hasta el de veinte y dos, y de que actualmente se compone este Capítulo. De todo lo cual, como de varias ordinaciones que se hicieron para el gobierno de la iglesia, se irá dando razón en el episcopologio, siendo cosas que toquen a la disciplina general o muy particulares de la de esta iglesia (a).

(a) Esta libertad en establecer ordinaciones particulares, no quitaba la ley general con que los canónigos y clero se sujetaban a la vita canónica admitida en las iglesias antiguas de Cataluña, que era la Aquisgranense. Es notable en esta, que a pesar de ser tan moderna, todavía se leía en la Praetiosa algunos días la vita canonica, esto es, un trozo de ella, como se ve en la Consueta en el día de Ánimas. Esta es una prueba más de que realmente fue conocida y adoptada por nosotros aquel canon o regla.

En orden a los hábitos corales hay muy poco que notar. En lo antiguo vestían los canónigos y demás beneficiados capas negras desde Todos Santos hasta Pascua.. Los sepulcros que quedan dicen eso, y el pelo cortado, etc.

El titular de la catedral desde la conquista, fue nuestra Señora, como consta de todas las escrituras en que se ofreció hablar de la iglesia. Alguno creerá que la fiesta principal fuese la del día de la Encarnación, viendo que en el régimen interior siempre comenzaron los oficios anuales desde dicho día. Mas esto pudo ser efecto de haberse contado antiguamente los años ab Incarnatione hasta la mitad del siglo XIV; cuya costumbre conservaron algunas otras iglesias en cuanto a la renovación de los oficios interiores. Lo cual no impide que la fiesta principal de esta iglesia, como la de su titular, fuese el día de la Asunción de nuestra Señora. Yo a lo menos por tal la tengo. No sólo porque lo fue de todas las iglesias restauradas por el Rey Don Jaime I, y dedicadas a la Madre de Dios; sino por la gran festividad que en el siglo XIV se mandó hacer ese día, como consta de la nota que en dicha fiesta dejó escrita el curioso presbítero Don Juan Font y Roig, autor de la Consueta de Sanctis de esta iglesia, la cual ordenó a principios del siglo XVI. "Sciendum est, dice, quod D. Berengarius Baiuli recolendae memoriae Episcopus Maioricen. et eius honorabile Capitulum ordinarunt quod in honorem Matris Virginis, de festo Assumptionis eiusdem, ac octavis fieret tale ac singulare officium et solemne, quale in Nativitate benedicti Filii sui J. C. in ipsa Sede est fieri assuetum. Et merito; ut sicut ipse puer Jesus mundum sui praesentia illustravit, ita Virgo Mater per Filium suum in coelum assumpta, pro sibi servientibus assidue exoraret. Quamvis autem ad ipsum officium celebrandum seu faciendum nullum clericum episcopatus praedicti domini obligarunt, sicut scriptori praesentis operis plene constat, sed ipsis ex devotione placuit quod in Sede ipsa officii solemnitas saervaretur; tamen quia est caput totius insulae, nosque sumus prope maris pericula constituti, eius quoque auxilium continue invocamus, cuius precibus assequimus quod optamus. Quia secundum Bernardum etc... Idcirco decens ac congruum est, ut totus clerus insulae Maioricarum ipsam in officio prae ceteris mundi partibus debeat extollere et laudare.” Otra prueba de que el titular fue siempre nuestra Señora, es el sello particular del Capítulo en que la retrataban sentada con el niño en brazos, y a los lados el sol y luna, y debajo de la silla, las olas del mar. Así se ve en el sello antiguo que todavía se conserva en el archivo, permitiendo el Obispo Don Ponce de Jardí en 1298, que el Capítulo continuase en el uso de dicho sello, y en la costumbre de tenerle custodiado en una caja dentro de la sacristía, donde entonces se tenían los Capítulos, y continuaron celebrándose hasta muy entrado el siglo XV, a excepción de una u otra vez que se hallan celebrados in claustro; y cuando por indisposición del Obispo se celebraban en las cámaras, claustro o capilla de San Pablo del palacio episcopal. La primera memoria de haberse tenido en la aula capitular nueva, es del día 12 de septiembre de 1431. Esta es la pieza que ahora sirve de atrio a la aula nueva. Nada existe en nuestros días de la biblioteca que tenía esta iglesia, la cual debía ser ya bastante copiosa en el año 1399, cuando por haber muchas llaves de ella se omitió hacer inventario de sus libros, como se hizo de todas las demás alhajas de la iglesia. Así consta en las Actas capitulares de ese año. En 1411, el canónigo Francisco Valariola regaló a la misma el Comentario de Alejandro de Ales (Hales) in IV Sent. (Ibid). No es fácil averiguar cuál fue el sitio de esta antigua librería, como lo es el de la que en 1529 se mandó construir de nuevo, como ya estaba encargado (Ibid.). Era esta sin duda la pieza alta a donde manda una escalera al lado de la puerta de la sacristía, que está en el centro del campanario. Yo creo que de este edificio se habla en la visita de la iglesia que nos queda hecha por el Obispo Don Diego de Arnedo en 1562, cuando dice que subió a la librería, et vidit illam bene stare. Estábalo también en 1591, cuando a 9 de julio concedió el Capítulo llaves de ella a algunos para estudiar. Tres años después hallo que se hicieron algunas ordinaciones para su buen servicio, y se nombró bibliotecario. Todo esto es sacado de las Actas capitulares. En estos últimos años, como se hubiese erigido la biblioteca episcopal, el Capítulo resolvió pasar a ella los restos que se habían conservado de la suya. Fue esto en 1798. Otro día se hablará de los pocos códices que se conservaron.

A Dios. Palma 11 de marzo de 1814.

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Alexander, Hales, c.1185-1245), Franciscano, Alejandro, Ales

CARTA CXLV. Causas que retardaron la erección de la Silla episcopal de Mallorca:

CARTA CXLV.

Causas que retardaron la erección de la Silla episcopal de Mallorca: derecho que pretendía tener sobre ella el Obispo de Barcelona. Primera dotación de su catedral. Nombramiento de su primer Obispo por el Rey. No lo aprueba el Papa y reserva la nueva iglesia a la Silla Apostólica. Varias disposiciones a favor de ella mientras carecía de Pastor. Elección de este por encargo del Papa, quien declara a la iglesia sujeta inmediatamente a la de Roma. Instancia infructuosa sobre ello por parte del Arzobispo de Tarragona. Quién eligió sus Obispos y cómo se intitularon estos.

Mi querido hermano: Es cosa sabida de todos que cuando se restauraron las iglesias de la corona de Aragón, o se unieron a sus metrópolis antiguas, o fueron agregadas a otras nuevas, conforme aconsejaban las circunstancias, y según el estado que tenían las relaciones de nuestros Reyes con la Silla Apostólica. Así es que la metrópoli de Tarragona, a poco más de un siglo de su restauración, se vio otra vez en posesión de su provincia, casi tan entera como la tenía al tiempo de la invasión de los Árabes, con la añadidura de la iglesia de Valencia, que en lo antiguo pertenecía a Toledo.

Sola la iglesia de Mallorca se eximió de esta regla general, no reconociendo desde el momento de su restauración al metropolitano de Tarragona ni a otro alguno, hasta que se erigió la provincia, separada de Valencia en 1492: quedando en todos estos años sujeta inmediatamente a la Silla Apostólica, de quien recibía la confirmación y consagración de los Obispos, aun de los que ella misma se elegía. Ahora que sé esto, cesa la admiración que me causaba en mis viajes de Cataluña el no hallar las escrituras de obediencia canónica de estos Obispos al Metropolitano, como se hallan con frecuencia las de los otros, y el ver que ni estos Obispos ni su Capítulo concurriesen en manera alguna a tantos y tan famosos concilios provinciales que allá se celebraron en esa época; y ahora verá cualquiera la razón por qué no se halla aquí ningún códice de aquellas Constituciones, que ni acá se recibían, ni habían de servir para gobierno del clero. ¿Mas qué causas pudieron producir esta novedad? ¿Ni cómo era posible que el Rey Don Jaime, que en estas materias era tan celoso, consintiese que una iglesia, cuya restauración le costaba tan caro, quedase separada de la metrópoli de sus estados? 

¿Ni cómo el Papa Gregorio IX, que apreciaba tanto los servicios hechos a la cristiandad por aquel Monarca, que sólo por complacerle agregó a Tarragona la nueva iglesia de Valencia, separándola de su antigua provincia, y esto ocho años después de la conquista de Mallorca; cómo digo, ahora que le ve en los principios de sus empresas contra los Moros, separa esta isla de la jurisdicción eclesiástica de su reino, y parece oponérsele en todos sus deseos, hasta el punto de no confirmar por Obispo al primero que le presentó? Por fundadas que parezcan estas dudas, es muy fácil la solución. En el correo pasado viste ya como el Papa Romano puso estas islas bajo la jurisdicción del Obispo de Gerona Servus Dei a fines del siglo IX, dando con esto a su sucesor Guillermo de Cabanellas algún título para pretender la jurisdicción episcopal de ellas. Más fuerte y de mayor vigor era el que, según dije, podía alegar el Obispo de Barcelona por las repetidas confirmaciones que había ya dos siglos tenía de la Silla Apostólica. Pero este derecho no despertó los celos del sacerdocio y del imperio, hasta que llegó el feliz momento de la conquista. Entonces sería muy regular que los Prelados pidiesen la posesión del país. A lo menos esto consta del de Barcelona Don Berenguer de Palou, que trabajó con mucho ardor por la libertad de la isla, hasta perder parte de un pie en una refriega con los Moros, bien fuese gobernando la nueva grey desde la Sede de Barcelona, bien eligiendo él sus Obispos. Por otra parte era muy natural que el Rey Don Jaime quisiera que tuviese Obispo propio la nueva posesión ganada a

tanta costa; que así como era bastante en todo para tener el dictado de reino y añadir este nuevo timbre a la corona del conquistador, también merecía el cuidado exclusivo de un solo Pastor, y más atendida la distancia de la diócesi de Barcelona. Más es que como sucesor del Rey Don Pedro I de Aragón podía, en virtud del privilegio Apostólico de San Gregorio VII, adjudicar la nueva iglesia a la que quisiese. No dejaría de apoyar estas sanas intenciones del Rey el Arzobispo de Tarragona, y más siéndolo entonces su grande amigo y aun pariente Don Sparago de Barca; que aunque sólo fuera por ser Metropolitano debía sostener la libre elección de Obispo propio en Mallorca con sujeción a su jurisdicción.

He aquí una competencia que por lo menos debía retardar la erección de la nueva Silla episcopal, hasta que de un modo o de otro se conciliasen intereses tan encontrados. En el Spicilegium de D'acheri (tom. VII, pág. 211) se publicaron las actas del convenio firmado por ambos competidores en el monasterio de Poblet, año 1230, con intervención del Abad de aquel monasterio y del de Santas Cruces, donde lo era San Bernardo Calvó, después Obispo de Vique. Concordáronse, pues, en que el Rey hiciese el primer nombramiento de Obispo, el cual pudiese repetir, si el nombrado muriese antes de consagrarse. Mortuo autem, dicen, isto primo Episcopo consecrato, postea perpetuo fiat electio per Episcopum et Capitulum Barchinonae cum assensu Regis Aragonum, qui tunc regnabit, et de gremio ecclesiae Barchinonae, si ibi potuerit idoneus reperiri. Si autem ibi inveniri non posset, de ipsa eadem ecclesia Maioricarum, vel de alia, per eundem Episcopum Barchin. et Capitulum, consentiente tamen semper Rege, Episcopus assumatur ad ecclesiam supra dictam. Balucio (Marc. Hisp., col. 525) se admira de que se invirtiese en la elección de estos Obispos el orden antiguo, según el cual se elegían de los individuos de la misma iglesia, y sólo a falta de ellos se buscaban de las extrañas. Mas a mí no me causa eso tanta admiración como el que una iglesia sufragánea, sin poseer el señorío temporal de un territorio, tuviese el patronato de elegir al Obispo comprovincial suyo. Y más me admira que tal cosa se tratase y asentase en los tiempos de un Gregorio IX y de un Don Jaime I de Aragón. No por eso dudo de la legitimidad del documento; aunque no deja de serme extraño que ni el original ni sus copias me hayan venido jamás a la mano. Mas en fin, sea de esto lo que fuere, en eso mismo se ve lo que antes decía, es a saber, que el Obispo de Barcelona sostuvo el derecho que pensaba tener sobre la nueva cristiandad de estas islas: y que acaso el no haber cedido de su empeño aquel Prelado fue la causa, no sólo de retardarse mucho la elección del primer Obispo de Mallorca, sino también del no esperado plan que se estableció en su iglesia.

Fuese consecuencia de este convenio, o porque el Rey tuviese para ello otros motivos, lo cierto es que este Monarca eligió por primer Obispo de esta iglesia a Bernardo, Abad del monasterio de Benedictinos de San Feliu de Guixols, que lo era ya desde el año 1220 y había contribuido a la conquista de esta isla trayendo consigo algunos hombres de armas, obligándose además a dar y pagar uno armado y un cuarto de otro para mantener dicha conquista. Habíale ya nombrado el Rey y presentado a la Silla Apostólica para su aprobación a 5 de abril de 1232, que es la fecha de la escritura de dotación de esta iglesia catedral, hecha por el Rey en Barcelona y dirigida a este Bernardo. En la copia adjunta (a: Ap. núm. XV.) (que es de un traslado auténtico muy cercano a su fecha, porque el original no lo he podido hallar) verás que además de asignar a la iglesia toda la décima y primicia del trigo, vino, aceite, animales y de todos los frutos en la parte que tocase al Rey en Mallorca, y en Ibiza y Menorca, cuando se conquistasen, les concede también la décima de la pesca en todos los lugares dichos y la de la moneda que en adelante se acuñase.

Además de este documento, ya conocido, consta la elección de dicho Bernardo para primer Obispo por un privilegio de exención de leuda, etc., que concedió el mismo Rey a los vecinos de Gerona a 12 de abril de 1232, donde entre los testigos firma: Bernardus, electus Maioricharum. Lo vi en el Libro verde del archivo de la ciudad de Gerona. Pero para qué son más pruebas estando aquí original el rescripto de Gregorio IX, que lo dice bien claro, y que es como la primera piedra del edificio de la exención de esta iglesia? Su fecha es de Reate a 31 de julio, año VI de su pontificado, que es el mismo año 1232. Va dirigido al Obispo de Urgel Don Ponce de Villamur, y al de Gerona Don Guillermo de Cabanellas. 

En él, después de decir como el Rey y el Arzobispo de Tarragona le habían suplicado que confirmase y consagrase a dicho Bernardo para Obispo de esta iglesia, que ya estaba dotada, encarga a aquellos Prelados que no siendo suficiente dicha dotación, exhortasen a aquel Príncipe a que la hiciese cual correspondía a su excelencia y a la decente manutención del Obispo y de los canónigos: y que cuando esto se verificase, procediesen con autoridad Apostólica a elegir Obispo para nueva iglesia y después a consagrarle. Añade que no queriendo en esto faltar al derecho de nadie, reservasen la iglesia de Mallorca ad manus Romanae ecclesiae hasta que la Silla Apostólica determinase del derecho de la de Barcelona y de los otros competidores (a: Ap. núm. XVI.). 

Esta reserva interina dentro de pocos años paró en propiedad y en cosa notoria y sentada. No sé si la dotación de la iglesia era o no suficiente; lo que sé es que la tuvo por tal el Arzobispo de Tarragona, y que el Papa Gregorio IX se vería precisado por algunos motivos a valerse de este pretexto para no dar gusto al Rey Don Jaime en la confirmación del Obispo que le pedía, después de haber trabajado tanto en dilatar la cristiandad por estos mares. Porque claro está que sin dejar de condescender con su voluntad, podía estrecharle por varias maneras a que aumentase la dotación; y no que alegando su insuficiencia, le hace pasar por el bochorno de que aquellos Obispos elijan a quien quieran para esta Sede. Otros motivos y muy graves debió tener el Santo Padre para usar de tanta dureza con un Rey tan benemérito de la iglesia y a quien en otras ocasiones trató con tanta distinción. Este lance sobre la iglesia de Mallorca y el chasco que en su restauración se llevó el Conquistador, influyeron sin duda en el decreto y firme resolución. 

Y entre estos motivos harto sobresale la empeñada pretensión del Obispo de Barcelona y de otros, la cual al cabo paró en privar a todos de lo que deseaban. Y el primero que fue víctima de este litigio

fue el Abad Bernardo, que excluido tácitamente en este rescripto, no consta que se honrase ya más con el dictado de Obispo electo de Mallorca: antes sé que continuó hasta su muerte en 1253, con sólo el título de Abad de su monasterio, como he visto en dos escrituras del archivo de este mi convento de Santo Domingo, la una del día 15 de octubre de 1234, y la otra del año 1236: sin contar otra posterior de 1238 de que hablé en el catálogo de aquellos Abades.

Pero quien sufrió en esto el mayor daño fue la nueva grey que tardó aún algunos años a tener Pastor. Yo no sé si los Obispos de Urgel y de Gerona, cumpliendo con el mandato del Papa, procedieron a elegir nuevo Obispo. Lo que me consta es, que a principios del año 1235 el mismo Papa mandó venir acá al Prepósito de Tarragona, Ferrer de Pallarés (que después fue el primer Obispo de Valencia), para que arreglase lo tocante al culto divino, ínterin que recibía y conservaba para el Obispo que se había de nombrar todas las donaciones, que así el Rey de Aragón, como el Infante de Portugal, Señor de Mallorca, y los demás heredados en la nueva conquista debían hacer a la iglesia, según lo que el mismo Papa había encargado en su rescripto al Arzobispo electo de Tarragona, Don Guillermo de Mongrí. Todo esto consta del rescripto pontificio dat. Perusii III idus januarii pontificatus nri. anno octavo, que es el 1235 (a: Ap. núm. XVII.). En efecto, vino acá y estuvo algunos meses dicho Prepósito; el cual por este camino sabemos que no era el Ferrer de San Martí; porque este, que era un noble seglar, firma algunas veces junto con el otro, de quien, como ya se dijo en los tomos anteriores, se llamó de apellido Pallarés (V. tom. XIX). Pues digo que recibió las donaciones de varios particulares que podrán verse en el Cartoral de esta iglesia, hechas en ese mismo año, las cuales todas van dirigidas Episcopo praeficiendo, in ecclesiam Sedis Maioricarum, en mano del Prepósito de Tarragona: quod Praepositus Terraconae, vel illi qui locum eius tenebit, recipiat in loco competenti et idoneo, como dice el Infante Don Pedro en la donación a esta iglesia del diezmo de todas sus posesiones, a 17 de noviembre de 1235: cosa que el Rey confirmó el año siguiente a 12 de octubre, hallándose en Monzón. De estas o semejantes expresiones usaban todos, a excepción de algunas que dirigían su donación al Arzobispo electo de Tarragona, a la manera que el mismo Rey concedió Episcopo praeficiendo in ecclesia cathedrali Maioricarum, et clericis residentibus in eadem, et vobis G. Dei gratia Terrachonen. electo, pro Episcopo et clericis memoratis, quod in eadem insula possint libere possesiones emere … ita tamen quod processu temporis, si nobis visum fuerit quod eadem ecclesia cathedralis ultra modum possesiones adquiriret in insula memorata, possimus auctoritate nostra propria hanc adquirendi licentiam revocare. Así dice la escritura original que está en esta iglesia, fecha en Barcelona a 13 de diciembre de 1235. De estas mismas fórmulas usan todavía algunas escrituras del año 1237, a mediados del cual todavía estaba esta iglesia sin Obispo.

Así consta de otro rescripto original del mismo Papa Gregorio IX, dado en Viterbo a 15 de julio, año XI de su pontificado, que es el que llevo dicho, y dirigido al Obispo de Lérida Don Pedro de Albalat, al de Vique San Bernardo Calvó, y a San Raimundo de Peñafort, su capellán y penitenciario. En él, sin hacer mención de nada de lo acaecido, dice redondamente que deseaba proveer de Obispo a la iglesia de Mallorca, quae ad nos nullo medio pertinet; y en su consecuencia encarga a los sobredichos que elijan una persona idónea para ello, y a los dos Obispos que lo consagren adiuncto vobis, dice, legitimo collegarum numero, non quidem de Terraconensi provintia, sed potius aliunde: exigiéndole el juramento de fidelidad al Papa y a la iglesia Romana, bajo la fórmula que les enviaba sellada, y remitiéndole el testimonio original de haberlo prestado (a: Ap. núm. XVIII). 

Aquí ves: 1.°, que el Papa había ya resuelto la independencia metropolítica de esta iglesia, y su inmediata sujeción a la Silla Romana: 2.°, que todavía no debía estar sosegada la competencia indicada, cuando con tanta cautela previene que los Obispos confirmantes asociados no sean de la provincia Tarraconense: 3.°, por último observa que todo este lance, y el chasco que se llevó el Conquistador en la restauración de esta iglesia, haciéndole cauto por lo sucesivo, le obligó a tomar la firme resolución, estando en Lérida a 13 de noviembre de 1236, por la cual ofrece a Don Guillermo de Mongrí, que todas las iglesias que recobraría de los Moros en el reino de Valencia, las sujetaría a la de Tarragona, consultando en esto a lo que merecía aquella iglesia y al honor de su reino. Gran cosa sería el hallazgo de otros documentos que nos descubriesen alguna parte de la historia secreta de este cuento. Por ahora contentémonos con saber su resultado, que fue quedar esta iglesia exenta para todo de la jurisdicción del Arzobispo Tarraconense, y sujeta inmediatamente a la Silla Apostólica, en términos que el Papa Inocencio IV expidió una bula dirigida a todos los Arzobispos y Obispos de España, prescribiéndoles quatinus nullam in venerabilem fratrem nostrum Maioricen. Episcopum, vel successores ipsius aut praefatam Maioricen. ecclesiam exercere iurisdictionem aliquatenus praesumatis. Está aquí original fecha en Lion a 1.° de abril, año V de su pontificado (1248). 

Lo mismo dijeron otros Papas en varias ocasiones, de que se hará mención en el episcopologio; y según este sistema se gobernó nuestra iglesia hasta que la de Valencia se erigió en metropolitana.

El Cronista Dameto, pág. 305, dijo que el Papa Inocencio IV fue quien eximió esta iglesia de las demás: la que andando el tiempo antes de ser sufragánea de la de Valencia, lo fue de la de Tarragona. No sé si son perdonables estas equivocaciones en un Cronista de las circunstancias de Dameto.

Alguna buena coyuntura debió lograr andando el tiempo el Arzobispo de Tarragona, Don Benito de Rocaberti; cuando alcanzó del Papa una comisión para examinar el derecho en que esta iglesia fundaba su exención. Fue así, que el Precentor de Barcelona, Berenguer de Sprellis, como juez Apostólico, cito al Obispo Don Pedro de Morella para que compareciese dentro de tres meses ante su presencia a dar razón de por qué no reconocía al Metropolitano de Tarragona. Esto debió ser en febrero de 1267, puesto que a 15 de marzo de ese año (que entonces contaban 1266), dio el Obispo sus poderes para ello a su Arcediano Arnaldo de Gualba, el cual se presentó ante el juez a 10 del mayo siguiente, que era lunes; y habiendo alegado y presentado las bulas pontificias quedó citado para el miércoles siguiente, debiendo también comparecer Arnaldo de Picalquer, y Arnaldo de Buch, canónigos de Barcelona, los cuales el juez creía que fuesen apoderados del Arzobispo. Puestos estos en presencia del presbítero Jaime de Podio cicerone, y de Guillermo de Guardia, canónigo de Vique, y de otros testigos, habiendo oído lo que el Arcediano de Mallorca repitió ahora delante de todos respondieron que ellos no eran procuradores del Arzobispo, ni tenían nada que alegar ni hacer en contra. Et sic non fuit amplius processum in praemissis, pro eo quod non aparebat aliquis pro parte Domini Archiepiscopi. Así concluye una escritura o nota coetánea que existe en el archivo de esta iglesia.

He aquí una iglesia sujeta en todo a las vicisitudes e influjos del estado civil, y separada de las compañeras que vivían en él. Pero es de advertir que a pesar de esta exención, los Obispos, menos el primero, fueron elegidos por el Capítulo hasta que llegó la época de las reservas pontificias, y algo más allá; y así como en esto imitó esta iglesia a las de la provincia Tarraconense, también siguieron sus Prelados la costumbre de no intitularse Dei et Apostolicae Sedis gratia hasta fines del siglo XIV; y si no me engaño, el primero que lo usó fue el Obispo Don Antonio Galiana en el año 1375, bien que luego prosiguió, como antes hacía, llamándose divina miseratione Episcopus; y sus sucesores usaron ya de una, ya de otra fórmula, sin hacer en ello, a lo que parece, el hincapié que nosotros hacemos.

Basta por hoy. A Dios. Palma 7 de marzo de 1814.

miércoles, 22 de marzo de 2023

CARTA CXLIII. Viaje a la santa iglesia de Mallorca:

CARTA CXLIII.

Viaje a la santa iglesia de Mallorca: noticia de los archivos del Obispo y Capítulo, y de los documentos y códices que se conservan en ellos, y en el archivo real. Atraso en que se halla la historia de Mallorca.

Mi querido hermano: bueno será curarme, como dicen, en salud, respondiendo anticipadamente a las preguntas que sé que me has de hacer, cuando leas las cartas de mi viaje a esta iglesia de Mallorca.

Y en primer lugar debes saber que he sido recibido en ella según me prometía de la ilustración de su reverendo Obispo y Capítulo: que todos sus archivos se me han abierto, y puesto a mi disposición: y que he disfrutado sus monumentos con la franqueza necesaria para desenterrar lo ignorado por naturales y extranjeros. Aquí he conocido más palpablemente que en otras iglesias, que donde reinan las buenas ideas y el amor a la ilustración general, no se repara en la calidad de la persona encargada de promoverla, aunque ella por sí y sus circunstancias no merezca consideraciones de otra especie. Y si esa persona, superior a ciertas pequeñeces propias de los hijos de Adán, se pone sólo de parte del fin, cuyo amor devora a los cuerpos depositarios de los monumentos históricos, es imposible que el resultado no sea el mismo que aquí, que en solos treinta y dos días y no más que a tres horas de trabajo en los archivos, he copiado y extractado lo que nadie podrá creer acerca del objeto de mi comisión, hallándome solo en su desempeño, y sin el auxilio de ningún amanuense

Mas dejando esto aparte, voy a dar razón de los archivos que he disfrutado, y de los códices y escrituras que en ellos hay, calificándolos y bautizándolos desde ahora, para cuando se ofrezca citarlos en los correos siguientes.

El archivo episcopal está verdaderamente en mal estado, esto es, con poco aseo y orden; mas no le faltan registros antiguos, de los cuales el que lo es más, comienza en 1364 en tiempo del Obispo Don Antonio Galiana, cuyas resoluciones y decretos están copiados en él con una limpieza y esmero que avergüenza a los que en nuestros días entienden en semejante objeto, no escribiendo más que para el día, sin acordarse de la posteridad, cuyas maldiciones no han de oír. Este códice, reencuadernado como está, durará otro tanto tiempo, mientras que sin este auxilio van a perecer en breve otros posteriores, que están ya muy deteriorados con la humedad del sitio a donde los trasladaron por la invasión con que amenazaron años pasados los Ingleses. Los registros de órdenes, que son de tanto auxilio para fijar la cronología de los Obispos, comienzan en 1377 continuándose con no pocas interrupciones. No he hallado en él escrituras antiguas originales, ni Cartorales donde estén copiadas.

De todo esto se halla bien surtido el archivo de la catedral, donde además de las bulas y rescriptos Apostólicos se hallan otras varias escrituras originales y auténticas, sin cuyo examen es imposible hablar con exactitud del carácter antiguo de esta catedral ni de sus primeros Obispos. Hay también muchos libros preciosos, de los cuales voy a hablar, comenzando por el primero que se escribió en esta iglesia, que es un códice de pergamino de pocas hojas, en el cual el segundo Obispo Pedro de Morella, que murió en 1282, mandó a su notario P. Arnaldo que registrase todos los privilegios reales y pontificios, y otras escrituras de donaciones y concordias; en suma, todas las que hasta entonces tenía la iglesia tocantes a su constitución, intereses, etc., de las cuales hay un extracto muy puntual, y bastante para llenar el hueco de las escrituras que se han perdido. A este Cartoral, cuya conservación interesa mucho a la historia, llamaré cuando se ofrezca citarlo, el Cartoral de Morella.

Otro hay donde se copiaron ad longum a fines del siglo XIII o principios del XIV, la mayor parte de los documentos sobredichos, añadiéndose posteriormente algunas otras piezas modernas, dignas de la noticia del público. Este es el conocido ya de antemano por el Libro amarillo, en atención a las tapas que lo cubrían: nombre que conservaré en mis citas. Al principio de él hay un Catálogo de los Obispos de esta iglesia, con noticias particulares de ellos, las cuales merecen fé en algunos artículos, y en otros no; porque los hay extendidos por manos coetáneas. De todo ello me valdré con oportunidad.

Otro hay intitulado de La Cadena, por la que le sujetaba antes a algún paraje, y ahora arrastra todavía sin sujeción. En él están copiadas todas las constituciones de la iglesia, con sus alteraciones, adiciones, reformas, etc. Gran caudal de antiguallas eclesiásticas y rituales que no dejaré olvidadas, como puedes suponer.

Exceden a estos libros en utilidad histórica las Actas capitulares de la iglesia, donde están tratados todos sus negocios y muchos de los de fuera. El más antiguo de estos preciosos códices alcanza al 1372; desde donde continúa su serie hasta nuestros días con algunas interrupciones harto sensibles. Notables son también los libros de cargo y data de la fábrica de esta iglesia, en los cuales no sólo hay noticias de arquitectos y escultores antiguos, sino también de ritos y de varios hechos curiosos. 

El más antiguo de estos códices es del año 1327. Algo posteriores son los libros de sacristía, de los cuales he examinado algunos solamente por la indisposición de mi salud en los últimos días.

También me ha servido bien para ciertas cosillas el libro antiguo de aniversarios, en donde se hallan notados por días los que esta iglesia tiene a su cargo, con los lugares donde están enterrados los fundadores de ellos. Los primeros artículos de cada día se escribieron hacia la mitad del siglo XIV, dejando planas en blanco para las notas posteriores.

Otro libro hay en el archivo de que me he aprovechado bien, y es un Cabreo general de los beneficios antiguos de la iglesia, cuyas escrituras contienen algunos sucesos dignos de saberse.

Consérvanse también muchos libros protocolos de un notario de esta ciudad llamado Mateo Salcet, que vivió a fines del siglo XIV y principios del XV, y tuvo la loable curiosidad de ir apuntando en las hojas blancas del principio y fin de aquellos libros, todos los sucesos eclesiásticos y civiles de su tiempo tocantes a Mallorca, conforme le venía a mano, ya en latín, ya en lemosín. De estas notas he formado un Cronicón que llamaré de Salcet, y por de contado va con esta carta (a: Ap. núm. III.). Comprende treinta y cinco años, desde 1372 hasta 1408. Quien compare la utilidad que nos resulta de estas notas con el poco trabajo que le costaron a su autor, conocerá el bien que se puede hacer a la posteridad con esta ligerísima ocupación, aun después de la invención de la imprenta, tiranizada muchas veces por la adulación de los autores coetáneos. De los códices llamados Consuetas en que están prescritos los ritos antiguos de la iglesia y la forma y orden de su celebración, daré noticia otro día al tratar de los ritos, y entonces verás lo preciosos que son estos libros y la gran mies que en ellos he segado

En el examen de este archivo me ha servido de grande utilidad el presbítero Don José Barberi, archivero segundo, y si no me engaño, el único que conoce lo que es este depósito, lo que valía mi trabajo, y lo necesitada que está de él la historia de su patria.

Además de todos estos códices y algunos otros que me han servido a maravilla para mis investigaciones históricas, hay otros dos códices dignos de memoria y muy útiles para los que traten de escribir por menor la historia de esta isla, con conocimiento de su estado y geografía en el siglo XIII. Uno de ellos es el Cabreo general de todas las posesiones que tocaron al Rey en la distribución que se hizo entre sus conquistadores. Dicho Cabreo se formó en 1232, del que se sacó una copia en 1267, que se depositó en el archivo de los Templarios de esta ciudad; y de aquella copia, cuyo paradero ignoro, se sacó estotra que posee la iglesia, en 1307 de orden del Obispo Guillermo de Vilanova y de su Capítulo. Constan algunas de estas circunstancias de su título y conclusión. Al principio se lee: "Haec est pars Domini Regis, et nomina possesorum, et alcheriarum, et cuiuslibet hereditatis a Domino Rege adquisitae ibi nominatur, veluti modo habent et possident in termino civitatis. Quod fuit ordinatum kalend. julii anno Domini M.CC tricesimo II. = Al fin se lee: "Hoc est translatum fideliter factum a duobus Capibreviis (Cabreo; Capbreu) scriptis comunibus, et comendatis per Dominum Regem Aragonum in domo Templi Maioricarum, qui sunt de omnibus honoribus, et possesionibus, et donationibus, et portionibus inde confectis totius insulae Maioricarum, et civitate (en este códice sólo está la parte real) omnibus magnatibus et populatoribus Maioricarum; tenor quorum talis est. - Quod translatum fuit factum mandato praedicti Domini Regis, et de consensu, et voluntate, et auctoritate Domini Infantis Jacobi, eius illustrissimi filii quinto decimo kalend. aprilis, anno Domini M.CC.LXVII presentibus duobus fratribus Praedicatoribus et duobus fratribus domus Templi, et duobus probis hominibus civitatis Maioricarum, qui cotidie et continue interfuerunt, quando dictum translatum G. Ferrarii, Maioricensis notarius de mandato predicti Infantis translatavit etc.”

El otro códice que decía es la Historia de la conquista de Mallorca, escrita en latín por el P. Fr. Pedro Marsilio, de mi orden, el año 1313. En mi Viaje de Barcelona hablé ya largamente de la Crónica entera que este religioso escribió de los hechos de Don Jaime I, de la que existía allí el único códice que hasta ahora se conoce, que copié con no poco trabajo. El que hay en esta iglesia sólo contiene el libro II de aquella obra, que es lo tocante a Mallorca, con su traducción lemosina. Se copió en el año 1331, como consta del libro de fábrica más antiguo, que es desde 1327 al 1339, en el cual, al fol. 38 b., entre las partidas de gasto de 27 de noviembre de 1331, se lee la siguiente: Item fiu escriure per manament del Senyor Cabiscol vicari I. libre, en lo qual es escrita la preson (conquista) de Maylorches, en latin et en plan (en latín y vulgar).
E costa enfre pergamins, e scriure, corregir, illuminar et ligar, VIII. lls. XVIII. sol. Otro ejemplar igual de esta obra me han asegurado que existe en el archivo de la ciudad; pero yo no lo he visto, porque tampoco he visto el archivo; merced a la indisposición de mi salud, que me obligó a salir de la isla, antes de lo que pensaba, y a la etiqueta y formalidad de no admitir al que no trae credenciales del Gobierno, como yo no las tengo para los archivos civiles. No seré yo tan injusto que me atreva a culpar por esta razón al ayuntamiento de la ciudad de Palma. Sólo diré que, a pesar de que el Gobierno en los despachos repetidos con que me ha autorizado para mi viaje, nunca ha tenido a bien mandarme franquear los archivos civiles, por motivos que son propios del alto gobierno; a pesar, digo, de esto, en cuantas ciudades y villas he estado, a la primera insinuación se me han abierto estos depósitos de historia secular, con no poco provecho, y con harta satisfacción de los que aman de veras la ilustración de la historia de su patria.

No se detuvo en estas formalidades el archivero real, quien a la primera visita me puso de manifiesto los armarios donde se guardan los registros de Cartas reales, y otros pertenecientes al gobierno de los Virreyes de Mallorca, con algunos procesos de causas importantes: los cuales comienzan desde el año 1300, y son un tesoro de historia no conocida de esta isla y de las de Menorca e Ibiza. El estado antiguo y progresos de su población, legislación, monedas, contribuciones, comercio, marina, milicia y artes, no pueden escribirse sin extractar estos libros. Yo no pude descender a todos estos pormenores, cuyo examen es obra de mucho meses: contento con entresacar las noticias que sirvan a la historia general y a la particular de la iglesia y de sus Obispos, que es mi principal objeto; de todo lo cual se dará razón en los lugares oportunos.

Estos son los únicos archivos que he visto y disfrutado en toda esta isla. Los demás... los demás no ha sido posible verlos por muchos motivos, de los cuales el principal es la indisposición que he contraído en mi salud, que me ha obligado a cortar mis investigaciones; aun en el del convento de mi orden, donde estuve hospedado, sólo entré una vez, y por muy pocos minutos. Por fortuna son de poca consecuencia, a excepción del de la ciudad; y a lo hecho hasta aquí sólo añadirían algunas pequeñeces históricas, no diré inútiles, pero sí de poca monta. Lo principal, y el primer objeto de mi viaje, está desempeñado, como verás en las Cartas siguientes; de modo que no ha sido grande la pesadumbre en dejar de ver los otros archivos, cuyas preciosidades, tales cuales sean, quedan intactas, como lo han estado hasta aquí, para los regnícolas que quieran dedicarse a escribir la historia de Mallorca con todos sus pelos y señales.

Y digo escribir, porque así, en general, puede decirse que todavía no lo está. El Cronista Dameto, y su continuador Mut, sólo podrán ser apreciados y creídos de quien no haya tenido la proporción y necesidad que yo de recorrer el mismo campo, que ellos dieron ya por bien examinado. Causa maravilla cómo unos historiadores que escribieron aquí muy de asiento, se contentaron con formar su historia por las obras de Mariana, Zurita y otros impresos, sin acordarse, o sin querer ver los archivos de que acabo de hablar; que si no es del de la ciudad, apenas hay cita alguna de los demás, y estas harto equivocadas. Con lo cual, y con la facilidad de abandonarse a las conjeturas, que son la peste de la historia, dejaron la de su patria llena de tantas fábulas y equivocaciones, que verdaderamente se necesita escribirla de nuevo. El mismo juicio debe formarse de la Historia de esta isla, que escribió en francés M. de Hermilly, en un tomo 4.°; porque no es más que un extracto de lo que halló en dichos historiadores; de los cuales, si en algo se diferencia, es en que omite ciertas vulgaridades y fábulas, que no sufrieran los oídos franceses, para quienes escribía. Por lo demás, el que advierta las equivocaciones en que incurrió en la brevísima noticia que dio de los escritores Mallorquines, conocerá, como por la uña, lo poco temible que es este león.

Dicho se está que para nada me han servido estos libros, como tampoco me sirvieran, aunque estuvieran bien escritos. Que ya, a precaución, he hecho aquí lo mismo que en otras partes, que es no verlos hasta concluido mi trabajo; y bastaron para ello pocas horas. Si alguna vez los nombro en mis cartas, sólo es para que todos conozcan cuán distantes están de la verdad, que está muy clara en los documentos que ellos no vieron. Por lo demás, puedes estar seguro de que en mis cartas no hallarás otras noticias que las que han arrojado los archivos: nada de trabajo ajeno, ni impreso, ni manuscrito: que ni aun he visto ciertos tratados y apuntes hechos por el citado Don José Barberi, y otros que posee el P. Fr. Luis de Villafranca, religioso Capuchino, ambos sujetos laboriosísimos y de buena crítica, y acaso los únicos que pueden escribir como se debe la historia completa de su patria, por el método que yo observo en la publicación de una parte de ella.

Hechas estas salvas, comenzaré a decir en los correos siguientes las misceláneas literarias que he recogido, bien como viajero, que no está para adornos, y, como decimos, ángeles enracimados.

A Dios. Mallorca 1 de marzo de 1814.