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jueves, 20 de abril de 2023

CARTA CL. Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

CARTA CL.

Concluye el catálogo de los Obispos de Mallorca.

Mi querido hermano: voy a ver si puedo completar hoy el catálogo de estos Prelados; que así como entiendo que es de los trabajos más útiles para la historia, también sé por experiencia que es de los más penosos para el historiador. Y esto se verifica particularmente en la averiguación del Obispo sucesor del difunto Agustín de Grimaldis, que fue 

Juan Bautista Campegio. Todas las historias mss. e impresas de esta iglesia cuentan por inmediato sucesor del Obispo Grimaldis a Lorenzo Campegio, Cardenal, el cual suponen que tuvo esta iglesia in comendam hasta que tuviese edad de gobernarla su hijo Juan Bautista Campegio, y como hubiese muerto el Cardenal en 1539, desde entonces quedó el hijo Obispo propietario. Esta narración y algunas circunstancias con que la visten tienen algo de verdad y en mucha parte no lo son. Sin entrar en impugnaciones, que no son para un viajero, seguiré mi plan de presentar solamente las memorias originales que he podido recoger, de las cuales alguna claridad resultará a esta materia, aunque no toda la que yo quisiera, por falta de otros documentos.

En primer lugar yo no cuento por sucesor de Grimaldis, ni aun por Obispo de esta iglesia, al Cardenal Lorenzo Campegio, ni creo que nadie lo contará, si sabe que en Actas capitulares, libros de fábrica y de órdenes se lee originalmente que el día 31 de mayo de 1533 Marco Antonio Campegio tomó posesión del obispado como procurador de su sobrino Juan Bautista Campegio, habiendo jurado en el día anterior la observancia de las constituciones hechas usque ad obitum, dice, Rev. D. Augustini de Grimaldis. En su consecuencia pagó las trescientas libras que estaban tasadas a su dignidad para la fábrica. Aquí tenemos ya que Juan Bautista Campegio es el Obispo inmediato sucesor del difunto Grimaldis. A nombre suyo su Vicario general el canónigo Bautista Mir dio licencia para celebrar órdenes en diciembre de 1534 a Fr. Galcerán Casanyach, Carmelita, Obispo Chrisopolitano, el cual continuó en este oficio hasta fines del año siguiente; y debió morir luego, porque de allí a dos años ya hay aquí mismo otro Obispo Chrisopolitano.

Siendo, pues, tan claro el principio del gobierno de Juan Bautista Campegio, ¿de dónde pudo nacer la especie de haberlo sido su padre el Cardenal? Yo diré lo que me ha venido a la mano en mis investigaciones, que no deja de ser curioso. Tratándose en el Capítulo de esta iglesia el día 7 de septiembre de 1534 sobre la capa que debía pagar el Obispo Juan Bautista por su ingreso en el obispado, y sus antecesores habían enriquecido liberalmente la iglesia con varias alhajas, ornamentos, etc., añaden estas palabras: quod idem speratur a dicto Rmo. Dno. Cardinali, qui hanc ecclesiam habet comendatam. Y luego en la acta de 1.° de septiembre se manda escribir a dicho Cardenal sobre varios negocios de esta iglesia: lo cual repiten después a 22 de noviembre de 1536. Todo esto parece probar que el Cardenal Campegio era Obispo comendatario de Mallorca. Más: entre las Actas del mes de septiembre de 1535 se copia un breve de Paulo III, fecho a 26 de agosto de ese año que empieza así: "Cum sicut accepimus, licet venerab. frater noster Laurentius, Episcopus Praenestinus, S. R. E. Cardinalis Campegius, cui collatio et omnimoda dispositio canonicatuum et praebendarum ... ad collationem et quamvis aliam dispositionem Episcopi Maioricensis pro tempore existentis spectantium, Apostolica auctoritate reservata existit, etc.” Continúa mandando al Capítulo que dé posesión a Marco Antonio Campegio del canonicato que le había dado su hermano el Cardenal.

Yo no sé si los que cuentan a este señor Cardenal por Obispo de esta iglesia tendrán otras pruebas para afirmarlo; pero puedo asegurar que no serán de más peso que estas, porque aquí parece la cosa concluida. Sin embargo, hagamos algunas reflexiones. Por empeñada que estuviese la corte Romana en favorecer y exaltar esta familia de los Campegios, nunca hemos de creer que llegaría a cometer el exceso de haber y tener a dos de sus individuos por Obispos simultáneos de una iglesia. Obispos que lo fuesen a un tiempo de muchas iglesias se vieron con frecuencia; pero muchos en una sola, y eso con autorización pública y por el camino ordinario, no lo cuenta la historia. Pues esto sucedería si por lo alegado contásemos al Cardenal por Obispo de Mallorca, porque en ese mismo breve reconoce el Papa como Obispo electo al Juan Bautista, cuando en recomendación del Marco Antonio que pedía el canonicato dice: "qui, ut similiter accepimus, obsequiis dilecti filii Johannis Baptistae electi Maioricensis insistit.” ¿Cómo puede haber Obispo electo de una iglesia mientras haya quien la gobierne, aunque sea como comendatario, sin que preceda resignación o muerte del mismo? Reconociendo, pues, el Papa a Juan Bautista Campegio por Obispo electo de Mallorca, viene abajo cuanto se alegue en favor de su tío el Cardenal. Y que tanto aquí como en Roma era este reconocido por Obispo, se ve, no sólo en el gobierno que esta iglesia seguía en su nombre, sino también en la resolución que tomó el Capítulo, cuando se le intimó el breve sobredicho. Porque se alegó que podía eximirse de obedecer y cumplir lo mandado en él, puesto que ni Marco Antonio tenía ningún orden sagrado (y era electo Obispo Grossetano), ni ahora se empleaba en servir al Obispo (he aquí reconocido por tal a Juan Bautista) porque estaba ausente de la isla (estaba en París). Sin embargo, en atención a que era hermano del Cardenal, cuius reverendissimae dominationi, dicen, omnes praedicti toto pectore adictissimi cupiunt obsequi et morem gerere, acordaron dar a dicho Marco Antonio ex mera liberalitate sesenta libras anuales de la mensa capitular. He aquí cómo el Capítulo, al mismo tiempo que muestra cierta sumisión al Cardenal, no le trata como a su Obispo, sino sólo da este título a su sobrino Juan Bautista. Este lenguaje basta para desengañarnos del hecho. Porque no es posible que en Roma y en Mallorca estuviesen tan torpemente alucinados que reconociesen a dos Obispos a un tiempo mismo. Más adelante obtuvo dicho Marco Antonio un canonicato, cuya vacante por su muerte adjudicó el Capítulo, día 6 de noviembre de 1553, al mismo Obispo Juan Bautista. ¿Cómo es, pues, dirás ahora que el Papa supone corresponder al Cardenal la provisión de los canonicatos en la parte que correspondía al Obispo de Mallorca?

Respondo a esto que si tal le perteneciese por ser Obispo, de otro modo hubiera hablado el Capítulo en su resolución y otra acaso hubiera sido esta. Seguramente no se hubieran fundado sólo en las nulidades del provisto. Pero ¿cómo había de contar el Capítulo con que esta provisión la hizo el Cardenal como Obispo, cuando en su mismo acuerdo no le cuentan por tal, y cuando veían que el mismo Papa suponía ser otro el Prelado? Claramente diré lo que más claramente sabía entonces el Capítulo. El Papa nombró por Obispo de Mallorca a Juan Bautista Campegio; pero atendidos los méritos del Cardenal o por otros motivos, concedió a este parte de la administración o digamos de sus regalías; a la manera que el Rey de Aragón Alfonso V reconocía por Obispo de esta iglesia a Luis de Prades, y sin embargo nombró administrador de sus temporalidades a Alfonso de Borja. ¿Quién dirá por esto que Alfonso de Borja deba ser contado entre los Obispos de esta iglesia? Porque claro es que la jurisdicción en el gobierno es lo que constituye una prelacía, no el goce de sus preeminencias, no los encargos de puro provecho, no las encomiendas de favor. Así que, aunque el Cardenal Campegio estuviese autorizado por el Papa para dar todos los canonicatos de esta iglesia, mientras no se me exhiba una muestra de su jurisdicción episcopal en ella, mientras yo vea que hay otro Obispo reconocido por el Papa y por el Capítulo y que ejerce actualmente su jurisdicción por  medio de sus Vicarios generales, diré que el Cardenal Campegio no fue ni debe contarse entre los Obispos de Mallorca, sino cuando más entre sus protectores y valedores en la corte Romana.

El caso es que después de tan larga y embrollada cuestión venimos a parar en que en los veinte y siete años del pontificado de Don Juan Bautista Campegio ni hay nada que contar de él, ni vino acá siquiera. Estos y otros males nos acarrearon los grandes bienes que hizo el concilio de Trento a la iglesia de Dios. Sin embargo, notaré algo de lo bueno que hizo en todo este tiempo el Capítulo. A 15 de noviembre de 1535 mandó sacar de la sacristía una porción de plata, a petición de los Jurados, para que depositada en la tesorería de la universidad (la taula de Mallorca) sirviese de hipoteca para traer trigo con que remediar su carestía. Lo mismo hicieron en 1535 a 5 de septiembre para socorrer con gente armada a la villa de Mahón, invadida por el famoso Barbarroja con sus galeras y treinta navíos. En 1537 se fulminó pública y solemne excomunión contra el Lugarteniente del Rey Don Ximén Pérez de Figuerola, por no haber querido entregar un clérigo que tenía preso en su castillo. Otro abuso había por este tiempo, que era la frecuencia con que muchos, por huir de la autoridad episcopal, apelaban con frívolos pretextos al tribunal del juez nombrado por el Papa, año 1523; con lo cual lo que se había instituido para bien del clero, cedía en vilipendio y menosprecio de su cabeza. Para remediar esto, el Papa Paulo III concedió a Juan Bautista Campegio, electo Maioricensi, que sólo él y sus sucesores pudiesen nombrar en adelante estos jueces de apelaciones. Este breve, copiado en el Libro amarillo de la catedral, está fecho a 25 de noviembre de 1538, cuando aún vivía el Cardenal Campegio; por que veas cuán cierto es que el Papa trató siempre como Obispo al uno y no al otro. En 1541 vino acá Carlos V de paso a la conquista de Argel. De las circunstancias de este suceso, y de las demostraciones de alegría que hizo esta ciudad, se formó una graciosa relación en lemosín, que he visto en este mi convento, impresa el año siguiente: folleto de pocas hojas, y expuesto a perecer del todo, por lo que debieran reimprimirle los amantes de la literatura de Mallorca, siquiera para que se conserven los buenos versos latinos que entonces se compusieron. El historiador Mut, que tantos pormenores refiere de otras cosas, pudo aprovecharse a poca costa de lo que esta relación contiene. En 1546, a 3 de marzo, regaló a esta iglesia la cofradía de los marineros un relicario para la Santa Espina, el cual fabricaron de la plata de la lámpara que ellos mismos habían regalado en tiempo antiguo al altar mayor. También aceptó el Capítulo el mismo año, a 9 de octubre, unum pallium que ofreció el Virrey a la iglesia, de valor de más de cien ducados, el cual se decía que era parte de la penitencia que le impuso la Santa Sede por haber quebrantado la inmunidad eclesiástica, extrayendo ciertas personas refugiadas en la catedral. Del año 1549, a 25 de octubre, queda una resolución muy honrosa para el Capítulo, por la cual se abolió para siempre la elección del Obispillo en la vigilia de San Nicolás, y la solemnidad con que este hacía los oficios en el día de su fiesta, y en la de los Santos Inocentes. Efectivamente, había cosas indecentes en este rito, que era general en otras partes; lo cual se dirá otro día. De ese mismo año nos conserva la Consueta las noticias rituales siguientes: 1.a, resolvió el Capítulo que en adelante se celebrase con la solemnidad mayor (den aloy) la fiesta del nombre de Jesús: 2.a, que en la dominica III después de Pascua, se hiciese con el mismo rito la de nuestra Señora de Cura, que es una imagen venerada en la iglesia del monte de Randa: 3.a, que se celebrase igualmente la de San Antonio Abad, con un solemne aniversario por el alma de Gabriel Cerdá, Sacrista y canónigo, y por la del Cardenal Antonio Cerdá. Este último fue el Obispo de Lérida de mitad del siglo XV, natural de esta isla, y canónigo que había sido de esta iglesia, como consta de las Actas capitulares de aquel tiempo, del cual se habló en el Viaje de aquella iglesia. Dejo a los bibliógrafos Mallorquines la cuestión de si este ilustre personaje fue o no religioso Trinitario, como también la noticia extensa del famoso Cardenal Jacobo Puteo (Pou), de quien sin razón han dicho algunos que no fue Mallorquín. Porque además de otras pruebas terminantes, para creer que lo fue, basta ver la carta original, escrita toda de su mano, en lemosín, fecha en Roma a 13 de abril de 1541, en que da gracias a este Capítulo por haberle elegido canónigo y dádole posesión de esta prebenda, la cual obtuvo sólo hasta el año siguiente. Dicha carta anda suelta en el archivo. Otro de esta familia, llamado solamente en las Actas mestre Pou, Arcediano de esta iglesia, fue promovido al obispado de Catania, por cuyo motivo se halla que tomó posesión del arcedianato vacante el Cardenal Cornaro a 1.° de julio de 1513. Así lo dice el libro de la fábrica de ese año. Durante la ausencia de nuestro Obispo, ejerció casi siempre los pontificales Fr. Rafael Linas, de la orden del Carmen, Obispo Chrisopolitano, sucesor en este título de fray Galcerán de Cassanyach, de quien ya hablamos arriba. Linas comenzó en esta isla su oficio a 21 de diciembre de 1537, y continuó hasta 1557; a lo menos hasta entonces llegan sus memorias y licencias que le dieron los Vicarios generales del Obispo Campegio, entre los cuales se cuenta ya su tío Marco Antonio a 27 de diciembre de 1540, que es nuestro año 1539, porque todavía seguía y duró por mucho tiempo la costumbre de contar los años a Nativitate. Otro Vicario general tuvo, que fue Don Francisco Salazar, Obispo de Salamina, a quien el nuestro, desde Bolonia a 24 de diciembre de 1555, nombró su Vicario, sufragáneo, visitador y oficial. Vino acá, según dice el Registro de órdenes, lunes a 22 de junio del año siguiente. Cuál fuese su gobierno, y cuáles los cuentos y pleitos que hubo, lo ignoramos del todo. Sólo podemos conjeturar que serían muy graves por las noticias siguientes:

En acta de 9 de noviembre de 1556 nombró el Capítulo un nuevo abogado, además del antiguo, "attentis, dice, tot ocurrentibus necessitatibus et controversiis quibus agitatur ecclesia Maioricensis ac reverendum Capitulum et totus clerus Maioricensis, facto Rev. D. Episcopi Salaminensis.” Más es, que el mismo Obispo Campegio le revocó todos sus poderes y facultades por medio de su carta, fecha en Bolonia a 30 de marzo de 1557, por justos motivos, dice, animum nostrum non parum perturbantibus, instituyendo con la misma fecha por su Vicario general al canónigo Juan Pablo Varro, a quien manda que pague al de Salamina todos los emolumentos acostumbrados hasta nueva orden. Pocos días después, a 5 de abril, mandó que nada se le pagase. En todas estas cartas se intitula en su exordio el Obispo Campegio nobilis Bononiensis, Episcopus Maioricensis, y no más.

Desairado con esto aquel sufragáneo, partió de esta isla muy pronto; lo cual dice claramente una carta del Rey, fecha en Bruselas a 27 de julio del mismo año 1557, en que, después de dar gracias al Capítulo por el homenaje que le prestaron y por las rogativas y procesiones con que pidieron a Dios el acierto de su gobierno, añade: "Quanto a la quexa que teneis del Obispo de Salamina, que servia en essa iglesia de sufraganeo, no hay otro que decir, pues havemos entendido que ya está fuera de essa isla, sino que ha dias que trabajamos lo posible porque vaya a residir ahy vuestro Perlado, que lo embió; y no partiremos la mano dello, como es razon y havemos desseado, y desseamos como cosa que tanto conviene al servicio de Dios y bien dessa diócesi.”

No logró el Rey sus deseos de hacer venir acá el Obispo; antes este tomó el partido de renunciar el obispado en manos del Papa. Ignoro cuándo se verificó esto. Sólo sé que a 21 de diciembre de 1559 ya se trató en Capítulo si debería declararse vacante la Sede, atendida la fama pública de aquel hecho. Y al fin, a 16 de enero de 1560, subsistiendo todavía las dudas y opiniones diferentes de los juristas en cosa de tanta entidad, confirmó el Capítulo por su Vicario general al mismo canónigo Varro, que lo era del Obispo, para en caso de vacante. Esta duró casi dos años. En cuyo tiempo se hallaba aquí el Obispo de Alguer Don Pedro Vaguer, o Vaquer, a quien el Rey nombró Visitador del reino de Mallorca, encargándole el redresso de la tabla dessa ciudad; porque á mas de los muy muchos y grandes daños que se siguen por estar aquella de la manera que está, son mal pagados los officiales que aqui nos sirven. Esto decía el Rey en la comisión que le dio, fecha en Aranjuez a 28 de mayo de 1561. Esta carta se halla inserta en el proceso que se formó sobre el negocio, el cual he visto en el archivo real.

Diego de Arnedo, de quien se dice que fue natural de Huesca, colegial de San Clemente en Bolonia, canónigo de Monte Aragón, capellán del Rey Felipe II, Visitador de España durante el viaje de aquel Príncipe a Inglaterra, y que nombrado ya Obispo con motivo de no sé qué viajes, fue apresado por los Moros, y alcanzada finalmente su libertad vino a su iglesia. Todo esto dice Mut. Yo puedo asegurar que en el año 1554 estaba destinado por dicho Rey como uno de los seis clérigos que le debían acompañar en su expedición contra los Ingleses. Dícelo el célebre Juan de Arce en una carta a Don Antonio Agustín, de las que publicó Don Ignacio de Aso en 1775. También puedo alegar un documento tocante a su cautiverio, y es la Acta capitular de 19 de enero de 1562, en que se resolvió dar a dicho Obispo, ex mera liberalitate, 750 lib., atendidas las necesidades, dice, quas sustinet propter labores quos passus est pro servitio suae Catholicae Maiestatis Domini nostri Regis, pro deffensione nostrae Sanctae Fidei Catholicae in destructione de Algerbens, in qua fuit captus per Paganos, in magnum detrimentum bonorum suorum, et vilipendium suae reverendissimae personae. A este donativo añadió el Capítulo el préstamo de 1.500 libras. Todos estos trabajos pasaron durante el año 1561, al fin del cual vino el Obispo tan deseado, así por la noticia anticipada de sus buenas prendas, como por el largo tiempo que no vio esta grey la cara de sus Pastores. Tomaron posesión sus procuradores Nicolás Montanyans, Sacrista de esta iglesia, y Mateo Saforteza (ipsa, sa Forteza), día 20 de diciembre de 1561, según dicen las Actas capitulares y libro de la fábrica. Pero allí mismo queda notado que el Obispo desembarcó la noche antes en Sóller, donde permaneció hasta el día 22, en el cual vino a comer a la heredad de Raxa, propia de Mateo Saforteza, y a dormir al convento de Jesús. Al día siguiente hizo su entrada pública por la puerta Pintada, con grande acompañamiento, salvas de artillería y mucho regocijo del pueblo. En el juramento, que prestó en el lugar acostumbrado, uno de los testigos fue el Obispo de Alguer, de quien hablé más arriba. Correspondió el Prelado a las esperanzas de su pueblo. Porque luego trató de hacer una visita general de su diócesi, comenzando por la de la iglesia catedral, la cual emprendió el día 13 de mayo de 1562, precediendo en la noche anterior repique general de campanas, y saliendo a recibirle el clero, con cruz alta, a las puertas de su palacio. Las Actas de esta visita, que están en los libros de la curia, me han servido bien para algunas curiosidades rituales, y para conocer el estado de la fábrica de la iglesia catedral en aquel año. De todo se hablará otro día. Ahora sólo notaré que en el altar mayor de la catedral mandó renovar la Eucaristía cada quince días, como hasta allí sólo se hiciese cada mes: mandó hacer cien purificadores, no hallando ninguno, ni que se usase limpiar los cálices con ellos: item que se hiciesen bolsas para los corporales, que no había. Subió a la librería, et vidit illam bene stare. Hallando que en la sacristía había un libro, donde, junto con otras cosas, se notaban los nombres de los bautizados; pero sin expresar el de sus padrinos, mandó que se hiciese libro aparte, donde se notasen los padrinos y la parroquia de donde eran. Asimismo que hubiese libros de confirmados, y de los que confesaban y comulgaban por Pascua. Nada hallo mandado acerca de matrimonios, aunque por otra parte consta que se hizo de su orden. Quitó el abuso de dejar los santos óleos en casa de los enfermos, a quienes se daba la unción cuando les parecía que no se habían de sobresaltar; y mandó que se llevasen de la iglesia con toda veneración, cuando fuesen menester. La mayor parte de estas cosas, singularmente lo de los libros, se halla ordenado en la visita de todas las parroquias. En la de Santa Eulalia de esta ciudad ordenó quod nullo modo adhibeatur auctoritas ipsis scolaribus ad sacramenta ministranda: que las vinajeras para la misa fuesen grandes: cosa que también debía mandarse hoy día en algunas iglesias, donde reina en este punto, y en el de las luces, más economía de la que es debida: que se hiciese una piscina para arrojar el agua con que se levaban los corporales, qui locus, dice, appellatur Sacrarium: y que se concluyese la iglesia, que aún estaba por concluir. Baste de esto, que sería nunca acabar, en lo cual se ve el celo de este Prelado. No menos se descubre en los innumerables edictos que publicó durante su pontificado sobre reforma del clero, respeto a las iglesias, destierro de usuras, etc. Quiero acotar lo mandado en uno de 6 de julio de ese mismo año 1562 por la noticia que nos da de los trajes de aquellos tiempos. Mandó, pues, que los clérigos "daqui avant degan aportar la clotxa closa fins baix als talons, y capiro, y les robetes largas fins baix dels genolls, segons per los capitols sinodals es stat ordenat, ó manteu y sotana larchs fins als talons; y que no aporten calses, ni sabates tallades, ni letuguetes en els colls y braços de les camises; y que porten la barba feta de tal manera que no se puga notar esser larga.” También es digno de notarse lo que mandó en otro edicto, que el que ayuda a misa no do pau á algu fins que lo sant sacrament dels Cors precios é Sanc de Jhu. Xpst, no sia assunt, é que no presumexca dar pau ab la patena.

Por esta muestra de lo mucho que este Obispo trabajó en este solo año 1562, y por el esmero y diligencia que en ello se ve con que atendía a todo, conocerás cuán sensible me es el no haber dado con ninguno de los sínodos que seguramente debió celebrar. Y sin duda lo era una congregación de todo el clero de la diócesi en este mismo año, que reunido en el Capítulo de esta iglesia dio en subsidio caritativo 1.500 escudos de oro, a razón de treinta libras por escudo. Pero constitución sinodal no he visto ninguna. Dejando algunas otras memorias hallo que nuestro Obispo asistió al concilio provincial de Valencia, celebrado en 1565, para el cual nombró el Capítulo por sus procuradores y de todo el clero al canónigo Rafael de Villalonga y al presbítero Juan de Abrines. Este último es el santo confesor de la hoy Beata Catalina Tomás, que después fue hecho canónigo en 1570. De otro sínodo suyo del año 1567 hay memoria, cuya celebración debía ser en la semana de Pascua, según la antigua costumbre de la iglesia. Mas el Capítulo le rogó día 14 de marzo que lo difiriese para el mes de septiembre, por ser aquel tiempo más oportuno para la reunión de los párrocos. Llegado este tiempo el Obispo insinuó al Capítulo, día 29 de agosto, que aunque los canónigos no tienen por el derecho voto decisivo en los sínodos, desearía, sin embargo, que asistiesen al que iba a celebrar. Disputose sobre este derecho, y sin resolverse nada, el día 3 de septiembre el Obispo, prescindiendo del derecho de los canónigos, les rogó de nuevo que asistiesen al sínodo para aconsejarle en las cosas tocantes a la salud de las almas. Se resolvió que asistiesen los que quisiesen. A fines de 1568, no me acuerdo qué día, se leyó al Capítulo y este admitió el indulto del Papa Pío V para que los beneficios eclesiásticos de estas islas se diesen sólo a sus regnícolas: cosa ya mandada por Eugenio IV, pero que desde esta última época se ha observado constantemente hasta el día de hoy.

También se admitió aquí con más docilidad que en otras iglesias el nuevo Breviario Romano, según el mandato de San Pío V: re:solución que tomaron a 7 de diciembre de 1569, dándose comisión a algunos canónigos para que se escribiesen libros corales y se buscasen los demás códices necesarios para la mudanza del rito. Pasáronse casi tres años en estas diligencias, necesarias para poder cumplir lo mandado, que además debían ser muy gravosas a la iglesia; y a 5 de septiembre de 1572 resolvieron que el nuevo oficio empezase a regir desde el próximo Adviento. En tanto el Obispo se dispuso para un viaje, para el cual, y durante su ausencia, el Capítulo le concedió a 4 de enero de 1570 la percepción de los frutos que le pertenecían, y él pagó en 16 de marzo las 1.500 libras que aquel le había prestado. No consta circunstancia alguna de este viaje; sólo sabemos que a 14 de agosto de 1572 el Capítulo, sabedor por algunas cartas particulares de que había sido trasladado a la iglesia de Huesca, revocó la gracia que le había hecho sobre la percepción de frutos. Diose esto ya por tan sentado, que a 19 del mismo mes los Jurados pidieron al Capítulo y este consintió en que se escribiese al Rey para que nombrase por Obispo sucesor al Arcediano de esta iglesia Gregorio Çafortesa (: Saforteza), que era natural de la isla. Túvose noticia cierta de la renuncia del obispado a principios del año siguiente 1573, y a 16 de enero ya se nombraron los oficiales Sede vacante. Esta misma renuncia consta de una bula de Gregorio XIII de 6 de marzo de ese mismo año, por la cual, a instancia de Felipe II, se aplican todas las rentas de la vacante a la fábrica del templo, quod, dice, adhuc imperfectum conspicitur, et plurimum deest ut fabrica ipsa absolvatur. Olvidábaseme que en 1572 a 4 de noviembre se dio posesión de un canonicato al sabio Mallorquín Miguel Tomás Taxaquet, que era ya Sacrista y después fue Obispo de Lérida. También se me pasó que a 5 de diciembre del mismo año se abolió el rito de la Sibila en la noche de Navidad, de lo cual se dirá en lo de ritos. El sucesor fue

Juan Vich y Manrique, de ilustre familia, natural de Valencia. Era hijo de Don Luis de Vich y nació en el monasterio de la Murta, junto a Alcira, año 1530, en la celda cuarta antes del coro. Dícelo una nota coetánea de un monje en las cubiertas de la Biblia políglota que él regaló después a aquella casa. El Papa Gregorio XIII le promovió a esta iglesia, para cuya posesión dio poderes en aquella ciudad día 25 de mayo de 1573 a Francisco Ferrer, beneficiado de la parroquia de San Esteban, el cual desempeñó aquí su comisión día 15 del octubre siguiente. No sé en qué se fundan los que llaman al nuevo Obispo Arcediano de Barcelona. En las bulas que presentó su apoderado sólo se le supone perceptor de los frutos del curato de Jijona (leo Gijona), y de una pensión sobre el arcedianato de Játiva, cuya continuación le concede S. S.

Llegó a este puerto día 5 de octubre de 1574 en las galeras de Don Sancho de Leiva, y habiendo dormido en el monasterio de Jesús, hizo al día siguiente su entrada pública y juró las constituciones de su iglesia, de la cual no se separó un momento por espacio de treinta años, hasta que salió para ocupar la silla de Tarragona. De las muchas memorias de su piedad y celo pastoral, que harán eterno su nombre en la historia de esta iglesia, sólo apuntaré una u otra que haga con la disciplina o historia general, porque agotarlo todo es obra inmensa y poco provechosa. Y este mismo plan seguiré en la relación de los pontificados siguientes, en los cuales, después de fijadas bien sus épocas, que es lo importante, lo demás añade poco o nada a las costumbres de nuestros días. A 12 de septiembre de 1575 estableció con el Capítulo una grande y notable solemnidad en la fiesta de la Concepción de nuestra Señora, la cual se mandó anunciar ocho días antes con repiques de campanas, bandera en la torre y otras señales, y que su procesión se hiciese como la del Corpus, en la cual fuesen algunos muchachos vestidos como ángeles, llevando algunos atributos de nuestra Señora. Igualmente se mandó que en todas las iglesias y monasterios sujetos al Ordinario se hiciese todos los días después de completas conmemoración de la Concepción con la antífona Tota pulchra. A 24 de diciembre del mismo año rogó al Capítulo que se hiciese la representación de la Sibila en los maitines de Navidad y se cantasen algunas cantinelas devotas, como se hacía en otras iglesias, señaladamente en la de Valencia, y el Capítulo consintió en que así se hiciese. Este es el origen de los villancicos en esta iglesia.

En 1577 a 1.° de enero está fecho el breve con que el Papa Gregorio XIII concedió que fuese altar privilegiado en esta catedral el de San Pedro; y esto a instancia de Miguel (Tomás Taxaquet), Obispo de Lérida. Que sólo porque se vea que en dicho día era ya Obispo este grande hombre, he notado esta bagatela histórica. Son frecuentes en los años siguientes las noticias de las dádivas con que nuestro Obispo enriqueció la iglesia. En 1580 se trató en Capítulo de un tabernáculo que quería regalar para llevar en las procesiones las reliquias. La Consueta de la sacristía nos recuerda que ese mismo año regaló un rico frontal, en 1586 dos ternos completos y en 1597 una figura de plata de San Vicente Ferrer. De su orden dispusieron el canónigo Rafael Alberti y Onofre Oliver, rector de San Miguel, un nuevo Manual de los sacramentos y otros ritos, que se imprimió aquí mismo en 1601 por Gabriel Guasp en 4.° Igualmente recuerdo aquí lo que ya se dijo en lo de la fábrica de esta catedral, cuya conclusión se debe a este Prelado. Mas todo este conato que puso en la parte material de su iglesia, no le estorbó la atención a la parte más principal de su ministerio. Y así son continuas las memorias de haber predicado en la catedral, de las visitas que hizo en ella y en la diócesi, de los edictos que publicó, de los entredichos que puso y de los sínodos que celebró. Cada uno de estos artículos, descrito por menor, haría crecer mucho esta carta. De los sínodos sólo tenemos impresos los de los años 1588, 1592 y 1597; y de ellos se dirá con extensión en su propio lugar, si logro ver algún ejemplar. En 1593 a 7 de mayo se resolvió que se hiciesen tres procesiones solemnes de rogativa pro electione Regis regni Franciae, quae fieri debet, et aliis laboribus et vexationibus quibus affligitur dictum regnum (Act. cap.)

El mismo año a 23 de diciembre se resolvió que se pudiesen decir en esta catedral misas rezadas en la vigilia de Navidad, como ya se decían en todas las iglesias y monasterios de la diócesi, puesto que no se encontraba el porqué de la costumbre antigua de no decirse en ella en este día más que la conventual. (Ib.)

En 1594 a 6 de septiembre murió el Virrey de este reino Don Luis Vich, hermano de nuestro Obispo, y se dispuso el entierro magnífico cual correspondía. (Ib.)

En 1595 a 31 de marzo se acordó admitir en la iglesia la música de ministriles para las fiestas solemnes. En el año siguiente se mandaron renovar las constituciones pro choro, colgadas, según costumbre, en el mismo en una tablilla, quitándose las ya desusadas, entre las cuales cuentan la de vestibus nigris deferendis. Igualmente se prohibió la entrada en el coro a los beneficiados teólogos que no hubiesen todavía defendido sus conclusiones, cuyos actos se tenían en el Capítulo. Finalmente, concedieron a algunos presbíteros la gracia capae pelliceae et mussae alfodratae quibus privati fuerant. (Ib.)

Si estas pequeñas noticias sirven para conocer las costumbres de aquel tiempo, no es menos útil por otro ramo otra acta capitular del 18 de septiembre de 1602 que dice así: "Proposuit Illmus. D. Episcopus quandam declarationem factam a SS. D. N. Papa Clemente (VIII), in qua damnat quandam propositionem circa modum confitendi peccata per internuntium et scripturam, et recipiendi absolutionem sacramentalem in absentia confessoris: volens quod praebeant votum et consilium, si illam publicari conveniat. Et conclusum quod publicetur, signanter quia prohibetur in illa disputatio.” A los defensores de Suárez toca responder a este argumento insoluble de la real y verdadera condenación de aquella opinión. A principios del año 1604 se disponía nuestro Obispo para un viaje al continente, por cuyo motivo resolvió el Capítulo a 26 de marzo enviar a Valencia por los Santos Oleos. Este viaje era para ir a Tarragona, a cuya Silla metropolitana había sido trasladado, y de la cual me consta que tomó posesión a 16 de agosto de ese mismo año, y donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 4 de marzo de 1611, habiendo llegado a ser el Prelado más anciano de toda España. Seis días antes de que tomase la posesión de la nueva Silla, se trató ya en esta de su vacante y de la elección de Vicarios generales, es a saber, a 10 de agosto de 1604, en lo cual hubo cuentos muy pesados, hasta que el Arzobispo de Valencia por derecho de Metropolitano, nombró Vicario general al Arcediano Gregorio Çafortesa.

Alfonso Laso Sedeño, trasladado a esta iglesia de la metropolitana de Cáller a 1.° de diciembre de 1604, que es la fecha de la bula. Hallábase en Valladolid, donde a 11 de abril de 1605 dio poderes a Pedro Benneser para tomar posesión de este obispado, y este lo verificó a 17 del junio inmediato. Llegó a este puerto día 30 de agosto, e hizo su entrada solemne el 1.° de septiembre. A 11 del mismo mes consagró a su sucesor en el arzobispado de Cáller, que se hallaba aquí de Inquisidor, y se llamaba Don Francisco Esquivel, nombrándose para este acto, a falta de Obispos asistentes, dos de las dignidades de esta iglesia. Todo esto es de las Actas capitulares y de otros documentos originales de este archivo, como también la noticia de haberse dado posesión del primer canónigo tesorero en 1607. En ese mismo año pidieron los Jurados fieri peregrinos pro sterilitate temporis. Et fuit conclusum, dicen las actas, quod D. canonicus Caller cum aliis presbiteris sibi bene visis proficiscantur domum B. Mariae de Luco, et factis devotionibus redeant ad civitatem.

Murió pronto este Obispo, es a saber, hacia las doce horas del día 21 de agosto de ese mismo año 1607. Según indican las Actas de ese día, parece que se enterró en la capilla de San Pedro. Dícese que fue Virrey de Mallorca.

Fr. Simón Bauça, natural de esta ciudad, religioso Dominico, educado en el convento de Valencia en la escuela de San Luis Bertrán. Siendo Provincial de Tierra Santa fue promovido a esta Silla, cuya noticia llegó aquí a 15 de noviembre de 1607. Tomó posesión de ella a 16 de mayo del año siguiente por medio de su procurador Juan Estelrich, canónigo y Sacrista de la iglesia, a la cual vino personalmente día 12 del junio inmediato, y empezó a visitar a 7 del próximo septiembre. (Act. cap.)

En el año 1609, a 11 de agosto, al mismo tiempo que se decretaron rogativas públicas por el riesgo que amenazaba la armada de los Moros que estaba en Menorca, se ofreció el clero a servir con sus personas en el peligro común, nombrándose al efecto capitanes del ejército clerical, levantando estandartes, et cetera. (Ib.)

En 1612, a 12 de marzo, llegó a esta ciudad Don Lorenzo Nieto, Abad que fue de Monserrate, de tránsito para su obispado de Ales, en Cerdeña (Ib.)

En 1614 visitó de nuevo la catedral: cosa que repitió otras veces años adelante; y en el de 1620, a 18 de mayo, partió para Menorca con el mismo objeto (Ib.)

En 1615, a 19 de agosto, el P. Fiol, Jesuita, presentó al Capítulo una arquilla llena de reliquias halladas en Cáller el día 22 del julio anterior. Más adelante hablaremos de otras reliquias encontradas por este tiempo en aquella misma ciudad (Ib.)

Hasta estos años se acostumbraba hacer anualmente la bendición de los frutos de toda la isla en el monte de Randa, que la domina toda, o en la mayor parte. Esta práctica, que debía ser de mucha incomodidad, se quitó en 1616, día 13 de abril, mandándose que se hiciese en uno de los bastiones de esta ciudad con procesión general (Ib.)

En 1617, 16 de junio, se dio posesión de su convento de Santa Teresa a las religiosas fundadoras del mismo (Ib.)

Poco después, a 1.° de noviembre, se resolvió hacer solemne entierro al cadáver del célebre hermano Jesuita Alonso Rodríguez, cuya beatificación se promovió con calor años adelante (Ib.)

También es del mismo año la separación que procuró y consiguió este Obispo de una de las dos prebendas canonicales que hasta entonces estuvieron anejas a la dignidad episcopal, cuya gracia en favor del doctor Nadal Sentandreu presentó al Capítulo día 22 de septiembre. Desde entonces los Obispos sólo perciben una prebenda canonical (Ib.)

En 1617 aprobó el Obispo las nuevas constituciones hechas por los Jurados para reforma de la casa de educación fundada por el canónigo Genovard y Sor Isabela Cifre (Curia episc.)

En 1619, a 19 de junio, llegó acá el Príncipe Filiberto, hijo del Duque de Saboya.

En 1620, a 13 de junio, se mandó cantar el Te Deum, en celebridad de haber sido promovido al obispado de Jaca el canónigo y Sacrista de esta iglesia Juan Estelrich: cuya muerte se anunció al Capítulo a 25 de mayo de 1626 (Act. cap.)

El mismo año 1620, a 3 de enero, llegó a este puerto Don Fr. Antonio de Govea, Agustino Portugués, Obispo de Sirenay, como dice un libro de notas sobre lo ocurrido en los principios de este siglo (Archivo de la catedral), el cual añade que venía a Madrid por Embajador del Rey de Persia, que era de edad de 56 años, y que después de haber predicado en la catedral día de Reyes, prosiguió su viaje el día 9 del mismo mes.

Nuestro Prelado murió de edad de 71 años, en su palacio, de apoplegía, una hora antes de amanecer del día 5 de diciembre de 1623 (Ib.), y fue enterrado en el convento de Santo Domingo de esta ciudad, bajo el presbiterio de su iglesia. De los sínodos que celebró en 1611 y 1619 se dirá en su lugar. Construyó en su palacio un salón, donde colocó los retratos de sus antecesores; en los cuales hay que hacer alguna reforma. Sus limosnas, vida penitente, sermones frecuentes, etc., dirán otros a quienes toque proponer los Prelados como modelo de virtud.

A 23 de agosto de 1624 llegó la noticia de estar electo por sucesor Don Félix de Guzmán. El mismo avisó poco después al Capítulo que había aceptado el nombramiento. Con todo eso no tuvo efecto, y el sucesor fue

Baltasar de Borja y Velasco, hijo de Don Francisco de Borja, Marqués de Lombay y Duque de Gandía. Nació en Berlanga, y fue educado por su tío el Beato Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia, donde obtuvo un canonicato y el arcedianato de Játiva, con cuyos dictados gobernó aquel arzobispado en la vacante de su tío. Fue electo para esta Silla a fines del año 1625; mas no tomó de ella posesión hasta el día 3 de febrero del año siguiente, por medio de su procurador Juan Bautista Polina y Ciurana, después de prestar el juramento el día 28 del anterior. Sé que dio sus poderes estando en Madrid, mas no el día. Llegó a este puerto a 15 del abril inmediato, y al día siguiente hizo su entrada pública. Luego se dedicó a visitar su diócesi; cosa que repitió en 1628, en cuyo año fue hecho Virrey de este reino y juró como tal a 23 de mayo, una hora después de puesto el sol. En el mismo año celebró un sínodo, del cual he visto citar una u otra constitución en el que celebró el sucesor en 1636. Otro quiso celebrar en 1630, cuya convocatoria está fecha a 21 de junio, y cuya celebración señaló para el día 25 de agosto inmediato. Pero una muerte repentina le atajó los pasos algunos días antes, en la edad de 44 años, a 11 de julio del mismo año. Esto dice el sermón que predicó dos días después en sus exequias el padre Juan Bautista Escardó, Jesuita, que se imprimió luego, dedicándolo al Cardenal Don Gaspar de Borja, hermano del difunto. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro en la raíz de la pared al lado del evangelio, sin losa ni inscripción. Hánme informado que hasta pocos años había en la pared un paño con su escudo de armas. Ahora sólo se conoce que lo hubo en la mayor blancura de los sillares que él cubría. He visto varias firmas suyas originales y siempre decía: Don Baltasar, Obispo de Mallorca. Sucediole

Fr. Juan de Santander, Vizcaíno, de la orden de San Francisco, de cuya promoción a esta Silla hubo ya aquí noticia por carta del canónigo Berard al Capítulo, escrita desde Madrid a 23 de octubre de 1630, que debe ser la época de su nombramiento; pero no tomó posesión hasta el año siguiente a 2 de septiembre por medio de su procurador Marcos Talledo. Llegó a esta isla a 5 de marzo de 1632, y dos días después hizo su entrada pública. Luego emprendió la visita de su catedral y diócesi, la cual repitió en 1637 y 1639. También visitó la isla de Menorca en 1638.

Contribuyó mucho a apagar la discordia que reinaba en esta ciudad entre los vecinos de su parte alta con los de la parte baja, que se llamaban los Canamunts y Canavall (casas de arriba y casas de abajo), cuyas paces concertó y publicó día 11 de octubre de 1632, aunque posteriormente se reprodujeron estos odios civiles, cuyo origen no sé. Durante la ausencia del Virrey de estas islas fue nombrado su Lugarteniente, y en calidad de tal prestó su juramento a 12 de octubre de 1637. La memoria más duradera de su gobierno es el sínodo impreso que celebró en 1636, del cual diremos otro día. Murió a 24 de enero de 1644. Todo lo dicho es de las Actas capitulares. En los registros de su curia he visto que firmaba siempre con su nombre y apellido. Está enterrado en el convento de su orden en esta ciudad.

Hasta aquí me permitió la salud continuar mis investigaciones en la serie cronológica de los Obispos y averiguación de sus hechos principales. Para completarla hasta el día me he valido de algunos apuntes que tiene hechos el presbítero Don José Barberi, de cuya exactitud y diligencia hablé ya en mis cartas anteriores.

Fr. Tomás de Rocamora, natural de Orihuela, religioso Dominico. Llegó a Mallorca a 30 de abril de 1645 en dos galeras de Nápoles y al día siguiente hizo su entrada pública. Dedicose luego a sosegar y concordar enteramente los ánimos y partidos que dijimos de los Canamunts y Canavalls, cuyas paces solemnizó día 31 de agosto del mismo año por medio de escritura pública, Te Deum, torneos y otras demostraciones. Influyó mucho en ello por la autoridad que también ejercía de Virrey en esos primeros años. Quedan ilustres memorias de su celo y caridad, particularmente en la gran carestía de 1647, llamado todavía el any dels trezets, por la escasez con que se repartía el pan, y en el contagio que se padeció en 1652. Murió día 15 de noviembre de 1653 a los 57 años de su edad, y se enterró en el convento de mi orden de esta ciudad. La sacristía de su catedral conserva varias alhajas que le regaló.

Miguel Pérez de Nueros, Aragonés, fiscal en el supremo consejo de Aragón. Tomó posesión de esta Silla a 1.° de octubre de 1655 y murió a los cuatro meses, es a saber, a 12 de febrero de 1656. Enterrose en el plano del coro de esta iglesia.

Diego de Escolano, que había sido canónigo de esta iglesia desde el año 1634 hasta 1652, de donde pasó a Inquisidor de Llerena y sucesivamente de Toledo y fiscal y consejero de la Suprema. Promovido a esta Silla tomó de ella posesión a 15 de noviembre de 1656. De su gobierno, que le duró cuatro años, nos queda el sínodo impreso que celebró en 1659, del cual se dirá. Su última memoria en los Registros de la curia es de 13 de septiembre de 1660, y a 22 del mismo mes ya vacaba la Sede por promoción del Prelado a la de Tarazona, de la cual se dice que pasó a la de Segovia y últimamente a la de Granada.

Pedro Fernández Manjarres de Heredia, natural de Sevilla, Inquisidor de Cerdeña y de la Suprema. Tomó posesión de este obispado a 21 de septiembre de 1661. Su primera memoria en la curia es de 28 del mismo mes. Allí vi también copiada ad longum su visita ad limina, fecha a 27 de enero de 1663, con una relación de todas las reliquias que poseía entonces la catedral, que se manifestaban al pueblo y llevaban en procesión por el ámbito de la iglesia el día segundo de Pascua de Resurrección. Quedan también del mismo muy sabios edictos, entre ellos uno para cortar el abuso de los gastos que se hacían en los velos y profesiones de monjas. Murió a 26 de diciembre de 1670, y se enterró en el coro de la catedral.

Bernardo Luis Cotoner, natural de esta ciudad, canónigo de esta iglesia, a la cual fue después trasladado desde la de Arborea, en Sicilia, en 1671. Tomó posesión a 26 de diciembre del mismo año, y la gobernó hasta su muerte, acaecida a 18 de enero de 1684. La principal memoria que queda de su celo fue lo que trabajó en ajustar cierta concordia entre el clero y el reino sobre contribuciones. Tiene su entierro en la capilla de San Pedro a mano derecha, donde se erigió un monumento de mármol, trabajado en Italia con esta inscripción: "D. D. Bernardo Cotoner, illustrissimo Balearium Presuli, animi magnitudine, pietatis officio, sapientie decore coruscanti. Virtus in eo mirabilis ad canonicatum potiori Capituli adclamatione evexit: dein ad archiepiscopatum Arborensem, tandem micanti infula cingens in hac sua insula Palme. Qui tumultuantibus regni undis firma atque imobilis rupes permansit, ecclesiastica libertate mirifice exaltatâ: suorum fratrum gloria potitus, tum alterius in Sicilia fidei Questoris, tum alterius alteri in magno Hierosolym. magisterio sine mora subsequentis; anno 1684 septuagenarius sua ipsa gloriosior obiit; nam ut moriens viveret, vixit ut moriturus. Exiguum meritis redditur hoc monimentum, ac sempiternos honores persolvit fama perennis.”

Sobre los motivos de las persecuciones que padeció, indicadas en esta inscripción, dicen que escribió un tratadito el historiador Vicente Mut, el cual no he podido ver. En la misma se mencionan dos hermanos suyos grandes Maestres de la orden de San Juan, uno de los cuales envió desde Malta a esta iglesia una reliquia de Santa Rosalía a 30 de enero de 1678. Otro hermano menciona que fue Inquisidor en Sicilia, cuya noticia me pone en alguna confusión sobre las notas que tomé de Actas capitulares y Registros de órdenes, las cuales pondré aquí de todos modos y los naturales del país podrán averiguar a cual de los dos hermanos pertenecen.

A 1.° de marzo de 1613 se da posesión de un canonicato en esta iglesia a Bernardo Cotoner. (Act. cap.)

En 1625 a 29 de mayo Bernardo Luis Cotoner, canónigo y consultor ordinario de la inquisición de Mallorca, estando para marchar a la corte, nombró por sus apoderados a los dos hermanos Gerónimo Togores, canónigo, y Albertín Togores. (Reg. de la curia episcopal del tiempo de Don Baltasar de Borja, fol. 122).

En 1626 a 13 de febrero proposuit (dicen las Actas) inquisitor Cotoner se recessurum a presenti insula ad civitatem Sardiniae, ad quam fuit electus; qui se obtulit servire praesenti Capitulo.

En 1629, día 23 de noviembre, el citado Obispo Don Baltasar de Borja, a instancia de dichos apoderados, mandó registrar en su curia la nómina y certificación de las reliquias que el mismo Bernardo Cotoner trajo desde Cerdeña acá pasando a la corte, y son: primero, un certificado que da el canónigo de Cáller Cosme Scarchoni, fecho a 17 de enero de 1629, de que dicho día se habían entregado al señor Cotoner varias reliquias halladas en los años 1625 y los dos siguientes en la basílica de San Saturnino e iglesia de San Lucífero, siendo Scarchoni Vicario, Sede vacante. Son cuarenta y ocho reliquias, todas insignes, las cuales no digo porque no estoy seguro de que sean exactas las copias en los nombres de los Santos; las hay de San Saturnino M., S. Lucífero, Arzobispo de Cáller, San Fructuoso, San Gregorio M., San Bartolomé, Santa Cecilia y San Antíoco, lector, cuya inscripción sepulcral copian: segundo, otro certificado de 27 del mismo mes y año, dado por el Arzobispo de Cáller Don Fr. Ambrosio Machín, de haber entregado al señor Cotoner, que se hallaba en aquella ciudad como Inquisitor pro sua maiestate, los cuerpos de San Fortunato M. (cuya fiesta es a 28 de marzo) y de San Honorato M. (que es a 13 de enero), los cuales fueron hallados junto a la basílica Constantiniana, intitulada de San Saturnino, extra muros de Cáller. (Reg. cur. episc. laud.)

Bernardo Luis Cotoner, con carta fecha en Madrid en 1630 (dejando en blanco el mes), avisa al Capítulo que el Inquisidor general le había nombrado Inquisidor de Zaragoza, plaza de las más estimadas y procuradas de España. Añade que pensaba partir a su nuevo destino antes de la Cuaresma. De modo que su nombramiento fue a principios de ese año. La carta está original en el archivo de esta iglesia. Esto es lo que dije que quería dejar notado. En la vacante de este Obispo fue Vicario general Raimundo Sureda, canónigo de esta iglesia y Obispo Oropiense.

Pedro de Alagón, natural de Cáller, canónigo de aquella catedral, Obispo de Ampurias y Arzobispo de Oristán, de cuya última iglesia fue trasladado a la nuestra y tomó posesión a 18 de abril de 1685. Visitó la catedral en 1690, y en el siguiente tuvo un sínodo que se imprimió y es el último de los celebrados en la diócesi. En el mismo año 1691 con comisión Apostólica erigió en universidad lo que antes sólo era un estudio general, de la cual es canciller nato el Obispo. Otro gran bien hizo con la fundación del Seminario conciliar que verificó en 1700, intitulándolo de nuestra Señora y de San Pedro. Después de lo cual murió a 3 de mayo de 1701. Parece que este Prelado quiso ejercer alguna jurisdicción en el hospital general, lo cual debió ocasionar algún pleito en la curia Romana, puesto que se halla una sentencia impresa dada por el auditor del Papa Francisco Barberino, en que manda al Obispo de Mallorca que se abstenga de visitar y entrometerse en dicho establecimiento, que dice estaba ya de inmemorial exento de su jurisdicción y sujeto a la real. He visto en los Capuchinos de esta ciudad un ejemplar impreso de esta sentencia, cuya data es de 26 de julio de 1690.

Fr. Francisco Antonio de la Portilla, Vizcaíno, religioso Francisco, de tanto crédito en su orden, que llegó a tener la mitad de sus votos para General de la misma: disputa que cortó él mismo, renunciando con humildad, para que lo fuese su competidor. Tomó posesión de esta Silla día 28 de julio de 1702, en cuyo gobierno dejó buenas memorias de su caridad. Los cuatro últimos años de su obispado estuvo en Barcelona (acaso con motivo de las guerras de sucesión), y allí murió a 7 de junio de 1711. Trájose acá su cadáver, como él había ordenado, y se le hicieron las exequias a 7 de julio, y fue enterrado en la capilla de la Concepción, de San Francisco. Todo esto se lee en el sermón fúnebre que anda impreso, y predicó el maestro Fr. Mariano Mauro Risón, Carmelita.

Atanasio de Esterripa, Vizcaíno, catedrático de Alcalá y canónigo de aquella colegiata, después auxiliar de Toledo con el título de Obispo de Licopoli, y presidente del Consejo de Hacienda. Hallábase en Barcelona cuando murió el antecesor, quien muchas veces le había rogado que viniese a visitar estas islas. Estaba ya electo Obispo de esta Silla el día 7 de julio de 1711, cuando se hicieron las exequias del antecesor, como consta de su sermón, que se dedicó al electo. Tomó posesión a 23 de julio del año siguiente, y falleció a 5 del mismo mes de 1721. En los volúmenes de Varia de este mi convento queda una pastoral suya del año 1717.

Juan Fernández Zapata, natural de Aguilar de Cervera, en Navarra. Tomó posesión de esta Silla a 23 de julio de 1722, y la gobernó con mucho celo, que según dicen tocó en severidad y ocasionó muchos disturbios. En 1729 fue promovido al obispado de León, y yendo a su nueva iglesia murió en la villa de Aniago a 12 de octubre del mismo año, y fue enterrado en la cartuja inmediata. En la vacante de nuestra iglesia había sido nombrado Obispo sucesor Don Francisco de la Torre Herrera de Roncesvalles, el cual, muerto Zapata, fue promovido a la iglesia de León, sin tomar posesión de esta, en la cual sucedió

Fr. Benito Pañelles y Escardó, natural de Villafranca de Penades, monje Benedictino y Abad del monasterio de San Feliu de Guixols. Tomó posesión del obispado a 7 de octubre de 1730 por su procurador el canónigo Gabriel de Salas, y murió a los trece años de su gobierno. Tiene su sepulcro en la capilla de San Benito, antes de nuestra Señora de los Navegantes, al lado del evangelio, con esta inscripción, que conserva algunas noticias de su vida: "D. O. M. = Siste viator et lege. Hoc sepulchro, quod adhuc vivens extruxit sibi D. D. Frater Benedictus Pañelles et Escardó, ordinis divi Benedicti, non omnino mortuus requiescit. Mori quippe omnino non potuit, qui mortuus vixit antequam moreretur. Ex optimo Abbate divi Felicis Guixolensis melior evassit Maioricarum Antistes. Cuius obitu amissit Salmantica magistrum, heroem Benedictina religio, filium Gotholaunia, Maiorica patrem. Vade viator, et apud divum Benedictum, cui, quod vides, sacellum patri gratus dicavit filius, ornavitque, bonum pro Benedicto filio apprecare votum. Discessit a nobis die 26 Novembris 1743, cum vixisset annos 74.”

Josef de Zepeda, natural de la Puebla de Montalvan (Montalbán), diócesi de Toledo, Inquisidor de Valencia por espacio de veinte y dos años, de donde fue promovido a esta Silla. Tomó posesión a 24 de septiembre de 1744 por medio de su procurador el canónigo Nicolás de Salas. Vino acá, e hizo su entrada a 15 de mayo del año siguiente. En 26 de julio de 1746 consagró la mesa del nuevo altar mayor, puesto en lugar del que cuatrocientos años antes había construido su antecesor Berenguer Batle. En un certificado original, que he visto en los libros de la curia, consta que el Papa Benedicto XIV, a 19 de enero de 1750, le preconizó Obispo de la iglesia de Coria, vacante por muerte de su último Obispo Don Josef Madaleno. Murió en Madrid a 17 de enero de ese mismo año, a los 63 de su edad. Este Prelado, devoto y humilde, decía ordinariamente que su mejor entretenimiento eran libros, pinturas y flores. Lo cual basta para formar idea de su carácter.

Lorenzo Despuig, natural de esta ciudad, y canónigo de su catedral desde el año 1728. Nueve años después pasó a la corte por negocios de su iglesia y clero, en cuyo tiempo le encargó el Rey que acompañase al Infante Don Felipe a Italia. Otro viaje hizo a Roma cuando fue promovido a esta Silla, con cuya ocasión el Papa le condecoró con los títulos de Prelado doméstico, asistente al solio pontificio y Protonotario Apostólico. Consagrose en aquella capital, en la iglesia de Monserrate, a 3 de mayo de 1750. Hizo acá su entrada solemne a 3 de enero del año siguiente. Era muy generoso, particularmente con los pobres. Visitó dos veces la isla de Menorca. De algunos disturbios que sobrevinieron en esta ciudad sobre las cosas de Raimundo Lull, tomó la corte ocasión para trasladarle a la Silla de Tarragona, para donde salió de aquí a 14 de marzo de 1763, y donde murió el año siguiente, a los 58 de su edad, como se dijo en su lugar. En esta Silla le sucedió

Francisco Garrido de la Vega, natural del lugar de Monte Berducido, de la diócesi de Tuy, el cual, después de varios cargos eclesiásticos, era cura de la parroquia de San Andrés de Madrid cuando le nombraron Obispo de esta iglesia. Tomó posesión a 28 de septiembre de 1763 por medio de su apoderado el canónigo Juan Despuig: llegó a esta isla a 2 del diciembre inmediato. Portose con mucha prudencia en las circunstancias críticas y disputas ruidosas en que halló envuelto a este pueblo por la causa que dije antes. Costeó la obra nueva del Seminario Conciliar, y dejó otras memorias en los reparos de iglesias y monasterios. Finalmente, fue trasladado a Córdoba, a donde llegó por el noviembre de 1772, y donde murió de allí a cuatro años, día 20 de enero, sin poder tomar posesión del arzobispado de Sevilla, a que había sido promovido.

Juan Díaz de la Guerra, natural de Jerez de la Frontera, Auditor de la Rota Romana. Era de edad de 46 años cuando le nombraron para esta Silla. Consagrose en Roma a 28 de junio de 1772. Hizo acá su entrada solemne a 15 del octubre siguiente. Era hombre de grandes empresas. Hizo reimprimir aquí la suma de Santo Tomás, que quedó incompleta; y hubiera sido muy cómoda para los ancianos de vista muy cansada. Estableció la biblioteca episcopal con la dotación correspondiente. Fomentó mucho la casa de las niñas huérfanas. Gastó sumas crecidas en el puerto y lazareto de la Alcudia, y desecación de un pantano. En los cinco años que le duró el obispado sostuvo con tesón la observancia de los decretos pontificios tocantes a las cosas de Lull, y principalmente de la bula de Gregorio XI, cuya copia incluyo, conforme existe en la catedral de Gerona (a: Ap. núm. VIII.). Lo cual le ocasionó una nube de contradicciones y disgustos, que al fin pararon en su promoción al obispado de Sigüenza, la cual se verificó en el mes de junio de 1777, habiendo salido de esta isla para la corte a 15 del marzo anterior. Murió en su nueva iglesia día 29 de noviembre de 1800, a los 73 años de su edad. Algunos que conocieron acá a este Prelado no cesan de alabar su vastísima erudición.

Pedro Rubio Benedicto y Herrero, natural de Santa María del Campo, diócesi de Cuenca, promovido a esta iglesia en 1777, y consagrado a 10 de mayo del año siguiente en Madrid, de donde vino acá a 13 del julio inmediato, e hizo su entrada a 25 del mismo. En los diez y seis años que le duró el gobierno predicó casi todos los domingos. Congregaba anualmente el clero por medio de edictos para hacer ejercicios en la casa de la Misión. En esto pararon los sínodos antiguos. Era muy limosnero, y contribuyó a las fábricas de la iglesia de los PP. Cayetanos, la cual bendijo, y a la de los Capuchinos, que consagró. En su catedral levantó a su costa un hermoso baptisterio, donde se ven buenas pinturas del Valenciano Blanes, y esta inscripción del Mallorquín Bartolomé Pou: Jesu Christo, humanae labis vindici, expiatorique Sacrum. Maioricensis Ecclesiae Episcopus Petrus Rubius Benedictus in hoc sacello aere suo elegantius e marmore concinnato, picturisque lustralibus decentius instructo, Palmae in aede maxima sacra Balearium, baptisterium princeps in reparatione salutis humanae MDCCXCIV. erga Baleares charitatis suae M. P. C. Esta capilla está al pie de la iglesia, en el hueco que debía servir para una de las puertas del frontis principal. En 1782 hizo la visita de Menorca, y creo que es la última que en aquella isla han hecho los Obispos de Mallorca, porque poco después logró ya tener Obispo propio. En 1788 realizó el plan beneficial de todas las parroquias de su diócesi, reformando las que eran de corto rédito, y dejando las demás dotadas cóngruamente. En 1793 fue nombrado para el obispado de Jaén, para donde salió de aquí a 6 de marzo del año siguiente, y a donde murió en 1795, día 27 de mayo, de edad de 70 años.

Sucediole el actual Prelado

Bernardo Nadal y Crespi, natural de esta isla, nacido en Sóller a 5 de abril de 1745, colector de la colegiata de San Isidro de Madrid, abreviador de la nunciatura, empleado en la secretaría de la interpretación de lenguas y canónigo de esta iglesia de Palma. Fue nombrado para su Silla pontifical a 20 de abril de 1794 y consagrado en la citada colegiata de San Isidro juntamente con el Obispo de Osma; llegó acá a fines del mismo año, donde hizo su entrada solemne a 1.° de febrero del siguiente. Desde luego se propuso calmar y destruir del todo si pudiese los cuentos pasados sobre las cosas de Lull, y puede decirse que con su prudencia lo ha conseguido en gran parte. En 1799 varió la hora de decir los maitines, que siempre había sido por la mañana, trasladándolas a la tarde en el verano y al anochecer en el invierno. Ha establecido vicarios in capite en algunos lugares sufragáneos de curatos pingües, que estaban mal asistidos por la distancia de la matriz o por negligencia de los curas; en lo cual mostró las buenas ideas que tiene del uso de las rentas eclesiásticas. De su orden se añadió y reformó el catecismo de Ripalda y se imprimió en 1801. Iguales trabajos mandó hacer en el Ritual diocesano, pero todavía no se ha publicado. En su tiempo se ha desmembrado de su diócesi la isla de Menorca.

Verificada nuestra gloriosa revolución, coadyuvó muchísimo en su diócesi a fomentar el espíritu público contra el usurpador Napoleón como vocal de su junta superior, hasta que fue nombrado diputado para las cortes generales, en las cuales cuanto contribuyó al bien del pueblo, dícenlo los diarios. Encargole el Congreso las comisiones más honoríficas. Por sus achaques volvió a su isla con licencia a 5 de septiembre de 1812, y restablecido se restituyó al Congreso, en el cual permaneció hasta su conclusión. En el regreso a fines de 1813 tuve el honor de acompañarle en la penosa navegación de setenta y tres días hasta que tuvimos entrada a 21 de diciembre de ese año. Si en los demás Obispos he omitido el elogio de sus virtudes personales y pastorales por no ser de mi inspección, en este tengo el doble objeto de estar vivo el Prelado, cuya modestia se resentiría. Sólo debo añadir en honor de la verdad que las buenas ideas de literatura y el amor a la ilustración general que anima a este Prelado, es a quien se debe la buena suerte de este Viaje y del viajero. Que a no haber sido por este señor Obispo y por lo que ha protegido mi comisión, acaso hubiera regresado a la Península como salí de ella. Tal es la fuerza de la preocupación cuando se apodera de hombres que en otros puntos tendrán buen juicio.

Gracias a Dios que salí de esta secatura de relaciones biográficas. Algo queda para otros correos de mayor amenidad.

Palma 26 de marzo de 1814.

miércoles, 22 de marzo de 2023

CARTA CXLII. Escasez de noticias y documentos en Mahón. = Inscripciones. = Carta de Don Juan Ramis explicando una.

CARTA CXLII. 

Escasez de noticias y documentos en Mahón. = Inscripciones. = Carta de Don Juan Ramis explicando una.

Mi querido hermano: Mi viaje a esta provincia de las islas Baleares, a buena cuenta debía comenzar por la de Mallorca y por Palma, su capital. Mas habiéndome llevado antes a Menorca la Divina Providencia, no quiero dejar de decir anticipadamente lo que antes, y sin culpa mía, vi en aquella isla. Tú sabes que en mi salida de Cádiz había algún recelo de que reinase en aquella ciudad la fiebre amarilla; y esta fue la causa de tener que ir a hacer mi cuarentena en el lazareto de Mahón. Incluso el tiempo que gasté en ella, he tardado setenta y tres días en llegar a esta ciudad de Palma. Navegación trabajosa, que proporciona decir algunas cosas curiosas, si estuviera encargado de escribir un Viaje náutico, como lo estoy del literario. Todos los afanes, y aun riesgos, que he pasado, doy por bien empleados, si logro sacar a luz algunas cosas que la merecen. 

Así que, mientras me preparo para examinar los archivos y antiguallas de esta ciudad, diré de lo que hallé en Mahón, único punto que vi de Menorca.

Y digo el único, porque aun desde mi cuarentena, habiendo participado mi comisión al reverendo Obispo y Cabildo, que residen en Ciudadela, supe por la contestación del primero que no había en aquella iglesia antigüedad alguna de ninguna especie que mereciese la incomodidad de una jornada que tenía que hacer para ir allá desde Mahón, y más en tiempo lluvioso y frío. El Cabildo no me contestó, pero supe en Mahón, por uno de sus individuos, la verdad con que el reverendo Obispo aseguraba esta escasez. Tuve esto por muy cierto, constándome que además de las intemperies y ruinas, comunes a otras provincias, sufrió aquella isla invasiones crueles en el siglo XVI por el azote de los mares Barbarroja, que destruyó y quemó cuanto podía ser de alguna luz y consuelo a los venideros. Así es que los archivos pequeños que vi todos comienzan de fines de aquel siglo. Y aun en lo posterior, ¿cuánto no habrán padecido con la cruel y frecuente alternativa de dominaciones que sufrió la isla entre las tres naciones Inglesa, Francesa y Española?

Pero lo que más contribuyó a creer que era inútil mi viaje a Ciudadela,    fue lo que oí y vi en poder de un caballero de Mahón, llamado Don Juan Ramis y Ramis, abogado de los tribunales nacionales, y académico correspondiente de la de la Historia de Madrid. Este sujeto, dedicado desde su juventud a recoger todos los materiales para escribir la historia de Menorca en todos los ramos, ha llegado a formar una colección de veinte y nueve volúmenes; y de su trabajo presentó ya un ensayo a la Academia en el año 1787, en el Resumen histórico y topográfico de la isla de Menorca. Otra obrita tiene concluida, con el título Specimen animalium, vegetabilium et mineralium in insula Minorica frequentiorum ad normam Linneani (Carlos Linneo) systematis exaratum: accedunt nomina vernacula in quantum fieri potuit. Pues este señor, que a la pericia en los antiguos geógrafos e historiadores, junta un ardiente amor a su patria, y un no perdonar fatiga ni gasto alguno por haber a las manos hasta las cosas más pequeñas que puedan ilustrarla, me hizo ver lo poquísimo, o nada, que hay en Ciudadela perteneciente a los siglos XIII y siguientes: Que si no es la legislación que estableció en la isla el Rey Don Jaime II de Mallorca en 1301, nada más contiene el libro colorado (llibre vermell), que guarda el ayuntamiento de aquella ciudad; legislación común a otras provincias en aquellos tiempos, y que envío para que haga compañía a las de otras ciudades, para lo cual creo que bastase una copia tomada de la que dicho señor posee (a: Ap. núm. I.). En la parte eclesiástica todavía hay mayor escasez; porque aquella isla, sujeta al Obispo de Mallorca hasta pocos años ha, no conserva otra memoria suya particular mas que el establecimiento, límites y derechos de sus parroquias, hecho en 1341, o por ahí. Y esto ya ves cuán poca cosa es para mi objeto.

Otro documento te incluyo más importante, y de fecha anterior, y es una copia de las donaciones que en 1287 el Rey Alfonso de Aragón, hijo de Don Jaime el Conquistador, su fecha en Ciudadela, hizo los que habían venido a esta isla a entender en la fundación de un convento de la orden de San Antón (b: Ap. núm. II.).

A pesar de esto no fundaron los Antonianos hasta 1708.

Más abundantes son las memorias y vestigios que quedan de los tiempos remotos. En poder del citado Ramis vi una gran colección de monedas Cartaginesas, Romanas, y de casi todos los municipios y colonias Españolas, amén de las Celtibéricas desconocidas. Prueba muy clara de que, o el comercio del Continente con aquella isla era muy frecuente, o de que fue entonces, como lo ha sido ahora, el asilo común de todos los que emigraban por causa de las invasiones enemigas, y se traían consigo sus riquezas. Con esto no es pequeño el número de lucernas, lacrimatorios, idolillos y otras baratijas de aquel tiempo que se hallan en varios puntos de dicha isla.

Pero lo que más hace recordar el dominio de los Romanos en ella, son cinco inscripciones que se conservan en el zaguán de las casas del ayuntamiento de Mahón, donde se colocaron el año 1789, como antes estuviesen en la calle llamada del Pont del Castell. Ramis, que anduvo en procurar esta buena obra, debió tener el disgusto, que yo también he tenido, de verlas empotradas en un pedestalón hexágono, sobre el cual hay una estatua de San Sebastián, sino mal no me acuerdo, y puestas en malísima actitud para poderse leer, y sobre todo al alcance de los muchachos, que fácilmente acabarán la obra que han comenzado, de destruirlas con piedras. Por ahora se leen, como voy a decir:

I.

… ECIVS MAE 

(CIA)NVS QVIRINA 

MONTANVS AE

(DIL)ICIVS TER II VIRA

(T)V IN INSVLA FVNC

(T)VS ETIAM FLAMINA

(TV) PROVINCIAE HISPA

(NIA)E CITERIORIS OB AE

(TER)NITA(T)EM (H)ONORVM

… VM (ME)MORIAE

(CONL)OCAVIT

Grutero la trae. V. Flórez, tomo 24, página 172.

Esto dice un mármol blanco de tres palmos de altura y dos de ancho con su bocelito en el contorno; y como no aparece rotura ni falta en ninguno de los costados, quedamos con la duda de quién sea el dedicante, aunque por ahora me inclino a que el mismo Decio Meciano Montano fue el que puso esta memoria de los honores que obtuvo en la isla de Menorca y en la España citerior. He leído Maeciano con toda seguridad, porque este mismo nombre se halla entero en otra piedra que vi junto a un pozo en la ermita de nuestra Señora de Gracia, poco distante de Mahón. Es cuadrada, y está cavada en el centro como para servir de abrevadero, o acaso la cavaron los Romanos para depositar allí algunas cenizas. En ella, pues, se conserva el fragmento siguiente:

…..

ONORIBVS OM

NIBVS FVNCTAE...

….ECIVS MAECIANVS...

...

De modo que no queda ya duda en esto.


II.

…..

Q · (los puntos altos los escribo .) F. LABION …

AL... I. II. VIR...

MV(NI)CIPI . FLAV... 

MAGONTANI...

….. VS ….

…... IO ….

Et . IVLIA . SEVERA

FILIO . PIISSIMO

Esta piedra de la misma calidad y dimensiones que la anterior, no está como ella tan entera, y sólo la cierra el bocelito en la parte inferior; los otros tres costados están rotos y particularmente el principio, donde falta el pronombre y nombre de aquel Labion, edil y duumviro de Mahón, comenzando sólo por el nombre de su padre. La palabra Magontani está muy clara, y quita toda ocasión de duda acerca de cómo llaman los Romanos a este Municipio, a quien nuestra piedra apellida Flaviano, como veo que se acostumbró por adulación a alguno de los Emperadores, así como otros tomaron la adicional de Julia, etc.

III.

Otra piedra igual, rota verticalmente por la mitad, dice:

Q · CAE...

PHILIS...

IVLIA...

MARITO...

¿Quién adivinará si esta inscripción alude al Quinto Cecilio, conquistador de estas islas?

IV.

Una piedra de granito grosero (que según dicen se halla en esta isla) de las mismas dimensiones que las sobredichas contiene esta inscripción, que por su carácter es del buen tiempo de los Romanos:

L. FABIO. L. F

QVIR(INA)

FABVLLO

AED. … II VIR. III

FLAMINI DIVOR

AVG. R. P. MAG...

OB. MVLTA. EIVS

MERITA

Estos Flamines hay que añadir a los que pone Flórez en la provincia Tarraconense. En algunas inscripciones de Valencia me acuerdo que queda memoria de Fabullos. Y si no me engaño, me parece que Catullo, hablando de las telas riquísimas de Játiva, dice que le regalaron algunas Fabullo y Veranio.

V.

Q. CORNELIO

L. CORNELIVS... S

SOCERO...

Q. CORNELIVS... S... MV...

AVO. OPTIMO

P. L. VAL MAM...

Valga la verdad; de esta inscripción no salgo fiador sino de la línea tres, en que claramente se lee Socero. En lo demás realmente se ven vestigios repetidos de la palabra Cornelio. Mas la piedra está gastadísima, y en lugar tan incómodo para observarla despacio, que preferí tomar la copia de la que con mejor oportunidad sacó hace muchos años el citado Ramis.

Estas son las cinco piedras romanas que decía, las cuales no sé que nadie hasta ahora haya publicado, si no es la IV, que imprimió Juan Armstrong en su Historia de la isla de Menorca, escrita en inglés, traducida al español e impresa en Madrid en 1781. Y era de desear que aquel caballero no tocase en esto de inscripciones, porque si en esta equivocó la línea 2.a, leyendo Q. VIR o Quintum vir, donde claramente se lee QVIR... (primera sílaba de Quirina, tribu a que pertenecía aquel Fabullo, antes de cuyo sobrenombre nadie ha visto hasta aquí que se expresasen los oficios); pues digo que si en esto anduvo tan ligero, mucho más desgraciado estuvo en la copia que publicó de la piedra relativa a la conquista de Menorca por Don Alfonso III de Aragón; aunque en esta parte no le van en zaga los Españoles que escribieron las Descripciones de las islas Pithiusas y Baleares, impresas en Madrid en 1787: y tampoco se quedaron atrás en la única inscripción romana que copiaron muy mal, añadiendo que las otras por consumidas no se habían podido descifrar. En fin, la de que hablamos está allí mismo haciendo compañía a las romanas, y es de piedra común de dos palmos de longitud y uno de alta. Nada añade a lo que ya sabemos; pero en fin allá va copiada exactamente:

XVI: KL FEBROARII : ANNO DNI:

: M: CC: LXXX : VI : FO PRESA :

LA YLLA: DE MENORCA : P. NAM

FOS : BON : REY : DARAGO : +

(Namfos : N' Alfons, En Alfons)

No se opone esta fecha a lo que Zurita y todos dicen muy bien, que la isla fue tomada de los Moros el año 1287, porque esta piedra, que es coetánea al suceso, conserva la cuenta usada entonces de los años de la Encarnación; según la cual su año 1286 duraba hasta el 25 de marzo de nuestro 1287.

No tengo por perteneciente a esta época, ni a este Alfonso, la moneda que poseo, propia de esta isla, en la cual se lee alrededor de una cabeza real Alfonsus Rex, y en el reverso Minoricarum, al rededor de un escudo en que aparecen las barras de Aragón. Y digo que no pertenece a este tiempo, porque no es verosímil que Menorca tuviese moneda propia, cuando no la tenía Mallorca ni la tuvo hasta el 1301. Y así más bien creo que esta moneda será propia de alguno de los Alfonsos siguientes de Aragón. Palma de Mallorca a 29 de diciembre de 1813.

P. D. Te incluyo la lápida V., que en carta suya me ha enviado mi amigo Don Juan Ramis. Va con su explicación muy minuciosa.

“Muy reverendo padre, señor y amigo: Cumplo lo prometido a V. P. en mi carta del 16 de febrero último, acompañándole la copia que V. P. dejó principiada y yo después hice concluir, de la legislación dada a la isla a III de las calendas de setiembre de 1301 por el Rey Don Jaime II de Mallorca; como y también la de la inscripción romana sobre Q. CORNELIO, que Armstrong en su Historia dice que no supo o pudo leer. Ella, a la verdad, es difícil de entresacar por lo mucho que la ha gastado el tiempo, pero sin embargo, después de haberla examinado y meditado varias veces, comprendo que dice de este modo:

… C … L … S.

… Q … R …

… VND …

AE .. LI … VIR II.

.. MVN … MA …

.. LAM. DIVOR …

L. CORNELIVS. S.

SOCERO

Q. CORNELIVS. S. MV.

AVO OPTIMO.

PL. VAL. MAM. LRIMI.  

Como esta lápida está en la parte más oscura de la peana (se lee peaña) de San Sebastián, aseguro a V. P. que me ha costado mucha pena el poderla leer, y más con el destrozo que ella ha padecido, según ya llevo dicho. A lo que entiendo las letras que nos quedan de la primera línea hacen parte del nombre del sujeto a quien se dedicó esta piedra, que naturalmente sería pedestal de su estatua; mas sea lo que fuere me parece que aquellas tres letras son inexplicables, en tanto más que ninguna conjetura veo para presumir que son iniciales. Las de la segunda línea que nos quedan entiendo que quieren decir Quintum viro; pero al VND de la tercera línea no le hallo explicación, y sí a las de la cuarta, que en mi sentir deben interpretarse por AEDILI y Duumviro. El MVN y el MA de la línea quinta las entiendo yo de Municipii Magontani, y el LAM y el DIVOR de la sesta dicen a mi ver Flamini Divorum. La sétima me parece clara, a excepción de la S, bien que a lo que comprendo será la inicial de la tribu o de la rama a que pertenecía el L. Cornelio de la línea anterior, y en este caso puede interpretarse por Sulla, Sura, Spinther, Serapio, Scipio o Sisenna, cognombres todos de que usaban los de la familia Cornelia, según la rama a que pertenecían. La octava línea es tan clara que de ella paso a lo que se dice en la novena, y la explico así: Quintus Cornelius S. Municeps, es decir, natural del Municipio de Mahón; y esta interpretación me parece ser muy probable, como la de que el Quinto Cornelio era hijo del L. Cornelio de la línea sétima; y así la S de la línea del Quinto deberá seguir, según mi modo de pensar, la misma interpretación que la S del L. Cornelius, en tanto más que mi pensamiento comprendo que queda confirmado por el AVO OPTIMO de la línea que sigue, que comprueba que el Q. Cornelio era hijo de L. Cornelio. Hasta aquí me parece que mi interpretación es probable y que puedo haber dado en el blanco, pero lo que sigue me ha hecho perder todo mi latín sin haberlo podido atinar. 

¿Si querrá decir Publia Licinia Valeria, Mammerca o Mammaea? Y sobre todo lo de LRIMI ¿cómo podrá explicarse? Confieso no alcanzarlo, mas no dudo que V. P. como tan hábil me lo sabrá aclarar, et erit mihi magnus Apollo. Como dicha mi carta iba por el conducto de mi estimado yerno Don Rafael Mercadal, no dudo de su entrega a V. P., y así confío que en ese archivo del obispado de Mallorca hallará las noticias eclesiásticas de esta isla que en mi carta le pido, y otras sin duda interesantes a la misma isla que aquí ignoramos y quisiera tener para adornar con ellas mi extracto del Pariatje de 1330. Esta obrita la tengo ya para concluir y sólo aguardo para ejecutarlo el ver si V. P. puede suministrarme algunas noticias tocante los puntos de que le hablo en mi carta, y pasaré luego después a lo de praelo in praelium; pero yo citaré a V. P., y este escudo será impenetrable a cuanto digan mis contrarios.

Basta ya de cartas por ahora, y entre tanto vea V. P. en qué puede servirle este su apasionado, seguro amigo y servidor que ruega a Dios por su larga salud, se renueva a su orden y obsequio y L. B. L. M. = Juan Ramis y Ramis.

Mahón a 6 de marzo de 1814. 

Ruego a V. P. que a la interpretación del Fenicio que le pedí en Mahón de las palabras Mago, Jamno y Sanicera, añada la de Daia y abgistino, como también la de Ostern, que tengo por del mismo idioma y para mi historia me sirven mucho. = Muy reverendo padre presentado fray Jaime de Villanueva.”

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https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Ramis

Juan Ramis Ramis, Menorca


jueves, 26 de enero de 2023

CARTA CXXII. Catálogo de los Obispos de Barcelona en su estado moderno.

CARTA CXXII. 

Catálogo de los Obispos de Barcelona en su estado moderno.

Mi querido hermano: Es notorio que el reverendísimo P. Mtro. Flórez sólo trató en su España Sagrada del estado antiguo de nuestras iglesias, fijándole por término, o la restauración de las Sillas episcopales del dominio de los Árabes, o algún suceso ruidoso y Prelado insigne, y las más veces terminándolo en el siglo XII, en que verdaderamente pareció mudar de aspecto la Iglesia Española, así por las victorias y rápidos progresos de las armas Cristianas, como por la introducción de la vida monástica en nuestras catedrales, y por la variación consiguiente en la disciplina. En esta iglesia de Barcelona fijó por término de su estado antiguo la muerte de San Olegario, finalizando en este santo Prelado el catálogo de los primitivos Obispos, cuya vida y épocas de pontificado examinó con gran escrupulosidad y acierto, auxiliado con las noticias que le suministró el docto y conocido P. Don Jaime Caresmar. Y aunque yo no me he propuesto ser un continuador de la España Sagrada, empresa reservada a manos más diestras; pero tampoco debo ser un importuno repetidor de lo que ya está bien escrito. Y así, por no desaprovechar lo que he recogido, y por cumplir con parte de la obligación que me he impuesto, concluiré el catálogo de los Prelados de esta iglesia desde San Olegario hasta el presente. No puedo negar que me he aprovechado del catálogo latino que publicó el P. Mateo Aymerich, Jesuita, en 1760; mas tampoco callaré que en algunos puntos he podido ilustrarle, y aun corregirle, supliendo la sequedad de su narración con algunas noticias más extendidas y necesarias para la historia, y con la de los sínodos diocesanos, de que no hizo mención. También he disfrutado el Episcopologio que dejó manuscrito el canónigo Don Francisco Tarafa, bien conocido por sus escritos, el cual se conserva en el archivo de esta santa iglesia, y llega hasta mediados del siglo XVI. No me ha servido poco un Cronicón de fines del siglo XIV y principios del XV, escrito por Guillermo Mascaró, beneficiado de esta catedral, el cual es exactísimo en los cómputos cronológicos, y muy digno de fé, como testigo ocular de lo que refiere. Existe este escrito en la biblioteca de Don Ramón Dalmaces. En fin, haré lo que pudiere en obsequio de los que no saben latín, y vamos allá con nuestra labor.

Muerto San Olegario a 6 de marzo de 1137, según nuestra cuenta, el cabildo eligió por sucesor a

Don Arnaldo Armengol, apellido cierto de este Prelado, como consta de un instrumento de venta de 30 de octubre de 1142 (libs. antiq. fol. 190. núm. 514). No se sabe fijamente el día de su elección; pero ya suena electo el día 29 de junio del año I del Rey Luis (1138), en que el Conde Don Ramón le ofreció que no se apoderaría, como hasta entonces, de los bienes de los Obispos difuntos de esta Silla (V. Baluzio, lib. IV., Marc. Hispan.). Era este como preludio de la general concesión que sobre esto hizo a todas las catedrales de su reino en Gerona a 6 de agosto de 1150. No se consagró nuestro Obispo hasta después del día 18 de noviembre de 1139: lo cual nació sin duda de la vacante de la iglesia de Tarragona después de la muerte de San Olaguer. De dicho día es la carta de este cabildo a Willermo, Arzobispo de Arlés, y Legado de la Sede Apostólica, en que pide la consagración del electo, de quien dicen que era presbítero de esta iglesia, y sin duda canónigo, porque no tomaban este nombre los del Capítulo, sino que sólo se distinguían por el grado, o de dignidad o de orden. Así se ve en las firmas de este instrumento, en que nadie se firma canónigo: cosa común en aquel tiempo a otras iglesias. Suscribe además, en primer lugar, Berenguer, Obispo de Gerona, y después de las subscripciones del clero, sigue la del Legado, confirmante, y la de Raimundo, Obispo de Ausona, y de varios nobles y seculares. Es buen documento. ¿Y por qué no le había de copiar (a: Ap. núm. XLIX.)? 

En él tenemos una memoria más de este Legado Apostólico, de quien hasta ahora sólo había visto la concordia que concertó entre Pedro, Obispo de Urgel, y Gaufredo, Obispo de Roda, a 2 de mayo de 1140: la cual publicó el P. Don Jaime Pascual en su Obispado de Pallás.

Otra noticia del mismo Legado hay en la institución de la canónica de San Pedro Cercada de 17 de diciembre de 1139, en la cual suscribió también nuestro Obispo Arnaldo sin dictado de electo. Acaso será la primera subscripción después que fue consagrado. Sin duda estaba en compañía del Legado, que lo consagró (V. Viaje a Gerona). 

Otra memoria no conocida de nuestro Prelado hay en el archivo real, y es la donación que a 14 de septiembre del año III del Rey Luis el Joven (que es 1139) hizo con todo su Capítulo a la iglesia de Santa María de Estañ, y a su Prior Guillermo, de la iglesia S. Stephani de ipsa garriga (de ahí el apellido Çagarriga) y sus sufragáneas, ecclesiam videlicet Sancti Petri de valle Charchara, et ecclesiam S. Cristophori de Munt degues, et ecclesiam S. Pauli de Munt man, et ecclesiam S. Gervasii ... salvo jure et reverentia Barchin. Episcopi et Sedis. Retinemus nanque in praedicta ecclesia S. Stephani ipsam sinodum. También hay otra memoria de haber consagrado este Prelado la iglesia de San Julián de Alfoz en 1142 (a: Ap. núm. L.). Del mismo año 1142, a 15 de diciembre, existe original en Solsona la donación que hizo a aquella iglesia de una casa en Barcelona (anno VI. regni Lodoyci junioris, XVIII. kal. januarii). Acostumbraban los Prelados de aquellos tiempos visitar los santos lugares de Jerusalem y de Roma. Con este deseo ordenó el nuestro su testamento pocos días después, a 22 de diciembre del año VI de Luis el Joven, que es 1142 (b: Ap. núm. LI.), y emprendió poco después su viaje hacia Jerusalem: mas no pudo llegar allá, y murió en Roma en marzo del año siguiente. Consta de la publicación del testamento que se hizo a 7 de noviembre de 1143. La cual he visto en el libro 1.° antiguo (folio 237). En ella, referido su testamento, se lee: Deinde vadens versus Jerosoliman apud Romam discessit ab hoc saeculo in mense martii anno praescripto. He copiado el testamento, donde se ve que tenía dos hermanos Ponce y Berenguer, al último de los cuales instituye albacea: manda a su iglesia meas libros, dice, qui in eadem ecclesia sunt bibliothecam quam feci scribere et alios. Omito de este Prelado (y lo mismo haré en todos los siguientes) las noticias de sus subscripciones, y otras memorias menos importantes, cuando sólo sirven para probar su existencia. 

Después de este Prelado cuenta Aymerich por sucesor a un Don Pedro, fundándose en que en la donación que hizo el Conde Don Ramón a los Templarios en Gerona el año 1143, y publicó Baluzio en la Marca Hispan., se halla la firma de S. Petri Barchin. Episcopi. Mucho extrañé esta especie, viendo que Zurita y más Diago, que traduce este documento en la Historia de los Condes, lib. II, cap. 146, con expresión de todos los testigos, callaron el nombre de este Obispo. Mas ¿cómo le habían de poner, si no se halla tal cosa en el original ni en las varias copias de él, que están en el archivo real y en el de la religión de San Juan? He visto estos documentos con cuidado y los he hecho ver a otros, y allí están para desengaño de cualquiera. La equivocación está en que Marca, que copió por su orden las firmas, puso S. Petri Barchinon. Episcopi, donde no se lee sino S. Petri Barch. Archilevitae. Y efectivamente era Pedro Arcediano de Barcelona en 1139, que firmó en el decreto de elección de Don Arnaldo, y lo era también en 1144, como diré luego en el sucesor Don Guillermo. Así que, pues no hubo otro fundamento para introducir este Obispo más que el documento citado, no hallándose en él, como no se halla, no lo cuento en mi catálogo, y pongo por inmediato sucesor de Don Arnaldo a 

Don Guillermo de Torroja, persona de gran consideración en aquellos tiempos. Ignórase su patria y los puestos que ocupó antes de esta dignidad. En algunos instrumentos que he visto de los años 1160 suenan dos hermanos suyos, Arnaldo, Maestro de la orden del Templo, y Raymundo, uno de los nobles de este principado. En el testamento de este último, que es del año sobredicho, firma nuestro Prelado. Sobre las memorias que de él produce Aymerich he podido hallar otras más importantes para su nombre y para la historia. La primera es la dedicación y consagración de la iglesia de San Martín de Cerdeñola en el condado de Barcelona, que hizo a 6 de las kalendas de marzo de 1144, acompañado de sus canónigos Pedro, Archilevita, Pedro, Primicerio, Raimundo, presbítero y juez, y Pedro, Sacrista y también de Armengol, Abad de San Cucufat. Todos estos juntos con el Conde Don Ramón, Raimundo de Cerdeñola y otros nobles, firman en el documento que he visto en esta catedral, ignorado de Aymerich. En él, además de confirmar a dicha iglesia su antigua dotación y de concederle el espacio acostumbrado triginta ecclesiasticorum passuum al rededor, la sujetaron a la Sede de Barcelona, obligándola a pagar anualmente per censum inter duos sinodos quinquaginta duos denarios monetae curribilis. De estos dos sínodos anuales hay otra memoria en la donación que Don Guillermo con su Capítulo hizo a 13 de agosto de 1149 de la iglesia de San Julián de Lisano superiori (vulgo Llisa de munt) a la iglesia de San Miguel de Fallio Richerio, con tal que la de San Julián asistiese a los sínodos que se celebraban dos veces al año.

En el año 1148 (leo 4148), asistiendo él al Conde Don Ramón en el sitio de Tortosa, socorrió las necesidades del estado con cincuenta libras de plata, las cuales sacó del tesoro de su iglesia con consentimiento de su Cabildo y del Metropolitano Don Bernardo Tort. En cambio dio el Conde a su iglesia el lugar de Villa de cans con un molino. Hiciéronse estas escrituras a 15 de octubre del mismo año. Del 1149 es la donación que ya publicó Marca de la iglesia de Santa María de Marmella en el Panadés a la iglesia de San Rufo, para que introdujeran en ella la vida reglar, como se insinuó en las cartas anteriores. Hallose en la famosa cesión que Roberto, Príncipe de Tarragona, hizo a su Arzobispo Don Bernardo de las dos terceras partes de la ciudad, y con B. de Castellet fue nombrado fiador de la nueva contrata, y como tal firmó la declaración que sobre esto se hizo años adelante, y asistió a la sentencia que el Rey Don Alfonso pronunció contra dicho Roberto, cosas correspondientes a las Cartas de Tarragona, como también el privilegio del Conde sobre no ocupar los bienes de los Obispos que muriesen, lo cual había prometido a nuestro Obispo estando para emprender la conquista de Almería; sino que la realización de este voto unos lo ponen en el año 1150, otros lo alargan diez más; y las copias que he visto hasta ahora no están conformes en la fecha. Pero no hay duda que fue en 1150, que es cuando vivían todos los Obispos que allí se nombran, de los cuales ya faltaba el de Gerona en 1160. El mismo año 1150 asistió a la dedicación de la iglesia de San Juan de Ripoll. También se halló en la del monasterio Arulense, obispado de Elna en 1158, y en la de Santa María de Solsona en 1163, obispado de Urgel, como se verá en su lugar. De este último año es la fundación de la canónica Agustiniana de San Vicente de Garraf, hecha por el Rey Don Alfonso II, la cual su sucesor Alfonso V unió después a la de Santa Ana de esta ciudad, como se dirá otro día.

Dos cosas recomiendan mucho, el crédito en que vivió, y la estimación en que le tuvieron los Príncipes. Una es la elección que hizo de él con algunos otros, la Reina doña Petronila para ejecutor del testamento que otorgó hallándose próxima al parto, de que nació el Rey Don Alfonso II; y otra y más principal y poco sabida, es la que yo descubrí en Tortosa, a cuya iglesia concedió nuestro Obispo la de Ascho (Ascó), y esto como vicegerente del difunto Conde Don Ramón, a 17 de febrero de 1162, que es nuestro 1163; en lo cual me remito a lo dicho allá y al documento que sobre ello se publicó. No fue menos estimado y favorecido de los Romanos Pontífices. Andaba por entonces el cisma que levantó el Anti-Papa Víctor, el cual favorecido del Emperador Barbarroja, trató de atraer a nuestro Obispo a su partido; sobre esto sé que se guarda en el archivo una carta que no he podido leer. Mas el Prelado se mantuvo siempre en la obediencia del verdadero Papa Alejandro III, y aun fue parte para que le reconociese el Conde Don Ramón, como lo confiesa el mismo Alejandro en la bula cuyo fragmento publicó Diago (Hist. de los Condes de Barcelona, lib. II, cap. 173). Otra prueba recibió del mismo Pontífice en la bula que le dirigió a 27 de mayo de 1169, confirmando las posesiones y territorio de su obispado, cuyos límites señala incluyendo las islas de Mallorca y Menorca. Va copia de ella (a: Ap. núm. LII.).

Deseando cortar el abuso que había por aquellos tiempos, de que los beneficios eclesiásticos se cedían por sus poseedores a otros, sin contar con sus patronos, impetró del mismo Papa un breve con facultad de compeler con censuras a los que sin licencia del Obispo hiciesen estas cesiones. Fue también uno de los fiadores del Obispo Don Lope, de Pamplona, en la composición que trató con el Conde Don Ramón Berenguer a 15 de enero de 1156 en Montpeller; cuento de que ya se habló en las Cartas de Tortosa. Hallose y firmó como testigo en la alianza que se estipuló en Ágreda entre Don Fernando II de León, intitulado Rex Hispanorum, y Don Alfonso de Aragón, hijo del último Conde de Barcelona Don Ramón, el cual casó entonces con Doña Sancha, hermana de dicho Don Fernando. Fue esto a 28 de septiembre de la era 1200 (año 1162). El documento que he visto en el archivo real trae también las firmas de Juan, Arzobispo de Toledo, Pedro, Obispo de Mondoñedo, Ordoño, de Salamanca, Celebruno, de Sigüenza, Juan, de Osma, Bernardo, Arzobispo de Tarragona, Pedro, de Zaragoza, Martín, de Tarazona, y de los nobles de ambos reinos que dirá la copia adjunta (a: Ap. núm. LIII.). Es notable este documento, porque en él ya nuestro Don Alfonso II se llamó con este nombre dejado el de Ramón, y se intituló Rey de Aragón; dos cosas que algunos escritores atrasan hasta el 14 de junio de 1163, cuando su madre Doña Petronila le hizo cesión de los estados y de su gobierno. En esto es también notable el juramento de obediencia que hicieron al mismo los de Barcelona VI cal. martii anno ab Incarnatione 1162, que corresponde a 24 de febrero de 1163 en que ya le llaman Rey y Alfonso, tres meses y medio antes de la época supuesta de 14 de junio.

Volviendo ahora a nuestro Obispo, en 1167 a 18 de noviembre, con aprobación de Don Hugo de Cervelló su Metropolitano y Sacrista de Barcelona, incorporó en la canónica de su catedral (lo cual se llamaba canonicare), los altares del Santo Sepulcro, de San Juan Bautista y Evangelista, de San Pedro, de San Nicolás, de San Esteban y San Silvestre; con lo cual los que obtenían aquellos beneficios percibían porción canonical y estaban obligados a vivir según la forma canónica. Aprobó todo esto el Papa Alejandro III por su breve que hallarás en Martene (Anecdot. tom. IV. col 600). Firmó como testigo en la concordia que se estipuló entre Don Alfonso II de Aragón, y Lope o Lobo, Rey Moro de Valencia, en la cual pagó este a Don Alfonso 25.000 morabatines.

Fue esto a 3 de noviembre de 1168. He copiado la escritura en el mismo archivo (a: Ap. núm. LIV.). Muerto violentamente Don Hugo de Cervelló, Arzobispo de Tarragona, fue electo su sucesor, conforme se dice en su lugar. No creo que se pueda hacer elogio más completo de nuestro Prelado, que el haber sido tenido por digno de ocupar aquella metrópoli en circunstancias de tanta turbación. Le sucedió en esta silla

Don Bernardo de Berga, apellido con que le nombran los instrumentos del siglo XIII acordando algunos actos judiciales hechos por él. Era Arcediano de esta iglesia, como consta del decreto de elección dirigido por el clero de la misma a Don Guillermo de Torroja, Arzobispo de Tarragona y Legado de la Sede Apostólica, a 25 de junio de 1172 que va también en nombre del pueblo, y en él dicen que procedieron los Capitulares a la elección antiquae libertatis nostrae consuetudinem sequentes, ad petitionem plebis. Debió ser elegido en el mismo mes de junio, y sin duda en el día de la fecha. Las suscriciones y demás que hay que notar en esto, lo dirá la copia adjunta del documento. (a: Ap. núm. LV.). No sé qué pudo dilatar su consagración hasta después del día 19 de agosto del mismo año, en el cual le hizo el Rey Don Alfonso cierta donación y todavía le llama electo. En 1176 confirmó el Papa Alejandro III los bienes y posesiones de la iglesia, en los mismos términos que lo hizo con su antecesor Don Guillermo. En 1179 se halló en el famoso concilio Lateranense de Alejandro III. En 1182 a 25 de noviembre, consagró el altar de San Andrés en Galilea en la entrada de la iglesia con asistencia del Obispo de Vique. Esta palabra Galilea era propia de una parte del edificio material de la iglesia. Campillo (Disquisit. methodi in app. pág. 64) publicó la institución de un beneficio en 1173 en el mismo altar de San Andrés quod construitur in opere novo quod ad praesens Galilea apellatur. Era esta parte junto a las puertas de la iglesia in introitu Sedis, y aun delante de sus puertas, porque en el testamento del canónigo Guillermo Tarafa en 1319, se lee según Campillo: Eligo sepulturam meam in cimiterio Sedis Barcin. in tumulo ubi jacent … in Galilea ante valvas, sive portas maiores dictae eclesiae Sedis. De lo que puede también inferirse que se llamaba Galilea el cementerio antiguo que todavía existía con las puertas de la iglesia vieja en 1319, a pesar de haberse ya comenzado la nueva fábrica. Con esto cuadra bien el cimiterium Galileae que había en la parroquia de Santiago en esta ciudad en 1303 en que el Obispo Don Ponce concede a un beneficio la casa y alrededores usque parietem novum qui est inter praedictum cimiterium Galileae, et cimiterium maius dictae ecclesiae. Y como en esta iglesia de Santiago persevere todavía el cementerio en el atrio o lonja que hay delante de la iglesia, puédese muy bien inferir que Galilea no significaba otra cosa, que el atrio de la iglesia. 

Volviendo ahora a nuestro Prelado el Papa Lucio III le escribió mandándole observar el estatuto del concilio general sobre las elecciones a maiori et saniori parte Capituli. Dat. Veronae 29 de mayo de 1185. El año siguiente a 29 de diciembre se erigió en la catedral altar en honor de Santo Tomás Cantuariense a los quince años de su martirio. Todavía vivía a 16 de agosto de 1188, como consta de una escritura de venta en el archivo, pero murió dentro de aquel año, como dice un Cronicón Ripollense. A estos años pertenece la venida a esta iglesia del Cardenal Gregorio, Legado del Papa, cuya noticia daremos más adelante en el año 1210. Así es que a 10 de octubre de 1189 ya suena Obispo el sucesor 

Don Raimundo, como consta de una escritura de venta que extractó en sus índices el padre Caresmar. En 1192, XIII. kal. octob., el Obispo Raimundo de Barcelona, de consentimiento del capellán de San Andrés, vendió unas casas en Lérida. (Arch. de la catedral de Lérida). Ignórase el apellido y patria de este Prelado, y también el año preciso de su muerte. El padre Aymerich confiesa que hay memorias del Obispo Don Raimundo hasta el año 1197. Mas dice que hay un documento del año 1193 en que era Obispo 

Don Ponce del Villar (o Desvillar), y es la dedicación de la iglesia de San Feliu de Codines, verificada a 5 de octubre de 1193, quince días después de la fecha de la escritura que la refiere, que es dada ann. XIV. Philippi Augusti, Regis Francorum XII. kal. octobris. Nulidad singular que no se salva, si no suponemos yerro o equivocación en el notario. Mientras nada se descubra de esto, quede este Obispo en posesión de su Silla por espacio de dos años, y como tuvo por antecesor a Don Raimundo, désele también otro

Don Raymundo, y sea este el llamado de Castellvell por Diago, el cual viviese hasta el año 1200. Nada he descubierto hasta ahora de estos tres Prelados, y así dejo la cosa en la misma oscuridad en que la dejó Aymerich. Es cierto que un Obispo Raimundo se halló presente al decreto que promulgó Don Pedro II de Aragón contra los Waldenses en 1197, el cual hallarás en la Marca Hispan., y también suena en una escritura de venta de 10 de octubre de 1199. No son muy claros los sucesos de los dos pontificados siguientes, en los cuales apenas se sabe la existencia de los Obispos. Tal es el de

Don Berenguer de Palou, el cual es sin duda el Berengarius de Palatiolo, canónigo de esta iglesia, que firma en el decreto de elección del Obispo Don Bernardo de Berga de 1172, y el que en 1197 recibió de la iglesia algunos códices de la Biblia, prometiendo glosarlos. Es cierto que a 15 de octubre del año 1200 era ya Obispo, y como tal instituye con el Capítulo la fiesta de San Dionisio y compañeros mártires, como consta en el archivo. Otras memorias quedan de su existencia hasta el año 1203, y nada más se sabe ya sino que debió morir en el siguiente o poco más, si es verdad lo que dice Diago (Hist. Comit. Barc. lib. II, cap, 20), que en 1207 había aquí un Obispo Aecio. Mas sin duda fue yerro del impresor, puesto que en el libro III, cap. VIII, claramente dice que a Don Berenguer de Palou sucedió

Don Pedro de Sirach o Cirach, Prior del Santo Sepulcro en esta ciudad, del cual he visto algunas memorias desde el 29 de diciembre de 1208 hasta el día 10 de septiembre del año 1211, y se sabe el fin de su vida por el Cronicón de Mascaró que dice así: Anno Domini M.CCXI. VII. kal. decembris fuit interfectus Petrus de Ciracho, Episcopus Barchinonensis à gva. (Gava, Guava o Gara). Prefiero la primera y última de estas lecturas. Gava o Gara significa batalla o correría de Moros armados, y es la raíz de la palabra Almogávares, que después se adoptó en este principado para ciertas compañías de soldados. Don José Antonio Conde, bien conocido por su pericia en el idioma árabe, dice en la traducción de la Geografía del Nubiense, pág. 208, “Almogawarines, Moros así llamados, como si dijéramos, los valientes en las algaras o correrías bélicas.” Decir, pues, que este Obispo interfectus fuit à gava o gara, es lo mismo que decir que lo mataron los Moros en una de sus correrías. Cuadra con esta interpretación un Episcopologio manuscrito que existe en la biblioteca de San Cugat del Vallés, y sólo alcanza a la mitad del siglo XIV. Dice de nuestro Obispo que fue muerto a Sarracenis in praelio. El Necrologio de Santa Anna de Barcelona dice: XII. kal. dec. ob. Petrus de Sidrac, Episcopus Barchinone, canonicus regularis, anno. M.CC.XI. Queda de este tiempo el decreto del Rey Don Pedro, hecho a instancia del Arzobispo de Tarragona, contra los que no observaban las excomuniones impuestas. De este breve pontificado hallé en el monasterio de Ripoll (Archivo de la camarería) una memoria que no es para omitida. Pleiteaba nuestro Obispo con el camarero de aquella casa, Ramón de Bach, sobre la pertenencia de un huerto, sito bajo su palacio episcopal al norte, el cual el Abad de Ripoll había concedido de por vida al Obispo Guillermo de Torroja. La sentencia fue pronunciada a favor de aquel monasterio por el Obispo de Vique Don Guillermo de Tavartet y su tío Pedro de Tavartet, Sacrista de la misma iglesia, como jueces apostólicos, día 3 de junio de 1210. A la sentencia que existe original en aquel archivo acompaña una sumaria o declaración de testigos, hecha el mismo año, en la cual es notable lo siguiente: "R. Abbas S. Benedicti (Raimundo, Abad de San Benito de Bages) iuratus dixit se vidisse et audisse, et interfuisse quadam die dominica, quod Gregorius, Cardinalis ecclesiae Romanae intravit in palatium Barchinon. Episcopi, et cum fuit intus, dictus Episcopus sublato quodam lapide per se, dixit ei: Domine videatis foramen istud per quod ascendet fumus in palatium. Et Cardinalis dixit ei, quod magna malitia esset. Et postea ipsemet Episcopus aperuit quasdam fenestras, quae sunt versus circium (cierzo), et dixit: videatis quia non possum spuere, nisi in locum istum quem Camerarius Rivipulli a me petit, et volo eis dare pro re ipsa permutationem. Et Camerarius respondit: Domine reddatis nobis nostrum honorem. Sequenti vero die martis dictus Cardinalis sedens iusta altare Sanctae Crucis, vocavit Episcopum Gerundensem, scilicet R. (Raimundo Orufall), et Episcopum Vicensem, scilicet, R. (Raimundo de Castellterzol) etc. Sigue diciendo como el Cardenal tomó de dichos Obispos otras informaciones, y al fin pronunció esta sentencia: 

Et ego ex parte Dei omnipotentis mitto et reduco domum Rivipull. ecclesiae in posesione illius honoris. El testigo añade que esto había pasado más hacía de diez y seis años.

Aquí tenemos la noticia de la venida a esta iglesia del Cardenal Gregorio, el cual tendría el carácter de Legado, como lo indica la fórmula ex parte Dei Omnipotentis con que juzgó en aquella contienda. Si esto fue más de diez y seis años antes del de 1210, diremos que la venida del Cardenal fue antes del de 1194; y como esto debe ajustarse con la existencia en Barcelona del Obispo de Vique Raimundo de Castellterzol, que lo fue desde el año 1186 hasta 1194, y con la del de Gerona Raimundo Orufall, que lo fue desde 1172 hasta 1199, debe fijarse la venida del Cardenal a Barcelona desde 1186 al 1194.

Más claras son las noticias que quedan del siguiente Prelado, que fue de los más insignes en su estado moderno, a saber: 

Don Berenguer de Palou, a quien Tarafa hace sobrino del otro Berenguer, su predecesor, y que XIII. kal. junii anno M.CC.XII prestó su obediencia canónica al Arzobispo de Tarragona. Prelado ilustre en paz y en guerra, y que no manejó con menos ardor la espada contra los Moros, que el báculo pastoral contra la corrupción de los vicios. Estas dos cosas hicieron su pontificado el más distinguido de los de esta iglesia, así por su duración, como por los grandes negocios en que él anduvo, y otros que sucedieron en su tiempo, que forman época en lo eclesiástico y civil, los cuales iré notando con brevedad por no hacer inmenso este artículo. La primera operación brillante de él fue acompañar al Rey Don Pedro II en la famosa expedición de Úbeda en 1212 (Navas de Tolosa), donde, en premio de su valor y servicios, le dio el Rey la heredad llamada de Soler (Solario), con esta fecha: Dat. in exercitu juxta Calatravam ea capta per Dei gratiam a Christianis, nonis julii ann. M.CCXII. Del mismo año es la deliberación de escribir las Constituciones de esta iglesia, como antes, al parecer, se gobernasen por leyes no escritas; así lo indican las Constituciones del Patriarca Don Francisco Clemente, que envié. Del 1214 es la fundación que hizo del monasterio de religiosas de Junqueras, de la orden de San Benito, en la parroquia de San Vicente de ese nombre en el Vallés, cerca de Barcelona. Fue la fundadora y primera Priora María de Terraza, a quien, a más de la sujeción al ordinario, le impuso la obligación de acudir al sínodo general del Obispo, y de observar lo que en él se le mandara. En 1233 el Obispo unió este convento a la orden de la Fé y de la Paz (a: Sobre esta orden de caballería de la Fé y de la Paz, vid. Histoire des Ordr. monast., etc., tom. VIII.); y andando el tiempo pasó a la orden de Santiago, y se trasladó a Barcelona. Por este tiempo vino a esta ciudad San Francisco de Asís y vivió en el hospital llamado de San Nicolás, donde después se fundó el monasterio de su orden. Del 1219 es la fundación de los PP. Dominicos, a los cuales trajo este Prelado desde Bolonia, y dio lugar en la casa del ciudadano Pedro Gruñ, junto al Call o Judería, en la parroquia de Santiago. Esta casa posee hoy Don Domingo Vardier, capitán agregado a esta plaza, a quien merecí que me dejase escudriñar las reliquias que quedan de aquella fundación. Las principales son las paredes de la iglesia, que dan hoy a su jardín, con tres claraboyas o ventanas al modo de aquel tiempo, y a la puerta de la casa una imagen del Padre Santo Domingo con el hábito antiguo, y al pie el escudo de armas del Obispo Don Berenguer con un casilicio, que es del gusto de aquel tiempo, y puesto allí cuando se trasladaron los religiosos a la casa nueva, que fue a poco tiempo de esta fundación. El Papa Honorio III concedió al Obispo y su iglesia no poder ser visitada, aun por comisión Apostólica, sino cuando la mayor parte del Capítulo impetrase y pidiese la visita. El breve es fecho Alatri XVII. kal. jul. pontificatus ann. VI. (1222). En 1227 instituyó las octavas solemnes en la fiesta de San Vicente Mártir, cosa que no se puede acordar sin llenarse de sentimiento, que así haya decaído en España la solemnidad de la fiesta de tan insigne Español. El año 1229 fue muy notable para esta iglesia y reino. El Papa Gregorio IX había enviado por su Legado a Juan, Obispo Sabinense, el cual tuvo su concilio en Lérida a 29 de marzo, en que hizo las Constituciones que empiezan: Animarum languoribus, etc, ya publicadas por Mansi en sus adiciones a Labbé, las cuales he vuelto yo a copiar de un códice de los PP. Agustinos de esta ciudad, mucho más completas y casi duplicadas. También he copiado otra Constitución del mismo Legado, despachada a la provincia en Martorell a 10 de septiembre del mismo año, sobre la reforma de parroquias, restauración de los monasterios de monjes negros, y matrimonios en grado prohibido. Seguidamente formó el Cardenal las ordinaciones pro ecclesia Barcinonensi, que ya envié, y son el resultado de la visita que en ella hizo, con las cuales quedó fijado el estado y disciplina de esta iglesia. Sobre las fundaciones ya dichas abrazó nuestro Obispo y protegió la de las religiosas de San Francisco que Santa Clara envió a Barcelona, cediéndolas en 1233 la capilla de San Antonio, construida donde ahora es la ciudadela. Llamáronse aquí por muchos siglos estas monjas de San Damián por el convento que tuvo en Asís Santa Clara. Notorio es también la parte que tuvo en la fundación del orden de nuestra Señora de la Merced. 

Mientras así se ordenaba la parte espiritual, se hallaba nuestro Prelado ocupado en la conquista de Mallorca con su Rey Don Jaime I, donde hizo servicios importantes que describen los historiadores, singularmente el P. Marsilio. Allí perdió en un choque la mitad de un pie, y verificada la conquista recibió algunas donaciones del Rey, a quien pidió la posesión de aquella iglesia, como concedida por el Papa Alejandro III, en la bula dirigida a su antecesor Don Guillermo de Torroja. Mas por derecho que tuviera a gobernarla, cedió el Prelado a la necesidad en que por su situación se hallaba aquella isla de tener Obispo propio. Hízose concordia de que el primer Obispo lo eligiese el Rey, y en lo sucesivo fuese electo por el Obispo y Capítulo de Barcelona. La escritura se firmó en Poblet a 8 de noviembre de 1230. Esto dice Marca, mas téngolo por falso. Con igual valor y fidelidad asistió al Rey en la conquista de Valencia, y en premio de sus relevantes prendas, le honró con el cargo de canciller del Reino. Así consta del tratado que firmó el Rey con el de Valencia, Zaen, y de los pactos de su rendición. Documento que no vendrá mal para ilustrar y fijar de todo punto la época de la rendición de aquella ciudad (a: Ap. núm. LVI.). También consta esto mismo del testamento de Don Jaime I, o sea la división de sus dominios entre sus hijos, hecha en Barcelona a 1 de enero de 1241, la cual he copiado de este archivo general (b: Ap. núm. LVII.).

Debo repetir aquí lo que digo en el viaje de Tarragona, que muerto su Arzobispo Don Sparago, el Capítulo eligió por sucesor a nuestro Don Berenguer, y que el Papa no aprobó esta elección por lo necesaria que era su persona en esta ciudad de Barcelona. Así consta del breve que existe en el archivo de aquella iglesia metropolitana, con fecha de 13 de febrero del año VII de su pontificado, que corresponde al de 1234. También el mismo Obispo protestó la elección de Tarragona, por no haberle convocado. Murió nuestro Prelado lleno de gloria el año de 1241, día 1 de septiembre, habiendo hecho testamento a 20 de agosto antecedente, al cual asistió San Raimundo de Peñafort. Yace en la capilla de San Miguel en un buen sepulcro de piedra, sostenido sobre el pavimento por cuatro columnas en el cóncavo de la pared, y con una estatua de pontifical tendida sobre él. La inscripción, que es cercana a aquel tiempo, está recién dorada, pero se lee bien y dice así:

Anno Domini M.CC.XL primo kals. septembris obiit Berengarius de Patiolo (Palatiolo) secundus. Barchin. Episcopus.

Laudibus inmensis hic Praesul Barchinonensis

Fulsit in hoc mundo; sic fulgeat orbe secundo.

Mane duadenos hic omni pascit egenos:

Fecit et hanc edem, ditavit et hanc bene Sedem.

Post haec in fine Damiani seu Caterinae

Hac captivorum domum fecitque Minorum.

Sepius hic cetum duxit contra Machumetum.

De nece commota fuit hac Ispania tota, 

Et nos grex eius, dum tanto patre caremus,

Qui nos dilexit, et cum dulcedine rexit,

Dans lac, non escam; jam plura referre quiescam.

Sic dispensavit, quod adhuc reliquos superavit.

Adsit ei flamen: dic qui versus legis. Amen.


En la vacante presidió el sínodo diocesano el Arzobispo de Tarragona Don Pedro Albalat, el cual he visto, y en su principio dice, que era sínodo y no concilio provincial. En él hay excelentes constituciones sobre sacramentos, vida clerical, etc. No tardaron los canónigos en elegirle sucesor, y de 32 vocales, los siete votaron por Fr. Berenguer de Castellbisbal, Dominico, Prior entonces de Santa Catalina, y veintidós eligieron a Pedro, Sacrista de la misma iglesia (a: El decreto de esta elección está original en Tarragona y firmado X cal. octobris 1241 con las firmas de todos los electores.), el cual de ningún modo quiso consentir en la elección, porque ya mucho tiempo tenía hecho voto de entrar en la religión de Santo Domingo. Mas no cediendo los electores, e instando por su parte el Rey y los nobles del país, tuvo que descubrir a su Metropolitano Don Pedro de Albalat la verdadera causa de su resistencia, rogándole que recurriese al Papa para la resolución. Hízose así; mas por desgracia se dirigieron estas súplicas al Papa Gregorio IX antes de llegar acá la noticia de su muerte. Tampoco despachó el negocio el sucesor Celestino IV. Finalmente, el Capítulo ignorante todavía del voto del electo, reiteró la súplica a Inocencio IV por medio de sus enviados G. Durfort, Chantre, Arnaldo de Gurb, canónigo, y Bernardo de Pereras, clérigo, y el Papa mandó al Arzobispo de Tarragona que procediese a confirmar el electo, con la precisa condición de que cumpliese antes su voto en secreto, si quería, pero en presencia del Arzobispo y dos religiosos de la orden de Predicadores. Hízose así el día 15 de octubre de 1243 en el monasterio de San Cucufat en presencia de San Raimundo de Peñafort, y Fr. Ponce de Villanova. Hecha la profesión llamó el electo al Capítulo, y descubriéndoles lo que hasta entonces había estado oculto, les dijo entre otras cosas: Si vobis placet, eligatis vobis alium: quia semper ero vobis adjutor in quibuscumque potero secundum ordinem meum. A lo cual respondieron: talem volumus vos habere, talem volumus vos habere. De esta manera fue consagrado


Don Fr. Pedro de Centelles, hecho ya religioso de la orden de Santo Domingo. Todo lo cual consta del proceso que existe en Tarragona y copié para este lance (a: Ap. núm. LVIII.): el cual si viera Diago, no dijera que tomó el hábito después de ser Obispo. A este escritor debemos la noticia, que los padres de nuestro Obispo Gilaberto de Centelles y Saurina le habían ofrecido siendo niño, por canónigo a la catedral de Barcelona, a 10 de junio de 1198, dándole en dote una heredad en la parroquia de San Quirico de Terraza. Esta era la costumbre de aquellos tiempos. III nonas januarii 1243, prestó su obediencia canónica a Tarragona. Firma Fr. Petrus Barchin. Episcopus. De los primeros meses de su pontificado nos queda un sínodo tenido a 1 de marzo de 1243. (Según nuestra cuenta 1244). En él, después de mandar la observancia de las constituciones del Cardenal Sabinense, y de los concilios Tarraconenses, manda que los que llevan corona clerical no se vistan vestibus catabriatis, ni críen cabellera; que los clérigos no ejerzan el oficio de abogado, y que los enfermos llamen primero al médico espiritual que al corporal, exhortando a estos que no se encarguen de la curación hasta que les conste que el enfermo ha confesado sus culpas. Durando todavía la costumbre de congregarse dos sínodos en un año, tuvo otro a 6 del inmediato noviembre, en el cual hay varias ordinaciones contra los clérigos jugadores, cazadores, abogados, comerciantes, no residentes en sus beneficios, y reos de otros crímenes: en el mismo mandó, bajo pena de excomunión, que los adultos de 18 años sean obligados a los ayunos de cuaresma y fuera de ella. Más sínodos debió celebrar; pero han tenido la suerte que otros de esta iglesia que están todavía desconocidos y guardados con envidia para tiempos más felices. De estos dos va copia ya que los he hallado en un códice de la biblioteca del Carmen descalzo (a: Ap. núms. LIX y LX.). 

En las copias que tengo de los concilios provinciales de su tiempo, consta que se halló en los de 1244, 1246, 1248, 1249 y 1250. En el tercero de ellos contribuyó a que se concediese por todo el concilio al Rey para la guerra contra infieles, la vigésima de los frutos de todas las iglesias correspondiente al año 1249, sobre lo que ya habían concedido del año anterior. He copiado este documento que tiene la ventaja de expresar los nombres de los principales que asistieron al concilio. Su fecha es de 7 de marzo de 1248. En él firma nuestro Obispo en cuarto lugar (a: Ap. núm. LXI.). Hállase también de su tiempo un breve del Papa Inocencio IV, concediendo 40 días de indulgencia a favor de los que visitaren la catedral en las fiestas de Santa Eulalia y de su traslación. He visto el breve, fecho en Lyon a 23 de diciembre de 1246. En 1251 a 26 de marzo, firmó como testigo en la donación que el Rey Don Jaime I hizo a su hijo Don Pedro de los condados de Barcelona, Tarragona, Gerona, Besalú, Vique, Rosellón, Cerdaña, Conflent, Vallespir, Urgel, Ribagorza y Pallars con las ciudades de Lérida y Tortosa, y suscribe con el dictado de Fr. P. como lo usó constantemente (b: Ap. núm. LXII.). Poco antes de morir, a 4 de febrero de 1251 (52), le prestó obediencia el Abad de San Cucufat Don Pedro, que con largo pleito había pretendido estar exento de su jurisdicción. Hizo su testamento a 23 de marzo de 1251 (a: Ap. núm. LXIII.), (que según el constante uso de aquellos tiempos es nuestro 1252), cuando ya se hallaba gravemente enfermo, el cual se halla en el archivo de mi convento de Santa Catarina junto con la confirmación del Rey que mandó su ejecución, conforme se acostumbraba, a 24 de abril siguiente, en cuyo tiempo medio es fuerza fijar su muerte; y así debe seguirse la cuenta de los libros de aniversarios y necrologios de la iglesia, que la ponen a 28 de marzo, mayormente constando que a 1 de abril fue instituido Vicario general Don Arnaldo de Gurb, Arcediano, cuya dignidad 

estaba en posesión de obtener este oficio, como lo obtuvo Bernardo de Villagranada, Arcediano en la muerte de Don Berenguer de Palou. El Cabildo cedió por esta vez y se eligieron jueces que declarasen este derecho. Entre tanto fue electo Obispo el sobredicho 


Don Arnaldo de Gurb, inmediato sucesor de Don Fr. Pedro Centelles, debiéndose excluir el Alberto que Baluzio nos regaló en un documento de 1257, interpretando la inicial A. por Albertus. Más atrás queda ya otra prueba de semejante equivocación en la Marc. Hispan. Era como se ha dicho este Don Arnaldo, Arcediano de esta iglesia, y fue electo a poco después de la muerte del antecesor. Dei libro antiguo de aniversarios de esta iglesia, consta que su padre se llamó Raimundo de Gurb, y su madre Adalaida, y que tuvo un hermano llamado Bernardo de Gurb, y una hermana dicha Saurina de Vilar. La primera memoria que hallo de él, ya Obispo, es la donación que le hizo Don Jaime I de ciertas casas en Valencia a 3 de marzo de 1253 (1254). De allí a dos años, es a saber, a 29 de enero de 1256, dotó y ordenó el monasterio de religiosas de Montealegre en la parroquia de San Fausto de Cabañes, cerca de Barcelona, dándolas la regla de San Agustín y sujetándolas al ordinario. Después se trasladaron a Barcelona y duró hasta el siglo XVI. Del mismo año es una carta del Papa Inocencio IV, fecha en Génova a 29 de septiembre, año segundo de su pontificado, dirigida a Don Jaime I de Aragón; en que le dice que procedería a resolver sobre lo que se le proponía contra el Obispo de Barcelona, siempre que hubiese acusador legítimo. Nada más dice y nos deja en la oscuridad consiguiente por no haberse hallado otra memoria hasta ahora que aluda a esto. La carta existe en el archivo real de esta ciudad. De este Prelado existen algunas Constituciones de los años 1255, 77 y 80, las cuales publicó Martene (Anecdot., tom. IV. col. 605). En el año 1258 desempeñó la honrosa 

embajada que le encargó el Rey Don Jaime, junto con Guillermo, Prior de Santa María de Cornella (Cornellá), y Guillermo de Rocafull, Lugar-teniente en Mompeller, para San Luis Rey de Francia, sobre el matrimonio de su hijo Don Felipe con Doña Isabel, hija del de Aragón. 

Firmó como procurador el tratado, reducido a que se entregaría la novia luego que cumpliese los doce años de edad, y que el Rey Don Jaime quedase obligado a procurar la dispensa del Papa. Item: que el Infante Don Felipe le daría en dote la quinta parte de lo que le cedería el Rey su padre hasta que llegase a reinar, que entonces podría darle lo que quisiese. Del año 1265 queda la memoria curiosa de la parte que tuvo en la sentencia y absolución del famoso Rabino Gerundense Bonastrug de Porta. El cuento es largo, y de ello se habla en el Episcopologio de la iglesia de Gerona como en su propio lugar. En 1269 trasladó las religiosas Cistercienses de Valdonzella (o como decían Valldonela) desde Valvidrera al lugar que hoy tienen en esta ciudad. He visto en el archivo real varios documentos relativos a la nueva casa, que se comenzó a edificar en 1263, y de allí a seis años ya se habitó, y el Obispo consagró su iglesia a 27 de octubre. Algunos años después, es a saber, en 1272 a 5 de noviembre fue enviado por Don Jaime I al Rey de Francia por embajador para tratar y componer los negocios del Conde de Foix. Fueron con él embajadores el Maestre del Templo y G. Vizconde de Castellnou (a: En el archivo real de Aragón (Reg. XIII. Jacobi I, fol. 72) queda la memoria de los documentos que llevaron a esta embajada, que dice así: "Remembrança de les cartes que portaren lo Bisbe de Barcelona, el Maestre del Templo, et en G., Vezconte de Castelnou, quam anarem al Rey de França per lo feyt del Conte de Foix, nonas novemb. an. Domini 1272. Primerament portaren la cédula quel Senescalch de Foix trames al Seynnor Rey sobrel feit dels castels de Lordat, é de Montreals, é de Achs, é de Merenchs, é les letres daquel Senescalch. E la carta de la resposta que el Seynnor Rey feu de aqueles coses; la cual escrivi en Miguel de Malvoix, notario de Montpeler. Item portaren IIII. translats segelats ab segels del Bisbe de Magalona, é del Prior dels Preycadors, sobre los davanditz castels, etc.”) 

Es fácil inferir de lo dicho la confianza que de él y de su pericia tenían los Soberanos cuando le encargaban negocios de tanto peso. En 1274 a 29 de enero consagró el altar de Santa María en el monasterio de San Cucufate del Vallés a instancias de su Abad Pedro de Torrella. He visto copia de esta escritura en un misal antiguo de aquel monasterio. En 1277, a 7 de octubre, hizo concordia con el Rey Don Pedro III sobre el derecho llamado bovaticum (bovatge, bouage), que había exigido el Rey a 24 de febrero del mismo año. Fueron árbitros en esta concordia Don Jazperto de Botonac, Obispo de Valencia, G. de Rosanes, canónigo de Barcelona, y R. de Toylano, jurisperito de Gerona. Por curiosidad he copiado la carta de aquel impuesto, en que se ve lo que era y su calidad (a: Ap. núm. LXIV.). A 13 de abril de 1278 fue convocado por el Rey, que estaba en Valencia, para asistir a la sepultura de Don Jaime I en Poblet, debiendo para ello hallarse en Tarragona con todos los Prelados del reino tres semanas después de Pentecostés. En 1284, día 22 de mayo, suscribió a la sentencia del pleito que tenía con Ponce, Prepósito de Solsona, sobre la presentación de la rectoría de Castellet. Existe la escritura original en el archivo del Obispo de Solsona. Murió a 23 de septiembre de 1284. Tiene su entierro dentro de un arca de madera en el hueco de la pared de la capilla, que fundó y construyó a sus expensas cerca de la iglesia en la parte que mira al palacio episcopal, dedicada a Santa María y las Santas Vírgenes, como se lee en la confirmación real 

con que Don Jaime I aprobó su fundación y dotación, estando en Lérida a 21 de marzo de 1272 (1273). Por la serie cierta y continuada de estos 

tres últimos Obispos, se ve cuan infundada es la especie de haberlo sido de esta iglesia el Cardenal de mi orden Hugo de Sancto Caro o de Sancto Theodorico. Mucho mayor equivocación es tenerle por hijo de esta ciudad. Ambos artículos se ven sólidamente desmentidos en la Biblioteca de escritores de los padres Quetif y Echard; aunque en lo uno y lo otro es harta prueba de lo que digo el silencio que se observa en un libro manuscrito, fol. vit., del archivo de mi convento de esta ciudad, ordenado en Roma de orden del Cardenal Fr. Nicolás Rosell en 1357, donde hay varios catálogos de los varones ilustres de mi orden con expresión de patrias y honores, etc., y en el de los Cardenales nada se 

halla de lo dicho, lo que no ignoraría el Cardenal Rosell, que conoció bien este país y su historia. Lo que hay en el mismo archivo de dicho Cardenal Hugo es el opúsculo De misteriis missae, manuscrito del siglo XIII, y con toda propiedad un volumen. 

Volviendo ahora a tomar el hilo de nuestra narración en lo que falta de este siglo, están muy confusos todos los Episcopologios manuscritos e impresos. Porque unos ponen por sucesor de Don Arnaldo a Don Fray 

Bernardo Peregrí, otros colocan entre los dos otro Bernardo, que no se sabe quién es. Hay quien no admite elección ninguna de Obispo hasta el 1288, que fue la de Peregrí. Pues en los sucesores de este no hay menos 

confusión; porque muerto él en 1300, dicen que le siguió Don Ponce Desvillar, y tras él Don Gerardo de Gualba, y luego Don Ponce de Gualba. Yo tuve la fortuna de salir de estas dudas por haber hallado un documento, cuya apuntación vi por casualidad entre las del Señor Don Joseph Soler del Olmo, oidor de esta real audiencia. El documento se halla en el archivo real de Aragón, y es del año 1285 y escrito entonces (como se hacía con todos los demás y lo está indicando su escritura) en el Regest. 3, Infant. Alphonsi de ann. 1283 ad 1285, fol. 146. Del cual por su importancia me es preciso copiar aquí lo que hace al caso. Dice así: "Alfonsus, etc., dilectis suis G. de Rosanis, Marcho de Sancta Eugenia, Sacristae Barchin., Omberto de Lauro, Jacobo de Olerda, Bn. de Serriano, Michaeli de Palatiolo, magistro G. de Colell, Dalmacio de Marimundo, Raymundo de Nágera, canonicis ecclesiae Barchin., et 

omnibus aliis canonicis dictae ecclesiae Barchinonensis, qui venerabilem Geraldum de Gualba, Archidiaconum Barchin., quondam Barchinonensem Episcopum, et deinde ipso mortuo fratrem Bernardum Peregrini, ordinis fratrum Minorum, similiter in dictum Episcopum elegerunt salutem et dilectionem. Cum ex parte vestrorum omnium praedictorum canonicorum per Michaelem de Palatiolo requisiti fuerimus in choro Capituli Barchin. quod vobis securum ducatum dare ac concedere deberemus ad eundum apud Tarrachonam, et apud Constantinum,

ad causam quam ducitis coram Vener. Archiepiscopo Terrachon. contra Bernardum de Villafrancha, Camerarium Terrachonae, et electum in Episcopum Barchin., et contra Dompnum Ferrandum, Abbatem Montis 

Aragon. ac canonicum Barchin.: idcirco nos videntes postulationem vestram justam fuisse, ex parte Domini Regis et nostra damus et concedimus vobis et cuilibet vestrum …  securum ducatum, etc. Dat. Barchinae (Barchinonae), VI. nonas may, anno Domini millesimo CC. octogesimo quinto.” 

Con este solo pasaporte dado por el Infante Don Alfonso, hijo y lugarteniente de Don Pedro III, salimos a puerto de todas las dificultades presentes. Porque de él consta: primero, que Don Geraldo de Gualba, no fue sucesor, como dicen todos, sino antecesor de Don Fray Bernardo Peregrí: segundo, que este fue electo tres años antes de lo que se cree, 

esto es, en el de 1285, y no por Nicolao IV sino por el Capítulo: tercero, que esto fue en discordia con Don Bernardo de Villafranca, camarero de Tarragona: cuarto, que la causa se ventiló ante el Metropolitano, según la forma de la disciplina antigua: quinto, que la vacante que suponen desde la muerte de Don Arnaldo hasta la posesión de Don Fray Bernardo Peregrí, en todo caso nació de la sobredicha contestación, no de los ruidosos cuentos de la ocupación de Sicilia. En resolución, y vamos adelante con nuestro catálogo, a Don Arnaldo de Gurb sucedió, y muy pronto, es a saber, a fines del mismo año 1284, 


Don Geraldo de Gualba, Arcediano mayor de esta iglesia, electo por el Capítulo, siendo muy viejo, cuyo pontificado en este año es tan cierto como acabamos de ver, y tan breve que murió el día 7 de febrero, según nota un libro antiguo de aniversarios; y fue ciertamente el del 1285, pues a 2 de mayo del mismo año ya estaba electo por el Capítulo Don Fr. Bernardo Peregrí. 

Cortemos aquí esta narración y dejemos lo que falta para el correo que viene, A Dios. Barcelona, etc.