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jueves, 25 de agosto de 2022

Carta LXXXI. Continúa el episcopologio Urgelense, desde fines del siglo VIII hasta fines del IX.

CARTA LXXXI. 

Continúa el episcopologio Urgelense, desde fines del siglo VIII hasta fines del IX. 

Mi querido hermano: Salimos ya de aquellos tiempos obscuros, que no nos han dejado otros documentos de los obispos de Urgel, más que la noticia de haberse hallado en los concilios. Vamos a entrar ya en la época diplomática, quiero decir, en que tenemos escrituras que citar y analizar; aunque eso mismo que es de grande ayuda para la historia, es de mayor trabajo para el historiador. Y si bien esta iglesia de Urgel tiene la gloria de aventajarse a todas las de España en la antigüedad de las escrituras que conserva; también le comprende la suerte común a las de Cataluña de seguirse en esos documentos el calendario por los años de los reyes de Francia: cosa que confunde, y tal vez es causa de equivocaciones lastimosas. En fin, yo iré diciendo lo que he hallado, corrigiendo de paso el catálogo de obispos impreso en las Sinodales, y añadiendo algunos prelados que allí no se mencionan. El primero de los omitidos, después del célebre Félix, es 

RAUDULFO 

(dudoso) 

existente en el año 792 o 796.

Y no digo yo que sea indubitable la existencia de este obispo Urgelense en dichos 

años; pero sí digo que sobran los motivos para creerlo, aunque no faltan dudas en contrario. Veámoslo. Raimundo, conde y marqués de Tolosa, Anao, Pallás y Ribagorza, hizo al monasterio de Gerri una amplísima donación, concediéndole entre otras cosas el monasterio de S. Ginés de Bellera. Dice que esto lo hizo cum consilio et assensu Raudulfi episcopi Urgellensis ecclesiae; el cual confirma al fin la donación del conde, poniendo al abad de Gerri la obligación de asistir al sínodo, y concediéndole en esta ocasión el honor de que se siente al lado izquierdo del obispo, y de que se hospede en su palacio con toda su comitiva. Firma así: Raudulfus hac si indignus praesul supranominatae sedis hanc cartam &c. La fecha dice: Facta haec carta donacionis Indicione XV, anno XXVI. imperante Karolo imperatore et augusto. Si esta escritura se conservase original, la vista sola de su letra nos aseguraría de la existencia del obispo en el año que dije. Mas como lo que yo hallé en aquel monasterio fue una copia hecha en el siglo XII, de la cual es la adjunta (a: Apend. n. III), queda abierto el campo para varias dudas, las cuales propondré con imparcialidad para que se vea si debió hacerse aquí mención de este prelado. Y primero diré las pruebas que parecen serlo de la legitimidad de este documento. 

1.a Su fecha es: Indicione XV. Anno XXVI. imperante Karolo imperatore et augusto. Estos dictados sólo son propios de Carlo Magno, y la indicción XV cuadra bien con el año XXVI de su reinado; lo cual no se verifica en el de Carlos el Calvo, que es el otro Carlos con quien pudiera equivocarse, y mucho menos con Carlos el Simple, a quien de ningún modo conviene lo de emperador y de augusto. Por esto la he reducido al año 792 de Cristo, que es el XXVI de Carlo Magno, contando su reinado desde la muerte de su padre Pipino: o si por los inconvenientes que luego se dirán no pudiese seguirse esta cuenta, podrá tomarse la que en algunos diplomas se usó desde que en 771 murió su hermano Carlomann (Carlomán; Karlmann), y quedó él hecho rey de toda la Francia. En cuyo caso la escritura será del 796, aunque no le cuadre la indicción XV, cosa que no es nueva ver equivocada aun en escrituras originales. 

2.a Los señoríos cuyos títulos se da a sí mismo el conde Raimundo, sólo estuvieron reunidos en una persona a fines de ese siglo VIII, y lo más hasta la mitad del siguiente. Entonces progresando la conquista contra los moros, y teniendo los reyes de Francia necesidad de subdividir los gobiernos particulares, separaron el condado de Tolosa (Toulouse) de los de nuestros Pirineos, aunque el de Pallás y Ribagorza continuaron por algún tiempo más todavía reunidos. Y pues aquí se intitula Raimundo conde de Tolosa, cierto parece que vivía en esa época, y por consiguiente nuestro obispo. 

3.a Hállase en la escritura después de la suscripción del obispo Raudulfo, que 

dio su permiso y aprobó aquella donación, otra de esta manera: Raudulfus episcopus me subscribo. Esta breve firma inmediata a la otra que decía extendida más a la larga, prueba la verdad de que en esta sede hubo dos obispos de este nombre; y el uno de ellos sabemos cierto que lo fue desde el 914 hasta 940: el cual es evidente que confirmó la donación de su antecesor, como la confirmó también Wisadus Urgellensis episcopus. Y es de notar que hubo dos Wisados, uno de los cuales es de mitad del siglo IX: y si este es el confirmante, queda mucho más demostrada la época anterior de nuestro Raudulfo. 

4.a No desdicen de esta época, antes saben mucho al goticismo y antigüedad de ella, los nombres de la mayor parte de los testigos que aquí suenan: Mauricius, Vadegarus, Sanila, Igila, Tedeulfus, Mauricellus. (En siglos muy posteriores todavía hay nombres godos para aburrir en Cataluña, y los sigue habiendo, pero modificados por el tiempo, y por lo que no es el tiempo)

5.a Por otros documentos ciertos consta que ya en ese año 792, existían con sus abades los dos monasterios de Gerri y de Bellera, de que aquí se trata.

6.a Un Raimundo, conde de Ribagorza, que suena mucho en los principios y mitad del siglo X, época del otro obispo Raudulfo, con el cual el nuestro pudiera equivocarse, nunca se nombra en sus donaciones &c. sin expresar juntamente el nombre de su esposa Ermesindis; ni se da a sí mismo los títulos que el de nuestra escritura; el cual expresó aquí todos esos señoríos, y no mentó a su mujer. Luego eran personas distintas y de diferentes épocas. 

Estas son las razones que me inclinan a creer que verdaderamente son de ese tiempo el conde y el obispo sobredichos. Y si alguno dudase de la legitimidad de esta escritura, porque en ella se da a Carlo Magno el título de emperador, que no tuvo hasta el año 801, ruégole que considere que las esclarecidas victorias que este príncipe alcanzó de los moros, obligaron a muchos a darle anticipadamente ese dictado de elogio, como entre otros hizo el concilio de Narbona del 788 o 791 según otros creen, en el cual repetidas veces es llamado imperator diez o doce años antes que lo fuese (a: Coll. Conc. gen. ad an. 788). Otros sospecharán que este Raudulfo sea el obispo del siglo X. Responderé a esto que el año XXVI de Carlos el Simple que aquel prelado alcanzó, es el de Cristo 923 o 24, o si se quiere el 25: a ninguno de los cuales corresponde la indicción XV, como tampoco a aquel rey los dictados de emperador y augusto. Más es que la escritura tiene dos firmas de obispos Raudulfos; y es cierto que no hubo prelado de este nombre posterior al conocido del siglo X. Luego el otro debió ser anterior a él. También reparará alguno en que el conde menciona aquí herederos, constando que todos los señoríos de esta Marca fueron sólo beneficios cuando más de por vida, casi hasta todo el siglo IX. Mas yo hallo solamente mención de eso en las cláusulas cominatorias y de estilo: nemini, dice, filiorum, aut haeredum liceat &c.; lo cual dista mucho de lo otro, y de esa fórmula usaron otros condes en 815 y 819, como se ve en sus escrituras, de las cuales más adelante irán algunas. No ha faltado también quien tropezara en la nota de indicción que trae esta escritura: cosa, decía, no usada en el reinado de Carlo Magno antes del año 801 en que fue coronado emperador. Es así la verdad, que aquel príncipe no usó aquella nota cronológica en los diplomas que él expedía en su nombre, hasta que hecho emperador adoptó esa costumbre de los emperadores del oriente. Mas no es menos cierto que en otras escrituras particulares se usó mucho antes ese cómputo, que ya era común en Francia desde la mitad del siglo VIII. Y de esto basta para prueba el concilio que dije de Narbona, que en su exordio usa de la nota de indicción. Así se usó también, porque esta era la costumbre, en la donación particular de que hablamos. Más grave es la duda que puede oponérseme sobre la coexistencia de este Raudulfo con el célebre Félix, que era en esos años obispo, y que según la opinión común no fue depuesto de su silla hasta el año 799. Ya en el correo pasado indiqué la sospecha de que no es muy averiguada esta cuenta. Porque como entonces dije, y de cada día me confirmo más en ello, Félix fue depuesto y desterrado a Lyon en el concilio de Francfort del año 794, que es lo que dice Adón en su crónica. Con lo cual queda lugar a Raudulfo en el año 796. Y aún en el 792 puede muy bien salvarse su coexistencia con Félix; que como ya condenado en el concilio de Narbona de 788, y en el de Ratisbona de 791 o siguiente, pudo y sufría la disciplina de aquellos tiempos que se nombrase otro obispo católico, de manera que hubiese dos obispos en una misma iglesia, como los tuvieron muchas de las de España al tiempo del concilio III Toledano. En suma, esto es de suyo inaveriguable, y cualquiera que sea el estado de incertidumbre, yo no debía omitir la noticia de Raudulfo en este lugar. Porque la escritura en que me fundé para ello es tal, que si ahora no puedo desatar cumplidamente todas las dudas que sobre ella se ofrecen, tampoco creo que se me contradigan las principales razones que me movieron a publicarla, y a inferir de ella que a fines del siglo VIII acaso gobernaba esta iglesia un obispo Raudulfo. 

LEIDERADO 

(dudoso) 

desde 799 a 806.

De lo dicho en el artículo anterior puede inferirse, aunque con alguna duda, que depuesto de esta silla el obispo Félix, o acaso antes de serlo enteramente, hubo en Urgel obispo propio que gobernase según la doctrina católica la grey de Cristo. 

Más claro y con mayor certidumbre constará esto mismo con la noticia del obispo Leiderado que tampoco ha sido conocido hasta ahora. De él hay memoria en el cartoral del monasterio de S. Saturnino de Tabernoles, que hoy se conserva en el seminario conciliar de esta ciudad, como dotado con parte de las rentas de aquella antigua casa ya suprimida. La letra de este libro, que en Castilla llaman Tumbo y Becerro, es del siglo XII; y en él están copiados los instrumentos de pertenencia anteriores a ese tiempo. Uno de ellos es el de la donación que este obispo hizo a Calordo, abad de dicho monasterio, y a los monjes Ucanno, Juan, Sunila, Eldesendo, Exuperio, Gontefredo, Sidonio y Ermegildo, de la iglesia de San Saturnino, sita en el condado de Urgel en la soledad de Ardevol, la cual él había construido, con todas sus pertenencias, décimas y primicias &c. Parece que a esta donación dio motivo la apostasía de Sidonio, uno de los monjes ya dichos; el cual arrepentido de su delito pidió al obispo la absolución, y él se la impetró de la sede apostólica. El malísimo latín de aquellos tiempos, que abundó en solecismos hasta todo el siglo XII, hace ininteligibles algunas escrituras, y en esta pudo aumentarse la obscuridad por algunas equivocaciones del que la trasladó en el cartoral. Sin embargo la copia adjunta (a: Apend. n. IV) sacada fielmente de aquel libro basta para dar a entender lo que ello fue. En ella verás que el obispo que al principio sólo se llama: Ego Leideradus gratiâ Dei hanc si indignus episcopus, sin expresar su silla, al fin la declara terminantemente de esta manera: Leideradus praesul almae genitricis Dei Mariae in Urgello gratia Dei sede praesidente, qui hanc donatione roboravi, et ad roborandum tradidi, et SS. No puede decirse con mayor claridad que era obispo Urgelense. Lo cual indica también cuando de la iglesia de S. Saturnino que entregaba a aquel monasterio, dice que él la había construido o dedicado en la soledad de Ardevol (quae ego predicavi), porque es verosímil se escribiese predicavi, en lugar de aedificavi o dedicavi (esto segundo es más verosímil, si la d se confunde al escribir con pr o pra). Cosas que suponen permanente el obispo en este condado, y con el interés pastoral de mejorar las iglesias y dotar los monasterios de esta diócesi. Lo cual no conviene igualmente a un obispo de otra iglesia. Vengamos ahora a la fecha, que es: Facta carta donationis sub die octavo idus Aprilis, anno V. presidente catedrae imperiali gloriosissimo Charolo regno, et presidente in apostolatu dompno Leone papa, anni Incarnationis Domini... VII. speculato in mundo per gloriosissimo homine, quem pro nos et pro nostra salute suscepit, indictione undecima. Carlo Magno fue coronado emperador a 25 de Diciembre de 801; por consiguiente el 6 de Abril de su año V es el del año 806, tiempo en que era papa León III. Con este año no cuadra la nota final VII que se ha conservado de los años de la encarnación, ni menos la indicción, que no era XI sino XIV. Mas estas equivocaciones, no destruyen el hecho, señaladamente la última; porque muchísimas veces hallarás en mis viajes erradas las indicciones, o por ignorancia de los notarios, o porque siguieron otra cuenta en esa parte del cómputo. Y que este documento sea del tiempo que digo, lo prueba además de lo dicho, la existencia de ese mismo abad Calordo, del cual hay aquí otras memorias hasta el año 835, como verás otro día. También es algún indicio de esa época la expresión con que se elogió y expresó el beneficio que acarreó al mundo la humanidad de nuestro Señor Jesucristo, que no parece sino que se puso con estudio y en alusión, y como para detestar el error que entonces acababa de ser condenado acerca de Cristo en cuanto hombre. Más claro se ve esto mismo en que la donación está hecha a Ucanno (Eman), Eldesindo, Exuperio, Gondefredo, Sidonio, Ermegildo, que son puntualmente los mismos clérigos, a quienes el obispo Félix dirigió su epístola para atraer a la verdadera fe a los que habían sido sus compañeros en el error. Así que no queda duda que la citada escritura es del tiempo que decimos. Fijada pues la existencia del obispo Leiderado en el año 806, vengamos a hablar de otra memoria anterior del mismo prelado, perteneciente al año 799; la cual por lo que luego verás ha convenido dejar para este lugar. Nuestro cardenal Aguirre en la colección de concilios de España publicó la confesión de fe que en este año hizo Félix, reconocido ya de sus errores, y es la epístola que decía dirigida a los sobredichos y a otros de su iglesia, compañeros suyos en la herejía, a los cuales dice en el exordio: Postquam ad praesentiam domini nostri... Caroli regis perductus sum... licentiam ab eo, secundum quod et venerabilis domnus Laidradus episcopus nobis in Urgello pollicitus est, accepimus &c. De cuyas palabras se concluye, que en el año 799 residía personalmente en Urgel un obispo Laidrado o Leiderado, que aseguró a Félix la libertad con que podía acudir a la presencia del rey. Es así como dicen todos los historiadores que en ese año se tuvo un concilio en esta iglesia, en el cual fue condenado el error de los adoptivos, donde había sido enseñado por nuestro obispo Félix: y también es cierto que convidado este para presentarse a Carlo Magno, el obispo Laidrado le aseguró que podía hacerlo sin temor y con entera libertad. Mas la dificultad está en que comúnmente se cree que este Laidrado era obispo de Lyon, enviado acá con otros para presidir el concilio. Así se lee en la Marca Hisp. (col. 270, 345), y Pagi en sus notas a Baronio repetidas veces (ad ann. 799 et 800) prueba con las palabras de Alcuino que dicho obispo hizo acá dos viajes: 1.° para el concilio, y 2.° después de desterrado Félix para acabar de extirpar las reliquias de su error. Y como esa deposición y destierro se verificó en 799, según se cree, parece claro que el Laidrado, obispo de Lyon, debió permanecer aquí algunos años después, y que este es el que hizo la donación al monasterio de S. Saturnino bajo el nombre de Leiderado, que ciertamente es el mismo que el otro. Este es el motivo que tuve para proponer con duda este obispo: y más viendo aquellas palabras: secundum ministerio michi commisso, que parecen aludir a la comisión que el papa y el rey dieron al de Lyon para visitar de nuevo esta diócesi. Y si esto fuese así, y Leiderado es el mismo Laidrado obispo de Lyon y en ninguna manera de Urgel, no por eso daré por perdido mi trabajo; antes tengo por muy apreciable esta nueva prueba de la comisión que acá ejerció ese obispo extranjero, y eso más hay con que ilustrar la historia doméstica. De manera que digamos que la obra de la conversión de este clero, que Félix comenzó con su carta y confesión de fe, la completó este obispo de Lyon, enviado de propósito por Carlo Magno, si no había entonces ninguna silla episcopal en Cataluña que tuviese obispo, digo en 799, que pudiese como más vecino atender a esta necesidad. A esto que parece tan llano salen al encuentro las reglas de crítica, que hacen dudar de que esto sea así. ¿Tan fácil es de tragar, que esta visita se encargase a un obispo tan distante como el de Lyon, que no era de la provincia Narbonense, a la cual entonces pertenecía Urgel, y en donde había muchos obispos, y lo había aún en la vecina Elna, que conforme a los cánones del concilio Valentino podía desempeñar este oficio en la iglesia vacante? Y si esto no es creíble, ¿lo será que no por un año ni dos, sino por siete o más años desde el 799 hasta el 806 por lo menos permaneciese acá el Laidrado de Lyon por encargo del rey, dejando abandonada la silla que le encargó el Espíritu Santo? Y si era obispo de Lyon el Leiderado de nuestra escritura en 806, ¿cómo es que calló su silla, y se llamó obispo de Urgel, en la misma manera con que se llamaban los que lo eran? porque eso significa: Leideradus PRAESUL ALMAE GENITRICIS DEI MARIAE IN URGELLO gratia Dei sede praesidente: y ya se sabe que praesul y archipraesul desde entonces fueron sinónimos de episcopus y archiepiscopus. Este silencio de la sede Lugdunense es mucho más notable estando aquí sólo en comisión. Y si me dijeren que los obispos solían callar sus sedes, como de este Laidrado la calló Félix en su confesión de fe; cualquiera responderá: pues ¿por qué Leiderado expresó su silla de Urgel? Y si la poseía, ¿cómo diremos que tenía al mismo tiempo la de Lyon? Ni entonces ni ahora cabe ese monstruo en la disciplina eclesiástica. Luego aunque diésemos que el Laidrado de 799 fuese, como dicen, el obispo de Lyon, parece que el Leiderado de 806 no era sino obispo propio de Urgel, donde hacía como tal donaciones a sus monasterios. Y no te cause maravilla que hablando de S. Saturnino diga: cuius corpus sub cispite requiescit Tholosa. Porque si eso hubiera de indicar que el obispo no era de Urgel, diríamos que lo era de Tolosa y no de Lyon. Dichas palabras sólo se pusieron para distinguir ese S. Saturnino, que acá se tenía por el apóstol de este país, de algún otro santo del mismo nombre. En resolución, yo me inclino a creer, aunque no con entera certidumbre, que en el año 806 tenía esta iglesia por obispo propio a Leiderado, distinto del Laidrado de Lyon. Y de todos modos no debí omitir esta noticia e investigación, que no es inútil a la historia. 

POSEDONIO I 

existente en 815. 

El arzobispo Pedro de Marca (Marc. Hisp. col. 87) supone que en esta iglesia hubo un obispo Possedonio anterior al Sisebuto que floreció en 819, como se dirá luego. Yo puedo asegurar lo mismo, y que vivía en el año 815, como se infiere de una donación que el conde Fredelao, que ciertamente lo era de Cerdaña y de Urgel, hizo al monasterio de S. Saturnino de Tabernoles, la cual está copiada en el cartoral que dije en el artículo anterior, y de allí es la copia adjunta (a: Apend. n. V). Dio pues el conde a dicho monasterio el de S. Esteban y S. Hilario que él había construido in confinio Ceritaniae, en el territorio que le había dado el emperador Ludovico, cuius dono fulgimus. Queda para las memorias de los condes de Urgel el examen de algunas curiosidades civiles que contiene esta escritura, v. g. la noticia de los oficios subalternos del condado, tal como la de Tiufado y Princeps quoquorum (chef, principal de los cocineros), y también la de ser Livia la corte y asiento del condado de Cerdaña y otras cosas así. Ahora sólo conviene advertir que esta donación la hizo unâ cum consensu et adiutorio domini Possedoni episcopi: y que este prelado dedicó aquel lugar e iglesia el mismo día de la fecha, que dice así: Facta karta donationis vel helemosinaria V. Kal. Augustas, et in ipso die sacratum, imperante dompno Lodoico Augusto, anni ab incarnationis domini DCCCXV (815). En la firma del obispo hallarás también que excomulga a los que quebrantaren o contravinieren a la confirmación y donación sobredichas. De manera que no queda duda de la existencia de este obispo en ese año. 

SISEBUTO I 

existente en 819 y 823. 

Este es el obispo a quien el vulgo atribuye la gloria de haber restaurado la ciudad e iglesia de Urgel después de la invasión de los árabes. Opinión a que no debe acomodarse el que considere que los antecesores Posedonio y Leiderado y aun Félix vivieron aquí muy de asiento, y suponían este territorio libre ya de los moros, y con monasterios existentes, gobernados por sus abades. Ni ¿cómo se hubieran celebrado concilios a fines del siglo VIII, según dicen todos los historiadores, si no estuviera restaurada parte de la ciudad y la iglesia también ? Esto mismo indican las palabras de la escritura que luego se citará: quae (ecclesia) antiquitus a fidelibus constructa, et ab infidelibus destructa, atque a parentibus nostris, temporibus domni et piissimi imperatoris Karoli Augusti, restaurata esse videtur. No es justo pues que por honrar a este obispo se quite a sus antecesores la gloria que les resulta de haber contribuido con su celo a la restauración de la ciudad y del culto eclesiástico. Lo que real y verdaderamente hizo Sisebuto, fue tratar de la dotación de la iglesia y de la confirmación de sus posesiones; a lo cual llamaban dedicación, y algunas veces consagración: palabras que atendida la propiedad latina significan una misma cosa. En este sentido bien podemos llamar a este obispo restaurador de la iglesia de Urgel. Porque viendo ya concluido el templo, que entonces se construyó, y que desapareció con la fábrica del actual, y contando con la permanencia que la religión cristiana podía prometerse en este país por la inmediación de las armas francesas, y bajo la dirección del conde Seniofredo, acudió al emperador Ludovico Pío, con cuya autoridad y la asistencia de varios próceres, se hizo la solemne dotación de la iglesia, que publicó la Marca Hisp. (apend. núm. I.), y yo envié copiada de nuevo en los correos pasados. Su data es del día 1.° de Noviembre, año VI del sobredicho emperador, que corresponde al de 819 de Cristo. En la misma obra (apend. núm. II.) se publica otra memoria como perteneciente a nuestro obispo; pero no es sino del Sisebuto II, como veremos en su lugar. Ya advertí que en ese solemne diploma de la dedicación no se habla de la introducción de vida canónica Aquisgranense en esta iglesia. Pero bien podemos conjeturar que así debió verificarse, no sólo porque aquella regla era tan favorita del emperador, que tan liberal andaba con esta iglesia; sino porque estaba tan reciente lo mandado acerca de esto en Aquisgrán en 816, y era muy regular que el obispo Sisebuto, ya que tan solícito anduvo en cuidar de los intereses temporales, no lo estuviese menos en la reforma de la vida clerical, que no andaría muy arreglada con las pasadas revueltas de los errores de Félix. Esto suponen los obispos sucesores S. Ermengol y Eriballo en sus decretos sobre la vida canónica, como ya se dijo en su lugar. El catálogo impreso dice que Sisebuto murió el año 821. Mas yo he hallado por aquí algunas copias de un praeceptum de Ludovico Pío a favor del mismo obispo, en que le concede que pueda proceder libremente a la corrección de su clero, y que nadie le perturbe en la posesión de la parroquia de Livia, capital de la Cerdaña: confírmale además cuanto su padre Carlo Magno tenía concedido a esta iglesia, parrochias, dice, Urgellitanam, Bergitanam, Cerdaniensem, Palariensem, Anabiensem, Cardosedanam, Terbiensem, Gestabiensem, Ribacursensem. Es en la substancia parecido al que publicó la Marca Hisp. (apend. núm. XI.). Pero este tiene la fecha de esta manera: Dat. IIII. Idus Marcii, anno Xpo propicio X. imperii domni Ledovici piissimi Augusti, Indict. XIII. Actum Theudotis villa palatio regio in Dei nomine &c. El día lo de Marzo del año X de Luis es el de 823 de Cristo, en el cual debemos suponer vivo a este obispo, si no hay yerro en eso, como ciertamente lo hay en la indicción que en ese año era la I, no la XIII. No va copia de la escritura, porque ya dije que sólo son traslados lo que he visto; ni yo propongo esto, sino para que quede apuntado aquí, por si otro averigua más, en cuyo caso sería perjudicial la omisión. 

POSEDONIO II 

existente en 823. 

Acabamos de ver que el obispo Sisebuto existía en el día 10 de Marzo del año 823, correspondiente al X del imperio de Ludovico Pío. Y ahora se nos ofrece en el 21 de Junio del mismo año otro obispo Posedonio, en el diploma con que ese emperador, por la mediación del conde Matfredo, le confirmó la posesión del monasterio de Santa María, llamado Santa Grata, reedificado por el mismo obispo, junto con la cellula o priorato de S. Fructuoso, sujeta a dicho monasterio, del cual se dirá más en otro correo. La escritura que de ello se hizo, está en la Marca Hisp. (apend. núm. IV.) conforme enteramente en la fecha con el original que existe en este archivo. En ella se dice que ya había mucho tiempo se concedió licencia a este obispo para edificar monasterios en los lugares incultos: Matfredus comes... gestans in manibus quasdam praeceptiones, quas dudum in Aquitania constituti cuidam venerabili Possedonio Orgeletanae sedis episcopo fieri iusseramus. Y poco después se supone existente en este año que decimos: suggerens praedictus Possedonius episcopus per eundem Matfredum fidelem nostrum. Siendo pues cierta la fecha de esta escritura, y no habiendo yerro en el año que señala, debe tenerse también por cierta la existencia de Posedonio en 823. Pero no se entiende cómo será el que ha tanto tiempo se le hubiese concedido licencia para edificar aquel monasterio, siendo cierto como es que tres años antes de este era obispo Sisebuto. O digamos que el Posedonio, a quien se dio aquella facultad, era el otro del mismo nombre, de que ya dijimos. Lo que en ninguna manera puedo aprobar es que se atribuya al mismo obispo la otra escritura que publica la misma obra (apend. núm. XI.) reducida al año 836 de Cristo, como también se la atribuye el catálogo impreso. No he podido dar con el original de ella; pero es imposible que no hubiese yerro en el año XXII que señala de Ludovico Pío, siéndolo el que Posedonio existiese en ese año; pues consta con evidencia que ya en 833 le había sucedido otro Sisebuto, cuyas memorias alcanzan hasta el 840, como vamos a ver. 

SISEBUTO II 

desde 833 hasta 840. 

El catálogo impreso dice que este prelado fue electo en el año 851. Antes de él pone a un obispo Florencio electo en 838 y muerto en 850 (no se ve bien, es un 0 más pequeño, o un 8 o 6 medio borrado), del cual dice que dedicavit catedralem ecclesiam ad medietatem: expresión que no sé lo que significa, estando ya esta iglesia dedicada por entero desde el 819. Y como por otra parte no da prueba alguna de la puntualidad con que asegura la entrada y la salida de los obispos, cuya existencia a duras penas pueden columbrar los que la buscan en documentos, ¿qué haré más que seguir mi cuenta por los que he podido ver? Así que el Florencio debe ser excluido, o en todo caso guardado para después de Sisebuto II, en que hay algunos años sin memoria de obispo. Y no es extraño que este catálogo dislocase los años y pontificado de Sisebuto II, puesto que Balucio lo confundió con el primero (Marca Hisp. col. 346 seqq.). Mas es constante que hubo aquí dos obispos de este nombre, el primero en 819, el segundo desde el 833 en adelante, mediando entre los dos un obispo Posedonio; el cual ya dije que no pudo vivir hasta el año 836, como afirmó Balucio (Ibid. col. 351): pues consta evidentemente que ya Sisebuto le había sucedido XV. Kalendas Decembres, anno vicessimo imperatoris nostri serenissimi Hlodouvici Agusti. Esta es la fecha literal de la escritura que se hizo en la dedicación que celebró el obispo Sisebuto de la iglesia de Santa María, S. Pedro y S. Juan Bautista in castro Lilieto; la cual existe original en este archivo, y va copiada (a: Apend. n. VI.). El estar expresado con letras el año vicessimo de Ludovico Pío, quita todo recelo de equivocación, que ya por otra parte no era de presumir en una escritura original, y de las más auténticas del mundo. Así que esta dedicación se hizo a 17 de Noviembre del año 833, contando como se debe los años de aquel emperador desde el 28 de Enero de 814. La subscripción del obispo, además de la mención que se hace de él en el cuerpo de la escritura, es de esta manera: XV. Kalendas Decembres restaurata a Sisebuto episcopo et subscripta: 

+ Sisebutus +.

El gobierno del mismo obispo en estos años lo demuestra también el precepto o confirmación dada por el emperador Carlos el Calvo a favor del monasterio de Santa María de Alaon (Alaón), año V de su reinado, 844 de Cristo. Porque en ese diploma dice que aquella casa había sido edificada diez años antes, y dedicada por Sisebuto, obispo de Urgel, a cuya diócesi pertenecía entonces (de cuius spiritualitate locus est). De donde se concluye que en 834 había en la iglesia de Urgel un obispo llamado Sisebuto. Este documento está publicado por el cardenal Aguirre (Coll. Concil. tom. IV. p. 129). Lo mismo dicen los historiadores de Languedoc (lib. IX.). 

Después de estas memorias quedan algunas otras no menos ciertas de los años 839 y 840, las cuales diré por su orden cronológico.

1.a Una escritura copiada en el libro Dotal., y es la compra que hizo el obispo Sisebuto de ciertas tierras in territorio Elinsitano ad sanctum Stephanum (valle de Elins), fecha X. Kal. Martii, anno XXVI. imperante domno nostro Hludovico Augusto, 839 de Cristo.

2.a El testamento del mismo prelado, fecho V. Kal. Aprilis del mismo año. Va copia de él (a: Apend. n. VII.), porque no deja de ser curiosa la memoria de los libros que manda a varios monasterios. También merece atención el pago (pao) Verennetano que nombra por dos veces, y por ahora no me ocurre qué condado o parte de territorio quiso indicar con ese nombre.

3.a La donación que a esta iglesia y a su obispo Sisebuto hizo el conde Suniefredo, publicada en la Marca Hisp. (apend. n. II.) mal reducida por Balucio al año 819, porque la fecha que ella tiene es III. nonas Ianuarii, anno vicesimo VI. de Ludovico Pío, que es el 840 de Cristo. Creyó aquel escritor que se debía borrar el vicesimo y conservar sólo la nota VI. Y dijo que era cierto y evidente (col. 347.), que debía hacerse esa enmienda por dos razones, que no sé cómo le parecieron sólidas y bastantes para ello. 1.a Porque ya en el año 819 estaba hecha la dedicación de esta iglesia; como si aquel acto impidiera que después se le hicieran nuevas donaciones. 2.a Que en esta de que hablamos se supone vivo al obispo Sisebuto, el cual dice que había muerto antes del 823. Esto es mucha verdad, respeto del primer obispo de este nombre, mas no respeto del segundo, cuya existencia desde el 833 hasta el 840 vamos demostrando. En todo caso Balucio debía reducir la citada escritura, no al año 819, sino al 820 de Cristo, al cual corresponde el día 3 de Enero del año VI de Luis. La verdad es que la escritura publicada está conforme con el original, el cual existe aquí, y he visto con mis ojos, y cotejado cuidadosamente con el impreso; y en la fecha se lee anno vicessimo VI; y como a su verdad no se opongan las dos razones alegadas por Balucio, debe prevalecer su texto genuino a la interpretación arbitraria de este escritor: y cuando se haga otra edición de esa obra, entre las muchas correcciones que hay que hacer en ella, debe quitarse esta escritura del lugar que allí ocupa, y ponerse en el año 840 que es donde pertenece. Tenemos pues averiguado que en ese año existía aún nuestro obispo Sisebuto. 

Mayor dificultad podía ser la que no mencionó Balucio, es a saber, la existencia del conde Seniofredo que supone ese instrumento del año XXVI de Luis; siendo así que no hay autor que de estos condes escriba, que no le suponga muerto antes del 823, en que aparece su sucesor Macfredo (Matfredo, Manfredo; Manfred). Mas esta ha sido una equivocación general, o más bien de uno solo, a quien copiaron los demás. En las memorias de los condes de Urgel se demuestra que Suniefredo lo fue hasta el 844. 

4.a Finalmente hay una escritura de la venta que Jesalrmar y Alevia hicieron al obispo Sisebuto de una viña en los términos de Villanova ubi dicitur Ripafracta, en el condado de Urgel, por precio de diez sueldos, fecha Idus Iunias, anno XXVII. domno nostro glorioso Ludovico imperatore, que es el 13 de Junio de 840, siete días antes que muriese aquel príncipe. Son muchas las veces que repite esta escritura el nombre del obispo Sisebuto; y aunque sólo una le nombrara, bastaría para convencernos de su existencia en dicho año. Va copia de ella (a: Apend. n. VIII.). 

De todo lo dicho se concluye que el obispo Sisebuto II gobernó esta iglesia desde el año 833 hasta el 840 cuando menos, sin que nos conste su muerte, ni la elección del sucesor 

BEATO 

existente en el año 850. 

De este obispo nadie ha hecho mención alguna hasta el presente; ni yo la haría si la casualidad no me hubiese presentado un documento que descubre su existencia. Es un reconocimiento que Wisamundo, abad del monasterio de S. Andrés de Tres ponts, hizo al arcipreste Froila de las iglesias de Santa Eulalia y S. Juan en el valle de Lavanza, las cuales le tenía usurpadas. En el exordio de esta escritura se lee: In concilio domno Beato sancta Dei Orgellitane sedis episcopo, seu et de iudices &c. 

A los prácticos en este género de diplomas consta que la palabra Beato no es aquí un dictado, sino nombre propio de persona, que siempre seguía a la palabra domno. Y de esto no diré más. Por otra parte no era desusado este nombre en aquellos tiempos. Así es conocido el presbítero Beato, que floreció a fines del siglo anterior y principios del actual, acérrimo impugnador de los errores del obispo Urgellense Félix, y a quien este obispo y su compañero Elipando llamaron por apodo antiphrasium (antifrasio), esto es, contrario en sus escritos a su nombre de Beato. No hay pues inconveniente en reconocer en esta iglesia un obispo del mismo nombre a mediados del siglo IX: tiempo puntualmente en que se halla hueco el espacio de 17 años, sin noticia de otro prelado que ocupase esta sede; es a saber, desde el año 840 en que acaban las memorias del obispo Sisebuto II, hasta el de 857 en que comienzan las de Wisado I. Así que, mientras no ocurra otra cosa debemos fijar la existencia del obispo Urgelense Beato en el día IV. Nonas Iulii anno X. regnante Karulo rege, que es la fecha de la escritura sobredicha, cuyo carácter no permite atribuirse a otro Carlos que al Calvo, y por consiguiente al año 850 de Cristo. El original está en el archivo de esta iglesia caj. del episcopologio, y de allí es la copia adjunta (a: Apend. n. IX.). 

WISADO I 

desde 857 hasta 872. 

El catálogo impreso pone a este prelado en el siglo X, desde el año 927 hasta el 940. Mas no se sufre decir tal cosa: 1.° porque en este período consta con evidencia que era obispo Radulfo, como se dirá en su lugar: 2.° porque Wisado II en la consagración de una iglesia, de que se hablará adelante en el año 960, supone que las décimas y primicias le estaban concedidas por el antecesor de su mismo nombre había ya más de 60 años; por consiguiente este primer Wisado debe ser anterior al año 900: 3.° porque de las tres escrituras que voy a citar, la primera y la tercera por su carácter, y la segunda por el contenido de ella, son tan propias del reinado de Carlos el Calvo, que no dejan la menor duda de que Wisado I floreció a mitad del siglo IX. Al autor del catálogo engañó la bula de León VII a favor del monasterio de Ripoll del año 938, en la cual se cita un obispo Urgelense Wisado; y como tras él hallase memorias de Rodulfo, y luego de otro Wisado, fijó la existencia del primero en los principios del siglo X. Pero ya en los viajes de Vique, Gerona y otros queda demostrado que esa bula no es de León VII ni del año 938, en cuyo tiempo no existía casi ninguno de los obispos a quienes va dirigida, ni aun el abad de Ripoll en cuyo favor se expidió (a: V. los tom. VI, pág. 137 y sig., y VIII, pág. 6). De esto acaso se volverá a hablar más adelante. Vengamos a las memorias ciertas de este obispo. 

La 1.a de ellas es la dedicación y dotación de la iglesia de S. Martín de la villa de Salices (: Salses?): fecha VI. Idus Decembris anno XVIII. regnante Karulo rege. Es tan poderoso el argumento que resulta del carácter de esta escritura propio de la mitad del siglo IX, que al que tenga alguna práctica en ello es imposible no reconocer en esa data el año 857 de Cristo, XVIII de Carlos el Calvo. El original existe en este archivo (caj. dels escampats). (cajón de los esparcidos, dispersos). 

2.a Mas aunque para mis lectores no es esta prueba tan fuerte como para mí que estoy viendo ese instrumento; podrán convencerse de la existencia de este obispo en el siglo IX por la escritura que se cita en la Marc. Hisp. (col. 357), y que Balucio publicó (Capitul. ap. n. XC.), y que yo he copiado de nuevo del Dotal. I de esta iglesia (a: Apend. n. X.). Es un privilegio de protección que a ella y a su obispo Wisado dio el rey Carlos el Calvo en el año 860, que Balucio atrasa al siguiente. Este es el documento de que dicho escritor quiere inferir que el condado de Urgel pertenecía a la Septimania francesa; porque leyó en él: concedimus eidem sanctae sedi, ut SICUT aliae ecclesiae Septimaniae, ITA quoque eadem... habeant tertiam partem telonei. Como si aquel sicut correspondiente al ita indicase más que semejanza de privilegio. Pero de esto y de la extravagante pretensión de Balucio hablaré de propósito en lo del condado de Urgel. Volviendo a lo que estamos, obsérvese que a sólo Carlos el Calvo puede convenir la fecha de este diploma, que es: XIII. Kal. Decemb., indictione IX., anno XXI. regnante Karolo glorisissimo (: gloriossissimo; gloriosísimo) rege. Acta Panagone palatio &c. Porque de ningún otro Carlos se puede decir que al año XXI de su reinado corresponda la indicción IX, sino en el de este rey, que es el 860 de Cristo, en el cual, según la costumbre imperial, entró la indicción IX desde el mes de Septiembre. Más es, que en este decreto confirma el rey al obispo Wisado y a su iglesia todos los privilegios concedidos á gloriosis, dice, imperatoribus Karolo avo nostro (emperador Carlos, Carlo Magno, abuelo nuestro), et Ludovico genitore nostro (Luis Pío padre nuestro, engendrador). Sólo Carlos el Calvo, hijo de Ludovico Pío y nieto de Carlo Magno, podía hablar de esta manera. Y baste de esto; aunque no dejaré de decir que bien pudiera Balucio haber corregido la equivocación de su maestro Pedro de Marca, que a pesar de pruebas tan claras de la época de este decreto, lo atribuyó al año XXI de Carlos el Simple, 919 de Cristo (V. Marca Hispánica, col. 95). En ese mismo año 860 asistió nuestro obispo a un concilio congregado en Thusi (Tussiaco), y entre los prelados asistentes a él le cuentan todas las colecciones de los concilios generales, y la historia de Languedoc, y la Marca Hispánica.

3.a Con lo dicho se hará más creíble la tercera escritura que decía, y es la sentencia que este obispo junto con los jueces Golteredo y Ansulfo dio sobre la queja que Ispalarico produjo contra Leofredo: quod beni, dice este, super eum traductus, et feci illi II. colapas super eum de meo fuste. No se puede saber más de este litigio. La escritura está en el archivo episcopal, fecha: VIX. Kalds Apriles (Abriles; kalendas o calendas, Aprilis, Abril; April), anno XXXII. regnante Carulo rege, 17 de Marzo de 872. No pasan de este año las memorias halladas aquí de este obispo, ni las hay de otro hasta el 885. Con lo cual queda hueco suficiente para los 21 años de gobierno que le da el catálogo de Gerri. A este pontificado pertenece la fundación del monasterio de S. Andrés en el lugar de Exalada, en el valle de Conflent, hecha por siete sacerdotes de la diócesi de Urgel, los cuales desengañados de la vanidad del mundo, reuniendo sus bienes se pasaron a la diócesi de Elna a hacer vida monástica. Los nombres de los principales son Protasio y Witiza. Esto fue hacia los años 855 y siguientes. Mas habiendo sobrevenido en 878 una furiosa inundación del rio Tet, que destruyó la nueva casa, escarmentando para en adelante, se pasaron a vivir y fundar el monasterio de S. Miguel de Cuxá (aquí pone Cuja, avisada la errata, la enmiendo), que vino después a ser tan célebre en la historia eclesiástica de este país. Básteme haber insinuado esto, no hallando por acá cosa que añadir a lo que de ello dice la Marca Hisp. 

INGOBERTO 

desde antes de 885 hasta después de 893. 

Desde el año 872 hasta el de 885 cesan enteramente las memorias de los obispos de esta iglesia. Y la primera que hay del sucesor Ingoberto en ese último año, es de una enfermedad gravísima que padeció, la cual llevó tan al cabo su vida, que por todas partes corrió la noticia de que había fallecido. Esto se tuvo por cierto, particularmente en la Galia, donde ya se sabía que por su enfermedad no pudo ir a Narbona a la intronización del arzobispo Teodardo, sucesor de Sigebodo. Dícese que con este motivo un clérigo español llamado Selva tuvo la osadía de preconizarse obispo de Urgel, apoderándose de esta iglesia con el favor del conde Suniario, también de Urgel. Y dícese que añadiendo delitos a delitos se arrogó también el fuero de metropolitano, con el cual se atrevió a intronizar al presbítero Ermemiro en la silla de Gerona, vacante por muerte de Teotario, arrojando de ella a Servus-Dei, electo por aquel clero, como de esta había arrojado a Ingoberto. En estos atentados se dice también que le ayudaron además del conde los obispos Frodoino de Barcelona y Godmaro de Vique; y que habiendo dado sus quejas los obispos arrojados de sus sedes, fueron condenados los dos intrusos Selva y Ermemiro, primero por el papa Esteban VI, y sucesivamente por los concilios celebrados en S. Ginés de Fontanis, en Porto, y últimamente en el de Urgel del año 892, donde degradados y rotos sus báculos, y despojados de sus vestidos y anillos, fueron arrojados canónicamente de aquellas iglesias. Esta es la suma de este gran negocio, tal como se refiere en la Marca Hisp. y en otras muchas obras. Acerca de lo cual debo decir que el hecho en su fondo es verdadero; mas no en muchas de sus circunstancias. De las cuales sólo quiero notar ahora la equivocación con que fue llamado Selva el que no se llamaba sino Sclua, y apellidado conde de Urgel el Suniario que lo era de Empurias, porque en Urgel no había entonces más conde que Borrell. Otras diferentes nulidades advirtió Balucio (Marca Hisp. col. 368 sig.) y por las cuales se inclina a sospechar de la verdad de esta narración entera. Porque según él dice son cuatro los monumentos de donde la sacó; es a saber, de la vida de S. Teodardo, arzobispo de Narbona; de la carta del papa Esteban; de las actas del concilio de Fontanis en el Rosellón, y de la bula de Romano papa al obispo de Gerona Servus-Dei. Los tres primeros de estos monumentos él mismo confiesa que son harto posteriores al hecho, y que están adulterados con narraciones equivocadas, de manera que sólo reconoce por legítima la bula del papa Romano. Y aun esa dice que tiene errada la indicción, que no debía escribirse primera, sino cuarta, quedando reducida como él lo hace al año 900. Mas esa bula está original en Gerona, y dice primera y con mucha razón, porque el papa Romano no alcanzó la cuarta ni el año 900, porque sólo obtuvo aquella dignidad por espacio de un año, parte del 897 y del 898: y en el Septiembre del primero de estos años ya comenzó a contarse la indicción I, según la costumbre imperial. Cosas son estas que no sé como no advirtió aquel escritor. En esa bula pues, hablando el papa con el obispo legítimo de Gerona Servus-Dei, le dice: veniens, iam dicte Serve-Dei venerabilis episcope, ad sedem apostolicam, et ecclesia Gerundensi iuste et canonice recepta, expulso inde Hermomiro (Ermomiro), deposito, et excommunicato (excomulgado), suggesisti &c. De manera que no debe haber duda en que allá hubo un intruso Ermemiro. Pues así como esto consta por lo tocante a aquella iglesia, y como a pesar de la violencia del intruso y aun durante ella el obispo Servus-Dei fue allá reconocido por legítimo pastor, así en la nuestra de Urgel, aunque no existe bula dirigida al obispo Ingoberto, como ciertamente debió haberla, hay sin embargo algunos indicios de la intrusión de Sclua, y de que en medio de ella no fue desconocido el legítimo pastor. De lo primero se citarán algunos documentos en el artículo siguiente, al paso que trataremos del verdadero nombre de este atolondrado y atrevido presbítero. De lo segundo son las memorias siguientes: La Marca Hisp. (ap. n. LII.) publicó la escritura de dedicación que nuestro obispo hizo de la iglesia de S. Andrés de Baltarga, día 29 de Octubre del año 890. Del mismo año a 9 de Enero hay aquí otra escritura original de la consagración y dotación hecha por el mismo obispo de la iglesia de S. Clemente en la villa de Ardocale, del pago o territorio Tollonense, que creo ha de ser en la Cerdaña, en el partido llamado Tollo. Va copia (a: Apend. XI.), en la cual advertirás la fecha: Era DCCC.LXXXX, anno III. regnante Oddone rege (rey francés Odón, Otón). Donde es claro que la palabra Era se tomó por la de la encarnación, porque sólo al año 890 corresponde el III de Odón. Tres años después hizo otra consagración de la iglesia de Santa María de Merles en el condado de Berga. De esto sólo he visto un traslado que me comunicó Don Francisco Mirambell y Giol, cura de Prats de Llusanés, en el cual se lee este exordio: Anno incarnationis Domini nostri Iesu Christi octingentesimo nonagesimo tertio, indictione X., sub die IIII. Idus Octubris, anno VI. regnante Oddone rege, veniens quidem venerabilis Ingobertus Urgellensis episcopus in territorio Bergitanensi, in locum que dicitur Balle Merlense, rogatus a Fredario presbitero, vel Attone, vel alios &c., que eran los que habían construido la iglesia. El año VI de Odón era cabalmente el de 893 de Cristo, al cual debe acomodarse la indicción, que no era la X sino la XI.Muy poco más debió vivir este obispo, si es cierto que sólo gobernó la iglesia diez años, como dice el MS. de Gerri, el cual le llama Engubertus. 

Noticias de SCLUA, 

obispo intruso en Urgel. 

Acabamos de ver la suma de lo que se cuenta acerca del atentado que cometió este presbítero contra el obispo Ingoberto. Y ya indicamos allí que este hecho está vestido de muchas circunstancias apócrifas y enteramente inadmisibles. Con la ligereza de los que las creen todas como verdades, choca mucho la crítica del P. Masdeu (a: Hist. crit. de Esp. tom. XV. ilust. XX.) que no cree ninguna, y da por fingido el hecho, y el concilio de Urgel del año 892 en que se terminó este negocio, y la bula del papa Romano a Servus-Dei de Gerona, en que supone la intrusión de Ermemiro: en suma, todo lo tiene por una novela inventada posteriormente por los franceses para prueba de la jurisdicción metropolítica de Narbona sobre estas iglesias antiguas de Cataluña. El estado en que el pirronismo de este escritor ha puesto la cuestión presente, exige una disertación separada, que detenidamente aclare el embrollo que él nos ha metido en casa (N. E. ojito con Masdeu y otros autores pirronistas o pirronianos, como dice el autor; en su época, sólo hace falta nombrar a los catalanistas Bofarull, padre e hijo, Próspero y Manuel, archiveros del ACA, Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona), y vuelva la historia al nivel en que estaba antes de que se publicase su España crítica. Por ahora me bastará, como viajero, decir algo de lo que aquí tenemos en prueba de esos hechos y demostrando de paso que el nombre de ese intruso no era Selva, sino Sclua, o Esclua, o Exclua. 

1. Casi por una casualidad, que siempre tendré por feliz, topé en este archivo con un índice de él, o sea inventario de todas las escrituras que en él había en el siglo XV, porque de ese tiempo es sin disputa la letra del papel que digo. En él hallé el artículo siguiente: Item: La purgacio feta per Sclua, anno incarnationis Domini nostri Iesu Christi sub Era DCCC.LXXXXIII. Esta nota, y otras dos más en que se repite el nombre de Sclua (sin haber arbitrio para creer que equivocasen la C con E, que muy clara es y bien formada en aquel MS. donde corresponde) (N. E. y la típica u : v) me hicieron entrar en la sospecha de que Pedro de Marca y otros escritores, tomando E por C en los MSS. antiguos, llamaron Selva al obispo intruso en esta silla, que no era sino Sclua, nombre muy común y usado en aquellos tiempos, como se ve en varias escrituras que trae la Marca Hisp., y en las que yo publico en mis viajes, y muy usado de los godos, como puede verse en las subscripciones a los concilios Toledanos. Porque muy claro es que en esta nota se habla de purgación canónica, y en el año 893: circunstancias que inclinan a creer que el Sclua allí nombrado es el obispo intruso de esta sede. Es en gran manera sensible la pérdida de ese documento, que existía en el siglo XV; porque con la lectura de él sabríamos el remate que tuvieron aquellos cuentos, si fue por decisión conciliar, o como parece por alguna de las pruebas de fuego, agua caliente o fría, que era lo que llamaban purgaciones canónicas. En este estado de duda, hallé en el Dotal. I de esta iglesia, fol. 237, y poco después en la escritura original, la ejecución del testamento de un obispo Sclua o Scluva, o sea la donación que por disposición suya hizo el presbítero Egila, hermano del difunto, fecha VIII. Idus Iulii, anno XXVII. regnante Karulo rege filio Leudovici. Son muy dignas de consideración todas las circunstancias de esta escritura. Porque en primer lugar los bienes de que dispone el difunto, todos están en el condado de la Cerdaña, y en los contornos de las villas de Gere y Alli; de lo cual no será extraño concluir que era natural de aquellos puntos donde estaba heredado. Item: el nombrarle varias veces y siempre obispo, y en ninguna de ellas designar su sede, es una prueba de que no la tenía al tiempo de morir. Esto mismo se observó en otras ocasiones (a: Tom. VI. pág. 156.) acerca del Guadallo intruso de Vique un siglo después de esto. Mas el ver que toda esta donación testamentaria es hecha a la iglesia de Urgel, prueba que esta es la sede que obtuvo, aunque indebidamente, a la cual quería resarcir con este donativo los escándalos y males que le había ocasionado. Por otra parte la fecha corresponde al año 924 de Cristo; y esto cuadra bien con las cosas de este obispo, que depuesto en el 892 o siguiente, pudo vivir hasta poco antes de dicha época, en que ya se supone difunto. Por último repito que varias veces está nombrado en ella este obispo, y siempre Sclua y Scluva, nunca Selva. Va copia puntual de este documento, para que veas por tus ojos la verdad de cuanto he dicho (b: Apend. n. XII.). 

3. En un cabreo (N. E. tipo de documento, nada que ver con enfado) de que hablaré en el artículo siguiente, hecho hacia el año 948, se mencionan cinco obispos de fines del siglo IX y principios del X, por este orden: Golderico, SCLUA, Nantigiso, Radulfo y Wisado; donde es claro que aquí mismo hubo un tiempo en que Sclua obró como obispo, anterior a Nantigiso, de quien luego se dirá, instituyendo presbíteros para gobernar las iglesias, que es de lo que habla aquel documento. 

4. En el catálogo de obispos que copié del monasterio de Gerri se dice, que este obispo sólo lo fue año y medio: Selva, dice, anno I. et semis, et postea perdidit episcopatum. Esto es lo único que hasta ahora he podido hallar relativo a este negocio. Y eso solo basta para concluir que realmente hubo aquí un obispo intruso llamado en todos los documentos SCLUA, no Selva, si no es en este último MS. del siglo XII, cuya autoridad es muy inferior a la de las escrituras originales y auténticas. (N. E. Esto es muy importante: un pequeño error de copia puede ocasionar grandes errores en la historia, y más si se pierden los documentos originales. Además, cada vez hay menos gente que puede leer esos textos originales, y eso que hay muchas universidades y medios que antes.)

GOLDERICO 

(dudoso) 

Así es llamado, y también Goldencho, acaso por yerro del copiante (Golde + ri : n + cho), un prelado de esta iglesia ignorado hasta ahora, cuya memoria nos ha conservado un cabreo de las parroquias de la valle Lordense, que se halla en este archivo, copiado en el lib. I. Dotal. fol. 173 b. Habíase apoderado de ellas, y usurpado los derechos que allí tenía esta iglesia, el conde de Urgel Suniario, que lo fue desde el año 911 hasta el 950; de modo que el obispo Wisado II para recobrarlas tuvo que acudir al derecho de posesión; y así presentó la memoria, cuya copia va adjunta (a: Apend. n. XIII.). En ella se acotan los nombres de los presbíteros que las regentaron bajo la ordinación de cinco obispos, que lo fueron desde fines del siglo IX hasta mitad del X. Los cuales por el orden retrógrado son Wisado II, Rodulfo, Nantigiso, Sclua y GOLDERICO. Esto y el decir que el conde Suniario se había apoderado de las iglesias, basta para creer que esta escritura es de hacia el año 948. El omitirse en ella el nombre del obispo Ingoberto, que ciertamente precedió y sobrevivió a la intrusión y a la deposición del revoltoso Sclua, y también precedió a Nantigiso, da motivo para sospechar que equivocaron los nombres, y dijeron Golderico por Ingoberto. Y yo me inclino a esto, no habiendo por otra parte rastro de tal obispo, ni siendo verosímil que callasen en la escritura citada el nombre de Ingoberto, que tanto tiempo gobernó esta iglesia, y que precisamente debió conferir alguna vez la posesión de las de que en dicho documento se trata. Mas como es tan diverso el nombre de Ingoberto del de Golderico, he querido notar esto aquí por si el tiempo descubriese algo más. Por de contado la copia adjunta servirá para el artículo del obispo Sclua.

Descansemos de esta tarea, que la tela es larga y hay para muchos días. A Dios. 

domingo, 30 de octubre de 2022

CARTA XCII. Antigüedad de la iglesia de Gerona.

CARTA XCII. 

Antigüedad de la iglesia de Gerona: su catedral siempre fue la de Santa María, nunca la de San Félix, sino interinamente mientras dominaron los Moros en la ciudad: el clero de ambas iglesias profesó la canónica Aquisgranense desde fines del siglo IX: restauración de dicha canónica en el XI: pruebas de esto, y de que no se observó aquí la regla de San Agustín ni la de San Benito: noticia de lo que era el mazo de San Benito: varios ritos monacales de esta iglesia fueron la causa de esta opinión: noticia de ellos y de lo que era el Prepósito: número, orden y nombres de sus arcedianatos: número y calidades de los canónigos: cuándo y cómo pasaron a serlo los presbíteros llamados de Capítulo: origen de sus beneficiados: quien concurría a las elecciones de Obispos: cuando comenzó a elegirlos el Papa: sujeción de esta iglesia a la de Narbona: su título (titular en el índice), sello, hermandad con la de Puy en Francia: cuánto tiempo duró la fiesta a Carlo Magno: vestidos corales de los canónigos.

Mi querido hermano: Mucho se ha escrito sobre la antigua cristiandad de Gerona haciéndola remontar algunos historiadores hasta los tiempos apostólicos, colocando en esta Sede por primer Obispo a San Máximo, discípulo de Santiago. Algo más reciente ha de ser si San Saturnino fue el primer apóstol de estos países, como dan por supuestos algunos monumentos de nuestros monasterios e iglesias. Mas aun dejando aparte los primitivos tiempos, en que es muy verosímil que estuviese propagada por acá la religión, nos consta que lo estaba ya a fines del siglo III, como se ve en las actas de los mártires que padecieron a principios del siglo IV, que cierto no debía ser tan nueva la religión aquí en 303, cuando apenas llegado Daciano a España ya destinó a Gerona un vicepresidente tal como Rufino, que muy de asiento y de propósito persiguiese los templos de Dios vivos y muertos. 

Y constando que aquella persecución comenzó por derribar y asolar las iglesias como principal objeto suyo, se ha de tener por indubitable que la había ya en esa época en Gerona, y que era Sede de su Obispo propio llamado Poncio, martirizado en 303, y lugar donde se congregase la muchedumbre de cristianos, que debía ser considerable si se ha de calcular por los que murieron en esa persecución, que son más de doscientos, digo los conocidos.

El lugar donde estaba esta iglesia no puede ser otro que el actual, no habiendo quien dispute esta preeminencia sino la iglesia de S. Félix, y disputándolo esta a lo que entiendo sin razón. Porque el lugar donde ahora está el templo de este Santo era a fines del siglo III y principios del IV cementerio de los cristianos, donde consta que fueron sepultados casi todos los mártires y señaladamente San Félix Africano, y S. Narciso Obispo. Y como la disciplina de aquel tiempo no permitía que nadie se enterrase en iglesias, síguese que no la había ni catedral ni subalterna en el lugar indicado; el cual por otra parte estaba entonces extramuros de Gerona y delante de la puerta por donde se tomaba el camino de las Galias; circunstancias que comprueban la oportunidad de aquel sitio para cementerio y la importunidad para una Sede o iglesia matriz. Más adelante se verá el origen de esta pretensión. 

Decía, pues, que Rufino destruyó la catedral antigua, de modo que el citado Obispo San Poncio y sus fieles no tenían otro lugar donde congregarse que las criptas o soterráneos, y lo mismo aconteció a San Narciso, el cual fue muerto por los perseguidores en una de aquellas venerables juntas en el mismo cementerio que ahora decía. Que si se dice muerto en la iglesia de San Félix tomaron con grande impropiedad la iglesia que se construyó después por el terreno o sitio de ella. Cesando al cabo de ocho o diez años la persecución, y llegada la paz de Constantino, luego hallamos en esta ciudad dos iglesias cuyo examen importa mucho para la historia de esta Sede. Llamose la una de San Félix, levantada sobre el mismo cementerio o lugar donde había sido sepultado aquel insigne mártir, que por lo heroico y brillante de su martirio, y por la fama y celebridad que le dieron los himnos de Prudencio, se llevó la principal advocación del templo, oscureciendo en cierto modo el nombre de San Narciso, y del otro Félix, su diácono, sepultados en el mismo lugar. Bien se echa de ver cuán conforme era la erección de este templo a la disciplina de la época en que cesaron las persecuciones, cuando en todas partes se levantaron iglesias sobre los sepulcros de los mártires. Y así sin dificultad se puede fijar la época de esta hacia los años 320 o cosa tal.

Tampoco dudo que sea del mismo tiempo la otra iglesia intitulada constantemente de Santa María, y situada en el mismo lugar donde hoy está la catedral nueva, Sede propia de los Obispos de esta ciudad. Porque cierto es que por ardiente que fuese la devoción de los Gerundenses a San Félix Africano, primero debía restablecerse la Sede e iglesia matriz ya que había libertad para ello. Y que esta lo fuese la de Santa María, y no la de San Félix, aún en el siglo IV, lo persuade el haberlo sido en el siglo VII, porque no había razón ni es creíble que los Obispos de este último siglo ocupasen otra Sede que la que tuvieron los del IV. Pues a principios del siglo VII dice San Ildefonso (de viris illustribus, cap. X) entre otros elogios de San Nonito, Obispo Gerundense, adhaerens instanter obsequiis sepulcri S. Felicis Martyris. Circunstancia nada notable en un Obispo que asistía diariamente en su catedral, si esta lo hubiera sido el templo donde estaba el sepulcro de S. Félix. Por donde parece claro que era distinto de este el de la catedral, el cual estaba dentro de los muros cual correspondía a la iglesia matriz.

Por esta última razón cuando los moros se apoderaron de Gerona hacia el año 717, tomaron para su mezquita la catedral, y para los Cristianos que quedaron pecheros, quedó libre el uso del templo exterior de San Félix, a donde trasladó el Obispo su Sede y todo el culto de la catedral; y allí permaneció hasta la restauración de 785. De este espacio de sesenta años, dice un Cronicón de Ripoll hablando de esta restauración de la catedral, quae tunc erat in ecclesia S. Felicis (Marca hispánica, col. 250): y más claramente lo dice un sermón del Obispo Oliva: Ibi (en la iglesia de San Félix) erat ecclesia cathedralis tempore infidelium; porque no habiéndolo sido en los tres primeros siglos, no hay otra época a que convenga el tempore infidelium sino a los sesenta años del dominio de los moros.

Conquistada esta ciudad por las armas de Carlo Magno, o más bien por los Cristianos que quedaron en ella, se restauró la catedral y la Sede episcopal en el lugar en que ahora está. Desde esta época de mayor luz quedan innumerables documentos que acreditan que la catedralidad no ha mudado de lugar. De modo que a la actual iglesia de Santa María, que es ahora distinta de la de S. Félix, es la misma que lo era en los diplomas del siglo IX y siguientes. Y este es a la verdad un argumento muy sólido para probar que el templo de S. Félix no disfrutó jamás este honor sino interinamente en los sesenta años de cautiverio. Porque no es presumible que un templo tan respetable ya por su famoso titular fuese despojado del honor episcopal que había disfrutado desde la paz de Constantino si tal hubiese. Ni se hallará que Carlo Magno u otro Príncipe de aquel tiempo despojase tan ligeramente los templos de su antiguo honor en las ciudades que conquistaban de los moros. Esto era mucho menos verosímil en Gerona, que en medio de la barbarie de los árabes supieron mantener el culto cristiano en la iglesia de San Félix, por donde no había título para que se temiese alguna mengua en las invasiones venideras. Así que no fue este el motivo de la mudanza de la catedral al lugar donde está, sino la restitución del derecho que tenía este sitio profanado con las impurezas del Corán en aquellos sesenta años. Trata este punto con más extensión Dorca en la obra de los mártires. Sea con motivo de la sobredicha traslación de catedralidad al templo de S. Félix, sea por otra causa, el clero de ambas iglesias se consideró uno solo hasta el siglo X; de lo cual da algunas pruebas el mismo escritor. A mediados de ese siglo se dividió un clero de otro, y el de San Félix suena gobernado por abad propio, como se dirá otro día. Aún antes de esa división se había ya introducido aquí la Vita canónica Aquisgranense, comúnmente admitida por las iglesias de Cataluña en aquellos tiempos anteriores al remate del siglo XI. Yo no tengo duda en que aquí se introdujo luego que se mandó observar en el concilio de Aquisgrán (Aachen) del año 816. Mas como para esto se necesitaba dotación fija y apoyada con la autoridad real que asegurase a los canónigos de su subsistencia, de ahí es que no nos consta la observancia de esta regla hasta que el Obispo Teotario en el año 881 logró de Carlomán un diploma o como llamaban preceptum, en confirmación de todos los bienes de esta iglesia; el cual publicó Baluzio (capítul. Reg. Franc. apén. número CXVI) y está en el libro verde de esta catedral, fol. 178. Hizo esto el Obispo con ánimo de dotar de nuevo a su clero, y de hacerles observar la regla canonical a imitación de Frodoino Obispo de Barcelona, que ya lo había ejecutado en 878. El nuestro lo verificó en 882, señalando los estipendios o sustentación, que su clero, esto es, el de San Félix y Santa María, debían recibir sirviendo a Dios en sus iglesias. Irá copiado de nuevo este instrumento, aunque publicado varias veces, y novísimamente por Dorca. En él se debe fijar la introducción de la canónica Aquisgranense en esta iglesia, porque sus fórmulas son las mismas con que se establecía en otras partes. Más claro parece esto en que desde entonces los canónigos de Gerona comenzaron a llamarse así, como se ve en el instrumento de la elección del Obispo sucesor Servus Dei del año 886 o 887 en que todos los subscriptores se firman Canonicus, cosa no usada hasta entonces (a: En la España Sagrada, tom. 43, pág. 96 y 169 se da por sentado que en esta iglesia no se instituyó la vida canónica hasta muy entrado el siglo XI. No me admira que opinase así el que tan escaso se muestra de noticias del tiempo del Obispo Teotario; y eslo sí que es de admirar en quien vio por sus ojos los archivos de Gerona.) 

Y así es claro que tomaron este dictado a canone o regla; y no habiendo entonces otra en uso por acá sino la de Aquisgrán, admitida en toda la provincia Narbonense, a la cual pertenecía nuestra iglesia, es preciso concluir que esta es la que aquí se admitió como en la de Barcelona, Vique y Urgel. No se opone a esto la subscripción de Badagarius Abba que se halla en la citada escritura de elección. Porque este Abba o Prepósito era el que según mandaba aquella regla tenía a su cuidado el gobierno económico de la iglesia. 

Ya advertí en el viaje de Vique que la canónica Aquisgranense tenía por propio carácter el no obligar a sus profesores a la total abdicación de la propiedad, y así quedaban con el derecho de testar libremente de sus bienes, muebles y raíces al tiempo de morir. Y que esto se usase aquí en los siglos X y siguientes se podía mostrar en una larga serie de ejemplares por las escrituras que quedan de este género, y por los legados de los canónigos a su iglesia, notados en sus óbitos en los Martirologios. Dorca cita algunos (pág. 351). He copiado dos (a: Aps. ns. XXVIII y XXIX.) para muestra: uno del año 1064, tiempo en que, como se verá, estaba en su auge esta canónica Gerundense. Este es el testamento de Ponce Levita (nombre sinónimo de canónigo de Gerona), y Capud scolae, oficio unido entonces a la canónica. En él verás la franqueza con que dispone de todos sus bienes, y los muchos que poseía como dueño propietario. Es notable la mención que hace de mancusos auri monetae aeneae. El otro es del año siguiente 1065, hecho por Guillermo Guifredo, canónigo de esta iglesia, que murió en Palencia, yendo en romería a Santiago en el mes de agosto de este año. Otros muchos hasta principios del siglo XIII se citan en el proceso de 1239, produciendo los legados que se hicieron a los presbíteros de esta iglesia. Lo mismo pudiera hacer respecto de las oblaciones y admisiones in canonicum, en cuyo acto la canónica consignaba a los nuevos la percepción de ciertos frutos, de que disponían a su arbitrio. Cosa que no toleraba otra regla que la Aquisgranense.

Sin embargo, creo que hasta principios del siglo XI no estuvo en gran auge esta canónica, o por falta de edificio que comprendiese en un recinto todas las habitaciones y oficinas que la correspondían, o por otras causas. Así hallamos que es a XII de las calendas de diciembre del año 1019 (XXIII del Rey Roberto), el Obispo Pedro Roger, con el auxilio de su hermana la Condesa de Barcelona Ermesindis, y del hijo de este Berenguer, Conde y Marqués, resolvió restaurar y dotar esta canónica, mandando construir su edificio, como se ve en la escritura publicada en la Marca Hisp. (Ap. n. CLXXXII), y copiada por mí de nuevo del original, donde se hallan algunas suscripciones que omitió el impreso, y se corrigen las erratas que en él se cometieron (a). Otra copia va de la nueva dotación que hizo poco después el mismo Obispo: por donde se ve el esmero con que cuidó de la reforma de este clero (b).

Es verdad que en ninguno de estos instrumentos se dice restaurase aquí la canónica Aquisgranense. Mas la circunstancia de haber asistido a aquel acto solemne los canónigos de Barcelona, que la habían admitido el año 1009, y San Ermengol, Obispo de Urgel, que la plantificó en su iglesia en 1010; y la de haberse hecho todo con su acuerdo es un indicio manifiesto de que aquí no se introdujo otra regla. Dorca, que trató de propósito esta materia, omitió un argumento que es el más concluyente de esta verdad. En dos martirologios modernos de esta catedral, uno del siglo XIII y otro de fines del XIV, se halla al fin o toda o la mayor parte de la Vita canónica Aquisgranense con el prólogo, todo conforme la publicaron los editores de Concilios. Lo mismo se ve en otro martirologio de la colegiata de San Félix. Cualquiera volumen que se hallase de ello aquí era ya un indicio suficiente de lo que digo. 

(a) Ap. n. XXX. = En la España Sagrada, tom. 43, se publica este documento copiándolo de la Marca Hispánica. 

(b) Ap. n. XXXI. 

Pero lo es mucho mayor el hallarse en los martirologios, libros en que sólo se escribía lo que había de servir para la lectura y uso diario de la Praetiosa en los monasterios y en las iglesias que se amoldaron al rito monacal. Porque en esa hora, después del martirologio, se leía, o el Evangelio del día en las fiestas, u otras lecciones análogas al objeto, o un trozo de la regla y constituciones en las ferias, como todavía se observa en mi orden y otras: y esto era general en todas las canónicas. Pues si en los martirologios escritos de nuevo en los siglos XIII y XIV pusieron aquí la canónica Aquisgranense, es claro que esta es la que leían al tiempo de la Praetiosa. Y a esto alude una consueta del siglo XIV, que manda leer a esa hora un trozo de Decretis Patrum, expresión equivalente a aquella canónica, que no es otra cosa sino una colección de sentencias de Padres y Concilios. También se infiere de lo mismo que esta es la regla que observaron en los siglos anteriores. Porque ya se sabe la tenacidad con que los cuerpos guardan sus antiguos ritos y costumbres. Con esta sola reflexión queda desmentida la opinión de los que creyeron que la canónica Gerundense fue Agustiniana. Porque además de que esta regla no pudo regir aquí antes del remate del siglo XI, en que era todavía desconocida en Cataluña, debemos decir lo mismo de los siglos XIII y XIV, en que no se acordaron de ella cuando escribieron los martirologios sobredichos. Cosa del todo inverosímil, si entonces o antes estuviera en uso.

Mucho más equivocada es la especie de haberse observado aquí en lo antiguo la regla de San Benito, como aseguró el padre Roig (pág. 202 y 206): fábula sólidamente combatida por Dorca (pág. 345 y siguientes). Es verdad que en el breviario propio de esta iglesia, escrito en 1339, se halla la fiesta de San Benito a 21 de marzo; pero es sólo de tres lecciones, y el oficio todo del común. Rezo propio y octava tiene allí mismo la fiesta de la traslación de dicho Santo, a quien llaman Pater; mas eso no prueba que lo fuese de estos canónigos, como no lo era Santo Domingo, a quien también llaman Pater en el oficio propio de su fiesta, ni San Francisco, a quien dan el mismo dictado las lecciones escritas en el leccionario propio de esta iglesia. El clero secular adoptaba estas festividades de los fundadores de las órdenes, y de ellos tomaba los oficios propios para el rezo. Y en esto no hay que cavilar más. Pero ciertamente es reparable que la festividad principal de San Benito fuese en el siglo XIV de un rito tan inferior, que no sufriría ningún cuerpo en la fiesta de su Patriarca. Más es que en las actas capitulares del mes de abril de 1372 se halla una ordenación hecha por el Obispo y Capítulo con estas palabras: Ordinarunt ad honorem Dei et reverentiam S. Benedicti quod translatio S. Benedicti colatur per Christi fideles, in locis ubi sit monasterium virorum seu mulierum ordinis Sancti Benedicti... Y añade que esto lo hicieron ad humilem suplicationem venerabilium Abbatum et aliorum ipsius ordinis qui interfuerunt in Synodo in Gerundensi Ecclesia proxime celebrata. Esta era buena ocasión para que los canónigos expresasen su profesión benedictina, y mostrasen la debida veneración a su Patriarca, estableciendo dicha fiesta en Gerona. Esta omisión es un argumento claro de que entonces no había aún nacido la opinión de haber sido Benedictinos estos canónicos. Dudábase todavía de esto mismo aún en el siglo XVI, en que tan válida estaba la fábula del mazo de San Benito. Así se llamaba un recio golpe que se oía en la catedral, el cual, según creían algunos, anunciaba la muerte próxima de algún canónigo. Para que veas lo que esto era va copia de un acta capitular de 12 de diciembre de 1528 (a: Ap. n. XXXII.).  

La opinión del estado monacal de la canónica Gerundense podo nacer de las prácticas de refectorio, dormitorio, capítulo, colaciones en el claustro y otras, y de los nombres de oficio consiguientes a esta: cosas usadas aquí y en otras iglesias por largo tiempo. Lo del refectorio estaba ya aquí desusado a principios del siglo XIII, pues en el proceso de 1239 se lee: Cum olim canonici omnes comedebant in refectorio. En el libro verde, desde el fol. 112, se hallan varios estatutos ya del 1216 sobre las porciones canonicales en dinero. Mas aun quitada la comida en refectorio, quedaban en él las colaciones en los días de ayuno, y en el claustro en los días festivos: y así se practicó hasta el siglo XV (V. lib. verd. fol. 134). En 1315 se daban, según la antiquísima costumbre, dos colaciones en los días de ayuno (Ibid. fol. 126). Mas no entiendas que ambas eran para todo el clero, sino la primera para el capítulo y la segunda para los restantes, y así debe entenderse esta colación duplicada, donde quiera que se halle usada. Quitose aquí esta práctica en 1325, mandándose quod de cetero non detur nisi unicus potus in claustro vel in refectorio in diebus jejunialibus et aliis quibus est consuetum bibere bis; et pro secundo potu, detur certa pecuniae quantitas (Ibid. fol. 129. b. et in lib. den Calçada fol. 114). El uso del dormitorio continuaba aún al tiempo del proceso de 1239, en que se supone que al presbítero hebdomario (hebdomadario encuentro anteriormente) se daba en él cada noche una candela. Mas no se recogían allí todos los canónigos, constando de muchas escrituras que tenían sus casas fuera del ámbito del claustro y lechos propios. Los oficios de refitolero, cocinero, dormitorero y portero de la canónica fueron erigidos en beneficios perpetuos en 1319 por el Obispo Don Pedro de Rocaberti (Ibid. fol. 141. b.); lo cual nació sin duda de la total supresión de aquellas oficinas, aunque les quedasen algunas obligaciones análogas a su origen. He dicho, y téngolo por cierto, que estas prácticas monacales no prueban la profesión monacal en las catedrales; como tampoco la persuaden el claustro y clausura, el coro en medio de la iglesia, el silencio, la Praetiosa en el capítulo, el uso de comenzar las completas en él con la lección espiritual y bebida, y pasar luego al coro a concluirlas. Estas y otras mil cosas compatibles con el derecho de propiedad eran miradas como un antemural de la vida perfecta del clero secular, el cual sin abdicar sus bienes y sin hacer voto ninguno solemne de vida más perfecto, debía distinguirse de los legos en la conducta exterior. Lo mismo a proporción se ha de decir de los nombres de Abad, Prior y Prepósito usados en escrituras de los siglos X, XI y XII, nombres sinónimos, con los cuales era llamado indiferentemente, no un superior monacal a quien se prestase la obediencia que constituye aquel estado, sino un superior económico, a quien tocaba la corrección primera de los delincuentes y la administración de las rentas. Lo más común en esta catedral era llamarle Praepositus; y que no significase más que lo dicho se ve en la división de este oficio en las doce preposituras que conservaron el nombre y obligaciones del primero, y es que creciendo las rentas y la carga de su colección y distribución, fue preciso aliviarle, repartiendo entre muchos lo que uno solo no podía desempeñar. Las primeras memorias que aquí hallo de los prepósitos por meses, son de principios del siglo XII. Algunas de ellas mismas o acaso distintas se intitulaban de Albuziano, de Aredo, de Eviza, Caciano, etc., tomando el nombre de las villas o iglesias cuyos frutos estaban a su cargo.

Había en esta iglesia cuatro arcedianatos, es a saber: el mayor o Gerundense, llamado antiguamente de rogationibus (por la jurisdicción y derecho que tenía en Ravós, lugar distante dos horas de esta ciudad), el de Besalú, el de Empurias y el de Peralada, a quien sucedió el de la Selva, si no me engaño, en el siglo XII. Estos cuatro títulos correspondían a los cuatro condados que componían esta diócesi. 

Ya muy de antiguo ocupan en el coro los cuatro ángulos y en las procesiones de la vigilia de Navidad al capítulo, día de Ceniza, Jueves Santo y otras, tienen señalada en las consuetas su colocación respecto de las otras dignidades de esta manera: arcediano mayor, sacrista mayor, precentor, abad de San Félix, y los arcedianos de Besalú, Empurias y la Selva. El abad de San Félix era por lo regular el mismo arcediano mayor hasta el siglo XII. Entonces comenzó a darse aquel cargo a otras personas, y esta dignidad siempre se reputó por la cuarta de esta catedral.

El número de canónigos era el de veinte hasta la visita del Cardenal Sabinense en 1229, en que se aumentó al de veinte y cuatro, y así ha continuado. Eran y lo son diaconiles, y es ocioso probar esto con escrituras, muchas de las cuales van copiadas. Esta es la causa de ser aquí tan frecuentes las firmas de Levita, que siempre se ha de tomar por equivalente de canónigo, porque lo eran, y ellos solos lo eran con toda propiedad. Aún hoy no son admitidos al osculum pacis, si no están ordenados de diáconos, que es el grado que requiere su prebenda; otra condición precisa para entrar en su número era la de ser de genere militari ex utroque parente: esto es, nobles, porque esto significaba el miles en los siglos XII y XIII. Confirmaron esta constitución varios Papas y también el concilio Basileense, VIIII. kal. junii de 1437 a instancias del capítulo y del Obispo Bernardo Pau, qui, dice el decreto, nostrae congregationi incorporatus existit. La causa de esta condición de nobleza fue precaver por los enlaces de los canónigos con los nobles, los daños que estos hacían en las posesiones de esta iglesia. Para la celebración de los oficios divinos había doce presbíteros llamados de capítulo, los cuales se repartían esa obligación por semanas, teniendo cada uno de ellos por ministros a dos de los canónigos. Llamábanse también statores, como estantes por el capítulo. Los arcedianos eran los diáconos del Obispo según una constitución del año 1434 (Lib. den. Calçada fol. 173. b), solos estos presbíteros y los canónigos podían celebrar o ejercer oficio eclesiástico en el altar mayor, a excepción de los Evangelios, Liber generationis y Factum est de los maitines de Navidad y Epifanía, las Pasiones en la Semana Santa, la Angélica del Sábado Santo, y las misas matutinales que se permitía cantar a otros. Este era todo el clero de la catedral a principios del siglo XIII, es a saber: los canónigos, dignidades y presbíteros de capítulo, a que se añadía el clavero y dos capellanías establecidas, una por el canónigo Guillermo de Terrades, y otra por la Condesa Ermesindis, que murió hacia la mitad del siglo XI. 

En 1208 se introdujo la fundación de beneficios que se llamaron stabiliti. Hizo la primera Alemany de Aiguaviva, sacrista de esta catedral y después su Obispo, a 28 de febrero del año citado, a la cual se siguieron otras hechas por el Obispo Arnaldo de Creixell en 1214. Y este es el principio del numeroso clero de esta iglesia que tanto contribuye al lustre de las funciones eclesiásticas. En esta misma época los presbíteros de capítulo entraron en la pretensión de ser tenidos por verdaderos y esenciales canónigos. Fundábanse en la costumbre antiquísima de asistir a las elecciones de Obispos, de suscribir como canónigos, de no ser echados del capítulo en sus deliberaciones, y por consiguiente alegaban derecho a percibir el florín mensual que por constitución del Obispo Guillermo de Monells de 1173, se debía dar a los canónigos que cursaban en alguna universidad. Los canónigos dijeron que esto había sido una tolerancia, etc. El negocio paró en compromiso, como ya dije otro día. Los jueces dieron sentencia a 29 de octubre de 1240, declarando que los presbíteros no eran verdaderos canónigos, ni debían percibir los florines que se daban ratione estudiorum, sed quia, prosiguen, in electione episcoporum dictos presbiteros invenimus praescripsisse, et si non ad plenum, cum beneficio tantum et supplemento nostrae conscientiae, in ipsa electione episcoporum jus habere dictos pbros. declaramus. También se mandó que pudiesen obtener preposituras, y que no fuesen excluidos del capítulo, cosas de que estaban ya en posesión. Apelaron los presbíteros de esta sentencia a la Sede Apostólica, y el Papa Inocencio IV la confirmó en 1249. Así quedó el negocio por entonces. Andando el tiempo, el Papa León X erigió estos doce presbiterados en canonicatos, dispensándoles en el estatuto de genere militari, y conservándoles las obligaciones antiguas de hebdomadas, etc. El breve es de 1520 IV. kal. octob. Con esto quedaron treinta y seis canonicatos como hoy subsisten. Del mismo contexto del proceso consta, que dichos presbíteros nunca habían tenido la abadía de San Félix, que siempre estuvo anexa a un canonicato de la catedral, y hoy es la cuarta dignidad de ella.

De lo dicho se ve, que la elección de Obispos fue aquí peculiar del capítulo; y aunque en el siglo IX consta que acudían a este acto los clérigos rurales con los civitatenses, como verás en la elección del Obispo Servus Dei el año 886; sin embargo, entiendo que esto no se ha de tomar tan literalmente que se suponga haberse hecho una junta a que acudiese todo el clero, sino que congregado gran parte de él se hacía aquella aclamación, que tales eran por lo regular las elecciones de los Obispos. Así aún del siglo XII hay por acá algunos decretos en que se dice haberse congregado para ello el clero y pueblo, con ser así que el pueblo no tenía acción ninguna en tal acto. Y se ha de distinguir entre lo que es la elección del prelado y la carta dirigida al metropolitano, pidiendo la confirmación e intronización del electo; a esto último concurrían los nobles y magistrados, y en nombre de todos se hacía la súplica. A principios del siglo X, año 908, suena aquí el Obispo Wigo, electo por el Rey Carlos el Simple. Y es el único ejemplar que hay de ello. En los restantes, el clero, o sea el capítulo por aclamación, o por escrutinio o por compromiso, nombró siempre a su pastor hasta el año 1292, en que el Papa nombró Obispo a Don Bernardo Vilamarí. Esta es aquí la época de las reservas pontificias en orden a la dignidad episcopal.

Durante el cautiverio de Tarragona reconoció esta iglesia, como todas las otras de la marca, al Arzobispo de Narbona por su metropolitano, a quien acudían en lo que tocaba a confirmaciones de Obispos, concilios y causas eclesiásticas, y él venía a consagrar templos, entronizar Obispos y cosas semejantes. Sobre estas pruebas comunes a las catedrales de Urgel, Barcelona y Vique, tiene esta de Gerona otras particulares. Porque con la intrusión del Obispo Ermemiro hacia el 886, puesto por el famoso Sclua, intruso en Urgel, que se arrogó los fueros de metropolitano Tarraconense, tuvo Gerona ocasión de mostrar su opinión en este punto, o sosteniendo el derecho de Servus Dei ya electo y consagrado por el de Narbona, o eligiéndolo verificada ya aquella intrusión de Ermemiro, y presentándolo al mismo Arzobispo como a su cabeza legítima con desprecio de la vana pretensión de Sclua, a quien nunca reconocieron por tal, aun reconociéndolo los Obispos de Barcelona y Vique. Este afecto particular de nuestra Sede a la de Narbona, fue sin duda la causa porque el decreto de la elección del Obispo Borrell de Vique en 914 se puso en manos de nuestro Obispo Wigo, para que él solicitase el consentimiento de los comprovinciales y del metropolitano Narbonense; porque la razón que allí se da de que estaba más cerca de aquella capital, no tiene gran verdad. De lo mismo nació igualmente la resistencia que nuestro Obispo Arnulfo hizo a Cesario, abad de Santa Cecilia, electo Arzobispo Tarraconense en el concilio Compostellano: cuento que dan por fabuloso los críticos del día; pero que a pesar de sus censuras, es y será siempre un hecho. De lo mismo entiendo que nació, el que nombrado Atón, Obispo de Vique, Arzobispo de Tarragona, no fuesen reconocidos por tales los sucesores en más de un siglo. En resolución, Gerona reconoció por metropolitano al de Narbona, desde su conquista en 885, hasta la restauración de Tarragona, o excepción de las dos breves épocas de Atón y Berenguer Rosanes, Obispos de Vique. Ya se dijo que el titular de esta iglesia siempre fue Santa María, con el cual se ha distinguido de la de S. Félix, y se ha indicado regularmente desde el siglo IX la Sede y episcopado Gerundense, como se ve en varios diplomas, y en el decreto que se dirá de la elección del Obispo Servus Dei en 886, los canónigos que ponen título de iglesia no ponen otro que Sanctae Mariae, que es otra prueba sólida de que la catedralidad nunca fue propia de la iglesia de S. Félix. A esto no se opone que en algunas escrituras, por la grande veneración y celebridad del Santo Mártir y por la unión que ambas iglesias tenían, suenen donaciones hechas a la Sede con título sólo de S. Félix, juntándolo otras al título de Santa María. Habrás observado ya en los documentos que he enviado en el discurso de mis viajes que en las donaciones, así de Reyes como de particulares, los titulares de los monasterios e iglesias no se expresan siempre con la exactitud que ahora quisiéramos. Nacía esto de la devoción del donador a los Santos que tenían su propio altar, además del mayor en los monasterios e iglesias. La iglesia de Roda en algunos diplomas episcopales de mitad del siglo XI se llama Sancti Valerii et S. Vicentii, por haberse entonces hallado el cuerpo de S. Valero y depositado en la catedral, que nunca, ni antes ni después tuvo otra advocación que la de S. Vicente Mártir. El mismo era el titular del monasterio de Gerri, al cual sin embargo se le añaden, y a veces prefieren en algunas donaciones, los títulos de Santa María, S. Pedro, San Juan y otros. Cuán cierto y demostrado es que el titular de la catedral de Vique no era otro que S. Pedro. Sin embargo, ¿cuántas donaciones hay hechas a aquella Sede intitulándola Sanctae Mariae por la devoción a la imagen venerada en la antigua capilla fuera de la catedral llamada la Rotunda? ¿Quién contará los nombres de Santos que dan los antiguos documentos a la colegiata de Besalú, antes monasterio de canónigos reglares de S. Agustín? Bastan estos ejemplos que ahora me ocurren para que nadie se deslumbre con la diversidad de titulares expresados en algunos diplomas. Aquí había más, y es que el nombre y los milagros de San Félix era lo que hacía famosa la iglesia Gerundense, y lo que estimulaba a los poderosos a enriquecerla por donaciones, o por gratitud, o para merecer los favores de tan ilustre mártir, cuyo nombre expresaban en las escrituras, porque él era todo el móvil de su liberalidad. Las Condesas Gisla y Ermesindis, por ejemplo, regalaron un frontal de oro en honor de S. Félix, como dicen todos los escritores; mas esta alhaja sobre hallarse en la catedral y no en la iglesia de San Félix tiene además que observar, que en el centro se entalló la imagen de Santa María y no la de aquel Santo, como dando a entender que la iglesia a quien se dio estaba titulada de Santa María y no de S. Félix.

Estas y semejantes reflexiones no debían olvidar jamás los que contradicen la catedralidad de Santa María. Medir las escrituras antiguas por la exactitud y propiedad del día es ignorar la diplomática en esta parte.

Otra prueba es de lo mismo el sello antiguo y moderno del capítulo, que nunca representó otra cosa que la imagen de nuestra Señora sentada. Así lo conservan en el día, con ser así que la fiesta principal de su titular es la de la Asunción, que en otras catedrales bastó para que alterasen su situación representándola en pie desde fines del siglo XV o cosa tal.

Tenía esta iglesia hasta nuestros días hermandad con la de Puy de Francia, y de ello hay muestras en las ocurrencias de ir y venir canónigos, los cuales mutuamente percibían la porción canonical, y eran tratados como tales. Quedan además desde el siglo XV varias cartas de un capítulo a otro, algunas de las cuales están copiadas en el Cartoral, fol. 310. Mas esto no nace de lo que dicen comúnmente los escritores, que cuando Carlo Magno conquistó esta ciudad en 785 puso en ella por Obispo un canónigo de la de Puy, cuyo nombre se ignora. En el episcopologio verás cuan fuera va esto de camino, y como verosímilmente en 785 era ya Obispo de esta Silla Adaulfo. La conquista de esta ciudad por Carlo Magno es uno de los cuentos más ruidosos entre los eruditos, con ocasión de las memorias que aquí se tienen de aquel Príncipe y de las demostraciones religiosas con que le ha honrado esta iglesia. Es de desear que todos los hijos de Gerona entren en las ideas juiciosas de su paisano Dorca, que en su obra de los Mártires de Gerona acaba de desentrañar y poner en claro esta fábula con todas sus circunstancias portentosas. El resultado de su trabajo es que cuando Carlo Magno vino a España con su ejército y estuvo en Zaragoza en el año 778 sujetó la ciudad de Gerona con otras muchas, dejando en ellas tributarios a los Moros que quedaron con su mando: que rebelándose estos después, el ejército de los franceses (francos) vino sobre esta ciudad en 785, llamados por los Cristianos Gerundenses, los cuales advirtiendo la poca guarnición de Moros, entregaron la plaza a Carlos, a quien habían jurado obediencia siete años antes (y esto ciertamente es más glorioso para Gerona que su conquista a fuerza de armas por aquel Rey): que por consiguiente es una fábula que esta conquista fuese en virtud de los portentos de la lluvia de sangre, aparición de una cruz en el cielo, etc., que ni sucedieron en Gerona sino en la Alemania, ni en ese año 785 sino en el siguiente 786: que ni en uno ni en otro estuvo ni pudo asistir personalmente Carlo Magno a la conquista de Gerona, estando como estaba en Italia y Sajonia. Estas y otras cosas que cuentan por muy ciertas algunos escritores están sólidamente confutadas en la citada obra a que me remito, como viajero ocupado en otras cosas que falta averiguar. La tradición nada vale cuando hay en contra argumentos de casta. La fiesta que aquí se hizo a este Rey como Santo tiene un origen moderno y conocido, que es la credulidad del Obispo Arnaldo de Monrodó, el cual la instituyó en 1345, como se dirá otro día. Pedro de Marca se equivocó en decir que esta fiesta duró hasta los tiempos del concilio Tridentino, y que aun quitada, quedó el sermón en alabanza de aquel héroe a la hora de la misa mayor. 

En cuanto a lo primero en una consueta del año 1360, que pone esta fiesta, al margen se halla notado de letra del siglo XV que ya no se celebraba en virtud de un breve del Papa que la mandó suspender. Nada más se expresa allí; mas yo sé que este Papa fue Sixto IV. Consta esto de las actas capitulares del año 1493 (fol. 55, día 9 de abril) en que el capítulo, cortejando a D. Lope de Haro, embajador del Rey Católico (Fernando II de Aragón) al nuevo Papa Alejandro VI al tiempo de mostrarle las reliquias, altar y otras preciosidades de la catedral, le dio razón del culto y oficio de IX lecciones con que Carlo Magno había sido venerado en ella por espacio de unos 140 años hasta que lo prohibió el Papa Sixto. El embajador ofreció representar este negocio a Su Santidad y solicitar la restauración de la fiesta. Y si hizo lo primero, es cierto que lo segundo quedó por hacer. Lo de la obra del sermón todavía es más equivocado, pues ya en 1470 se decía el panegírico a la una del día de la dominica II de Cuaresma, como se dice también hoy y como yo le he oído este año. La fiesta, cuando se celebró, tenía por día propio el 29 de enero, como se ve en las consuetas, etc. Mas debe notarse que no era general en todas las iglesias de esta ciudad. De la colegiata de San Félix con ser tan principal, puedo asegurar que no la admitió o que al menos no la guardaba a mitad del siglo XV, cuando todavía continuaba en la catedral. Una consueta de dicha colegiata de ese tiempo dice: De hoc festo (Caroli Magni) in ecclesia S. Felicis nichil fit; immo fit de VIII die S. Vincentii. Sed in Sede et aliis ecclesiis, fit de Karolo tamquam de festo signi novi. 

Acerca de los hábitos corales del clero en los siglos antiguos, no puedo dar por cierto cosa alguna. Sin embargo, puede servir de luz la rúbrica que establece una consueta de esta iglesia escrita en 1360 para la solemnidad del Sábado Santo, “Finita nona, dice, quatuor clerici induti superpelliceis hymnum Inventor rutilis cantent in Truna ubi leguntur lectiones de duobus in duobus; et hic (esto es, antes de cantar Exultet angelica) penitus deponuntur capae nigrae, nec in antea utimur nisi superpelliceis." Al margen de letra del siglo XV se nota: Hodie autem deponuntur (capae) sexta finita imediate. De cuyas palabras se debe inferir que en los siglos XIV y XV, durante el tiempo pascual y acaso hasta Todos Santos, el hábito del coro era sólo la sobrepelliz, y de ese día al de Pascua la capa negra. Esto último consta de una constitución del año 1321 en que se añadió que los que no llevasen capa negra en tiempo de invierno se sentasen en el coro inferior, y en las procesiones precediesen a los otros para evitar la deformidad que debía resultar de la mezcla de trajes diferentes. En una y otra temporada, así sobre las capas como sobre las sobrepellices, llevaban almuzas negras: y esto indica la constitución copiada en el libro Dencalçada (den, d'en Calçada): est consuetum, dice, quod nullus clericus intret chorum cum vestibus viridibus bipartitis, virgatis, rubeis vel stacatis, nec cum caligis, nec cum almuciis nisi nigris, et quod portent superpellicia vel capas. Otra noticia nos da el mismo libro, (fol. 213) que dice: Quando presbiteri de capitulo, seu quicumque beneficiati capis pluvialibus induuntur, non portent subtus ruquetum seu garnatxiam sed superpelliceum portare omnimode teneantur. Entiendo que las almuzas eran cerradas por delante, aunque mucho más cortas que las que hoy usan los canónigos. Estas no tenían capilla, la cual era propia y estaba cosida con la capa, y cubría del todo y ajustadamente la cabeza. Vese esto en las figuras sepulcrales de canónigos y beneficiados, así en el claustro de la catedral como en otras iglesias. A lo mismo alude una constitución capitular del 22 de junio de 1509 en que se ordenó quod de cetero quilibet capitulares et beneficiati hujus Sedis portantes capas de choro, possint in choro et extra deferre caputia caparum extra caput in collo more aliarum ecclesiarum cathedralium; ita quod sit in arbitrio cujusque dicta caputia portare in capite aut in collo prout sibi placuerit. En 1553 a 18 de marzo dio permiso el capítulo para que cada uno de sus individuos usase de chirotecas sive manicas, no obstante el estatuto antiguo y costumbre que prohibían su uso. La materia común de estos hábitos era la lana. En los registros capitulares de Alfonzello, fol. 134, hallo que en 1472 ya se dispensó con el clero ut possent uti serico et ornamentis canonicalibus. El uso de los armiños en las almuzas de invierno no entró acá hasta el 1609 en que mandaron se comprasen. Algo más tardó a introducirse el uso de hábitos canonicales morados para invierno y verano, que no se mandó hasta 1629. Hoy se usan en el invierno capa talar de estameña morada con sotana y almuza de lo mismo. Del traje común del clero fuera de la iglesia, darán razón varias constituciones sinodales que irán copiadas, y de que se hablará en en el episcopologio desde el siglo XIII en adelante. A Dios, etc. 

martes, 13 de diciembre de 2022

CARTA XCIX. San Salvador de Breda + San Pedro de Cercada + Santa María de Amer + Santa María de Rosas + San Esteban de Bañolas

CARTA XCIX.

Noticia de los monasterios de San Salvador de Breda. = De San Pedro de Cercada. = De Santa María de Amer. = De Santa María de Rosas y de San Esteban de Bañolas, con los catálogos de sus Abades.

Mi querido hermano: El monasterio de San Salvador de Breda, fundado en el pequeño lugar de este nombre, a la raíz oriental del Monseny, tuvo su origen en el siglo XI. Sus fundadores fueron Geraldo y su mujer Ermesindis, Vizcondes de Cabrera, a cuyo señorío pertenecía este territorio. La primera escritura de fundación está fecha II nonas junii anno VII regnante Enrico Rege, que contando con rigor los años de este Rey, corresponde al 1038. En su exordio dicen: “nobis elegit bona voluntas ut cenobium fecissemus sicuti et facimus in honorem Dni. nri. Jesu Xpi. Salvatoris, sanctique Mikaelis Archangeli, et Sancti Benedicti confessoris Xpi.; et sic edificamus jam dictum cenobium in comitatu Gerundense, in valle vel in villa Breda. (”) Entre las dotaciones suenan algunos alodios, que el citado Vizconde dice haber adquirido de su cuñado Arberto. Al fin, expresando que esto hacían por remedio de sus almas y de las de sus padres, etc., añaden: sive pro salute Poncii, filii nostri, et ut Deus omnipotens eripiat eum de omnibus tribulationibus, vel de inimicis suis. En la escritura de consagración que diré luego, consta que la fábrica del templo comenzó ese mismo año. En lo demás, no hay cosa interesante a la historia. Firman en esta escritura, entre otros Guisliberto, Obispo (de Barcelona ). = Remundo, Vizconde. = Elissabet, Condesa. El primer Abad del nuevo monasterio se llamó Suñer o Suniario, el cual vivió hasta después del año 1066, en que suscribió a la erección de la abadía de San Marcial de Monseny. A pesar de la diligencia que puso en la construcción de la iglesia y claustro, ni uno ni otro se concluyó hasta después de su muerte, cuando era ya Abad Amato. También había ya muerto Geraldo el fundador en 1050; su hijo Ponce Gerallo lo concluyó todo, y asistió a la consagración de la iglesia. Celebrose este acto el día 2 de octubre de 1068, año VIIII del Rey Felipe (a: Ap. núm. XVI.), por los Obispos Berenguer Wifredo, de Gerona, y otro Berenguer de Barcelona. La fiesta de la dedicación se celebra en la dominica infraoctava de San Miguel. De los titulares que dije arriba, sólo se nombra en la consagración a San Salvador, con el cual ha sido siempre conocida esta casa, que ha continuado en ser gobernada por Abades sin interrupción. He aquí su catálogo, sacado del que formó en 1730 el camarero de esta casa Fr. Francisco Alba y Marqués, que yo he cotejado con lo que resulta de varias escrituras.

Días y años de su muerte.

Suniario. a 1 de enero de 1067

Amato. (pone Anato) a 5 de idem, de 1072.

Dalmacio. a 19 de noviembre de 1092.

Raimundo. a 24 de octubre de 1109.

Guillermo. a 30 de abril de 1129.

Raimundo. a 26 de septiembre de 1148.

Berenguer. a 12 de junio de 1169.

Guillermo. a 4 de julio de 1198.

Raimundo. a 25 de idem de 1216.

Arnaldo. a 8 de idem de 1236.

Raimundo de Bar. a 21 de idem de 1262.

Bernardo. a 10 de abril de 1278.

Bernardo de Blanes. a 13 de idem de 1280.

Gisperto o Jazperto. a 4 de idem de 1325.

Jofre de Jafer a 4 de noviembre de 1336.

Atton de Torrella. a 31 de enero de. 1351.

Raimundo de Castellvell, renunció en 1363.

Ferrer. a 19 de abril de 1384.

Bernardo de Tolosano a 16 de julio de 1388.

Guillermo Terre a 29 de diciembre de 1417.

Jorge a 21 de enero de 1436.

Galcerán de Carbó. a 25 de idem de 1448.

Jaime de Mompalau. a 17 de abril de 1454.

Juan Delgado, Comendatario a 15 de mayo de 1470.

Miguel Samsó, Comendatario a 4 de noviembre de 1507.

Tiene su entierro en el claustro, donde se llama Semsó. (Sampsó, Sansón)

Miguel Samsó, Comendatario. a 10 de marzo de 1544.

Este es el Abad al mismo tiempo de Bañolas, de que hablé en el Episcopologio Gerundense, artículo del Obispo Juan Margarit II.

Matías Sorribas (: Sorribes), Comendatario. a 6 de enero de 1564.

Bernardo de Josa y Cardona. a 21 de septiembre de 1575.
Obispo de Vique.
Antonio Viladomar. a 18 de febrero de 1598.

Juan Gardiola, (Gordiola, Guardiola) trasladado a Ripoll a los 13 años, que es 1611.

Pedro de Puigmarí, trasladado a Cuxá en 1611.

Obispo de Solsona.

Francisco de Copons, trasladado a Ripoll en 1633.

Jaime Meca y Terça a 4 de diciembre de 1658.

Jaime Climent a 28 de octubre de 1671.

Narciso de Barutell a 7 de idem de 1690.

Gerónimo de Nadal y Ripoll a 4 de agosto de 1713.

Félix de Taberner y de Ardena a 20 de septiembre de 1729.

Francisco de Serra y de Portell, trasladado a San Cugat del Vallés en 1736.

José Gallart y de Pastor a 28 de abril de 1739.

José de Gayola a 1.° de junio de 1747.

Francisco de Montaner a 6 de diciembre de 1756.

Antonio de Ravizza y Montaner a 7 de noviembre de 1776.

Gaspar de Salla y de Tarau a 12 de febrero de 1805.

Gaspar Requesens.

En el necrologio de esta casa se hace memoria de dos Abades, Wifredo al día 1.° de agosto, y Benito Destorres al 22 de septiembre; cuya época, ni por escrituras ni por otro camino ha podido averiguarse.

La iglesia es obra comenzada en el siglo XIV, y concluida en el siguiente. El altar mayor es de buen gusto. Venéranse aquí los cuerpos o su mayor parte de los Santos Acisclo y Victoria Mártires, regalados por el Vizconde de Cabrera, Geraldo, donación que confirmó su hermano Raimundo en 1282. En una consueta propia de este monasterio manuscrita del siglo XIII, se lee: de institutione translationis S. Aciscli fuit ordinatum quod semper celebretur post festum pasce dominica qua cantatur offic. Jubilate Deo, et fiat sollempnitas sicut in festo S. Petri mensiis junii. Gran parte del oficio era propio, mas sólo suena San Acisclo sin Santa Victoria. Su fiesta propia muy solemne. Esta es la tradición, de que nada más puedo decir. También vi una camisa, que dijeron ser de una Santa Margarita. En la pared exterior lateral del coro se ven las figuras en mármol de dos Vizcondes de Cabrera, conocidos por el escudo de sus armas; mas no se sabe quienes sean, habiendo muchas memorias de ellos, que se enterraron acá. De la Vizcondesa Berenguela consta por su testamento de 1157 (Memorias de los Condes de Urgel disc. prelim.). Los claustros son del mismo tiempo; en ellos hay algunas inscripciones sepulcrales. Copié la siguiente:

"Annis contentis genitos trans mile trecentis

Idibus octavis martis atospesavis

Ad celos graditur corpus tamen hic sepelitur

Dalmacius dictus de Vilardida vir benedictus

Ipse Prior magnus de Breda mitis ut agnus

Ut bona Marta morans portalia claustra decorans

Ornatus mille Prior ecclesie dedit ille.

Sanctus Salvator anime... miserator. Amen.

En el archivo de este monasterio hallé sin pensar, la escritura de fundación y consagración del monasterio suprimido de San Marcial en la cumbre de Monseny: ambas curiosas, y que ya se publicaron en el Viaje a la iglesia de Vique. También vi, además de las pertenecientes a la fundación y consagración de esta casa, otras muchas escrituras, que hacen sólo para ciertas menudencias anticuarias, de que algún día se formará una colección no despreciable. Códices manuscritos no hay sino dos, uno del siglo XV, que después de un trozo del libro de Regiment de Princeps, contiene un largo Cronicón en Catalán y de cosas sucedidas en Cataluña, particularmente en los ruidosos cuentos de las guerras del Príncipe Carlos contra su padre el Rey Don Juan el II, y las que resultaron después entre los pueblos o pagesos llamados de remença, y los nobles e iglesias. Su autor es Juan Buada, presbítero, cura párroco de la iglesia de San Acisclo de Coltort (Colltort), nacido en 1423, el cual comenzó a ordenar su obra el año 1473, hablando como testigo ocular en la mayor parte de aquellos acontecimientos. Lo dilatado de aquella obra no me permitió copiarla entera, y también porque sus pormenores añaden poco a la historia general, aunque es de algún interés a la particular de esta provincia. Así que, me contento con hacer un extracto de lo más singular, que va adjunto (a: Ap. núm. XVII.). En él verás el origen y la introducción en este país de la moneda de oro llamada pacifich, que fue cuando el Infante de Aragón Don Fernando, derrotó todo el poder de Don Pedro de Portugal, que aspiraba a reinar en Cataluña (los catalanes lo nombraron rey, el condestable; ver tomos de los Bofarull), en la batalla que le dio junto a Calaf. Esta sola muestra basta para conocer cuan apreciable es esta especie de escritos.

También se guarda en el mismo archivo una consueta propia de este monasterio, manuscrita en el siglo XIII con algunas adiciones posteriores, en que hay algunas curiosidades litúrgicas, de que me he aprovechado. En la biblioteca vi algunas ediciones raras. Tal es el Comentario de Juan Versor a las Súmulas de Pedro Hispano, con esta nota final: et in hoc finitur scriptum Sumularum magistri Joannis Versoris... Impressum Neapoli anno Nativitatis Xpi. millesimo quadringentesimo septuagesimo septimo die vero quinto mensis februarii. Tal es también la siguiente obra del famoso R. Lull: Deo dante, dice el epígrafe final, Arbor scientie reverendissimi magistri Raimundi Lull presens opus nuncupatum in nobili civitate Barchinone per Petrum Posa presbiterum et Cathalanum XXII. augusti anni M.CCCC.LXXXII. correctissime fideliterque completum fuit. Deo gratias. Amen. Por último, el Casiano con este remate: Expliciunt viginti quatuor Collationes sanctorum Patrum conscripte ab Johanne heremita qui et Cassianus dicitur, impresse Basilee anno Dni, M.CCCC.LXXXV.

Además del monasterio hay una pequeña iglesia de Santa María, que es la parroquial, la cual suena ya con ese título en la escritura de la fundación de esta casa. La villa será como de ciento cincuenta vecinos, que por la mayor parte se emplean en la alfarería, industria que les produce mucho. Con todo esto, los campos están muy bien cultivados y con esmero.

SAN PEDRO CERCADA.

En el tránsito de Breda a Amer me hallé con la iglesia de San Pedro Cercada, que hoy es parroquial de una feligresía esparcida por aquellos montes como otras muchas de Cataluña, y antiguamente fue monasterio de canónigos reglares de San Agustín. La primera memoria que hay de este lugar, es la de la fundación de aquella canónica, que comenzó a tratarse en el año 1136. La noble familia de Vilademany, señora de este territorio, lo había cedido al monasterio de Benedictinos de Monseny para que allí edificasen otro. Mas Elías, Prior de aquella casa y juntamente Abad Caduniense, lo entregó en el año sobredicho con anuencia de los mismos señores, y consentimiento del Obispo de Gerona Berenguer Dalmacio, a Berenguer de Lavandariis y a sus compañeros, para que instituyesen allí la citada vida canónica. Va copia de esta escritura (a: Ap. núm. XVIII.). A pesar de esta solemne donación, autorizada con las firmas del Obispo de Gerona y de los señores territoriales, Pedro Raymundo de Vilademany, y sus hijos o sobrinos Guillermo y Bernardo, parece que debieron estos apoderarse de nuevo de los bienes de esta iglesia, puesto que tres años después hicieron una solemne restitución o sea confirmación de la donación anterior, en cuyo exordio dicen de este lugar que había sido quondam opulentissimum... postmodum vero incuria habitantium, et direptione pravorum hominum, ad tantam inopiam redactum, quod nemo in eo morabatur, nec aliquis ibi divinis cultibus honor exhibebatur. La fecha de esto es XVII. kal. januar. anno III. regni Ludovici Regis Junioris, et Dominicae Incarnationis M.CXXXVIIII. Verificado esto, el citado Obispo instituyó allí la canónica, formó el reglamento de la nueva casa, y nombró por primer Prior al sobredicho Berenguer con facultad de elegirse los sucesores. Firman esta escritura, además de los dichos, Udalgario, Obispo de Elna, y Arnaldo de Barcelona, Berenguer, Abad de Vilabertrán y Arcediano de Gerona, y lo que más nos importa, Guillermus Arelatensis Archiepiscopus et Romanae Sedis Legatus, que es una de las pocas memorias que hay de este Legado, y por lo dicho en otras iglesias, señaladamente en la de Barcelona, no vendrá mal esta noticia más de su existencia en nuestros países. El año siguiente 1143 estuvo para desampararse esta fundación y casa por la oposición que no cesó de hacer la de San Salvador de Breda. En lo cual interpuso su mediación el Obispo de Gerona, y a ruegos de él y del sínodo que celebraba ese año en el miércoles de la segunda semana de adviento, cedieron los de la oposición, y la casa nueva continuó como había comenzado. Su canónica y posesiones confirmó el Papa Inocencio III en el año 1198 a 8 de las calendas de junio.

Luego se entendió en la construcción de la iglesia, que aún existe, la cual consagró el Obispo de Gerona Don Guillermo Cabanilles a 2 de mayo de 1245, era 1283, consignándole las iglesias de Santa Columba de Farineriis, que antes dice que se llamaba de Riu de Arenes, la de San Martín de Sparra y otras. Los términos o lindes que señala son los siguientes: (en el tomo anterior está el mismo texto con muy pocas variaciones que anoto entre paréntesis) ab orientali parte terminatur in circata (cercata) veteri, et transit per serram dels Salgetz (Salgelz) usque ad olletam de gurgite nigro: et a parte meridiei terminatur in podio de monte Edrós, et transit per serram de Albareda usque ad podium quod est super mansum de Sureda: ab occidentali parte terminatur in carreria de ipsa lambarda (Lambarda), et transit usque ad podium de Femades: a parte vero circii in colle de Berta, et transit per collem de Planiol, et revertitur ad dictam circatam veterem. De esto ya se dijo en el Episcopologio.

Finalmente, suprimida en todos estos condados la canónica Agustiniana por Clemente VIII en 1592, se mandó incorporar este priorato al convento de los padres Agustinos calzados de la Seo de Urgel con bula fecha a 22 de agosto del mismo año. Mas no se verificó hasta el de 1598 en manos de fray Gaspar Baget, Prior del monasterio de San Feliu de Guixols, procurador del de Urgel, donde consta que entonces vivía Fr. Marcos Antonio Camós. Los nuevos poseedores, encargados de la cura de almas, tienen aquí un religioso de su orden, que hoy es el padre Fr. Agustín Riera, a quien debí buen hospedaje en lugar tan desierto, y gran franqueza en el reconocimiento de su archivo, de donde son casi todas las noticias que acabo de dar. Allí encontré (¿quién lo podía esperar?) el único documento que hasta ahora ha comparecido en prueba de la verdad del concilio Tarraconense de 1146, el primero después de la restauración de aquella metrópoli, contado entre los fabulosos por los colectores de concilios; de esto se dirá en la colección de los de Tarragona. Vi además algunas otras escrituras tocantes a los Obispos de Gerona que en vano había buscado en otros lugares más propios. Y esto me ha acontecido en otras parroquias y puntos al parecer despreciables. Así es que el que trabaja en estas cosas no debe contentarse, como suele suceder, con el reconocimiento de los archivos principales, porque no está en ellos todo lo necesario para la historia.

Volviendo ahora a esta casa, quedan en ella algunos entierros del siglo XIII en la pared exterior de la iglesia, correspondiente al sitio de los claustros, de los cuales ya no queda rastro. Hay en el distrito de la parroquia y muy cerca de la iglesia una cantera de mármol blanco de baja condición, pero capaz de pulimento. Algunas de las familias de la feligresía cuentan seguidamente su ascendencia desde el siglo XII. De lo visto en este archivo y en otros me resulta la noticia de los Priores de esta canónica en la forma siguiente:

Principio. Exist. Muerte.

Berenguer de Lavandariis. 1136. 1139. 1146.

N. Rosell 1153

Pedro de Tuguriis o de Toborys 1167. 1170.

Ramón de Sant Martí. 1220

Berenguer. 1234

Guillermo de la Figuera. 1244

Pedro de Pino. 1286

Raimundo de Javicano. 1303

Berenguer Durán. 1306

Pedro de Fuirach. 1337

Pedro de Franqueza. 1371

Jayme Cugul. 1414

Juan de Ribes. 1417

Pedro Caselles. 1466

Gabriel Çarriera,
primer Comendatario. 1493

Juan de Margarit. 1504

Obispo después de Gerona.

Juan de Ruinart. 1539

Fr. Domingo Romeu, dominico 1551

Obispo de Utica, lo fue hasta su muerte en 1563.

Juan Pedro Mijavila. 1563

Manuel Franqueza. 1585

Jayme Martín Picart. 1592


Un día y medio me detuve en la soledad de esta parroquia, la cual no dejaba de aumentar el horror de lo que vi en una obsesa, traída allí para los exorcismos, según costumbre. Más alegre y provechosa fue la detención de cinco días en el monasterio de Amer, de quien ahora diré.


SANTA MARÍA DE AMER.
(a: Verdaderamente causa lástima que en una obra destinada para ilustrar las antigüedades eclesiásticas, como la España Sagrada, sea tan escasa la noticia que da tom. 43, página 358, del antiquísimo monasterio de Amer. Cosa por cierto que admira viendo cuan abundante es la que da del de Bañolas, y siendo los archivos de ambas casas igualmente ricos y fáciles de registrar a quien se hallaba con este objeto en la ciudad de Gerona.


Al real monasterio de Santa María de Amer dan los historiadores provinciales una antigüedad que no está averiguada, pero que no es inverosímil. Estando como estaba ya existente esta casa en los tiempos de Ludovico Pío, no es extraño que lo estuviese también en los de Carlo M., su padre, y que sea fundación suya o de sus días.

Lo que parece del todo fabuloso es la ocasión del nombre de Amer, que dicen haber sido una cruel batalla entre los Cristianos y Moros que puso en gran conflicto y causó mucha amargura a los conquistadores, de donde pusieron a este valle el nombre de Vallis amara (valle amarga). Lo que hay es que el arroyo que la atraviesa se llamó Ameria, y así lo llamaba Ludovico Pío, que tan poco distó de su padre, y de este nombre se intituló el valle y el monasterio, y no hay más. Que hubiese batalla y que fuese amarga es posible, mas contra los diplomas nada valen las cavilaciones de los equivoquistas.

Digo, pues, que la primera memoria cierta e indubitable de la existencia de este monasterio es de los tiempos de Ludovico Pío, que confirmó todas las posesiones de él, y tomó bajo su protección a su Abad Deodato y monjes. No se sabe el año de este decreto imperial, mas es cierto que lo hubo, como lo acredita el diploma original que acá se guarda de Carlos el Calvo, hijo de Ludovico, fecho secundo idus maii anno quarto, indictione septima, regnante domno nostro Karolo gloriosissimo Rege actum Thola (f. Tholosa civitate in Dei nomine feliciter. Amen. Todo lo cual corresponde al año 844 de Cristo. Dice en él el Rey Carlos, que Guilera, Abad del monasterio de San Emeterio y San Ginés en el condado de Gerona, le exhibió el diploma con que Ludovico Pío con la mediación del Marqués Gaucelmo había confirmado a su antecesor Deodato la posesión de su monasterio y de las cellulas que le pertenecían, quarum altera dicitur domus Sanctae Mariae secus fluvium Amera, con otras que expresa la copia adjunta, sacada cuan exactamente he podido del original, que está en este archivo bien conservado, y con todos los requisitos de autenticidad (a: Ap. núm. XIX).

Con este documento y con lo poco que he extractado de él se ve que este monasterio no estuvo en sus principios donde hoy está, ni se intituló de Santa María, sino de San Emeterio y San Ginés, situado donde todavía se conserva la iglesia de estos Santos a tres horas al oriente de esta villa. Continuaba allí todavía el año 861, en que el mismo Rey dio otro diploma idéntico con el antecedente a favor del Abad Teodosio, el cual está aquí original, y además un traslado hecho el año 951. Baluzio lo publicó también en los Capitulares (Apend. núm. 89.) Prosigue la noticia del monasterio en el mismo sitio en el año 890, en el diploma del Rey Odón a favor del Abad Hautviro, de que diré más abajo. Finalmente consta que todavía existía allí en 922, en que el Rey Carlos el Simple, a solicitud del Obispo de Gerona Guigo (: Wigo), repitió la misma confirmación al monasterio y a su Abad Guinade. Esta escritura, que también está allí original, sólo tiene de notable la fecha que dice: data nonas junii, indictione X, anno tricessimo regnante domno nostro Karolo redintegrante XXV. largiore vero hereditate indepta XI actum Turno feliciter. Amen.

Poco después de esta época debió trasladarse al lugar actual, que como se ha dicho era propio y cellula del primitivo, puesto que el año 949 hallamos al Obispo de Gerona, Godmaro, consagrando esta iglesia con las advocaciones de Santa María, San Juan y San Benito, conforme verás en la adjunta escritura copiada de su original (a: Ap. núm. XX.). Llámase esta iglesia nuperrime edita, y que estuviese ya aquí el monasterio en esa época, no sólo consta de la misma escritura, sino que además consta de la elección del Abad Aimerico, que se hizo el mismo día de la sobredicha consagración por muerte del Abad Alejandro, el cual tengo por cierto que es el que trasladó el monasterio. De esto se dirá luego. Desde esta época son continuas las memorias hasta nuestros días. Las principales diré en la serie de Abades. Es inútil buscar vestigios del edificio antiguo. El año 1427 experimentó esta comarca terribles terremotos y muy repetidos, que comenzaron en esta villa, y arruinaron todo su vecindario y gran parte del monasterio, como ya he dicho otra vez. Véase el Cronicón hallado en Breda. Así es que ni queda el menor vestigio de claustros ni sepulcros en ellos. Lo único que se salvó de aquella calamidad es la iglesia, que se conserva, no la consagrada en 949, sino la que después debió construirse en el siglo XI o XII, porque de ese tiempo es su fábrica de tres naves. Vese esto más claro en que la fiesta de la dedicación se celebra actualmente en la dominica última de enero, siendo así que la de la iglesia primitiva se hizo a 9 de noviembre.

Es notable en ella el atrevimiento del que cortó los tres machones que dividen las naves, cuyo espesor impedía en las dos laterales la vista del altar mayor. Dejando pues en ellos un pedestal de ocho palmos de alto, colocaron sobre cada uno en sus ángulos cuatro columnas dóricas de unos doce palmos, que suben a recibir los inmensos y sólidos arcos y bóvedas, que antes descansaban sobre los machones llenos. Esta obra atrevida dícese ser del Abad Don Juan Antonio Climent, que murió en 1701. Anteriores, y del siglo XVI, son tres portaditas exteriores muy graciosas. En la sacristía se guarda una custodia bien construida. También poseen muchos huesos de Santa Felicísima, venerados en su capilla separada, cuyo altar es el más regular de la iglesia: los demás son de poca consideración. El titular del mayor es Santa María. Algunas escrituras del siglo X añadían a esta advocación la de San Vicente. En un juzgado que se hizo a favor de este monasterio y su Abad Lupursulleo el año I de Carlos el Simple (899), y en otra de confesión que hizo el mismo año la parte litigante, el Conde Gauzfredo, ponen todos los títulos siguientes: Sancti Hemeterii, Sanctique Genesii, Sancta Maria Virginis Columbarii, Sancti Andreae super fluvium Sterria, Sancti Petri Carcere, Sancta Maria super fluvium Ameria, et iterum Sancta Maria, et Sancti Mathei, et Sancti Johannis qui sunt constructas in pago Ierundense sitas in locum que vocant vallis Anglesis. Mas estos son los títulos de todas las iglesias que, como dije, poseía la antigua casa. La nueva siempre estuvo reconocida por el de Santa María. El archivo es pieza muy curiosa, y bien decorada por el Abad Don Francisco de Miranda en 1739. El número de sus pergaminos es apreciable y su calidad también: en él están los que van citados, y otros que han producido buenas noticias de Condes, monedas y otras cosas que no hacen papel en esta carta. Precede a esta pieza la biblioteca, pequeña, pero con buenos libros de literatura corriente. En resolución, el catálogo de Abades, que voy a dar, hará formar más cabal idea de cuanto va dicho. De algo me ha servido el que hallé formado aquí; pero me ha costado rectificarlo con el examen de las escrituras, añadiéndolo en mucha parte y acotando lo que verás.

Catálogo de los Abades de Santa María de Amer.

Deodato. Floreció en los tiempos de Ludovico Pío, a quien este Príncipe concedió un decreto de protección de su monasterio, que entonces era el de San Emeterio y San Ginés.

Wilera. Vivía el año 844, en que Carlos el Calvo confirmó el diploma dado a su antecesor. Llámase en él por dos veces Wilera, no Wilara ni Wiltra, como dicen las memorias de este monasterio.

Theodosio. Lo era el 861, cuando el mismo Rey repitió a favor suyo el privilegio concedido al antecesor.

Hautviro. A quien los catálogos de esta casa llaman solamente Virus. Mas el nombre entero, como he dicho, se lee dos veces en el diploma que le concedió el Rey Odón, que es igual a los anteriores, con esta fecha: Data VII kal. julii indictione VII anno Incarnationis Dominice DCCCXC anno III regnante domno Odone gloriosissimo Rege Aurelianis civitate in Dei nomine feliciter. Amen. De este diploma sólo existe un traslado auténtico hecho el año 951.

Lupersulleo o Lupursulleo. Vivía y gobernaba el año 899, según consta de dos escrituras originales, que le llaman una vez del primer modo y dos del segundo. Ambas contienen la sentencia dada in mallo Gerundensi a favor de este Abad y monasterio, como ya se dijo.

Guinade. Consta su existencia en 922 del diploma del Rey Carlos el Simple, que dije arriba. Omitiéronlo los catálogos de esta casa.

Alejandro. Fue el último Abad que gobernó la casa de San Emeterio y San Ginés, y sin duda el que la trasladó al sitio actual: por lo menos de todos sus antecesores consta, por los diplomas, que estaba el monasterio en el sitio primitivo, y que esta iglesia de Santa María era una de las cellulas que poseía aquel monasterio. También consta que este Abad murió hacia el año 948, como se ve en la elección del sucesor.

Aimerico o Eimerico. Que de las dos maneras le llama la escritura de su elección, hecha V idus novembras, anno Incarnationis Dominicae DCCCCXL nono, indictione VII, XIIII anno regnante Ludoyco rege: así se lee en el original, que va copiado (a: Ap. núm. XXI.). Hízose esta elección por muerte del Abad Alejandro, con intervención del Conde de Barcelona Borrell, Gauzfredo Conde, Odgario Abad no sé de qué monasterio, y Arnulfo, Abad sin duda de Ripoll, los cuales dejaron a los monjes en la libertad de elegirse su Pastor, y ellos eligieron a Aymerico, monje de la misma casa, el cual luego fue presentado al Obispo Godmaro de Gerona, quien lo aprobó. Hallábase aquí este Obispo el mismo día y año consagrando la iglesia nueva de este monasterio, recién trasladado, como ya se dijo. Véase también el Episcopologio de Gerona. En ambas firma Teudesindo, Archipresbítero y Abad de San Félix de Gerona, y un Atón, Archilevita, que no será extraño sea el famoso después Obispo de Vique.

Amalrico. No consta cuando entró Abad. Dícese acá que ya lo era en 960. Yo puedo asegurar que uno de ese nombre lo era el año II del Rey Roberto (998), de que he visto escritura que lo llama Abba cenobii Columbarii et Sancte Marie et Sancti Vincentii Amerensis.
El Columbarii era una de las cellulas de este monasterio, que hoy es Colomes, junto al Ter, en el Ampurdán. También puedo asegurar que murió hacia el año 1006, en que por su muerte se hizo la elección del sucesor
Raimundo. Con anuencia del Conde Ramón Borrell y Ermesindis su mujer, y de Ugo, Conde de Empurias, y con aprobación del Obispo de Gerona Odón, que juntamente se firma Abad, por serlo de San Cucufate del Vallés. Va copia de esta escritura (a: Ap. núm, XXII.). Murió este Abad hacia el 1014, y luego con el favor de los Condes de Barcelona le sucedió en este oficio
Witardo Archipresbítero, a lo que entiendo de la Catedral de Gerona. Lo cierto es que no era de la orden de San Benito, ni sujeto a su regla ni vida común. Representaron los monjes los daños que de ello debían resultar, a un concilio que se tenía en Gerona año 1017, y entonces Witardo renunció esta dignidad, que obtuvo tres años, y fue proclamado Abad

Suniario monje de San Pedro, sin duda de Galligans, el cual con anuencia del diocesano Pedro Roger y los citados Condes, fue consagrado por Adalberto Obispo, que yo creo fuese de Carcasona, y el mismo que se halló ese año en la Seo de Urgel a la consagración de Borrell, Obispo de Roda. Este Obispo Adalberto es el único que se sabe haber asistido con el de Gerona al concilio de esta Catedral, aunque la escritura que refiere toda la historia de estos dos últimos Abades, parece indicar que fueron más en número. En ella sólo firma Adalberto, porque él solo fue el consagrante, que es su objeto. Como quiera, siendo como es escritura original, nos asegura de la existencia de un concilio de Gerona que hasta ahora ignorábamos, y esto solo paga bien el trabajo que tuve en copiarla (a: Ap. n. XXIII.). Vivió Suniario hasta por los años 1041, en que le sucedió

Pedro electo por los monjes y bendecido por el mismo Obispo de Gerona Pedro Roger. Va también esta escritura, que es de un contexto diferente de las otras (b: Ap. num. XXIV.). Vivía aún en 1049.

De los Abades siguientes son ya más escasas y menos interesantes las noticias, y así sólo pondré los años de su existencia, sacados de las escrituras que he visto y de las memorias de este monasterio.

Principio. Existencia. Muerte.

Arnaldo. 1076 - 1091.

Esteban 1104 - 1107.

Pedro. 1139 - 1152.

Rigallo. 1152 - 1158.

Raimundo. 1165 - 1187.

De este año hay una bula de Clemente III, confirmatoria de los bienes del monasterio, es a saber: las iglesias S. Emeterii, S. Andreae de Sterria, S. Mariae de Columbariis, S. Petri et S. Mariae de Carcere iuxta litus magni maris (f. Cadaqués), S. Juliani de Lloret, S. Genesii de Costa, S. Christophori de Cocollis, S. Michaelis de Ordeg, S. Vincentii de Vilarasallo, S. Mariae de Colle. Lo sujeta inmediatamente a la Santa Sede. Su fecha es: Dat. apud S. Christinam per manum Moysi Lateran. canonici, vicem agentis Cancellarii, IIII. kal. februar. indict. VI anno Incarnationis Dominicae M.CLXXXVII. pontific. anno primo. Firman: Octavianus SS. Sergii et Bacchi Diac. Card.= Petrus S. Nicolai in Carcere Tulliano Diac. Card.= Radulfus S. Georgii ad Velum aureum Diac. Card. = Laborans Presbiter Cardin. S. Mariae Transtiberim tit. Calixti.

Arnaldo. 1192

Raimundo 1196

Pedro Ugo.

Prior de Santa María del Coll, electo a 9 de agosto del año 1200; en su decreto se dice electo por los clérigos y pueblo. Vivió hasta 1211.

Arnaldo. 1212 - 1216
Bernardo. 1220 1230
Murió en 25 de mayo.

Berenguer. 1231 - 1235

Berenguer, electo en 6 de junio de 1238. 1240.

Ramón de Perafort, electo en 11 de febrero de 1242

Arnaldo Riu 1252

Pedro. 1255 - 1271

Berenguer. 1272 - 1276

Bernardo. 1280

Berenguer. 1280 1283

Bernardo. 1285

Berenguer. 1290 - 1307

Ferrer. 1309 1343

Discordaron los monjes en la elección de sucesor, y pusieron el negocio en manos del Obispo de Gerona Arnaldo de Monrodó. Este nombró Abad, día 17 de agosto, a

R. de Roca-Salva. 1343

Prestó obediencia y entró en posesión el electo; mas tuvo que renunciar porque el Papa sostuvo el nombramiento que él había hecho de

Guido de Causaco. 1343 1346.

Bosso. 1349 1357
Bernardo. 1360

Raimundo. 1363 1364

Muerto este Abad, el Obispo de Gerona Íñigo Vallterra nombró a Raimundo Citjar. Al mismo tiempo el Abad de Bañolas mandó a los monjes admitir a Arnaldo de Corono, Abad de San Genís de Roselló. No sé lo que hubo, mas es cierto que prevaleció acá

Bernardo. 1364 1366

Bernardo de Vilafraser. 1374 - 1403

Dalmacio. 1404 1409

Trasladado a San Cugat.
Pedro de Casas. 1409 1409

Arnaldo. 1410

Bernardo de Pontons. 1411

Esteban. 1414 1416

Trasladado a Rodas.

Pedro de Corona. 1417 1417

Berenguer de Espasen. 1417

Era Abad de San Lorenzo de Monte.

Raimundo Sagra. 1418 1440

En su tiempo se padecieron los terremotos que dije.

Bernardo Ferrer 1441 1445

Murió en septiembre. Los jurados de Gerona pidieron al Papa esta vacante para Jorge de Castellet. Mas por la pobreza del monasterio se unió la abadía a la de San Pedro de Galligans, y gobernó las dos

Bernardo Cavalleria. 1445

Separáronse luego, y en la nuestra sucedió

Juan Margarit. 1449 1476

Galcerán de Cartella. 1476 1480

Lorenzo Marull. 1483

Salvador Marull. 1507 - 1516

Nicolás de Flisco, Cardenal 1519

Guillermo Raimundo. Cardenal. 1520

Juan de Urrea. 1526

Francisco de Giginta. 1536 1579

Vacó muchos años la abadía.

Juan Bosca. 1597 1603

Pedro de Puigmarí y Funes. 1605.

Francisco de Copons. 1613.

Miguel de Alentorn. 1621 1638.

Andrés Port de Oseja. 1643. 1652

José Sastre y Prats. 1660

Gerónimo Climent. 1669

Juan Antonio Climent. 1675 1701

Francisco de Guanter y Pi. 1716 1733

Francisco de Miranda y Testa. 1735 - 1739

Gaspar de Queralt y Reart 1741 1772

Eustaquio Azara. 1772.

Fue Obispo de Ibiza.

José Cruilles de Tord. 1784 1788

Peregrín de Bertamón y Carreras 1790 1803

Joaquín de la Plana y Natota. 1803 - 1807


SANTA MARÍA DE ROSAS.

Al monasterio de Amer incorporó el Papa Clemente VIII en 1592 el monasterio antiguo de Santa María de Rosas, cuyos instrumentos he hallado aquí, y por lo mismo he querido dar razón de él. Estaba fundado donde hoy es la villa de Rosas, plaza marítima y fuerte en el Ampurdán, que antes debió llamarse Rodas; a lo menos me consta de cuantas escrituras he visto hasta todo el siglo XIII, que así se llamaba aquel monasterio, S. Maria Rodensis, de Rodis, de Rodas.

A principios del siglo XIV comienza a intitularse de Rosis. La causa de esta mudanza la averiguarán los geógrafos desocupados. Sólo advierto, que así como el monasterio de San Pedro, que hasta ahora poco estuvo en la vertiente oriental de aquel monte, se llama aún de Rodas, así pudo llamarse estotro estando en la vertiente occidental del mismo monte, que era sin duda el llamado Rodas, de quien se apellidaron ambos monasterios. La noticia más antigua que he alcanzado a ver del de Santa María es del año 976, y entonces ya se supone antiguo y con Abad propio. La escritura que digo está en un Cartoral del siglo XIII propio de aquella casa, que hoy para en la de Amer. Por no poder asegurarme que el traslado sea fiel, no va copiado por entero. Sin embargo, allá van estas curiosidades que he entresacado: "Ego Gauzfredus Comes, et Soniarius Presul (f. de Elna) eiusdem filius donatores sumus ad domum Sancte Marie cenobium quod dicitur Rodas... donamus ipsum mare cum omni sua piscatione de ipso gradu fluvium Sambuce usque ad ipsum portum cuius vocitatur Crux (Cruz : Creus). Donamus namque ibi omnes decimas atque naufragationes... Insuper donamus ad predictum cenobium omnia montana... ad usufructuario: de parte oriente recensitus est ipso Port cuius nuncupatur Jonculs usque in ipso capud Nofeu et de meridie recensitus est ex ipso capud Nofeu usque in capud Morrell: exceptus ipsa medietate vallis Magrigul... Illo igitur tempore domno Karolo Imperatore quem regnavit in Francia obtinueruntque pagani Barchinona, et diripuerunt omnia hac regione atque montana: ibi erat constructum cenobium alme Dei Genitricis Marie, cuius vocitatur Magrigul, et titulo Sancti Salvatoris ex parte meridiano, atque ex supremo ex parte aquilonis titulo almi Michaelis Archangeli vastavit atque predavit... ad heremum fuit aductum. Tunc vero pauculos Xpianis monachis ex huius loco demigrarunt: construxerunt ecclesiam parvulam in honore Dei et Beate Marie, ubi famulantibus Deo exorant usque in presentem diem. Rursum transacto tempore fuerunt ingressi miles fortissimi christiani ex illa montana ad pugna atque deffensione contra paganos, cuius montana combuserunt, et vinctos christianos minabunt...”

Hablando después de varias donaciones que hacía al monasterio en el Ampurdán, dice que le pertenecían per fiscum “quoniam, dice, venerunt pagani et diripuerunt totam villam (parece ser la de Castellón por el contexto) necne et predones huius regionis ad eremum per duxerunt. Incole vero sive cultores loci illius plures fuerunt in captivitatem transducti, et plures iterum per obpressionem malorum predonum sua omnia deserentes ad loca alia demigrarunt. Unde actum est ut secundum legem Gotorum fiscus regis efficeretur. Sed nos plures vices sumus conati ut iterum suis cultoribus possideret, et in statum pristinum permaneret. Sed nullatenus hoc ad effectum perducere valentes, etc... Facta carta donatione nonas aprilis anno XXII regnante Lotario Rege filio Lodovici Regis."

Esta narración supone que ya había en el sobredicho monte de Rodas dos monasterios, uno de Santa María y San Salvador, y otro de San Miguel, los cuales destruyeron los Moros en tiempo de Carlo Magno, y de los monjes que escaparon de ambos se fundó el de Santa María de Rodas o Rosas. Por consiguiente dicha fundación se ha de referir a los fines del siglo VIII, en que aquel Emperador arredró los Moros de este país hasta Barcelona, o a los principios del IX, en que su hijo Ludovico Pío conquistó aquella ciudad.

Cualquiera que sea el origen de aquella casa, consta por escrituras su permanencia, y que estaba gobernada por Abad desde la mitad del siglo X, como acabas de ver. Sin embargo, hasta fines del mismo no sabemos el nombre de Abad, y el primero es Soniario (Suniario), como he visto en escrituras del año VIII de Ugo Rey (995). A este siguieron sin interrupción hasta fines del siglo XVI, cuyo catálogo pondré según las notas tomadas de las escrituras originales que aquí quedan, y algunas otras que he visto en otras partes.

Lunesio. - Wifredo. Estos dos Abades habían ya muerto el año 1008. En la contestación que este monasterio puso a la encíclica con que el de Ripoll participó ese año la muerte de su Abad Seniofredo, pide oraciones por los dos, contándolos entre los difuntos (Orig. arch. de Ripoll).

Principio. Existencia. Muerte.

Soniario. 995

Adalberto. 1020

Ponce. 1040

Raimundo Ugo. 1049 1064

Deus Dedit. 1081 1083

Adalberto. 1095

Bernardo. 1109 1111

Berenguer. 1117 1122

Pedro. 1155 1166

Gauzfredo. 1173

Guillermo de Furtiano. 1174 1205

Raimundo de Garrica. 1211 1214

Pedro. 1217 1219

Pedro de Narbona. 1225 1227

Ponce. 1228 1251

Bernardo. 1296

Dalmacio. 1304 1312

Jaime de Guixano 1322

Murió en 24 de julio

Dalmacio de Tribus Balliis, electo en 1322 1348

Francisco de Raset. 1348 1372

Bernardo. 1381 1386

Bernardo de Pontons. 1386 1392

Juan. 1448

Bernardo Desllor 1500 1509

Pedro Lor. 1517

Era juntamente Abad de Galligans.

Juan de Caldes 1565

Esta abadía fue cedida a la canónica de Gerona por Guisla, Condesa, viuda de Ugon, Conde, en escritura de 31 de julio año XXX del Rey Enrique, la cual he visto, y habla en términos de simple donación. Mas es cierto que la abadía continuó independiente y con jurisdicción sobre algunas iglesias subalternas, entre las cuales es notable la de Santa María de Pederdello (Pedredello más abajo) o Pitritello, donde el Abad Ponce el año 1229 instituyó superior de todos los que en ella se habían reunido para profesar la regla de San Benito, a un converso llamado Bernardo Sifredo, y para las mujeres a Ermesindis Sifreda. Púsoles la condición que si ambas sociedades prosperasen con el tiempo de modo que debiese instituirse Prior y Priora, o Abadesa, ambos prestasen la obediencia al Abad de Rosas, de quien recibiesen la confirmación y a quien pagasen en censo anual una libra de cera. He aquí la institución de un monasterio doble en el siglo XIII. No he podido averiguar dónde era este Pedredello, ni la escritura señala otra localidad sino cuando expresa la de un olivar que el Abad fundador le daba versus viam que tendit de Pederdello ad Stagneolum (Stanyol). Otro priorato tenía intitulado de Santa María de Campis o de Campo de Garriguella en la parroquia de Santa María de Noves, en el Ampurdán. Las escrituras que de él quedan comienzan de principios del siglo XIII.

SAN ESTEBAN DE BAÑOLAS (a).

(a) Bañolas y Bañoles dijeron, como dicen hoy los naturales, todas las escrituras que nos quedan de la antigüedad, derivando este nombre del latino Balneolas, que se ve usado desde los tiempos de Ludovico Pío. Así que no alcanzo de dónde tomó el continuador de la España Sagrada, tomo 43, el nombre de Bañols (Bañuls, Banyuls es otra localidad en Francia), que constantemente da a la villa y al monasterio en la larga y exacta descripción que hace de él, página 326, que cierto es muy de apreciar entre las que pone escasas y equivocadas de otros monasterios. Y pues el autor confiesa ingenuamente como debe un verdadero literato, que la recibió del monje de aquella casa Don Gaudencio Puig, y por otra parte consta que es casi a la letra la misma que yo publico ahora, escrita en aquel monasterio en el julio de 1807; para que los lectores no me tengan por un plagiario, debo manifestar aquí, aunque con dolor, que entonces, tan franca como imprudentemente, dejé que aquel monje copiase todo mi trabajo, el cual él ahora ha comunicado como obra suya. En prueba de ello conservo todavía el original sucio y con las enmiendas y correcciones que a presencia suya iba escribiendo, según la costumbre de no salir de un punto sin tener ya extendida toda la historia de él. Más es, que aquí se hallarán noticias que faltan en la España Sagrada, y son puntualmente las que después adquirí en el examen de otros archivos, las cuales no pude comunicar al monje. El lector que considere lo que somos los hombres, no extrañará que se repita aún en nuestros días el chasco de la corneja de la fábula.

La villa de Bañolas dista tres horas entre O. y N. de Gerona, y está situada en un llano despejado, amenísimo y de abundantes producciones, siendo entre ellas la más considerable la del cáñamo, que ha dado ocasión al establecimiento de varias fábricas de esta materia, para las cuales no bastando ya la cosecha doméstica tienen que traerlo de otras partes. Hay también fábricas de papel y otras de varia industria, que hacen prosperar esta villa, compuesta de unos setecientos vecinos. Débese esta riqueza a un estanque de agua manantial al poniente, y muy cerca de la villa, el cual tendrá una hora de circunferencia, y es tan abundante, que de él salen cinco acequias grandes, que son las que sirven al riego y fábricas. Sus aguas participan de la calidad del azufre, que es muy perceptible en una fuente vecina al estanque, y llaman la font pudosa, por el hedor (pudor, pudina) que exhala del azufre (sofre). No sé si esta abundancia de aguas sería causa del nombre Bañolas (Balneolas) con que ya muy de antiguo es conocido este sitio. Lo que sí me consta es que este valle se llamaba Sterriae, y que el monasterio se decía fundado in valle Sterriae, in caput Sterriae, secus fluvium Sterriae (En Lérida está Esterri d' Áneu). Pudo ser que hubiese allí baños termales, y que de ahí se derivase el nombre de Balneolas. (N. E. En Alemania, por ejemplo, hay muchas localidades con nombre Bad, baño, balneario, - como Bath en Inglaterra - donde hay manantiales de aguas termales, algunas con azufre)

No estaba tan floreciente este terreno a fines del siglo VIII cuando se fundó dicho monasterio de San Esteban de la orden de San Benito; antes era yermo y sin cultivo, como consta de un diploma de Ludovico Pío que existe aquí, y es la primera y cierta noticia del origen de esta casa: La fecha es: data tertio idus septembres, anno Christo propitio nono imperii domni Hludovvici piissimi augusti (Ludovico Pío), indiccione prima. Actum Attiniaco (en minúscula en el pdf) palatio regio in Dei nomine feliciter. Amen: que corresponde al año 822 de Cristo. Publicó ya esta escritura Baluzio en el apéndice de los Capitulares (núm. XLI). Con esto excuso gastar el tiempo en cosa ya hecha por otro. Allí verás que el Abad llamado Bunito, con

licencia del Conde Odilon (Odilón), fundó este monasterio en el condado de Besalú, y comenzó a cultivar con su propio sudor este terreno yermo, edificando en él la iglesia de San Esteban en lugar de otra antigua que allí había. Muerto este primer Abad Bunito, los monjes, con el consentimiento del Arzobispo Nibridio, eligieron por sucesor a Mercoral, que es el que por la mediación del Conde Rampo logró el diploma de Ludovico Pío, que dije, de protección general, facultad de elegirse Abades, etc. Por aquí se ve que la fundación de esta casa se ha de fijar a fines del siglo VIII, como dice Mabillon (Ann. ord. S. Bened. libr. XXV. núm. 51, et XXVI. núm. 57), el cual reconoce por primer Abad a Bunito, mas no conoció al sucesor Mercoral por no haber tenido noticia del diploma de Ludovico; y en cambio nos supone otro de Carlo Magno a favor de Bunito, el cual yo no he visto, ni es creíble que lo haya, puesto que Ludovico no lo menciona en el suyo, lo cual hiciera indubitablemente como lo hacían todos aquellos Reyes, refiriéndose a los preceptos de sus antecesores. Y así tengo por el primer acto de aprobación y confirmación de esta casa, emanado de los Reyes de Francia, este que digo de Ludovico del año 822; y por primero lo cuenta la escritura de la consagración de esta iglesia en 889, como veremos.

Mayor fue la equivocación de los Bollandos (Acta SS. januar., tom. 2, pág. 781), que pusieron por primer fundador al Abad Emerio: nombre que ni aun se lee entre los que gobernaron la casa en los siglos siguientes. Sin embargo, está creía por acá esta especie con motivo de lo que escribió el padre Domenech (Santos de Cataluña, lib. II, fol. 6), el cual refiere largamente la vida de este siervo de Dios, y da noticia de la veneración en que está su cuerpo en la parroquia de San Esteban de Guialbes, a donde se retiró para hacer vida penitente después de fundar el monasterio de Bañolas, y donde es conocido con el nombre de S. Mer. Aun los que tengan por respetable la autoridad del ms. de donde el citado escritor sacó su historia, han de tener por equivocado lo que dice de la fundación del monasterio de Bañolas, y de haber ya allí entonces villa poblada de Cristianos. Lo contrario acabas de ver en el documento de Ludovico Pío. A no ser que este San Emerio o San Mer, como aquí dicen, sea el segundo Abad llamado Mercoral, cuya primera sílaba Mer quedase en el transcurso de los siglos por único y total nombre del mismo.

Desde tan remota época hasta nuestros días ha permanecido este monasterio con las alteraciones en lo formal y con algunas particulares en lo material, consiguientes a las varias guerras y otros acontecimientos políticos del país. De su iglesia se hallan varias consagraciones como decían, de las cuales y de otras cosas se dará razón en el catálogo de los Abades. El templo actual es todo obra del siglo XVI (a) y siguiente.

(a) El citado monje Puig dijo al autor de la España Sagrada que era obra del siglo XIV, y así se imprimió (tom 43. pág. 330) sin advertir que en ese siglo no hubo tránsito de la arquitectura del gusto gótico al greco-romano.

Hay en él algunos altares, señaladamente el llamado del Corpus Vell, en que se ve muy claro el tránsito de la arquitectura del gusto gótico al greco-romano. Los claustros son del mismo tiempo, digo las débiles columnitas, que las paredes principales, y su área es anterior al siglo XIV, como se ve en las urnas y sepulcros encastados en la pared, de los cuales hay algunos del siglo XII, que copiaré después.

En la sacristía vi una arca de plata de buena labor gótica con varias figuras de Santos y Obispos y con letreros dislocados desde que la mandaron limpiar hace poco. En ella se coloca la arquilla de madera donde están guardados los huesos de San Martiriano, Obispo y Mártir (con ese nombre), los cuales conducen al convento de los padres Servitas, sucesores de los Capuchinos en la ermita de dicho Santo, el día 23 de noviembre, víspera de su fiesta. El citado padre Domenech (ibid. lib. I, fol. 112) te enseñará quién era ese Santo y el modo extraordinario como vino a parar acá su cuerpo. Yo sólo añadiré que el Obispo de Gerona Don Francisco Arévalo y Zuazo, visitó estas reliquias en el febrero de 1599, entre las cuales halló una cedulita que decía: hic requiescit corpus sanctissimum Beati Martiriani Episcopi Albiginiensis et martyris Xpi. qui cum Christo in celis regnat, et in terris locum istum protegit et defendit, et devote petentibus misericordiam et peccatorum veniam humiliter confitentibus obtinet a Deo et vitam impetrat sempiternam.
Dicho Prelado les concedió que celebrasen la fiesta principal en 24 de octubre, porque las ferias de fines de noviembre les estorbaban la devoción de aquella solemnidad. Hay también en la sacristía un cáliz del siglo XIV con este letrero: verum corpus natum de Maria Ve. Celébranse aquí los oficios con gravedad, residiendo en este monasterio, a más de doce monjes, quince beneficiados. A esta casa estuvo incorporado por algún tiempo el priorato de San Marcial de Monseny, y quedan entierros (a) de los que le obtuvieron en el siglo XIV. (a) El monje Puig me copió así: "el priorato de San Marcial de Monseny estuvo incorporado en algún tiempo a este monasterio, y en el día sólo quedan las tierras en los que las poseyeron en el siglo XIV." (España Sagrada, loc. laud. pág. 331), lo cual no sé lo que quiere decir; como tampoco lo que más abajo dice: "fue el monasterio antiguamente un fuerte castillo llamado San Esteban.” Esta transformación del monasterio en castillo es la que no entiendo.

Esta incorporación comenzó ya desde el siglo XI, en el cual un Prior de Bañolas, llamado Arnaldo, quitó a aquella casa varios alodios y los dio a otra del obispado de Barcelona. No sé más de esto, que es lo que refiere la escritura de consagración de San Marcial del año 1105: y también que esta usurpación pudo ser la causa porque aquel monasterio, que era abadía en el año 1066, en el otro año que dije era ya un pobre priorato. De esto se dijo ya con documentos en el viaje de Vique.

En la villa hay una iglesia filial con la advocación de Santa María del Turers (de Turario). En 1269 dio licencia para reedificarla y engrandecerla Don Pedro de Castellnou, Obispo de Gerona. Está la escritura de ello en este archivo con los dos sellos del Obispo y del Capítulo de aquella iglesia. El actual edificio es del siglo XV y principios del siguiente. El Abad de este monasterio es señor jurisdiccional de la villa y de otras del contorno, cuyos bailes acuden a recibirle en su primera entrada, tirando los de Bañolas con cordones de seda la mula en que cabalga dicho señor, y acompañándole los demás, precedidos de varias danzas y otras alegres comparsas. Se me olvidaba decirte que este monasterio estuvo muy fortificado al estilo de los siglos medios, como lo indican los restos que quedan de las obras de defensa. Una curiosidad hay en el frontis moderno de la iglesia, que para mí es un acertijo, y no la dejaré de decir (a). (a) Omitiose en la España Sagrada y lo sentí, no porque haga falta su noticia, sino porque ninguno mejor que el monje Puig, tan sabio indagador de las antiguallas de la casa, pudiera satisfacer esta curiosidad.
En el plano de la pared en línea horizontal, al remate de la portada, hay entallados muy distantes entre sí dos grandes relieves en esta forma: (2 C encontradas, como mirándose al espejo). Despreciable es la interpretación que algunos monjes dan a estas dos C encontradas, como si quisieran decir Carolus Calvus: porque ni la fundación del monasterio tiene que ver con aquel Rey, ni aun que lo hubiera era esto a propósito ni usado para conservar su memoria.
(N. E. Tiene analogía con la alfa omega y con los eslabones de la cruz serbia; rey de reyes)

Catálogo de Abades.

Bunito. Primer Abad y fundador del monasterio, como consta del diploma de Ludovico Pío del año 822, expedido a favor del sucesor

Mercoral. Electo por los monjes y existente ese año.

Elías. Gobernó esta casa en los principios del reinado de Carlos el Calvo, que comenzó en 840, y recibió de este Príncipe la confirmación de sus posesiones. Dícelo el mismo Rey en el diploma que existe aquí original expedido a favor del sucesor Pedro, cuya fecha es IX. kal. martii, indictione XIIII. anno XXVI. regnante Karolo gloriosissimo Rege. Actum Carisiaco palatio in Dei nomine feliciter. Amen, que corresponde al año 867. Lo hallarás en la Marca Hisp. (Ap. núm. XXVII.) Alcanzó todavía este Abad los primeros días del Rey Ludovico Balbo, de quien logró también la confirmación de sus bienes y posesiones, según lo expresa el mismo Príncipe en el diploma que dio a favor del sucesor Ansemundo. Data IIII. kal. junii, indiccione X. anno I. regnante Hludovico gloriosissimo Rege. Actum Trecas civitate in Dei nomine feliciter. Amen. Está este diploma original en dicho archivo, y en él dice el Rey que confirmaba al Abad Ansemundo cuanto había concedido él mismo a su antecesor Pedro; el cual por consiguiente vivió hasta después del octubre de 877 en que comenzó aquel Rey, sucediéndole tan pronto Ansemundo, que ya a 29 de mayo de 878 logró dicho precepto real, hallándose en el concilio Trecense o Tricasino, donde se halló también el Papa y el Obispo Frodoino de Barcelona y Teuthario de Gerona. A este último Prelado dio el Rey la calidad de Misso para que pusiese a nuestro Abad Ansemundo en posesión de las cellulas que los Reyes predecesores tenían concedidas a este monasterio en el condado de Peralada. El Obispo Teuthario no hizo lo mandado, antes dio la posesión de aquellas cellulas a Tudulfo y Domnello, monjes del monasterio de San Policarpo (a: El monje me copió del Policarpo, y así se imprimió (Ib. pág. 233), sito en el territorio Redense, en nombre de su Abad Obtaredo. Esto dio ocasión a las quejas del Abad Ansemundo, y a un juzgado y sentencia que se dio a favor de este Abad agraviado en la villa de Castellón, condado de Peralada, en presencia del mismo Obispo Teuthario y del Conde Deilane y otros. Este juzgado existe aquí original, y tiene muchas curiosidades notables que apuntaré aquí.

I. Su fecha dice así: VI. kal. julias, anno primo quod hovit Ludovicus Rex, que es muy natural sea el II y llamado Balbo, supuesto que él es de quien se habla en el diploma tan frecuentemente, con lo cual se confirman mis conjeturas, que ya apunté en el artículo del Obispo de Gerona Teuthario, sobre el diploma que Baluzio redujo mal al año III después de la muerte de Ludovico III. Así que esta sentencia es del día 26 de junio del año 880.

II. Consta la verdadera lectura del nombre de dicho Obispo que repetidas veces se llama en este diploma, y suscribe él mismo de su mano Teuthario.

III. Se confirma la verdad del concilio Tricasino (de Trecas) en 878, y que a él asistió el Papa (Juan VIII), y el sobredicho Obispo Teuthario, y Frodoino, Obispo de Barcelona, y nuestro Abad Ansemundo.

IV. Firma en él un Sclua presbiter, que pudo ser el que seis o siete años después usurpó el Obispado de Urgel, y es conocido equivocadamente con el nombre de Selva, cosa que se evidencia en las cartas de aquella iglesia. Estas y otras curiosidades arroja de sí esta escritura, que va copiada (a: Ap. núm. XXV.).

Suniefredo. Debió suceder al Abad Ansemundo, a lo menos no hay memoria de otro intermedio. Consta su existencia en el año 889 en que el Obispo de Gerona Servus Dei consagró la iglesia de este monasterio y otras pertenecientes a él. (Marca Hisp. Ap. núm. XLIX).

Hacfredo. Así le nombra (no Halfredo ni Acfredo), el diploma original que aquí existe del Rey Carlos el Simple, en que confirma a dicho monasterio los diplomas de su padre Ludovico Balbo, su abuelo Carlos Calvo, y bisabuelo Ludovico Pío, que son los que presentó este Abad, sin mentar el de Carlo Magno que suponen los historiadores. Su fecha dice así: Data V. idus aprilis, indictione IIII. anno XXIIII. regnante Karolo, Rege gloriosissimo, redintegrante XVIIII. largiore vero hereditate indepta V. Actum Heristallo palatio in Dei nomine feliciter. Amen. Así está puntual la fecha, y no como imprimió Baluzio (Capit. Reg. Fr. tom. II. ap. núm. 132). Corresponden las tres épocas al año 916, que es regular sea de los primeros del gobierno de este Abad, ya porque vivía muchos años después, ya porque era costumbre muy usada sacar semejantes confirmaciones en los principios del gobierno. Vivía todavía este Abad el año 948, en que compuso las contiendas que su monasterio tenía con el de San Pedro de Rodas. En la Marca Hisp. (Ap. núm. LXXXIII) se halla el diploma dado por Luis Ultramarino, aunque mal reducido al año 947. Nueve años después hizo consagrar la iglesia del monasterio que él edificó de nuevo por haber quemado los paganos la primitiva. Hizo este acto Arnulfo, Obispo de Gerona, a 19 de octubre de 957. (Marca Hisp. ap. núm. XCIII).

Cesan por algunos años las memorias de Abades de esta casa por falta de instrumentos, de que hay poquísimos en los siglos X y XI. Tampoco lo nombra el que publicó la Marca Hisp. (Ibid. núm. CXXVI) tocante a la donación que hizo a este monasterio el Obispo de Gerona Miro, de que ya se habló en el Episcopologio.

Wadamiro. Era Abad el año 1004. Véase la escritura de unión de San Clemente a San Andrés en el Viaje de Urgel. En el año 1008 fue el que recibió la encíclica que los monjes de Ripoll expidieron anunciando la muerte de su Abad Seniofredo. En ella era costumbre suscribir como por recibo los Abades de los monasterios con la noticia de los Abades y monjes recién muertos. Estas son las únicas memorias que tenemos de Wadamiro. La citada encíclica está original en Ripoll (a: Falta este Abad en la España Sagrada, porque su noticia me vino a mano después de la copia que di al monje Puig.)

Bonifilio. Era Abad el año 1017, en que el Papa Benedicto VIII le dirigió la bula confirmatoria que trae la Marca Hisp. (Ap. núm. CLXXIV), de la cual he visto una copia del siglo XII en el archivo de aquel monasterio.

El nombre de Coangélico que en ella se le da más es de elogio que otra cosa. Baluzio conjetura en la Marca Hisp. que este Abad lo era al mismo tiempo de San Pedro de Camprodon, donde realmente se hallaba otro Abad de este nombre. Mas esta conjetura me parece débil, porque entonces era muy común ese nombre. Otra escritura de poca entidad hay aquí que sólo prueba la existencia del Abad en 1019. Más importante es otra del mismo año, y es la consagración de la iglesia de San Martín de Vallmala o Fontanet, en el condado de Peralada, hecha por Berenguer, Obispo de Elna, de licencia de Pedro Roger, Obispo de Gerona, y con asistencia del clero de esta Catedral. La iglesia era fundación de los monjes de Bañolas. Lo demás lo dirá la copia adjunta (a: Ap. núm. XXVI.).

Cesan también en los años siguientes las noticias de Abades. En la Marca Hisp. (Ap. núm. CCXC) hallarás la escritura con que Bernardo, Conde de Besalú, y su mujer Ermeniardis, restauraron en 1078 este monasterio en lo material y formal. He visto allí esta escritura original, pieza notable y digna de ser muy guardada por hallarse al pie, entre otras suscripciones posteriores, la del Rey Don Ramiro, que se intitula Rey y electo Tarraconense y Barchinonense. En esta ocasión eligieron por Abad a

Benedicto, del cual se dice en la escritura de consagración del año 1086, que se hizo el año VIII de su elección. Este fue el escogido por aquellos Condes para restaurar la casa e iglesia, lo cual tuvo ya verificado en 1086, y entonces convocó a los Obispos Dalmacio de Narbona, Berenguer de Gerona, Pedro de Carcasona, Berenguer de Vique, Gotafredo de Magalona y Bertrán de Barcelona, los cuales hicieron dicha consagración (Marca Hisp., número CCCI). En una nota ms. del siglo XV se especifica esto mismo, y además se expresa el número de las reliquias que se colocaron en el altar mayor. La misma nota añade que tres años después volvió a este monasterio Dalmacio, Arzobispo de Narbona, y colocó en el mismo altar de San Esteban, a la parte de mediodía, un altar pequeño consagrado por San Gregorio Papa en honor de Santa María y los Santos Juan y Pablo Mártires. De aquí nació sin duda que en las mudanzas de la fábrica material siempre se ha conservado, como hoy se ve, en el nicho principal la imagen de nuestra Señora, aunque el titular no es otro que San Esteban, colocado en el segundo cuerpo. A lo mismo alude el beneficio fundado en el siglo XIV en el altar mayor, con el título de nuestra Señora de la Scala, por la que habría donde se fijó aquel altar. Sea cual sea el origen de esto va copia de la nota adjunta, que no merece más fé que la que se da a las memorias que dictó la tradición doméstica (a: Ap. núm. XXVII.). Vivía todavía este Abad en 1092, del cual queda un judicatum entre él y el Abad de San Pedro de Rodas, Macfredo (Marca Hisp. ap. núm. CCCX). Seguía en su gobierno en 1097, en que el Papa Urbano II le dirigió una bula de confirmación de su monasterio (Ibid. núm. CCCXV).

Pedro Abad: lo era en 1121, como he visto en escritura de este archivo de poca importancia.

Berenguer. Existía en 1139, en que el Conde Ramón Berenguer de Barcelona le dirigió el diploma que trae la Marca Hisp. (Ap. número CCCXCVII).

Ricardo. Murió en 1154, y está enterrado en el claustro de este monasterio, en un ángulo de él, con esta inscripción: Hic requiescit Ricardus bonae memoriae Abbas istius loci (b: Loci dice la piedra, no monasterii) qui obiit VII idus maii anno ab Incarnacione Xpi. MCLIIII.

Ugo. Lo era el 1171 y murió el siguiente. Está enterrado en el mismo lugar, sobre el antecedente, con este letrero: IV (a: IV dice el letrero, no V) idus septembris obiit domnus Ugo Abbas istius loci vir moribus ac vita laudandus anno a Nativitate Xpi. MCLXXII.

Raimundo. Era Abad en 1174, cuando el Papa Alejandro III expidió la bula a favor del monasterio, que trae la Marca Hisp. (Ap. núm. CCCCLXVII). Nada se sabe de su muerte.

Pedro Benedicto. Gobernaba la casa en 1190 y 1192, y murió en 1195, como consta de su sepultura, que está sobre las dos anteriores, y en ella se lee: Anno ab Incarnacione Dni. MCXCV obiit domnus Petrus Benedictus bonae memoriae, istius ecclesiae Abbas, vir moribus ac vita laudandus IIIIX kal. februarii. Guillelmus de Garriganu (b) me fecit. Sucediole el año inmediato 1196

Raimundo de quien hay memorias hasta el año 1207. Los Abades siguientes irán notados sencillamente.

(b) En mi borrador estaba dividida en fin de línea la última sílaba de esta palabra así: Garriga-nu. ¿Quién creería que el monje tendría el nu por palabra distinta, y sería ocasión de que así se imprimiese en la España Sagrada?

Principio. Exist. Muerte.

Guillermo de Cartellá. 1226 1252

Tiene su sepulcro en el claustro con esta inscripción: Hic requiescit venerabilis G. de Cartiliano qui bone memorie IIII idus maii anno Domini M.CCLII. ab hoc seculo feliciter emigravit. Marimon de Cigis (a: Cigis dice la piedra, no Sigis) me fecit.

Raimundo de Cursavell. 1252

Guillermo. 1264

Arnaldo de Vallespirans. 1279 1300

Murió en 9 de febrero. Tiene su entierro en el claustro.

Bernardo de Vallespirans. 1300 1333
Murió en 29 de diciembre. Enterrado ibid.

Raimundo de Coll. 1334 1340
Murió en 16 de agosto

Arnaldo de Mansione, (b: No Mencione) electo en 1340. 1350 - 1356

Bernardo. 1357 1361

Murió en 2 de diciembre.

Ponce. 1362 1369

Juan. 1371 - 1400

Bernardo. 1401 1409

Guillermo. 1409 1431

Bernardo de Pau 1443 (a)

Obispo de Gerona: administraba la abadía en enero y abril de dicho año 1443.

Dalmacio. 1443 1456

Francisco Xatmar. 1461 1500 (b)

Enterrado en la capilla de San Miguel con este letrero harto gastado:

in presenti tumulo R. dni. Fratris Franciscii de Xatmar, Abbatis istius monasterii clauduntur ossa: qui pro animae suae salute duo quotannis dimissit aniv... (aniversaria) conventualia celebranda unum quidem a quinq... hebdomada, alterum vero tali die q... a... emigravit, vid. K. mens. S... anni M.D., cuius anima in pace requiescat. Amen.

(a) Es gracioso que el monje, o quien sea, señale la muerte de este Abad en 26 de marzo de 1457, y a renglón seguido le dé ya sucesor catorce años antes a Dalmacio. La verdad es que Bernardo Pau, Obispo de Gerona, que no sé por qué lo calló, fue Abad comendatario hasta el 1443, y entonces entró Dalmacio. El Obispo murió en 1457; mas su abadía había ya espirado catorce años antes. Todo estaba remediado en copiar bien mi borrador.

(b) En el monasterio está el epitafio que dice 1500, no 1503.

Juan de Vera. 1503 1505

Obispo de Salerno y Cardenal del título de Santa Balbina.

Martiriano Prats. 1506 1511

Miguel Samsó. 1512 1544

Este Abad lo fue al mismo tiempo de San Salvador de Breda, y es el de quien dije en el Episcopologio que fue calumniado de hereje con el Obispo Don Juan Margarit.

Rafael Ubac. 1545 1554

Canónigo de Barcelona.

Luis de Argensola. 1561 1570

Aquí intercala el monje un Abad llamado Bernardo Marlés de Malá en 1562, y deberá ser así; mas yo no altero mi cuenta por sólo su testimonio.

Antic Villalba. 1573 1582

Bartolomé Montagut y Vallgornera. 1594 - 1600

Luis de Alentorn. 1612 1617

Había sido Abad de Serrateix.

Antonio de Cartellá. 1619 1622

Antonio de Mantilla. 1623 1640

Murió en 25 de diciembre.

Francisco de Monpalau 1642 (a) 1674
(a) Dejo de advertir varias equivocaciones en las notas numerales del catálogo impreso, que pueden ser errores tipográficos.

Murió en febrero. Como este Prelado alcanzó las guerras de Felipe IV con Francia, no es extraño que se hallen algunos Manuales con memorias de estar la abadía vacante en 1658, y aun de haber tomado de ella posesión el mismo Monpalau a 8 de mayo de 1660.

Antonio de Planella y Cruilles. 1676 1688

Dimas de Malla. 1689 1702

Murió en 7 de octubre.

Juan Bautista Descatllar y de Tord. 1703 1744

Murió en 4 de noviembre.

Ramón de Padró y Serals. 1746 1756.

Murió en 21 de julio.

Antonio Salvador de Otamendi. 1757 1758

Murió en 21 de noviembre.

Ignacio de Francolí. 1761 1781

Trasladado a Camprodon.

José Gregorio de Montero y de Alós. 1782 1789

Trasladado a San Cugat.

Ignacio de Grás. 1790 1792

Trasladado a San Pablo de Barcelona.

Joaquín Laplana 1792 1804

Trasladado a Amer.

Jaime de Guanter y de Bassols 1805 1807

A este M. I. S. Abad he debido lo que a los demás de la congregación Tarraconense; gran franqueza en manifestarme el archivo, y suma libertad en copiar y extractar cuanto he creído conducente para la historia de este y otros monasterios, y de las iglesias catedrales. En el escrutinio me ayudaron los señores monjes Don Gaudencio Puig y Ros, Capiscol, y el doctor Don Benito Viles, el primero de los cuales poseía la noticia de los Abades modernos de los dos últimos siglos, sacada de los registros del secretariato, y de ella me serví en lo que no la hallé contraria a otras noticias. Repito lo que mil veces te he dicho, que los anticuarios que estando autorizados por el Gobierno no han logrado ver como deseaban los archivos, deben darse a sí mismos la culpa de la negativa que experimentaron. Adiós.