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miércoles, 22 de marzo de 2023

CARTA CXLIV. Memorias de Mallorca y de su cristiandad, anteriores a su conquista:

CARTA CXLIV.

Memorias de Mallorca y de su cristiandad, anteriores a su conquista: noticias inéditas sobre este suceso: fiesta anual en memoria del mismo. Documentos inéditos tocantes al Infante Don Pedro de Portugal, Señor de Mallorca: carta que le escribió su hermana Mafalda: su testamento, no conocido hasta ahora, año fijo de su muerte y lugar de su entierro. Cronología de los Reyes propios de Mallorca: documentos inéditos sobre la muerte del último de ellos.

Mi querido hermano: Si esperas que comience a hablar de Mallorca, remontándome primero a las épocas fabulosas, y luego descendiendo a las ciertas de los Fenicios, Cartagineses, Romanos, Godos y Árabes, contando trajes, costumbres, batallas, etc., si todo esperas de mí, te llevas grandísimo chasco; porque me he propuesto no salir de mi canto llano, que es hablar de lo que veo, dejando lo ál para los aficionados a visiones. El que tal sea, ahí tiene al Cronista Dameto que le llenará las medidas hasta dejarlo de sobra. De lo que no son visiones, además de lo que traen T. Livio y otros historiadores, en nuestros días un canónigo de esta iglesia, llamado Don Antonio Roig, natural de Mahón, trató de los Obispos Baleáricos en tiempo de los Godos, publicando de nuevo e ilustrando con notas la carta de San Severo, Obispo, escrita en el año 418 con motivo de los milagros obrados en Menorca al aportar a aquella isla las reliquias del Protomártir San Esteban, que conducía Orosio, junto con la carta de Luciano sobre el hallazgo dellas. Este escrito se imprimió en Palma, 1784, 4.° Su estilo es duro, lo que los Italianos llaman ricercato. Y aunque no se me ha mandado viajar por regiones remotas, sino por este mundo de acá, tal cual existe, y con lo que le queda de los sucesos antiguos, todavía diré que el citado escritor omitió la noticia de un Obispo de Mallorca, llamado Elías, que floreció hacia el año 480 de Cristo, cuyo nombre se halla entre los Prelados que entonces lo eran en las provincias sujetas al reino de los Vándalos en África. La noticia de todos estos Obispos escribió, según se cree, Víctor, que lo era de Vite, y la publicó Sirmondo (tom. I, pág. 430) con este título: Nomina Episcoporum catholicorum diversarum provinciarum, qui Carthaginem ex praecepto regali venerunt pro reddenda ratione fidei, die kalend. februarii, anno VI Regis Hunnerici. En ella, pues, bajo el título: Nomina Episcoporum insulae Sardiniae, pone los tres siguientes:

Macarius de Minorica.

Helias de Maiorica.

Opilio de Evuso. (: Ibiza) De lo cual parece resultar: 1.°, que en el año de 480 había Obispo en cada una de estas tres islas: 2.°, que estas Sedes estaban sujetas a la metrópoli de Cerdeña: y 3.°, por consiguiente, que también en lo civil dependían de aquella isla las nuestras.

Mas yo digo que dejando aparte todas estas antiguallas y también la conquista de estas islas, que suponen hechas por Carlo Magno, que acaso será tan cierta como otras cosas que se le atribuyen y en las que no soñó: dejando, pues, todo esto, voy a recopilar lo más cercano, y lo de que hay escrituras ciertas, vistas por mí o por otras personas fidedignas, aunque de esta última clase hay poco. En este género la primera memoria indubitable de la cristiandad de Mallorca es del año 898 de Cristo, en que el Papa Romano, confirmando a la iglesia de Gerona y a su Obispo Servus Dei todas sus posesiones, contó entre ellas et insulas, Maiorica scilicet, et Minorica. Trae este diploma la Marca Hisp., ap. núm. LIX, mal reducido al año 900, en que no vivía el Papa que lo expidió. Esta cuestión cronológica se ventiló en mi Viaje a la iglesia de Gerona, donde vi el original escrito en el papel que llaman egipcio. De esta misma clase son los privilegios que el Obispo de Barcelona Guislaberto consiguió hacia la mitad del siglo XI del Rey Moro de Denia Mugeyd, cuyo señorío alcanzaba a las Baleares, y de su hijo Hali: en virtud de los cuales el clero de estas islas no podía reconocer otro Pastor sino el de Barcelona, de quien debía recibir las órdenes sagradas y el crisma, y a quien todos los demás fieles debían mirar como a su único Obispo. Estos privilegios loaron y confirmaron los Prelados que concurrieron a la dedicación de la catedral de Barcelona, que se verificó en el año 1058. Cosas son estas ya dichas por muchos escritores (a: V. Marca Hisp. y Flórez, España Sagrada, tom. VII y XXIX.). 

Ni debe causar a nadie maravilla que la cristiandad que había en estas islas, pues tan cercanas estaban a nuestro continente y carecían de Obispo propio, fuesen objeto de la caridad o de la ambición de nuestros Obispos, los cuales se disputasen su jurisdicción.

Andando el tiempo, como los Moros infestasen desde aquí las costas de Cataluña, pensó el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III en apoderarse de estas islas en el año 1114; para lo cual, de acuerdo con los Pisanos, aprestó aquella grande expedición que refiere el citado P. M. Flórez, y de cuyo feliz éxito puedo yo presentar un nuevo testimonio, que es la bula del Papa Pascual II, dirigida al mismo Príncipe en el año 1116, la cual copié años atrás del archivo real de Barcelona (a: Ap. núm. IV.). En ella, antes de expresar cómo admitía al Conde y a sus estados bajo la protección de la Sede Apostólica con el censo ánuo de treinta morabatines, alaba mucho su celo en extender la religión cristiana en estas islas con las siguientes palabras: Non parvum enim tuae nobilitati meritum labor ille conciliavit, quo per anni longitudinem in Balearibus insulis contra hostes christiani populi desudasti. Cui tuo tuorumque consortium glorioso procinctui Omnipotens Deus gloriosam de hostibus suis victoriam conferre dignatus est. De lo cual se infiere que la expedición duró un año entero y que fue feliz, como en verdad lo fue; porque ya que no se consiguió sacar esta tierra de manos de los Moros, a lo menos se quebrantó su poder hasta el punto de quedar feudatarios del Conde. (N. E. las tornas se cambiaron hasta que su descendiente Jaime I de Aragón reconquistó las islas). Sólo fue esta empresa desgraciada para el Obispo de Barcelona Ramón Guillem, que murió en esta isla de Mallorca en uno de los encuentros con los Moros, a donde con otros Prelados y nobles acudió como el más interesado en recobrar el territorio que reputaba sujeto a su jurisdicción, según se ha dicho, y dirá más abajo.

Que los Pisanos coadyuvaron a esta expedición consta de todos nuestros historiadores. Mas los de aquella república dan a entender que ellos solos fueron los conquistadores, y que esto sucedió en el año 1117. Ambas cosas están bastante desmentidas con la citada bula, la cual supone ser el Conde Don Ramón el principal en la empresa; y como por otra parte está fecha en la mitad del año 1116, y entonces da por conquistadas completamente estas islas, no parece haber lugar para la nueva conquista de los Pisanos en el año siguiente, así como no le hay para suponer nueva rebelión de los recientemente sojuzgados. Sin embargo, no puede negarse que fue muy grande y de suma importancia la cooperación de aquella poderosa república, si es cierto lo que dice el Analista de Pisa Paulo Tronci (cap. 56), y es que entonces se llevaron aquellos guerreros, como en despojo o muestra de su triunfo, unas puertas de bronce, las cuales están colocadas en la catedral de aquella ciudad, donde era tradición constante que habían sido fabricadas y servían en una de las Baleares. Esto dice el erudito Romano Juan Ciampini en su Vetera monumenta, tom. I, cap. VI, donde se halla un dibujo de dichas puertas y de todos sus relieves, que representan la vida de Cristo en varias divisiones: cosa de mal gusto, y según conjetura dicho anticuario, anterior al año 1000 de Cristo. En estas islas no queda indicio alguno de a cual de ellas pertenecía esta antigualla. Con todo no me pesa haber reproducido esta especie, por si otro viajero más afortunado que yo, halla con qué dar alguna claridad a este insigne monumento de la cristiandad antigua Baleárica. O bien digamos que aquellos republicanos adquirieron esta alhaja no en ese año 1117, sino en el de 1108, en el cual se supone hecha por ellos una tentativa infructuosa, según dice Diago en la Historia de los Condes de Barcelona, lib. II, c. 88. Mas esto importa poco. Vamos adelante con nuestra labor.

El Papa Alejandro III en la bula confirmatoria de las posesiones de la iglesia de Barcelona, la cual dirigió en 1169 al Obispo Guillermo de Torroja, cuenta entre ellas estas islas, como viste en mi Viaje a aquella iglesia. In iure, dice, praefatae ecclesiae confirmamus intra maris spatium insulas duas, Maioricam et Minoricam, sicut antiquis temporibus eandem ecclesiam constat tenuisse.

Hacia el año 1205 el Papa Inocencio III, año VIII de su pontificado, prometió al Rey Don Pedro II de Aragón que instituiría Silla episcopal en Mallorca, luego que la conquistase de los Moros. Esta simple enunciatura leí años pasados en el tomo II de los índices del archivo real de Barcelona, armario de Mallorca, saco San Pedro Nolasco, núm. 510. Mas no pude dar con este documento, porque barajado como estaba aquel archivo posteriormente a la formación de sus índices, no existían entonces tales armarios, ni sacos, ni números.

Andando más el tiempo quiso Dios que se verificase la conquista, proporcionando el momento oportuno para que esta isla saliese enteramente de la esclavitud de los Moros. El Rey Don Jaime I fue el instrumento de que se valió: Príncipe nacido para grandes empresas, y para llevarlas a cabo y para conservarlas con tesón. La de Mallorca no sólo le proporcionaba dilatar sus dominios, sino que le era también un escalón necesario para llevar adelante sus armas hacia el mediodía en la conquista que proyectaba del reino de Valencia. Para esto convocó en Barcelona las famosas Cortes del diciembre de 1228, en que además de las célebres constituciones de paz y tregua y contra las usuras de los Judíos, publicadas ya en la Marca Hisp., apps. núms. DVI y DVII, y copiadas de nuevo en mis Viajes, se trató y concordó la expedición contra los Moros de esta isla. Y tomose el negocio con tanto calor, que al cumplirse el año de este asiento ya estaba el Rey en posesión de Mallorca. No tengo por muy seguro lo que leo en la obra citada (col. 524), que en dichas Cortes estipuló el Rey con los concurrentes a la empresa darles heredamientos (leo heredadamientos) en la isla a proporción de sus servicios. A lo menos nada he hallado que lo asegure. Lo que sí sé es que más adelante, estando el Rey en Tarragona junto con varios Prelados y nobles día 28 de agosto de 1229, hizo a todos esa solemne promesa, añadiendo que la repartición se haría a conocimiento (leo cono-nocimiento) de los Obispos Berenguer de Palou, de Barcelona; Guillermo de Tavartet, de Vique; Guillermo de Cabanelles, de Gerona, y de los nobles Bernardo de Campanis, Lugar-teniente del Maestre del Temple, Nuño Sanç, Hugo, Conde de Empurias, Guillermo de Moncada, Vizconde de Bearne, y Raimundo de Moncada. En lugar de estos dos últimos caballeros que murieron gloriosamente en la misma conquista, fueron nombrados para entender en dicha repartición R. de Alamany y R. Berenguer de Ager. Todo esto consta de la escritura adjunta (a: Ap. núm. V.), copiada del archivo de Gerona, en la cual verás también algunos de los Prelados y nobles que vinieron acá con gente armada a su costa.

No me detendré en referir el pormenor de esta expedición, sobre lo cual verás algún día el libro II de la Historia general del Rey Don Jaime, escrita por el P. Pedro Marsilio, que copié entera en Barcelona. Ahora sólo añadiré como viajero algunas noticias sueltas tocantes a este suceso, parte ignoradas, y parte mal averiguadas. Sea lo primero un breve que el Papa Gregorio IX dirigió al Prior de mi orden en Barcelona y a San Raimundo de Peñafort, encargándoles que recorriesen las provincias de Arlés y de Narbona, exhortando a los fieles para que contribuyesen a esta conquista con sus personas y bienes, concediendo por ello las indulgencias acostumbradas en las empresas de Tierra Santa. La fecha del breve es de Perusa III cal. decembris, pontificatus nostri anno III, que es el 1229, y entonces dice que el Rey tenía sitiada la ciudad de Mallorca. Va copia sacada del archivo de Tarragona (a: Ap. núm. VI). En segundo lugar incluyo una larga relación de la fiesta anual que ya de muy antiguo, se hace en el día de San Silvestre en memoria de la conquista de esta ciudad que en él se verificó, cuyo extracto me ahorro con la copia adjunta (b: Ap. núm. VII). Al presente continúa dicha solemnidad, aunque con algunas variaciones, y yo me he hallado en ella este año, que es el cuarto o quinto en que se ha omitido la vistosa cabalgata del ayuntamiento y nobleza, que hacía mucho más plausible este acto. En tercer lugar, y esto importa más, diré algo del Infante Don Pedro de Portugal, que por haber tenido en feudo el señorío de Mallorca y de Menorca, hace gran figura en la historia de estas islas. Y cierto causa lástima que en algunas historias manuscritas que he visto por acá, y compuestas no hace muchos años, todavía le supongan hijo de Don Jaime I de Aragón, y le intitulen Rey de Mallorca. El Infante era hijo de Don Sancho I, Rey de Portugal, y de su mujer doña Aldonza o Dulce (la dolsa, dolça), hermana de Don Alonso II, Rey de Aragón, abuelo del Rey Don Jaime, y por consiguiente tío de este, como primo hermano de su padre el Rey Don Pedro II (a: V. Mariana, Hist. de Esp., lib. XII, c. 13.). También es menester haber leído muy poco para ignorar que sólo recibió el señorío de estas islas en feudo por el Rey de Aragón, cuando él le cedió todo el derecho que podía tener al condado de Urgel por la donación y muerte de su mujer la Condesa Aurembiax (: Aurembiaix); y así nunca se intituló Rex Maioricarum, ni lo podía no siéndolo, sino Dompnus, como se ve en cuantas escrituras hubo necesidad de nombrarle. Esta mutua cesión que digo se verificó en Lérida a III de las kal. de octubre de 1231; la cual va copiada del original que aquí existe, ya que tuve la fortuna de dar con él (b: Ap. núm. VIII.). Y si ya lo han publicado otros, no importa; que no es justo hablando de Mallorca, que se omita un instrumento tan principal como este. De la misma fecha es, y también va copiada la donación que el Rey hizo al Infante y a su pariente Nuño Sanç de la isla de Ibiza, si la conquistaban de los Moros dentro de dos años, con otras circunstancias que dirá ella misma (a: Ap. núm. IX.). Mi objeto ha sido siempre copiar documentos importantes, y estos nadie negará que lo son. Por lo mismo va también otra copia de la donación o cesión original que hizo el mismo Infante al Rey Don Jaime de varias posesiones que este le había dado en el reino de Valencia, cuando se verificó la sobredicha permuta del condado de Urgel, y también de lo que tenía en la isla de Ibiza en feudo de la iglesia de Tarragona (b: Ap. núm. X). Esto fue en el año 1244. Diez años después pagó el Rey esta donación desinteresada consignando anualmente al Infante 39.000 sueldos de reales de Valencia. He visto aquí esta escritura, que no he copiado porque no dice más: está fecha a 30 de junio de 1254. Poco más sobrevivió el Infante a esta época; y lo digo con certeza porque he hallado aquí documentos para poder fijar su fallecimiento con diferencia de pocos meses, y el lugar de su entierro también: ambas cosas ignoradas hasta aquí.

Pero antes de llorar su muerte quiero que rías un poco con la carta que le escribió la Reina M., que sin duda era Mafalda su hermana, de quien habla en su testamento, casada con Enrique I Rey de Castilla. Su fecha es apud Baucias XV die aprilis, y nada más; y así no sé a qué año pertenece, aunque sospecho que sería de los últimos de la vida del Infante, de quien tampoco sabemos dónde la recibió. La he copiado de un pergaminito chiquito, y la tengo ciertamente por el original, que así están cuantas he visto por esos mundos de ese mismo siglo, en que todavía era muy escaso el uso del papel. El asunto principal de esta es dar razón al hermano de las reliquias que le enviaba por mano de García Pérez, quien dice que le contaría lo que sabía de él por un soldado y un monje que la visitaron de parte de doña María Rodríguez. Ruégale que la haga sabedora de su salud y de sus cosas por cualquiera persona, sive per arlocas et peregrinos. No hallo en el Du-cange ni en sus suplementos esta palabra arloca; y sí hallo la de arlotas con la interpretación de hombre truhán y pícaro, que aquí no tiene lugar. Pero bien puede tenerlo la de carretero, cochero y trajinero, que allí mismo se halla en alguno de los textos que se citan. De manera que la Reina pide al Infante que le comunique noticias de su salud y de sus cosas por medio de los peregrinos, o de los que se empleaban en el giro del comercio. ¡Cuánto dista nuestra policía (política) de aquella miseria! En fin, allá va la copia (a: Ap. núm. XI.), mientras yo voy a lo que resta.

Hallábase el Infante en Mallorca a 9 de octubre de 1255, cuando ordenó su testamento, que existe original en esta santa iglesia, y del cual es la copia adjunta (b: Ap. núm. XII). En él nombró por sus albaceas a Don Raimundo, Obispo de Mallorca, al Abad del monasterio de la real de Cistercienses, a Berenguer de Tornamira, Arias Ibáñez, Pedro Núñez, al maestro Juan, Prepósito de esta catedral, al maestro Vicente, su médico (este era ya Succentor de la misma en 1250), y a Bernardo Dalmau. Elige sepultura en dicha catedral, en la cual instituye dos beneficios y dota dos lámparas para el altar de San Vicente, que debe construirse allí a sus costas con capilla propia y el ornato conveniente, delante o al lado del cual manda se le labre su sepulcro con el honor que corresponde. Para todo esto ordena que sus albaceas funden una renta de mil sueldos reales de Valencia sobre los bienes, muebles y raíces que le pertenecen así en Mallorca como en Ibiza, quam, añade, in Xibilia, quam in Taylata, y sobre los 20000 sueldos que le debía el Rey de Aragón. Ten presentes estos 20.000 sueldos, que luego verás para qué los quiero. Entre varios legados deja a dicho Obispo Raimundo maiestatem argenteam sanctae Marie, quam habemus, cum capillis eiusdem beate Virginis, qui intus sunt, et anulum auri cum lapide safireo (anillo de oro con piedra zafiro), qui fuit sancti Thomasii de Conturberio (Canterbury). Dispone que el reino de Mallorca vuelva después de su muerte al Rey de Aragón, a quien ruega le perdone, si en algo le ofendió. Esto prueba que el Infante no tenía hijos, y que conservó dicho señorío hasta la muerte. Y así no entiendo como Zurita (a: Anal. lib. III, c. 56.) dice que este Infante tenía un hijo llamado Pedro Alonso, a quien se le había dado la encomienda de Alcañiz. Porque si tal hijo tuviera, lugar muy propio era el testamento para hacer de él mención. A su pariente el Rey de Castilla y a su sobrino el de Portugal, encarga que auxilien a sus albaceas en la cobranza de lo que le pertenece. Deja todos sus anillos y piedras preciosas a su hermana la Reina doña Mafalda, para que tomando de ellos los que quiera, dé lo demás a los pobres, o lo aplique al pago de sus deudas. Por último, instituye dos aniversarios y ordena que el maestro Vicente y el maestro Juan, sirvan durante su vida los sobredichos beneficios, cuya provisión después de su muerte sea del Obispo y Capítulo.

En este documento inédito hasta ahora no consta que el Infante estuviese enfermo, cuando ordenó esta, que él mismo llama última disposición de su voluntad. Mas es constante que sobrevivió poco a su fecha, que fue el 9 de octubre de 1255, puesto que a 30 de junio del año siguiente, estando el Rey Don Jaime en Tarazona, escribió a su lugar-teniente en Mallorca, Berenguer de Tornamira, que del primer dinero suyo que recibiese mandase pagar a los albaceas del Infante Don Pedro los 20.000 sueldos que le debía; y dicho lugar-teniente a 21 de julio asignó los réditos que G. de Perera debía a dicho Infante (a quien redondamente llama ya difunto), para la cobranza de los 20.000 sueldos, de los cuales dice que habían ya percibido sus albaceas 1800 menos tres. Todo esto consta en la copia adjunta que he sacado de la nota original, o digamos minuta de la escritura real, que para ello se hizo; la cual se conserva hoy día en el convento de los PP. Capuchinos de esta ciudad, que la guardan con aprecio (a: Ap. núm. XIII.). De lo dicho se infiere que la época de la muerte del Infante, es el espacio que hay entre el 9 de octubre de 1255, y el 30 de junio de 1256; y quitado el tiempo necesario para que la noticia de su fallecimiento llegase al Rey que andaba por Aragón, y supuesto que en la última fecha ya estaba pagada parte de aquella deuda, y que debió sobrevenirle alguna enfermedad, en que por medio de algún codicilo añadiese a los primeros albaceas los otros que expresa este último documento; pues digo que mirado bien todo esto, me atrevo a fijar la muerte de este personaje a principios del año 1256. Acerca de su sepultura, es para mí indubitable que la tiene en esta catedral delante del altar de San Vicente, como él lo mandó en su testamento; porque además de haber sido su muerte tan próxima a la fecha de esta disposición, y que probablemente no hubo motivo para que la variase, y para que el Señor de Mallorca se enterrase en otra parte, ni en otra iglesia que la principal de la isla; además digo de esto, lo dice bien claro el libro antiguo de aniversarios de la catedral, cuyas primeras notas en cada día del mes están escritas hacia la mitad del siglo XIV, como se puede demostrar. Y como en este libro se expresan los lugares donde están enterrados los fundadores de aniversarios, para que el clero vaya en los días respectivos a cantar el responso sobre su sepultura de ellos; ya ves que no puede dudarse de la verdad de lo que en él se lee. Dice, pues, en el día 10 de junio: L' Infant de Portugal establi en la Seu I aniversari... e iau denant Sant Vicens en una tomba. No existe capilla alguna con el solo título de San Vicente M. Pero es cierto que era la que hace frente y cierra la nave lateral de la iglesia de la parte de la epístola. No estaba construida al tiempo que murió el Infante; pero cuando lo estuvo, hallo que había en ella tres altares; es a saber, de San Vicente, de San Pedro y de Santo Tomás Apóstol. Así consta en un inventario general de esta iglesia hecho en 1399, que se conserva en el libro de Actas capitulares de ese año. Ahora no hay en ella más altar que el de San Pedro, aunque los que mudaron esto en el siglo XVI, dejaron para memoria de lo antiguo las estatuas de San Vicente y de Santo Tomás en el segundo cuerpo del altar. Tampoco existe la tomba, ni vestigio, ni memoria de ella. Pero siendo cierto que la hubo, y que existía, cuando se escribió el libro de aniversarios, también debe ser cierto que estaría dentro de la capilla, si el altar de San Vicente era uno de los laterales de ella. Y si era el principal que ocupase el centro, la tumba pudiera estar fuera en la misma nave. Y sea de uno o de otro modo, ¿quién sabe si se quitó o destruyó por alguna desgracia, cuando hacia el 1370 se empezó la construcción de la segunda bóveda trasversal de esta iglesia, que es la inmediata a la en que estaba aquel entierro? No parecerá esta sospecha infundada a quien sepa lo que es el ruido y bolina de andamios consiguiente a una fábrica de sillería tan elevada como la de esta catedral. Baste de esto. Ahora, para complemento de las claves de la historia civil de esta isla, quiero añadir una breve noticia de los Señores que ha tenido; con lo cual será más llana la inteligencia de algunas cosas que más adelante se dirán.

I. Don Jaime I de Aragón, que la conquistó, fue su primer Rey, dándola, como vimos, en feudo al Infante Don Pedro de Portugal. Este se intituló siempre Dominus Maioricarum, y lo fue hasta su muerte, como aparece de su testamento, y de los otros documentos que produje arriba.

II. Don Jaime II, hijo segundo de Don Jaime I, Rey de Aragón, el cual dividió todos sus estados entre los dos los hijos Don Pedro y Don Jaime, haciendo a este último Rey de Mallorca e islas adyacentes, Conde de Rosellón y Cerdaña y Señor de Mompeller. Tratan de esta división todos los historiadores, sobre la cual podía añadir algo de lo que he encontrado en mis viajes, si fuera de este lugar.

Pero sólo diré que fue la manzana de discordia que ocasionó muchos disgustos a entrambos Príncipes y sus sucesores; y que a pesar de lo glorioso que era para Mallorca tener un Rey propio, le fue motivo de muchas alteraciones y trabajos, que duraron por espacio de un siglo. Comenzó este Rey su gobierno en 1256, pocos meses después de la muerte del Infante Don Pedro. Enviole su padre a que tomase posesión con carta fecha en Valencia a 11 de agosto de ese año, dirigida a los prohombres y universidad de Mallorca, mandándole (falta la s final) prestar homenaje a Don Jaime, como a su Rey y Señor natural. Mas entonces sólo se intitulaba Rey de Mallorca y Señor de Mompeller. Con los cuales títulos, nueve días después de aquella fecha, hallándose aquí, en la iglesia de Santa Eulalia, en presencia del Obispo Raimundo y de otros personajes, confirmó todos los privilegios concedidos a Mallorca por su padre. A 11 del marzo siguiente (que todavía contaban el año 1256) hizo en la misma iglesia, y en manos del mismo Obispo, y en presencia de todo el pueblo, solemne juramento de cumplir y guardar las franquicias concedidas a esta universidad. Muerto su padre Don Jaime I de Aragón, renovó el mismo juramento día 12 de septiembre de 1276, intitulándose por la primera vez Conde de Rosellón y de Cerdaña, y expresando al fin de la escritura que todavía no había mandado abrir sello propio de su reino. Estas escrituras se hallan traducidas al lemosín en un códice ms. en el mismo siglo XIII, que posee en esta ciudad Don Antonio Ignacio Pueyo, de lo cual se hablará otro día. Allí mismo está la escritura, fecha en el convento de mi orden a los 12 días de la salida del mes de enero de 1278 (que es el 1279), por la cual reconoce dicho Rey haber recibido del de Aragón, y en feudo suyo, todo el reino de Mallorca, y los condados de Rosellón, Cerdaña, Conflent, Vallespir y Colliure, con los vizcondados de Omelades y Karlades y el señorío de Mompeller, exceptuando los feudos que tenía por el obispado de Magalona, obligándose por sí y sus sucesores a enviar a dicho Rey de Aragón procuradores de las villas y ciudades principales que le prestasen homenaje; y a no permitir que circule en el Rosellón, Cerdaña, etc., otra moneda mas que la Barcelonesa, reservándose el derecho de acuñar moneda propia en Mallorca e islas adyacentes. En consecuencia de esto, fueron elegidos a 10 de diciembre del año siguiente por procuradores de esta universidad para dicho objeto, G. Torroella y Jaime de Sentmarti, caballeros, Roberto de Belver, Bernardo Valenti, Francisco Desclerge, Francisco Burguet, Bernardo de Saragossa y A. Burges, como consta en el mismo códice. Lo demás que hubo en este reinado, y cómo se apoderó de las islas Don Alonso III de Aragón, y luego las devolvió a nuestro Rey, dícenlo a la larga los historiadores. Lo más notable de su gobierno es el establecimiento de moneda nueva, de lo cual se hablará otro día. Ahora, según lo que me he propuesto, basta saber que este Rey murió antes del julio de 1311, en que ya le había sucedido su hijo. Se enterró en medio de la capilla mayor de esta catedral, que él había comenzado, donde hoy permanece un sepulcro levantado de la tierra como una vara, y en él una arca con su cadáver entero.

III. Muerto este Rey le sucedió su hijo segundo Don Sancho, porque el primero, llamado Jaime, renunciado su derecho a la corona, se hizo fraile Francisco. Era ya Don Sancho Rey en el julio de 1311, como se ve en las Cartas reales que quedan aquí suyas. Murió en 1324, y se enterró en Perpiñán.

IV. Don Jaime III, hijo del anterior, en cuyo nombre gobernó, como su tutor, su tío Don Felipe, el cual era al mismo tiempo Tesorero de la iglesia de Tours. Hay de él muchas cartas en los registros del archivo real. La historia de la deposición y privación del reino de este Príncipe por la prepotencia de Don Pedro IV de Aragón, es harto conocida; aunque yo no dudo que un examen detenido de estos archivos proporcionaría saber muchas circunstancias, que ahora se ignoran, de un suceso tan ruidoso, así como se saben los nombres de las personas afectas al desgraciado Rey, y otras cosas tocantes a su gobierno, por el proceso de la visita que hizo en este reino el noble Felipe de Boil, enviado por el Rey de Aragón a estas islas en 1345. Consérvanlo los PP. Capuchinos de esta ciudad. No callaré la noticia de una carta original de este Príncipe escrita al Obispo de Urgel Pedro de Narbona, a quien llama su pariente; la cual sólo es notable por la fecha, que es esta: Datum in obsidione prope Insulam (en el Rosellón) ubi nostros tenemus inimicos obsessos, tricesima die septembris, anno Domini M.CCC.XL. tertio.

Arrojado del reino este Príncipe, y también de todos los condados que poseía, quedó reducido al señorío de Mompeller, el cual, sin cordura, vendió para juntar una armada con que pensó reconquistar estas islas. Esto es sabido, y también que murió aquí peleando. Mas algunas circunstancias notables de este suceso, ignoradas aún por los historiadores regnícolas, se saben originalmente por las cartas, o sea partes frecuentes que escribía al Rey Don Pedro, su Gobernador en esta isla Gilaberto de Centelles en lengua lemosina, los cuales se conservan en el registro de este archivo real, del año 1349 a 1353, de donde he copiado los de mayor interés, que van adjuntos (a). Omito aquí su extracto, porque sobre ser un trabajo duplicado, mejor que yo lo dirán los originales.

Con la muerte de este Príncipe, acaecida a fines de octubre de 1349 (b), se acabó el reino de Mallorca, cuya creación será siempre mirada como un yerro político, y un lunar que deslustra la brillante carrera del nunca bien alabado Don Jaime I de Aragón.

Nada más por hoy.

A Dios. Palma de Mallorca 4 de marzo de 1814.


(a) Ap. núm. XIV.

(b) Los documentos originales que aquí se presentan demuestran hasta la evidencia que esta es la época del último Rey de Mallorca. Con lo cual queda desmentida la especie que trae Blancas (Arag. rer. comm. ad ann. 1336) hablando de este Príncipe desgraciado: "Cuius, dice, tam acerbum casum longaeva ipsius vita acerbiorem reddidit. Diu enim vixit patriâ pulsus regno. Clarentius tamen deinde nominari voluit: hac tam peregrini nominis mutatione, se eum, qui antea erat, simulare studens.”

miércoles, 15 de febrero de 2023

Carta CXXXII. Murta, Montalegre, San Miguel del Fay, Tarrasa, San Cugat del Vallés, Valdebron

Carta CXXXII. 

Viaje a la Murta, Montalegre, San Miguel del Fay, Tarrasa, San Cugat del Vallés, Valdebron, etc, etc., y noticia de los Breviarios, Misales antiguos, códices raros, y otras preciosidades que hay en estos monasterios. = Varias inscripciones sepulcrales. = Catálogo de los Abades de San Cucufat. = Lápida romana, junto a la villa de Badalona, mal interpretada por el Arzobispo Marca … 

Mi querido hermano: Diré hoy de una expedición de once días que hemos hecho por los monasterios y lugares más insignes de esta diócesi. Salimos de aquí el día 21 del pasado mes de octubre, y pasando el río Besós vimos el lugar de San Adrián, donde estuvo el monasterio antiguo de canónigos reglares de San Agustín, en el cual abrazó este instituto el santo Obispo de Barcelona Olaguer. Hoy nada queda de su gloria antigua. Subiendo después una cuesta, ni áspera ni suave, llegamos al monasterio de PP. Gerónimos llamado de la Murta, cuya fundación podrás ver en el P. Sigüenza. Llevábanos allá principalmente la golosina de ver los preciosos manuscritos que según noticias se guardaban en esta casa. Poco tardamos en saber que una buena porción de ellos paran hoy día en la biblioteca del Marqués de la Romana en Valencia, reputada por una de las mejores de la nación. Fácil es de entender cuán a mal hubiera llevado la facilidad de aquellos padres el presbítero Don Jaime Ramón Vila, que con gran trabajo había recogido aquellos códices, y con no menor afición los depositó en esta casa, creyendo dejarlos a cubierto de los tiros de la codicia y de la ignorancia. Fue este un bienhechor insigne del monasterio, donde pasó los últimos años de su vida, y al fin se enterró en su iglesia. Las reliquias que quedan de aquel despojo son de poca consideración. Lo mejor es una colección de Breviarios impresos de Elna, Vique, Barcelona, y varias órdenes religiosas, todos anteriores a la reforma: un Misal romano en Venecia 1482: Horas de nuestra Señora en Zaragoza por Jorge Cozi (Coci), 1542 con un Psalterio Mariano en Burgos 1511 y un Breviario en lengua abisina. Hay también una Biblia manuscrita en vitela con grande esmero. Lo último que de ella se escribió es el libro de los Macabeos, cuyo epígrafe final dice así: Explicit liber Machabeorum secundus. Scripsit Nicolaus Berti de Gentiluciis de Sancto Geminiano, civis Florentinus, pater Amantii et Francisci, complevitque die sabbati decima nona mai M.CCCC.LIII. post completum et scriptum testamentum novum ad laudem et gloriam Omnipotentis Dei qui ex sua superhabundanti gratia donavit mihi velle et perficere. En este género es muy curioso un Devocionario en vitela, lleno de primorosas miniaturas, y que nada más contiene digno de memoria. Item un manuscrito, Sermo quem coram Domino Papa et Cardinalibus Avinione in capella Domini Papae explicavit venerabilis Fr. Bernardus Oliverii, magister in theologia de ordine heremitarum S. Augustini sub anno Domini M.CCC.XXX quarto, die dominicae Pasionis. = Principio. = Morior fratres propter gloriam vestram (I. Cor. XV.) = B. Bernardus in quodam sermone hodierni sanctissimi misterii volens ostendere Passionis Christi memoriam fore nobis utilem et necessariam, dicit sic: Quid tam efficax ad curam, etc. Guárdase también un Santoral lemosín que puede ser un extracto del de Vorágine, y no creo que sirva sino para el artículo Anónimos de la Biblioteca catalana. Del mismo que dio todos estos y otros libros, hay una obra no concluida que muestra su laboriosidad, y es un Nobiliario o colección heráldica repartido en cuatro grandes volúmenes de folio, en los cuales pinta distribuidos por clases lodos los escudos de armas de las iglesias catedrales, monasterios, abadías de canónigos regulares, Reyes, ciudades, familias principalmente de Cataluña con algunas noticias históricas en muchos de estos artículos. Del mismo hay copias de varios diplomas, Cronicones, Necrologios y otras cosillas para la historia.

Vi allí mismo algunas buenas ediciones del siglo XV, la cosmografía de Ptolomeo ab Hermano Levilapide, Coloniensi Vicentiae impresa M.CCCC.LXXV. idibus septembris. Item Expositio canonis missae, impresa por Frederico Creusner, sin nota de año ni lugar; pero de los principios de la tipografía. Poco más hallé digno de memoria, sino es un crucifijo de buena escultura en la iglesia. La fábrica de todo el monasterio es de tiempo de la fundación en el sido XV. Entre los árboles que se crían en el luneto del claustro, me hicieron observar dos naranjos cuyo fruto tiene los dos sexos perfectamente distinguidos: semejante rareza dicen que se cría en un lugar de la costa próxima del mar. Despedímonos de los padres que nos trataron con mucho amor y con muestras sinceras de no tener más curiosidades que presentar. 

Poco más de una hora hay de aquí al monasterio de PP. Cartujos de Montealegre, la cual anduvimos a pie por terreno quebrado, pero bien plantado y cultivado con esmero. Hallamos a los padres en su deporte, con cuya conversación nos recreamos; tras ello fuimos bien recibidos, como era de esperar, y admitidos a ver todo lo más curioso del monasterio. Hay en él bastantes cuadros buenos repartidos entre la iglesia y capillas particulares de los claustros. Los más singulares son los ocho que hay en el sagrario, obra de Juncosa el Cartujo, y los que se han colocado en la capilla de San Bruno, pintados por Viladomat. La estatua de dicho Santo es buena, obra de Damián Campeny, pensionado en Roma por el consulado de Barcelona. Algunas pinturas regulares hay ya colocadas y otras dispone un religioso de esta casa llamado Fr. Cayetano Tegel, joven todavía. En la biblioteca común, que está en la celda prioral según costumbre, hay una Biblia manuscrita del siglo XIII en vitela en un tomito en 8.° trabajada con grande igualdad de pluma. Vi allí la rara obra del Fortalicium fidei en dos ediciones, la una de Nuremberga por Antonio Koberger en 1485, y la otra desconocida, aunque algo más moderna. Examinando la historia de esta casa en el archivo, topé con el documento original que ya publicó Baluzio en la Marca Hispan., tocante a la existencia de dos monasterios de Benedictinos en el siglo X. Uno en el lugar de S. Pol de Maresme (S. Pablo de la marina) en la diócesi de Gerona, y otro llamado de S. Félix en el lugar de Jetfales o Gecsales, en el mismo condado de Gerona, el cual sospecho que sea S. Feliu de Guixols. Ambas casas mandó el Rey Lotario, año XVI de su reinado (968), que fuesen gobernadas por el Abad Suniario durante su vida, y que muerto él cada casa tuviese su propio Abad. Este Suniario dice que había venido ex partibus Gothici regni. Esto es lo que consta del documento citado. El que decimos de S. Pol fue unido e incorporado por 

Don Ramón Berenguer I, Conde de Barcelona y su mujer Almodis ad ecclesias S. Mariae et S. Honorati, y a Adalberto su Abad, esto es, al monasterio de Lerin en Francia en el año 1068 IIII nonas januarii regnante Philippo Rege anno IIII. Debió ser la causa de esta incorporación la relajación de la observancia, la cual tampoco pudieron contener los de Lerin, ni impedir que se acabase aquella abadía, puesto que ya en 1265 compró para sí el castillo de S. Pol Don Guillermo de Mongri, y en 1269 fundó allí mismo una Cartuja con doce monjes. Era este fundador aquel famoso Arzobispo electo de Tarragona, de quien hablaré en el Archiepiscopologio de aquella iglesia, el conquistador de las islas de Iviza y Formentera, el cual renunciada aquella dignidad hacia el 1238, se retiró a su dignidad de Sacrista en Gerona. He visto aquí dos testamentos suyos, uno del 1248, y otro del 1263; en ambos se ve que era hermano del noble y famoso Bernardo de Santa Eugenia. Perseveró esta fundación hasta principios del siglo XV en que con autoridad del Papa Eugenio IV fue trasladada al sitio actual, incorporándola con la que pocos años antes se había trasladado al mismo lugar desde la villa de Terrasa, donde la había fundado Doña Blanca de Centelles, con el título de San Jaime de Val de Paradis en el año 1344. Formada de las dos una sola Cartuja, tomó el nombre de Montealegre, y se hizo la fábrica que hoy dura en todas sus partes, de gusto elegante para lo de aquel tiempo. Por la antigüedad de la de San Pablo es tenida esta Cartuja por la segunda de España. El cuerpo de dicha Doña Blanca está enterrado en la iglesia. En vano he buscado en ella el del canónigo José Gerónimo Besora, de quien dije en la carta CXXVIII, porque ni en la iglesia, ni en otra parte hay memoria de su sepultura, ni menos aparece el letrero que él mandó en su testamento se grabase en ella.

Con el mismo nombre de Montealegre eran conocidas las monjas que vivieron en la cresta de este monte, donde ahora está la conreería del monasterio. Comenzaron a congregarse aquellas señoras sin regla ni instituto conocido hacia los principios del siglo XIII, y poco después en 1256 el Obispo de Barcelona Don Arnaldo de Gurb las dio la regla de San Agustín, y cedió juntamente la próxima iglesia de San Fausto de Cabanes (hoy San Fost) con todas sus rentas. Admitió todo esto su primera Priora llamada Guillerma con doce monjas más. Así vivieron hasta el 1362, en que bien considerado lo expuestas que estaban en aquella soledad y más en tiempo de guerra, fueron trasladadas a Barcelona y colocadas donde ahora es el hospicio público o casa de caridad. Del lugar que dejaron las religiosas tomó posesión el Prior del monasterio de Santa Eulalia del Campo, al cual debieron estar sujetas, siendo como eran ambas comunidades de un mismo instituto y regladas por el mismo Obispo Don Arnaldo. Así vivieron aquellas canongesas hasta que Clemente VIII a 22 de septiembre de 1593 suprimió su monasterio con bula particular y aplicó la casa y rentas a la erección del Seminario Tridentino, la cual verificó el Obispo Don Juan Dimas Loris en 1598. El seminario se trasladó después a la casa de los PP. Jesuitas.

Saliendo de Montealegre tomamos la derrota del norte hacia la villa de Granullers y santuario de nuestra Señora de Bellulla, proprio del convento de PP. Dominicos de Barcelona. Hay por toda esta tierra muchos de estos santuarios en despoblado, objetos de piedad para la gente sencilla y de diversión para los que no lo son. El deseo de llegar cuanto antes al famoso eremitorio de San Miguel del Fay, de que hablaré después, me hizo olvidar el que tenía de ver con mis ojos una inscripción gótica del siglo X, que se halla en una ermita de nuestra Señora intitulada del Camí en la heredad de casa de Torres, parroquia de San Esteban de la Garriga, no lejos de Granullers. Por fortuna he conservado un dibujo exacto de la piedra con todas sus roturas y cifras, el cual me regaló un monje de nuestra Señora de Monserrate. Su lectura, reducida a nuestra letra común, dice así: Hic requiescit bonae memoriae Chixiloni (o Chixloni) Deo dicata, filia Wifredi Comitis. Dimittat ei Deus. Amen. Quae obiit VIII kals. martii, era D.CCCC.LXXXIII. anni Domini D.CCCC.XLV. anno VIIII, regnante Leodovico Rege. 

San Miguel, Fay, Dezfay, Desfay, Fai, Fall

Finalmente llegamos al deseado S. Miguel del Fay o Desfay, sitio frecuentado por todos los viajeros y aficionados a observar las raras perspectivas que suele ofrecer la naturaleza, del cual es extraño no hallar mención en nuestros viajeros. Hállase esta iglesia en el confín de las diócesis de Barcelona y de Vique, y es de patronato del Arcediano mayor de Gerona. Más de media hora antes de llegar a ella se ha de caminar por un estrecho barranco, y luego hay que subir otro tanto por una de sus vertientes, que son rápidas y peligrosas. Toda aquella hondura tan estrecha queda cerrada con montañas altas, pero quebradas y rotas con tal artificio que no hay palabras que lo puedan expresar. De lo alto del monte y haciendo frente al barranco y en el último ángulo de él, se despeña un río llamado Rosignol (rossinyol: ruiseñor), que trae bastante agua, y en las avenidas mucha, que es cuando lo vimos. Con tres saltos cada uno de cincuenta a sesenta varas baja a formar el arroyo profundo que llaman de Santa Eulalia. En la vertiente lateral y en distancia de doscientas varas del dicho río, se despeña de igual altura el llamado Tenas, sino que este sólo forma un salto y en lo demás dos cascadas, cuya hermosura sólo es para vista. Las aguas de este río forman varias petrificaciones e incrustaciones. No es ponderable lo sorprendente que es esta situación así por el estrépito de las aguas, como por los iris continuos que forma el sol, por la vista lejana de prados y villas, y por la inmediata del cultivo de las dichas laderas, que no parecen sino un anfiteatro. No es menos admirable la situación de la iglesia de San Miguel, colocada toda entera debajo de una roca, que es su techo, sobre la cual pasa el dicho arroyo Rosignol, despeñándose en su primer salto delante de la puerta de la iglesia, y a distancia de ella cinco o seis varas solamente. Todo el monte está lleno de cascadas y fuentes; y lo dejo aquí, porque ni ya podría decir lo que ello es, y sé por otra parte que los señores del viaje pintoresco han trabajado aquí cuatro o seis días para dar buenas perspectivas de esta situación.

¿Quién había de creer que en estas roturas casi inaccesibles se hallase algo para el Viaje literario? Pues no hay más. La iglesia conserva en su portadita humilde el carácter del siglo XI. Aquí mismo hay copias auténticas de varios documentos que acreditan la existencia de esta cueva desde el siglo X; entre ellas es la donación que el Conde de Barcelona Raimundo Borrell con su mujer Ermesinda hicieron a Gombaldo de la cueva de San Miguel III idus junii, anno I qui cepit regnare Ratbertus Rex, filio Ugoni Regi, qui pridem fuit Dux, que corresponde al año 997. Esta escritura publicó Martene (Vet. Script. tom. I, col. 353). Dicho Gombaldo hizo después cesión de esta cueva con todas sus pertenencias al monasterio de San Víctor de Marsella y a su Abad Isarno para que instituyesen allí un monasterio. Fue esto en los idus de octubre, año XII del Rey Enrique y de Cristo 1043. (V. Mart. loc. laud. col. 406). En esta escritura se apellida Gombaldo de Castro Bisaure, y su mujer ya difunta Guisla, con una hija del mismo nombre, que también suscribe. Por este mismo tiempo, es a saber, a 26 de abril del año XIII del mismo Rey Enrique, el Conde Ramón Berenguer I con su mujer Isabel, vendieron a dicho Gombaldo, a quien apellidan Ermemiro, el alodio S. Michaelis de Fallio por precio de quinientos sueldos valentes decem uncias auri. Cuatro antes, en 1039, suena ya aquí monasterio, a quien se vendieron unas viñas. Debieron ser estos sus principios, pero estaba ya formado en 1045, cuando el Obispo Guislaberto de Barcelona le cedió los diezmos de la parroquia inmediata de S. Vicente de Riells en prenda de las diez onzas auri boni de Ispania per XV uncias auri legitime pensatas, que le prestó el monasterio para los gastos de la fábrica de la catedral de Barcelona (Id. ibid. col. 409). En 1113 IX. kal. april., anno V regni Regis Ludovici, vendió Ermengardis a Pedro Homine, Prioris S. Michaelis Fallensis, et alii congregationi fratres, el alodio de San Vicente de Riells. No sé hasta qué tiempo duró este monasterio, del cual acaso serán vestigios los que permanecen pegados a una roca desgajada. Al mismo debe pertenecer una inscripción que hay en una capillita al pie de la iglesia que dice: Hic jacet frater Andreas de Arbicu Monecus vius domus: rogo vos oretis pro eo. Curiosa es también la inscripción en mármol que suponen hallada en 1790, y ahora está colocada en una pilastra de dicha iglesia y dice así:

Hic Wielme, jaces, Paris alter, et alter Achilles:

Non impar spetie, non probitate minor.

Te tua nobilitas, probitas tua, gloria, forma

Invidiosa tuos sustulit ante dies.

Ergo decus (decet) tumulo pia solvere vota sepulto,

O juvenes, quorum gloria, lausque fui.

También anda suelta por la iglesia una ara de mármol consagrada con las firmas varias y sin orden de todos los clérigos que residían en ella, según la costumbre de los tiempos antiguos. Los pocos nombres que he podido leer son los siguientes: Johannes, Galindus, Recasindus, Armemirus, Daniel, Levita, Bellom … praesbiter, Servo Dei, clericus, Sendredus, levita, Ferriolus, Arremirus, praesbiter, y Brunsus, sacerdos. Está muy maltratado este monumento y lleno de rayas y letreros modernos, cosa que me lastimó mucho y obligó a rogar al capellán que allí vive, Don José Pujola, que la ocultase a los ignorantes y la pusiese a cubierto de sus majaderías. El mismo me dejó ver las pocas alhajas y reliquias que aquí se guardan, y son: una patena con algunos esmaltes y fondo en el centro caída en la orilla: una cruz alta con las figuras de Cristo y Evangelistas, representados estos al otro lado con los animales proféticos a que acompañan los letreros respectivos góticos, los cuales con las figuras que son pésimas y horribles, denotan bastante antigüedad: hay también dentro de una cajita unos pañitos que creen ser reliquias de nuestro Redentor Jesucristo, y lo que deben creer es que son los lienzos donde se envolvieron las reliquias que se colocaron debajo de la ara mayor. Acaso estos lienzos sirvieron para envolver las formas consagradas que también solían depositarse en las aras, como en Barcelona en el altar de San Marcos de la cofradía de los zapateros. Todo dentro de un cofrecito de madera con esmaltes antiguos, de quien se tiene esta tradición. Esto es lo que hallé digno de memoria en S. Miguel Desfay, cuyo nombre no se deriva de Haya (faig; fagus), como parecerá a alguno, sino que es de origen extranjero, común a otros terrenos y no peculiar de esta situación extraña ni de caídas de ríos. (V. Ducange, V. Fallium). (N. E. Ver alemán Wasserfall, Waterfall inglés, )

Con temor de que nos cogiese la noche en aquel sitio, y de no poder dormir con el horrísono estruendo de las aguas, nos bajamos a Caldes de Mombuy, donde en muy mala posada descansamos de la fatiga del día. Es este lugar muy conocido ya desde el tiempo de los Romanos por sus aguas tan calientes que casi igualan a las de fuego artificial. Es muy de ver una fuente que hay en la plaza que exhala de sí tal copia de vapores y humo tan espeso, como pudiera de una caldera de agua hirviendo. No quise detenerme a ver una imagen de Cristo que aquí se venera, a la cual la piedad atribuye tales circunstancias históricas que no son para escritas, por no exponerlo todo a la burla de los incrédulos. A otro día pasamos a la famosa villa de Terrasa, donde hospedados caritativamente de los Padres de la orden de S. Francisco, registramos con comodidad las antiguallas de la Egara antigua y otras de tiempos posteriores. El sitio de aquel pueblo y silla antigua es sin duda el que ahora ocupan las tres respetables iglesias de San Pedro, San Miguel, y Santa María. La más antigua, que es la de San Pedro, conserva algunos rastros de obra romana; tal es toda la pared exterior del presbiterio con algunos trozos de mosaico en el pavimento detrás del altar mayor. En este se halla colocada una ara grande de mármol consagrada con suscripciones al modo de la que dije en San Miguel del Fay, que puede pertenecer a los siglos X o XI y acaso sería del tiempo de la restauración de la iglesia, que será de por entonces, según indica la fábrica de toda la nave principal. Allí vi también un baño o más bien sepulcro de mármol bien conservado, donde está custodiada la fuente bautismal.

No parece inferior en la antigüedad una iglesia pequeña llamada de San Miguel, próxima a la antecedente, la cual es cuadrada, y tiene por lado diez y siete pasos regulares. En el medio tiene una claraboya o linterna  sostenida por ocho columnas puestas en cuadro que forman un luneto de siete pasos por lado: las cuatro columnas de los ángulos son de pórfido, dos de las intermedias de alabastro, y las dos restantes de jaspe. No corresponden a estas columnas los capiteles, que son más modernos, y del gusto gótico del siglo X u XI, en que debió restaurarse este edificio, que en su figura no desmiente la fama común y tradición de haber servido de baptisterio. Por algunas roturas del pavimento se descubre una cavidad subterránea que dicen ser otra iglesia como la de arriba, en la cual es muy peligroso el bajar y el permanecer en ella, y así tuve que reprimir los deseos de verla; pudo ser el baptisterio de mujeres. Tres altares hay en esta iglesia viejos; pero no tanto que lleguen al siglo XII. Uno de ellos representa en varios cuadritos la traslación de las reliquias de San Abdón y Senén. La tercera iglesia inmediata a la dichas tiene por titular a Santa María, y en el último cuerpo del altar mayor a San Rufo: fue reparada a principios del siglo XII, a lo menos consagrada entonces, es a saber, a 5 de enero de 1112 por Raimundo, Obispo de Barcelona.

En el documento que envío (a: Ap. núm. I.) se dice que estaba situada juxta ecclesiam parrochialem S. Petri in loco eodem ubi antiquitus Egarensis Sedes erat constructa. Por donde parece que en aquel tiempo se creía que este lugar, y no el que ocupa la iglesia de San Pedro, fue el de la antigua catedral. Colocáronse entonces en el ara algunas reliquias de los Mártires de Zaragoza, y de los Santos Mártires Severo, Julián y Valentín. Púsose con ellas este rótulo en pergamino: Hic requiescunt venerandae reliquiae SS. MM. Caesaraugustanorum, et Beatissimorum MM. Juliani, Valentini atque Severi, sepultae per manus vener. Raimundi Barchin. Episcopi kalendis januarii anno Dom. Incarnat. M.C.XII. insistentibus ecclesiasticis jam dictae Sedis, Rodlandus Abbas S. Cucuphatis, et Petrus Sacrista, Berengarius Capiscoli, Petrus Eliardi Archidiaconi Sedis Urgellensis, Petrus Ermengaudi, Guillermus Giberti, Berengarius Guadalli et Geraldus Tuita, y otros que se hallan firmados en el documento citado. Hallose este rótulo en 1611, a 24 de septiembre, con ocasión de renovar el altar mayor, que era muy viejo. He visto la acta fehaciente de todo, y de ella son las cláusulas copiadas. Quedan algunos vestigios de los claustros donde moraron los canónigos reglares de San Agustín, bajo la disciplina de San Rufo de Aviñón, a quien permanecían todavía sujetos en tiempo de Inocencio VIII, el cual, en 1488, confirmando a aquel monasterio francés todas sus posesiones e iglesias, cuenta entre ellas ecclesiam Sanctae Mariae de Terracia, cum ecclesiis S. Petri, S. Michaelis, S. Fructuosi, S. Juliani et Sancte Eulaliae: las tres primeras son las que he dicho, las otras tres son de los lugares vecinos.  

Otra iglesia dicha de San Martín, en el lugar llamado Sorbed, sujeta a San Pedro de Terrasa, suena consagrada por el Obispo de Barcelona Fulco en el año 1096, cuyo documento va copiado (a: Ap. núm. II.). Dichos canónigos fueron extinguidos, como los demás, por Clemente VIII. En la misma iglesia de Santa María se guardan dos inscripciones romanas, que ya copiaron y publicaron Marca, Finestres, Pons y otros. Entre las campanas de San Pedro hay una con este letrero: Aquesta stuela (squela) (esquella) a nom Riguolfa. Nada más de Terrasa, y aun esto tú lo cotejarás con lo que escribió el P. Mtro. Risco en el tomo XLII de la España Sagrada, que no me ha sido posible hallar por acá.

De allí pasamos al célebre monasterio de San Cucufat del Vallés, propio de los PP. Benedictinos claustrales de la congregación Tarraconense. Está situado en el mismo lugar donde el Emperador Augusto, en su venida a España, edificó una casa de campo, o digamos un sitio real de buena proporción para la caza, el cual se llamó de su nombre Castrum Octavianum, cuyas ruinas y vestigios oculta del todo el edificio del monasterio. Lo único acaso que queda aquí de los Romanos, y eso del tiempo bajo, es un sepulcro que hoy sirve de pilón a una fuente en la entrada del primer patio. No tiene más adorno que una figura de relieve en un óvalo del centro, y en los dos extremos unas pilastritas corintias, y lo demás estrías espirales. En vano he buscado la inscripción romana que han publicado varios eruditos como hallada aquí. Existe también en una torre del palacio del señor Abad una estancia de ocho pasos de largo y poco menos de ancho, con bóveda que arranca del pavimento, y en la llave de ella un agujero cuadrado como para bajar los presos, que sin duda era cárcel, como conjeturamos y es fácil de entender, porque la puerta que hoy tiene es moderna. Es constante que el monasterio se fundó aquí particularmente para conservar la memoria de los martirios de San Cucufat y sus discípulos Santa Juliana y Semproniana, San Severo, Obispo de Barcelona y otros. No hay memoria de su existencia hasta un privilegio del Rey Lotario, el cual confirma todos los concedidos por Luis, su padre, y por Carlo Magno a dicho monasterio, destruido por los Paganos. Fue así que los Moros, en una invasión que hicieron el año 986, mataron al Abad Juan y algunos de sus monjes, destruyeron la casa, quemando todos sus libros y documentos. Daños que repitieron varias veces con ocasión de batir la próxima ciudad de Barcelona. El sucesor Odón u Oto acudió a Lotario el año siguiente, y logró dicha confirmación, la cual fue roborada luego por los Papas Silvestre II y Juan XVIII. El Rey se explica en estos términos: Concedimus praedicto coenobio omnes res quas per praecepta nostrorum praedecessorum, scilicet, Karoli Magni, seu Ledovici, genitoris nostri, vel per scripturas aliorum Christi fidelium combustas per infestationem Paganorum...  

Así es que no atribuyéndose aquí la fundación del monasterio a Carlo Magno, ni sabiéndose su origen, el P. Flórez se inclina a que ya existía en tiempo de los Godos. Lo regular es tenerle por fundación de Carlo Magno, hacia el año 783, y hecha con motivo de la venida de este Príncipe a dicho lugar, como conjetura el cronista Pujades en la parte II de la Historia de Cataluña, que todavía no anda impresa, y cuyo original dicen que se trasladó a la biblioteca real de París en 1650. Diago (Historia de los Condes de Barcelona, lib. I, cap. 10) dice que Carlos el Calvo restauró esta casa hacia el año 870. Lo cierto es que de estos dos siglos VIII y IX no se sabe con certidumbre la suerte de este monasterio ni los hechos de sus Abades; aunque de uno y otro se puede hablar por conjeturas bien fundadas: pero es indubitable que existía en ese tiempo, según el testimonio del documento citado, por el cual se empieza a saber auténticamente la historia del monasterio. Y así, como se debe su restauración y extensión de privilegios al Abad Otón, así también se le atribuye comúnmente la fábrica actual de la iglesia, que es de tres naves con crucero. Es cierto que la parte superior de ella, incluso el crucero, no desdice del siglo XI, mas lo restante es posterior, y su portada es del siglo XIV. Sólo hay capillas colaterales a una parte, y aun esto es sin duda obra posterior. En el día se halla renovada, principalmente el presbiterio, por el actual señor Abad. El altar mayor es de madera, gótico, de tres cuerpos, de fines del siglo XIV, sin otra imagen que la de San Cucufat en el nicho principal. En las paredes colaterales había antes unos cuadros con la historia del Santo Mártir, que hoy están en el archivo: hallo en una nota que los pintó un maestro Alfonso en 1473 por precio de 900 florines. La mesa del altar mayor es de una pieza de piedra común de 20 palmos de longitud y 12 de latitud, y casi dos de espesor. Parece piedra de Monjui. Está corriente el uso de la cortina negra, que se eleva durante la elevación de la hostia y cáliz. Había en el presbiterio antes de su renovación dos piedras sepulcrales que ahora no se han podido hallar. Pertenecían a la iglesia antigua, y eran entierros de principios del siglo IX: publicolas Don Benito de Moxó, monje de esta casa, y hoy Arzobispo de Charcas, en las Memorias históricas de San Cucufate del Vallés, que publicó en 1790. En la sacristía se guardan las reliquias de San Emeterio, a quien llaman S. Medi, que padeció con San Severo, Obispo de Barcelona, parte del cuerpo de este Santo Obispo, el de San Cándido, Santa Fides, Santa Juliana y Santa Semproniana; las del titular San Cucufate están en una arca de plata, adornada con relieves góticos que expresan su martirio. En el sagrario se conserva incorrupta una santa hostia de forma orbicular y una pulgada de diámetro, en cuyo centro se lee XPS.: es sin disputa de pan ázimo. 

La tradición es que en el año 993, entrando por acá los Sarracenos, y habiendo destruido todo el poder del Conde de Barcelona, y muerto al mismo en la llanura llamada de Matabous, el Abad Otón, huyendo precipitadamente de su furor, escondió esta santa forma envuelta en unos corporales, los cuales en volviendo, pasada la revolución, halló ensangrentados. Estos lienzos se conservan separadamente en un relicario, y se ven rastros de sangre: un letrerito puesto allí dice: 

Haec linteamina sunt sancta corporalia vetera, et in medio est Corpus Domini involutum in capsa lignea. En 1409, a 6 de abril, visitó formalmente la santa hostia el Abad Don Berenguer de Rejadell, y la rompió en dos iguales partes, como hoy se ve, hallando incorruptas las especies sacramentales. Allí mismo hay una cajita hexágona con relieves curiosos y varias figuras de marfil, que contiene porción de algunas reliquias menores. En la sacristía vi varias alhajas y vasos de alguna antigüedad; pero nada llega a la de una copa o cáliz que llaman de Carlo Magno, y aunque no lo fuese es muy antigua. Tiene un palmo de elevación en todo: el cráter cónico tiene ocho dedos de diámetro y la mitad de profundidad: acompaña una patena con escudo de esmalte en el centro, que representa una mano en ademán de bendecir que extiende sus dedos, sobre una cruz. Igual escudo se ve en las llaves de algunas bóvedas de la iglesia. Entre los altares de ella merecen atención el cuadro de San Bartolomé en la capilla de la comunión, y una nuestra Señora, de escuela Veneciana si no me engaño. Hay algunos sepulcros de Abades allí mismo, cuyas inscripciones copiaré en su catálogo.

El claustro pegado a la iglesia contenta al espectador con su graciosa distribución de columnas. Tiene quince arcos, pequeños por lado, sostenidos cada uno de dos columnitas de piedra jaspe de Gerona, las cuales, con las de las pilastras, son en todo ciento cuarenta y cinco, ni más ni menos. Pons contó unas cuatrocientas. Son de cuatro palmos y medio catalanes con poca diferencia: el gusto en los capiteles es caprichoso y sin uniformidad ni consonancia, pero todos del modo corintio. Tiénese por obra comenzada por el Abad Guitardo, que lo era ya en el año 1013: vendió para este efecto algunos alodios del monasterio al Conde Don Ramón de Barcelona, con acuerdo de los Obispos Deodato de Barcelona, Pedro de Gerona, Borrell de Vique y Armengol de Urgel. El citado señor Moxó publicó esta escritura, que he visto en el Cartoral. Dice el Abad que los vendía ut ex eorum praetio edificassent ipsa claustra quod habebant inchoata. El escultor que trabajó en esta obra se llamaba Arnaldo Gatell o Catell, según consta de la inscripción que queda en uno de los ángulos del claustro, que ni Pons, ni Moxó copiaron bien. Dice así: 

Haec est Arnalli

Sculptoris forma Gatelli 

Qui claustram tale

Construxit perpetuale.

Estos dos hexámetros mal limados y con rima, suponen que estaba próxima la imagen o busto de este artista y lo será sin duda la figura de relieve en un capitel inmediato a ella que representa a un cantero trabajando un capitel. Hállase ya sin cabeza. En el aula capitular hay un cuadro bueno de San Benito. Allá va otra copia de una inscripción sepulcral que no merece quedar oculta, siquiera por ser de un escritor. Hállase en la parte exterior de la pared colateral de la iglesia, y dice:

Haec quem tumba tenet Christus super astra serenet.

Tarrega natalis fuit; ordo sibi monachalis. 

Hunc divina bonis ditavit gratia donis

Lege sacra plenus, verbis, ac voce serenus

Fecit claustrales sermones et sinodales, 

Carmina, tractatus, ritmos, prosas modulatus.

Est liber hic testis praebens solatia mestis. 

Vixit mente pia, vera praestante sophia. 

Est Petrus dictus Ferrerus, sit benedictus.

Ipsius est obitus julii bis quatuor idus, 

Anno Incarnationis Domini M.CC.XXXI. (1231)

No se sabe qué libro es el que indica el verso séptimo, si no lo es una Consueta de este monasterio escrita por él, en que abrazó todas las costumbres de la casa, así en la parte ritual como en la económica: libro excelente para la historia de los ritos monásticos de España, en los años 1221, que es cuando lo concluyó. La biblioteca contiene algunos libros de buenas ediciones, tales como las Filípicas de Cicerón, de Venecia 1474: el Salustio de 1475, y otros extranjeros. De libros manuscritos hay una porción decente, de los cuales apuntaré los siguientes: un vol. fol. vit. del siglo XI que contiene los Profetas y los libros de los Macabeos: otros dos códices de los cuatro Evangelistas sin capítulos y con glosas marginales. Varios códices rituales y litúrgicos desde el siglo XI, hasta el XV: el Martirologio de Adón, escrito en el siglo XI, o por ahí: colección de las Decretales de Gregorio IX hecha por San Raimundo de Peñafort, y escrita a fines del siglo XIII. Otro volum: fol. de los Decretos, con varias glosas, y al fin dice: Explicit textus Decreti die veneris post Laetare Jerusalem anno Domini M.CCC.XLIII. Las homilías de San Agustín in Johannem, códice del siglo XII: del mismo tiempo es un vol. fol. vit. que contiene Liber B. Augustini de materia virtutum et de conflictu vitiorum atque virtutum. = Exceptiones moralium B. Gregorii in lib. Job. = Epístolas varias de San Gerónimo, con otras obritas menores. De Fr. Francisco Eximenis hay el Regiment de Princeps. Item Fr. Egidii Romani de regimine Principum, escrito en papel en 1433, por Fr. Pedro Erbolet, monje de Santas Cruces, por mandado de su Abad Fr. Juan Piñana. De un anónimo provenzal es un vol. intitulado. Les leys damor: que es un tratado de rimar en la ciencia gaya con muestras de buen gusto (en la web biblioteca episcopal bcn org pone mal gusto). Un tratado de Doctrina cristiana en lemosín escrito en el siglo XIV. Al fin dice: aquest libre feu I frare dels Preycadors a raquesta del Rey Felip de Fransa, en lany de la Incarnacio de nostre Senyor M.CC.LXXIX. (1279) Del Agustiniano Fr. Bernardo Oliver, un tratado Contra perfidiam Judeorum. Principio. Ambulabunt ut caeci quia Domino peccaverunt. Manipulus curatorum, dedicado por Guidon de Monte Rocherii a Don Raimundo Gastón, Obispo de Valencia, con fecha de Teruel 1339. De Fr. Antonio de Canals, versión catalana de la epístola de San Bernardo a su hermana, dirigida a Don Galcerán de Senmanat. Diadema monachorum, obra de un Abad Smaragdo (: Esmeraldo), manuscrito del siglo XII. Del Albertano Brixiense hay las obritas que cité en las bibliotecas de Barcelona; un Lactancio muy parecido al que tú posees, y ahora veo que ambos son del siglo XIV lo más, y de mano extranjera. Omito otras cosas que aun estas hubiera dejado de apuntar, si hubiera advertido que el citado señor Moxó publica al fin de su obrita un catálogo de estos manuscritos, tomado del que trabajó el canónigo Caresmar. Ya no queda que hacer sino poner el catálogo de los señores Abades de. este monasterio, que como de casa tan principal hacen papel en la historia. Lo he tomado de los que he hallado formados aquí por varios monjes, y en diferentes tiempos y he cotejado y arreglado sus épocas con los documentos de este archivo, copiados todos en un Cartoral curioso.

Catálogo de los M. Illtres. Sres. Abades del imperial monasterio de San Cucufat del Vallés.

Existencia.

Donum Dei o A Deo dato 785. 

Aurebaldo, o Adrebaldo 820. 

Seniofredo 836. 

Donadeo 850.

Odegario 866. 

Odilon 874. 

Ostofredo 878.

La existencia de este Abad en este año consta del lib. L. Antiq. fol. 2. de la catedral de Barcelona, donde hay un privilegio en que el Rey de Francia Luis concedió al Obispo Frodoino de Barcelona domum S. Cucuphatis et S. Foelicis ad locum Octavianum.

Adeodato 895.

En el Cartoral fol. 215, se halla un instrumento de este año en que el Obispo de Barcelona Teodorico, dio las iglesias de Santa Cruz en el valle del castillo de Cervellón a Donum Dei, Abad de San Cucufat, II idus aprilis anno VII. regnante Carolo post Odonem.

Guidisclo, o Guidisselo 920.

Borrello ...

Bonus homo 960. 

Guilimundo 966.

Teuderico, o Landerico. 967. 

Ponce 970.

Juan 974.

Este es el degollado con todos sus súbditos por los Sarracenos en la cruel invasión del año 986.

Odo, o Othon 986.

Este es el restaurador de esta casa, como ya se dijo: Obispo de Gerona después del año 998, en que la bula del Papa Silvestre a favor del monasterio sólo le llama Abad, aunque en el Cartoral hay escritura del año VIII de Hugo Capeto (994), en que ya le llama Episcopus, et nutu Dei Abbas S. Cucufatis. Retuvo la abadía con el obispado, y murió después en la batalla que los Cristianos dieron a los Moros cerca de Córdoba, en 1010. Trájose acá su cuerpo, y tiene su entierro en una de las paredes colaterales de la iglesia, y al lado se halla el elogio largo que ya publicó el señor Moxó.

Guitardo 1011. 

Andrés Sendredo 1053. 

Guillermo de Cervelló     1060. 

Audegario Domuncio 1064. 

Andrés Riculfo 1064. 

En su tiempo, es a saber, en 1079, se descubrió el cuerpo de San Cucufate como ya mucho tiempo por causa de las invasiones de los Sarracenos se hubiese venerado con sólo el nombre de mártir incógnito. (V. al citado Moxó).

Berengario 1091.

Dicen que fue después Obispo de Barcelona en 1099. Consta que fue Abad de este monasterio, de la donación de la iglesia de Santa María de Fonte rubea hecha por Geraldo Mirón a dicha casa, en la cual firma Berengarius eiusdem loci Abbas atque Barchinon. Episcopus. 

Raimundo de Moncada 1104. 

Renardo 1104.

Rolando 1109.

Anda suelta por el monasterio su piedra sepulcral, cuya inscripción está muy comida. Es curiosa y digna de que se publiquen los siguientes fragmentos:

Hic est locus Rutilandi 

tumba ... tumulandi

nomina ... gloria.

Tu qui legis hanc scripturam

roga Deum Patrem ... 

… sanctae legis

filius ecclesiae.

Rectus, prudens, et fidelis, 

imitator Israelis,

amator justitiae. 

Cunctis fuit hic lucerna,

sit ei quies aeterna

Rex aeternae gloriae.

Hic columba in serpente, 

hic dilexit pura mente

Christum super omnia.

Hic fundatus supra petram

mereatur Patris dextram

cernere in patria.

...

corpus jacet sub hac petra

positum ... 

coelos ponat spiritum Amen, Amen.

Aucto fructu aut terdeno,

sexageno vel centeno

fructus crescant ...

Haec scriptura … dicta

super petram fuit scripta

in hoc anno Domini.

M … CC ... 

… aprilino

haec est summa numeri. Amen. Fiat. F.

Ermengaudo 1134. 

Geraldo de Castellet 1143

Alerando de Sarria 1146.

Raimundo de Sanct Manat 1151.

Guillermo de Aviñón 1172.

Berengario de Santa Oliva 1205. 

Raimundo de Bañeres         1216. 

Arnaldo de Palou 1226.

Pedro de Amenis 1230. 

Pedro de Torrella 1255.

Pedro Felice 1261. 

Geraldo de Clascarino         1277.

Geraldo de San Martín (otros le llaman de Santa Oliva) 1294. 

Ponce Burgueto         1296. 

Tiene este Prelado su entierro en el claustro con este letrero: Anno Domini M.CCC.VI, XIII kal. septembris obiit Vener. Fr. Poncius Burgeti Dei gratia Abbas S. Cucufatis … fama praeclarus, opinione mirabilis, scientia et moribus adornatus, cuius corpus in hoc praesenti tumulo requiescit. Amen. 

Galcerando Solá 1306. 

Bernardo de Montornés 1333.

Galcerando de Lupetis 1334.

Bernardo de Vallseca 1339.

Arnaldo Ramón de Biure 1348.

Es famoso el remate fatal que tuvo este Prelado, que fue asesinado en la noche de Navidad del año 1351 por unos facinerosos de los lugares vecinos al tiempo de cantarse la primera antífona del segundo nocturno. 

Estaba él con todo el pontifical, y así fue herido y asesinado en su silla del coro. Consérvanse sus huesos en la sacristía y el alba, amito y capa pluvial ensangrentada y llena de cuchilladas, y el libro de canto también ensangrentado y casi borrada con sangre la plana. La capa sobredicha es de la forma de las nuestras sin el escudo que pende de ellas.

En la arca de sus huesos se leen estos dísticos modernos:

Hic Biure Abbatis cineres, hic ossa teguntur,

Quae sanie mixta, quae latuere diu.

Atque triumphator Martyr celeberrimus aevo, 

Sic vitae exemplar tradidit ecce suae.

Fuit interfectus anno 1351.

Queda entre las Constituciones de Cataluña la que el Rey Don Pedro IV hizo con esta ocasión (lib. IX, tit. 2). Acaso serían parientes suyos dos canónigos que hubo en Tarragona por estos tiempos, es a saber, Jofre de Biure, que murió en 1334 a 5 de mayo, y Pedro de Biure; ambos dignos de memoria por haber hecho la primera colección de las Constituciones provinciales Tarraconenses.

Pedro de Busqueto 1351.

Bernardo Tereni 1385.

Este es el primer Abad que suena electo por el Romano Pontífice.

Juan Armengol 1394.

Obispo después de Barcelona en 1398.

Berenguer de Rejadell 1399.

Dalmacio de Cartella 1409.

Jaime de Moncorp 1411. 

Bernardo Strucci 1416. 

Juan Trías 1420. 

Pedro 1431.

Pedro Sort o Sors 1451.

Antonio Alemani         1461.


Abades comendatarios. 


Pedro, Cardenal de San Sixto. 1471. 

Esteban, Cardenal de. S. Adriano 1473.

Gaufredo Sort 1479.

Don Alfonso de Aragón, Arzobispo de Zaragoza 1508.

Juan Lázaro Serapica 1521.

Enrique de Cardona, Cardenal 1522.

Alejando (Alejandro) Cesarini, Cardenal 1530. 

Jaime Paratge 1534. 

Pedro Ángel Despuig 1539. 


Abades de patronato real. 


Luis de Cervellón 1561. 

Murió en 1573 y vacó esta abadía diez y seis años.

Miguel Quintana 1586. 

Miguel Aimerich 1595. 

Francisco de Eril 1618.

Gaspar de Sala 1645.

Francisco Bernardo de Pons         1670.

Baltasar de Montaner y Çacosta 1696. 

Fue electo Obispo de Vique en 1705, pero no llegó a consagrarse.

Antonio de Solanell y Montalla 1711.

José de Lupia y Roger         1726.

Fue hecho Obispo de León en 1735. 

Francisco de Serra y Portell. 1736. 

Buenaventura de Gayola y Vilosa 1747.

Eustaquio de Azara 1784.

Obispo de Iviza y de Barcelona.

José Gregorio de Montero 1788.  

Por último sepas que a este monasterio está unido el de San Lorenzo del monte, ya suprimido, situado a corta distancia en lo alto de un monte. Hállanse ya documentos de esta incorporación de los años 1012 y 1099. También lo estuvo el de Santa Cecilia de Monserrate y el de San Pablo del campo de Barcelona, de lo cual ya se habló en las cartas pasadas. También es filiación de esta casa la de San Salvador de Breda y la de Santa María del Coll cerca de Barcelona. Tenían antiguamente los monasterios hermandad unos con otros, de la de este con el de Ripoll hay memoria en un calendario viejo que dice: Feria V. post cineres commemoratio omnium fratrum Sanctae Mariae Rivipulli.

Lo mismo se nota VII. idus martii respecto de los de Poblet. Otras curiosidades monásticas dejo para la historia de los ritos; aunque en lo que es la de este monasterio, no hay duda que hubiera podido aprovechar más, si existiera aquí el libro que sobre ello escribió el docto monje de esta casa Don Juan Bautista Castellarnau, bien conocido por sus cartas a los continuadores de los Bolandos. No se sabe a quien se prestó este libro, y así será muy difícil recobrarlo. En alhajas de esta clase no debía haber tanta condescendencia.

Junto al monasterio y del mismo nombre que él hay una villa, cuya iglesia parroquial se llama S. Pedro de Octaviano. Hay ya memoria de su existencia a mediados del siglo XI (V. Campillo Disquisitio methodi, etc. in append. pág. 40). (N. E Pongo una captura de pantalla al final) Creen guardar en ella un báculo o fragmento del de San Severo, Obispo de Barcelona, y la arca de madera donde primero fue depositado. Lo que yo puedo decir es que vi dentro de una arca moderna varios fragmentos y la cubierta casi entera de otra antigua, que es de álamo blanco y sería de cuatro palmos de longitud y dos de latitud, con varios rastros de pintura y trozos de tafetán, fleques y lienzos. La poca decencia y custodia con que tratan ambas alhajas, no cuadra bien con la creencia que domina en aquellos vecinos. En nuestras especulaciones literarias debimos a los monjes de este imperial monasterio toda la franqueza que podíamos apetecer y que es muy de desear en otras partes, particularmente quedamos deudores al señor Don Ramón Oriola, Pavorde mayor y Vicario general del señor Abad, que se hallaba ausente, y a los señores Don Fausto Prat, Pavorde de Panadés, Don Mariano Ciscar y Don Francisco Bojons.

De vuelta a Barcelona pasamos por una ermita de San Madi (Medi más arriba) o Emeterio, compañero de San Severo en el martirio. Sobre la puerta de la iglesia, que es vieja, hay esta inscripción: 

Anno Domini CCCC.XXXXVII, (447) escrita con caracteres góticos en el siglo XIII, lo más pronto. El P. Caresmar publicó sobre ella una Disertación probando con mucho ingenio y no menor erudición que antes de Dionisio Exiguo ya se usaba el cómputo de los años de Cristo, y que en el de esta inscripción pudo ya haberse introducido el carácter gótico en España. Débense dar las gracias a este erudito escritor, curiosísimo investigador de las antigüedades; mas en esta de que tratamos me parece que no hay más que decir sino que es un letrero puesto en el siglo XIII y acaso en el XIV, cuyo autor notó con el cómputo corriente en su tiempo el año en que según la tradición se había construido primitivamente aquella iglesia.

Viniendo después al monasterio de Padres Gerónimos de Valdebron hallamos en su biblioteca algunas buenas ediciones españolas del siglo XV. Tal es la traducción valenciana de Q. Curcio, hecha por Luis Fenolletnatural de Játiva, impresa en Barcelona en 1481, de que ya habló Ximeno. = El Arbor scientiae de Raimundo Lull, impreso allí mismo por Pedro Posa, Catalán, en 1482, edición desconocida a Nicolás Antonio. Tampoco conoció este bibliógrafo una obra de Fr. Pedro Castrovol, que hay aquí con este epígrafe: Incipit tractatus super libros Phisicorum compilatus per Fr. Petrum de Castrovol, ordinis fratrum Minorum ac sacrae theologiae magistrum, natione Hispanum, de regno Legionensi, et de villa vocata Mayorga. Sábese también con esto su patria; el libro es impreso en Lérida en 1489. En la sacristía guardan la mandíbula inferior de San Andrés Apóstol; un cíngulo o cinta de San Gerónimo, regalado por Santa Paula; un brazo de San Simón Stilita, y otro de Santa Elena; una carta original de San Ignacio de Loyola, fecha en Roma a 1.° de febrero de 1542; un lignum Crucis con este letrero: hoc lignum S. Crucis á R. Domino Archiepiscopo Miralles rite examinatum. Per ignem examinatum fuit anno Domini M.D.XXX., VI. nonas octobris ... ad laudem et gloriam Dei. De este Arzobispo Miralles ya di otras noticias en los correos anteriores.

A distancia de una hora de esta ciudad hay un monasterio de religiosas Franciscas, llamado de Pedralbes (peres albes, piedras blancas), nombre que ya tenía este territorio a mediados del siglo XI. El monasterio es fundado por Doña Elisendis de Moncada, mujer del Rey Don Jaime II de Aragón, en 1327, en que se hizo la escritura de la dotación, pero en la fábrica ya se entendía dos años antes. Así se entienden bien dos letreros sepulcrales que hay en las capillas de la iglesia. El edificio es de aquel tiempo y de una sola nave, afeado con malísimos altares, de que hay por acá gran cosecha. La fundadora, que murió allí en 1364, tiene su sepulcro de mármol en el presbiterio, al lado de la epístola, sin inscripción alguna. He copiado el inventario que se hizo de sus alhajas, que es curioso. Las religiosas me dejaron ver un cáliz del siglo XIV, con el cráter cónico y patena de un palmo de diámetro cincelada. En la orla de la cavidad del centro hay de relieve estas palabras: Aquest calza à fet Madona Sor Francescha Saportela (Çaportella), Abadesa; la qual es del altar de nostra Dona Sancta Maria de Pedralbes. Nada más hallé digno de memoria. 

Crecería infinito esta carta si hubiese de hablar de todas las iglesias parroquiales de esta diócesi, respetables por su ancianidad. Hay memorias de muchas de ellas de los siglos X y XI en instrumentos de consagraciones, dotaciones, ventas, testamentos, etc., de todo lo cual tengo recogidas varias apuntaciones, y aun copias de instrumentos, buenos en sí, pero importunos para decir ahora; mejor será guardarlo para en adelante.

Concluiré la carta con una especie sabrosa, y de mil sabores, por los que halló el famoso Arzobispo Marca en una lápida, cerca de Badalona, dedicada al dios de ellos. Es el caso que cerca de esta villa, llena de inscripciones romanas, ya publicadas mil veces, hay una montañuela que llaman Puntigalá, y en ella, en paraje muy despejado, y frente al nacimiento del sol, se halla un letrero Romano, de solas dos lineas, grabado en la roca viva, sin más pulimento ni adorno que el que la naturaleza dio a aquella tabla o plano inclinado del peñasco. Por apreciable y raro que sea esto, que lo es sin duda alguna, todavía lo parece más su contenido. El sabio Arzobispo Marca, que anduvo por acá, y estuvo muy de asiento trabajando en el monasterio de PP. Gerónimos de la Murta, vecino al lugar que digo, la vio con sus ojos, y por sí mismo la copió en su Marca Hisp. (V. Betulo), de esta manera: 

SOLI . D . SAPORVM

A .P . ABASO . ANVS

interpretándola así: la vieja Abaso puso esta ara al sol, dios de los sabores: ingeniándose tras ello en explicar la propiedad con que aquella vieja, de paladar estragado, pudo intitular así a aquel planeta. No se saborean menos en la explicación del letrero cuantos lo copiaron de aquel escritor. Yo, que en punto a sabores corro parejas con aquella pobre vieja, quise ser testigo del monumento a que le obligó su necesidad. Mas no puedo explicarte el sinsabor que tuve, cuando vi con mis ojos y toqué con mis manos que aquel SAPORUM se había desvanecido (ya se ve como cosa de dos mil años de antigüedad), y en su lugar se hallaba un nombre incompatible con lo profano. Dejemos chanzas en cosa seria. La piedra dice así:

SOLI . D . SACRVM

… ABASO . ANVS.

Esto dice, y nunca ha dicho más a excepción de lo borrado al principio de la segunda linea que acaso se conservaría en tiempo del señor Marca. Pero el SAPORVM es una equivocación de marca, en la que cayeron también los que fiaron de su dicho, pudiendo como nacionales muchos de ellos tomarse el ligero trabajo que yo me tomé de verificarlo. Para mayor seguridad mía, quise que me acompañasen al lugar el doctor Don Ignacio Torres, bibliotecario del Seminario episcopal, el P. Presentado Fr. Domingo Comerma, bibliotecario de este convento de Santa Catalina, y el que ni a mí, ni a los dichos quiera creer, allí tiene el peñasco inmóvil, que habla por sí, y con elocuencia muda, vuelve por el honor vulnerado de aquella anciana Abaso que no estaba tan falta de paladar como suponen, y que era muy devota del sol ut sic, sin condimento de sabor ninguno. A Dios. Barcelona, etc.

S. Pedro de Octaviano. Hay ya memoria de su existencia a mediados del siglo XI (V. Campillo Disquisitio methodi, etc. in append. pág. 40)